Allport Teoria de la Personalidad PDF

Title Allport Teoria de la Personalidad
Author gabriela paola
Course Psicologia Clinica
Institution Aliat Universidades
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Allport Teoria de la Personalidad...


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PSICOLOGÍA DE LA PERSONALIDAD UNIDAD III: Elementos principales del enfoque disposicional de la personalidad Objetivo general:

Desarrollo de objetivos específicos

TEORÍA HUMANISTA DE LOS RASGOS Y DEL SÍ MISMO – ALLPORT El término de rasgos de la personalidad se refiere a aquellos patrones constantes en la forma en la que un individuo se comporta, siente y piensa. Por lo que, el término rasgos tiene dos connotaciones: la persistencia, y la distinción. Por persistencia, se entenderá que el rasgo describe una regularidad en la conducta de la persona. La persona parece predispuesta a actuar en la forma descrita por el término de este rasgo. Allport creía que los rasgos eran unidades básicas de personalidad. De acuerdo con él, los rasgos en verdad existen, y se encuentran en el sistema nervioso. Éstos representan predisposiciones generalizadas de la personalidad que dan cuenta de las regularidades en el funcionamiento de una persona a través de situaciones y a lo largo del tiempo. La naturaleza de la personalidad Herencia y Ambiente Para apoyar su énfasis en la singularidad de la personalidad del individuo, Allport decía que somos reflejo de la herencia y también del ambiente. La herencia proporciona la materia prima (psique, inteligencia y temperamento), y las condiciones del entorno la moldean, expanden o limitan. Así, Allport se refiere a las variables personales y situacionales para señalar la importancia de la genética y del aprendizaje. No obstante, gran parte de nuestra individualidad es resultado de nuestros antecedentes genéticos. Discontinuo de la personalidad de la niñez a la de la edad adulta .

Según Allport, la personalidad es distinta y discontinua. No sólo se distingue de todas las demás, sino que el adulto también está divorciado de su pasado. Allport no encontró un continuo de la personalidad de la niñez a la de la edad adulta. Los impulsos y los reflejos biológicos primitivos rigen la conducta del lactante, en tanto que el funcionamiento del adulto es de índole más bien psicológica. En cierto sentido, existen dos personalidades: una en la niñez y otra en la edad adulta. Las experiencias infantiles no limitan la personalidad del adulto. Así, encontramos la visión única que Allport tenía de la naturaleza de la personalidad. Anteponía el consciente al inconsciente, el presente y el futuro al pasado. Reconocía la singularidad de la personalidad en vez de recurrir a generalidades o semejanzas entre grupos numerosos de individuos. Además, optó por estudiar la personalidad normal y no la anormal.

Los rasgos de la personalidad

Allport consideraba que los rasgos de la personalidad son predisposiciones a responder a diversas clases de estímulos de la misma manera o de manera semejante. En otras palabras, son formas consistentes y duraderas de reaccionar frente al entorno. Rasgos Según Allport, características distintivas que rigen la conducta. Los rasgos se miden sobre un continuo y están sujetos a influencias sociales, ambientales y culturales. Un rasgo de personalidad es una estructura neuropsíquica real que predispone a una persona a formas específicas de comportamiento en ciertas circunstancias.

Características de los rasgos  







Los rasgos de la personalidad son reales y existen en nuestro interior. No son constructos teóricos ni simples etiquetas inventadas para explicar el comportamiento. Los rasgos determinan la conducta o la causan. No sólo ocurren frente a ciertos estímulos. Nos impulsan a buscar los estímulos correctos e interactúan con el entorno para producir conducta. Los rasgos se pueden demostrar de forma empírica. Si observamos la conducta durante cierto tiempo, podremos inferir la existencia de los rasgos en razón de la consistencia de las reacciones de un individuo a estímulos idénticos o similares. Los rasgos están interrelacionados y se pueden traslapar no obstante que representen características diferentes. Por ejemplo, la agresividad y la hostilidad son rasgos distintos pero están relacionados y muchas veces se presentan juntos en el comportamiento de una persona. Los rasgos varían con la situación. Por ejemplo, un individuo puede mostrar el rasgo de orden en una situación y el de desorden en otra

Disposiciones personales A medida de distinción Allport reservó el término rasgos para los rasgos comunes y llamó disposiciones personales a los rasgos individuales, rasgos propios de un individuo en contraste con los que comparten varias personas. No todas las disposiciones personales tienen la misma intensidad o importancia; pueden ser rasgos cardinales, centrales o secundarios.

Rasgos cardinales Los rasgos humanos más generalizados y potentes. Un rasgo cardinal está tan generalizado e influye tanto que toca casi todos los aspectos de la vida. Allport lo definió como una pasión avasalladora, una fuerza poderosa que domina el comportamiento. Ofreció los ejemplos del sadismo y la patriotería. Rasgos Centrales Unos cuantos rasgos sobresalientes que describen el comportamiento de una persona. Todos tenemos unos cuantos rasgos centrales, entre cinco y diez temas que describen muy bien nuestro comportamiento. Agresividad, autocompasión y cinismo son tres ejemplos citados por Allport. Constituyen la clase de características que mencionaríamos al hablar de la personalidad de un amigo o al escribir una carta de recomendación.

Rasgos Secundarios Los rasgos menos importantes que uno puede mostrar de un modo discreto y de manera irregular. Son los menos influyentes y se manifiestan con menor consistencia que los cardinales o los centrales. Pueden pasar tan inadvertidos o ser tan débiles que sólo un amigo íntimo se percatará de ellos. Incluyen, entre otras cosas, una preferencia menor por determinado tipo de música o de comida. Hábitos y actitudes Cuando Allport desarrolló su sistema, señaló que los rasgos y las disposiciones personales se distinguen de otras características, como los hábitos y las actitudes. Sin embargo, aceptó que las dos últimas también pueden iniciar y dirigir la conducta. Hábitos Respuestas específicas, inflexibles, frente a determinados estímulos; a veces se combinan varios hábitos para formar un rasgo. Uno sólo tiene que fijarse en sus propios hábitos para ver cómo infuyen en su forma de comportarse. Éstos tienen menos repercusiones que los rasgos y las disposiciones personales, porque son relativamente inflexibles e implican una respuesta específica a un estímulo concreto. Los rasgos y las disposiciones personales son más generales porque provienen de la integración de varios hábitos que comparten alguna función de adaptación. Por lo tanto, los hábitos se combinan para formar un solo rasgo. Ej.: Los niños que están aprendiendo a cepillarse los dientes o a lavarse las manos antes de comer ejemplifican la idea de Allport. Transcurrido algún tiempo, las dos conductas se vuelven automáticas o habituales. En conjunto, los dos hábitos persiguen el mismo propósito y forman el rasgo que llamamos pulcritud. Actitudes Según Allport, las actitudes se parecen a los rasgos, pero tienen objetos de referencia específicos y suponen una evaluación positiva o negativa. Se tiene una actitud hacia algo; por ejemplo, hacia los pelirrojos, un grupo musical o una marca de calzado deportivo. En segundo lugar, las actitudes son positivas o negativas; están en favor o en contra de algo. Llevan a la simpatía o al odio, a aceptar o a rechazar, a acercarnos a un objeto o a evitarlo. Diferencia entre rasgos y actitudes En primer lugar, las actitudes tienen un objeto de referencia específico. Un rasgo o una disposición personales no van dirigidos a un solo objeto o a una categoría de objetos. Si alguien tiene una disposición personal hacia la timidez, interactuará con otros de esa misma manera independientemente del color de su cabello o de la marca de su calzado. En conclusión, los rasgos son más generales que las actitudes. En segundo lugar, las actitudes son positivas o negativas, a diferencia de los rasgos o las disposiciones personales, suponen un juicio o una evaluación.

Motivación: la autonomía funcional de los motivos Hipótesis que plantea que los motivos de un adulto maduro normal no dependen de las experiencias de la niñez en que se presentaron originalmente. Lo importante es el estado actual del sujeto, no lo que sucedió en el adiestramiento del control de esfínteres, en la instrucción escolar o en alguna otra crisis de la niñez. Lo que ocurrió en el pasado es exactamente eso: pasado. Ha dejado de ser activo y no explica la conducta del adulto, salvo que exista como una fuerza motivadora en el momento actual. Los procesos cognoscitivos –es decir, los planes e intenciones conscientes– constituyen un aspecto esencial de la personalidad. Las intenciones deliberadas forman parte esencial de la personalidad humana. Lo que queremos y lo que buscamos son la clave para entender el comportamiento. Así pues, Allport trató de explicar el presente en función del futuro, no en función del pasado. Autonomía funcional Propone que los motivos de los adultos maduros y emocionalmente sanos no dependen de las experiencias anteriores en las cuales se manifestaron por primera vez. Las fuerzas que nos impulsaron en los primeros años de vida adquieren autonomía y se independizan de las circunstancias originales. De modo análogo, cuando maduramos nos independizamos de nuestros padres. Aun cuando sigamos ligados a nuestros progenitores, ya no dependemos funcionalmente de ellos y no deberían tratar de controlar ni de dirigir nuestra vida. La conducta que cumplía con un motivo particular ahora se ha convertido en un fin en sí. El motivo original se ha transformado en algo autónomo. Por lo tanto, los motivos de los adultos no se pueden entender por medio del análisis de la niñez. La única manera de entenderlos es investigar por qué la gente se comporta de cierta manera en el presente. Autonomía funcional perseverante Nivel de la autonomía funcional que se relaciona con conductas rutinarias de bajo nivel, el nivel más elemental, se refiere a conductas como las adicciones y las acciones físicas repetitivas, por ejemplo la forma habitual de desempeñar una tarea diaria. Las acciones continúan o perseveran por cuenta propia, sin recompensa externa alguna. En algún momento tuvieron un propósito, pero ya no lo hacen y su nivel es demasiado bajo como para considerarlas parte integral de la personalidad. Autonomía funcional del proprium Nivel de autonomía funcional que se relaciona con nuestros valores, autoimagen y estilo de vida. Es más importante que la perseverante y es indispensable para comprender la motivación de los adultos. Allport utiliza el latín proprium para designar el yo o el sí mismo. Los motivos del proprium son exclusivos del individuo. El yo determina cuáles motivos se conservarán y cuáles se eliminarán. Retenemos los que mejoran la autoestima o autoimagen. En consecuencia, existe una relación directa entre los intereses y las capacidades: nos gusta hacer lo que hacemos bien. Proprium Término utilizado por Allport para designar el yo o el sí mismo. El funcionamiento del proprium es un proceso de organización que mantiene el sentido del sí mismo.

Determina cómo percibimos el mundo, lo que recordamos de nuestras experiencias y hacia dónde se dirigen nuestros pensamientos. Estos procesos perceptuales y cognoscitivos son selectivos. De entre la masa de estímulos que hay en el entorno, sólo eligen los relevantes para nuestros intereses y valores. Tres principios rigen este proceso de organización:   

Organización del nivel de energía; explica cómo se adquieren nuevos motivos. Dominio y competencia; se refiere a la medida en que uno decide satisfacer los motivos. Estructuración del proprium; describe la lucha por conseguir la congruencia y la integración de la personalidad.

Desarrollo de la personalidad en la niñez: el yo único Allport escogió el término proprium para designar el yo o sí mismo. No empleó términos como yo o sí mismo en razón de los muchos significados que les habían adjudicado otros teóricos. La mejor manera de entender la palabra proprium es pensar en la acepción del adjetivo apropiado. El proprium incluye los aspectos de la personalidad distintivos de nuestra vida emocional y que, por lo mismo, son propios de ella. Estos aspectos son únicos de cada individuo y unen nuestras actitudes, percepciones e intenciones. Etapas del desarrollo

Interacciones entre progenitor e hijo La interacción social con los padres es indispensable a lo largo de las etapas de desarrollo del proprium, en especial el vínculo materno– infantil como fuente de afecto y de seguridad. Si la madre o el cuidador primario ofrecen suficiente afecto y seguridad, el proprium se irá desarrollando de forma gradual y constante, y el niño tendrá un crecimiento psicológico positivo. Los motivos de la niñez se podrán transformar en los afanes autónomos propios de la edad adulta. Se formará un patrón de disposiciones personales y su resultado será un adulto maduro y psicológicamente sano. En cambio, si se frustran las necesidades de la niñez, el sí mismo no madurará correctamente. El niño se volverá inseguro, agresivo, exigente, celoso y egoísta. El crecimiento psicológico se estancará y el resultado será un adulto neurótico que funciona en el nivel de los impulsos de la infancia. Los motivos del adulto no lograrán la autonomía funcional, sino que permanecerán atados a las condiciones originales. No se desarrollarán los rasgos ni las disposiciones personales y la personalidad continuará tan indiferenciada como lo era en la infancia.

La personalidad adulta sana

Los adultos maduros normales tienen una autonomía funcional que no depende de los motivos de la niñez. Funcionan racionalmente en el presente y crean su propio estilo de vida de forma consciente. Según Allport, la personalidad sana pasa de ser un organismo dominado por fuerzas biológicas en la infancia, a ser un organismo psicológico maduro en la adultez. Las motivaciones se separan de la niñez y se orientan hacia el futuro. La personalidad adulta proviene de la niñez, pero deja de estar dominada o determinada por los impulsos de esa etapa. Expuso seis criterios de la personalidad adulta normal, madura y sana:  El adulto maduro extiende su sentido de sí mismo a personas y a actividades del mundo exterior.  El adulto maduro tiene una relación afectuosa con otros, mostrando intimidad, compasión y tolerancia.  El adulto maduro se acepta a sí mismo y esto le ayuda a tener seguridad emocional.  El adulto maduro tiene una percepción realista de la vida, desarrolla habilidades personales y se compromete con algún tipo de trabajo.  El adulto maduro tiene sentido del humor y objetivación del sí mismo (conocimiento o discernimiento de su propio ser).  El adulto maduro adopta una filosofía unificadora de la vida, que le sirve para dirigir la personalidad hacia metas futuras. Cabe decir que el adulto que cumple los seis criterios anteriores es sano en el aspecto emocional, autónomo en el aspecto funcional e independiente de los motivos de la niñez. Ello le permite lidiar con el presente y hacer planes para el futuro, sin ser víctima de las experiencias de los primeros años de vida....


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