Capítulo 8 - Gordon Allport PDF

Title Capítulo 8 - Gordon Allport
Author Erick Aguilar
Course Psicología social
Institution Universidad TecMilenio
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Capítulo 8. Psicología Personalista de Allport TEORÍAS DE LA PERSONALIDAD Erick Eduardo Aguilar Gallegos | Teoría y Desarrollo de la Personalidad II | 13-07-2019

Psicología Personalista de Allport

Introducción: Nació en 1897 en Indiana, pero creció en Cleveland, OH. Realizó sus estudios en Harvard en filosofía y economía. Enseñó sociología e inglés en Estambul. Regresó a Harvard para doctorarse en psicología en 1922. Durante los dos años siguientes estudió en varias famosas universidades europeas, y durante se tiempo visitó a Sigmund Freud. Gordon Allport se mantuvo estrictamente en el punto de vista de que solamente los seres humos son el objeto apropiado de la psicología. Se le ha llamado un psicólogo humanista, aunque el término no lo usan como halago alguno de sus detractores. En su libro The Person in Psychology (1968), Allport se identifica claramente como un psicólogo humanista y acepta la relación intelectual con Rogers, Maslow, y Fromm. Abogó por el estudio intensivo del individuo singular. Allport aceptaba los principios generales del comportamiento como una ayuda valiosa, pero el individuo debería ser el objeto de un estudio directo, para que el psicólogo pudiera descubrir cómo se aplicaban estos principios al individuo.

Cuerpo del resumen: CONSTRUCTOS Y POSTULADOS MENTALES

Uno de los enfoques globales que presentan un mayor reto es el estudio de la evolución del yo. Empezaremos por considerar sus puntos de vista sobre las diversas formas en que se experimenta el yo. El problema del yo El concepto del yo ha creado muchas dificultades para el psicólogo que desea respetar los conceptos y métodos de la ciencia en el estudio de los seres humanos. En lo porqué el yo constituye tal problema es un fenómeno desconcertante para Allport. Las experiencias subjetivas del yo no pueden ponerse en duda: son hechos existenciales. Allport sostiene que es absurdo cuestionar su existencia; investigar su génesis, su desarrollo, y los varios papeles en la personalidad pueden promover un fructífero conocimiento científico.

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Negar la existencia del yo por las dificultades que se encuentran en su estudio es contrario al espíritu de la investigación, que ha conducido a tanto progreso en los diversos departamentos de la ciencia. ¿Pero por qué la noción del yo como factor determinante en la personalidad debe plantear tantas dificultades? El problema principal es que el yo parece ser la causa principal del comportamiento, distinto a otras causas. Varias personas, similares en su capacidad de aprendizaje, pueden estar expuestas a las mismas condiciones y demostrar una diferencia notable en su adquisición de conocimientos. La mera exposición o aun muchas repeticiones no producen aprendizaje mecánico. El aprendizaje está influido por la atención, concentración, motivación, y valor percibido, factores relacionados con el yo. Atención pasiva, absorción en las tareas y compromisos personales. Allport nota que la atención, que está en parte determinada por el yo, es una condición necesaria para el aprendizaje. La atención pasiva no es tan efectiva en promover el aprendizaje que lo que Allport llama la absorción en las tareas y la participación en el aprendizaje de la tarea. El aprendizaje se facilita a causa de esta participación: si reconstruimos o ensayamos el tema, aprendemos con mayor comprensión y retención. La participación comprometida puede considerarse una participación basada en el interés. El estudiante puede estar comprometido en estudiar otra lengua porque mantiene correspondencia con otra persona extranjera. En el aprendizaje comprometido el resultado del aprendizaje satisface una necesidad importante y es útil para alcanzar la meta. Cuando el yo entra en acción entonces varía la relación total entre el individuo y sus actividades: más intensa, más significativa, y más importante. Si el yo ejerce una influencia tal sobre la personalidad, no puede ser soslayado porque su estudio plantea algunos problemas. Un mejor conocimiento del yo puede ayudar a resolver algunos problemas. Allport describe cuando menos siete experiencias personales, cada una de las cuales madura durante un periodo distinto a lo largo de los primeros 20 años de vida:

1. El yo corporal Las sensaciones orgánicas recurrentes, así como los encuentros frustrantes con objetos, conducen a la larga a la formación de un sentido de “sí mismo” como distinto de lo demás: este es el yo corporal. No es el yo total, porque sólo tiene

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sensaciones físicas. El yo corporal se hace dominante durante el periodo de crecimiento, cuando el niño está muy alerta a los cambios de su propio cuerpo. Cuando los asuntos sexuales se agudizan, van acompañados de una mayor atención a la apariencia y esto incluye al yo corporal.

2. La identidad del yo Distinto del yo corporal, es el estudio de la propia identidad, el percatarse de la continuidad de la identidad personal. Es el darse cuenta del yo como el núcleo de la personalidad. A pesar de los muchos cambios que tienen lugar desde la infancia hasta la ancianidad, existe una percepción de continuidad. La identidad se adquiere gradualmente, con muchos obstáculos y algunas personas nunca logran tener un sentido firme de la identidad.

3. El amor propio Conforme empieza a tomar forma el sentido de la identidad, la autoexperiencia surge dentro del segundo o tercer año de vida: El amor propio. Este se manifiesta por los esfuerzos propios del niño para familiarizarse con lo que le rodea y puede igualarse al orgullo. Allport sostiene que el negativismo infantil es una de las manifestaciones más tempranas del amor propio. Conforme los niños se hacen valer efectivamente, desarrollan una autovaluación positiva. 4. La autoextensión Entre las edades de cuatro y seis años, son prominentes otras dos dimensiones de la experiencia propia o la autoexperiencia: La autoextensión y la autoimagen. La autoextensión es lo que la persona valora. Una de las manifestaciones más tempranas de la autoextensión es la propiedad; u niño puede aprender pronto a través de experiencias dolorosas, lo que es suyo y lo que pertenece a sus padres. Con la edad, los intereses del niño se amplían para incluir un equipo de fútbol, una iglesia, el bienestar de su sociedad. Allport señala que “la persona es lo que ama” La persona tiene un sentido de autoextensión cuando tiene sentido de propiedad, las cosas que pertenecen o son importantes para el yo. 5. La propia imagen Refiere a la imagen de la personalidad total, que incluye el yo corporal y el sentido de identidad. Puede tomarse como nuestra propia concepción del yo. La

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autoimagen es en gran parte el producto de los papeles que se han asignado al niño. Si el niño es pequeño o débil, puede ser tratado como un inválido. Gradualmente esto formará una autoimagen que corresponda a las expectativas de quienes el niño considera importantes. En la misma forma que otros aspectos del yo, la autoimagen es un proceso que evoluciona lentamente. Primero es vago y mal definido, pero conforme la conciencia se convierte en una característica predominante de la personalidad y conforme el niño adquiere capacidad de proyectarse al futuro, la autoimagen se amplía a incluir no solamente una imagen aproximada al yo real, sino también imágenes de los yos potenciales. 6. El yo que afronta la vida en forma racional Entre las edades de los seis y doce años, los niños se dan cuenta de sus crecientes poderes intelectuales. Empiezan a saber y sentir que pueden resolver problemas y que algunos otros los superan en esto. Durante este periodo, la criatura se siente atraída por juegos de palabras, rompecabezas, claves, y adivinanzas. En sus relaciones fuera del hogar con otros niños de su edad, hay una continua competencia de habilidades, incluso intelectuales. El conocimiento del yo en este sentido es una autoexperiencia significativa, que puede contribuir al enriquecimiento o el empobrecimiento del yo.

7. Las luchas propias En la observación de la edad de 12 años en adelante nos encontramos el segundo periodo de mayor cambio: La adolescencia. Durante este lapso emerge una nueva dimensión de la autoexperiencia, la proyección de metas, y objetivos a largo plazo. Allport llama a este aspecto del yo la lucha propia, término que usa para indicar que todos los aspectos del yo están envueltos en el proceso de la lucha por lograr metas, el yo corporal, la identidad propia, la autoextensión, autoimagen, y el yo como el que afronta la vida en forma racional. Conforme el individuo llega a la condición de adulto, debe hacerse cargo cada vez más de sus propios asuntos. La conciencia del deber contra el haber de Puede considerarse a la conciencia como un indicador interno del bien y el mal en la conducta que se hace activo cuando el comportamiento viola las normas o valores aceptados. Los valores y las normas pueden ser impuestos por otros e imponerse mediante castigos o premios. La conciencia que está formada con base a un código externo es denominada por Allport como la conciencia del “deber”, PÁGINA 4

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en tanto que la que resulta de un propio totalmente desarrollado es la conciencia del “haber dé”. Conforme la persona hace cargo de su propia vida, empiezan a establecer sus propias normas. Forman lo que Allport llama un “estilo preferido de vida”, que tiene influencia en metas y planes. El que la gente permanece al nivel de la conciencia de la conciencia de “deber”, dominada y controlada por el miedo, o alcanza el nivel de la conciencia del “haber dé”, motivada por objetivos a largo plazo y el estilo preferido de vida, depende de la naturaleza de su propio desarrollo, el cual depende de muchas condiciones. Allport considera al yo como un aspecto completo de la personalidad, que evoluciona gradualmente y ejerce cada vez mayor influencia en nuestra conducta. Puntos de vista de Allport sobre el desarrollo de la personalidad Allport acepta los conceptos convencionales de desarrollo y de principios como la herencia, la psique, el temperamento, y la inteligencia. Considera éstos os puntuales de la personalidad. Una vez alcanzan su condición madura, permanecen como constantes de la personalidad durante toda la vida. Aprendizaje cognoscitivo y personal contra el condicionamiento. Allport describe tres tipos de aprendizaje: Condicionamiento, aprendizaje cognoscitivo, y el aprendizaje personal. -

El condicionamiento implica una unió automática del estímulo o el comportamiento a las consecuencias.

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El aprendizaje cognoscitivo entraña las operaciones de saber. Incluye el procesamiento de información, la comprensión de las causas y de las relaciones y la formación de estructuras cognoscitivas.

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El aprendizaje personal es el que se deriva de funciones propias e implica un enfoque deliberado de la atención. Cuando decimos que el aprendizaje es de importancia para la persona, es aprendizaje personal. Por ejemplo, aprender andar en bicicleta, o a tocar el piano.

Tempranamente en la vida, los conjuntos cognoscitivos y perceptuales se forman para desempeñar un papel importante en las perspectivas infantiles en el mundo. Cuando se llega a la edad adulta, los conjuntos perceptuales y cognoscitivos se convierten en tendencias determinantes que intervienen entre el ambiente y las relaciones personales al mismo.

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La perspicacia es otro proceso cognoscitivo que desempeña un papel cada vez mayor en el desarrollo del niño. La perspicacia cognoscitiva es la formación de una representación conceptual de un evento. Allport cita el caso de la niña de tres años a quien su madre sorprendió abriendo la llave del gas de la estufa, y procedió a pegarle la mano exclamando “no debes hacer eso”. De acuerdo con los principios del condicionamiento, la vista de la estufa en lo adelante debería ser una condición suficiente para que la niña la evite. Si un estímulo neutral ocurre al mismo tiempo que el estímulo doloroso, entonces el neutral adquiere algunas propiedades del estímulo doloroso. Al principio, los niños son casi totalmente dependientes de su ambiente; después, conforme maduran sus capacidades psicológicas y tiene lugar mucho aprendizaje, crecen en autonomía e independencia, y cuando llegan a edad adulta, se hacen responsables de sus vidas. Intenciones contra impulsos Para Allport, el término intención lo utiliza para significar motivación, que en general es consciente y orientada hacia el futuro. Para Allport, la intención es sinónimo de interés. “La intención es una forma de motivación demasiado descuidada, pero una de importancia primordial para el entendimiento de la personalidad. Hace posible superar el motivo y el pensamiento en oposición. Como todos los motivos, la intención se refiere a lo que el individuo intenta hacer. Hay intenciones inmediatas y a corto plazo, pero el término tiene valor particular al señalar las disposiciones a largo plazo en la personalidad.”. Allport mantiene que el conocimiento de las interacciones de una persona proporciona una perspicacia que no ofrecen otros aspectos de la personalidad. Podemos conocer aptitudes de una persona, pero sin conocer sus intenciones no tenemos formas de saber cuáles de esas aptitudes desarrollará a la persona. La psicología de impulsos y el énfasis en las necesidades básicas resaltan las tendencias para conservar, adaptar, o enfrentarse a las tensiones; pero pasan por alto la actividad espontánea, el crecimiento, y un alcance más amplio, característico del comportamiento normal en una persona. Autonomía funcional Allport dice: “La autonomía funcional considera a los motivos adultos como sistemas variados, de automantenimiento y contemporáneos, que provienen de sistemas de antecedentes, pero funcionalmente independiente de ellos.”. Este principio sostiene que una actividad es motivacional en su propio derecho: no se origina de otro motivo que de sí mismo. El músico se dedica a su arte

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porque le agrada hacerlo, incluso acepta una reducción de salario para ocupar un puesto donde pueda tocar su instrumento. La autonomía funcional puede contrastarse con la sublimación. Un comportamiento sublimado puede haberse originado y trazado a un motivo inaceptable y presenta una salida disfrazada para ese motivo. El niño sádico que disfruta torturar insectos puede encontrar una salida sublimada en la disección de animales durante su capacitación preparatoriana para el estudio de medicina. El principio de la autonomía funcional también mantiene que una actividad que está al servicio de un motivo puede por sí convertirse en motivacional. Lo que empieza como una actividad desarrollada por necesidad puede llegar a ser adecuada en la esfera propia y convertirse en un poderoso motivo autónomo. Habilidades frecuentemente se convierten en intereses El ejercicio de las habilidades puede lograr un significado motivacional y sirven de base para la adquisición de intereses duraderos o intenciones a largo plazo. La autonomía funcional: Una habilidad desarrollada tiene su propia motivación. Los intereses frecuentemente se forman alrededor de una habilidad o talento en particular. Tenemos la tendencia de disfrutar aquello que podemos hacer bien. La autoimagen y el estilo de vida son factores organizadores. La autoimagen en evolución señala las principales direcciones del desarrollo y es autónoma funcionalmente en la edad adulta. Rasgos: Unidades básicas de la personalidad Rasgos comunes contra carácter personal Se ha identificado un gran número de rasgos con los cuales muchas personas pueden compararse, por ejemplo, el nivel de aspiración, grado de neurosis, y la introversión-extroversión. Por ejemplo, podríamos medir por medio de una prueba estandarizada lo que se compara una persona con otras que tienen mismos rasgos o similares, dando a esta persona una calificación en percentil que revela su lugar respecto de su desempeño en relación con otro gran número de personas también sometidas a la prueba. Tales posiciones pueden ser bastante útiles al consejero: Un perfil de rasgos de la personalidad puede usarse para aconsejar a un estudiante que abandone la medicina, porque su patrón de rasgos difiere de los médicos típicos. Allport define al carácter personal como “una estructura neuro psíquica generalizada y peculiar a cada individuo y con la capacidad de producir estímulos funcionalmente equivalentes e iniciar formas uniformes o equivalentes de comportamientos de adaptación o de estilo”. PÁGINA 7

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Por formas equivalentes de comportamiento Allport indica las varias formas de expresar la tendencia central. Un carácter personal puede ser tan poderoso que parece tornarse activo espontáneamente, pero Allport repudia dicha idea: cree que siempre existe un estímulo que lo activa. Puede ser difícil de identificar o tan poderosa y penetrante, puede ser activado por estímulos mínimos o casi por cualquier estímulo. El carácter personal tiene la capacidad de reproducir estímulos equivalentes funcionalmente. Esto significa que muchos estímulos o situaciones son capaces de activar el carácter en mayor o menor grado. Esta disposición permanece en condición latente, hasta que lo activa la situación apropiada. Una persona de carácter agresivo puede mostrar varias respuestas agresivas en una variedad de situaciones como cuando es desvalido en cualquier situación de competencia o ante un extraño. Carácter personal contra hábitos Allport ha sostenido el punto de vista que el carácter personal es la unidad estructural básica de la personalidad. El enfoque popular estímulo-respuesta es que el hábito es una unidad irreducible. Los rasgos son categorías inventadas con el propósito de clasificar hábitos y carecen de una verdadera existencia propia. Rasgos segundarios, centrales, y cardinales. Los Rasgos secundarios son unidades de la personalidad específicos y con gama limitada de estímulos y respuestas efectivas. Quedan en la periferia de la personalidad y son bastante independientes de los demás rasgos. Como ejemplo está la preferencia por helado de chocolate sobre el de vainilla, de la carne de res sobre el de pollo, etc. Los rasgos centrales son unidades amplias de la personalidad, que influyen en grandes segmentos del comportamiento y son activados por una amplia gama de estímulos. Saber algunas cosas acerca de una persona (rasgos centrales) nos dice considerablemente más respecto a otros aspectos de la personalidad que el conocimiento de algunas otras cosas (rasgos secundarios). El rasgo cardinal para Allport se aplica únicamente a unas cuantas personas, porque debe ejercer una influencia tan penetrante en la personalidad que afecta todas las áreas principales del comportamiento, por ejemplo, maquiavélico, dionisiano, etc.

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Algunas advertencias sobre los rasgos Un rasgo nunca se presenta solo; muchos determinantes siempre están activos en forma simultánea. Los efectos de un rasgo frecuentemente pueden detectarse por incongruencias en el comportamiento. Se necesitan repetidas observaciones a fin de observar la congruencia producida por un rasgo. Un rasgo en particular puede ser bloqueado por un rasgo opuesto. Otra dificultad es que se depende en los comportamientos evidentes para hacer inferencias y observaciones pueden ser incorrectas. Por ejemplo, un hombre que parece ser amistoso porque le simpatizamos, en realidad tiene un motivo de hacerse agradable para poder usarnos con algún propósito.

PUNTOS DE VISTA SOBRE LA ANORMALIDAD Allport no era un terapeuta practicante y su teoría de la personalidad no nos dice mucho sobre la gran variedad de anormalidades posibles. Si trata del comportamiento anormal en términos generales. No adhiere a las etapas psicosexuales que describe Freud, pero sí enfatiza el papel de apoyo que los padres deben asumir en la educación...


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