Moral-fundamental - Resumen Moral fundamental PDF

Title Moral-fundamental - Resumen Moral fundamental
Course Moral fundamental
Institution Universidad Pontificia Bolivariana
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Sintesis moral fundamental...


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SÍNTESIS DE MORAL FUNDAMENTAL

1. El concepto de moral “Mira, hoy pongo ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia. Elige la vida y vivirán y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz y uniéndote a él, pues él es tu vida y el que garantiza tu permanencia en la tierra que el Señor juró dar a tus antepasados, a Abrahán, Isaac y Jacob” (Dt. 30, 15. 19b-20). Actualmente es difícil abordar el concepto de moral. A veces nos suena a un conjunto de normas más o menos externas que es necesario cumplir, como las leyes de un país. Además tendemos a aferrarnos a ellas como elementos de seguridad o a relativizarlas como, en ocasiones, hacemos con las leyes sociales. Muchas veces en esta confusión se manifiesta, nuestra dificultad para integrar la fe y la vida. Nos cuesta vincular la moral al conjunto de nuestro ser cristiano y a nuestra experiencia de Dios, y, por eso, tendemos a juzgar y valorar las “normas morales” en sí mismas, sin buscar sus raíces profundas. Sin embargo, la moral cristiana es la concreción cotidiana de nuestra experiencia de fe. Es decir, la forma de manifestar, en lo que hacemos o dejamos de hacer, nuestra experiencia de Jesús como salvador. Por tanto, en nuestro comportamiento moral nos jugamos la coherencia fe-vida. Asumir la moral desde esta perspectiva implica profundizar en los fundamentos de la vida moral cristiana. Creemos en un Dios que tiene una propuesta de vida y de plenitud para el ser humano y que lo ha hecho libre y responsable. La experiencia moral supone esta libertad y responsabilidad. Por ello, toda la vida del ser humano tiene una dimensión moral ineludible, que tiene que ver con lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto.

1.1 Dios tiene una propuesta para la persona “Mira, hoy pongo ante ti vida y felicidad, muerte y desgracia” (Dt. 30,15) Dios ha creado al hombre y le propone un proyecto de vida, felicidad y plenitud. Para Dios no es indiferente lo que la persona haga con la vida que Él le ha regalado: junto con la vida, le ha regalado un proyecto, una propuesta de vida. Ese proyecto de Dios para el hombre se nos revela plenamente en la persona de Jesús. Jesús es el proyecto de Dios para el hombre y para la humanidad. En su vida, en su palabra, en sus actitudes, en su historia y su entrega encontramos la realización plena del proyecto de Dios para cada uno de nosotros. Eso es lo que Dios nos propone: que “seamos como Jesús”, porque Él es la realización plena de la persona. Así, nuestra conciencia y nuestra concepción de la moral parte de la certeza de que Dios tiene un proyecto que se nos ha manifestado en Jesús y cuya concreción en la vida de 1"

cada uno de nosotros hemos de descubrir y discernir en nuestra vida cotidiana. Una propuesta y un proyecto para la humanidad en el que estamos llamados a participar. 1.2 La persona es libre “Elige la vida, y vivirás” (Dt 30, 19b). El proyecto de Dios para la persona incluye la libertad pues Dios lo creó a su imagen y semejanza, como sujeto capaz de elección, como ser libre y capaz de autonomía. Sin libertad, no tendríamos la posibilidad de “ser malos” pero tampoco la posibilidad de “ser buenos”. La persona se ve enfrentada diariamente a la necesidad de tomar decisiones y aunque las opciones seas pocas, estas siempre existen. La libertad radica en esta capacidad inherente al ser humano, que también cosiste en no decidir, lo que derivará en consecuencias distintas. El mal en el mundo es una problemática teológica de no fácil solución y desearíamos que no lo hubiera. Pero Dios no quiere un mundo de esclavos sino un mundo de hijos y hermanos libres, y está en nosotros la posibilidad de adherir o rechazar el proyecto de Dios. Somos hijos de Dios y, al igual que nuestros hijos, podemos optar libremente por abandonar la casa paterna. Porque Dios es un Padre bueno que vincula a sus hijos en el amor. 1.3 La persona es responsable de su vida “Y creó Dios a los seres humanos a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y mujer los creó. Y los bendijo Dios diciéndoles: Crezcan y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se mueven por la tierra” (Gen 1, 27 -28). La otra cara de la libertad es la responsabilidad. Si la persona es libre de elegir, también es responsable de lo que elige, de lo que elige, de lo que hace con su vida y con todos los bienes que le fueron confiados. Dios confía en la persona: le entrega el mundo y lo deja en sus manos. Pero también le ofrece la guía y la orientación que necesita para que lo logre. La libertad hace a la persona un sujeto responsable, que debe responder de sus opciones. Esta libertad y responsabilidad lo hacen un sujeto moral que puede elegir hacia la vida o hacia la muerte. La persona responsable de su propia vida y también de la de los demás. Dios no nos ha puesto en el mundo solos, sino en relación, y su proyecto se orienta hacia la construcción de un mundo de fraternidad, a imagen del mismo Dios que es relación y comunidad de amor. El proyecto de Dios se realiza en las relaciones entre los seres humanos, y de éstos con la creación. La acogida o rechazo de este proyecto para por ejercer nuestra responsabilidad con los demás. Las consecuencias que tiene nuestros actos, y cómo estos se orientan a la construcción de un mundo de hijos y hermanos, es la referencia fundamental para discernir cómo estamos ejerciendo nuestra libertad y nuestra responsabilidad. La moral cristina nunca puede ser una moral individualista.

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En este módulo queremos profundizar, partiendo de esta perspectiva, en los criterios y herramientas que pueden ayudarnos a comprender con mayor profundidad la moral cristiana para asumirla con mayor libertad y responsabilidad en nuestra vida cotidiana. 1.4 Conclusión Buscando una definición más precisa, podríamos decir que la Moral es la ciencia que trata de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia. “la ciencia de lo que el hombre debe ser en función de lo que ya es”1. Esta definición nos señala lo siguiente: A) El aspecto científico de la moral. Es un estudio sistemático, que cuenta con sus fuentes y principios propios, su metodología y sus conclusiones. B) El aspecto tensional propio de la moral, como comportamiento responsable o como disciplina. Es una tensión que apunta a la meta dinámica del ser hombre en el mundo y ser hombre con los hombres. La bondad ética brota del ser del hombre y tiende a realizarse en ese mismo hombre. C) El carácter personal de toda moral. Toda reflexión ética estudia el proceso por el que el ser humano tiende a evitar la maldad y realizar la bondad en la concretes espacio-temporal en que se halla y se mueve: el proyecto de hombre que lo ha de conducir a la felicidad, a la identidad consigo mismo. Para los cristianos la moral implica un don y una tarea. Se nos presente el ideal, el deber ser y el camino para conseguirlo: seguir a Jesucristo. En el Evangelio de San Mateo, el joven que pregunta a Jesús: “Maestro ¿qué he de hacer de bueno para conseguir la vida eterna?, plantea “una pregunta de pleno significado para la vida”2. La pregunta clave en moral es: ¿Qué tengo que hacer como cristiano? La moral es para liberar, no para condenar: me libero DE… PARA… PARA SEGUIR a JESÚS, PARA participar en un proyecto de vida, INSPIRADO Y FORTALECIDO POR DIOS, POR EL ESPÍRITU DE DIOS. La Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino (s. XIII) marcó por muchos siglos a toda la teología y también a la moral. Todavía hoy se sigue haciendo referencia a ella. Santo Tomás fue el primero en elaborar una teología moral sistemática recurriendo a la racionalidad aristotélica. Pone la reflexión sobre los actos humanos en el contexto de la moralidad general3. Después de referirse al tema de la felicidad4, que abre el Tratado y describe el fin de la vida moral, Santo Tomas añade la exposición, amplia y sistemática, de los actos humanos5 y delos otros temas relacionaos con ellos como son la moralidad, pasiones}, hábitos, virtudes, dones y frutos el Espíritu, bienaventuranzas, los vicios y los pecados, la ley, la gracia y el mérito. En la parte 2-2 de la Suma Teológica estudia la moral específica sobre el esquema de las virtudes teologales y cardinales.

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J.R. Flecha, Teología moral fundamental, 12. Veritatis Splendor, 7." 3 Cf. Suma Teologica qq 1-2. 44 Cf. Ibid., qq, 1-5. 5 Cf. Ibid., qq, 6-17.

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2.1 Los actos morales En el hombre hay dos series de operaciones, de acuerdo a la manera como han sido realizadas: Las “acciones humanas”, que tienen su raíz en el centro mismo de la persona que recibe el valor moral, lo percibe en forma lúcida y decide libremente en consecuencia; y, Las “acciones del hombre”, más biológicas o instintivas, sustraídas a la responsabilidad personal ya que se realizan sin la advertencia y sin la necesaria libertad y por tanto no son objeto directo de la reflexión moral. La “acción humana” incluye elementos esenciales para serlo: a) En primer lugar el conocimiento, tanto de la acción en sí misma como de su realización con los valores morales que están en juego. Ese conocimiento o advertencia, puede estar presente en varios grados de intensidad. No basta cualquier conocimiento para que haya un acto humano, pero puede decirse que, en general, es necesario y suficiente con que el sujeto tenga advertencia del acto que va a realizar y de su conveniencia o inconveniencia: así el sujeto puede ser dueño de ese acto. b) En segundo lugar, la voluntad. El acto voluntario puede dirigirse a una realidad o a una acción querida en sí misma (voluntario directo) o bien a una realidad en cuanto vincula a un valor pretendido y buscado (voluntario in causa o indirecto). c) En tercer lugar, la libertad. Para que haya un acto verdaderamente humano se requiere prestar atención a la decisión libre y la misma realización no coaccionada de la acción propuesta. Los actos humanos se califican como buenos o malos en razón de su referencia al fin último, que es, como se ha dicho, la felicidad. Ayudada por un diálogo con la filosofía personalista, la Teología Moral comprende que, en la base de la acción humana se encuentra concretamente la motivación subjetiva, es decir aquel “conjunto de factores internos a la persona que da energía y dirección a su comportamiento; es el dinamismo de la persona proyectado hacia un valor futuro. El motivo se encuentra ante todo en las necesidades tanto fisiológicas (experimentadas de modo cíclico por períodos: ej. El hambre) como no fisiológicas (que admiten sólo satisfacción parcial: ej. Curiosidad, afirmación de sí). El motivo selecciona entre las conductas posibles las que se demuestran más eficientes para el propio fin; mantienen la propia actividad hasta que el motivo quede satisfecho. La motivación conduce una acción a su fin, haciéndola apropiada respecto a él, persistente e indagadora6. Dando todavía un paso más, habría que considerar este análisis del actuar humano a la luz de la revelación cristiana. La Teología Moral ha de dialogar con el análisis psicológico, pero ha de remitirse continuamente a la novedad de la vida redimida por Jesucristo. """"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""" 6

J.R. Flecha op.cit., 193.

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El conocimiento propio de los actos humanos se completa así con el discernimiento que es obra del Espíritu de Dios (CF. 1Cor 8,3). Ya no se trata de un mero conocimiento teórico, sino de una relación de familiaridad y sintonía con el objeto conocido, una relación de amor a los valores éticos que realizan a la persona amada por Dios. (cf. Ez 20, 10-20; Os 13, 4; Miq 6,5). Conocer la voluntad de Dios (cf. Hech 22, 14; Rom 2,18) o conocer el juicio de Dios (cf. Rom 1,32) es más que un saber teórico (cf. Jn 7 49). Para Pablo, conocer a Dios implica alabarlo (cf. Rom. 1,21) y prestar obediencia a Cristo (Cf. 2Cor 10,5). La voluntad, por su parte, es sanada por la gracia y pos sus dones. Y la operación libre es dictada por “la ley perfecta de la libertad” (Sant 1,25; 2,12), una libertad para la cual nos ha liberado Cristo (cf. Gál 5,1) y que está íntimamente orientada a la caridad7. 2.2 La actitud moral En el último tiempo, a partir de la sociología y de la psicología, ha comenzado a utilizarse la categoría de la actitud, como sustituyendo a la categoría clásica de los hábitos. La actitud moral no debe ser confundida con la intención, como sucede a veces. Se la puede entender como “el conjunto de disposiciones adquiridas que nos llevan a reaccionar positiva o negativamente ante los valores éticos”8. En cuanto a la moral cristiana, esta descripción se ha de complementar con una reflexión sobre sus motivaciones de gracia, sus referencias a la realidad y su aspiración tendencial hacia la perfección, pedida por Jesús a los suyos. La actitud moral comprende todo el mundo cognoscitivo y el volitivo, el ámbito de los sentimientos humanos y el campo operativo de la persona. Se puede decir que la ética tradicional ya estudiaba de algún modo las actitudes morales, sobre todo al dedicar su atención a los hábitos y a las virtudes cardinales desde la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Pero, en la práctica, la moral tradicional concedía una enorme importancia a los actos, al menos en cuanto a espacio de tratamiento y de atención. 2.2 Fuentes de la moralidad Se denominan así los diferentes elementos de la acción humana, que se han de medirse por la norma ética y que determinan la moralidad de la acción. Santo Tomás de Aquino las redujo a tres: el objeto de la acción misma, el fin que con ella se persigue y las circunstancias que la sitúan en un lugar y en un momento concreto. Una acción humana será buena cuando los tres elementos lo sean. Y será mala cuando al menos uno de ellos choque contra los valores éticos que reflejan las normas de la moralidad. a) El objeto del acto moral es la primera y fundamental fuente de moralidad. Si el objeto es malo, el acto será siempre malo, aunque las circunstancias y el fin sean buenos; “nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien”9; el fin, junto """"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""" 7

Cf. Lumen Gentium, 9. J.R. Flecha op. cit., 194" 9 Catecismo de la Iglesia Católica, 1756; cf. Rom 3,8.

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con el objeto, determina la sustancia del acto moral. El fin es la intención subjetiva que pretende el agente con la acción. b) El fin del acto moral es el objeto al que el agente ordena sus actos, es decir lo que se propone conseguir. Este fin, junto con el objeto, determina la sustancia del acto moral. El fin es la intención subjetiva que pretende el agente con la acción. c) Las circunstancias del acto moral son aquellos aspectos accidentales del objeto o de la intención del agente, que afectan de algún modo a la bondad de la acción, pero sin cambiar su sustancia. Por ejemplo, el cariño con que se da una limosna. Si el acto es bueno o malo por su objeto y fin, las circunstancias acrecientan o disminuyen accidentalmente su bondad o maldad. 2.4 Actos intrínsecamente malos El acto moralmente bueno supone a la vez la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias. Una finalidad mala corrompe la acción, aunque su objeto sea bueno. así, rezar, ayudar, a alguien o dar limosna, siendo actos buenos en sí mismos, no tienen validez si el fin de la acción es para ser visto por los hombres”. Ninguna finalidad buena justifica un acto malo. El objeto de la elección puede por sí solo viciar el conjunto de todo el acto. Comportamientos concretos como el adulterio, calumnia, homicidio, siempre son error porque su elección comporta un desorden de los valores éticos objetivos. Es un error juzgar la moralidad de los actos humanos considerando sólo la intención subjetiva que los inspira o las circunstancias que son su marco. Hay actos que, por sí y en sí mismos, independientemente del fin del que actúa o de la intención, son gravemente ilícitos por razón de su objeto. Otra cosa es que las circunstancias modifiquen, cuantitativa o cualitativamente, la responsabilidad personal del agente. No está permitido hacer un mal para obtener un bien10. La encíclica Veritatis Splendor llama la atención contra un hipotético proporcionalismo, consecuencialismo o teleologismo11 que no tuviera suficientemente en cuenta la maldad intrínseca de determinados actos humanos, que estarían prohibidos “siempre y sin excepción”12. La encíclica recuerda con insistencia que existen “actos que, en la tradición moral de la Iglesia, han sido denominados “intrínsecamente malos” (intrínseca malum); lo son siempre y en sí mismos, es decir, por razón de su objeto, independientemente de las intenciones del agente y de las circunstancias que acompañan a la acción”13. La conclusión que extrae a encíclica es la siguiente: “Hay que rechazar la tesis, característica de las teorías teleológicas y proporcionalistas, según su especie –su objeto- la elección deliberada de algunos comportamientos o actos determinados prescindiendo de la intención por la que la elección """"""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""" 10

Cf. Ibid., 1756 Cf. Veritatis Splendor, 75. 12 Ibid., 79." 13 Ibid., 80-81 11

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es hecha o de la totalidad de las consecuencias previsibles de aquel acto para todas las personas interesadas”14.

3. Fundamentación Bíblica de la Moral Cristiana Es importante confrontar la palabra de Dios en la Biblia, con la Palabra de Dios en la vida, porque Dios sigue hablando en la historia de hoy. Sin embargo, no se pueden soslayar las tentaciones y dificultades existentes para unir Sagrada Escritura y Teología Moral. a) Olvido de la Sagrada Escritura (S.E.) al exponer el discurso moral (cf. Ba 4, 1-4; Am 8, 11-12). b) Al reflexionar: la escucha apunta a la conversión de las costumbres. No aplicar a la praxis. c) Instrumentalizar la Palabra de Dios: cf. Jer 28; Ez 2.5; 33, 1-9. (usar la S.E. a la conveniencia personal para demostrar tesis previstas). d) Literalidad en el uso de la S.E que se vuelve contra la misma escritura. e) Detener el mensaje bíblico olvidando su historicidad y dinamismo, (por ejemplo la evolución que significa la ley de Lamec, Gen 4, con la ley del Talión, Ex 21, 25 y la del Amor de Jesucristo, Mt 18, 22). f) Desvincular la Palabra de su sentido más hondo (cf. Am 5, 21- sacrificios; Mt 23, 13-22). Pero tampoco se pueden desconocer los aportes de la Sagrada Escritura: a) La experiencia religiosa de un pueblo que le da un sentido distinto al mundo, una cosmovisión diferente: motivación trascendental que le da la especificidad a la ética cristiana. b) Diversos planteamientos metodológicamente fundamentales. En primer lugar, la Moral es don, expresión de la gratuidad de Dios. Pero también implica una tarea, con carácter responsorial: precede el indicativo al imperativo= primero el don, luego la tarea. c) Nos ofrece una pedagogía específica determinada (teología de los Hechos de la Biblia). Ejemplo de crecimiento ético, de valoración, de modelos, etc.

3.1 Moral del Antiguo Testamento Podemos descubrir tres perspectivas respecto a la moral en el Antiguo Testamento: la moral de la ley, la moral de los profetas y la ley moral de los sapienciales. Desarrollaremos brevemente cada una de ellas, ya que cada una añade algunos matices a nuestra comprensión de la moral.

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Ibid., 79."

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3.1.1 Moral de la ley Señalaremos algunas características propias de la moral que se expresa en la ley del Antiguo Testamento. Se trata de una moral profundamente religiosa Una moral que parte de la experiencia de Dios que elige a su pueblo, al que Yahveh “dicta” sus leyes. No es una moral mítica o mágica.

Es bipolar

con Dios (vertical) Con los hermanos (horizontal)

Después de la alianza, las normas del pueblo son asumidas como entendidas a partir de esa experiencia fundamental el “ be’rit” Yahveh. Amar al ser humano es entendible como una expresión del amor de Dios. Una moral abierta a la cultura Sus normas son eco de códigos mesopotámicos, asirios o hititas. La Ley de Dios no suplanta que asume los hallazgos y los le...


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