Filosofia - Averroes PDF

Title Filosofia - Averroes
Author Luis Garcia Tévez
Course Historia de la Filosofía Medieval y Renacentista I
Institution UNED
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Apuntes sobre Averroes...


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El aristotelismo de Averroes Así como el aristotelismo de Avicena, por los constantes intentos de conciliación con las tesis neoplatónicas del pensamiento del Estagirita, no causó gran conmoción en Europa, la llegada de Averroes supuso una revolución. Su confianza sin límites en la razón, y la pureza del aristotelismo a través del pensador cordobés, condujeron a tesis como la de la eternidad del mundo, o a la negación de la inmortalidad del alma individual. Como es obvio, ello convirtió muy pronto a la filosofía de Averroes en una preocupación principal y en objeto de debate constante entre los maestros de París.

La persona y las obras Abû al-Walîd Ahmad ibn Muhammad ibn Rusd, latinizado Averroes y llamado también «El Comentador», nace en Córdoba en el año 1126. Discípulo de Ibn Tufayl, fue jurista, médico, y sobre todo, un gran comentador de Aristóteles, a quien profesaba una gran admiración. Averroes transmitió a la Baja Edad Media una problemática metafísica de excepcional valor histórico. Al principio protegido por los monarcas, más tarde debió exiliarse en Marruecos por ser considerado un incrédulo, acusado de salirse de la ley islámica y dar preferencia a la de la naturaleza, por faltas de respeto al califa cordobés, y dedicación al estudio de la Filosofía. Muere en el exilio marroquí en 1198. En cuanto comentador de Aristóteles, redacta tres tipos de textos: •





Comentarios «medios», en los que presenta la doctrina de Aristóteles junto con sus propias explicaciones y desarrollos, siendo a veces difícil distinguir lo que procede de cada autor. Comentarios mayores o Grandes Comentarios, en los que primeramente presenta un párrafo o porción del texto de Aristóteles y añade luego su comentario. Los hay para la Física, la Metafísica, el De anima, el De coelo y los Analíticos primeros. Pequeños comentarios, paráfrasis o compendios en los que presenta un resumen de las conclusiones a que llegó Aristóteles, pero sin aportar pruebas ni referencias históricas (éstos estaban dirigidos a proporcionar una introducción a la doctrina del autor comentado a estudiantes1 incapaces de ir a las fuentes o comentarios mayores).

Estos comentarios se desarrollan en abierta polémica con las presuntamente falsas interpretaciones de Aristóteles, sobre todo las de Avicena. Otras obras consisten en comentarios a la República de Platón, algunas obras de Alfarabí, Avempace o Alejandro de Afrodisia, entre otras. Además del trabajo de comentador, también escribe obras más personales en torno a la medicina, la religión o el derecho. Destaca La destrucción de la destrucción de los filósofos, en respuesta a La destrucción de los filósofos de Algazel. Otro tratado importante es Doctrina decisiva y fundamento de la concordia entre la revelación y la ciencia (que los medievales no llegaron a conocer). La filosofía de Aristóteles le parece al cordobés la menos sujeta a dudas, la mejor y más adaptada y más conforme a la realidad, la más libre de contradicciones, y afirma que «ninguno de los que han venido después de él hasta nuestros días, es decir, durante 1500 años, ha podido agregar nada 1 Sin entrar en estrecha relación con nada, merece la pena señalar que desde el punto de vista de la enseñanza de la filosofía, al-Andalus se parece a la Grecia clásica. En al-Andalus no hubo centros estatales, ni planes oficiales de estudio, ni organización administrativa alguna que reglamentara la docencia. Supone un lugar en las antípodas de las escuelas y universidades medievales dirigidas por el clero.

digno de mención a lo que él dijo. Es algo verdaderamente maravilloso que todo esto se encuentre en un solo hombre». Ya Alfarabí (Farab, 872 – Damasco, 950) y Avempace (Zaragoza, 1085 – Fez, 1139) introdujeron el aristotelismo en la filosofía árabe. Sin embargo, es Averroes quien devuelve el pensamiento del maestro del Liceo a su contexto racionalista, separándolo de las doctrinas neoplatónicas2 que el peripatetismo árabe le había incorporado hasta el momento. Del Estagirita, como veremos, Averroes mantendrá casi sin variación la teoría hilemórfica, la doctrina de la analogía del ser y la de las cuatro causas.

El primado de la filosofía «La doctrina de Aristóteles coincide con la verdad suprema», afirma Averroes. Por esta razón considera que Aristóteles «fue creado y nos fue concedido por la providencia divina, para que pudiésemos conocer todo lo cognoscible». Averroes cree firmemente que la de Aristóteles es la verdadera sabiduría, y frente a las acusaciones de incredulidad, insiste en que las discrepancias entre filósofos y teólogos son de interpretación, más que de principios esenciales. Ambas enseñan la verdad, razón por la que no puede haber desacuerdo sustancial; y en tales discrepancias es necesario interpretar el Corán, cuyo contenido son símbolos imperfectos cuyo significado sólo la filosofía sistematiza con rigor. Se hace patente que esta es una tesis fundamental y en tajante oposición con el talante de concordia propio de Avicena.

La eternidad del mundo Contra Avicena también, Averroes afirma que entre el motor supremo y los motores intermedios de los cielos no hay una relación de eficiencia (como afirmaba el Tercer Maestro), sino de finalidad. Y esto es así porque cada cielo, con su movimiento – inteligencias que se piensan a sí mismas –, aspira a su propia perfección. Y el movimiento del primer motor garantiza la unidad de todo el universo en su finalidad. Esto conduce a su vez a la tesis de la eternidad del mundo y el carácter necesario del movimiento del primer motor. [COTEJAR CON LÁZARO Y COPLESTON].

La unicidad del intelecto humano Recordamos momentáneamente que Aristóteles, para explicar el conocimiento racional, parecía postular, rompiendo con su inmanentismo, un intelecto trascendente, necesario para explicar el acto de conocimiento. Si la intelección, que es el acto común a (a) la capacidad de un objeto de ser inteligido y (b) del intelecto a tener intelección, se entiende como un movimiento, es necesaria la intervención de un intelecto que esté permanentemente en acto: un Intelecto agente que actúa como causa eficiente del conocimiento. El peripatetismo árabe de Alkindi, Alfarabí y Avicena recibe un Aristóteles neoplatonizado, en el que la interpretación del Intelecto agente incluye ya la comprensión de éste como principio del conocer (en el sentido indicado), principio del ser (como Causa primera) y principio y fuente de la felicidad religiosa en la unión mística. Para Averroes, como veremos, la importancia fundamental del 2 El cordobés rechazó decididamente el emanatismo, así como rechazó como apócrifa la llamada Teología de Aristóteles (que a la sazón eran paráfrasis de los libros IV, V y VI de las Enéadas de Plotino).

Intelecto agente estriba en ser principio del conocimiento, y tanto el aspecto causal como el místicoreligioso los explicará en relación con éste. § La tercera tesis de Averroes que suscitó acaloradas disputas entre los medievales (junto a la del primado de la filosofía y la de la eternidad del mundo) es la que se refiere a la unicidad del intelecto posible, el único del cual puede predicarse la inmortalidad. Según el sabio cordobés, el intelecto posible, a través del cual conocemos y formulamos nociones y principios universales, no puede ser individual (forma del cuerpo – materia –), porque en ese caso, individualizado, sería incapaz de llegar hasta lo universal y el saber. Por este motivo, Aristóteles dice del intelecto que es separado, simple, inalterable. Así, el intelecto es único para toda la humanidad y no está mezclado con la materia. ¿Cómo conoce entonces el hombre individual? El intelecto posible (possibilis, paciente) conoce al pasar de la potencia al acto; y para este propósito necesita al intelecto activo o inteligencia divina que, al ser en acto, puede producir esa acción. Al igual que la luz permite ver a la vista, haciendo pasar el color de la potencia al acto, así el intelecto agente actualiza los conceptos inteligibles. Pero el intelecto agente no actúa directamente sobre el intelecto posible, sino sobre la fantasía o imaginación, que al ser sensible sólo contiene los universales de manera potencial. Esta imaginación sensible es la que da la sensación de que el conocimiento es individual. Actualizados, los universales son recibidos por el intelecto paciente, que se convierte en actual. Éste, asimismo, es espiritual, y por tanto, no mezclado con la materia y supraindividual: no sólo el intelecto divino es, por tanto, único, sino también el posible, que es único para todos los hombres, que se unen momentáneamente con él a través de la fantasía o imaginación, que contiene los universales en potencia. De este modo, el acto de comprender es individual en la medida en que está ligado a la fantasía sensible, y al mismo tiempo, supraindividual, ya que el universal en acto sólo puede hallarse en el intelecto único, dada la desproporción existente entre el hombre y el universal. Con esta tesis, Averroes pretende salvaguardar el saber que no pertenece al individuo, y que es patrimonio de toda la humanidad. Es una suerte de «mundo 3» (en términos popperianos), integrado por creaciones humanas que trascienden al individuo y lo sobreviven. La actualización incremental del intelecto posible conduce a la unión con el permanente acto del intelecto divino, acontecimiento en que consiste la unión mística final a que hacen referencia las religiones.

Las consecuencias de la unicidad del intelecto Las tesis referentes al lugar de la filosofía en el ámbito del saber y a la eternidad del mundo fueron replanteadas de modos diversos. Fue la tesis de la unicidad del intelecto pasivo la que más debates provocó, pues se hallaba en clara oposición con la fe en la inmortalidad personal, uno de los núcleos de la religión cristiana. Si el intelecto posible no forma parte del alma humana, sino que se halla unido a ella de forma temporal, la inmortalidad no pertenece al hombre individual, sino a la realidad supraindividual. Ahora bien, la doctrina se prestaba a dos interpretaciones: (a) una de carácter ascético, y (b) otra materialista y hedonista. La primera es la que destaca la radical diferencia entre el alma animal, meramente vegetativo-sensitiva, y el alma humana, que puede elevarse sobre la pura animalidad y unirse con el intelecto. Sin embargo, la más extendida, en consonancia con el despertar de la vida económica y el redescubrimiento de la positividad terrenal, fue la hedonista. Según ésta, si con la muerte desaparece

todo lo individual, y en definitiva el hombre no es responsable de su actividad espiritual, todo discurso sobre la muerte y sus consecuencias pierde su fuerza y se convierte en mera ficción. No resulta difícil detectar aquí los primeros e inequívocos gérmenes de la concepción materialista o por lo menos naturalista de la vida y el hombre.

Las primeras condenas del aristotelismo Las consecuencias del pensamiento de Averroes sirvieron para animar el debate entre los escolásticos, que se mostraron decididos a confutar las premisas que lo sostenían. Dos fueron los caminos que emprendieron: (a) realizar una lectura atenta de Aristóteles y (b) redescubrir el sentido más genuino de algunas verdades de la religión cristiana. Roberto de Courçon, enviado a realizar una inspección en la recién creada Universidad de París, estableció en los primeros estatutos universitarios de 1215 el uso tanto de los textos que componían la logica vetus como los de la logica nova en las enseñanzas, pero vetó los libros naturales de Aristóteles (Física, Metafísica, etc.). La prohibición fue confirmada por Gregorio IX en 1231, hasta que los textos fueran revisados. La comisión designada a tal efecto tuvo poco éxito en su empresa. Sin embargo, las correcciones que la autoridad no consiguió, sí que se produjeron como consecuencia del debate y la reflexión crítica entre los pensadores cristianos: • •

Algunos, como Alberto Magno y Tomás de Aquino, trabajaron en una aproximación a las indicaciones de Aristóteles desde el contexto de las tesis cristianas. Otros, como Alejandro de Hales y Buenaventura de Bagnoregio, se aproximaron más al agustinismo combinándolo con elementos de origen aristotélico.

La recepción de Averroes trajo consigo el oscurecimiento del neoplatonismo que había imperado en el pensamiento cristiano desde la Patrística, así como la recuperación del racionalismo y el naturalismo de Aristóteles. Donde más arraigó el pensamiento averroísta fue en la Facultad de Artes de París durante el siglo XIII. Aquí, algunos maestros leen y comentan con pasión sus escritos: recibirán el nombre de «averroístas latinos».

Apéndices La destrucción de la destrucción (Tahafût al-tahafût al-falsîfa) En esta obra, Averroes trata de legitimar el uso de la filosofía y la lógica aristotélicas en la religión. En la Doctrina decisiva y fundamento de la concordia entre la revelación y la ciencia (Fasl al-maqâl) argumenta, citando el Corán, que la ley religiosa exhorta al estudio racional de todos los seres. Averroes se pregunta si el uso del silogismo, utilizado habitualmente en Derecho, es apropiado aplicado al ámbito de la religión. Además, conviene en que, en caso de serlo, lo apropiado será usar el aristotélico, que es el más perfecto y acabado. El gran problema estriba en que, según el propio Averroes, interpretar supone llevar el significado de una expresión en su sentido primario a un sentido figurado, y la ley islámica prohíbe interpretar la Revelación forzando el lenguaje. Así, en Tahafût al-tahafût, Averroes, con la vista puesta en el texto de Algazali, se pregunta por qué método es más riguroso, la filosofía ( falsafa) o la teología dogmática (kalâm). Averroes se sitúa, junto con Avicena, del lado de Aristóteles; además, de un Aristóteles des-platonizado, dejando el método dialéctico en defensa del deductivo. Según el Comentador, la teología, que frente a las masas (que no tienen capacidad de interpretar, y meramente aplican la retórica a su comprensión) y los filósofos (que mediante el mediante la razón deductiva llevan a cabo una exégesis alegórica), cae en un alegorismo incontrolado. Por esta razón, aunque Averroes no niega la verdad de la Revelación, su búsqueda de coherencia metodológica lo conduce a las antípodas del pensamiento teológico. La apuesta metodológica de Averroes tiene importantes consecuencias en su pensamiento, como veremos.

Dios y el mundo Averroes no deja de ser creyente, por lo que, aunque naturalista, su horizonte de pensamiento no es meramente la esfera de lo natural. Dios es el objetivo de la metafísica, pero su estudio se desarrolla desde una lectura aristotélica (v.gr., Dios es el primer motor inmóvil). Según el maestro cordobés, la metafísica estudia el «ser en cuanto ser». Pero éste no tiene un sentido meramente abstracto, sino que ha de tener en cuenta la percepción material y a los entes del mundo natural. Así, la mejor prueba de la existencia de Dios es la que depende del movimiento. Paralelamente, Averroes critica otras pruebas de la existencia de Dios: • •



La de la providencia, por irracional (diseñada para el pueblo llano). La de la causalidad, porque sólo resulta válida cuando se habla de causalidad eficiente, y en ese sentido, resulta equivalente a la del movimiento. Esta prueba implica la intervención de un artesano del mundo creado; como causa de éste, debe ser causa primera en todos los aspectos, o al menos, debe poderse encontrar una causa primera material, formal y final, también. Sin embargo, es difícil demostrar éstas, de modo que el argumento queda reducido a la causalidad eficiente. La de la necesidad, pues Avicena y Algazel distinguen el ser en posible y necesario según su posesión o no de una causa, pero esta distinción no se adecúa bien a la realidad del ser, que no es tal, sino «ser en cuanto ser».

Averroes es consciente de que existen diferentes posiciones respecto al acto creador:

1. Neoplatónicos, que lo explican con un esquema emanatista. 2. Los teólogos mutakallimun y los cristiano, que creen en la creación del mundo de la nada. 3. Una postura intermedia, que admite que la generación supone un cambio substancial. Dos versiones: a) Una primera, que afirma que Dios crea la forma y la imprime en la materia existente, (1) bien entendiendo a Dios es un dador de formas (Avicena) o (2) considerando que a veces no está separado (al modo del fuego, que engendra el fuego) y otras veces sí (como en la creación de los animales), versión que podría coincidir con la de Alfarabí. b) La postura de Aristóteles, que afirma que el agente hace de golpe el compuesto de materia y forma y se ocupa de (1) unir materia y forma, y (2) actualizar lo que está en potencia. 4. Por último, la visión de Algazel, que defiende un Dios creador de cuya voluntad depende todo lo que existe. Averroes defiende la unidad absoluta de Dios, del que sólo puede salir lo uno, y adopta la postura de Aristóteles. La materia y la forma existen eternamente en potencia en el Ser supremo. Dios como primer principio opera la unión de la materia y la forma, que sólo existen en acto en el compuesto creado y gracias a él; así, da al universo el ser, y por eso se le llama creador. La materia y la forma son realizados en una acción divina fuera del tiempo, pues el tiempo, y la libertad, son indeterminación – y por tanto mal – por lo que Dios no opera ni libre ni en el tiempo, en este sentido. Señalamos que Algazali había indicado tres posiciones filosóficas que consideraba heréticas: (a) la afirmación de la tesis de la eternidad del mundo (que como vemos, defiende Averroes); (b) la negación de que Dios conozca a los particulares; y (c) el rechazo a la resurrección de los cuerpos. Lo expuesto en el párrafo anterior nos conduce a la idea de que, si bien Dios gobierna el mundo como agente ordenador y actualizador, no actúa de modo inmediato sobre él. De hecho, el maestro cordobés rechaza que conozca a los particulares, pues ello implicaría una excesiva cercanía de Dios con lo espacial y temporal. Por otra parte, esto permite a Averroes alejar el problema del mal de Dios, y situarlo en la esfera de lo concreto.

Ética Averroes tiene presente la existencia de una moral popular, que en su mundo se basaba en la religión islámica. En paralelo, se interesa por la Ética griega, y en especial por la Ética nicomáquea de Aristóteles. El cordobés fue el receptor de la ética aristotélica para la Edad Media. En su paráfrasis o comentario medio a la Ética, Averroes sigue fundamentalmente a Aristóteles: • • • • • •

Define la felicidad como «algo perfecto, autosuficiente y fin de nuestras acciones.» Afirma que la felicidad se consigue en sociedad, y no con una vida solitaria. Insiste en que la felicidad es el logro de toda una vida, o de la mayor parte de ella. Además, acepta la división de las virtudes en morales e intelectuales. También subraya el plano social de la ética, y subraya como el Estagirita que el bien de la ciudad o el Estado es mayor y más perfecto que el bien individual. Por último, se aproxima a posturas epicúreas al distinguir, en el debate sobre la amistad, amistades «civiles» y «sociales».

Política Los árabes no conocieron la Política de Aristóteles, y el pensamiento político se asimiló por vía del República de Platón, de modo más o menos original (cf. Alfarabí). También Averroes cubre esa necesidad con el renombrado diálogo del maestro de la Academia, pero deja de lado gran parte del texto para cubrir parte de la discusión con tratados peripatéticos que resultan útiles, como la Ética a Nicómaco, la Metafísica y el tratado Sobre el alma. Según Averroes, la acción política se ejerce mediante dos vías: (a) la convicción, mediante la dialéctica, la retórica y la poética, necesarias porque la mayoría de la gente no atiende a argumentos demostrativos, y (b) la coerción y el castigo, que para el cordobés deben limitarse al mínimo y ser sustituidos por la educación. Averroes también se manifestó en contra de la ocupación del poder político por los militares, y defendió que las mujeres deben compartir con los hombres todos los deberes de los ciudadanos. En términos políticos, nadie, ni en el mundo arabo-musulmán...


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