Johann Wolfgang Von Goethe Poesía y verdad PDF

Title Johann Wolfgang Von Goethe Poesía y verdad
Author Gerardo Vizueta
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En plena madurez, Goethe tardaría casi veinte años en completar Poesía y verdad (1811-1830), la autobiografía de su juventud, que abarca desde los días de su nacimiento hasta su partida a Weimar, ciudad en la que habría de residir hasta su muerte. Concebible como una variante verdadera de Bildungsr...


Description

En plena madurez, Goethe tardaría casi veinte años en completar Poesía y verdad (1811-1830), la autobiografía de su juventud, que abarca desde los días de su nacimiento hasta su partida a Weimar, ciudad en la que habría de residir hasta su muerte. Concebible como una variante verdadera de Bildungsroman, el género que él mismo inauguró con su Wilhelm Meister, narra con finura y extraordinarias cualidades de «pintor de hombres» las circunstancias y modelos de su formación, el desarrollo de su personalidad fáustica, poseída de un ansia de saber total, las íntimas peripecias de sus amistades y amoríos, y la génesis reveladora de cada una de sus grandes obras, aún hoy punto de referencia de la tradición estética universal. Documento histórico, pues, de primer orden sobre uno de los momentos más brillantes de la cultura centroeuropea, el libro contiene además una amplia, serena y optimista teoría de la juventud, esa época —confiada, despreocupada, de un sentimentalismo ilimitado, entregada a la libertad y al goce de vivir— en que la tendencia a «conspirar con el error», más que disculpable, es un acierto. En la última parte de la obra, introduciendo el concepto de lo demónico, Goethe da asimismo cabida al caos, y el clásico que siempre fue ingresa, tal vez a su pesar, en los abismos del romanticismo. La edición que aquí presentamos, escrupulosa e inteligentemente traducida y anotada por Rosa Sala, constituye un compendio imprescindible del clasicismo alemán.

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Johann Wolfgang von Goethe

Poesía y verdad De mi vida ePub r1.0 Titivillus 14.06.16

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Título original: Dichtung und Wahrheit Johann Wolfgang von Goethe, 1811 y 1833 Traducción, introducción y notas: Rosa Sala Rose Ilustración de cubierta: Interior napolitano de Franz Ludwig Catel Editor digital: Titivillus Corrección de erratas: Titivillus ePub base r1.2

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Introducción

La búsqueda del sentido Cuando Goethe nació, Europa todavía parecía mecerse tranquila en el mar en calma del Antiguo Régimen y había aprendido a confiar en la razón del hombre y en las naves del progreso. Sesenta años después, cuando en 1809 Goethe inicia los trabajos preliminares para su autobiografía, la Revolución Francesa ha hecho naufragar con violencia un sistema político y social aparentemente inmutable y el Sacro Imperio Romano Germánico ha tenido que sucumbir ante los posteriores embates napoleónicos. El mundo que lo había visto nacer y crecer se ha hecho añicos para siempre. Pero también el universo personal de Goethe manifiesta signos alarmantes de cambios definitivos. Con la muerte de Schiller en 1805, se podía dar por finalizado ese clasicismo de Weimar que su amigo y él habían elevado a la categoría de movimiento, amenazado por esa nueva e impetuosa corriente romántica que iba a constituir su relevo literario. Personalidades ilustres de todo el mundo empiezan a acudir en peregrinación a la casa de Goethe en Weimar, pero sus obras son cada vez menos leídas y, lo que es peor, menos comprendidas. Poco a poco, Goethe se vuelve dolorosamente consciente de que la actualidad se le ha vuelto extraña y de que ha pasado a formar parte de la historia. En definitiva: adquiere conciencia de que ha llegado el momento de explicarse a sí mismo. Cuando en 1808 terminaron de editarse los doce volúmenes de sus obras completas, esta necesidad se hizo más patente que nunca. Goethe había dejado de identificarse con muchas de las grandes obras que le habían dado fama, especialmente con las que había compuesto durante su época del Sturm und Drang. Pero, además, a lo largo de su vida había escrito numerosos fragmentos de obras en proyecto, compuestas en momentos de dispersión y confianza. Ahora, sin muchas esperanzas de terminar ya nunca unas obras en germen cuyo objetivo ya no comparte —pero a las que se niega a renunciar—, siente imperiosamente la conveniencia de crear un marco que las acoja y las explique, un orden superior que dé cuenta de las circunstancias y propósitos que acompañaron a lo fragmentario. Se le impone la necesidad de buscar un sentido, tanto a sus creaciones como a su propia existencia. Así pues, Goethe se dispone con entusiasmo a la difícil tarea de convertir su vida en obra: escribe a toda una serie de amigos de infancia y de juventud para que le proporcionen recuerdos, cartas e informaciones que le permitan reconstruir el mundo casi olvidado de su infancia y revisa centenares de cartas y de antiguos diarios. En ebookelo.com - Página 5

octubre de 1811 se publica el primer volumen con los Libros I-V, y en el mismo mes de 1812 ya puede ver la luz un nuevo volumen con los cinco libros siguientes. Como revela en su prólogo a la primera parte, su intención es integrar el microcosmos familiar y social de su propia existencia y formación en el macrocosmos de los grandes movimientos sociales y culturales de las coordenadas históricas y geográficas que le dan acogida, y dar así cumplimiento a su propia definición de biografía: «Representar al hombre en las circunstancias de su época y mostrar en qué medida se resiste a ellas, en qué medida le favorecen, cómo a partir de ellas se ha formado una visión del mundo y de los hombres y cómo, si se trata de un artista, poeta o escritor, ha proyectado esta visión al exterior». Es decir, no se trata sólo de exponer las circunstancias que el exterior dispensa al sujeto, sino también la influencia —palabra predilecta de Goethe— que ese sujeto, en cuanto ser creador, ha podido ejercer sobre su entorno, transformándolo, a lo largo de su desarrollo como individuo. En esa medida, ciertamente, Poesía y verdad constituye un extraordinario fresco histórico de unos años cruciales de la cultura europea. La exposición narrativa de esta interacción hombre-mundo debía producirse según una ley natural orgánica, tal y como nos expone en el prólogo que en un principio debía preceder a la tercera parte (Libros XI-XV) del Libro: Antes de que empezara a escribir los tres volúmenes ahora terminados, pensé conformarlos según esas leyes que nos enseña la metamorfosis de las plantas. En el primero, el niño debía echar tiernas raíces por todos lados y desarrollar sólo unos pocos brotes. En el segundo, al muchacho debían crecerle paulatinamente y con un verde mucho más vivo ramas de formas más variadas, y en el tercer volumen, este tallo animado debía correr, en espigas y ramilletes, en pos de la floración y representar a un joven lleno de esperanzas.

La analogía goethiana entre el desarrollo del individuo y la metamorfosis de una planta no es un mero recurso retórico, sino que se basa en una concepción de la vida profundamente arraigada en Goethe y que encuentra su correlato en sus investigaciones científicas. Todo lo vivo está sometido a una ley morfológica inmutable: «En la vida todo es metamorfosis, desde las plantas y los animales hasta el ser humano» (a Boisserée, 3 de agosto de 1815), y es esta ley la que regula la relación del individuo con su entorno. Este esquema ordenador, y no la pura arbitrariedad de la memoria, va a ser el hilo que seguirá Goethe para componer su autobiografía. Y en este punto conviene aludir a su polémico título. La poesía (Dichtung) —en alemán un término inquietantemente próximo a la invención (Erdichtung)— se hace necesaria para envolver y dar forma a la verdad. Pero no sólo en la medida en que el acto de escoger ciertos datos de entre otros muchos es un acto poético, de creación, como también la deformación o idealización a que la memoria somete los hechos puede ser un acto de poetización involuntaria: la poesía es sobre todo una instancia superior que dispone de autoridad suficiente para corregir, siempre que sea preciso, la verdad. Para ser fiel a la ley morfológica que le sirve de guía, Goethe tiene que presentar su vida como un desarrollo permanentemente progresivo, jalonado únicamente por alguna crisis ebookelo.com - Página 6

enriquecedora que determina el origen de una nueva etapa en este proceso de perfeccionamiento. Los sucesos inconexos, las debilidades inexplicables son desterradas de este esquema unificador. Cuando el niño Goethe cuenta un relato fantástico a sus crédulos amigos, se pretende mostrar en él el germen del futuro gran narrador. Poco importa que en realidad no hubiera compuesto el relato que supuestamente les narra hasta varias décadas después. Y cuando el joven Goethe sube a la torre de la catedral de Estrasburgo para aprender a vencer el vértigo, el Goethe anciano nos quiere mostrar ya su estoico autodominio frente a la adversidad. Y es que lo importante no es tanto la sucesión real de hechos vividos, sino la verdad que pueda ocultarse tras su máscara. En una carta del 17 de diciembre de 1829 al rey Luis I de Baviera, Goethe lo expresa de este modo: […] pues mi propósito más serio era exponer y expresar lo mejor posible la verdad esencial que, en la medida en que yo podía reconocerla, había imperado en mi vida. […] Todo esto que forma parte de lo que hay que relatar y del relato en sí, lo he comprendido bajo la palabra poesía, con el fin de poder emplear para mi propósito la verdad de la que yo fuera consciente. Si lo he conseguido o no es una decisión que voy a dejar en manos de mis lectores propicios, ya que se plantea la pregunta: ¿resulta congruente lo aquí presentado?

Para Goethe hay dos verdades distintas: la verdad primaria de los hechos, y la «verdad esencial» (das Grundwahre) que, desde su subjetividad, él es capaz de percibir oculta tras los hechos en sí. Y todo en beneficio de un principio fundamental: la congruencia; es decir, el orden, la estructura y, sobre todo, el sentido. Como dijo a Eckermann el 28 de marzo de 1831: «Un hecho de nuestra vida no vale en la medida en que sea verdad, sino en la medida en que signifique algo». La laboriosidad de la legión de filólogos goethianos nos ha permitido conocer con todo detalle los múltiples casos en los que la verdad de los hechos se distingue, a veces de manera radical, de esa verdad esencial que, enaltecida con su dosis de poesía, no es más que la verdad que Goethe ha querido ver en sí mismo y en su entorno y que le permite estructurar su pasado. Por eso en esta edición se ha procurado indicar en nota los casos más relevantes de desviación entre los hechos y esa verdad esencial que procura la poesía, depurando en cierto modo el carácter documental inherente a todo testimonio autobiográfico. De este modo, el lector actual puede asistir a un proceso fascinante en el que Goethe poetiza ciertos hechos para elevarlos a la categoría de símbolo —un caso claro es el relato de su nacimiento—, al tiempo que trabaja en la construcción de su propio mito, un mito que con ese mismo trazado había de perdurar —y así lo hizo durante todo el siglo XIX— en los anales de la historia, de la que ya se sabe parte integrante. Mediante este proceso interpretativo y estético en el que nada queda sometido al arbitrio del azar, la mente global de Goethe, en la que los distintos campos del conocimiento y de las artes oscilan en una interacción y enriquecimiento continuos, aporta poesía a su verdad del mismo modo en que siempre ha aportado grandes dosis de verdad a sus obras poéticas, también ellas fragmentos dispersos de una gran autobiografía imaginaria. En su interés por explicar la génesis y el sentido de sus obras, Goethe ofrece en Poesía y verdad ebookelo.com - Página 7

numerosos ejemplos en los que se hace patente esta permanente simbiosis entre obra y vida igualmente abarcada por la ambigüedad del título y de la que el origen del Werther en los Libros XII y XIII ofrece un espléndido ejemplo. Pocos autores hay en los que estas dos dimensiones sean tan inseparables como en Goethe. Goethe, creador por antonomasia de bellezas armónicas, ha querido hacer de su autobiografía un testimonio amable: el mundo que lo envuelve no es hostil, como sí lo es, en cambio, el entorno que forma, a base de golpes y renuncias, a su coetáneo y amigo Karl Phillip Moritz en su Anton Reiser. Ni tampoco cuenta con la morbosa autocomplacencia en las veleidades humanas que caracteriza las Confesiones de Rousseau. De hecho, hay bien poco de confesional en la autobiografía de Goethe, algo que también lo aleja de las memorias pietistas en forma de examen de conciencia que proliferaban en su tiempo. Al contrario, Goethe tiende siempre a eludir o trivializar la culpa y a procurar un sentido simbólico a sus debilidades… en los casos en los que se presta a reconocerlas.

La crisis del sentido La redacción de los Libros XI-XV, que no se publicaron hasta mayo de 1814, se desarrolló con mayor lentitud que la de los diez precedentes. Pero no fueron sólo los tiempos agitados que marcaron las luchas de liberación del dominio francés las causantes de esta demora, sino las primeras manifestaciones de crisis de esa macroestructura optimista y sencilla que daba cobijo al discurso autobiográfico de Goethe. El mismo prólogo inédito de la tercera parte cuyo arranque se cita en el apartado anterior continúa dando cuenta de este modo de sus primeros cuestionamientos: Ciertamente, los aficionados a la botánica saben muy bien que una planta no crece en cualquier suelo, y ni siquiera en el mismo suelo prospera cada verano de la misma manera, y los esfuerzos empleados no siempre se ven recompensados con abundancia. Así, también este relato, iniciado algunos años antes o en una época más propicia, habría podido adquirir una forma más fresca y alegre. Sin embargo, tal y como podrá constatar cualquier persona ya formada, esa planta se halla encerrada en sus propias limitaciones, rodeada por su estado individual al que no se puede añadir ni quitar nada, y yo quisiera que esta obra —engendro más de la necesidad que de la libre elección— pueda proporcionar algún placer a mis lectores y les sea útil. Este deseo lo expreso de forma tanto más encarecida en cuanto que me voy a despedir de ellos por un tiempo, pues en la época a la que ahora debería dar paso caen las flores, no todas las corolas generan fruto e incluso éste, allá donde se encuentre, es imperceptible, se hincha despacio y demora su madurez. ¡Cuántas frutas no caen incluso antes de madurar por culpa de algún azar, malográndonos el placer que ya creemos tener en la mano!

Al escribir este prólogo, Goethe todavía contaba con poder cubrir con los cinco libros de este tercer volumen todos los años que preceden a su partida a Weimar, momento que iba a constituir el final provisional de estas memorias. De ahí que se «despida» de sus lectores. Pero aun sin haber logrado cumplir este propósito, Goethe no reemprendería la redacción de Poesía y verdad hasta diecisiete años después. Y es que entre el momento narrativo en que se detiene el Libro XV y su nueva etapa en ebookelo.com - Página 8

Weimar, Goethe tiene que enfrentarse a uno de los puntos críticos de su existencia: su amor por Lili Schönemann, el más profundo y sincero que Goethe sintió nunca, aunque ciertamente no el mejor conocido. La huida a Weimar, ciudad que ya no abandonaría y en la que iniciaría una etapa crucial de su vida —si bien también una en la que, según dijo una vez, «dejó de pertenecerse a sí mismo»— es presentada como una consecuencia directa del compromiso roto con Lili, símbolo de la atadura a la provinciana Francfort y a un sistema de vida convencional, universo al que el ímpetu juvenil de Goethe se resiste. Hasta este momento, el Goethe anciano había sabido moderar poéticamente todas sus pequeñas crisis anteriores y plasmar, con una sonrisa condescendiente que el lector adivina a cada página, sus propias inquietudes juveniles. Sin embargo, esta crisis abismal que marcaría un punto de inflexión en su existencia le permite darse cuenta de que su armazón poético no siempre es capaz de dominar la verdad que imponen los hechos ni de mantener a raya la virulencia de la pasión y de la duda. El crecimiento de la planta-Goethe se detiene, su madurez se demora, y sus frutas caen antes de tiempo. Goethe se da cuenta de que el hilo de la vida no es un progresar continuo a caballo entre el macrocosmos histórico y el microcosmos personal, sino que también se compone de paradas y retrocesos, de vacilaciones y caminos equivocados. La evocación de la crisis de la verdad trae consigo una crisis de la poesía. El proyecto autobiográfico de Goethe se detiene, justo al borde del abismo. Los últimos cinco libros de Poesía y verdad no verán la luz hasta después de su muerte, en 1833, y, cuando lo hagan, traerán consigo la idea de lo demónico. Se ha discutido mucho sobre la interpretación de este misterioso concepto que será esencial en la etapa de vejez de Goethe. En cualquier caso, no hay duda de que su origen se halla mucho más próximo al término griego dáimon que a cualquier concepción judeo-cristiana del mal. Según nos lo describe él mismo en el Libro XX, lo demónico es ese ser dominador y arbitrario que atraviesa los límites, vulnera las categorías de tiempo y espacio y ama lo imposible. De naturaleza demónica fueron, según él, personalidades como Napoleón, Federico el Grande e incluso Cristo. Es un poder «contrario al orden moral» que, poderoso a fuerza de inexplicable, rompe esa estructura armonizadora por la que Goethe ha luchado durante toda su vida y que se manifiesta consecuentemente en la mayor parte de su autobiografía. Lo demónico es, por encima de todo, lo que escapa al cosmos del sentido. Cuando el anciano Goethe empieza a escribir la cuarta parte (Libros XV-XX) de Poesía y verdad, ha tenido que vérselas cruelmente con el sentido ausente: su único hijo August había muerto en Roma, mientras él, a sus ochenta y un años, seguía con vida. En una soledad definitiva y sumido en este espíritu de ruptura del orden natural, se propone finalizar el último tramo de sus memorias y aproximarse a su máxima, de resonancias kantianas, de que «lo absurdo, representado con buen gusto, suscita repulsión y admiración». Ciertamente, el último libro de Poesía y verdad, liberado en gran medida de la esclavitud al sentido, contiene algunos de los pasajes más bellos de ebookelo.com - Página 9

toda la obra. La analogía de la planta adquiere ímpetu y vida y pasa a transformarse en el carro del destino impulsado por los caballos del tiempo. El hombre ha perdido su pasividad vegetal para tomar las riendas de su existencia. Sin embargo, avanza desbocado y sin rumbo, y su única función posible consiste en evitar la caída. Con este espléndido final, Goethe parece haber renunciado definitivamente a todo clasicismo y, casi a regañadientes, haber abierto desde su propio aislamiento una puerta a la desorientación romántica que tanto odiaba. Y es que finalmente, ya a las puertas de su muerte, Goethe termina por aceptar los límites de la condición humana. Gracias a su inclusión tardía de lo demónico, Poesía y verdad adquiere un carácter universal: el caos está tan presente en ella como el cosmos del sentido, la vida como la obra, la reflexión como la poesía. Se trata de un documento vital elevado a la categoría de obra de arte sin renunciar por ello a su carácter documental. Por otra parte, en su propia concepción de lo autobiográfico, Goethe reúne y supera todas las tradiciones anteriores y marca la pauta para las tendencias futuras. No en vano Poesía y verdad ha sido considerada hasta hoy el paradigma clásico del género, aunque no deje de ser también el canto de cisne de una concepción armonizadora del universo que difícilmente encontrará ya cobijo en la autobiografía moderna, dominada por el absurdo demónico en la medida en que la mera sucesión de hechos o la subjetividad más radical se imponen con decisión por encima de todo sentido superior que trate de hacerlas congruentes. Rosa Sala

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Prólogo

Como prólogo al presente trabajo, que tal vez requiera de él más que ningún otro, valga la carta de un amigo[1] que me ha incitado a emprender una empresa de esta índole, siempre merecedora de una reflexión previa. Tenemos reunidas ya, mi querido amigo, las doce partes de su obra poética[2] y, al leerlas, encontramos algunas cosas conocidas y otras que no lo son, mientras que algunas olvidadas recobran frescura a través de esta recopilación. Resulta inevitable contemplar como un todo esto...


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