La industrialización en varios países europeos PDF

Title La industrialización en varios países europeos
Author celia diaz
Course Contabilidad de Costes
Institution Universidad de Oviedo
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La industrialización en varios países europeos El siglo XIX quedó marcado por dos fenómenos tan importantes como generales: la difusión de la industrialización y el crecimiento de los intercambios; ambos estrechamente relacionados. El proceso de industrialización puede considerarse para este período mayoritariamente europeo, pero el fenómeno pronto desbordaría este ámbito, extendiéndose a Ultramar, con dos casos tan diferentes como relevantes -Estados Unidos y Japón-, países que llegarían a ser potencias industriales líderes. Bélgica. El país que a partir de 1830 se convirtió en Reino de Bélgica (de 1795 a 1814 había estado incorporado a Francia, y de 1814 a 1830 a los Países Bajos) fue la primera región europea en adoptar el modelo de industrialización británico. Varias causas explican que se industrializara con prontitud: 1- Su proximidad a Gran Bretaña y el consiguiente trasvase de información y tecnología. 2- La larga tradición industrial de la región (Flandes fue un importante centro de manufactura textil desde la Edad Media). 3La disponibilidad de buenos y abundantes recursos naturales (buenos yacimientos de carbón, hierro, plomo y zinc), lo que le permitió desarrollar la siderurgia, pero también la metalurgia de plomo y zinc, metales con una demanda creciente; fueron, prácticamente, los creadores de la moderna industria del zinc, y belgas fueron los impulsores de la industria asturiana del zinc. 4- Por su situación, tradición y relaciones, Bélgica fue receptora de importantes contribuciones de tecnología, empresariado y capitales, siendo el paradigma de ello el inglés William Cockerill, que fundó una gran empresa siderúrgica que llegó a nuestros días. Del arraigo de la tecnología en Bélgica es buena muestra que en el siglo XVIII ya funcionaban en el país numerosas bombas de vapor. Más tarde, y vinculada a la fábrica de artillería de Lieja, se formó una prestigiosa escuela de ingenieros, donde se formarían técnicos de diversos países europeos que habrían de impulsar los procesos industriales. Hacia 1840 Bélgica era el país más industrializado de Europa continental, y aunque a lo largo del siglo fue superada por otras naciones, mantuvo su liderazgo en términos relativos (en 1914 era el país de mayor producción industrial per cápita, después de Gran Bretaña). Carbón, acero, plomo, zinc, textil, industria química (la fabricación de sosa por el procedimiento Solvay fue una revolución en el sector), ingeniería y construcción de tranvías y trenes eléctricos, fueron sus puntos fuertes. Francia. El modelo de crecimiento industrial francés ha sido considerado anómalo, y varias circunstancias así parecen confirmarlo. En primer lugar, mientras Gran Bretaña avanzaba en su revolución industrial, Francia se debatía en una revolución social y en una serie de guerras que la llevarían por un camino muy distinto. En segundo lugar, el crecimiento demográfico francés fue muy bajo a lo largo de todo el siglo XIX, condicionado por bajas tasas de natalidad. Tampoco experimentó Francia una revolución agrícola, y sólo en la segunda mitad del siglo se produjo un incremento de la producción y productividad significativo. Finalmente, Francia no disponía de un subsuelo rico en carbón, viéndose obligada a importar un tercio de su consumo (para compensar esa escasez, Francia desarrollo la energía hidráulica: hacia 1860 las cascadas y saltos de agua le proporcionaban el doble de potencia que las máquinas de vapor). Las circunstancias citadas -revolución social con su secuela de consolidación de pequeños y medianos propietarios, bajo crecimiento demográfico, retraso agrario, limitaciones de carbón- contribuirían a formar una estructura empresarial caracterizada por firmas de pequeño tamaño y dispersas geográficamente. Por otra parte, la baja densidad de población determinó un lento crecimiento urbano y un reducido tamaño del mercado interior, lo que incidiría en la misma dirección. En cualquier caso, debe quedar claro que crecimiento anómalo no quiere decir pequeño. Cuando algunas magnitudes

como el PIB se expresan en términos per cápita, el caso francés es perfectamente comparable al de otros países, y así, a la altura de 1913 “el francés medio disfrutó de un nivel de vida tan alto o más que cualquier otro ciudadano de la Europa continental” (R. Cameron). Alemania fue “el último de los primeros” países en industrializarse. A comienzos del siglo XIX, lo que denominamos Alemania era un conjunto de estados independientes y mal comunicados, cuyas reducidas dimensiones y multitud de fronteras obstaculizaban los intercambios e impedían el progreso económico; de modo que podía considerarse un país pobre y atrasado. Cien años después, hacia 1913, el Imperio Alemán era la nación más poderosa de Europa. Entre ambas fechas se produjo un rápido desarrollo con la siguiente cronología y particularidades: 1. En 1833 se formó el Zollverein (Unión Aduanera), que consistió en la formación de una especie de “mercado común” alemán: se suprimieron todas las fronteras y tarifas aduaneras internas, creándose un arancel exterior común. Fue, además, un instrumento decisivo para la posterior unificación política. 2. La supresión de fronteras permitió el tendido de vías férreas, cuya expansión fue más rápida que la francesa. Los eslabonamientos del ferrocarril hacia delante (facilitando los desplazamientos de personas y mercancías) y hacia atrás (demandando materiales para su construcción y funcionamiento) permitieron fijar los cimientos de la industria alemana, que se benefició de una fuerte afluencia de capital y tecnología extranjeras. 3. A partir de 1870, el fuerte crecimiento de la producción carbonífera de la cuenca del Ruhr impulsó las industrias química y siderúrgica. La aplicación del procedimiento Thomas-Gilchrist hacia 1880, que permitía consumir el mineral de hierro fosfórico de La Lorena produjo un impresionante impulso siderúrgico, haciendo que en 1885 la producción de acero superase a la británica. La industria química creció velozmente, al calor de la fuerte demanda de ácido sulfúrico, colorantes, fertilizantes, productos farmacéuticos…, y la eléctrica con mayor intensidad aún, impulsada por la rápida urbanización. La estructura empresarial alemana se caracterizó por su gran tamaño e integración vertical y por la existencia de carteles (acuerdos entre empresas para fijar precios, repartirse mercados, limitar la producción… en definitiva, restringir la competencia). Fue destacable también la vinculación de las empresas industriales con los grupos financieros. Italia fue un caso de industrialización tardía. Antes de su unificación (1861), presentaba una dualidad en la que sólo algunas regiones mostraban signos de modernización económica. Las dificultades derivadas de su orografía y las elevadas distancias entre las regiones del norte y las del sur impidieron durante mucho tiempo la configuración de un mercado interior integrado; por eso el norte encontró sus mercados en los países continentales europeos, lo que permitió desarrollar una industria exportadora, que no obstante resultó limitada por la carencia de carbón y otros recursos naturales. En el sur, por el contrario, la baja renta agraria impedía todo intento de industrialización. La unificación, al establecer una moneda y una fiscalidad común, así como al promover un trazado ferroviario básico (con material importado) sentó las bases del futuro desarrollo, que se produciría a partir de los años ochenta, una vez que se hubieron superado los graves problemas financieros de los años setenta. En la última década de siglo, capitales alemanes y suizos impulsaron el sector industrial, que tuvo una etapa expansiva que se prolongó hasta 1914, si bien en esta fecha no se puede decir que el país estuviera entre las naciones industrializadas. Durante este proceso, la agricultura se diversificó y liberó mano de obra con destino a la industria y a la emigración. La carencia de carbón impulsó el desarrollo de la energía hidráulica, y las regiones del

noroeste (Piamonte, Liguria, Lombardía) intensificaron su grado de industrialización, distanciándose del resto del país. BIBLIOGRAFÍA Argemí, Ll.: Las raíces de la ciencia economica, Ed. Barcanova Beltrán, L.: Historia de las doctrinas económicas , Ed. Teide Cameron, R.: Historia económica mundial, Alianza Editorial Niveau, M.: Historia de los hechos económicos contemporáneos , Ed. Ariel...


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