AOH el costumbrismo literario PDF

Title AOH el costumbrismo literario
Author Alfonso Ortega Hidalgo
Course 2 bachiller
Institution Colegio La Salle Plasencia
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Alfonso Ortega Hidalgo – 1 bachill.A

El Costumbrismo

EL COSTUMBRISMO LITERARIO. CARACTERISTICAS.

DESCRIPCION, ORIGEN Y CONTEXTO Se conoce como costumbrismo a un movimiento artístico cuya finalidad es expresar el amor por el ambiente local, las costumbres y usos de una sociedad determinada, presentando las circunstancias, problemas y coyunturas de la época (1820-1848). Los escritores costumbristas presentan las frustraciones de la ascendente clase media y la decadente clase alta (aristocracia). Este movimiento se reflejó en casi todas las facetas del arte: pintura, teatro, literatura, etc., pero en la literatura tuvo más importancia, principalmente en la novela y los artículos periodísticos, llamados cuadros de costumbres y artículos de costumbres. Nace unido al periodismo por su carácter popular y por su inquietud de resaltar las costumbres contemporáneas. El mayor representante del costumbrismo España, que nace en España en la década de 1820, fue Mariano José de Larra. El costumbrismo no abarcó sólo a España sino que se dio por toda Europa debido a los cambios políticos, sociales y económicos, producidos por la Revolución Industrial. Otro factor importante que provocó la expansión del costumbrismo fueros los viajes que extranjeros realizaban por nuestro país y que contaban en sus obras, reflejando las costumbres y cosas típicas de nuestra sociedad. En Latinoamérica, los conflictos entre España y sus colonias que terminaron con la independencia de muchas de ellas, también fue muy propicio para la expansión allí del costumbrismo.

CARACTERÍSTICAS: Las principales características son las siguientes: - Se representa las características, las costumbres y los hábitos de una sociedad determinada, bien sea local, regional o del país. - Presenta los hechos o acontecimientos de la sociedad sin interpretarlos ni analizarlos, es decir, se presentan de forma superficial, describiendo lo más externo de la vida cotidiana.

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El Costumbrismo

- El costumbrismo se da más en obras en prosa que en verso y aunque en el teatro y la novela se han dado grandes obras literarias, es en el género periodístico donde más arraigó. - A las obras que retratan una escena determinada o típica se les llama “cuadro de costumbres”. A las obras de describen una escena con humor o sarcasmo se les llaman “artículo de costumbres”. Algunos autores los utilizan como sinónimos. - Se critican aspectos negativos de la sociedad que se describe, como algunas costumbres y vicios. Para ello se utiliza la sátira pero siempre con un fin didáctico y moral, para que la sociedad cambie. - La literatura costumbrista describe con detalle la vida cotidiana de la sociedad de la época de forma directa, con un lenguaje ameno, sencillo, incluso coloquial, para que pueda ser entendida por todos. Además, se utiliza el humor y a burla para facilitar la lectura. - Muchas de las obras solían comenzar con el relato de una anécdota, ya fuera real o inventada. Los autores terminaban su obra con una moraleja o una lección moral. - Otras de las características del costumbrismo es la transmisión de los hábitos, costumbres y tipismos de una sociedad para que no se olviden. - Se desarrolla preferentemente a través del periodismo y el teatro.

AUTORES MÁS DESTACADOS: Tras muchas webs consultadas, he considerado que debía incluir en este trabajo como máximos representantes del costumbrismo español del siglo XIX a: Mariano José de Larra, Fernán Caballero, Ramón de Mesonero Romanos, Serafín Estébanez Calderón, Juan Valera y Alcalá Galiano. Considero que son los más destacados de este período.

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MARIANO JOSE DE LARRA

Larra escribió novelas como “El doncel de Don Enrique el Doliente”, obras de teatro como “Macías” o “Un desafío”. Pero donde más destacó es en los llamados cuadros de costumbres, que son artículos periodísticos que reflejan la sociedad del país en aquella época. Son artículos en tono satíricos donde Larra buscaba, no burlarse de la sociedad, sino que ésta reaccionase para corregirse. Él había vivido en Francia y veía que España estaba muy retrasada con respecto a Europa. Es por ese afán de que la sociedad corrigiera ese retraso y estuviera en continua evolución, por lo que comenzó a escribir en los periódicos y posteriormente se hizo político, aunque finalmente no pudo desarrollar su trabajo como diputado de Ávila por la Rebelión de los sargentos de la Granja de San Ildefonso. Este revés político junto a su desesperación porque la sociedad no cambiaba como él quería (fracaso de las ideas liberales) y la ruptura con su amada Dolores Armijo, lo llevó a suicidarse. Larra publicó sus artículos periodísticos bajo el seudónimo de Fígaro o El pobrecito hablador. Sus artículos más destacados son “Vuelva usted mañana” en el que hace una crítica sobre el funcionamiento de la administración pública, “El castellano viejo” una crítica a los tradicionalista, “El casarse pronto y mal” que es una reflexión sobre su propio casamiento que duró sólo unos años, “Lo que no se puede decir, no se debe decir” que es una crítica a la censura de la época, “La Nochebuena de 1836”, “Modos de vivir que no dan de vivir”, “Yo quiero ser cómico”, ”Literatura”… En el género literario de la novela, publicó “El doncel de Don Enrique el Doliente”, obra en la que refleja su amor con Dolores Armijo. Se trata de una novela histórica ubicada en la Edad Media donde el protagonista (Macías) se enamora de una mujer que está casada (Elvira). Esta misma temática es la utiliza Larra para escribir una obra teatral llamada “Macías”. En 1828 publicó el primer número de su primera creación, el “Duende Satírico del Día”. En este periódico vemos dos artículos de costumbres interesantes. El primero de ellos, titulado “El Café”, un artículo de costumbres en el que el punto de partida es un

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“Duende” que está enfermo de criticar todo eso que no le gusta, un duende curioso y observador. En este artículo vemos una descripción satírica de varios personajes: “ … un literato; a lo menos le vendían por tal unos anteojos sumamente brillantes, por encima de cuyos cristales miraba, sin duda porque veía mejor sin ellos, y una caja llena de rapé, de cuyos polvos, que sacaba con bastante frecuencia y que llegaba a las narices con el objeto de descargar la cabeza, que debía tener pesada del mucho discurrir, tenía cubierto el suelo, parte de la mesa y porción no pequeña de su guirindola, chaleco y pantalones.” “… nuestro hombre, que se creyó aplaudido tácitamente, y seguro de que su terminillo había tenido la felicidad de reasumir toda la atención de los concurrentes, prosiguió con más entereza …” y también una burla de los anuncios del Diario de Avisos “– Jamás, jamás he leído cosa peor; abra usted, amigo, abra usted, la primera hoja; lea usted: «Carta de las quejas que da el noble arte de la imprenta, por lo que le degrada el señor redactor del Diario de Avisos». ¿Qué dice usted ahora? – Hombre, la verdad: el objeto me parece laudable, porque yo también estoy cansado del señor diarista. – Sí, señor, y yo también; no hay duda que el señor diarista da mucho pábulo a la sátira y a la cólera de los hombres sensatos; pero si el diarista, con su malísima impresión y sus disparatados avisos, degrada la imprenta, no sé qué es lo que hace el señor S.C.B. cuando emplea ese noble arte en indecencias como las que escribe; lea usted y verá el cuarto o quinto renglón «todo el auge de su esplendor», el sueldo de inválidas que deben gozar las letras, gracia que después nos repite en verso, el país de los pigmeos, los ojos de linces, el anteojo de Galileo para estrellas, los tatarabuelos de las letras, y otras mil chocarrerías y machadas, tantas como palabras, que ni venían al caso ni han hecho gracia a ningún lector, y que sólo prueban que el que las forjó tenía la cabeza más mal hecha que la peor de sus décimas, …” En este artículo ya aflora la nostalgia y el pesimismo vital que transmitirá Larra en muchos de sus artículos.

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“… Amo –siguió–, amo demasiado a mi patria para ver con indiferencia el estado de atraso en que se halla; aquí nunca haremos nada bueno... y de eso tiene la culpa... quien la tiene... Sí, señor... ¡Ah! ¡Si pudiera uno decir todo lo que siente! Pero no se puede hablar todo... no porque sea malo, pero es tarde y más vale dejarlo... ¡Pobre España!... Buenas noches, señores.” En el “Duende Satírico” encontramos otro artículo, titulado “Una comedia moderna: treinta años a la vida de un jugador”, en el que Larra critica el seguimiento de las modas, como por ejemplo es el Romanticismo en esos años (algo que él todavía no sabe qué es exactamente) “… Jamás. Para inventar todas estas cosas es preciso saber otras muchas, que sólo se hallan en Francia; es preciso estar en París. El que no ha estado en París está dispensado de tener sentido común, y aunque nosotros las inventásemos, por ser nuestras, habían de parecer mal. Cuando Lope de Vega y sus contemporáneos hacían a cada paso de esos comediones, entonces no querían los señores franceses que se hiciesen, porque todavía no era tiempo de que se descubriese el romanticismo; el poder hacer esa clase de disparates estaba reservado para el señor Ducange: entonces nos trataban de cafres; de modo que ya está visto que tenemos don de errar y espíritu de contradicción: siempre lo hacemos todo al revés.” Sus artículos costumbristas serán más habituales en el siguiente diario que editará, el “Pobrecito Hablador”, ya que en el “Duende” abundan más los artículos de crítica literaria.

FERNAN CABALLERO (Cecilia Böhl)

Seudónimo de utilizado por la escritora y folclorista española Cecilia Böhl de Faber y Ruiz de Larrea. Tomó el pseudónimo de la población de Cuidad Real de Fernán Caballero. El motivo de su seudónimo según ella es: «Gustóme ese nombre por su sabor antiguo y caballeresco, y sin titubear un momento lo envié a Madrid, trocando para el público, modestas faldas de Cecilia por los castizos calzones de Fernán Caballero». Influyó en ella

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bien que le gustaba la resonancia del nombre o también que conociera allí un crimen pasional que tuvo amplio eco en la prensa del momento. Fernán Caballero en un principio no sentía aprecio por sus obras a las que consideraba un simple ejercicio que se habían publicado contra su voluntad. Esto, al menos, relata el padre Coloma en sus Recuerdos de la autora. Ello no le impidió dar sus ideas de qué tipo de novela es preferible, decantándose por la novela de costumbres con los siguientes elementos: «usos, dichos, cuentos, creencias, chistes, refranes». La novela debía ser útil, y después agradable. Sus novelas tenían un carácter didáctico, alabando la vida pobre pero honrada del pueblo andaluz. Concebía sus novelas como documentos que reflejaban fielmente la vida cotidiana. Para ella la trama era el marco porque lo interesante era el ambiente. Esto se refleja también en los personajes que no tienen una evolución o desarrollo sino que son prototipos. Aunque su obra no puede en ningún caso ser considerada como realista, si es un precedente válido de este movimiento, ya que, escribiendo en un momento en que España está inmersa en el Romanticismo, y también cuando las producciones literarias de tipo folletinesco (las más difundidas) están claramente infectadas de elementos extranjerizantes, ella se plantea el tema de reflejar la realidad de un pueblo que conoce bastante bien: el pueblo de la Baja Andalucía occidental. Sus

novelas, aunque impregnadas

de nacionalismo y

tradicionalismo, llenas de valores ancestrales, con una motivación muy cercana a la que se desprende del romanticismo historicista, desarrollan sus argumentos en época coetánea a la de su creación y, sobre todo, plasman la vida cotidiana de sus personajes Un despechado Sir George Percy, en la novela Clemencia expresa su cólera tras el no rotundo de la española: “… Creo, señora, que el amor meridionallo han inventado los novelistas para dar una pesada chanza y para creas decepciones, o bien será que las encantadoras hijas de Iberia, de puñal en liga, se han transformado, gracias a la civilización, en vestales cristianas de rosario en mano…”. Aunque Percy había intentado, desplegando todo su atractivo, ganarse el favor de la protagonista, la española consigue con su inteligencia controlar sus apasionados sentimientos y decantarse finalmente por el amor virtuoso de Pablo Guevara. Con ello,

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parece responder a una imagen de la mujer española popularizada en Europa por el mito romántico y ofrecer el modelo de la auténtica mujer hispana. En este sentido, la obra de Fernan Caballero participó de una tendencia general que intentaba rebatir, aceptar o negociar la representación romántica del país y sus implicaciones orientalistas: identificar España con lo primitivo, situándola en los límites del mundo civilizado, y negarle la plenitud europea. Su afán de adoctrinamiento moral fue duramente criticado ya en vida de la autora y sus obras levantaron una gran polémica que respondía a posturas ideológicas y no literarias, reflejo de la situación de división en la sociedad española. “La gaviota” fue escrita en francés, traducida al castellano por el editor José Joaquín de Mora y publicada en entregas por El Heraldo. La novela está estructurada en dos partes, en una muestra la vida sencilla y virtuosa de los habitantes de una aldea y en la otra la vida de una Sevilla abierta en parte a las costumbres extranjeras. Se pone de manifiesto también su profundo rechazo a las corridas de toros en cuanto significaban maltrato a los animales. En muchas obras criticó esta costumbre española. Fernán Caballero utiliza el lenguaje como elemento diferenciador de los personajes: el pueblo usará continuamente refranes, expresiones coloquiales, dichos, cuentos, coplas mientras que la aristocracia, el otro gran grupo que quiere representar usará neologismos y galicismos puestos de moda en esa época. Publica sus novelas en un momento en que hay un auge de autoras pero rápidamente este éxito será relegado por la llegada de autores realistas que tendrán un mayor reconocimiento por su “superioridad” intelectual. Para no sufrir el desdén a su autoría por ser mujer, se ocultará tras un seudónimo masculino. No querrá ser vinculada a sus contemporáneas.

RAMON DE MESONEROS ROMANO

Ramón de Mesoneros es unos de los máximos exponentes del género literario periodístico del Costumbrismo. Trató de reflejar cómo era la sociedad en el Madrid de su época, con un estilo sencillo y ameno. Sus primeros cuadros de costumbres fueron “Mis ratos perdidos” y “Ligero bosque P á g i n a 7 | 12

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de Madrid” en los que se describen los efectos que en él tuvo el ambiente liberal del llamado Trienio Liberal. Colaboró con varios periódicos y en 1836 fundó su propio periódico, Semanario Pintoresco Español, donde publicó la mayor parte de sus artículos que recogió en dos libros recopilatorios “Escenas Matritenses“ y “Tipos y caracteres”. Mesonero de Romanos utiliza un concepto de cuadros de costumbre y lo enriquece con una nota personal que lo distingue de otros autores costumbristas coetáneos. Esto se refleja tanto en su motivación ideológica como en su objeto principal: la sociedad madrileña de clase media con sus costumbres y modas. Las razones de su gusto por la ciudad de Madrid están relacionadas con su biografía y con datos históricos clave que influyeron en su producción literaria. En 1822, en su primera obra “Mis ratos perdidos o ligero bosquejo de Madrid en 1820 y 1821”, en la introducción dice: “Habéis de saber ante todas cosas, lectores míos (si los hubiera que esto todavía está por discutir) que el Supremo Hacedor al imponerme la dura ley de vivir en este triste mundo, tuvo a bien prestarme un genio maligno y socarrón, más inclinado a poner en ridículo todos los objetos chicos o grandes que hieren mis sentidos que a hacer obras de misericordia…” Esto un ejemplo de su estilo ameno, llano y amable, desprovisto de toda pretensión, que hacen del relato un retrato lleno de vida de las calles, costumbres y gentes del Madrid decimonónico y romántico. Además publicó

sus artículos costumbristas recogidos en libros como “Escenas

matritenses” (1842) y “Tipos y caracteres” (1862). En 1880 publicó su autobiografía “Memorias de un sesentón”.

SERAFIN ESTEBANEZ CALDERON

Es junto a Larra y Ramón de Mesoneros, como he mencionado antes, otro de los máximos representantes de los cuadros de costumbres. Es el máximo representante del costumbrismo andaluz, por eso creo que es importante incluirlo en este trabajo.

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Fue escritor costumbrista, flamencólogo, crítico taurino, poeta, militar, catedrático y político español, entre otras actividades. Con fuerte ideas liberales tiene que refugiarse en Gibraltar cuando invadieron España los Cien Mil Hijos de San Luis para restablecer como rey a Fernando VII. En 1830 se marcha a Madrid donde comenzó sus colaboraciones con el Correo Literario y Mercantil donde firma con el seudónimo El Solitario. Fundó la revista Cartas Españolas donde publicaba poemas y artículos costumbristas y después fue nombrado director del Diario de la Administración. Entre artículos como “España artística y monumental”, “Los españoles pintados por sí mismos”, Serafín Estébanez recopiló en su “Escenas andaluzas” (1846) una amplia colección de artículos costumbristas como “Un baile en Triana”, “La Feria de Mairena”, “Las gracias y donaires de Manolito Gázques” o “Pulpete y Balbeja”. En esta obra el autor describe el folklore, las costumbres y el tipismo de su tierra, Andalucía. Utiliza un estilo muy elaborado con un lenguaje muy amplio y escogido, con resonancias a los clásicos. Retrata las escenas con abundancia verbosidad ya que era una persona con una observación detallista de la realidad de la sociedad de su tiempo y en su tierra. Su primera creación literaria fue una oda escrita con ocasión del levantamiento de Riego y titulada “El listón verde”, en alusión a la cinta verde que portaban los liberales con el lema “Constitución o muerte”. En ellas se hace eco de la actualidad y costumbre del momento, del clamor del pueblo pidiendo libertad y el castigo para los “déspotas”: “… Tiemblen que ya tremola / la fiera insignia verde, / y ya gritar se escucha / Constitución o muerte”. Al producirse la invasión de las tropas francesas del duque de Angulema en apoyo de Fernando VII, muestra su rechazo contundente en un romance que concluye con los siguientes versos: “.. Pues quiere el Galo impío / profanar nuestras lindes, / truenen las roncas cajas / y clamen los clarines…” También refleja en su obra sus amistades con personalidades relevantes del mundo de la cultura, de la política y de la aristocracia, por ejemplo: entabla amistad con la marquesa de Zambrano y le decía uno de sus poemas: “… Mis tímidos versos / concede, Señora, / que a tu fausto amparo / rendidos se acojan… ”, o menciona a la Duquesa de Frías como “gran señora de celebrada hermosura”.

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JUAN VALERA Y ALCALA GALIANO.

Juan Valera de origen aristocrático, pasó su niñez en el mundo rural andaluz, algo que se reflejará después en sus novelas. Estudió Filosofía, Derecho y Lengua en la Universidad de Granada y en el Seminario de Málaga. Ingresó en el cuerpo diplomático y estuvo realizando diversas funciones en embajadas de varios ...


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