Comparación Mio cid - lectura y comparaciones de los cantares de gesta. PDF

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Comparación: El Cantar del Mio Cid y el Cantar de Roldán Es de anotar, pues, que ambos textos hacen parte de los cantares de gesta. Uno por España y el otro por Francia. El cantar de Roldán está narrado tres siglos posteriores al contexto histórico que cuenta. Es, en tanto, una visión poética de un hecho que tuvo lugar culminando el siglo VII. Mientras que el Cantar de Mio Cid narra las hazañas de honor de Rodrigo Díaz de Vivar, denominado el Mío Cid Campeador que vivió entre los años 1048 y 1099. Hay temas presentes en ambos texto, la traición, por ejemplo: el Conde Garci Ordoñez, en el Mío Cid, provoca con una serie de comentarios la enemistad del Rey Alfonso VI con Mio Cid. Así mismo la traición que provocan los infantes de Carrión después de casados con las hijas del Campeador. En El cantar de Roldán se presenta la traición de Ganelón a Roldán ofreciéndolo a su enemigo. El honor de ambos personas prevalece. Oliveros al percatarse que vienen los serracenos corre de inmediato a comunicarle a Roldán para que haga sonar su olifante. Insiste, pero el Roldán defiende su honor y no lo hace. Inicia, entonces, la batalla. Al decaer en la batalla, accede tarde a tocar el olifante, pero es tarde. Mío Cid lleva el honor del héroe: lo pierde y lo restaura ante su rey. El tema de la religiosidad es transversal en ambos textos; en el Cantar de Roldán desde la idea evangelizara, mientras en el Mío Cid desde una propuesta religiosa desde lo individual. El obispo Don Jerónimo entra en la batalla invocando el nombre de Dios: “El obispo don Jerónimo hizo una buena arrancada y fue a atacar a los moros allí donde ellos acampan. Por la suerte que tenía y por lo que Dios le amaba de sus dos golpes primeros dos enemigos mataba. Ya tiene rota la lanza y metió mano a la espada. ¡Cómo se esfuerza el obispo, Dios mío, qué bien luchaba!” El arzobispo Turpín murió, en el Cantar de Roldán, muere bendiciendo a sus compañeros luego de haber combatido con ellos. Roldán y Rodrigo Díaz de Vivar tenían ambos una persona de su cercanía: Oliver por el lado de Roldán y Minaya por el lado del Mío Cid. También poseedores de elementos: las espadas. El Mío Cid poesía a Colada y a Tizona. La primera ganada en combate al conde de Barcelona y la segunda ganada en Valencia a Búcar de Marruecos. Roldán, pues, poseía a Durandarte, que trató destruir contra las rocas antes de morir, pero fue imposible y murió con ella sobre el pecho.

Cada uno, también, era dueño de un caballo que se ceñía a su personalidad: Veillantif el caballo de Roldán y Babieca el caballo de Mío Cid. Por último, encontramos en ambos texto el símbolo de la barba. Mío Cid al conocer su destierro deja que sus barbas crezcan, que no entre tijeras en ella, porque es una forma de llevar el duelo y de recuperar su honor. Crecen, en tanto, las barbas. El emperador Carlomagno, el de la barba florida, conserva su barba como símbolo de lucha. Al final, entonces, “Derraman lágrimas sus ojos y se mesa su barba blanca”...