Indovina. La ciudad difusa PDF

Title Indovina. La ciudad difusa
Course Urbanismo
Institution Universidad Nacional de Rosario
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La ciudad difusa

Francesco Indovina es profesor de Análisis de los sistemas urbanos y territoriales y Director del Departamento de análisis económico y social del territorio (DAEST) del Istituto Universitario di Architettura de Venecia. Desde este Instituto, de cuyo Senato accademico forma parte, dirige y participa en numerosas iniciativas, foros e investigaciones que tienen al fenómeno urbano como motivo. Entre otras, dirige la colección Studi urbani e regionali de la Editorial Franco Angeli, codirige el Archivio di studi urbani e regionali, y es miembro de la dirección del Programa de Doctorado de investigación en Políticas públicas del Territorio (IUAV). Su amplia y extensa actividad investigadora centrada sobre los procesos de transformación territorial, los mecanismos ideológicos y económicos subyacentes, y las nuevas formas de asentamiento urbano, se ha difundido a través de numerosos ensayos y publicaciones entre los que cabe señalar Lo spreco edilicio (1974) [trad. cast.: El despilfarro inmobiliario (1977)], La città difusa (1990), La città di fine millennio (1992), o La città ocasionale (1993). La publicación por el DAEST en 1990 de las investigaciones sobre la ciudad difusa italiana dieron carta de naturaleza al reconocimiento de un fenómeno experimentado y percibido, pero aún pendiente de una definición y una caracterización epistemológica. Con la atribución de una denominación que tuvo fortuna y un tratamiento experto se dio allí un paso de gigante en el entendimiento de unos procesos que, de una u otra forma, se podían advertir extendidos en Europa. El artículo central de esa publicación es el que se presenta aquí en versión castellana.

© CUIMP Barcelona

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LA CIUDAD DIFUSA* Francesco Indovina 1. Introducción Esta investigación quiere verificar la operatividad del concepto de ciudad difusa; o sea, si en esencia el concepto permite apreciar e interpretar una fenomenología específica de organización del territorio. Indaga sobre la forma tomada por la organización del territorio en el Veneto1 central y formula la hipótesis de que tal forma, no morfológica, sino de organización espacial, puede ser interpretada según este concepto. Haciendo referencia a la región del Veneto central, no se sostiene que tal fenomenología territorial se manifieste sólo en esta parte del país, sino que más bien se trata de querer observarla en uno de los puntos en los que ha asumido un carácter evidente.

El punto de partida es la constatación de que han sobrevenido importantes transformaciones del fenómeno del asentamiento humano y que es preciso interpretar tales transformaciones precisamente porque no se presentan como una especie de prolongación de la fenomenología precedente, sino porque lo hacen casi como una mutación de estado. Fundamentalmente, parece de cierto interés hacer una comprobación a distintos niveles: el del contexto real, con el objetivo de medir las transformaciones presentadas y de identificar las causas; el del contexto de las explicaciones de los dinamismos territoriales, y el del contexto de los conceptos interpretativos. La presente nota tiene la finalidad de ordenar las consideraciones y las hipótesis que han movido y mueven la exploración empírica y la investigación de campo.

* Traducido del italiano publicado en Indovina, F. et al., La città diffusa, Venecia, DAEST, 1990, pp. 19 - 43. 1 Región del norte de Italia que reúne las provincias de Venecia, Padua, Treviso, Verona, Vicenza, Rovigo y Belluno. [N. de t.]

© Los autores, 2005; © Edicions UPC, 2005

La ciudad difusa

2. Las transformaciones del área central del Veneto Dando por hecho que la investigación empírica permitirá medir las transformaciones que se han presentado en el área central (últimos 15-20 años), merece la pena hacer referencia, aunque de manera sumaria, a las direcciones tomadas por tales transformaciones (repito, se trata de fenómenos que se encuentran también en otras partes del país). Se puede afirmar que la estructura territorial del área central, tal como hoy aparece, es seguramente distinta de la pasada y también estudiada, y da lugar a un fenómeno nuevo. Nos enfrentamos a algo distinto de la precedente estructura territorial y los conceptos elaborados antes no parecen hoy satisfactorios. Si anteriormente el adjetivo difuso cualificaba la urbanización (urbanización difusa), hoy se necesitará encontrar una nueva terminología; en un primer intento definimos esta nueva estructura territorial como ciudad difusa.

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En cierto sentido la ciudad difusa tiene a sus espaldas la urbanización difusa, pero los dos fenómenos se presentan completamente distintos, tanto en el marco territorial como en el ámbito económico social, y constituyen estadios distintos de organización del espacio, como consecuencia de la reorganización de los procesos socioeconómicos. Nos encontramos, por tanto, ante la manifestación de un nuevo fenómeno real que reclama alguna nueva elaboración conceptual. Esta necesidad parece urgente ya que la ciudad difusa (o como se quiera llamar esta nueva estructuración del espacio) tiende a convertirse en una modalidad recurrente de organización del espacio de nuestro país. El fenómeno presenta semejanzas, pero sólo algunas semejanzas, con los suburbios norteamericanos (lo cual no ayuda en la interpretación), o si se prefiere, la ciudad difusa puede ser considerada la respuesta italiana (¿europea?) a los problemas que en el continente americano han dado lugar a aquella forma muy particular de organización del espacio. En términos absolutamente esquemáticos y de manera que puede parecer más alusiva que descriptiva, se puede decir que las formas de organización del territorio en estudio (aunque probablemente esto sirve también para muchas zonas de la región y del país) han pasado a través de tres estadios: - ciudades insertas en un espacio agrícola - ciudades rodeadas por campo urbanizado (es decir, campo con edificación diseminada residencial y no residencial) - una única gran ciudad con algunas zonas de campo incorporadas en ella.

Cada uno de estos estadios hace referencia a ciclos específicos de desarrollo económico-social y constituye el resultado compuesto de actividades dirigidas a un fin y de actividades espontáneas; estos estadios corresponden, además, a distintas maneras de reaccionar frente a la aparición de exigencias de tipo productivo o a la manifestación de nuevas aspiraciones sociales. Interesa subrayar, no obstante, que lo dicho anteriormente no trata de plantear un recorrido fijo y predeterminado de las transformaciones en la organización del espacio. Es decir, no se está afirmando que cada forma de organización del territorio tenga necesariamente que pasar por los tres estadios indicados (etapas de un recorrido preestablecido); ni que necesariamente una determinada evolución de la estructura económica comporte, en todas las situaciones, una idéntica transformación del sistema de asentamiento. Se ha querido indicar, solamente, un recorrido probable y, en cualquier caso, un recorrido que sea posible reconstruir en el área objeto de análisis.

3. Algunas connotaciones socioeconómicas del fenómeno La mejora económica de los estratos sociales antes ligados a la actividad agrícola y su abandono del sector primario a favor del secundario ha empujado a estas mismas clases a dar forma visible a tal mejora y modificación de cultura (en sentido antropológico) a través de la casa, casi siempre unifamiliar, promovida para uso propio (a menudo autoconstruida), a emplazar o en áreas de propiedad de los mismos (o de parientes) o en áreas agrícolas de menor precio. Esto es, lo nuevo se casa con la manera de pensar antigua; hay una modificación de tipología, pero continúa prevaleciendo la cultura de las cosas. La urbanización que resulta de ello aparece, así, dispersa, privada de una imagen dibujada y no sostenida por una adecuada red de infraestructuras y de servicios. Se difunde a partir de los centros habitados preexistentes, más o menos antiguos, más o menos grandes, interesando al conjunto del territorio, sin directrices predominantes, ni siquiera en mancha de aceite, porque muy a menudo está caracterizada por soluciones de continuidad. Se está, por tanto, frente al fenómeno del campo construido, denominado urbanización difusa, típica de algunas regiones, y marcadamente del Veneto. En medida muy moderada, el fenómeno de la casa autoconstruida, o de cualquier modo autopromovida, se presenta como acto de emancipación, por así decirlo, del alquiler; de manera más sustancial, pone en evidencia una mejora de la condición económica (sólo en una fase siguiente surge también el rescate de la condición de inquilino, que en esta fase es fenómeno marginal). El fenómeno de la residencia dispersa,

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entonces, por una parte se presenta como la traducción, en las nuevas condiciones económicas, de una cultura del campo enfocada en las cosas (que emblemáticamente, y también tradicionalmente, asumen la forma de la casa de propiedad), y por otra parte expresa los primeros síntomas de la incomodidad urbana sobre todo en lo relativo a la casa. La población asentada, por lo demás, es en gran medida originaria del lugar: estamos en presencia no tanto de procesos de inmigración, como de disposiciones de la residencia modificadas en el interior del mismo municipio, más o menos. Es, sustancialmente, la misma población del municipio que debido a mejoras económicas da lugar a un asentamiento diferente en el interior del espacio municipal.

elección que privilegia formas de ayuda recíproca dentro de la familia ampliada, bien por conveniencia económica además de por posición cultural; reducida resulta la utilización de los servicios superiores por falta de disponibilidad económica, además de por carencia de oferta.

Este desplazamiento de los edificios y de población en el territorio, por lo demás, resultaba, también por su matriz cultural, no ligada a una apremiante demanda de servicios. Precisamente por esta caracterización y por la ausencia de esta demanda, esta fase de la urbanización difusa se presenta como de bajo nivel: están ausentes incluso los servicios básicos, las mismas infraestructuras viarias faltan, por no hablar del respecto de los estándares. Así, la urbanización difusa, además de presentarse como una gran consumidora de territorio, se caracteriza como potente factor comprometedor del espacio.

En continuidad con esta primera fenomenología de asentamiento territorial, se puede identificar una especie de segunda oleada que tiene origen de manera más directa en la insatisfacción por la ciudad. Es difícil determinar, sin las oportunas y precisas indagaciones, cuáles sean los elementos constitutivos de tal insatisfacción; en particular, cuánto de esta insatisfacción sea efectivamente imputable a la condición urbana global y cuánto, en cambio, a algunas carencias específicas de la ciudad. De hecho, no está claro el peso del rechazo de la ciudad en cuanto tal, con respecto al peso de, digámoslo así, des- servicios específicos en la ciudad. La diferencia, obviamente, no es sólo nominalista, sino que establece una distinta actitud con respecto al fenómeno urbano. Ciertamente, se puede siempre sostener la presencia conjunta de ambos fenómenos, hecho por otro lado verdadero, pero la diferencia de peso no es cuestión poco importante. Personalmente, por indicios indirectos, tiendo a considerar relevante el peso de las carencias en la ciudad con respecto al rechazo de la ciudad.

Es en este contexto en el que madurarán, por un lado, la conexión residencia-actividad productiva y, por el otro, la localización, siempre difusa, de pequeñas empresas productivas. Los continuos procesos de reestructuración de la gran empresa liberarán, por así decir, mano de obra profesionalizada que, obligada a activarse de forma autónoma, se dirigirá hacia las actividades a domicilio o hacia la constitución de pequeñas empresas. Estos fenómenos de crecimiento y difusión productiva serán facilitados por el descentramiento productivo operado por empresas de notables dimensiones, que preferirán ámbitos espaciales donde la oferta de trabajo sea sobreabundante con respecto a la demanda institucionalizada (fenómeno que asedia a numerosas áreas geográficas del país y entre éstas al Veneto).

En particular, propongo tomar el problema del habitar como una de las cuestiones fundamentales que ha influido en las opciones adoptadas por las familias y ha provocado el desplazamiento de la población en el territorio. Cantidad de la oferta y coste de la vivienda (como indicador principal del coste total del habitar) constituyen elementos no marginales de las carencias en la ciudad. Se trata, vale la pena recordarlo, de un efecto de coacción que se mistifica, en cierto sentido, cuando se dice que el desplazamiento de la población en el territorio corresponde a la afirmación de una libertad de elección de asentamiento. Además, es constatación habitual como, cada vez más, la oferta residencial en la ciudad concentrada corresponde cada vez menos, cuantitativa y cualitativamente, a la demanda.

Hay que resaltar que, en primera instancia, la estructura de asentamiento, en razón de sus características funcionales, se constituye en islas: las interconexiones entre cada asentamiento resultan poco relevantes. Es decir, se vienen a formar enclaves, a menudo con connotación de parentesco, que se relacionan con el territorio circundante de la manera más reducida posible (a excepción, obviamente, de la movilidad y de las relaciones de trabajo). Reducidas resultan las mismas transacciones comerciales rutinarias, también por el efecto de la producción difusa para autoconsumo; reducida, la utilización de los servicios colectivos (pasando por alto su carencia) para una

El fenómeno puede ser descrito también de la siguiente manera. La clase social media ha elaborado una concepción del habitar (se podría decir un modelo) que no encuentra satisfacción en la ciudad concentrada. De hecho, la oferta residencial accesible a este estrato social no satisface aquella concepción residencial, que es, en cambio, satisfecha por una oferta no accesible desde el punto de vista económico. En esta situación, la diferencia de precio de las viviendas ofrecidas en el ámbito de la urbanización difusa con respecto a las ofrecidas en la ciudad concentrada juega un papel de gran relevancia para justificar los desplazamientos de población. Dados ciertos

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modelos residenciales, se configura, sin embargo, no un caso de elección, sino un fuerte elemento de constricción. O sea, que una parte de la población de la ciudad, para hacer realidad el modelo residencial propio se encuentra obligada a desplazarse en el territorio urbanizado. Obsérvese, así como antes se ha subrayado, que la vivienda constituye el elemento guía del coste general del habitar. Así en el territorio difuso el habitar puede resultar menos costoso respecto a la ciudad, con diferencias de cualidad cuya apreciación pone en juego problemas culturales, tipos de vida, o ideologizaciones de una realidad que se sufre.

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En este punto merecen ser incluidas algunas breves anotaciones relativas a los modelos residenciales, y sobre todo a su modificación. El modo de relacionarse de los individuos y de las familias con la ciudad no constituye ni una constante, ni una determinación natural, sino que más bien es un producto cultural y político. En un determinado intervalo de tiempo (una fase de la política) esta relación ha tenido sobre todo una connotación colectiva; era la ciudad como posibilidad colectiva de interrelaciones y de servicios colectivos la que fundaba el concepto del habitar. El habitar como elemento de relación entre el interior (la casa y el individuo) y el exterior (los servicios colectivos de la ciudad y los otros); la cualificación del habitar como relación entre las necesidades y los servicios ofrecidos; los servicios colectivos como derecho ligado al habitar. Esto es, una fase de protagonismo social. Cuando esta fase declina (describo, no analizo las causas), declina también el concepto de habitar: éste se focaliza mucho sobre la vivienda, mientras se deteriora la expectativa de los servicios colectivos, que insensiblemente se tiende a sustituir por los servicios del mercado. Para lo que aquí interesa, me parece fundamental la restricción del concepto de habitar al de simple casa y el deterioro de la relación vivienda  servicios colectivos. Está claro, entonces, que el desplazamiento de la población, dentro de ciertos límites (no estoy hablando de una fenomenología absoluta, sino de parciales modificaciones efectivas mientras aparecen más consistentes las modificaciones de sensibilidad), tiende a seguir reglas distintas y nuevas. Retomando el hilo de nuestro discurso precedente, hay que decir que para que la diferencia de precio antes indicada pueda jugar un papel determinante en la elección del asentamiento, es necesario que la urbanización difusa presente algunas, aunque modestas, características de tipo urbano. La nueva oleada de población a asentar en realidad ha tenido una experiencia urbana que ha modelado sus demandas y sus necesidades. Por mucho que pueda manifestarse una modificación del concepto de habitar (según lo que se ha señalado antes), la experiencia urbana parece de todos modos condicionante; incluso frente a un real o ideológico rechazo de la ciudad, algunas de

las costumbres permanecen, en muchos sentidos, firmes. En síntesis, el paso de la urbanización difusa a la ciudad difusa es, al mismo tiempo, cuantitativo y cualitativo, en el que la cualidad, como veremos más adelante, es inducida también por la cantidad.

4. Tipologías sociales y procesos estructurales El análisis de la difusión territorial de la población pone en evidencia que en el tiempo la tipología social de la población tiende a modificarse, en correlación, también, con la procedencia territorial de la población misma. Aun en la consciencia del significado no relevante que tienen las generalizaciones, es posible identificar distintas fases que caracterizan el fenómeno de la difusión territorial de la población en el área tomada en consideración: - Una primera fase es posible situarla bajo el signo de la realización local de mejores condiciones de las viviendas. El alcance de niveles económicos más elevados lleva a las clases sociales interesadas a buscar mejores condiciones residenciales, aunque en el marco de áreas reducidas. Esta fenomenología, puede haber llevado también a un redesplazamiento de la población en el interior del mismo municipio, con abandono del centro para instalarse en el campo urbanizado (urbanizado aunque con las carencias de las que se ha hablado anteriormente). - En una segunda fase predomina la inmigración limítrofe desde la ciudad, o sea, todavía desde áreas limitadas, pero también de estratos sociales de modesta estabilidad económica. Flujos estos que tienden a ser atraídos y a reforzar los procesos de urbanización difusa también por sus escasas posibilidades económicas. - Sigue una fase en la cual es predominante un flujo de inmigración de procedencia urbana y de estratos sociales medios. Es decir, una fase caracterizada no tanto por un fenómeno de atracción, sino más bien por un fenómeno de huida de la ciudad. Estas fases vienen, obviamente, marcadas por una dinámica positiva de la oferta residencial. Si en un principio existe una especie de identificación entre demanda y oferta de vivienda, en el sentido que los sujetos solicitantes son ellos mismos promotores (con frecuencia autoconstructores), posteriormente aparece relevante la oferta institucional, bien pública, bien privada, o cooperativa. Es propiamente esta nueva oferta la que determina, por razones además objetivas relativas a la lógica

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La ciudad difusa

del oferente, una modificación de la...


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