Title | Historia y Corrientes Historiográficas Argentinas |
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Course | Historia Argentina |
Institution | Universidad Nacional de La Matanza |
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HISTORIA Y CORRIENTES HISTORIOGRÁFICAS ARGENTINAS:
Historia:
La historia, como ciencia social, para alcanzar dicho rango científico debe poseer un objeto de estudio y un método que permita acceder a dicho objeto. La discusión entre las distintas corrientes historiográficas de nuestro país se encuentra precisamente en el problema del método. Se discute sobre esto porque el método es lo que permite distinguir qué corrientes son científicas y, por lo tanto, acusar de precientíficas a las demás. A la vez el aspecto metodológico es importante porque está relacionado con el modo en el que el historiador interpreta los hechos que ha recabado, y nos permite entender los motivos que animan a las distintas corrientes historiográficas.
“La Historia es la recreación intelectual de un pasado específicamente humano, a través de una pesquisa realizada mediante inferencias sobre las fuentes y la exposición congruente de los resultados obtenidos”.
El historiador debe volver a crear un hecho que sólo ha podido llevar a cabo el hombre, por lo tanto sólo se puede hablar de historia en términos científicos cuando se hace siempre a hechos protagonizados por el hombre. El método histórico empleado cuenta con cuatro etapas:
● Heurística: Es el momento de búsqueda de fuentes sobre el tema específico del que se quiere historiar (sean fuentes documentales, bibliográficas, testimoniales o de otro tipo). Una vez adquirida esta masa de información debe aplicarse una serie de controles para garantizar la veracidad de la misma, donde eventualmente el historiador se vale de otras ciencias sociales.
● Hermenéutica: Se establece un orden de importancia del material obtenido, procediéndose a la interpretación de lo que se ha obtenido a partir de la heurística. ● Síntesis: Es la composición estructurada y sistemática de los descubrimientos a partir de las pesquisa. En este momento el historiador ha separado lo secundario de lo principal y se avoca a responder el interrogante que lo ha llevado a investigar.
● Exposición: Es la presentación final del trabajo realizado en forma escrita.
Historiografía:
Al proceso de escribir la historia se lo llama historiografía. Por ende, la historiografía será el conjunto de trabajos escritos sobre la historia, producto de la aplicación del método histórico.
La presencia de diversas corrientes historiográficas manifiesta la existencia de distintas miradas acerca del pasado argentino, que conviven ejerciendo una mayor o menor influencia en determinados períodos históricos.
La historia oficial, escuela liberal:
La historiografía de nuestro país se cimentó en las obras de Bartolomé Mitre (sus biografías de Belgrano y San Martín), así como en la “Historia de la República Argentina” de Vicente Fidel López y los ensayos de Domingo Faustino Sarmiento, en particular de “El Facundo”. Estos textos fundaron una interpretación del proceso histórico que desde el Estado y el sistema de instrucción pública se difundió como la versión oficial.
Tal interpretación explica la Revolución de Mayo como la obra de una minoría instruida en el iluminismo y la cultura europea, que enfrentó primero al absolutismo español y luego a las fuerzas autóctonas de la barbarie o la anarquía, las cuales durante medio siglo demoraron la implantación del orden constitucional y las condiciones necesarias para el progreso económico.
Esta visión rescata principalmente a Bernardino Rivadavia como precursor de la República liberal, descalificando a Artigas, Dorrego, Rosas y los demás caudillos federales como representantes del retraso de la plebe y las masas rurales. La contradicción principal que da sentido a nuestra historia, según Sarmiento, es la oposición entre civilización y barbarie que se manifestó en la rebelión de las hordas y caudillos de la campaña contra el iluminismo y las leyes de la ciudad.
Sarmiento escribe en 1845 en “El Facundo”: “Había, antes de 1810, en la República Argentina, dos sociedades distintas: la una española (europea y culta) y la otra bárbara (americana, casi indígena) donde la revolución de las ciudades sólo serviría de causa para que se pusieran en presencia una de la otra, y después de largos años de lucha, la una absorbiese a la otra”.
Sarmiento describió el dilema sudamericano como un “conflicto de razas” atribuyendo los males de estos países y la incapacidad de sus pueblos para vivir en un sistema republicano a la mezcla de sangre hispánica e indígena, una herencia cultural que debía ser extirpada mediante un sistema de educación pública. Mitre concebía a la clase dirigente del país como una prolongación de la élite europea, destinada a gobernar la República y civilizar a esta parte del mundo. También trazaba un cuadro de grupos sociales: los indios y negros como la raza servil bajo el régimen de esclavitud, a los mestizos como una raza intermedia y a los criollos como a los verdaderos hijos de la tierra colonizada que constituían el nervio social. Las tesis de Mitre y Sarmiento fueron cuestionadas desde distintos ángulos del pensamiento liberal, ante todo por Juan Bautista Alberdi y Adolfo Saldías.
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La nueva escuela histórica:
La visión propuesta por la corriente liberal fue continuada en las primeras décadas del Siglo XX, donde las diferentes versiones que se incluían en la disciplina histórica hacían impostergable la reescritura del pasado nacional que diese respuesta satisfactoria a las expectativas que se le otorgaba a la Historia como factor de cohesión de la nacionalidad.
Las notas características de esta Nueva Escuela están marcadas por fenómenos de institucionalización y la profesionalización del oficio de historiador, que está vinculado a la expansión de diversas instituciones culturales de la educación superior que se vió favorecida por la Reforma Universitaria de 1918.
Dos de las figuras más representativas de esta corriente son Ricardo Levene en la Universidad de La Plata y Emilio Ravignani en la UBA, junto a ellos surgirá una camada de historiadores provenientes de las capas medias que ejercerán la docencia o la investigación en el campo histórico. Otro aspecto de la profesionalización del historiador se vincula con el rigor histórico del método historiográfico, en el marco del crecimiento científico expresado por la Escuela Alemana y la Academia Francesa. Los historiadores argentinos se proponen dar relevancia y prioridad al rigor heurístico, es decir, a las fuentes documentales en el trabajo de investigación. El método de trabajo consistía en la ubicación, copia, estudio y publicación de documentos y fuentes que en general provienen de archivos oficiales. Los documentos son los que validan al estudio histórico, probando la “objetividad” del historiador. En esta corriente no había espacio para cuestionar el aspecto ideológico involucrado en la selección de los hechos históricos ni en el cuestionamiento acerca de la intencionalidad de las fuentes oficiales.
El objeto de estudio de esta escuela es la Historia política, centrada en las instituciones del Estado y a partir de una narración en torno a “grandes hechos”. Los representantes de esta escuela definían su forma de hacer historia como “objetiva y apolítica”.
El revisionismo histórico:
Esta corriente comienza a fines de la década de 1920, en principio surge como un movimiento antiliberal y nacionalista-católico. La crisis del modelo de integración al mercado mundial sumado a la Primera Guerra Mundial, la Revolución Rusa, el fascismo y la crisis de 1929 abrieron las puertas para que comenzaran a aparecer voces contestatarias, cuando el ideal del modelo oligárquico entró en crisis también se puso en cuestión el modelo de país regido por los conservadores. Aquel primer impulso recibe más adelante la influencia de la FORJA (Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina) con sus planteos respecto de un progreso social y económico, de carácter antiimperialista.
Esta corriente es la oposición a la “Historia Oficial”, ya que reivindican el federalismo y con ello la exaltación de los caudillos, la defensa de los intereses populares y el protagonismo de estos sectores. Tiene un fuerte componente nacionalista y antiimperialista. Si bien careció de influencia en ámbitos académicos tuvo una amplia repercusión en los medios de divulgación, cobrando relevancia, por ejemplo, desde la aparición del peronismo. ➔ Revisionismo nacionalista Hispano-Católico: Los autores de esta corriente también exploraron el mismo problema que Mitre y sus sucesores: el origen de la nacionalidad, pero a diferencia de ellos rescataron los antecedentes hispánicos y católicos de la nacionalidad. La clave de esta revisión fue el rescate de la figura de Juan Manuel de Rosas, considerado artífice de la nacionalidad argentina. Esta versión de la historia aparece en un clima de ideas marcado por el avance del fascismo europeo y el nacionalismo autoritario. Sobresalieron autores como Carlos Ibarguren, Manuel Gálvez y Pedro de Paoli, que justificaron el labor evangelizador de España y resaltan su legado cultural. Enaltecían a Rosas y a los caudillos federales como representantes de las tradiciones y enemigos del liberalismo, a la vez que enjuiciaban a Rivadavia, Mitre y Sarmiento como ejecutores de un proyecto irreligioso y antinacional.
➔ Revisionismo nacional y popular: Los revisionistas inclinados al populismo, como José María Rosa, pusieron de relieve el papel de las masas en las luchas nacionales. Este autor sostiene que “la Revolución de Mayo de 1810 había sido un estallido popular, pero los políticos que tomaron el poder descreyeron de la nacionalidad para buscar en Inglaterra, Francia o Portugal la tutela de sus privilegios de clase contra la ‘anarquía’ del pueblo sublevado”. Esta visión también va a revalorizar la figura de Juan Manuel de Rosas, enfatizando el carácter nacionalista del rosismo en relación a la defensa de la soberanía de las nuevas naciones hispanoamericanas. Otro autor es Fermín Chávez quien intenta intervenir la famosa dicotomía de Sarmiento a partir del rescate de figuras olvidadas de nuestra historia, sobre quienes había reposado la verdadera “cultura nacional”. También pertenece a ésta línea Scalabrini Ortiz, estos autores apuntan a demostrar los procedimientos que el neocolonialismo inglés puso en práctica en el Río de la Plata. La visión impulsada desde FORJA se complementa con la de otros autores provenientes de la llamada “izquierda nacional”, quienes sostienen el nacionalismo poniendo énfasis en la visión de los países sudamericanos como una sola nación fragmentada por el imperialismo (la “patria grande” por la que San Martín y Bolívar lucharon).
La renovación historiográfica, la historia desde la recuperación de la democracia:
A partir de 1983 la historiografía experimentó un crecimiento notable tanto por el aumento importante del número de investigaciones como por las mejoras en cuanto a calidad profesional de las producciones. Este renacimiento
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historiográfico fue posible gracias al proceso de reconstrucción institucional que permitió la libertad democrática, en este contexto se produjo el retorno de intelectuales exiliados, la expansión del sistema de investigación, la normalización del CONICET, entre otros.
La significativa importancia que cobró lo académico por encima de lo político supuso una inversión respecto a la propuesta del revisionismo historiográfico, la pregunta política y la obsesión por el futuro de la sociedad funcionaron como disparadores motivantes de muchas de las mejores obras de nuestra historiografía.
Los estudiosos siguieron los lineamientos de la Nueva Escuela Histórica, aunque también surge la Historia Social, la expansión de las Ciencias Sociales en Argentina y su impacto en las formas de hacer historia. Entre los historiadores destacados podemos encontrara Hilda Sábato y Tulio Halperín Donghi, éste último considera que la historia académica escrita desde el presente democrático se diferencia de la “memoria de un pasado embellecido por la nostalgia” de los cultores del revisionismo y de la izquierda nacional, quienes pertenecieron a un tiempo en el cual era más urgente transformar la realidad que comprenderla.
Esta visión desmerece a los estudios revisionistas por una supuesta falta de rigor documental y la proyección del presente militante hacia el estudio del pasado, sin embargo les reconoce el haber puesto las bases para un análisis crítico de la historiografía nacional, cuestionar los saberes de la clase dominante local y el haber denunciado su alianza con el capital británico.
A partir de aquellas crisis que marcaron el inicio en la Argentina la necesidad de encontrar respuesta a estos fenómenos ha trascendido hacia el campo de la historiografía, la aparición de obras dirigidas al público dan cuenta del nuevo enfoque revisionista que hace hincapié en la reivindicación de lo nacional, popular y el federalismo. Felipe Pigna y Pacho O’Donnell son representantes de esa corriente.
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