Maquiavelo y el Republicanismo PDF

Title Maquiavelo y el Republicanismo
Author Marian Rodrigo
Course Cultura y Pensamiento en la Edad Moderna
Institution UNED
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Maquiavelo y el Republicanismo

M. Ángeles Rodrigo Muñoz Grado de Historia del Arte.

Índice Página 1

Introducción........................................................................................................................... 1

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Maquiavelo y el republicanismo .......................................................................................... 2

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Conclusión ............................................................................................................................. 7

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Introducción Para poder entender el concepto de lo que era la República para Maquiavelo debemos situarnos primeramente en la época en la que vivió, ya que nuestro concepto de república dista bastante de aquel que este autor defendió. Nicolás Maquiavelo (Florencia 1469-1527) fue un escritor y estadista florentino. Vivió en la Florencia de los Médicis. Fue secretario de la segunda cancillería encargada de los Asuntos Exteriores y de Guerra de la ciudad tras la caída de Savonarola, cargo con el que realizó importantes misiones diplomáticas en Francia con el rey Luis XII, con España, con Maximiliano I de Habsburgo y César Borgia entre otros. Fue sin duda esta actividad diplomática la que forjaría su pensamiento político que se centró principalmente en el funcionamiento del Estado y en las características que debían tener sus gobernantes. Trabajó en el acercamiento entre Francia y el papa Julio II pero finalmente los franceses fueron derrotados y los Médicis que habían sido desterrados volvieron a Florencia en 1512. Maquiavelo fue acusado de traición y encarcelado durante un año. Cuando recuperó su libertad y tras tratar en vano de volver a la política en activo, decidió retirarse y emprender la redacción de sus obras, entre ellas el Príncipe, que terminó en 1513 y dedicó a Lorenzo de Médicis y los Discursos. En el Príncipe dejó claro su pensamiento sobre las cualidades que debía tener un líder exitoso, mientras que en los Discursos, obra menos conocida pero muy interesante en lo que se refiere a su pensamiento político, defendió el republicanismo frente a la monarquía y la oligarquía. En 1523 cuando el cardenal Julio de Médicis fue nombrado Papa, con el nombre de Clemente VII Maquiavelo pasó a ocupar el cargo de superintendente de fortificaciones. En 1527 las tropas de Carlos I de España saquearon Roma, lo que ocasionó la caída de los Médicis en Florencia y la marginación política de Maquiavelo que moriría poco tiempo después. Vivió por tanto Maquiavelo en una época turbulenta a comienzos del Renacimiento, justo cuando comenzaba a sustituirse el concepto medieval cristiano de una vida regida por la guía divina por el de que los hombres podían regir sus propios destinos.

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Maquiavelo y el republicanismo Maquiavelo escribió sobre la república en sus “Discursos de la primera década de Tito Livio”. Tomó como modelo la República romana, con una constitución mixta y participación de los ciudadanos, protegida por un ejército adecuadamente constituido y no por milicias de mercenarios a los que era totalmente contrario. Según él, así se podría proteger la libertad de los ciudadanos y se minimizarían los conflictos entre el pueblo llano y la élite gobernante. Y es precisamente la libertad una de las cualidades imprescindibles para que una ciudad pueda alcanzar la grandeza y para ello “debe mantenerse libre de todas las formas de servidumbre política” y mantenerse “independiente de cualquier autoridad excepto la de la comunidad misma”1 El propósito de Maquiavelo cuando escribió sus “Discursos” era el de investigar “lo que hizo posible la posición dominante que la República alcanzó”.2 Maquiavelo analiza en esta obra los métodos de gobierno y administración y las instituciones de Italia de su época, comparándolos con los hechos romanos y acusando a las instituciones públicas de no tomar ejemplo de los errores del pasado culpando también a la iglesia que mantiene al país dividido: “La causa de que Italia no se encuentre en los mismos términos y no tenga también en ella una república o un príncipe y, por otro lado, no ha sido de tan débil como para que, por temor a perder el dominio de las cosas temporales, no haya podido llamar a un poderoso que la defendiera contra el que en Italia se hubiera vuelto demasiado poderoso, tal como se vio antiguamente en varias experiencias, por ejemplo, cuando, por mediación de Carlomagno, expulsó a los Longobardos, que eran ya casi reyes de toda Italia, y cuando, en nuestros tiempos, le quitó el poder a los Venecianos con la ayuda de Francia y, después echó a los Franceses con la ayuda de los Suizos. No habiendo sido entonces tan poderosa la iglesia como para ocupar Italia, y no habiendo permitido que otro la ocupara, ella ha sido la causa de que Italia no haya podido unirse bajo un jefe.”3 El Renacimiento supuso una vista de nuevo hacia el mundo clásico asumiéndolo como símbolo de perfección. Así, Maquiavelo no fue una excepción y de ahí que la base para su tratado sobre la república esté precisamente basado en la obra de Tito Livio que fue uno de los historiadores más importantes de la República romana. No es casualidad que la idea que tiene Maquiavelo sobre el peso de la Fortuna en los asuntos humanos sea la misma que mantiene Tito Livio en el libro XXX de su Historia: “la mayor Fortuna es siempre muy pequeña como para fiarse de ella”. Si dependemos de la Fortuna para elevarnos, estamos expuestos a caer “de la manera más trágica” cuando se vuelva contra nosotros, como es casi seguro que sucederá al fin (XXX, 30, 12-23). En el primer capítulo de su obra El Príncipe comienza aislando la idea de “dominio” y establece que todos los dominios son “repúblicas o principados” distinguiendo ambos y ocupándose en ese tratado sobre todo de los segundos. Un ejemplo claro de cómo cambian los conceptos dependiendo del momento histórico en el que nos encontramos es la utilización del término virtú para describir una de las cualidades principales del liderato que Maquiavelo considera que hay que tener. Nuestra idea actual de virtud sería la de la virtud moral según entiende la Iglesia pero la idea de virtú

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Quentin Skinner (1981) Maquiavelo, Madrid, Alianza Editorial

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Nicolás Maquiavelo, Discursos sobre la primera década de Tito Livio, 2004, pp. 33-34 2

que plantea Maquiavelo es más cercana a la “virtud” romana personificada por el líder militar a quien le motivan la ambición y la gloria. Maquiavelo entiende que estas motivaciones aunque egocéntricas se pueden aplicar por el bien común. Un buen gobernante debe pensar racionalmente antes de actuar y basar sus decisiones no en lo que moralmente sería correcto sino pensando en el beneficio que podrían alcanzar. Es este uno de los puntos más controvertidos de su pensamiento político ya que si bien reconoce que todo líder debe regirse por un comportamiento moralmente correcto siempre, también defiende que si tiene que tomar una decisión contraria a su moral lo haga, siempre que sea para un bien del estado o la república. Tiene que aprender a ser cruel y mentir si es necesario. Eso sí, ha de tener cuidado de que sus ciudadanos no lo desenmascaren. Un pensamiento que viene a decir que el fin puede justificar los medios aunque estos no sean honorables. Otro de los elementos que Maquiavelo considera fundamental aunque no dependa del hombre es el elemento suerte, la Fortuna. Y es precisamente porque no depende del hombre por lo que no se ha de dejar todo en sus manos y esperar que la buena fortuna nos ayude a mantener un gobierno. Todo líder debe confiar y trabajar en su virtú ya que de otro modo si no lo hace la Fortuna terminará abandonándole, ya que ésta solo acompaña a los hombres con virtú. Maquiavelo y sus contemporáneos reflexionaron sobre el peso de la Fortuna en los asuntos humanos y para ello releyeron las obras de los historiadores y moralistas romanos, para proveerse de un análisis más completo sobre el carácter de la diosa. Estos autores coincidían todos en que si un gobernante debía su posición a la intervención de la Fortuna, debían aprender a no confiar en que siempre estuviera con ellos, incluso presentándose como portadora de favores. No es que estos autores la considerasen una diosa maligna, al contrario, pensaban que era una aliada a la que había que atraer puesto que como Salustio señalaba la Fortuna dispone a los hombres de “la gloria, el honor y el poder”4 La obra de Boecio (aristócrata romano) “De consolatione philosophiae” introduce en su relato los conceptos de virtus y fortuna, elementos clave para entender a Maquiavelo. Boecio los integra en su reflexión retomando una larga tradición griega y romana que él quiere situar en un contexto cristiano. Como político valora actuar en la civitas terrena. Esto supone entrar en el reino de Fortuna donde se suceden los acontecimientos de una forma incomprensible. Fortuna es comprendida como la inseguridad de la vida política. Su símbolo es una rueda, que gira de forma impredecible e incontrolable, otorgando y arrebatando el poder a los hombres.5 Y el asunto ahora es ¿cómo podemos hacer que la Fortuna centre su atención en nosotros? Y lo más importante ¿cómo hacer que permanezca y no nos abandone? La respuesta de todos estos escritores fue que si bien la Fortuna era una diosa, también era una mujer, y como tal se siente atraída sobre todo por el vir, el hombre, la verdadera hombría. Por tanto ella compensa y favorece especialmente a todo aquel que muestra este valor viril. “La Fortuna ayuda a los audaces” como repetiría Tito Livio en numerosas ocasiones. Claro que si hay una cualidad que la Fortuna admira es la virtus, atributo epónimo del hombre verdaderamente viril. La diferencia entre Boecio y el resto de moralistas clásicos es que si bien Boecio tenía una visión cristiana según la cual los designios de la Fortuna eran impredecibles e inevitables, tal vez por la voluntad de Dios, los moralistas como Séneca y Tito Livio pensaban que era 4

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Laura Adrián-Lara. El momento Maquiavélico, de J.G.A Pocock 3

dominable con la fuerza viril adecuada. Que al fin y al cabo no viene a ser otra cosa más que el hombre es el responsable de sus actos y que éstos serán los que les lleven a conseguir los favores de la Fortuna y por tanto la gloria. Maquiavelo analiza también los “Poderes de la Fortuna” en el penúltimo capítulo de El Príncipe. Está de acuerdo en que la libertad del hombre está lejos de ser absoluta, pero insiste en que suponer que nuestro destino está enteramente en sus manos significaría “anular nuestra libertad”. Y puesto que se adhiere firmemente al punto de vista humanista de que “Dios no hace nada que pueda quitarnos nuestro libre albedrío y la parte de gloria que nos pertenece”, concluye que la mitad de nuestras acciones “o casi” pueden quedar perfectamente bajo nuestro control más bien que bajo el dominio de la Fortuna.6 Asimismo la virtú para Maquiavelo “es la buena disposición a hacer lo que sea necesario para alcanzar la gloria cívica y la grandeza, tanto si las acciones implicadas resultan ser de índole intrínsecamente buena como si no. La virtú se trata antes que nada como el atributo mas importante del liderazgo político.”7. Para Maquiavelo un buen dirigente debía anteponer siempre los intereses de la patria a los suyos propios. Pero no solo la virtú la ha de tener el dirigente, sino que también la han de poseer los ciudadanos en su conjunto: “Es una pasión que crece entre ciudadanos iguales y no el resultado del consentimiento racional otorgado a los principios políticos de la república en general. Puesto que una pasión se traduce en acción, y de forma más precias, en actos de servicio al bien común (officium) y de cuidado (cultus).”8 Propone por tanto Maquiavelo dominar a la Fortuna con la virtú. El propósito fundamental ha de ser mantenere lo stato, por lo que entiende que el nuevo jefe debe preservar el actual estado de los asuntos, y especialmente mantener el control del sistema vigente de gobierno. Como ya he indicado anteriormente, Maquiavelo quiso saber qué hizo de Roma una gran república, y en una sola frase señala un asunto de absoluta trascendencia: “la experiencia muestra que las ciudades jamás han crecido en poder o en riqueza excepto cuando han sido libres” porque “tan pronto como una tiranía se establece sobre una comunidad libre” el primer infortunio que adviene es que tales ciudades “no progresan y no crecen en poder o riquezas, sino que en la mayoría de los casos – de hecho en todos – retroceden.”9 Dos elementos caracterizan a la República de acuerdo a los textos de Maquiavelo. Uno de ellos es por supuesto la libertad, el no depender de ninguna otra nación. Y el otro elemento es la primacía del bien común sobre el bien particular: “sin duda solo las repúblicas dan importancia a este bien común”. Si la libertad es la clave de la grandeza, ¿cómo adquirir la libertad y salvaguardarla?. Maquiavelo comienza por admitir que siempre está implicado un elemento de buena Fortuna. Y aunque admite que la Fortuna fue causa muy importante del ascenso de Roma insiste en que la realización de grandes cosas nunca es simplemente el producto de ésta, sino que está siempre combinada con la virtú (de nuevo vuelta a lo mismo). Considera que si bien la Fortuna alzó a Roma a una posición dominante fue debido a que Roma poseyó mucha virtú. Debido a que los romanos “mezclaron su Fortuna con la suprema virtú” preservaron la libertad y original y lograron dominar el mundo. Eso sí, para fundar una nueva 6

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Mauricio Viroli. De la Política a la razón de Estado. La adquisición y transformación del lenguaje político (1250-1600), traducción de Sandra Chaparro, introducción de Rafael del Águila y Sandra Chaparro, Akal, Madrid, 2009. 367 páginas

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república necesitamos la figura de un gran líder ya que las masas no serían capaces de formar un gobierno: “para establecer una república es necesario estar solo” aunque eso no significa que pueda mantener el gobierno en solitario. Esto para Maquiavelo plantea un problema ya que si bien un líder puede poseer una gran virtú, no parece que esta cualidad se halle en los ciudadanos de manera natural ya que de manera general los hombres “son más proclives al mal que al bien” y suelen ignorar los intereses de la comunidad en favor de sus intereses propios. Es de esta forma que las ciudades están sujetas a la corrupción y Maquiavelo considera que ésta es fatal para la libertad. Maquiavelo se pregunta cómo podemos conseguir que la virtú se implante en el conjunto de ciudadanos y cómo se puede hacer para que mantengan su interés por el bien público. Maquiavelo encontró en la iglesia un poder coercitivo hacia la sociedad que podía ser muy útil para conseguir que los ciudadanos guardasen en ellos la virtú y con ello contribuir a la grandeza de la ciudad: “El cristianismo ha sido interpretado de manera que socava las cualidades necesarias para una vida civil libre y vigorosa. Ha glorificado a los hombres humildes y contemplativos; ha ensalzado como bienes supresos la humildad, la abyección y el desprecio de las cosas humanas; no ha dado valor a la grandeza de ánimo, a la fortaleza del cuerpo ni a ninguno de los demás atributos de un ciudadano virtuoso. Al imponer esta imagen ultramundana de la dignidad humana, no solamente ha dejado de promover la gloria cívica, sino que en realidad ha colaborado a la decadencia y ruina de grandes naciones al corromper su vida comunal.”10 No es lo mismo la ley religiosa que la ley moral. En una época en la que la iglesia tenía tantísima influencia en los ciudadanos la ley moral tenía mucha más fuerza. Existe el miedo con el que la iglesia castiga, el de un sufrimiento eterno, por no se un buen cristiano, o lo que es igual, desobedecer a un ser superior. Y es aquí donde Maquiavelo encontró la utilidad de poder de la iglesia porque era muy consciente de que un ciudadano sería más obediente a los sermones de la iglesia que a los mandatos de un gobernador. Otro poder necesario para Maquiavelo eran las leyes, “las buenas leyes”. Éstas harían perdurar en el tiempo la república y por tanto la libertad y grandeza de la ciudad. Esto explica la gran importancia que da Maquiavelo al “padre fundador”. Esta es una figura imprescindible para que la ciudad alcance su grandeza. Esta figura tenía la capacidad de legislar, lo que le confería el poder de crear “buenas leyes” que dotaran de virtud a la ciudad así como a los ciudadanos y sus dirigentes para que de este modo priorizaran el bien común por encima del suyo propio. Maquiavelo está convencido de que este rol de “padre fundador” solo lo puede desempeñar un hombre que sea capaz de mantenerse “noble y puro” a la hora de pronunciar leyes. Tras sus estudios sobre los legisladores más sabios de la Antigüedad llegó a la conclusión de que “las tres formas “puras” constitucionales: monarquía, aristocracia y democracia son inestables, ya que tienen a generar un ciclo de corrupción y decadencia.” La forma de “imponer la virtú por la fuerza de la ley está en el establecimiento de una constitución mixta”.11 ¿Y cómo sería esta constitución mixta? Pues una inspirada en la Roma antigua. Sería “aquel régimen donde participan las formas puras o simples, principado, aristocracia y gobierno

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popular, porque cada poder controla a los demás. No es otra la razón por la que la constitución mixta demuestra ser la más firme y estable.”12 Maquiavelo esperaba que las tensiones entre los diferentes grupos sociales generasen la creación de diversas leyes que beneficiasen a todos aunque lo que más sigue preocupándole es encontrar un sistema en el que se pueda prevenir la corrupción. Él mismo piensa que “en toda república hay dos facciones opuestas, la del pueblo y la de los ricos” y si la constitución se elabora de forma que permita obtener el control a uno de estos grupos la república se verá “fácilmente corrompida”. Argumenta que una posible solución sería ajustar las leyes constitucionales de modo que se produzca un equilibrio entre estas fuerzas sociales opuestas y así se vean todas comprometidas en el gobierno y cada una “vigile a la otra” a fin de prevenir la “arrogancia de los ricos ” y el “libertinaje de los pobres”. Aunque movidas por sus propios intereses, las facciones serán llevadas como por una mano invisible a promover el interés público en todos sus casos legislativos: “todas las leyes en pro de la libertad” “brotarán de su desacuerdo”13. Y finalmente para que quien gobierna no abuse de su poder, propone que permanezca en su puesto por tiempo limitado, nunca de por vida.

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A. Rivera García. La constitución mixta, un concepto político premoderno. P. 171

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Conclusión En conclusión, en sus obras y particularmente en sus Discursos Maquiavelo nos da lecciones de ciudadanía y republicanismo, describiendo cómo era la política de su época así como la de la Roma clásica. Claro está que no se refiere a la república tal y como la entendemos nosotros, sino a la república romana que él consideraba perfecta. No olvidemos que en el Renacimiento volvió la valoración del mudo clásico como símbolo de perfección y ante la decadencia y ruina en la que se encontraba Florencia buscó de manera insistente un modo de revertir aquello que ya era inevitable. Con sus lecciones trató de aportar toda su sabiduría adquirida en sus años trabajando en la Administración así como la que adquirió años más tarde en su calidad de observador. Encuentro en Maquiavelo un sentido muy práctico ...


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