La épica. El Cantar de Mio Cid completo PDF

Title La épica. El Cantar de Mio Cid completo
Author Andrea García Blanco
Course Literatura Española Medieval
Institution Universidade da Coruña
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15/10/2017

Literatura española medieval La épica. El Cantar de Mio Cid (I)

Cleofé Tato

La poesía épica. Los cantares de gesta Cuestiones generales 1. ¿Qué entendemos por épica? 1.1. Los juglares y la épica 2. El problema de los orígenes de la épica: monogénesis (origen germánico, árabe, francés) o poligénesis 2.1. Momento en que se origina la épica española (época de la independencia de Castilla) 3. Los cantares de gesta: obras perdidas y obras conservadas 3.1. Escasez de textos conservados (solo tres: CMC, Mocedades de Rodrigo y el fragmento de Roncesvalles). 3.2. Textos reconstruidos a través de las crónicas (Cantar de los Siete Infantes de Lara, Cantar de Sancho II). 3.3. Textos perdidos (Mainete, Bernardo del Carpio, Romanz del Infant García, Cantar de Fernán González…)

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La poesía épica. Los cantares de gesta 4. Los distintos ciclos épicos 4.1. Cantares del ciclo de los Condes de Castilla 4.2. Cantares del ciclo carolingio 4.3. Cantares del ciclo cidiano 5. Características de la épica española: -pocos textos conservados (se han perdido cantares); -pervivencia cronológica de la épica (en crónicas, romances, teatro… se desarrollan temas épicos); -realismo; -presencia de la mujer; -empleo de fórmulas orales; -métrica irregular.

¿Qué es la épica?: un relato épico medieval en tela

Musée de la Tapisserie de Bayeux. Normandie (Francia). La tela mide 70,4 m. de largo x 0,50 de ancho

Conocido como Tapiz de la reina Matilde o de Bayeux, es la obra textil más importante de la Edad Media (y ello a pesar de que está incompleta). A través de imágenes, en las que se incluyen breves textos latinos, se narra la conquista de Inglaterra que en 1066 llevan a cabo las tropas normandas del duque Guillermo, el cual se llamaría por esta hazaña Guillermo "el conquistador".

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El Tapiz de Bayeux Es una obra de arte, no literaria, que contiene muchos elementos característicos de la épica, un fenómeno que no solo se refleja en la literatura; entre esos elementos destaca la guerra (y todo lo que conlleva), el valor de los caballeros, el honor… Aquí vemos a la caballería normanda atacando al ejército inglés.

Una animación del tapiz en https://www.youtube.com/watch?v=GS5oeWMPd8A

Los juglares

Los juglares eran profesionales de la interpretación: se ganaban la vida yendo de un lugar a otro con su espectáculo, que llevaban a cabo en los palacios de reyes y nobles o en las plazas públicas de villas y ciudades. Cantaban, tocaban instrumentos, algunos incluso hacían juegos malabares, con animales… La épica corría a cargo de un tipo especial de estos profesionales: los juglares épicos, que debían contar con una capacidad memorística notable. Y es que hemos de pensar que en su repertorio incluirían varios cantares de gesta, lo cual implicaba la memorización de textos de cierta extensión (miles de versos); se ayudaban, para ello, de fórmulas orales o incluso, cuando sabían leer (muchos no podían hacerlo), de textos escritos. Al recitar o cantar las gestas intervenían en el texto y lo modificaban, por descuido o intencionadamente (suprimían pasajes que no interesaban al público o alargaban otros que veían sí suscitaban su atención), de manera que los cantares de gestas, en su gran mayoría, eran textos tradicionales. Sin embargo, el Cantar de Mio Cid que hoy conocemos es, como veremos, obra de un autor culto.

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Los juglares Códice del Debate de Elena y María, del s. XIV (Biblioteca de la Fundación Casa de Alba). No es propiamente un manuscrito de juglar, aunque sus dimensiones (6.5 cm. de ancho por 5.5 de alto) permitirían que un juglar ambulante lo transportase en su zurrón y repasase el texto. El manuscrito de juglar era aún más pequeño que el de la imagen: el intérprete lo ponía en la palma de su mano y lo utilizaba, a modo de “chuleta”, para recordar el texto. El códice del Cantar de Mio Cid (en adelante CMC) que ha sobrevivido nos llega en un códice en cuarto (mide aproximadamente 198 x 150 mm.), mucho mayor, por tanto, que el manuscrito de juglar; ahora bien, el texto conoció, sin duda, una difusión juglaresca, como evidencia el colofón añadido, por una mano distinta a la que copia el texto de la obra, al final del tercer cantar.

Los juglares

E el romanz es leído, datnos del vino; si non tenedes dineros, echad allá unos peños, que bien nos lo darán sobr’ellos Estos son los versos añadidos al final del manuscrito: tras la ejecución oral (es leído) del cantar (aquí llamado romanz, posiblemente debido a su carácter de texto narrativo), el juglar, que se ganaba la vida como intérprete, pedía vino, dinero o peños (prendas que podía cambiar por vino: bien nos lo darán sobr’ellos).

Lo cierto es que, aun cuando el CMC que conocemos es obra de un autor culto e individual, era difundido por los juglares. Por otra parte, su autor debió de apoyarse en la épica oral que circulaba de modo tradicional (algo que se percibe, por ejemplo, en las fórmulas orales). Puede, además, postularse la existencia de otros cantares de gesta perdidos sobre el Cid distintos al conservado; Alan Deyermond da como segura la pérdida de otros dos y señala como posible la existencia de varios más (La lieratura perdida de la Edad Media castellana: Catálogo y estudio. I Épica y romances, Salamanca, U. de Salamanca, 1995, pp. 82-92).

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Los orígenes de la épica Menéndez Pidal conectaba el origen de la épica peninsular con los visigodos, en particular recordaba una vieja costumbre existente entre los antiguos pueblos germánicos: antes de las batallas, entonaban cantos en verso sobre las hazañas de los antepasados. A su juicio, ese fue el germen de los cantares de gesta europeos y en España habría dado pie a algunos cantares de los que no conservamos ni un solo verso; esos cantares habrían permanecido en estado latente largo tiempo y, avanzada ya la Edad Media, los juglares comenzarían a cantarlos en las plazas, hasta que luego fueron recogidos por escrito. Sin embargo, no hay prueba ni indicio que permita avalar la existencia de un cantar de gesta sobre la etapa visigoda: tan solo es posible entrever la existencia de alguna tradición legendaria sobre la figura de don Rodrigo, que se remonta ya a la época de la invasión árabe. Como sucede con los cantos épicos, la leyenda de Rodrigo habría surgido a partir de un hecho histórico y de ella parecen hacerse eco las crónicas. El suceso histórico nos lleva a la pérdida de los dominios del último rey godo, don Rodrigo, que lo fue entre 710 y 711; su ascenso al trono se produjo de modo violento, pues los visigodos estaban enfrentados, al borde de la guerra civil. Don Rodrigo hubo de contender con los partidarios de los hijos de Witiza por la corona, quienes, con la pretensión de acabar con aquel, solicitaron ayuda a los árabes. Existe un ciclo de romances sobre don Rodrigo, pero pueden ponerse en relación con la Crónica Sarracina de Pedro del Corral, de fines del s. XV.

Los orígenes de la épica Se han postulado otros orígenes para la épica española: habría nacido por influencia francesa (hay muchos más textos épicos en esta literatura y, además, los conservados son más antiguos que los nuestros) o árabe. Lo cierto es que todos esos elementos han pesado en la épica española: por ejemplo, la influencia francesa se percibe en el hecho de que las hazañas de un héroe extranjero como Roldán también fueron de interés en España; algunos aspectos denotan también el influlo árabe (el Cid recibe este apelativo porque así era conocido entre los árabes). Ahora bien, lo que hoy se defiende es que la épica, que es un tipo de literatura común a muchos pueblos, ha debido nacer en un determinado momento, cuando el contexto era propicio: es decir, no hemos de pensar en un origen inicial del que se desprenden las demás manifestaciones épicas (monogénesis), sino en una poligénesis. Para la Península Ibérica, el estudio de las muestras conservadas, apunta al momento de la independencia de Castilla (hacia el año 1000): sería entonces cuando habrían nacido los primeros cantares. Otras cuestiones que se tienen en cuenta al tratar de la cuestión de la formación de los cantares son la relación épica-romance, ya estudiada, o el posible origen oral de toda la épica. Y es que, a comienzos del s. XX, dos investigadores estadounidenses descubrieron en la antigua Yugoslavia cantos épicos recitados por intérpretes que eran capaces de crearlos oralmente mediante fórmulas orales en el mismo momento de la recitación; sin embargo, estudios posteriores demostraron que el formulismo del CMC no es idéntico al de aquellos textos.

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Las guerras y las hazañas

La Reconquista es un elemento que marca la vida en la España medieval: la guerra tiene un importante peso y da pie para que los guerreros exhiban su capacidad y su valentía. Veremos que el Cid del CMC es, en este sentido, un hombre ejemplar: expulsado de Castilla por el rey Alfonso VI, se dedica a combatir a los árabes (no se rebela contra el monarca).

La materia épica en la literatura española medieval -Cantares de gesta: son narraciones heroicas en verso que se difundían oralmente, presumiblemente cantadas por los juglares. Así sonarían las primeras tiradas del texto del Cantar de Mio Cid: https://www.youtube.com/watch?v=XmS_3MCJhQM; puede escucharse la tercera tirada en https://vimeo.com/97104148. . -Romancero: posiblemente este tipo de composiciones tuvo su origen precisamente en la épica; de los largos cantares se habrían desprendido breves fragmentos que interesaban al público. -Crónicas: los cronistas, en un momento dado, quieren hablar de la historia de España, pero no solo sobre los reyes, la alta nobleza y la iglesia (los únicos ámbitos que interesaban en la historiografía escrita en latín), sino de hombres como el Cid, un infanzón (de la baja nobleza) que destacó por su valentía como guerrero. Con Alfonso X, cuando se desarrolla la historiografía en castellano (s. XIII), empezaron a prosificarse, por ello, cantares de gesta (en los que sí se hablaba del Cid), si bien en el taller alfonsí se ofrecían síntesis del contenido de las gestas. Las prosificaciones de los cronistas post-alfonsíes se hicieron, a veces, de modo más rudimentario: se copiaban a renglón seguido versos completos de los cantares; fue Menéndez Pidal quien, al estudiar las crónicas medievales, reconstruyó algunos fragmentos de cantares perdidos incluidos en ellas.

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La épica española y los estudios de Ramón Menéndez Pidal

Para la figura y obra de Ramón Menéndez Pidal véase http://www.fundacionramonmenendez pidal.org/

La Filología como disciplina científica nace en España con Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), quien, en lo que toca a épica y romances, ofreció importantes aportaciones y despertó un gran interés por la figura del Cid. En 1892, la RAE convocó un concurso sobre Gramática y Vocabulario del Poema de Mio Cid, al que decide presentarse el entonces joven doctor Menéndez Pidal (imagen de la izquierda). El fallo no se hizo público hasta 1895, pero ya se sabía que el premio lo había obtenido él, que derrotó al escritor Miguel de Unamuno, su contrincante. Pidal publicó una edición en 1898, aunque antes ofreció otras importantes contribuciones para el estudio de la épica. Por esa época, quizás, o poco después debió de escribir Manuel Machado su poema “Castilla” a partir de la lectura de la obra. Eduardo Marquina, para algunos representante también del Modernismo, estrenó también en 1908 Las hijas del Cid, teatro en verso; hacia ese momento, el músico español Manuel Manrique de Lara, que colaboraba estrechamente con Menéndez Pidal en la recolección de romances, preparó la ópera Rodrigo de Vivar, de la que se estrenan en Madrid en 1906 algunos números del segundo acto.

La materia épica en la literatura y en el arte 1. Épica e historia 2. A propósito de los ciclos épicos 2.1. Ciclo de los condes de Castilla 2.1.1. Siete Infantes de Salas o Lara 2.1.2. Fernán González 2.2. Ciclo carolingio 2.2.1. Roncesvalles 2.2.2. Mainete 2.2.3. Bernardo del Carpio 2.3. Ciclo del Cid 2.3.1. Cantar de Mio Cid 2.3.2. Mocedades de Rodrigo 3. Notas sobre el Cid histórico

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La poesía épica. Los cantares de gesta Suceso histórico

Leyenda

Cantar de gesta

La épica debió de nacer en un momento histórico en que se sintió la necesidad de dar noticia de las hazañas de algunos personajes del momento que luchaban con valentía y riesgo, salvando grandes obstáculos y dificultades al tiempo que con su actitud y comportamiento heroico acrecentaban su fama y honor. La historia, entonces escrita en latín, atendía a las figuras de los reyes y de los clérigos que ostentaban importantes responsabilidades en la Iglesia, de modo que no se decía mucho ni del Cid ni de otros guerreros semejantes. La gente, sin embargo, quiere saber de ellos y, así, surge la épica, casi, por tanto, como un sucedáneo de la historia. Ahora bien, no ha de confundirse épica e historia: los cantares son textos literarios y, por tanto, obras de ficción; nunca deben valorarse atendiendo a su fidelidad a la historia. En el CMC, por ejemplo, hay elementos ficticios, pero incluso cuando se hace referencia a personajes o sucesos reales no se sigue fielmente la verdad histórica. Vídeo sobre la transmisión de los cantares de gesta: https://www.youtube.com/watch?v=XmS_3MCJhQM

Ciclo de los condes de Castilla: Los siete infantes de Lara

En el monasterio de San Millán de Suso (Logroño), en el atrio, están, entre otras, las tumbas de los siete infantes de Lara (o de Salas) y su preceptor, don Nuño.

Menéndez Pidal reconstruyó algunos fragmentos de un perdido Cantar de los siete Infantes de Lara o de Salas a partir de las crónicas; es posible que hacia el año 1000 se cantase una gesta, hoy perdida, sobre ellos (se discute, no obstante, su antigüedad). De ese perdido cantar provendrían los romances; se centran en el enfrentamiento y las rencillas habidas en el seno de la familia de Gonzalo Gustioz, que conllevan la muerte a traición de sus siete hijos, los infantes, en la guerra contra los árabes. Tienen gran protagonismo la madre de los infantes, doña Sancha, y su tía, doña Lambra, casada con el Rodrigo Velázquez, así como el bastardo Mudarra, nacido durante la prisión de Gonzalo Gustioz en Córdoba.

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Ciclo de los condes de Castilla: Cantar de Fernán González

Ruinas del monasterio de San Pedro de Arlanza, en donde se localiza al autor del Poema de Fernán González, escrito en cuaderna vía (Burgos)

Existió un perdido cantar que contaba la gesta del conde castellano Fernán González (923-970), a quien se le atribuye el mérito de independizar Castilla del reino de León. De la desaparecida gesta se sirvió el anónimo autor del Poema de Fernán González, obra culta del mester de clerecía, y también en aquella se basaron las crónicas y los romances.

Fernán González A la derecha, retrato del conde. Obra de fray Juan Rizzi durante su estancia en San Millán (mediados del s. XVII). A la izquierda, la teja de Villamartín de Sotoscueva La teja arábiga de Villamartín de Sotoscueva, que es una población ubicada al norte de Burgos, apareció de forma accidental con motivo de unas obras de mantenimiento en una casa que es posible fuera con anterioridad la de un ermitaño. El edificio se encontraba junto a la ermita románica de Santa Marina, que se menciona en el Poema de Fernán González y en la misma teja. Fue hallada en un hueco del suelo de la cocina, tapada por una losa. El texto escrito en la teja es muy importante para la historia de la literatura: da testimonio de la difusión de esta obra épica, ya que sobre ella se han escrito cuatro estrofas (las 180, 106, 107, 108) del Poema de Fernán González. La teja fue grabada y cocida en el siglo XIV y es anterior a la única copia del códice de ese poema, custodiado en la Biblioteca del Real Monasterio de El Escorial.

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Ciclo carolingio En este ciclo se incluyen tradicionalmente varios textos que tratan de Carlomagno y de Roldán. Así, sabemos de un cantar perdido, Mainete, que se centraba en la juventud de Carlomagno, una figura que interesó mucho en la Edad Media (además de ser uno de los personajes de este cantar, fue objeto de atención en los romances y en la prosa de ficción del s. XIV). Pero, sin duda, el héroe épico por excelencia de la literatura europea medieval fue Roldán, sobre quien conservamos un cantar de gesta francés (la Chanson de Roland), que dio lugar a traducciones, adaptaciones y continuaciones en diversas lenguas ya en la misma Edad Media (provenzal, alemán, islandés, danés, navarro, italiano). Así, pues, la epopeya medieval más famosa fue la que cantaba las hazañas de Roldán, un personaje que también se representa en el arte medieval: hay esculturas, vidrieras, imágenes de libros, mosaicos… En España existió un Cantar de Roncesvalles del que hoy solo se conservan 100 versos debidos a un copista navarro de fines del XIII o principios del XIV; allí se nos cuenta cómo Carlomagno encuentra el cadáver de Roldán en el campo de batalla. Es un fragmento de un texto más amplio que ha sobrevivido por casualidad: se trata de dos folios escritos en pergamino, descubiertos a principios del s. XX en el Archivo de Navarra en medio de otro libro; debieron de servir como cartera o bolsa, utilidad de la que nos informan las puntadas con que fueron cosidos. Además de los 100 vv. del Roncesvalles y de los romances, hay otras pruebas que evidencian el interés en la Península Ibérica por las hazañas de Roldán, entre las cuales cabe destacar una nota en latín del s. XI, un cantar lírico del s. XII, o uno de los libros incluidos en el Códice Calixtino.

Pelea de Roldán con Ferragut Ferragut

Roldán

Combate entre Roldán (a la derecha) y Ferragut (a la izquierda) en un capitel del s. XII localizado en Estella (Navarra)

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Otras imágenes de Roldán

Vidriera del s. XIII de la Catedral de Chartres (Francia): arriba Roldán rompiendo su espada

Puerta de la Catedral de Verona, 1139: Roldán con una espada con la inscripción “Durindarda”

Otras imágenes medievales de Roldán

Batalla de Roncesvalles (778). Muerte de Roldán, en las Grandes Crónicas de Francia, ilustradas por Jean Fouquet, Tours, hacia 14551460, BNF.

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¿Roldán tocando el cuerno?

Capitel de una de las capillas de la catedral de Santiago que, posiblemente, tan solo represente una escena de caza, pero que Fermín BouzaBrey, historiador gallego, asoció a Roldán

Manuscrito del Roncesvalles

Al haber utilizado el pergamino como bolsa, el exterior de los folios conservados está en peores condiciones que el interior, pues el desgaste fue mayor.

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Interés por Roldán: una nota emilianense del s. XI NOTA EMILIANENSE SOBRE MATERIA ÉPICA (1054-1076) En el año de la era 816 [778 de nuestra era] vino el rey Carlos a Zaragoza. En aquellos días tenía doce sobrinos, cada uno de los cuales tenía tres mil caballeros con sus lorigas. Los nombres de éstos: Rodlane, Bertlane, Oggero spata curta [espada corta], Ghigelmo alcorbitanas [de la nariz curva], Olibero y el obispo don Torpín. Y cada uno de ellos servía al rey un mes con los de su séquito. Ocurrió que el rey con su hueste se detuvo en Zaragoza; después de algún tiempo los suyos le aconsejaron que aceptara muchos presentes para que el ejército no pereciera de hambre y se volviera a su país. Lo que se hizo. Luego plugo al rey, para la salvación de los hombres de su ejército, que Rodlane, guerrero fuerte, viniera con los suyos detrás. Cuando el ejército atravesaba el puerto de Sícera, en Rozaballes, Rodlane fue muerto por las gentes ...


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