El erudito de las carcajadas. Jin Ping Mei PDF

Title El erudito de las carcajadas. Jin Ping Mei
Author Josep Borras
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Portada Issuu.qxd:Parpados 23/3/11 09:45 Página 1 EL ERUDITO DE LAS CARCAJADAS JIN PING MEI ATA L A N TA Portada Issuu.qxd:Parpados 23/3/11 09:45 Página 2 Portada Issuu.qxd:Parpados 23/3/11 09:45 Página 3 Portada Issuu.qxd:Parpados 23/3/11 09:45 Página 4 Preliminares Jin PIng Mei 4ª EDICION.qxd:Memo...


Description

EL ERUDITO DE LAS CARCAJADAS

JIN PING MEI

ATA L A N TA

MEMORIA MUNDI

ATA L A N TA

49

EL ERUDITO DE LAS CARCA JADAS DE LANGLING

JIN PING MEI EN VERSO Y EN PROSA V O LU M E N I

T R A D U C C I Ó N , I N T R O D U C C I Ó N Y N OTA S

ALICIA RELINQUE ELETA

En cubierta: Álbum titulado Flores de primavera y lunas de otoño del siglo XVIII. En guardas delantera y trasera: Ilustraciones de un álbum del siglo XIX. Dirección y diseño: Jacobo Siruela.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Cuarta edición Todos los derechos reservados. Título original: 金瓶梅詞話 © De la traducción, introducción y notas: Alicia Relinque Eleta © EDICIONES ATALANTA, S. L.

Mas Pou. Vilaür 17483. Girona. España Teléfono: 972 79 58 05 Fax: 972 79 58 34 atalantaweb.com ISBN: 978-84-937784-7-7 Depósito Legal:

ÍNDICE Introducción 17 Bibliografía recomendada 49 Índice onomástico 53 Prefacio a Jin Ping Mei en verso y en prosa 69 Prefacio a Jin Ping Mei 74 Colofón 76 Poemas de la nueva edición de Jin Ping Mei en verso y en prosa 77 Capítulo I En la cresta de Jingyang, Wu Song mata a golpes a un tigre Pan Jinlian deprecia a su esposo y vende su encanto 81 Capítulo II Ximen Qing descubre a Jinlian bajo el alero La abuela Wang, ávida de riquezas, transmite mensajes de amor 118

Capítulo III La abuela Wang fija las diez condiciones para alcanzar la gloria Ximen Qing se divierte con Jinlian en la casa de té 138 Capítulo IV La desvergonzada esposa copula a espaldas de Wu el mayor Yunge, indignado, arma escándalo en la casa de té 159 Capítulo V Yunge colabora en la acusación de la abuela Wang La desvergonzada esposa envenena a su marido, Wu el mayor 173 Capítulo VI Ximen Qing soborna a He el noveno La abuela Wang busca vino y se encuentra una tormenta 189 Capítulo VII La cuñada Xue propone el casamiento con Yulou La tía Yang se enfurece con Zhang el cuarto 204 Capítulo VIII Las noches de Pan Jinlian se eternizan suspirando por Ximen Qing Arde el incienso por el difunto y los monjes escuchan el sonido del copular 226 Capítulo IX Ximen Qing planea su matrimonio con Pan Jinlian El capitán Wu golpea a Li Correveidile 249

Capítulo X Wu el segundo es desterrado a Mengzhou Esposas y concubinas festejan en el Pabellón de los Hibiscos 267 Capítulo XI Pan Jinlian provoca que le propinen una paliza a Sun Xue’e Ximen Qing le peina la redecilla a Li Guijie 283 Capítulo XII Pan Jinlian es humillada por su adulterio con un sirviente El astrólogo Liu conjura miseria y riqueza con sus artes mágicas 303 Capítulo XIII Li Ping’er tiene una cita secreta a través del muro Yingchun espía por una rendija y descubre la luz 332 Capítulo XIV Hua Zixu sofoca su cuerpo por culpa de los humores Li Ping’er invita al adulterio y va a su encuentro 352 Capítulo XV Las beldades disfrutan las vistas del Pabellón de la Luna La banda de putañeros visita el jardín de la Hermosa Primavera 375 Capítulo XVI Pensando en su fortuna Ximen Qing toma esposa Ying Bojue lo celebra buscando placer 393

Capítulo XVII El secretario Yu denuncia al comandante provincial Yang Li Ping’er mete en su casa a Jiang Zhushan 414 Capítulo XVIII Laibao se dirige a la Capital Oriental para resolver problemas Chen Jingji asume la tarea de las obras del jardín 434 Capítulo XIX Una serpiente en la hierba acaba con Jiang Zhushan Los sentimientos de Li Ping’er conmueven a Ximen Qing 456 Capítulo XX Meng Yulou da sabios consejos a Wu Yueniang Ximen Qing provoca un gran escándalo en el jardín de la Hermosa Primavera 481 Capítulo XXI Wu Yueniang recoge nieve para preparar té Ying Bojue se convierte en mensajero de las flores 506 Capítulo XXII Ximen Qing seduce en secreto a la esposa de Laiwang La intachable Chunmei maldice la lascivia de Li Ming 532

Capítulo XXIII Yuxiao monta guardia en la estancia de Yueniang Jinlian espía en la Gruta de la Primavera Escondida 545 Capítulo XXIV Jingji requiebra a una seductora en la Fiesta de los Faroles Huixiang se pelea con la esposa de Laiwang 564 Capítulo XXV Sun Xue’e desvela los amoríos entre mariposa y abeja Laiwang, borracho, difama a Ximen Qing 582 Capítulo XXVI Laiwang es desterrado a Xuzhou Song Huilian, humillada, se ahorca 602 Capítulo XXVII Li Ping’er revela un secreto en el Pabellón de los Martines Pescadores Pan Jinlian alborota borracha bajo el emparrado 629 Capítulo XXVIII Chen Jingji bromea con Jinlian a costa de su zapato Iracundo, Ximen Qing golpea a Tiegun 652 Capítulo XXIX El inmortal Wu predice la fortuna de señores y siervos A mediodía, Pan Jinlian libra una batalla en la tina de las orquídeas 668

Capítulo XXX Laibao escolta el envío de los regalos de aniversario Ximen Qing engendra un hijo y obtiene un cargo oficial 693 Capítulo XXXI Qintong esconde una jarra de plata tras espiar a Yuxiao Ximen Qing celebra un banquete y brinda con el vino de la alegría 713 Capítulo XXXII Li Guijie presenta sus respetos a una dama que la reconoce como hija Ying Bojue gasta una broma en el momento oportuno 740 Capítulo XXXIII Chen Jingji pierde una llave y lo condenan a cantar Han Daoguo da rienda suelta a su mujer, que entra en liza 760 Capítulo XXXIV Shutong, confiando en sus privilegios, resuelve algunos asuntos Ping’an, rencoroso, desata su lengua 782 Capítulo XXXV Ximen Qing, rencoroso, castiga a Ping’an Shutong, en el papel de una dama, divierte a los crápulas 810

Capítulo XXXVI Zhai Qian remite una carta buscando una muchacha Se estrechan los lazos entre Ximen Qing y el laureado Cai 845 Capítulo XXXVII La abuela Feng propone a la hija de Han Daoguo Ximen Qing se enreda con Wang la sexta 862 Capítulo XXXVIII Ximen Qing inflige una severa corrección a Segundo Embaucador Pan Jinlian toca el laúd en la noche nevada 883 Capítulo XXXIX Ximen Qing celebra un servicio en el templo del Emperador de Jade Wu Yueniang escucha a las monjas recitar los sutras 905 Capítulo XL Con el niño entre sus brazos Ping’er se gana los afectos Jinlian busca amor disfrazada de criada 941 Capítulo XLI Ximen Qing establece vínculos matrimoniales con el adinerado Qiao Pan Jinlian desafía a Li Ping’er 956

Capítulo XLII Una poderosa familia obstruye la calle para contemplar los fuegos artificiales Invitados distinguidos se embriagan contemplando faroles desde lo alto de un pabellón 975 Capítulo XLIII Ximen Qing insulta a Jinlian por un brazalete de oro perdido Yueniang conoce a la Gran Dama Qiao con motivo de un compromiso nupcial 997 Capítulo XLIV Yueniang retiene a Li Guijie para pasar la noche Ximen Qing, ebrio, tortura a Xiahua 1022 Capítulo XLV Guijie intercede en favor de Xiahua Encolerizada, Yueniang insulta a Dai’an 1038 Capítulo XLVI En el paseo de la noche de Año Nuevo se topan con la nieve y con la lluvia Las esposas se ríen consultando el oráculo de la tortuga 1054 Capítulo XLVII Wang la sexta intercede en un asunto para ganarse una fortuna Ximen Qing acepta un soborno violando la justicia 1085

Capítulo XLVIII El censor Zeng imputa a los funcionarios judiciales El gran preceptor Cai redacta un memorial para la ejecución de siete medidas 1103 Capítulo XLIX Ximeng Qing da la bienvenida al censor de la inspección regional Song En un banquete en el monasterio de la Felicidad Eterna encuentra un monje bárbaro 1131 Capítulo L Qintong escucha a escondidas los juegos de la golondrina y el oriol Dai’an disfruta de un paseo por el callejón de las mariposas 1163

INTRODUCCIÓN

Leyó: Jin Ping Mei en verso y en prosa. El mensajero que le había entregado la caja de brocado que contenía el manuscrito le había susurrado al oído: «El amo dice que sólo puedes disfrutar de él tú, mi señor; que no lo lean otros ojos, sobre todo que ninguna otra mano roce sus páginas». Excitado, apartó la primera hoja y, al percibir el suave tacto del papel, pura seda, se dijo: «Se nota que el libertino sabe disfrutar. ¡Qué papel tan delicado para una novela vulgar!». Y no pudo evitar sentir un estremecimiento de placer al saberse uno de los pocos privilegiados que tenían acceso a ella. Él le había dicho en el burdel: «No creas que es una de esas historietas pornográficas. Ésta sí posee belleza, lujo, poder y, sobre todo, unas descripciones de lo más explícitas…; prepárate para arder, es puro fuego». Y comenzó con el título del capítulo I: «En la cresta de Jingyang, Wu Song mata a golpes a un tigre. Pan Jinlian desprecia a su esposo y vende su encanto». Ya le había explicado: «Verás, empieza con el fornido Wu Song, pero a quien le dedica tiempo de verdad es a la hermosa Jinlian, «Loto de oro»; casi puedes ver sus pies, tan diminutos, tan sensuales…, te darán ganas de acariciarlos, de besarlos, de introducírtelos en la boca…». Sin duda, la Jin del título debía de referirse a ella, pero ¿quiénes serían Ping y Mei? Las primeras páginas no prometían demasiado: hablaban 17

de famosos personajes virtuosos y enamorados, y el texto despedía cierto tufillo moralizante: «¡Ya tengo yo bastante con fingir que leo a Confucio y los libros de historia! Éste me ha tomado el pelo, ¡maldito cabrón!». Estaba ya a punto de desistir en torno a la octava carilla –la constancia no era una de sus cualidades– cuando sus ojos se posaron en la frase: «Este libro trata sobre una hermosa muchacha de corazón de tigre…, una mujer licenciosa que se unió a un ser depravado…». ¡Por fin! Eso era lo que él buscaba. Y continuó leyendo. Leyó la conocida historia de cómo Wu Song mataba al tigre; sabía que pronto conocería a su cuñada… (Él y todos sus amigos habían leído hacía años A la orilla del agua, habían disfrutado y aprendido algunos trucos, sentían que les había enseñado a ser hombres, y un fortachón como Wu Song, tan valiente y aguerrido, era el modelo perfecto…, pero aquello era cosa de chiquillos; él necesitaba ahora diversiones de otro tipo.) Y apareció Jinlian, «de tez de melocotón y cejas finas y arqueadas como el creciente de luna», y se rió de ese viejo que se la beneficiaba, y el calor empezó a nacer con la descripción de su intento de seducir al fortachón: «Sin pudor alguno, dejaba asomar ligeramente su delicado pecho…», y siguió hasta el final del primer capítulo y quiso leer más. Y leyó su primer encuentro con Ximen Qing, el «ser depravado», y cómo éste la conquistó, y cómo se entrelazaron…, y siguió leyendo y leyendo, y leía y leía. Las hojas de aquel papel tan suave se dejaban pasar con dificultad, así que debía humedecerlas con la punta de los dedos para que se adhirieran mejor y poder así continuar leyendo… Entonces conoció a Chunmei y a Li Ping’er, y el calor se intensificaba en la parte inferior de su abdomen –el «campo de cinabrio» le decían–, y cada vez leía con más ansia, y más rápido pasaba las hojas, y más se humedecía los dedos que iban, incesantes, del papel a la lengua y de la lengua al papel. El calor se convirtió en fuego, y de pronto el fuego comenzó a ascender, y ya no resultaba tan placentero, se estaba convirtiendo en una especie de dolor ardiente y sordo en sus entrañas. Pero nada podía detenerlo, leía y leía y el dolor se acrecentaba mientras la vela se consumía destilando lágrimas… Wang Shizhen permanecía sentado en la oscuridad de su estudio junto a la mesa donde reposaba vacío el frasco de veneno. 18

No le parecía injusto sentenciar al hijo de Yan Song, verdugo del hombre al que más había admirado; no era más que la ley kármica, el ciclo de la retribución. Creyó oír en la lejanía unos alaridos que anunciaban un fin lento y doloroso. «Mi padre no conocerá a sus nietos, pero tú jamás los tendrás.» Es posible que la escena no se desarrollara exactamente así.1 En realidad, esta leyenda sobre la maldición de la novela probablemente no fuera más que eso, una leyenda que hizo circular, allá en la China del siglo XVII –entre la caída de la dinastía Ming (1368-1644) y la instauración de la Qing (1644-1911)–, algún avispado editor a quien le interesaba despertar un entusiasmo morboso hacia esa obra que se disponía a lanzar al mercado.2 Pero durante trescientos años, la identificación del Erudito de las Carcajadas, el autor encubierto de Jin Ping Mei, con Wang Shizhen (1526-1590) se aceptó de forma generalizada; sólo se puso en cuestión bien entrado el siglo XX, cuando comenzaron a proponerse otros posibles autores para esta novela maldita.

AUTORÍA

Una de las primeras dudas que surgió fue si la novela había sido obra de un solo autor o de varios. A pesar de algunas posiciones en contra, la inmensa mayoría de estudiosos se ha decantado por la opción de un único autor. Y en este punto Jin Ping Mei es sin duda una novedad en la historia literaria china. Las 1. De hecho, la historia se cuenta con diferentes personajes en el «papel» del villano (siempre vinculado con un alto dignatario contemporáneo de Wang Shizhen), y justificando de formas diferentes la muerte del padre de éste. 2. Al parecer, Umberto Eco tomó precisamente de esta leyenda el argumento que le sirvió para tejer su novela El nombre de la rosa. Por otra parte, también en el cuento «Historia del visir del rey Yunan y el médico Ruyan» de Las mil y una noches aparece el tema de las páginas envenenadas de un libro entregado en venganza. Aunque no hay documentada una relación directa entre los dos textos, no es completamente descabellada la posible importación de esta anécdota a la China de Ming.

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novelas con las que suele presentarse agrupada bajo el nombre de «los cuatro grandes libros extraordinarios», es decir, Historia de los Tres Reinos (San guo yanyi), Viaje a Occidente (Xiyou ji) y A la orilla del agua (Shuihu zhuan) son el resultado de la acumulación de episodios más o menos conocidos en la época de su composición, en la que sendos editores realizaron un mero trabajo de recopilación, selección y ordenación hasta conferirles su forma definitiva; calificar a estos editores de «autores» quizá resultaría excesivo. El argumento de la autoría única aparece muy temprano, defendido por el crítico Zhang Zhupo (1670-1698) que incluyó en una de las ediciones conservadas una verdadera guía de lectura para comprender la obra.3 En ella, y tras justificar la profundidad de la novela, considerada entonces una novela obscena, y explicar algunos de los recursos de su composición, Zhang realiza una verdadera labor de análisis literario. Centrándose en su estructura cerrada, defiende que sólo un autor habría sido capaz de manejar con soltura los mecanismos necesarios para que lo que a primera vista pudiera parecer como un cúmulo de episodios inconexos acabe entrelazándose como una red tupida y coherente, una trama perfectamente elaborada en la que ninguna anécdota, ningún personaje, ningún pequeño poema sobra, lo cual convierte a Jin Ping Mei en la primera novela moderna de la historia de la literatura china. Partiendo de esta consideración, la atribución de su autoría ha encontrado, en función de diferentes aspectos de la novela, más de sesenta posibles candidatos. Entre ellos, algunos tan ilustres como Feng Menglong (1574-1645), uno de los promotores de la dignificación de este nuevo género y su consideración como literatura; Xu Wei (1521-1593), el poeta, pintor y dramaturgo famoso por la expresividad de sus composiciones; el iconoclasta Li Yu (1611-1680), director de una compañía de teatro y autor de numerosas obras dramáticas, entre ellas la primera 3. Zhang Zhupo, Jin Ping Mei dufa. Sobre el comentario, véase la traducción de David T. Roy, «How to Read the Chin P’ing Mei», y la tesis doctoral de Jahshan S. Kelley, Ritual in Everyday Experience and the Commentator’s Art: Zhang Zhupo (1670-1698).

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que describe un amor lésbico, así como de novelas pornográficas; o, más recientemente, el considerado el Shakespeare de la tradición china, Tang Xianzu (1550-1616), autor de El pabellón de las peonías, poeta, crítico, estudioso del arte y contumaz defensor del teatro como alta literatura, tan digno como los textos del pasado, pero con el valor añadido de divertir a la gente. Ninguna de las candidaturas consigue ganarse el beneplácito unánime de los investigadores. Sin embargo, podemos deducir cierta información sobre el autor y sobre la novela a partir de las características compartidas por los diferentes escritores propuestos. El destronado Wang Shizhen puede servir de ejemplo, ya que aúna muchas de ellas. ¿Y quién fue Wang Shizhen? Originario de Taicang, en la actual región de Jiangsu, fue uno de los personajes más influyentes de su tiempo, tanto en la corte como en los círculos literarios. Pertenecía a una honorable familia de letrados, cuyo linaje se remontaba al período de las Seis Dinastías (siglos III-VI), y entre sus antepasados se contaban innumerables altos cargos. Era hijo de Wang Shu, un general que había luchado contra piratas y poblaciones bárbaras que amenazaban el imperio chino. Alcanzó posiciones de poder, pero sus enfrentamientos con Yan Song (1481-1565) y su hijo Yan Shifen (1513-1565) acabaron apartándolo de la corte. Poeta, historiador y crítico de arte de gran prestigio, el reconocimiento que se le tenía en su tiempo queda demostrado por el hecho de que eran cientos los letrados que acudían a su casa en busca de consejo e instrucción, y algunos lo califican de verdadero árbitro de los gustos literarios de su época. Pese al amor que profesaba por la literatura antigua, era un profundo conocedor de las nuevas formas artísticas que se venían desarrollando en los últimos tiempos; editó una antología de cuentos llamada Leyendas de Encanto y Maravilla (Yanyi pian) y se le atribuye la composición de algunas obras de teatro, género sobre el que además compuso un texto teórico, La elegancia de las arias (Quzao). Pero es que, además, en sus numerosos cuadernos de notas, donde refleja múltiples aspectos de la vida cortesana y urbana de su tiempo, aparecen referencias a la nueva cultura de consumo, al comercio de mercancías de lujo y, especialmente, a la revalorización interesada de 21

las obras de arte, aspecto este en que se muestra ferozmente crítico con la práctica del intercambio de regalos suntuarios entre cargos funcionariales.4 Su vinculación con Jin Ping Mei se asocia con la sentencia de muerte contra su padre, acusado de ser el responsable de una derrota militar. Wang Shizhen y su hermano se dirigirán a la corte para evitar que la condena se lleve a cabo, intentando convencer a Yan Song para que interceda por él. Finalmente no lo lograrán y su padre acabará siendo ajusticiado. Intentemos ahora deducir las características del posible autor de Jin Ping Mei e, incluso, algunas de las claves de la novela. Wang Shizhen y el resto de los autores propuestos son siempre autores de renombre y grandes conocedores de los textos clásicos, lo que nos indica la calidad de la novela: no sólo es digna de unas manos diestras en el manejo del pincel, sino también en las fuentes clásicas. Sin embargo, este respeto hacia el canon no impide la atracción por géneros todavía no consolidados como literatura, tales como las diferentes formas del teatro o las denostadas novelas, calificadas de indignas «pequeñas charlas». El anónimo autor de Jin Ping Mei hace gala de un profundo dominio de las técnicas del cuentista profesional, base de estas dos nuevas formas de entender la literatura, y a lo largo de toda la novela va a utilizar un ingente repertorio de canciones, diálogos y anécdotas tomadas de obras de teatro –desde las más refinadas hasta las más vulgares– populares en la época. En dichas obras, como sucederá en la novela, el lenguaje y el vocabulario son absolutamente coloquiales, rayanos en la vulgaridad. Por otra parte, esa lengua coloquial que hablan los personajes está lejos de ser una lengua normalizada. Muchos estudiosos han apuntado que las expresiones utilizadas son propias de un dialecto de Shandong o de regiones más meridionales –como la propia Jiangsu, tierra de Wang Shizhen–. Aun así, esta característica estaría matizada por los continuos...


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