BACK TO Black. UNA Historia DE Vinilo PDF

Title BACK TO Black. UNA Historia DE Vinilo
Author Anonymous User
Course Dirección Estratégica I
Institution Universidad de Burgos
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«BACK TO BLACK»: UNA HISTORIA DE VINILO. RESUMEN DEL CASO En la década de los diez del presente siglo, el disco de vinilo ha reaparecido con fuerza renovada en las estanterías de establecimientos comerciales. En este caso de estudio, se cuenta la historia de este formato y cuál ha sido su devenir en los últimos años. Se aportan datos de diferentes mercados sobre la evolución del sector de la música y, en particular, se profundiza en las razones que se esgrimen para explicar la resurrección de este formato. También se analiza el perfil del consumidor de este producto.

OBJETIVOS DEL CASO 

Estudiar el ciclo de vida de la industria, atendiendo a la evolución de los diferentes formatos de soporte a la música.



Analizar la historia del vinilo y los motivos de su caída y su renacimiento.



Reflexionar sobre los límites del sector de la música y el papel del disco de vinilo.



Establecer posibles evoluciones futuras.

PALABRAS CLAVE Ciclo de vida, industrias tecnológicas, límites del sector

1. INTRODUCCIÓN A mediados de 2017, Sony, la multinacional de origen japonés, anunció que en 2018 comenzaría de nuevo a producir discos de vinilo. La noticia llegó casi treinta años después de cerrar completamente su línea de producción en este formato. El 21 de marzo de 2018, las dos primeras ediciones para conmemorar el retorno del vinilo vieron la luz: un disco del artista de rock japonés Eiichi Ohtaki y el álbum 52th Street de Billy Joel, los dos mismos discos que marcaron el inicio de la producción comercial de Compact Disc a nivel mundial, en 1982. La reacción de Sony no fue, ni mucho menos, precipitada. Como la propia compañía publicó en su página web, a esas alturas, la producción de LPs (siglas de Long-Play) había crecido de forma espectacular desde que tocara fondo en 2009, según datos de la Recording Industry Association of Japan. La vuelta de Sony a la producción de discos de vinilo no ha sido más que otra muestra de una realidad que comenzó a cristalizar hace ya algunos años.

Después de que muchos hablaran de la muerte del vinilo en los años noventa del siglo pasado y tras otros 10 años de casi total sequía en la actual centuria, las ventas de música en este formato comienzan a crecer a ritmos de dos dígitos, desmintiendo con testarudez la sospecha de que dicha vuelta fuera sólo el resultado de una moda pasajera. Parece que el “ Back to Black ”, como algunos lo han llamado, (en alusión al color habitual de los discos realizados en vinilo y al segundo y último disco de Amy Winehouse, uno de los “fijos” en las listas de más vendidos en este formato) es, cada día que pasa, un fenómeno más asentado. Podría considerarse que el disco de vinilo tiene su origen en una de las escasas “derrotas” experimentadas por las invenciones de Thomas Alva Edison. Aunque existe algún precedente en el registro del sonido (Martinville lo logró en 1857), el fonógrafo, inventado en 1877 por el genio fundador de la Edison General Electric Company (antecedente inmediato de General Electric). Este sistema tenía, no obstante, diversos problemas: el proceso de grabación y duplicación era muy complejo, no apto para la producción en masa, el contenido podía reproducirse una única vez y, finalmente, la calidad del sonido obtenida era limitada. Tan sólo una década después, Berliner desarrolla una nueva invención: el gramófono. Aunque en un primer momento la calidad del sonido era similar a la del fonógrafo, la facilidad para la duplicación a partir de una copia maestra hizo que este sistema se convirtiera en el estándar. La popularización del disco plano se basó en su conjunción con otros inventos, así como en diversas acciones comerciales y operaciones empresariales. Desde un punto de vista comercial, las grabaciones de artistas muy reconocidos, como fueron inicialmente Enrico Caruso o la Dixieland Jazz Band, hicieron el producto muy atractivo. Asimismo, se desarrollaron acciones que aumentaron su popularidad, como el envío de discos de vinilo a las tropas americanas desplazadas en Europa. Buena parte de la música más vendida en la historia fue inicialmente lanzada en vinilo. En cuanto a las operaciones de concentración empresarial, la compañía inicialmente fundada por Berliner es comprada por la citada Victor Talking Machine Company, que a su vez es adquirida en 1929 por la Radio Corporation of America (RCA) (una subsidiaria de General Electric). En 1932, General Electric se ve obligada a escindir a RCA, debido a las leyes anti-monopolio que regían en Estados Unidos. Sin embargo, RCA ya estaba preparada para afrontar los retos que tenía ante sí. La música había encontrado un medio para hacerse tangible.

2. EL CICLO DE VIDA DEL DISCO DE VINILO RCA comenzó a vender discos de vinilo en 1931. Los avances tecnológicos en el desarrollo de las máquinas de reproducción de sonido encontraron el complemento perfecto en los avances de la tecnología de polímeros, que permitía hacer discos más ligeros, más resistentes y más duraderos (aunque el

disco de vinilo, tal y como hoy lo conocemos, no llegó hasta casi 20 años después, en 1948). Podemos considerar que las décadas de los 50 y los 60 del siglo veinte son los años de apogeo de este medio. Durante estos años, el disco de vinilo era la única alternativa disponible para “contener” la música. Quizá, la única excepción sean las cintas de 8 pistas que sólo alcanzaron cierto desarrollo en Estados Unidos. No obstante, no existen datos que permitan conocer a ciencia cierta el número de discos que se llegó a vender (las primeras estadísticas de mercado disponibles datan de 1973 y se refieren sólo a Estados Unidos). El disco de vinilo funcionaba. Entre los puntos fuertes de este sistema estaba una calidad del sonido cada vez mayor. Sin embargo, también tenía algunos notables inconvenientes: la grabación del sonido quedaba limitada a los profesionales, no siendo posible para un particular hacer sus propios registros; tampoco estaba al alcance la duplicación de los discos. Finalmente, aunque cada vez eran más portables, debido a la evolución de los propios tocadiscos, esta no era una de sus mejores características. Del mismo modo que el gramófono solucionó algunos de los problemas pendientes del fonógrafo, otros medios de registro trataron de resolver estas cuestiones. Los primeros intentos de registro magnético del sonido son casi tan antiguos como los cilindros fonográficos, aunque fue la aportación de compañías como AEG, con el desarrollo del magnetófono, o la BASF, con las primeras grabaciones musicales en este medio, lo que contribuyó de forma decisiva a su establecimiento. Asimismo, la posibilidad de grabar múltiples pistas de forma simultánea se consideró revolucionaria en la industria, y fue utilizada en la década de los 60 por algunos de los artistas más emblemáticos, como los Beach Boys o The Beatles. Finalmente, el cassette (en castellano, casete) compacto, presentado por Philips en 1963, cambió drásticamente el tamaño de magnetófonos y cintas, permitiendo su difusión en un mercado masivo. Este primer embate serio, que lo fue, no supuso la depresión del disco de vinilo como medio predilecto por los melómanos. Cierto es que el casete resolvía algunas de las desventajas del vinilo, en especial, la posibilidad de registrar sonido por parte del propio usuario, con medios domésticos y, de este modo, poder duplicar el contenido. Sin embargo, la calidad de sonido y la durabilidad del casete compacto dejaba bastante que desear, sobre todo en esos primeros momentos. No menos importante, resulta la aparición en 1979 del walkman, un reproductor extraordinariamente compacto y portable. En la figura 1 pueden apreciarse con claridad los efectos de las diferentes innovaciones. Más allá de los avatares del mercado (con la caída en ventas de los años 74 y 75), se observa la predominancia del formato de vinilo en los primeros años, con un 82% del total de las unidades vendidas y con descensos continuados que se pueden apreciar con más claridad en la figura 2. Al mismo tiempo, los formatos alternativos comenzaban a ganar peso en el mercado. El inicio del fin del vinilo, o eso parecía, comenzó en 1982, cuando los primeros Compact Discs (CD) destinados a la venta vieron la luz. Este sistema

suponía un teóricamente nulo deterioro de los discos a lo largo del tiempo, un aspecto que contrastaba con la relativa fragilidad del vinilo y su durabilidad limitada, debido al cierto desgaste que el uso corriente genera en el polímero. Además, permitía contenido continuo por más de 70 minutos, una barrera inalcanzable para el vinilo. La apuesta por el CD, tanto de las dos compañías que lo introdujeron en el mercado como de algunos de los intérpretes y ejecutores más brillantes (como fue el caso del director de orquesta Herbert Von Karajan), contribuyó a una rápida popularización y difusión de este medio. El reproductor de CD tuvo también su versión compacta y portátil en el discman, que llegó al mercado en 1984.

Figura 1: Evolución del número de unidades vendidas según formato en el mercado de la música estadounidense (1973-2000)

Figura 2: Evolución de la cuota de mercado del disco de vinilo en Estados Unidos

La difusión del casete y especialmente del CD marcó una caída muy acusada en las ventas de los discos de vinilo, dadas las capacidades de ambos productos sustitutivos, e incluso se llegó a conjeturar con su desaparición. De hecho, a partir del año 1994, las ventas de LP se terminaron de desplomar, quedando reducidas a algunos audiófilos, que defendían la pérdida de calidad que suponía el paso a lo digital y la frialdad de su sonido, y nostálgicos, que se aferraban a argumentos relacionados con la elegancia del formato y su belleza, más vinculada al tamaño y a las posibilidades que ofrecía el packaging del producto. Desde un punto de vista más técnico, los disc jockeys (DJs) continuaron usando vinilos por la posibilidad de moverlos manualmente, haciendo el efecto conocido como scratch. También, las máquinas de discos para establecimientos públicos, conocidas como Jukebox, mantuvieron a flote las cifras de venta de los singles que, aún estado lejos de sus mejores momentos, servían como tabla salvavidas para algunas empresas fabricantes de este formato, que se resistían a echar el cierre. El disco de vinilo estaba oficialmente obsoleto.

3. NUEVO SIGLO, NUEVOS FORMATOS, NUEVO SECTOR Curiosamente, la evolución de la tecnología digital, unida al desarrollo y popularización de Internet, fue lo que marcó el inicio de la caída en la venta de CDs. En la figura 3 se pueden ver cifras de ingresos por formato para el mercado estadounidense desde 2000. Como puede apreciarse, todos los formatos físicos han ido perdiendo peso ante el desarrollo de los formatos de compresión primero, que llevaron a hacer viables las descargas de música, y al

denominado streaming después, absoluto dominador a principio de la década de los veinte. Figura 3: Evolución de los ingresos (ajustados según inflación a 2018) según formato en el mercado de la música estadounidense (2000-2018)

La venta de discos de vinilo siguió cayendo durante los primeros años del siglo XXI hasta que tocaron fondo en los últimos años del primer decenio. Dependiendo del mercado, los expertos sitúan el momento más crítico entre 2006 y 2009. El formato con el que la venta de música grabada nació, estaba en sus horas más lúgubres... Y, de repente, algo cambió. El nuevo escenario del mercado de la música es completamente diferente, después del devastador efecto que tuvo sobre el sector el nacimiento de la descarga y el intercambio de ficheros en formatos como el MP3 (véanse las cifras en dólares constantes de la figura 3). La música ya no se posee, ni siquiera se almacena: sencillamente se reproduce a través de los denominados servicios de streaming, como Spotify, Tidal o Amazon Music. Con el casete desaparecido, el CD moribundo y las descargas de música languideciendo, el vinilo comenzó a resurgir con una fuerza esperanzadora, como una alternativa física a un mundo completamente digital. Pero, ¿por qué el vinilo? ¿No era un formato acabado? Parece que no. David Sax, en su entretenido libro The Revenge of Analog, ofrece algunas ideas que, en su conjunto, ayudan a entender este fenómeno. La primera y más sencilla es que el vinilo nunca murió. Es cierto que la mayor parte de las compañías discográficas abandonaron la producción de este formato, al menos en lo que se refiere a la comercialización masiva. El formato CD tenía ventajas en todos los

frentes: era más duradero, más pequeño y ligero y más económico de producir. Sin embargo, el mundo de la música siguió produciendo al menos un puñado de vinilos bien por motivos promocionales o bien porque algunos artistas así lo exigían. Este formato ofrecía algunas ventajas estéticas para esa tarea (portadas más grandes, la posibilidad de incluir más contenidos, cierta imagen más elegante) y, para algunos, tenía propiedades acústicas especiales, frente a la frialdad del sonido digital. Sin embargo, cuando hablamos de que el vinilo no desapareció, no podemos olvidar el enorme mercado de segunda mano que nunca ha dejado de estar activo. Cierto es que muchas de las tiendas tradicionales de discos han ido cerrando a lo largo de los años, pero también lo es que muchas permanecieron mientras fenómenos como Napster o el iPod pasaban delante de sus puertas. Literalmente, millones de discos de vinilo seguían acumulando polvo en estanterías, a la espera de algo que los despertara de su letargo, acompañados sólo de los audiófilos y los nostálgicos, además de algunos seguidores acérrimos de ciertos estilos musicales que siguieron fieles al vinilo (incluyendo rock, hiphop o música dance). En segundo lugar, primero el MP3 (y demás formatos de compresión de archivos de audio) y después el streaming, despojaron al CD de las ventajas que ofrecía y que eran tan evidentes frente al vinilo. En los primeros momentos, la aparición de esos formatos de compresión que hicieron posible la descarga y el intercambio de ficheros de música a través de la red, minaron las bases del mercado de la música basado en el CD. Los archivos que podían conseguirse, legal o ilegalmente, en Internet tenían características similares a los del CD, podían duplicarse con facilidad y sin deterioro de ningún tipo y ocupaban aún menos espacio. Aquellos años de intercambio masivo de ficheros y de descarga ilegal supusieron un duro varapalo para la industria de la música, de la que aún no se ha recuperado completamente. Baste comparar, en “dólares constantes”, cuáles eran los ingresos de la industria en el año 2000 y cuáles eran en 2018, teniendo en cuenta que, en los últimos cuatro años, las plataformas de streaming han vuelto a revolucionar (esta vez, para recuperar parte de la monetización del negocio) el sector. Este proceso conlleva, entre otros efectos, la merma de interés por el CD, que año tras año ve caer su cuota de mercado. Incluso, con el streaming, las descargas de ficheros han perdido el interés del público. Sin embargo, las desventajas que hicieron perder su sitio en las estanterías de los centros comerciales a los vinilos, empiezan a tornarse en ventajas, como si fuera un juego de piedra, papel o tijera, en el que el CD golpea al vinilo, el MP3/streaming envuelven al CD y, finalmente, el vinilo corta, aunque sea muy poquito, el papel. El tamaño de las cubiertas de los LP, el ritual que implica su reproducción, el mantenimiento del tocadiscos y tantas otras cuestiones son cada vez más apreciadas por un creciente número de consumidores. Y en ese mercado, en el que muchas tiendas de discos tuvieron que cerrar, paradójicamente, empresas de Internet se integran como agentes: Amazon, eBay o la gran plataforma especializada en música, Discogs, sobre todo vinilos.

El tercer gran motivo es que, a modo de rebelión, los jóvenes empezaron a comprar vinilos. En un informe publicado en 2019, MusicWatch, una empresa dedicada a la investigación de mercados y el análisis de la industria de la música y el entretenimiento, afirma que cerca del 25% de los vinilos son adquiridos por consumidores de entre 13 y 25 años. ¿Por qué? Las explicaciones son diversas pero, básicamente, derivan de dos motivos fundamentales: por un lado, el carácter contracultural que ha revestido a los discos de vinilo en este renacimiento los ha hecho ciertamente atractivos a ojos de los más jóvenes. Por otro, una vez que el iPod o Instagram han pasado a formar parte de la vida de los padres de esos jóvenes, ellos han empezado a buscar algo diferente, algo que una gran parte de esos padres ya no mira con interés: los discos de vinilo. De hecho, muchos artistas actuales hace años que, conscientes de este hecho, han echado la vista hacia este soporte, no sólo como un elemento meramente promocional (aunque nunca dejaron de fabricarse pequeñas tiradas de discos y artistas selectos). Otro de los motivos fue mucho más premeditado. En plena crisis del vinilo, en ese momento más bajo, allá por 2007, un grupo de propietarios y empleados de tiendas de discos independientes en Estados Unidos, inspirados en una experiencia previa que llevaban a cabo las tiendas de comics con gran éxito (Free Comic Book Day ), pusieron en marcha el Record Store Day. La idea era sencilla: hacer una jornada especial en la que las tiendas de discos se convirtieran en un punto de encuentro para los adeptos al vinilo, en la que se pudieran adquirir ediciones especiales de álbumes y otros productos y también disfrutar de eventos vinculados al mundo de la música. Es un día para todos los que hacen el mundo de las tiendas de discos: el personal, los clientes y los artistas. Esas horas son para compartir y celebrar esa cultura de las tiendas de discos. El 19 de abril de 2008, alrededor de trescientas tiendas en Estados Unidos y el Reino Unido celebraron el primer Record Store Day, con el apoyo de Warner que proveyó a las tiendas de ediciones especiales en formatos vinilo y CD de artistas como R.E.M. o Vampire Weekend, además de ofrecer algo de apoyo financiero. Metallica fue la guinda del pastel: fueron nombrados embajadores del Record Store Day, teniendo un encuentro con los clientes que se acercaron a Rasputin Music, Y vaya si se acercaron... El evento fue un éxito. Desde entonces, ininterrumpidamente, el tercer sábado de cada mes de abril, el Record Day Store pone de acuerdo a miles de tiendas a lo largo y ancho del mundo, con miles de artistas que acuden a celebrarlo, conociendo a sus seguidores en esas tiendas (en 2019, los embajadores fueron Pearl Jam), y con las compañías discográficas que preparan productos específicos para complacer a clientes que, año tras año, hacen cola en la puerta de su tienda habitual. Incluso, algunas ciudades en Estados Unidos han declarado festivo ese día. En España, este día se celebra desde 2011 y, en su última edición, participaron cerca de cien establecimientos. Finalmente, hay otra razón, quizá aparentemente menor pero que no deja de estar encima de la mesa de discográficas, fabricantes, tiendas y artistas: el

rendimiento económico del vinilo. Cierto es que las cifras de volumen de ventas que se manejan en el mercado actual son, a pesar del crecimiento más que notable del formato, muy modestas con relación al total. Sin embargo, muchos expertos en el sector han llamado la atención sobre la capacidad de generar ingresos que tiene el formato físico y, en particular, el vinilo, frente a los servicios de streaming o las descargas. La venta de discos de vinilo siguió cayendo durante los primeros años del siglo XXI hasta que tocaron fondo en los últimos años del primer decenio. Dependiendo del mercado, los expertos sitúan el momento más crítico entre 2006 y 2009. El formato con el que la venta de música grabada nació, estaba en sus horas más lúgubres... Y, de repente, algo cambió. El nuevo escenario del mercado de la música es completamente diferente, después del devastador efecto que tuvo sobre el sector el nacimiento de la descarga y el intercambio de ficheros en formatos como el MP3 (véanse las cifras en dólares constantes de la figura 12.3). La música ya no se posee, ni siquiera se almacena: sencillamente se reproduce...


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