Manual infractores PDF

Title Manual infractores
Course Textos Literarios Contemporáneos
Institution UNED
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Resumen de la introducción crítica de "Manual de infractores" edición Cátedra....


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“Descrédito del héroe”, “Manual de infractores”: José Manuel Caballero Bonald Claves y trayectoria de su poesía Bases de su poética Hay tres claves fundamentales en su creación: el papel de la memoria personal como desencadenante de la escritura (dimensión biográfica); la reelaboración de la experiencia vital en el ámbito del lenguaje para transmutarla en una experiencia esencialmente literaria (dimensión artística); y el carácter vindicativo ante las afrentas de toda índole con que la realidad socava la dignidad del ser humano (dimensión social). Su obra es paradigmática de la íntima fusión entre vida y ficción. La poesía, como género, siempre ha sido proclive a la expresión de los sentimientos más íntimos y a la transmisión de “fes de vida” mediante las que los autores configuraban su identidad frente a los demás. La poesía de Caballero Bonald ha sido un continuado muestrario de experiencias vitales, pero, como toda poesía, la suya es ante todo ficción literaria, aunque parta de su propia vida y de sus experiencias, más que nada porque la memoria puede ser engañosa. Así pues, lo vivido puede actuar como desencadenante del proceso creativo, pero no es el objetivo del autor, sino la ficción por encima de la exactitud histórica (el arte es más importante que la vida y lo verídico se somete a lo verosímil). También desde un principio, Bonald es consciente de que la esencia de lo poético es el lenguaje. Ya en sus libros iniciales se puede apreciar una novedosa pretensión de riqueza verbal, la búsqueda de una nueva dimensión del lenguaje compartido por todos para poder alumbrar una nueva realidad lingüística, solo existente en el poema; lo que hacía su voz diferente en un tiempo en el que predominaba una expresión poética más directa, que pretendía servir de comunicación entre personas en tiempo de angustiada desolación individual y social. Fue un decidido defensor de la experimentación con el lenguaje como núcleo del oficio del poeta, aunque durante unos pocos años (1959-1963) esa voluntad de estilo fue subordinada a la intencionalidad política. A partir de entonces considerará que la literatura estaba íntimamente ligada a la ideología, pero que nunca debía subordinarse a ella.

“Descrédito del héroe” Historia textual y recepción crítica El casi obsesivo ímpetu de corrección de sus poemas teniendo en cuenta su sensibilidad estética en cada momento y la recolocación de sus poemas en uno u otro libro en función de sus características formales o temáticas, hace difícil estudiar la ecdótica de sus libros. Estos impulsos probablemente se debieran a la idea de la “Obra en marcha” (concepto acuñado por Juan Ramón Jiménez) y la vocación dinámica que le exige reajustarse y actualizarse según los asedios de su tiempo y su propia evolución humana. No obstante, en “Descrédito del héroe” hay algunos hitos destacados en su historia textual. El primero fue la publicación de “Vivir para contarlo” en 1969, en un momento importante para

su trayectoria personal y para el contexto poético español. En ambos, la constatación del fracaso del realismo como fórmula literaria para la lucha política contra la dictadura condujo a la búsqueda de una nueva estética, que se manifiesta claramente en el bloque final del libro, “Nuevas situaciones”, en el que aparecen algunos de los textos más significativos de “Descrédito del héroe”, como “Renuevo de un ciclo alejandrino”, “Mimetismo de la experiencia”, “Apéndice para un apólogo moral”, “El imposible oficio de escribir”, “Idioma del héroe” o “El hilo de Ariadna”. “Descrédito del héroe”, no obstante, sufrió también variaciones en cuanto a los poemas que aparecen recogidos en él, tanto en cuáles son como en la forma que tienen. Siguiendo las modificaciones que ha sufrido “Descrédito del héroe” podemos concluir que hay dos momentos principales en su proceso de elaboración. El primero es la edición príncipe de 1977, donde los trece poemas de “Nuevas situaciones” sufren una modificación muy significativa, con cambio de título en algunos casos. El segundo es la edición conjunta con “Laberinto de Fortuna” en 1993, que suprime cinco poemas, incorpora otro y vuelve a corregir sustancialmente el texto de los que se mantienen. La mayoría de las modificaciones se dieron por buenas en “Somos el tiempo que nos queda” aunque hubo leves modificaciones en las distintas ediciones de esta recopilación (2004, 2007, 2011). En la edición de 1993 parece que busca una simplificación de las fórmulas estilísticas empleadas, sobre todo en el caso de los textos en prosa de “Laberinto de Fortuna”, pero también en menor medida en “Descrédito del héroe”, donde rebaja ciertos excesos ornamentales aunque las correcciones se centran sobre todo en la sustitución de ciertos términos por otros de mayor precisión expresiva. La corrección suele ser exclusivamente estilística y no suele afectar al significado profundo. Las correcciones de Caballero Bonald pueden ser consideradas consecuencias de la voluntad de estilo del autor, siempre dispuesto a mejorar el texto en busca de la mejor solución expresiva, consciente de que es el lenguaje y sólo ahí donde radica la esencia del poema. Aunque hay otra característica interesante de esta labor correctora (señalada por Ángel Luis Prieto de Paula) que lo aproxima más a la voluntad juanramoniana de la obra en marcha: en cada versión, el autor va despojando al poema de datos concretos de las experiencias biográficas que constituyeron su inicial soporte temático hasta adquirir una naturaleza exclusivamente literaria cada vez menos supeditada a datos autobiográficos. La crítica de la época supo apreciar la importancia del libro tras su publicación en 1977: Javier Alfaya resaltó el uso del lenguaje “como conjuro, no para escapar de la realidad, sino para hurgar debajo de su piel engañosa”. Florencio Martínez Ruiz resaltó que “Descrédito del héroe” era “la construcción de un estilo nuevo dentro de una poesía que, por falta de antecedentes, crea su personal dialéctica”. Vicente Gallego señalaba tres elementos fundamentales en la poética del libro: “la ironía, el absurdo y el cinismo”, todo ello aderezado con un erotismo que es al tiempo elemento de gozo y de tortura.

Estructura, temas y estilo “Descrédito del héroe” cuenta con cuatro secciones, numeradas pero sin título, entre las que se distribuyeron los trece textos de “Nuevas situaciones” (“Vivir para contarlo”) junto a otros más. Siempre se han mantenido las cuatro secciones aunque se ha cambiado el orden de los poemas en ellas o algunos han pasados de una sección a otra, por esto podemos deducir que la estructura no responde a criterios cronológicos de la creación. Tampoco temáticos, pues en las cuatro hallamos composiciones de variada tipología; ni estilísticos, porque evidencian una misma voluntad de estilo; ni son simétricas en su composición (cada sección tiene un número distinto de textos). La crítica ha destacado sobre todo (dentro de la gran variedad temática del libro) los poemas en que la experiencia biográfica es pasada por el crisol del mito, la historia o la literatura a modo de contraste para certificar la degradación de la realidad respecto a esos antecedentes heroicos o prestigiosos. Sobresalen: “Hilo de Ariadna”, “Renuevos de un ciclo alejandrino”, “Apócrifo de la Antología Palatina”, “Meditación en Ada-Kaleh”, “Navegante solitario”, “Diosa en el Ponto Euxino”, “Vlad Tzepesh escolta al viajero”y “Mimetismo de la experiencia”. La prueba de que este es el vector fundamental de la construcción del poemario es que cuando la experiencia biográfica queda explícita en exceso, sin transmutación heroico-legendaria, el poema es reubicado en otro libro. El germen biográfico de “Hilo de Ariadna” es el recuerdo de una aventura erótica en su primera estancia en La Habana en 1965 con Hortensia, una muchacha negra que tenía una gemela cantante, lo que llevó a ciertos equívocos. En el poema se funden tres espacios y tiempos: el presente de la escritura en Sanlúcar, donde se rememora el episodio; las playas caribeñas de la aventura, y el espacio mítico de la playa de Naxos, donde Ariadna, con quien se vincula a Hortensia, fue abandonada por Teseo después de ayudarle a salir del laberinto. La elección de este referente mítico no tiene que ver solo con el abandono en una isla (Cuba o Naxos) sino también con la ecuación memoria = laberinto, nuclear en la poesía de Caballero Bonald. “Renuevo de un ciclo alejandrino” es el otro gran poema del libro. Aquí el episodio biográfico es mínimo: la existencia de una venta en el extrarradio de Jerez de la Frontera que el poeta conoció en su adolescencia y donde una muchacha era prostituida en condiciones miserables. La situación se convierte en una auténtica “epopeya” al equiparar el río Guadalete con el Escamadro, río de Troya y al aludir a Aquiles, el oráculo délfico y otras referencias míticas. En el poema también define la verdad vivida como una “gestión de simulacros” haciendo referencia a otro de los grandes temas de su poesía: la débil línea que separa, o confunde, realidad y ficción de la memoria. El viaje que hace a Rumanía en 1970 es rememorado en tres poemas del libro mediante correlatos culturales distintos. El mundo romano y el deterioro de sus vestigios en “Diosa en el Ponto Euxino”, que se refiere a su visita al lugar al que Ovidio fue desterrado. En “Meditación en Ada-Kaleh” se evoca el destierro de Garcilaso en la isla del Danubio, de hecho en el poema se incluyen versos del toledano y se reproduce su estilo para lamentar una realidad no demasiado diferente de la española en aquel momento. En “Vlad Tzepesh escolta al viajero” rememora su visita a Transilvania y se intuye la presencia oscura del personaje que inspiró a Bram Stoker para su novela “Drácula”.

En “Mimetismo de la experiencia” es la literatura la que desencadena el recuerdo de episodios vividos. La lectura de textos eróticos de varios autores (el marqués de Sade, Henry Miller…) revive la imagen de pasadas experiencias sexuales propias, recuento no especialmente halagüeño, a las que asiste como espectador de sí mismo desde el presente en el que ya es otro. El tema del desdoblamiento o la transformación de la identidad será otro de los temas fundamentales del poemario, que se hace muy explícito en “Defectuosa formación del plural”. El correlato literario es evidente en “Del diario de Kafka”, pues en el ejemplo de Kafka identifica la angustia que en ocasiones le produce la escritura; Constantino Cavafis deja su huella en “La otra cólera de Aquiles”; Goethe resuena en “Zauberlehrling”; la lectura de Beckett es citada en “Contribución al noctambulismo”, sobre el momento de escritura nocturna; y Mallarmé resuena en los versos de “Barranquilla la nuit”. El acto de la creación y el inmediatamente anterior de recordar y sus relaciones dan pie a otra serie de poemas: “Dudas sobre una coartada”, acerca sobre la capacidad adulteradora de la memoria y la suplantación de los hechos por recuerdos; “Guárdate de Leteo” es una reivindicación de la capacidad de recordar, en este caso, de una experiencia vivida en el barrio chino de Copenhague, tan subversiva en el sórdido ambiente beato de la España de Franco. La intención metapoética es explícita en “Sobre el imposible oficio de escribir”, donde se confiesa la ambigüedad de la memoria; en “Devotos en activo”, que fustiga el gregarismo y la falta de osadía poética; y en “Prefiguraciones”, que proclama la indefectible inutilidad última de las palabras. Otros poemas se refieren a sensaciones personales poco memorables pero importantes en la vida del autor por su cotidianeidad, pues afectan a fases depresivas, el insomnio, la dificultad para despertar y reincorporarse a la vida, o la obsesiva escritura nocturna: “Víspera de la depresión”, “Defecto de forma”, “Supervivencia”, “Anónimo grillo” o “Contribución al noctambulismo”. El alto contenido erótico está presente en textos como “Prefiguraciones”, “Mantis”, “Resistencia pasiva”, “Ambigüedad del género”, “Hoy no”, “A batallas de amor, campo de pluma”, “Fin de trayecto”, “Ante diem”, “Juicio temerario”, “Psicología aplicada”, “Erótica para un escudo”, “Barranquilla la nuit”, “Guárdate de Leteo” y “Mimetismo de la experiencia”. Este es un rasgo distintivo de Caballero Bonald que lo distingue de la poesía de la época, poco dada a la sexualidad explícita, pero que en “Descrédito del héroe” tiene mucha importancia y una clara intencionalidad escandalizadora para la mojigatería oficial de la sociedad de esos tiempos. Se trata por lo general de formas transgresoras de la sexualidad: prostitución de ambos géneros, hermafroditismo o androginia, adulterios, incesto, sexo entre adolescentes, sadismo, etc. que aparecen como aldabonazos contra la hipocresía de una sociedad que aún no se ha liberado de los tabúes impuestos por décadas de nacionalcatolicismo, tema al que dedica explícitamente el poema “Apostillas a un apólogo moral”. Por fin, una última y nutrida serie de poemas se insertan en el tiempo histórico en que fue escrito el libro, la degradación paulatina de la dictadura, acelerada por la muerte del dictador en 1975 que llevó a la desaparición del régimen dictatorial el mismo año de publicación del libro, 1977. Algunos textos, como el que da título al poemario, abordan el asunto con sarcasmo

e irónica ambientación histórico-legendaria, para concluir de manera escatológica y degradante (“nauseabunda opción a la inmortalidad”, “excrementos del héroe”). Pero, en otros poemas, el tratamiento es mucho más directo, como “Presente histórico”, donde la referencia a las condenas a muerte firmadas por Franco en sus últimos meses es transparente. En esa clave de repudio al régimen totalitario y a sus secuaces han de entenderse también “ Supremum vale”, “Servicio prestado”, “Glorias heredadas”, “Inutilidad de los antídotos”, “No molesten, por favor” y “Rigor mortis”. En estos poemas, ahonda en un proceso histórico que contó con protagonistas degradados, sin heroísmo, porque así es la realidad del presente contrastada con los referentes míticos; y lo hace con una sensación de agotamiento vital, con el desengaño de quien siendo joven contribuyó con determinación a la lucha antifranquista, pero solo consiguió la ilusoria victoria de la putrefacción orgánica (la muerte del dictador). La grandeza y la vigencia del poemario estriba precisamente en que el poeta es capaz de sortear las coartadas del tiempo y de la historia e indagar libremente en su conciencia para ofrecer la auténtica cara de la realidad tal y como él la percibe. De los 61 textos del poemario, 53 son poemas en verso y 8 en prosa. Los primeros emplean la silva libre impar (denominada así por Isabel Paraíso), combinación libre de versos impares sobre todo endecasílabos, heptasílabos y alejandrinos (7+7) y de manera menos usual algunos otros versos compuestos (9+7, 9+9, 7+11…). Este esquema estrófico es predominante en la poesía española del último medio siglo por su ductilidad y por la fluidez de la elocución argumentativa. Los textos en prosa serían el antecedente para su siguiente libro, “Laberinto de Fortuna”, formado exclusivamente por poemas en prosa. El poeta emplea esta forma para poemas de carácter más narrativo, en los que la sintaxis precisa expandirse más allá del flexible marco de la silva libre impar. Son aquellos en los que las alusiones histórico-legendarias se hacen más abundantes y se enlazan para conformar una especie de realidad histórica imaginada, que suele contrastar con la degradada realidad del presente, como ocurre en “Descrédito del héroe” e “Inutilidad de los antídotos”. También usa la prosa para la sátira política en “Servicio prestado”, para cierta autoparodia en “Defecto de forma”, para la construcción de un mito fundacional de prestigio a su querida Argónida en “Navegante solitario” y para el texto más descriptivo, “Crónica de Indias”, en el que la memoria de su experiencia en la selva colombiana arropa el recuerdo de su último encuentro con un sacerdote universitario guerrillero, Camilo Torres. Es en estos poemas donde se produce la máxima disidencia estética con los postulados del realismo que habían fraguado su promoción a finales de los cincuenta y donde se acerca a la poesía que escribían los jóvenes de los setenta, aunque desde una perspectiva y con unos objetivos distintos. Tanto en los poemas dispuestos en verso como en los dispuestos en prosa se perciben las mismas características estilísticas, todas ellas en busca de la precisión significativa, pero también en línea con la aspiración a una poética de signo barroco, tanto por la profusión de procedimientos estilísticos como por su gran densidad conceptual. Según Olga Mella, la relación entre pasado y memoria, entre realidad y ficción (núcleos de la poesía de Caballero Bonald) son rasgos definitorios de la poesía barroca. Para expresar esto desde una perspectiva

neomoderna se vale de la contradicción y de la subversión de los valores dominantes, pero también de la belleza de un lenguaje construido a base de intensidad expresiva y dominio de los artificios retóricos. Decía Caballero Bonald: “para mí en literatura, lo que no es barroquismo es periodismo”. Es fácilmente reconocible la presencia de fórmulas gongorinas: No A sino B; la afirmación por la negación y la expresión contradictoria o de incertidumbre, así como la trimembración. Hay un homenaje explícito a Góngora en “A batallas de amor campo de pluma”. Pero es en la adjetivación donde el barroquismo de Caballero Bonald tiene su manifestación más genuina. Bien porque el legado de las vanguardias de principios de siglo se hace presente en la ruptura de las reglas semánticas, lo que intensifica la capacidad sugeridora del verso (“musgosa lascivia”, “perentorio rastro de herencia devorante”); bien por la sobreabundancia de adjetivos y de adverbios con la misma función que van añadiendo matices significativos, muchas veces contradictorios (“amablemente prohibitivo”). Otra de las características fundamentales de los poemas de “Descrédito del héroe” es la capacidad de cerrar los poemas con un cierre perfecto y rotundo. No obstante, la característica más definitoria de “Descrédito del héroe” es el empleo de esa adjetivación en un esquema sintáctico recurrente que actúa como estructurador del lenguaje poético: con variaciones en la ubicación del adjetivo con respecto al sustantivo (antepuesto o pospuesto). El adjetivo puede no ser uno sino más de uno. Esta estructura está presente también en los poemas en prosa y es algo que ya utilizaba en sus primeros libros. “Manual de infractores” Génesis y recepción Los poemas de “Manual de infractores” surgen de la indignación por los atropellos a los derechos humanos más básicos que sufrieron los civiles iraquíes cuando su país fue invadido por tropas estadounidenses ayudadas por otras de otros países occidentales (entre ellos España) como respuesta al atentado del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas de Nueva York. Al publicarse en 2001 su segundo libro de memorias (“La costumbre de vivir”) se había declarado agotado y decidido a dejar de escribir. Sin embargo, a lo largo de 2003 se impone su constante insumisión a las injusticias y crece un nuevo libro de poesía inspirado por el desagrado que le producen las decisiones del Gobierno. El libro nacido de ese impulso de insurrección aparecerá en 2005 y con él espera “que sea incluido en la lista de libros prohibidos por parte de las personas del orden, de los bienpensantes, porque lo escribí contra la norma, contra los gregarios y los obedientes”. Esa indignación que le devolvió a la escritura seguiría impulsando su labor creadora hasta 2009 (“La noche no tiene paredes”) y 2012 (“Entreguerras”). La crítica recibió de una manera muy positiva “Manual de infractores” destacando su novedad (no usó fórmulas de poemarios anteriores); la denuncia contundente al retroceso político español y la frescura del lenguaje empleado para defender la independencia de criterio, la

insumisión ante los dicterios del poder, la desobediencia a cualquier norma y la beligerancia contra el gregarismo distanciándose así de la adormecida y conformista poesía española de ese tiempo. Estructura, temas y estilo “Manual de infractores” también está estructurada en cuatro secciones, de 23, 26, 20 y 28 poemas cada una; y de nuevo sin que un criterio cronológico, temático o formal las orga...


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