Eneida - Literatura latina PDF

Title Eneida - Literatura latina
Author Barbara Luque
Course obras maestras de la literatura grecolatina clásica
Institution Universidad de Alcalá
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Literatura latina...


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Eneida. Virgilio La Eneida es la obra cumbre de Virgilio, en la que estuvo trabajando hasta su muerte. Virgilio comenzó a trabajar en ella tras concluir Las Geórgicas, 29 a. C., un momento que hemos de relacionar con el triunfo de Augusto en Accio (31 a. C.). Servio, comentarista de Virgilio, precisa que la intención de la obra era: “imitar a Homero y alabar a Augusto a partir de sus antepasados”. Augusto mostró siempre interés por conocer el desarrollo del poema. Si Virgilio murió antes de concluirlo, hemos de pensar que le dedicó los últimos 11 años de su vida. Posiblemente, gran parte de ese tiempo lo empleó en recoger materiales, 5 años, y los otros 5 años los emplearía en la composición de la obra, tras haber escrito un borrador de esta en prosa. En ese boceto el poema contaba con 12 libros; sabemos que Virgilio no seguía un orden preciso, como dice Donato, “determinó componerla parte por parte, obedeciendo a su capricho y sin seguir en ello ningún orden. Y para que nada hiciera retrasar su inspiración, dejó algunas partes sin acabar; otras las sujetó con palabras de escaso peso, que, en son de broma, decía interponerlas a modo de ‘puntales’ para sostener el edificio hasta que vinieran las sólidas columnas”. Augusto siguió muy de cerca los progresos de la obra y rogaba a Virgilio por carta que le diera alguna muestra del desarrollo de su poema. También otros poetas del entorno de Mecenas, como Propercio y Horacio, se percataron de la importancia de este proyecto. El género épico: las convenciones literarias Los poemas épicos son poemas narrativos. Se sustenta en una historia principal que se enriquece con una amplia gama de episodios que se entrecruzan y enriquecen un argumento que suele ser simple, hay catálogos de tropas, descripción de batallas, parlamentos de héroes, tempestades, combates singulares, etc. Comienzo in medias res. Hay que hablar del pasado, para lo que los autores recurren frecuentemente al flashback. Cuando hablan del futuro utilizan las profecías y los sueños. La écfrasis también es un buen procedimiento narrativo para dar cuenta del presente, del futuro o del pasado. Hay diferentes planos temporales, como se ha señalado, y espaciales. El mundo de los dioses superiores, de los dioses del inframundo y el mundo de los hombres y héroes. Tono sublime o Musa gravis, se narra una historia que enseña sobre el pasado y el futuro. La poesía épica en este sentido se hermana con la historia e incluso la supera, la historia narra lo acontecido, pero la poesía permite profundizar en las causas, los universales del comportamiento o la narración de lo que podría haber acontecido. La épica en Roma Virgilio representa una sabia mezcla entre lo griego (Homero y Apolonio de Rodas) y toda la tradición latina (Nevio, Ennio y Lucrecio). La concepción y elaboración de la Eneida. La intentio auctoris Virgilio siempre aspiró a componer un gran poema épico como anuncia desde las Bucólicas y confirma en las Geórgicas. En ambos poemas, el poeta muestra su firme compromiso con Augusto y con sus aspiraciones de refundar una nueva Roma, llena de buenas esperanzas y patria de una paz duradera.

Además de componer un poema para ensalzar a Augusto y a su familia, hay que considerar el reto poético que eso suponía. Junto a la intención práctica de dar satisfacción a un encargo concreto, Virgilio aspiraba a convertirse en el mayor poeta romano. Los escritores alejandrinos, de moda por aquel entonces en Roma, preferían escribir otro tipo de poemas, más breves y cuidados. Se decantan por composición de epilios, epigramas, poemas bucólicos, canciones líricas, etc. Elementos esenciales para componer la Eneida •

El héroe, Eneas debe responder a las leyendas del pasado (era ya un héroe importante en la Ilíada), ofrecer un perfil novedoso, acorde a los nuevos tiempos y que pueda identificarse, metafóricamente, con Augusto.



El viaje del héroe, claro paralelismo con la Odisea.



Novela de amor entre Eneas y Dido. El tema del amor era un requisito de la nueva épica conforme a los cánones alejandrinos y un elemento esencial en las Argonáuticas de Apolonio de Rodas.



La guerra y los combates, paralelismo con la Ilíada.



Los dioses y los romanos, Se habla de los principales dioses relacionados con Roma y se redefinen con relación a esa nueva realidad: Júpiter, Juno, Venus, Diana y Apolo. El inframundo.



Las leyendas que explican los lugares y los ritos romanos (los espacios de Roma, del Lacio, de Italia y los juegos y costumbres ancestrales).



La Historia de Roma, desde Rómulo y Remo hasta el presente.



Elogio a Augusto.



El futuro de Roma, su destino.

El germen del poema: glorificación de Augusto

En las obras previas de Virgilio podemos leer algunas recusationes o rechazo a componer un poema épico, como en la Buc. VI, 1-8, donde Virgilio señala a Varo que él no va a componer ningún poema que cante sus hazañas. Sin embargo, en las Geórgicas (G. III) Virgilio anuncia a Mecenas, el destinatario del poema, su intención de escribir un poema dedicado por completo a Augusto. Da la impresión de que Virgilio pensó primero en escribir un poema sobre las gestas de Octaviano aderezadas con elementos mitológicos y etiológicos. Sin embargo, este plan inicial cambió, aunque no cambio la intención de dedicar su poesía a ensalzar al César. Según este nuevo proyecto, Virgilio se proponía componer un poema épico que partía de una verdad histórica contemporánea (no como en el caso homérico) y que tenía un momento culminante en la victoria de Augusto en Accio. Se podía hablar de un punto de inflexión, el nacimiento de una nueva época. El hecho de elegir a Eneas tenía que ver con la familia Julia, a la que pertenecían Julio César y el joven Octaviano. El pasado mítico del personaje histórico y real, Augusto, le permitía al poeta entroncar con Homero y la materia de Troya.

Tras Eneas se intuye la imagen de Augusto, Virgilio lo cita directamente en varios pasajes señalados de la obra. En el principio del libro I, en la profecía que le da Júpiter a Venus, le indica que, en el futuro, nacerá César Augusto, que llegará a convertirse en un dios. Augusto ocupa un lugar principal en la visita al infierno, donde Anquises pronostica a su hijo Eneas su futuro. También se le nombra entre las figuras del escudo (Aen. VIII), donde se hace una mención a la batalla de Accio. Eneas representa a un Augusto casi divino, guía de su pueblo. Las virtudes más características del héroe, la pietas (pius Aeneas) y la fortitudo (ardor guerrero) serán las que se destaquen en Augusto, que se presenta como un nuevo refundador de la ciudad, como antaño lo fue Eneas o como lo fue también Rómulo. El elemento mitológico: Eneas y su gesta. La transcendencia político-social del poema Aparte de las escenas en las que hay una referencia directa a Augusto, el héroe del poema es Eneas, hijo de Anquises y Venus, y uno de los héroes troyanos más famosos, se sitúa justo detrás de Héctor. Eneas es un héroe perfectamente enraizado en la tradición griega (aparece tanto en la Iliada como en el Himno homérico a Venus, en el que se cuenta su concepción y se anuncia su carácter mesiánico de fundador de un gran pueblo). La Eneida cuenta la historia de este Eneas desde que sale de Troya hasta que llega a su destino, está llamado a fundar esa gran nación. Sin embargo, el poema no habría tenido tal éxito si sólo hubiese sido una exaltación de Augusto y su familia. En él se dibuja toda la historia de Roma y se anuncia su destino futuro (VI, 847). Los romanos encontraban aquí la esencia de lo que significaba ser romano, con el peso de su historia y su brillante futuro. La esencia pura de lo romano se encuentra en Evandro, rey de los Arcadios asentados en el Lacio. Evandro era hijo de Mercurio y Carmenta, y padre de Palante. Eneas, casi recién llegado al Lacio (segunda parte, Libro VIII) visita a Evandro, que lo acoge con austeridad y lo pasea por sus dominios. Este paseo le sirve para presentar a Eneas los enclaves en los que, pasados los años, estará Roma, con una indicación del Foro Boario y del templo a Hércules, en honor a su victoria sobre Caco. En este libro también se incluye la descripción del escudo de Eneas, donde se cincela toda la historia de Roma, desde los orígenes hasta Accio (es el futuro que le aguarda a Eneas, la historia de Roma). En el poema quedan reflejadas las costumbres propias de los romanos, su gusto por los juegos (libro V juegos en honor a Anquises) y su forma de respetar a los dioses y de ofrecerles sacrificios. En cuanto a la moral propia de los romanos, se incide, constantemente, en las importantes relaciones entre padres e hijos. Tenemos parejas como Anquises y Eneas; Eneas y Julo, Evandro y Palante; Turno y Dauno; Mecencio y Lauso. La morigeración, la clemencia de los gobernantes y su aceptación del sacrificio por el bienestar de su pueblo son otros valores resaltados gracias al papel de Eneas-Augusto, quien siempre antepone el bien general al propio. ¿Críticas veladas a Augusto y su política? Algunos estudiosos han querido ver en el poema una segunda voz en Virgilio, alejada de la exaltación gloriosa del príncipe; leen ciertos pasajes en clave de críticas al comportamiento del soberano; para ello, se centran detenidamente en el análisis del final del poema: la muerte de Turno.

El episodio final es complejo y desasosegante: por un lado, está el influjo literario de Homero y el duelo singular entre Aquiles y Héctor (hay también una evocación de Príamo y el rescate del cadáver de su hijo); por otro lado, está la humillación consciente de Turno, que acepta su suerte, pero pide clemencia en atención a los muchos años de su padre Dauno. Por otra parte, vemos a un Eneas que por unos instantes titubea, pero que de inmediato se llena de ira (ira terribilis) y asesta el golpe mortal ante el enemigo caído, que se diluye por siempre entre las sombras (Aen. XII). La Eneida se convierte en una de las obras cumbre de la Literatura Latina y podría recomendarse su lectura tanto por motivos literarios (el texto supone la culminación del género épico y ofrece una actualización de este) como por motivos culturales (el texto es el mejor modo de aproximarse a la figura de Augusto y a la idiosincrasia del pueblo romano y los ideales psicológicos de este). La construcción del poema: fuentes y modelos Virgilio redactó primero un borrador de la obra en prosa. De ese modo, pudo equilibrar y repartir de una manera ordenada y lógica la gran cantidad de materiales que había recogido para componer su epopeya. Dentro de sus estudios preparatorios, tuvo que estudiar Mitología, Historia, Geografía, Astronomía y Filosofía. El elemento filosófico (aúna platonismo y neopitagorismo) es esencial en el libro VI de la obra. Virgilio mantiene un diálogo continuo con Homero. Pero, también hay homenajes a Apolonio de Rodas, a Nevio, Enio y Lucrecio. Influencias de otros géneros literarios como la tragedia de Eurípides o Pacuvio y los breves poemas de amor de Catulo. En el contenido de la Eneida intervienen el mito (la leyenda de Eneas, tradicional y transmitida por fuentes griegas y latinas), la ficción (los elementos no contenidos en el mito y añadidos por el propio Virgilio), la historia (el reflejo de la realidad) y la filosofía (la cosmovisión del poeta, su reflexión sobre el hombre y las cosas). A estos elementos, hay que añadir la fuerte presión de los modelos literarios, la literatura, la presencia de Homero es absoluta, se establecen fuertes paralelismos. A su lado, están los poetas épicos latinos; los poetas trágicos, los historiadores, etc. EL MITO Se refiere a las peripecias de Eneas desde su salida de Troya junto con su hijo Julo-Ascanio y su padre Anquises hasta su llegada al Lacio. Este relato tradicional contaba con muchas variantes. El origen de Eneas, hijo de Venus y Anquises, ya está recogido en el Himno homérico V a Afrodita. En cuanto al viaje a Italia lo cuenta Estesícoro en su Iliupersis; también Tito Livio en su Ab urbe condita. En este punto la tradición era enmarañada. Virgilio acepta ciertas cosas y rechaza otras. Rechaza la idea de un Eneas traidor, imagen común en las fuentes griegas que reprochaban al héroe su cobarde huida de Troya. La tempestad narrada en el libro I, ya estaba en el poema de Nevio, quien también había referido las quejas de Venus a Júpiter. LA FICCIÓN Hay innovaciones como el episodio de las Harpías o el paso de Eneas por la costa en la que vivían los Cíclopes. Virgilio recrea estos episodios para engarzar su relato con la Odisea de Homero. Otra innovación importante tiene que ver con la muerte de Anquises en Drépano, en la mayoría de las versiones éste llegaba con vida al Lacio. Servio dice que esta variación se produce para evitar al padre el mal trago de los amores en Cartago. También se explica por la mentalidad romana: Eneas no podría adquirir todo el protagonismo hasta la muerte de su pater. Sólo así podía engrandecerse el héroe.

Con relación a Anquises, también hay un cambio, pues en los relatos anteriores Anquises tenía una capacidad profética asociada a su cegara, que no aparece en la obra de Virgilio (sólo se concede ese don cuando ya está muerto). Otra divergencia importante tiene que ver con el episodio de Dido y la escala cartaginesa (aunque hay datos que apuntan a que también se encontraba en Nevio). El relato de Virgilio supone una imitación consciente de los amores de Jasón y Medea en Las Argonáuticas de Apolonio de Rodas. Pero en este episodio se descubren otras fuentes, procedentes del sinfín de lecturas de Virgilio: en Dido está la Ariadna de Catulo; la Medea y la Fedra de Eurípides; la Circe y la Calipso de la Odisea. Otro gran hallazgo virgiliano es el relato de la caída de Troya, que no está narrado en la epopeya homérica y pudo tener sus fuentes en varios autores griegos. Cuando Virgilio se enfrenta a dos tradiciones distintas de un mismo hecho, suele tomar una como principal y aludir superficialmente a la otra. En la muerte de Príamo, éste muere atravesado por la espada de Pirro, al lado de un altar, pero el cadáver aparece después a la orilla del mar, decapitado (esta versión constaba en Pacuvio). Virgilio integra dos o más versiones. La catábasis de Eneas en el libro VI está modelada sobre la de Ulises en el libro XI de la Odisea (no constaba en fuentes previas que Eneas hubiese bajado al Hades). Además, en esa bajada, Virgilio deja su huella filosófica, en la que se aprecian influencias de Platón e incluso de las doctrinas órficas y neopitagóricas sobre la reencarnación de las almas. En cuanto a la segunda parte de la obra (la guerra) es la que muestra de una manera más clara la capacidad de Virgilio para imaginar o inventar. Aquí sus fuentes fundamentales son los analistas romanos. Sobre esos datos impone episodios y elementos estructurales inspirados en la épica homérica. Tras su llegada al Lacio, Eneas firmó una alianza con Latino. Hay dos bandos: troyanos y latinos por un lado y rútulos y etruscos, por otro. Tras la alianza de Eneas y Latino, Turno, rey de los rútulos, se enfrentó a los troyanos, porque se le había privado de su compromiso con Lavinia. Hubo dos combates: en el primero, murió Latino, aunque los troyanos vencieron. En el segundo, Turno se había aliado con los etruscos, y volvieron a luchar rútulos y troyanos: murieron Turno y Eneas, por lo que Ascanio se convirtió en el caudillo de los troyanos. El relato de Virgilio difiere de ese plan y el poeta inventa casi la totalidad de los episodios de esa lucha: Eneas se impone sobre etruscos y rútulos; mata a Mecencio y, después, a Turno. Latino queda vivo y Ascanio casi no aparece. En esta parte la ira de Juno promueve la guerra contra Eneas, el poema se inicia con una invocación a la musa. En el libro VII se incluye un pequeño catálogo, encabezado por Mecencio, el despreciador de los dioses, y Lauso (representantes del pueblo etrusco). El desfile lo cierra Turno. El libro VIII comienza con la profecía del dios Tíber sobre la cerda blanca, visita a Evandro (el arcadio y rey de Palanteo) y las armas de Eneas, en las que se cincela la historia de Roma, con la descripción final de Accio. El libro IX comienza con el mensaje de Iris a Turno, le comunica que Eneas no está presente en el campamento porque se ha marchado a visitar a Evandro. Turno se acerca al campamento e incendia las naves de los Troyanos. Las naves se transforman en nereidas. Reacción de los Rútulos e invocación a la Musa para que el poeta recuerde el nombre de los troyanos muertos. Gran proeza de Turno que está a punto de vencer y también de morir. Se salva porque se lanza al agua.

El episodio de Niso y Euríalo, cuya salida nocturna está modelada sobre la de Ulises y Diomedes (X Il.). Hay contaminación de otro episodio, la amistad de Aquiles y Patroclo. En el libro IX, el episodio de Pándaro y Bitias está creado sobre un pasaje de Enio (sobre dos soldados histrios) y sobre otro de Homero, el de los lápitas Polipetes y Leonteo (Il. XII.). Hay un contraste entre las dos parejas: la primera está formada por dos amigos y la segunda por dos hermanos. La primera resulta el paradigma de la flor de la juventud troyana, toda arrojo, belleza y delicadeza; la segunda representa la fuerza bruta, privada de delicadeza y sensibilidad. El hecho de que ambas parejas ocupen el relato del libro IX muestra la técnica compositiva de Virgilio, amante de las simetrías antitéticas, como si viésemos la realidad gracias a los contrastes. En el libro X Eneas regresa de su viaje por el Tiber y viene con sus tropas. Las naves, convertidas en ninfas, le dan cuenta de la batalla entre troyanos y rútulos. Turno, que pide ayuda a su hermana Yuturna, prosigue la lucha y mata a Palante. Eneas, lleno de ira, mata a muchos rútulos. Juno se transfigura en Eneas para engañar a Turno y sacarlo de la batalla. Mecencio, el rey etrusco, toma el lugar de Turno. Prosigue la batalla y es herido. Entonces su hijo Lauso se arriesga a salvarlo y muere a manos de Eneas. Mecencio vuelve a la batalla y muere a manos de Eneas. En el libro XI Eneas envía el cuerpo de Palante a Evandro que lo llora. Se decretan una tregua para enterrar a los muertos. Los latinos se encuentran divididos. Latino quiere entregar a Lavinia, pero Turno se opone y se reanuda la lucha. Muerte de Camila. Se lucha hasta la llegada de la noche frente a las murallas latinas. En el libro XII Turno reta a Eneas a un combate para solucionar el conflicto. Juno convence a la hermana de Turno, Yuturna, para que el desenlace no sea tan sencillo, pues sabe que, en un enfrentamiento entre ambos Turno no podrá vencer a Eneas. Se rompen por tanto los acuerdos y se reanuda la lucha. Eneas es herido y, con la ayuda de Julo, se retira del combate. Curado por Yápige, se introduce de nuevo en la lucha. Amata se suicida. Al final, los rútulos huyen y Eneas busca a Turno, que también se desprende de Yuturna y persigue el combate final. Júpiter se acerca a Juno y le pregunta qué espera de la guerra. La diosa impone sus condiciones, que son aceptadas por Júpiter. Se produce el combate y Turno muere a manos de Eneas. En resumen, en la primera parte el intertexto principal es la Odisea, mientras que en la segunda es la Ilíada de Homero. Así lo refiere el propio Virgilio en el libro VI. Los elementos tomados de Homero en la segunda parte son los catálogos de tropas, la descripción del escudo, la expedición nocturna, el triángulo Aquiles-Patroclo-Héctor, aquí representado por EneasPalante-Turno; duelos, ruptura de pactos, etc. La influencia con Homero se percibe también en el estilo de la obra: comparaciones, epítetos y fórmulas. Originalidad La épica de Virgilio transmite una nueva espiritualidad del héroe. Eneas no persigue la fama como Aquiles o Ulises, siempre dispuestos a satisfacer sus necesidades más inmediatas y primarias, sino que se siente como el guía espiritual de su pueblo. Es un héroe que inicia un viaje en busca de la tierra prometida. El héroe homérico vive el instante, el de Virgilio está cargado de pasado y tiene un futuro. Hay un significado político inmediato, la celebración de Roma y su destino, que está en manos de Augusto y de su familia. Aunque los recurso...


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