Opiniones Heterodoxas Sobre LA Revolución Mexicana PDF

Title Opiniones Heterodoxas Sobre LA Revolución Mexicana
Course Historia de México II
Institution Colegio de Ciencias y Humanidades UNAM
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Opiniones de los diferentes autores de la Revolución Mexicana ...


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OPINIONES HETERODOXAS SOBRE LA REVOLUCIÓN MEXICANA Por Jesús Silva Herzog LA REVOLUCIN ES YA UN HECHO PRETRITO.—Los gobernantes y los pol&ticos suelen hablar y escribir sobre la Revoluci*n Mexicana como si todav&a en 1970 se hallara M3xico en plena Revoluci*n, como si fuera algo vigente, actual. Esto no es verdad. Lo cierto es que la Revoluci*n Mexicana fue de 1910 a 1917 y que desde ese a7o hasta 1940 vino el per&odo de los gobiernos revolucionarios; y, de 1941 en adelante, M3xico inicia una nueva etapa hist*rica que puede denominarse posrevolucionaria. A mi parecer, de esta manera se entiende mejor la historia contempor;nea de M3xico. Pero ante todo es conveniente precisar lo que es una revoluci*n. La palabra revoluci*n significa, en estricto rigor terminol*gico dentro del vocabulario de las ciencias sociales, lucha violenta para transformar las estructuras econ*micas, sociales y pol&ticas de una naci*n en un momento hist*rico dado. Esta transformaci*n implica Ja substituci*n de la clase en el poder por una nueva clase social. Ejemplos: la Revoluci*n Francesa, la Revoluci*n Rusa, y hasta cierto punto tambi3n, la Revoluci*n Mexicana. Adem;s, debe citarse la Revoluci*n Cubana, hoy en pleno proceso de desenvolvimiento. Para que una revoluci*n estalle es necesario que se hayan agotado los medios pac&ficos de cambios favorables a las grandes masas de la poblaci*n; es necesario que la opresi*n sea ya intolerable, que se haya perdido toda esperanza y que exista un cierto grado de educaci*n pol&tica del pueblo. Los que inician una revoluci*n son verdaderos suicidas, al decidir se a combatir contra un poder sostenido por ej3rcitos bien organizados. El programa inicial de un movimiento revolucionario es siempre superado en el curso de la lucha, de tal manera que los caudillos se ven obligados a ir mucho m;s lejos de lo que al principio se propon&an, empujados por los acontecimientos y peripecias de la contienda, de igual manera que por las aspiraciones cada vez m;s ambiciosas de las mayo r&as en lucha por conquistar nuevas metas; y los caudillos, qui3ranlo o no, tienen que seguir adelante o resignarse a ser eliminados y sustituidos por caudillos nuevos. Toda revoluci*n, ello es inevitable, trastorna la econom&a, destruye riquezas, produce ruinas, desolaci*n y muerte; pero despu3s de la victoria viene el per&odo constructivo y se marcha hacia adelante con mayor celeridad al destruir los obst;culos que imped&an el desenvolvi miento de la sociedad. Toda revoluci*n es costosa, mas a la larga beneficia a los pueblos. Y eso fue, incuestionablemente, lo que pas* en M3xico si recordamos los últimos a7os del porfirismo y el proceso revolucionario de 20 de noviembre de 1910 al 1º de mayo de 1917, en que qued* restablecido el orden constitucional al ocupar el 1

Palacio Nacional don Venustiano Carranza, ya en su car;cter de Presidente de la República. El poeta y escritor franc3s Paul Val3ry, (1871-1945) escribi* en su ensayo La crisis del espritu lo siguiente: "Nosotras, las civilizaciones, sabemos ahora que somos mortales"1. El historiador Arnold J. Toynbee se7ala alrededor de veinte civilizaciones muertas. Pensando en Val3ry pudiera decirse: nosotras, las revoluciones, tambi3n somos mortales. La Revoluci*n Francesa fue y ya no es, aun cuando est3n vigentes, cual ideales aún inalcanzables, los principios de libertad, igualdad y fraternidad. ¿Y d*nde est;n las ideas esenciales del acta de independencia de los Estados Unidos de Norteam3rica? Entre lo que pensaron los padres de la independencia de la naci*n vecina y lo que piensan quienes en nuestros d&as la gobiernan hay un abismo insondable. ¿Y cualquier observador atento no advierte diferencias de significaci*n considerable entre los que hicieron la Revoluci*n Rusa en 1917 y a7os inmediata mente posteriores, y la pol&tica nacional e internacional de la Uni*n Sovi3tica en este momento hist*rico? En agosto de 1929, conversando en Moscú con la se7ora Alexandra Kolontay, le pregunt3: "¿No cree usted que lo que hoy est; pasando en la Uni*n Sovi3tica es distinto de lo que pensaron Marx y Engels?" Me contest* sin vacilaci*n; "No s*lo es distinto de lo que pensaron Marx y Engels, es distinto de lo que pensaba Lenin. A nosotros los que hicimos la Revoluci*n nos queda una sola tarea: escribir nuestras memorias". No se olvide que la historia es suceso, es drama, es cambio, y que “lo único que no cambia, es, que todo cambia.” ¿Y acaso la Revoluci*n Mexicana es la única excepci*n y es inmortal? La respuesta de manera obvia es tajantemente negativa. Las ideas y los principios de la Revoluci*n Mexicana son todav&a ideas y principios que no han cuajado en plenitud, siendo en no pocos casos superados por nuevos acontecimientos, el progreso de la ciencia y de la t3cnica y las corrientes del pensamiento econ*mico contempor;neo y nuevas constelaciones sociol*gicas. En consecuencia, es correcto hablar y escribir sobre las ideas y los principios de la revoluci*n mexicana, mas no es correcto dar a entender que vivimos todav&a en plena revoluci*n. No hay violencia generalizada en todo el pa&s; no hay lucha hasta estos momentos —diciembre de 1970— para substituir a una clase social en el poder por otra clase social; la opresi*n no ha llegado aún a l&mites intolerables y el pueblo no ha perdido del todo la esperanza de mejoramiento econ*mico y social, no obstante que grandes sectores de poblaci*n viven aún en condiciones subhumanas y de que la inconformidad con la situaci*n existente se manifiesta en grupos cada vez m;s amplios, particularmente entre la juventud. Las revoluciones no son inmortales; dejan huella profunda en el coraz*n de la posteridad, como la dejan los grandes pensadores. stos, a mayor distancia en el tiempo; aqu3llas, a mayor hondura en el espacio. Pero siempre llega el momento 1 Valery, Paul. Poltica del Espritu. 2

en que las revoluciones dejan de ser porque agotan su capacidad creadora, porque realizan su tarea en la historia o porque hay nuevas fuerzas que las contienen. Claro est; que todo lo que es fundamental se almacena en la memoria de los hombres e influye en su conducta y en sus conocimientos esenciales; empero, lo que en la memoria de los hombres se guarda es porque es historia o biograf&a; es algo que fue y ya no es, pasado y no presente. Por otra parte, lo s3 bien desde ahora, no faltar; quienes digan que mis opiniones son peligrosas desde el punto de vista pol&tico, porque podr;n ser utilizadas por las gentes de derecha, enemigas de toda idea de progreso. Mis puntos de vista podr;n ser utilizados por los hombres de izquierda, sincera y honestamente de izquierda; no por los demagogos, ni por los oportunistas siempre dispuestos a adular a quienes detentan el poder. La mentira es en ocasiones útil al mal pol&tico, mas no a la buena pol&tica; porque la buena pol&tica tiene que apoyarse invariablemente en la verdad. En m;s de una ocasi*n he dicho y escrito que s*lo con la verdad se sirve de verdad al hombre. Lo repito para que se clave en la conciencia de quienes gozan del poder. Al terminar la lucha armada la Revoluci*n se hizo gobierno; iniciaron su gesti*n pol&tica y administrativa los gobiernos revolucionarios. Adolfo de la Huerta fue m;s revolucionario que Carranza; Obreg*n m;s que De la Huerta y Calles m;s que Obreg*n. Portes Gil continu* la trayectoria de Calles; Ortiz Rubio y Rodr&guez no fue mucho lo que hicieron; y C;rdenas dio el mayor jal*n que era posible dar a favor de los intereses populares y defendi* la independencia econ*mica y pol& tica de M3xico. Su gobierno fue m;s revolucionario que los anteriores. Despu3s comenz*, como arriba se dijo, la etapa posrevolucionaria. Los gobiernos revolucionarios iniciaron, particularmente a partir del gobierno de Calles, la reconstrucci*n del pa&s. Puede decirse que en el curso de la lucha armada y durante los gobiernos revolucionarios muchos ricos empobrecieron y muchos pobres se hicieron ricos. Empobrecieron los hacendados y algunos comerciantes pueblerinos. stos porque sus tiendas fueran saqueadas o confiscadas sus mercanc&as; aqu3llos, porque se repartieron sus tierras. No les ocurri* lo mismo a los grandes comerciantes, a los grandes banqueros, a los grandes industriales ni a los due7os de fincas urbanas. Sufrieron un poco en sus intereses, un poco nada m;s. Lentamente recuperaron el terreno perdido. Los pobres enriquecidos ganaron su fortuna en el comercio, muchos de ellos porque disfrutaron del favor oficial. Tambi3n se tornaron acaudalados los tra ficantes de influencia: generales, pol&ticos y funcionarios sin escrúpulos. Estos personajes sin patria y sin ideal han sido los logreros de los gobiernos revolucionarios y posrevolucionarios. Saben que desde hace casi dos siglos son los mercaderes los que gobiernan las naciones de estructura capitalista o precapitalista, y se afanan por hacerse mercaderes para lucrar desde una oficina pública o desde afuera. Desde la oficina pública manejan mejor sus negocios y desde afuera hay quienes gobiernan a los que gobiernan.

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El número de nuevos ricos y de ricos viejos cada vez m;s ricos, fue aumentando poco a poco. El progreso econ*mico del pa&s favoreci* la capitalizaci*n interna y a la antigua burgues&a porfifista, a la cual se sum* la nueva burgues&a desgajada de nuestro gran movimiento social. Lo importante es que unos y otros, formaron y forman una clase so cial poderosa, activa y ambiciosa, con clara conciencia de clase, ligada por lazos de solidaridad con base en la comunidad de intereses. As& su influencia es cada vez mayor en la econom&a de la naci*n. Y hay que recordar que quienes influyen en el campo econ*mico, influyen tambi3n en el campo pol&tico. En M3xico, a medida que la burgues&a se fue fortaleciendo y mezcl;ndose algunos de sus miembros con los hombres de los gobiernos revolucionarios y posrevolucionarios, comenz* a influir en la direcci*n de los negocios públicos, minorando en ocasiones y a veces neutralizando la acci*n renovadora. Ya en el primer lustro de los treinta tuvimos un presidente millonario: el general Abelardo L. Rodr&guez. Ahora bien, cuando los mercaderes influyen en la administraci*n pública, desde adentro o desde afuera, el lucro, suprema finalidad del mercader, prop*sito inferior en cuanto al destino superior del hombre, substituye el ideal de servicio desinteresado a la sociedad y a los anhelos de superaci*n; es, dig;moslo de una vez, agente activo de avaricia y corrupci*n. En las sociedades capitalistas o precapitalistas, el lucro est; por encima de toda consideraci*n humana, por encima de la patria; el lucro es el único dios, un dios perverso, ego&sta, despiadado y cruel. En el r3gimen del presidente Avila Camacho, se observa un cambio en el lenguaje y en las ideas del gobierno. La palabra revoluci*n se substituye frecuentemente por la palabra uni*n: la uni*n de todos los mexicanos. Mentira o utop&a; una utop&a que no dejar; de serlo mientras la sociedad est3 dividida entre pobres y ricos, entre explotadores y ex plotados, entre hartos y hambrientos, entre millonarios avaros y pro letarios indigentes. Jam;s vivir;n unidos el gavil;n con la paloma ni el iobo con el cordero. Despu3s de 1940 se advierte el viraje pol&tico de los gobiernos mexicanos; m;s o menos tenue, m;s o menos sutil. El cambio era inevitable. La historia jam;s se detiene, es movimiento sin t3rmino, din;mico, dram;tico y creador. LAS CORRIENTES IDEOLGICAS Y SU INFLUENCIA EN LA REVOLUCIN. — Durante cierto tiempo fue un lugar común afirmar que la revoluci*n mexicana se realiz* sin previa ideolog&a y que no influy* en ella el pensamiento universal. Voy a intentar demostrar que tales afirmaciones son inexactas. El autor de este art&culo, que ten&a 18 a7os en 1910 y 25 en 1917, era un lector asiduo y sistem;tico de libros, folletos y peri*dicos. Adem;s, hab&a simpatizado con el maderismo, se hallaba inconforme con el mundo que le circundaba y tuvo una modesta participaci*n en la etapa constitucionalista de la revoluci*n con el 4

car;cter de periodista, habi3ndose adherido a los grupos de la Convenci*n de Aguascalientes y de M3xico durante la lucha de las facciones. Tuvo la oportunidad de conversar una y muchas veces con numerosos revolucionarios: generales, coroneles, tenientes coroneles, pol&ticos sin grado militar y periodistas. En tales conversaciones muchas veces se hablaba de lo que se puede llamar literatura revolucionaria, se discut&an ideas y se formulaban planes para el futuro. Recordando mis lecturas de aquellos a7os y las conversaciones a que arriba hice menci*n, creo poder se7alar las principales fuentes de infor maci*n cultural de los revolucionarios m;s instruidos, quienes segura mente leyeron los libros, folletos y peri*dicos que yo le&a, am3n de los casos concretos que personalmente me constan. En las librer&as de la capital y de las capitales de algunos Estados estaban a la venta a precios muy reducidos, los libros que nos llegaban de las casas editoriales de Madrid, Barcelona y Valencia. Mencionar3 algunos de esos libros muy le&dos por j*venes y hombres maduros, movidos por su inquietud intelectual: La conquista del pan por el pr&ncipe ruso Pedro Alejandro Kropotkin. Dec&a que "trata a los dem;s como te gustar&a que ellos te trataran a ti propio en circunstancias an;logas"; que "la riqueza de los unos est; hecha con la miseria de los otros" y que "los que ambicionan el triunfo de la justicia, los que quieren poner en pr;ctica las ideas nuevas... comprenden la necesidad de una tormenta revolucionaria". Este libro lo difund&a la Casa del Obrero Mundial y fue uno de los libros de cabecera de Ricardo Flores Mag*n. Las mentiras de la civilizacin por el húngaro Max Nordau. De esta obra cr&tica de la sociedad capitalista no tengo recuerdos muy precisos, pero s& que era muy le&da. ¿Qu es la propiedad? La propiedad es un robo, por el c3lebre escritor franc3s Pedro Jos3 Proudhon. Afirmaba que "La propiedad es un robo; confiere al propietario el derecho a percibir una renta sin trabajar; el capitalista recibe algo a cambio de nada. La propiedad es el derecho a disfrutar y disponer a voluntad del bien ajeno, del fruto de la industria y del trabajo ajeno; es un efecto sin causa". 2 La tesis fundamental del autor consiste en la substituci*n del derecho de propiedad por el derecho de posesi*n, sosteniendo que con este solo cambio se transformar&a radicalmente la sociedad. El pescador adquiere la posesi*n de los peces que pesca, pero no es due7o del mar; el cazador adquiere la posesi*n de los animales que caza, pero no es due7o del bosque; el labriego tiene la posesi*n de los terrenos que cultiva, pero no debe ser due7o de la tierra. Por otro lado, se le&an mucho las novelas de autores franceses y espa7oles. Entre las de autores franceses hay que mencionar "Los Miserables", por V&ctor Hugo; "El Jud&o Errante", novela socialista, por Eugenio Sue; las novelas de cr&tica de la sociedad burguesa de su tiempo, por Honorato de Balzac, y el autor de moda por aquellos a7os era el cr&tico Anatole France. Entre los espa7oles se le&an las 2 Proudhon, Pedro Jos3O . ¿Qu es la propiedad? Investigacin acerca de su principio de su derecho y de su autoridad.

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novelas de Benito P3rez Gald*s, entre ellas, "Do7a Perfecta" y "Gloria", ambas contra el fanatismo religioso. De los libros mexicanos que sembraban la semilla de la inconformidad, es muy probable que algunos hubieran le&do la obra monumental de Wistano Luis Orozco, titulada Legislacin y jurisprudencia sobre terrenos baldos, en la cual se hace cr&tica severa de la pol&tica agraria del porfirismo. De seguro eran m;s conocidas Los grandes problemas nacionales, por Andr3s Molina Enriques: y La sucesin presidencial en 1910, por Francisco I. Madero. Los folletos con sentido revolucionario y, en consecuencia, con finalidades de transformaci*n, se publicaban en buen número desde el segundo lustro de este siglo en adelante. Vamos a se7alar a continuaci*n algunos de ellos: El problema agrario en Mxico, por Torib&o Esquivel Obreg*n. En dicho folleto se critica la idea del gobierno del se7or Madero de comprar haciendas a sus propietarios para dividirlas en peque7as propiedades, y contiene una tremenda requisitoria contra los latifundistas mexicanos. L;stima grande que este hombre que hab&a sido progresista hubiera aceptado desempe7ar el despacho de la Secretar&a de Hacienda en el gobierno espurio de Victoriano Huerta, torn;ndose a partir de entonces conservador y aun reaccionario. La reconstitucin de los ejidos de los pueblos, por Luis Cabrera. En un folleto se recogi* el admirable discurso agrarista del autor, pronunciado en la C;mara de Diputados el 3 de diciembre de 1912. En este discurso se encuentran en germen las ideas de la Ley de 6 de enero de 1915, redactada por Cabrera. Causas de la revolucin en Mxico, por Paulino Mart&nez, publicado en La Habana en enero de 1914. El viejo periodista de oposici*n tuvo que escapar del pa&s para salvar su vida amenazada por el r3gimen sanguinario de Huerta. En ese mismo a7o regres* clandestinamente al pa&s y se incorpor* a las huestes del general Zapata. El autor del folleto tiene ideas claras sobre las causas que originaron la revoluci*n y propone soluciones radicales para resolver de una vez por todas el problema agrario. He aqu& unos cuantos p;rrafos de muestra: "Examinadas as& las causas de la rebeli*n, nuestra guerra fratricida no es ni puede ser, una contienda de ambiciones vulgares, que perturban la paz por el placer de atrapar un puesto público, o de cambiar sencillamente el personal pol&tico de una mala administraci*n (aunque por esa corriente quisieron y quieren encauzarla, equivocadamente, al gunos de sus caudillos) no; nuestra lucha tremenda de hermanos contra hermanos, ha tenido y tiene un fin m;s noble y elevado: conquistar la libertad econ*mica de un pueblo, destruyendo el Feudalismo Agrario y Pol&tico que lo ha oprimido desde el siguiente d&a de la Dominaci*n Espa7ola.

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"Escucha, Pueblo, y obra sin dilaci*n. "Si quieres evitar las luchas salvajes del futuro; esas guerras odiosas que la Moral reprueba y la Civilizaci*n basada en la Justicia debe con denar para siempre, s*lo hay un medio pr;ctico de conseguirlo: tomar desde luego posesi*n de esas inmensas extensiones de tierra, que hoy yacen sin cultivo, y establecer en ellas Colonias Agr&colas Comunales, bajo las siguientes BASES GENERALES "Art&culo 1. Considerando que la tierra es de todos, nadie debe aca pararla para su exclusivo provecho, perjudicando a los dem;s. En nombre del Derecho que la Naturaleza concede a todos los seres de la creaci*n y de acuerdo con las Leyes de Colonizaci*n de la República Mexicana, tomemos posesi*n de la extensi*n de tierra que necesitemos para culti varla y alimentarnos de sus productos, sin otra mira de especulaci*n que tenga por objeto causar da7o a nuestros semejantes. "Art&culo 2. Es nuestra voluntad constituirnos en Colonias Agr&colas Comunales, diseminadas en toda la República, dirigidas en su R3gimen Interior por un Consejo Administrativo de su mismo seno; viviendo conforme a las leyes de la Moral m;s pura, sin privilegios especiales ni ambiciones bastardas que engendren odios y rencores entre nosotros perturbando la buena armon&a y el equilibrio social que debe reinar en toda agrupaci*n perfectamente organizada". Tierra libre, por Miguel Mendoza L*pez Schwertfeger. Es un fo lleto muy radical, puesto que propone sin eufemismos la nacionalizaci*n de la tierra en todo el pa&s. Aqu& copiamos algunos p;rrafos de su escrito: "La sociedad actual no garantiza el derecho de las clases productoras al permitir que las no productoras se apropien del fruto del trabajo de aqu3llas sin haber hecho nada para merecer semejante privilegio. En efecto, para que el derecho al producto &ntegro del trabajo pueda rea lizarse en toda su plenitud es de todo punto indispensable la abolici*n de todas aquellas instituciones que, como la de la propiedad privada de la tierra muy principalmente, tienden a favorecer injustamente a unos con perjuicio de los otros. "Si pues los derechos naturales del hombre constituyen el objeto de la sociedad, la instituci*n de la propiedad privada de la tierra que impide la realizaci*n de esos derechos produciendo la miseria de la mayor&a, debe abolirse. Con la propiedad territorial en favor de los privilegiados, 3stos seguir;n consumie...


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