Las vanguardias y la poesía de la Generación del 27 PDF

Title Las vanguardias y la poesía de la Generación del 27
Course Letteratura Spagnola I
Institution Università degli Studi di Parma
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Apuntes de Literatura Espanola...


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Las vanguardias y la poesía de la Generación del 27 Con el rótulo de vanguardias o vanguardismo se designa una serie de movimientos artísticos y literarios que, entre los años comprendidos entre 1910 y 1939, aproximadamente, llevan a cabo diferentes experimentos creadores simultáneos o sucesivos, en Europa y América, y cuyo común denominador es el deseo de innovación, de romper con la estética vigente. Entre los numerosos “ismos” se destacan el futurismo (surgido en Italia), el cubismo, el dadaísmo y el surrealismo (aparecidos en Francia), el adanismo o acmeísmo (de Rusia), el imaginismo (cultivado en Inglaterra y los Estados Unidos), el expresionismo (de Alemania) y el ultraísmo y el creacionismo (de España e Hispanoamérica).1 Las vanguardias produjeron pocas obras perdurables pero su búsqueda experimental fue un campo fértil que, a través de teorías y manifiestos, sirvió de base para creadores posteriores. Los horrores vividos durante de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) condujeron a que el creador buscara evadirse de la realidad y a que rechazara el subjetivismo, lo cual produjo una deshumanización del arte, según caracterización de Ortega y Gasset. No obstante, durante la década del 20 reinó una visión optimista e idealista de la vida, que cambió durante la década del 30 con la depresión económica (consecuencia del hundimiento de la Bolsa de Nueva York, en 1929), el surgimiento de regímenes totalitarios en Europa (fascismo en Italia y nazismo en Alemania), el triunfo de los Frentes Populares (en España y en Francia) y la Guerra Civil española, lo cual determinó que muchos escritores y artistas se decantaran por un mayor compromiso social y político. Las características generales de la nueva estética propuesta por los vanguardismos son las siguientes: • Afán de originalidad en todos los planos. El lenguaje se torna inusitado, se prefiere el verso libre y se cultivan temas relacionados a los adelantos tecnológicos (ascensor, teléfono, máquina de escribir, avión, radio, cinematógrafo, rascacielos, deporte). • Predominio de la metáfora, que se convierte en la espina dorsal del poema. Pero no se trata de una metáfora realista, sino creacionista, que deforma la realidad, o la elude, transformándola en algo nuevo, distinto. • Hermetismo, puesto que es un arte para pocos, para iniciados, que desprecia las masas. • Autosuficiencia e intrascendencia del arte, que va más allá de la fórmula “arte por el arte”. La poesía se torna inmanente, se convierte en “poesía pura” o poesía 1 El fundador del futurismo fue Felipe T. Marinetti, quien publicó su Manifiesto del futurismo en 1909. Gómez de la Serna lo dio a conocer en España en 1910. El cubismo comenzó como movimiento pictórico pero influyó en la escultura y la literatura. Guillaume Apollinaire fue su teorizador y la primera exposición cubista de conjunto se realizó en París en 1911, aunque Las señoritas de Avignon, de Pablo Picasso, considerado el primer cuadro cubista, es de 1907. El dadaísmo, de dadá = papá, surgió durante la guerra europea, en contra del racionalismo burgués que había conducido al desastre bélico. El lenguaje infantil, carente de significación lógica, es imitado por los dadaístas. La abolición de la lógica daría paso al surrealismo de André Breton. El adanismo o acmeísmo buscó el estado de inocencia (pureza) en que se hallaba Adán en el momento de la creación para trasladarlo a la literatura rusa. El expresionismo se inicia como movimiento

pictórico en el eje París-Viena, pero se extiende a la música y a la literatura, prosperando particularmente en Alemania. poética, sin ninguna finalidad que no sea estética, libre de toda trascendencia moral, social o filosófica. • Antirrealismo y antirromanticismo, derivado de la ruptura con el pasado. El poeta deforma y abstrae la realidad, quitándole los vínculos lógicos, estilizándola geométricamente. Importa la forma, no el contenido, por lo que el poeta vanguardista desprecia el subjetivismo romántico. El centro de atención del poema se desplaza desde el poeta hasta el mismo poema. En España, en concreto, uno de los primeros defensores de la nueva estética fue Ramón Gómez de la Serna (1891-1963), que publicó los primeros manifiestos vanguardistas en su revista Prometeo, entre 1908 y 1912. Sus greguerías fueron una influencia decisiva para las vanguardias españolas posteriores y para los poetas del 27, a causa de sus audaces metáforas, su ingenio, su desprecio por lo convencional y rutinario y su defensa de un arte deshumanizado. Una vez superada la etapa de la poesía modernista en España (Rubén Darío muere en 1916), el anhelo de renovación estética condujo a la búsqueda de un arte puro, despojado de anécdotas personales e independiente de asideros reales. En 1917, Juan Ramón Jiménez publica su Diario de un poeta recién casado comenzando así una poesía desnuda, depurada de artificios y de gran concentración expresiva. Al año siguiente (1918) aparecen en España dos movimientos vanguardistas subversivos e iconoclastas, el creacionismo, impulsado por el poeta chileno Vicente Huidobro, y el ultraísmo, defendido por el pintor uruguayo Rafael Barradas, en la tertulia del Café del Prado, a la que concurrían jóvenes poetas como Federico García Lorca. El creacionismo suprime los signos de puntuación y da fundamental importancia a las imágenes, que se yuxtaponen en el poema gratuita y caprichosamente, sin referentes claros y precisos que las motiven. De esta manera, las imágenes quedan fragmentadas, como en un cuadro cubista. El creacionismo, al igual que el ultraísmo, buscó la fusión de la expresión plástica y de la literaria a través de una disposición tipográfica nueva de las palabras, la cual daba el ritmo del poema, no sólo a través de la comunicación auditiva, sino también visual. Los poetas creacionistas españoles más destacados fueron Juan Larrea y Gerardo Diego. El mismo Gerardo Diego escribió de su poema “Ángelus” incluido en su poemario Imagen (1922): Su unidad es melódica y clarísima. La dedicación a A. Machado es tan simbólica como obligada, ya que el sentido del tiempo es el eje conductor de su palabra. Su rítmica es muy suave, sin nexos que estorben la fluencia de las imágenes. Para ello se sustituyen por blancos o espacios. El verso central separa una de otra sus siete palabras para hacer óptimamente interminable el verso único que es la vida. Tanto esta conmovida exclamación como el poema entero sonará a algunos con música simbolista. En este caso, simbolismo y creacionismo se abrazan en un solo ser.2 2 Citado por Arturo Ramoneda (ed.), Antología Poética de la Generación del 27 (Madrid: Castalia, 1990) 146. Ángelus

A Antonio Machado Sentado en el columpio el ángelus dormita Enmudecen los astros y los frutos Y los hombres heridos pasean sus surtidores como delfines líricos Otros más agobiados con los ríos al hombro peregrinan sin llamar en las posadas La vida es un único verso interminable Nadie llegó a su fin Nadie sabe que el cielo es un jardín Olvido El ángelus ha fallecido Con la guadaña ensangrentada un segador cantando se alejaba El ultraísmo fue un movimiento vanguardista paralelo al creacionismo, con el que coincidía en muchos puntos, además de tener influencias de Ramón Gómez de la Serna, así como del cubismo, el futurismo y el dadaísmo. Los ultraístas buscaron eliminar lo decorativo modernista, la anécdota y el discurso lógico para instaurar una poesía esencialmente metafórica y de imágenes ilógicas, chocantes, desmesuradas, basadas en percepciones fragmentarias, e inspirada en temas más dinámicos y deportivos del mundo moderno. A pesar de que fueron muchos los poetas vinculados al ultraísmo y de que publicaron en varias revistas, ninguno de ellos se destacó. Su mayor aportación fue haber abierto un camino a la experimentación, cuya consecuencia fue que entre 1918 y 1936 la literatura española viviese un nuevo momento de esplendor. La búsqueda y la experimentación crearon un clima de entusiasmo, en el que floreció la poesía como género más artístico. Se publicaron numerosas revistas poéticas y se celebraron certámenes poéticos y recitales en toda España. Pasado el primer momento iconoclasta de los vanguardismos, se vuelve a apreciar la tradición. Se admira y respeta a los maestros de generaciones anteriores, en particular a Juan Ramón Jiménez y Ramón Gómez de la Serna, pero también a los del pasado, como Gil Vicente, Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Lope de Vega, Quevedo, Góngora, Bécquer y Rubén Darío. Con motivo de la conmemoración del tricentenario de la muerte de Luis de Góngora y Argote, maestro de la metáfora y de la poesía barroca culterana, se reunieron en Sevilla, en el mes de diciembre de 1927, un grupo de jóvenes escritores, en su mayoría poetas, los cuales posteriormente fueron llamados

Generación del 27.3 Era un grupo homogéneo en su conjunto, “pero constituido por personalidades muy distintas”, como subraya Jorge Guillén. No existe coincidencia de opinión entre los críticos en cuanto a la nómina de poetas que integran esta generación, no obstante, en ella podemos incluir (por orden alfabético) a Rafael Alberti (1902-1999), Vicente Aleixandre (1898-1984), Dámaso Alonso (1898-1990), Manuel Altolaguirre (1905-1959), Luis Cernuda (1902-1963), Gerardo Diego (1896-1987), Federico García Lorca (1898-1936), Jorge Guillén (1893-1984), Emilio Prados (1899-1962) y Pedro Salinas (1891-1951), a los que algunos autores agregan a Juan José Domenchina (1898-1959), Miguel Hernández (1910-1942) y Fernando Villalón (1881-1930). Los rasgos exteriores comunes a la mayoría de los poetas de la Generación del 27 son: • La estrecha amistad que los unió, que los llevó a mantener una abundante comunicación epistolar y a dedicarse mutuamente versos y textos. • El tener una edad aproximada, por lo que tuvieron unas vivencias históricas y culturales similares. Salinas, el mayor de ellos, habían nacido en 1891 y Altolaguirre, el más joven, en 1905. A Miguel Hernández, nacido en 1910, se lo considera “epígono” de la generación. • El haber manifestado desde muy jóvenes un gusto liberal y progresista y las mismas inquietudes intelectuales. Todos poseyeron una gran cultura y curiosidad por lo que se hacía en el mundo literario, dentro y fuera de España. Asimismo, fue común el deseo de superación, el afán de perfección. Muchos de ellos fueron profesores universitarios o de instituto, críticos y eruditos a la vez que poetas, por eso se los llamó “poetas universitarios” (Salinas, Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego). • El haber vivido en Madrid durante las décadas del 20 y del 30, donde llevaron una vida lúdica y gozadora, y donde algunos de ellos estuvieron vinculados a la Residencia de Estudiantes (Lorca, Alberti, Prados). • El haber colaborado en las mismas revistas: La Gaceta Literaria, Revista de Occidente, Alfar, Verso y prosa, Papel de Aleluyas, Carmen, Gallo, Mediodía, Litoral, Manantial, Meseta. • La despreocupación por dejar plasmadas sus ideas estéticas en manifiestos o declaraciones teóricas conjuntas, a pesar de la común afinidad de gustos literarios y de orientaciones estéticas. • El haber tenido que emigrar de España, a causa de la Guerra Civil, y vivir en el exilio, con excepción de García Lorca (asesinado al comienzo de la lucha armada), Miguel Hernández (que murió en la prisión franquista) y Vicente Aleixandre, Gerardo Diego y Dámaso Alonso (que permanecieron en España). 3 También son designados con otros rótulos, entre ellos el de “Grupo poético de 1927”, “Generación de la vanguardia”, “Generación de la Revista de Occidente”, etc. También existen ciertas características comunes en cuanto a su producción poética: • Exacerbado individualismo y búsqueda de originalidad a toda costa.

• Admirable equilibrio entre lo nuevo y lo antiguo, entre tradición y vanguardia. Los poetas del 27, por un lado, sentían admiración y asimilaron lo más valioso y perdurable de la poesía tradicional, pero asimismo utilizaron los avances de las vanguardias. El entronque con el pasado se advierte principalmente en la métrica, para la que se valieron tanto de los versos cultos como populares y compusieron sonetos, silvas, décimas, octavas y romances, por lo que se despreocuparon de la invención de nuevas combinaciones métricas. Con respecto a lo nuevo, es clara su vinculación con las vanguardias de la época. Del creacionismo y del ultraísmo tomaron 1) el uso libre de la metáfora —que se convierte en uno de los elementos más importantes del poema—, 2) la estilización poética de la realidad y 3) el tono juvenil y optimista. A pesar de que algunos poetas de la Generación del 27 se mantienen dentro de una sola línea de creación poética a lo largo del tiempo, como el caso de Jorge Guillén, o de que las característica comunes de la generación aparezcan fundidas en el mismo poema o se hallan desarrollado en forma paralela en la obra del poeta, como en Gerardo Diego, en otros se ha dado un clara evolución, como en Lorca y Alberti. Se puede distinguir una primera etapa, que va hasta 1929, en la que los poetas del 27 sienten un afán de pureza y de desnudez poética provenientes del creacionismo y del ultraísmo, así como de Juan Ramón Jiménez, que es tomado como modelo y ejemplo, y del francés Paul Valéry. Se busca la perfección técnica, la depuración expresiva, la desvinculación de lo narrativo, de lo humano, ya sean sentimientos, emociones, anécdotas o descripciones. El poema es considerado una obra artística, autónoma y autosuficiente, por lo que se cuida al máximo el léxico. La falta de expresión de sentimientos y el intelectualismo condujeron a que muchos considerasen esta poesía fría y hermética, un arte deshumanizado. Ortega y Gasset resume con claridad las características del nuevo arte en su obra La deshumanización del arte, publicada en 1925. No obstante, el gusto del grupo por la poesía popular española, tan llena de “impurezas” sentimentales, lo alejó de extremismos, pues en la obra de muchos de estos poetas hay un compromiso humano. En el siguiente poema de Pedro Salinas (1891-1951), de la colección Presagios (1924), hay un deseo de trascender la experiencia concreta y real de un diálogo ante el espejo, en medio de un clima sentimental que recuerda a Bécquer o a Juan Ramón Jiménez. El tema amoroso está presente, como en toda su obra, en unos versos delicados, que hacen poco uso de la metáfora, pero que trasmiten una emoción sincera. En poesía, Salinas estimaba, “sobre todo, la autenticidad. Luego la belleza. Después el ingenio.” Lo que le importa es transmitir la expresión íntima y desnuda del sentimiento amoroso. ¡Cuánto rato te he mirado sin mirarte a ti, en la imagen exacta e inaccesible que te traiciona el espejo! “Bésame”, dices. Te beso, 5 y mientras te beso pienso

en lo fríos que serán tus labios en el espejo. “Toda el alma para ti”, murmuras, pero en el pecho 10 siento un vacío que sólo me lo llenará ese alma que no me das. El alma que se recata con disfraz de claridades 15 en tu forma del espejo. La desnudez de un sentimiento sincero también se hace presente en el poema “Fe mía” del poemario Seguro azar (publicado en 1929 pero que contiene poemas escritos entre 1924 y 1928). No me fío de la rosa de papel, ¡tantas veces que la hice yo con mis manos! Ni me fío de la otra 5 rosa verdadera, hija del sol y sazón, la prometida del viento. De ti, que nunca te hice, de ti, que nunca te hicieron, 10 de ti me fío, redondo seguro azar. Gerardo Diego (1896-1987), que tubo una larga trayectoria poética, en la que han quedado reflejadas las diferentes tendencias de la poesía española anteriores a la guerra civil, deja claro su absoluto dominio de la forma y del ritmo, a través de sorprendentes metáforas, así como del equilibrio entre lo nuevo y lo antiguo, en el siguiente fragmento del poema “Amor”, compuesto en 1927 y dedicado a Góngora, de la colección Fábulas de Equis y Zeda (1932). El sexteto endecasílabo, con tres rimas consonantes que forman el esquema ABABCC, se combina con las propuestas creacionistas de suprimir los signos de puntuación y yuxtaponer imágenes en forma caprichosa:

Era el mes que aplicaba sus teorías cada vez que un amor nacía en torno cediendo dócil peso y calorías cuándo por caridad ya para adorno en beneficio de esos amadores 5 que hurtan siempre relámpagos y flores Ella llevaba por vestido combo un proyecto de arcángel en relieve Del hombro al pie su línea exacta un rombo que a armonizar con el clavel se atreve 10 A su paso en dos lunas o en dos frutos se abrían los espacios absolutos Amor amor obesidad hermana soplo de fuelles hasta abombar las horas y encontrarse al salir una mañana 15 que Dios es Dios sin colaboradoras y que es azul la mano del grumete —amor amor amor— de seis a siete Así con la mirada en lo improviso barajando en la mano alas remotas 20 iba el galán ladrándole el aviso de plumas blancas casi gaviotas por las calles que huelen a pintura siempre buscando a ella en cuadratura El poema “Playa” del libro Las islas invitadas y otros poemas (1926), de Manuel Altolaguirre (1905-1959), es un ejemplo del tono juvenil y optimista, del gusto por la metáfora y de la estilización poética de la realidad, que heredaron algunos poetas de la Generación del 27 de los movimientos vanguardistas que los precedieron. Asimismo, la poesía tradicional se deja ver en los paralelismos sintácticos y la repetición del estribillo. Las barcas de dos en dos, como sandalias al viento

puestas a secar al sol. Yo y mi sombra, ángulo recto. Yo y mi sombra, libro abierto. 5 Sobre la arena tendido como despojo del mar se encuentra un niño dormido. Yo y mi sombra, ángulo recto. Yo y mi sombra, libro abierto. 10 Y más allá, pescadores tirando de las maromas amarillas y salobres. Yo y mi sombra, ángulo recto. Yo y mi sombra, libro abierto. 15 Juventud y optimismo, pero también erotismo, transmiten los poemas “puros” de la colección Cuerpo perseguido, de Emilio Prados (1899-1962), compuestos entre 1927 y 1929 y recién publicados en 1967, en los que solo se ha tomado de las vanguardias el aire de juego y el uso de la metáfora. Cerré mi puerta al mundo; se me perdió la carne por el sueño… Me quedé, interno, mágico, invisible, desnudo como un ciego. Lleno hasta el mismo borde de los ojos, 5 me iluminé por dentro. Trémulo, transparente, me quedé sobre el viento, igual que un vaso limpio de agua pura, 10 como un ángel de vidrio en un espejo. Sueño Te llamé. Me llamaste.

Brotamos como ríos. Alzáronse en el cielo los nombres confundidos. Te llamé. Me llamaste. 5 Brotamos como ríos. Nuestros cuerpos quedaron frente a frente, vacíos. Te llamé. Me llamaste. Brotamos como ríos. 10 Entre nuestros dos cuerpos, ¡qué inolvidable abismo! La poesía de Jorge Guillén (1893-1984), elemental y pletórica de optimismo vital, es un canto a la existencia, realizado con precisión y exactitud rigurosa y pleno dominio de los medios poéticos. Su producción inicial fue reunida en un solo libro: Cántico, que fue ampliándose en sus sucesivas ediciones (1928, 1936, 1945 y 1950). Pura emoción lírica y grito entusiasta de optimismo ante el pasaje del tiempo y ante la duda de lo que hay después de la muerte es lo que transmite su poema “Los nombres”, en cuartetas heptasílabas, con rima asonante cruzada. Albor. El horizonte Entreabre sus pestañas Y empieza a ver. ¿Qué? Nombres. Están sobre la pátina De las cosas. La rosa 5 Se llama todavía Hoy rosa, y la memoria De su tránsito, prisa, Prisa de vivir más. A largo amor nos alce 10 Esa pujanza agraz Del Instante, tan ágil Que en llegando a su meta Corre a imponer Después. Alerta, alerta, alerta, 15

Yo seré, yo seré. ¿Y las rosas? Pestañas Cerradas: horizonte Final. ¿Acaso nada? Pero quedan los nombres. 20 Entre 1928 y 1932, algunos poetas de la Generación del 27 experimentan un cambio de rumbo al dejarse influenciar por otro movimiento vanguardista, el surrealismo. El francés André Breton había publicado su Primer manifiesto surrealista en 1924, en el que, siguiendo la teoría psicoanalítica de Sigmund Freud, proponía explorar los mecanismos del subconsciente a través de la escritura automática, con el fin de liberar la realidad superior, la sobrerrealidad que se hallaba amordazada en lo más profundo de la conciencia humana, a causa de los convencionalismos sociales y morales. El surrealismo postulaba la libertad absoluta en la cr...


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