Libro de Leyendas PDF

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un libro de leyendas reales del municipio de Poza rica Veracruz creado por alumnos....

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LA LEYENDA DEL CERRO DEL ABUELO, LOS NIÑOS DEL ARROYO, “ESBO” POZA RICA ENTRE LAS SOMBRASDON NACHO UNA HISTORIA DE ESPANTO EN LA ESCUELA EMBRUJADA

ÍNDICE Introducción ....................................................... 03 ‘Don Nacho’ una historia de espanto en panteón de Poza Rica .....................................04 La leyenda del cerro del abuelo ....................................................... 05 La leyenda del arroyo del maíz ....................................................... 07 La leyenda del hospital de Vergel ....................................................... 08 Estación Ferroviaria de Pemex ....................................................... 09 Los niños del Arroyo ....................................................... 10 ~1~ LA LEYENDA DEL ARROYO DEL MAIZ, LALEYENDA DEL HOSPITAL DE VERGEL, LAS TEPAS DEL MOLLEJON EL NIÑO DEL CALLEJON ESTACIÓN FERROVIARIA DE PEMEX EL

POZA RICA ENTRE LAS SOMBRAS

El niño del callejón..........................11 ESBO la escuela Embrujada............12 Las Tepas del Mollejón....................13 La leyenda del Hueleque................14

INTRODUCCIÓN Antes de que existieran los libros, las personas transmitían historias, cuentos, mitos y leyendas o conocimientos de manera oral, algunas de esas historias se conservaron, sin embargo, en la actualidad todavía existen ~2~

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leyendas y mitos que se han preservado gracias a la tradición oral. Poza Rica es una ciudad abundante en leyendas. Tierra mágica llena de encantos que muestra las tradiciones de nuestra gente. La mayoría de los pueblos poseen una y los habitantes las han transmitido de generación en generación de manera oral. Todas ellas son parte de nuestro patrimonio cultural, y hoy las recuperaremos para compartirlas en este pequeño libro que lleva por nombre,

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POZA RICA ENTRE LAS SOMBRAS

“POZA RICA SOMBRAS”.

ENTRE

LAS

DON ‘NACHO’, UNA HISTORIA DE ESPANTO EN PANTEÓN DE POZA RICA

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ace aproximad amente ocho años, un joven se presentó en el panteón de la Santísima Trinidad en Poza Rica, y les pidió a los trabajadores que le cuidaran «un ratito» una urna con cenizas, por las que

regresaría más tarde, pues le hacían falta algunos papeles. Pero pasaron los días, los meses y los años y el muchacho jamás regresó por las cenizas, que con tanta paciencia lo siguen esperando en la administración del cementerio. Desde entonces,

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don “Nacho” como le suelen llamar, les hace travesuras a los empleados que laboran ahí; les esconde las llaves o les pierde las cosas. Por las noches que es cuando mayor fuerza parece cobrar el espíritu, no los deja ni caminar tranquilos, pues conforme se alejan de la administración el ambiente se vuelve más y más pesado, dicen que se siente como una presión en el pecho y que puedes escuchar

murmullos a tu alrededor; otros tantos, cuentan que en aquel camposanto las cosas ya eran extrañas antes de la llegada de don Nacho, hablan de perros negros que se aparecen en las madrugadas y de fantasmas que tocan puertas. Cuenta la leyenda, que para entrar al panteón tienes que pedirle permiso a Don Nacho, o de lo contrario te perseguirá por la eternidad.

. Panteón de

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Cuentan los antiguos pobladores de Poza Rica, que por la parte lateral oriente del cerro, vivía en una choza de tarros y palmas; un anciano de cabellos blancos, de tez morena, anchas espaldas, rostro apacible, ojos vivaces y mirada bienhechora; acompañado de su esposa, los dos eran de raza totonaca y eran muy felices viviendo en las faldas del cerro.

El matrimonio vivía de las gallinas que criaban, así como de la yuca, el maíz, la yerbabuena, el frijol, el chile, la jícama y el camote, que era lo que solían cultivar. Se proveían de agua de un pozo artesano que manos indígenas lo habían excavado. Él bajaba a vender sus mercaderías naturales a distintas chozas esparcidas en lo que se llama Km. 56 y Km. 52. A lo lejos brillaba su cabeza blanca: ¡Ahí va el abuelo! ¡El del cerro! -gritaban los lugareños.

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Con sus piernas largas, transitaba. Feliz por sus lugares, gozaba de su recorrido por esos caminos desgastado. Cuando carecía de productos de suma importancia para su hogar, se trasladaba acompañado de su burra por los cerros en la parte Este, para llegar a Poza allí comerciaba, vendiendo sus productos y comprando lo necesario para sus necesidades. Cuando llegaron los obreros al Km. 56 provenientes de Palma Sola, para iniciar las magnas perforaciones, solo se sorprendió con las descargas de los instrumentos y

maquinaria, así como del bullicio y del número de personas. Desde lo alto del Cerro allá los vio. No tuvo temor, ni angustia, su visión de comprender a esos hombres pioneros que incesantemente abrían la tierra. Una tarde calurosa bajó sin su burra a platicar con ellos. No se atemorizó, al contrario, esos ríos de gente que llegaban lo acompañaban en esa soledad agreste que era muy suya pero que ahora la compartía. Al vivir en aquel cerro, amaba lo que le rodeaba; sin odios sin egoísmos, solo su admiración

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por el cambio tan rápido. Había noches de luna, hermosas, claras, sin embargo, cuando reinaba la oscuridad, los mechones (quemadores) dejaban una claridad rojiza, las veredas relucientes se podían transitar fácilmente. Se habían acostumbrado y deleitado con el silencio, sin embargo, todo cambió, se encontró con un pueblo que crecía, pero no se inmutó. Él se comunicó con todos aquellos, quería saber todo lo que sucedía y pasaba. Sus ojos vivaces siempre siguieron el cambio

de estos lugares, que él amaba en todo su esplendor y grandeza su ropa blanca y limpia, símbolo de la raza totonaca se realzaba más con sus canas que resplandecían con el sol, allá en lo alto del cerro, ícono y

vigía de Poza Rica.

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Allí vivió porque consideró que era el mejor lugar, en la soledad, con su mujer que en todo le servía y le ayudaba. Los que le conocieron y cruzaron palabras, nunca supieron de algún reclamo ni de alguna petición ni nunca se supo de donde vino, y el porqué, de su permanencia, en ese abierto y enorme lugar. Aumento la población y la mayor parte de ella, conoció el lugar como el “CERRO DEL ABUELO”. De repente en invierno desapareció, no se le volvió a encontrar; todos preguntaban por él y su mujer, nadie

pudo dar razón de su desaparición ¡No lo hemos visto! ¡De pronto se fue! -decían. Esta tierra pródiga que el imaginó y se ilusionó al verla crecer, y día con día transformarse. No se consternó, ni sufrió, acepto el cambio, pero entristeció cuando vio caer los enormes árboles y aletear desesperadamente los pájaros al quedarse sin sus nidos, observó con impotencia la muerte de los peces, al transformarse los arroyos cristalinos en pútridas aguas llenas de petróleo. Admiró el bullicio de los obreros, el transitar de las

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máquinas. Quizás a solas en ese enorme cerro, en contacto con la inmensidad del infinito, su alma se agrandó. Allí está su nombre grabado por el tiempo, que le dieron los primeros hombres que habitaron este lugar, allí quedó para la eternidad, nuestro “CERRO DEL ABUELO”.

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LA LEYEN DA DEL ARROY

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uenta la leyenda que hace muchos años, había un par de niños a los que les gustaba jugar a las escondidas allá en el arroyo del maíz, siempre se les veía corriendo divertidos. Pero todo cambió bruscamente cuando en una siniestra noche de

neblina, tres de los cuatro niños no regresaron a su hogar. El único sobreviviente cuenta que aquel día se escucharon voces de otros de sus amigos que no los habían acompañado, los murmullos les exigían con ímpetu que los acompañaran a las

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profundidades del agua. Los pequeños estaban como hipnotizados, caminando directo hacia su muerte, en algún punto de recorridos unas figuras humanoides salieron del arroyo, cuentan que tenían cuerpo de humano, pero cabeza de perro y garras muy afiladas con las que jalaban a los niños. La suerte le sonrió al más pequeño de los niños pues justamente cuando se estaba acercando al arroyo llegó su abuelita quien

preocupada por las altas horas había salido a buscarlo, la anciana lo cargó en brazos y se lo llevo a casa, pero los otros tres inocentes siguen sin aparecer. Los pobladores decidieron poner tres cruces, allá donde se les vio por última vez a los infantes, pero las malas lenguas dicen que, si pasas a las 3 de la madrugada por aquel lugar, se pueden escuchar las suaves risas y susurros que te invitan a jugar.

LA LEYENDA DEL ~ 12 ~

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uentan los médicos del hospital de Vergel que en las noches se pueden apreciar ruidos extraños y objetos que se mueven por voluntad propia. Todo esto fue confirmado cuando un paciente en la noche empezó a sentir que su cama se movía, por más que intento gritar no tenía voz, se le había cerrado la

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garganta como si alguien lo estuviera ahorcando. Muchos afirman que el hospital está maldito por un caso que no fue atendido por los doctores del lugar. Cuenta la leyenda que un día lluvioso, muy nublado una mujer sufrió un terrible accidente su pequ el más cuenta mujer lle niño ensangre y con la mitad de su rostro con grandes

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quemaduras, pero en aquellos días era poco el personal y abundantes los pacientes, esta mujer lloraba, gritaba e imploraba que pudieran salvar a su hijo, sin embargo cuando los médicos lo atendieron se dieron cuenta que el pequeño venia muy grave, pues murió pocos minutos después de haber llegado. La mujer al ver a su hijo ya sin vida, lo abrazó y junto al niño cayo muerta, aquella madre soportó y tuvo fuerzas para llevar a su hijo al hospital, pero

desgraciadamente no llegó a tiempo, fue en esa misma clínica donde ella perdió todo. Pocos días después de tal accidente se sabe que la mujer recorría los pasillos de aquel hospital cegada por el rencor y la sed de venganza, maldiciendo a todos los pacientes que ahí se encuentran. Debido a esta mala fama, el hospital Vergel fue cerrado, pero los vecinos aun siguen escuchando aquellos gritos de maldición de una madre que perdió a su hijo entre sus brazos.

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inicios del siglo pasado, en la construcción de esta ciudad petrolera, Poza Rica era una mina de oro negro, los ojos de la paraestatal PEMEX tendrían en proyecto construir un complejo de extracción. La historia ha pasado de generación en generación, pero solo la descendencia de aquellos que vivieron en la época, porque el contar de la gente decía “que horribles accidentes ocurrían desde la construcción de la estación del ferrocarril”. Era

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encantada o hubiese sido como si estuviese maldecida, pues a lo largo del recorrido se encontraban cosas inexplicables. La ruta del tren partía desde Furberos, del municipio de Coatzintla hasta el muelle de Cobos en Tuxpan, era una vía rápida para transportar materiales desde la ciudad petrolera al puerto. Un día en la estación de Poza Rica, un par de trabajadores desaparecieron, cuentan algunos testigos que llamó su atención un resplandor cerca de los vagones centrales del tren,

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mismo que parecía ser un cofre lleno de monedas de oro. Guiados por la codicia esos dos trabajadores tomaron lo que figuraban ser dos monedas de oro, pero al momento de tenerlas en sus manos, se desvanecieron sin dejar rastro, como si nunca hubiesen existido. Esto llamó la atención de directivos de PEMEX, ya que querían saber si era verdad aquel rumor del tesoro, por lo que, sin perder tiempo, giró órdenes para

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construir y resguardar toda el área que rodeaba la estación para edificar la base central de operaciones. A la fecha todavía es un misterio que el proyecto de una base de PEMEX exista dentro una vieja estación de tren, sobre todo que restrinjan el acceso al público en general, pero más extraño aun es que los pocos que han logrado entrar buscando riquezas no regresan nunca más.

orría el año de 1992, en la colonia Morelos ~ 17 ~

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había sido fundada cuatro años atrás. Donde ahora yacían las colonias antes eran potreros. Sobresalía una calle, la principal llamada Nochebuena, la cual para la mayoría de los habitantes era su salida para tomar el autobús. Por esa calle pasaban dos hermanitos; para ir a la escuela, al centro y a dejarle el lonche a su papá, quien era mecánico y trabajaba en un taller fuera de la colonia. Los niños estaban al cuidado de su padre, quien se juntó con una mujer, la cual cuentan que

maltrataba física y moralmente a sus hijastros, sobre todo cuando el señor no estaba presente. Como todos los días, los niños salieron a dejarle el lonche a su padre, pero nunca llegaron a su destino. Cuando este llegó a su casa y no encontró a sus hijos, se desesperó y con ayuda de la policía y vecinos inicio la búsqueda de los chiquillos. Curiosamente, alguien se asomó al arroyo y vio una manita que sobresalía en el agua, lo que movilizo a las autoridades. Lo primero que se pensó sobre esto,

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fue que los niños jugando se cayeron al arroyo, por la profundidad del lugar y al no saber nadar se ahogaron. Sin embargo, en las investigaciones se descubrió que los inocentes fueron asesinados con un objeto punzocortante. Los chicos fueron echados al arroyo, aparentemente muertos, pero se cree que el varoncito aún estaba vivo, pues logro sacar su mano, por la cual fueron encontrados.

En los días siguientes, el ambiente en la colonia fue tenso y oscuro, se sentía una pesadez en el aire. Dos cruces fueron puestas a la orilla del arroyo, los vecinos más cercanos empezaron a escuchar alrededor del mediodía, llantos y gritos de niños que llevo a pensar a aquellos conocedores de la historia, que los hermanitos no descansan en paz pues les arrebataron la vida de forma violenta.

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ace en un lugar hoy conocid algún como el callejón tiempo del parqu de las Américas, atrás en vivía u infante de tan sólode 4 años qu el año llevaba por nombre Iván. 1620, vivía con sus El callejón era padres, un lugarpero muy n siempre le por ahí prestaba transitado pues atención,todas este las niño tenía pasaban personas costumbre de salir todos lo que se dirigían al centro días, a eso deo las 2 d por el mandado a sus tarde en su triciclo a and trabajos. Iván a pesar de la poca atención de sus padres, siempre era muy feliz, saludaba o sonreía a toda aquella persona que pasara por el callejón, sus papás no tenían miedo de que el niño se perdiera porque además de ser muy conocido en el lugar, era muy inteligente. Un día, como de costumbre el personas y animales murieron. pequeño salió a andar en Del pequeño Iván, nunca se sup su triciclo, sus nada, padres despreocupados se nunca se encontró concentraron en su cuerpo, ni siquiera rastros de la ropa que sus labores. Pero mientras llevaba, pero Iván paseaba lo más asombraba la se que escucharon pisadas a muy pequeña población, era aquel fuertes que triciclo siempre montaba; sin hicieronque retumbar el~ suelo, 20 ~ ningún rasguño y en marcha por a lo lejos se el callejón como side él pequeño veía una multitud gente

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Cuenta la leyenda, todos los corriendo, debido a que se días por la tarde, se sigue había desatado POZA RICA ENTRE LAS SOMBRAS escuchando aquel una estampida de untriciclo, y se dice que personas han rebaño de algunas vacas. Nadie se llegado a algo ver así, a Ivá esperaba tod “ gusto lesde regala una s estaban luto pues muchas

ESBO” LA ESCUELA

EMBRUJADA Durante el día la escuela parece ser un lugar normal donde todos los niños hacen bulla, estudian y en ocasiones se divierten. Sin embargo, cuando llega la noche en los pasillos se siente un frío escalofriante que hace sentir temor hasta a los más valientes, y es que no se trata solo

de un frío, según dicen los que trabajan allí, se siente una extraña presencia que ronda el lugar. Son muchos los misterios que envuelven esta escuela, hoy mis amigos y yo quisimos comprobar que tan cierto era lo que los vigilantes, estudiantes e incluso profesores

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comentaban; cuatro de nosotros entramos en este establecimiento en horas de la noche, todo lo hicimos sin permiso porque según el reglamento nadie debe entrar en este horario. Pues bien, luego de estar adentro empezamos a caminar, era cierto que todo se tornaba frío y que podías sentir la mirada de alguien clavada en la nuca, mis amigos y yo cada vez estábamos más asustados porque no sabíamos lo que podía pasar. Pasaron unos 15 minutos y la vimos, era algo aterrador; su cabello largo ondulado, su rostro espectral y su vestimenta sucia y

dañada le daba la apariencia más fantasmal y horrenda de todas. El miedo nos invadió y empezamos a correr, ella nos seguía con gritos espantosos que nos ponían la piel de gallina, de repente sentí que me alcanzó, lo último que recuerdo es cerrar los ojos. Al día siguiente me desperté en el jardín de la escuela, sentía mucho dolor en mi rostro y en mi cuerpo, pude ver mi reflejo en la ventana y estaba lleno de herida. Me encontré con mis amigos y ellos me ayudaron a ir al centro médico, con el pasar de los días las heridas fueron curando,

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pero aún tengo varias marcas en mi piel. Desde aquella noche nadie quiso volver, no estamos seguros de lo que

nos sucedió ni de que era aquello que nos persiguió, y, a decir verdad, tampoco queremos saberlo.

mi abuela le gustaba contarme sobre las Tepas, decía, que eran hijas de la Diosa del maíz Pitao Cozobi. Y me narraba con devoción sobre su hermosura y sus grandes proezas.

piel blanca como la luz de la luna, cabellos oscuros y sedosos, y de un rostro de belleza indescriptible, ataviadas con finos vestidos blancos y los pies descalzos.

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Que si ayudaban a las mozas a lavar la ropa, que si cuidaban a los niños o vigilaban que el ganado no se ahogara. Las describía como mujeres altas, de ~ 23 ~

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Pero los años pasaron, y la gente del pueblo que antes se preocupaba por sus ríos comenzó a preocuparse por sus bolsillos, y los riachuelos que antaño eran cristalinos se volvieron pestilentes basureros.

LAS TEPAS DEL MOLLEJÓ N

En el corazón de las amables Tepas empezó a sembrarse el rencor y odio hacia las personas, que solo buscaban aprovecharse de su bondad. Muy pronto, la decadencia de su hogar se vio reflejado en su aspecto, ya no eran doncellas con rostro de ángel; sus cabellos se habían vuelto del color de la paja, sus ropajes estaban desgastados, su piel machad y sus finos rasgos faciales ahora semejaban al de las bestias animales; alunas parecían caballos, otros

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toros, y otras hasta gallos. Su paciencia llego al fin cuando observaron a un niño lastimando a un perro viejo, con sus voces aun melodiosas llamaron al infante hacia el rio y lo dejaron ahí hasta que la vida se le escapó de cuerpo.

Desde ese entonces, se cuenta que a las Tepas les gusta salir al medio...