La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes PDF

Title La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes
Author Mex GL
Course Filosofía I
Institution Universidad Nacional Autónoma de México
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Resumen del capítulo 3 del libro...


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Filosofía en América Latina I Primer Ensayo Mextly Fernanda Gómez López En este trabajo mi reflexión se basará en el texto de León Portilla “La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes”, capítulo 3, pág. 129 – 153. Donde voy a hacer énfasis en 3 temas que me parecieron fundamentales, tanto por lo leído, como por lo discutido en la clase. Estos temas son el origen y naturaleza de Ometeótl, como el supremo principio dual, el origen y el mantenimiento del cosmos, concluyendo con el origen del hombre y el significado o sentido de su existencia. Las ideas especiales de León Portilla abundan sobre la divinidad y su papel entre los nahuas. La abstracción y especulación sobre la divinidad vendrá de los toltecas. Por parte de estas mismas fuentes, se habla sobre el principio dual de supremacía, que fue objeto de su apasionada especulación y problematización de los tlamatinime. Dentro del texto aparece el dios de la doble contradicción y la naturaleza dinámica, un principio generador-receptor activo puede aceptar todo lo que existe en el universo. Debido al universo ininterrumpido, es dueño de todo lo que existe. León-Portilla extrajo de las fuentes citadas anteriormente los nombres relacionados con los diversos aspectos de este principio que actúa en el universo. Ometéotl es: Ometecuhtli, Omecíhuatl, señor y señora de la Dualidad; Tonacatecuhtli, Tonacacíhuatl, señor y señora de nuestra carne; In Tonan, in Tota, Huehuetéotl, nuestra madre, nuestro padre, el dios viejo. Otros títulos dados por los tlamatinime tendrían la finalidad de expresar las relaciones del señor de la dualidad con todo lo que existe en la tierra, tlactícpac: Yohualliehécatl, invisible e impalpable, noche-viento; In Tloque in Nahuaque, el dueño del cerca y del junto. Portilla afirma que el origen metafísico de este principio, nadie lo inventó ni le dio forma; existe en cualquier momento y lugar, porque solo puede vislumbrar una acción misteriosa a través de flores y cantos, se imaginaba y seguía imaginándose a sí mismo, como un agente (Señor dual) es también la paciencia (Señora dual), el

sujeto y el objeto, basado en la relación dinámica siempre cambiante, la relación correcta se puede establecer en todos los órdenes. Para León-Portilla la formulación del concepto Moyocoyani fue el clímax supremo del pensamiento filosófico náhuatl, suficiente para merecerles a sus creadores el título de filósofos. El pensamiento de los sabios, anclado en la dualidad de Ometéotl, habría generado necesariamente el difrasismo en su lengua, mismo que consiste en la enunciación de dos aspectos principales de una cosa cuando se desea describirla. Sería ésta una de las resonancias de la concepción dualista y ambivalente de la divinidad suprema. Para León-Portilla, los hijos de Ometéotl son sus primeros desdoblamientos. Al tiempo de la creación, cuando aún era de noche la faz nocturna de Ometéotl, Tezcatlipoca, se habría desdoblado en las cuatro fuerzas cósmicas fundamentales. Se podría decir entonces que los dioses van cambiando su naturaleza, ya no son entidades independientes de los principios de generación que les dieron vida. Miguel León-Portilla deja claro que, para él, el pensamiento popular cayó en el politeísmo y la mayoría de las opciones (pensamiento de élite) provenían del monoteísmo refinado. En sus ejercicios explicativos, le dio a Ometéotl la cualidad para desdoblarse en cuatro fuerzas diferentes, que combatieron entre sí, lo que resultó en la evolución del universo en las cuatro edades cósmicas antes de la aparición del quinto sol. La deidad confecciona el mundo y escribe un argumento que dicta su desarrollo. En su carácter histriónico, interpreta el papel protagónico y los roles secundarios de los personajes que él mismo ha creado. A través de sus "conceptos teológicos", los tlamatinime intentan aprisionar la conciencia más profunda de manera metafórica, que la creación eterna proviene de Dios. El pensamiento teológico del náhuatl no será abstraído, sino con un impulso importante que lleva a la intuición poética: flores y cantos, que son las únicas cosas que hacen que la gente diga “lo real en la tierra”. En esta parte se hablará de una parte del origen del cosmos y su mantenimiento. La creación del Quinto Sol acontece en Teotihuacán. Ahí, el dios paria Nanahuatzin, en competencia con el arrogante Tecuciztécatl, se arroja a la

hoguera y se convierte en el Sol. Cuando éste aparece en el horizonte no se mueve. Entonces nace la pregunta ¿cómo viviremos?, para darle fuerza se sacrifican y le ofrecen su sangre. Con esto sopla el viento, el astro se mueve y sigue su camino. El Quinto Sol representaría el movimiento. Los dioses o fuerzas cósmicas vuelven a alcanzar cierta armonía. Nanahuatzin es para León-Portilla la raíz oculta del misticismo azteca. Por el sacrificio existe el Sol y la vida, sólo por el sacrificio podrán conservarse. La historia del cosmos es un combate que se desarrolla en cada uno de los Soles desde los cuatro rumbos del mundo y por medio de una oposición de elementos, tal habría sido la historia del cosmos vista por los nahuas. Éste sería el meollo del asunto. Para encontrar el pensamiento filosófico náhuatl León-Portilla precisa hacer a un lado lo puramente mitológico para develar lo que llama categorías cosmológicas nahuas implicadas en la narración

de

los

Soles,

su

andamiaje

racional:

necesidad

lógica

de

fundamentación universal, temporalización del mundo en edades o ciclos, idea de elementos primordiales, espacialización del Universo por rumbos o cuadrantes y concepto de la lucha como molde para pensar el acaecer cósmico. Y al final, solo después de la muerte de los dioses se podrá realizar la armonía entre la fuerza cósmica y el movimiento del sol. El movimiento del sol solo se puede lograr otorgando a cada uno de los cuatro principios básicos, cada una de las cuatro direcciones, un dominio determinado y un tiempo de descanso. Luego están los años en las direcciones este, norte, oeste y sur. A medida que el tiempo se espacializa, aparece el movimiento porque el año y el sol miran hacia una de las cuatro direcciones del universo. Con la llegada del quinto sol, los hijos dioses de Ometéotl, el principio del universo que vive en él, aceptarán la división de su tiempo dominante y los dirigirán a cada una de las cuatro direcciones del universo. Nuestra edad, por tanto, sería la de los años espacializados: la edad de la luz, o la edad del difunto, la edad de la casa del sol, o la edad del área azul a la izquierda del sol, es todo proceso es para hacerte en todos los mortales lo siento en mi vida.

En un siglo náhuatl de 52 años, cada uno de los 4 rumbos, teñía con su influjo trece años. E igualmente dentro de cada año los días del Tonalámatl divididos en series de cinco "semanas", de trece días cada un formaban precisamente 4 grupos, en cada uno de los cuales se incluía el signo que lo refería a uno de los 4 rumbos cardinales, no sólo en cada uno de los años, sino también en todos y cada uno de los días, existía la influencia y predominio de alguno de los cuatro rumbos del espacio, esto es una parte interesante en donde se representan al espacio y el tiempo, uniéndose y compenetrándose, así hicieron posible la armonía de los dioses (las cuatro fuerzas) y con esto, el movimiento del Sol y la vida. Los cuales eran para los nahuas el resultado de esa armonía cósmica lograda por la orientación espacial de los años y los días, por la espacialización del tiempo, mientras en cada siglo haya cuatro grupos de trece años dominados por el influjo de uno de los rumbos del espacio, el quinto Sol seguirá existiendo, entonces seguirá moviéndose. León-Portilla insiste en que el comportamiento humano y los fenómenos naturales del pueblo nava se han hundido, y están llenos de lugares y oportunidades para su desarrollo. Cada "momento" determina su existencia. Tonalámatl construye un mundo similar a la decoración de fondo, en el que máquinas incansables mueven varios filtros de varios colores, estos filtros reflectantes siguen indefinidamente y superponen los reflejos que se reflejan entre sí, Y este cambio no será considerado como un desdoblamiento más o menos en la duración, pero una mutación repentina y completa. Las leyes del mundo son fundamentalmente diferentes, la alternancia de varias cualidades que aparecen alternativamente, que dominan, desaparecen y aparecen para siempre. Según el Tonalámatl, los influjos se van sucediendo sin cesar. Sin embargo, el destino final del Quinto Sol es destruir la armonía alcanzada. Para evitar esto, los nahuas diseñarán dos caminos completamente diferentes. El primero de ellos fue el

misticismo

imperialista,

denominado

por

León

Portilla

como

visión

huitzilopóchtlica del mundo. Para evitar el eventual colapso, es necesario fortalecer el sol y llenarlo de energía vital contenida en el preciado líquido de

vitalidad. El sacrificio y las guerras floridas son el eje de sus vidas a nivel personal, social y militar. El segundo camino tiene que ver con el concepto de la metafísica. Desde el tiempo de los toltecas, pensadores profundos habrían enfrentado en "numerosos poemas" la idea de la destrucción espacio-temporal del universo con especulaciones e hipótesis acerca de la divinidad y la supervivencia más allá de este mundo. Entre ellos, las dudas sobre las creencias religiosas, la divinidad, la supervivencia y el destino humano se expresarán públicamente de manera clara y razonable, independientemente de su mitología y tradición, podríamos decir que esto terminó por constituirse en lo más elevado de lo que León Portilla nos presenta en este texto como el pensamiento filosófico náhuatl. Pasando ya al origen del hombre y su existencia, León Portilla intentó probar la visión de los Tlamatinime sobre el hombre: la realidad (objeto) de la existencia, su origen, composición y capacidades, y el destino después de la muerte son cuestiones. La explicación del origen de la humanidad tiene dos niveles: religión mitológica y filosófica lo que decía León Portilla. Con este fin, proporcionó dos narrativas sobre el origen de la primera generación de la humanidad. La primera está basada en dos de los mitos más conocidos que hablan acerca de la creación de los primeros seres humanos. Uno de ellos lo explicamos ya con Ometéotl. La segunda de las narraciones, de la que ofrece también dos versiones, indica que el origen de la pareja hecha por Oxomoco y Cipactónal, estaría en una flecha lanzada por el Sol en Acolman. Del hoyo que hizo la flecha habría salido un hombre (que tenía cuerpo de los sobacos para arriba) y una mujer completa. El hombre habría podido engendrar por medio de un beso estrecho con la mujer, según indica la segunda versión. Ambas narraciones, en sus diferentes versiones, apuntan a un origen divino. Portilla de este modo nos dice que la racionalización del mito que lleva a un pensamiento filosófico estricto sobre él hombre, comenzará aquí. Por decirlo de otra manera, el mito sería el origen del pensamiento filosófico de la existencia del hombre. Con respecto a los tlamatinime, se plantean varios problemas relacionados con la verdad o fundamentación del hombre, su conceptualización, su querer, su albedrío

y su destino. El primer problema se habría resuelto parcialmente, a través de la conceptualización de su origen en Ometéotl. Su fundamentación temporal, constitución o esencia como ser humano habría sido resuelta con el difrasismo rostro, corazón, in ixtli, inyóllotl. Sobre la libertad del hombre o su destino fatal, los tlamatinime habrían formulado respuestas en los planos mágico-religioso y filosófico. En el primero, el destino del hombre era predecible en función de los Tonalámatl o libros adivinatorios. Dentro de la lógica del Tonalámatl, los padres, en colaboración con el sacerdote podían intervenir en el destino que se le había trazado al recién nacido. Más allá de esta posibilidad mágico-religiosa, el autor sostiene que los nahuas contemplaban la posibilidad de modificar su propio destino a través de un cierto control personal resultado de llamarse a sí mismo en el interior de la conciencia. Poseían por tanto dos posibilidades de alterar su destino, basados en dos planos diametralmente opuestos, la modificación del destino del día que se nace, atenuándolo o neutralizándolo con la elección de una fecha favorable para el bautismo. Y, por otra parte, tomando ya la resultante del sino (tonalli) de cada hombre, reconocían que con su querer y el amonestarse a sí mismo (mo-notza) podría éste lograr que le fuera bien en la vida, del mismo modo que podría perderse, aun a pesar de haber nacido en un día propicio León Portilla habló de la concepción suprema de los tlamatinime que creían relacionados con el libre albedrío de los humanos. Al "humanizar la voluntad humana", la Nava implica la posibilidad de aceptar la agencia que influye en las personas a través de la educación. Con la formación de su rostro y su corazón, puede dar sentido a la vida y enseñar a las personas a protegerse y controlarse. Sin embargo, el autor no deja de advertir el surgimiento de un problema mayúsculo característico de quien admite la existencia de un principio supremo, origen y fundamento universal. Este problema se constituiría como la versión filosófica náhuatl del viejo tema de las relaciones del hombre que se juzga libre, con la divinidad que todo lo gobierna. Y, por ende, aquí la pregunta que surge es ¿actúa libremente el hombre a los ojos de Ometéotl? Porque al parecer no es de este modo. La divinidad inventora de todo cuanto existe hace por sí lo que quiere.

El móvil de su acción en la tierra, sería simplemente divertirse, en lo más elevado del pensamiento náhuatl se concebía que la razón última por la cual la generaciónconcepción de Ometéotl se difundía fuera de sí misma, dando lugar a una creación era el deseo de Dios de "divertirse" o complacerse con el espectáculo de los seres transitorios pobladores de tlaltícpac (la superficie de la tierra). Y ahora nos dirigimos a lo último en la vida del hombre, su muerte. El destino del hombre dependerá del tipo de muerte que sufra y es producto de la voluntad de los dioses, no de sus acciones morales o éticas en la tierra. Los que murieron naturalmente fueron a Mictlan o al lugar de los muertos. Según la arquitectura del universo náhuatl, había nueve planos esparcidos bajo tierra y hacia el norte donde estaban los muertos. En el plano filosófico, las respuestas al problema de la muerte y del destino final del hombre se habrían dado con un cariz estrictamente racional. Cada vez que se lee el texto se entienden muchas cosas más al respecto, este es solo un pequeño resumen de lo que me pareció interesante de la obra de León Portilla, el estudio “del mito” va más allá de solo una breve argumentación histórica, ya que se le da el sentido y significado que tenían los indígenas al respecto. De algún modo te transporta a ellos, pero me atrevo a decir que no llegaremos a comprenderlo por completo.

Bibliografía: Miguel León-Portilla, “La filosofía náhuatl estudiada en sus fuentes (1956)”, México, UNAM, 2001, 9a ed....


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