Padró, Josep: Historia del Egipto Faraónico, Editorial Alianza Universidad, Madrid, 1996 PDF

Title Padró, Josep: Historia del Egipto Faraónico, Editorial Alianza Universidad, Madrid, 1996
Author Brian Pellegrino
Course Historia Antigua
Institution Universidad Nacional de Tucumán
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Capitulo 9...


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Padró, Josep: Historia del Egipto Faraónico, Editorial Alianza Universidad, Madrid, 1996.

Cap9: Orígenes y apogeo del Imperio Medio

La Dinastía XI y la formación del Imperio Medio: El fundador del Imperio Medio es por derecho propio, Mentuhotep II, quinto soberano de la Dinastía XI tebana. Utilizó durante su largo reinado sucesivamente tres titulares diferentes, lo cual ha sido motivo de confusión entre los egiptólogos hasta no hace muchos años. Actualmente, los motivos de estos cambios de nombre en su protocolo parecen estar claros. El primer cambio debió producirse indudablemente tras la caída de Heraclópolis. Estos cambios, señalan acontecimientos considerados especialmente importantes por el propio faraón que tuvieron lugar durante su reinado, y nos indican elocuentemente cuáles fueron las principales preocupaciones políticas de Mentuhotep II. De la guerra de unificación, y de la caída de Heraclópolis conocemos realmente pocos detalles. La caída de la capital del reino del Bajo Egipto acarreó un nuevo intento de invasión del Delta por parte de los beduinos asiáticos. Una vez unificado Egipto, Mentuhotep II consagró la mayor parte de sus esfuerzos al restablecimiento de la autoridad real y de la prosperidad económica interior. Tomó una importante serie de medidas. En primer lugar, una energía política de centralización. La capital política del Estado quedó fijada definitivamente en Tebas. El mejor indicio de la reactivación económica interior nos lo da la importante actividad constructiva emprendida por Mentuhotep II especialmente en el Alto Egipto. En lo referente a política exterior, Mentuhotep II reasumió las tendencias imperialistas de finales del Imperio Antiguo. Además de sus campañas contra los beduinos asiáticos ya mencionados, el faraón llevó a cabo otras contra los chemehu y los tehenu de la zona de Libia. Del reinado de Mentuhotep II no sabemos gran cosa. Tal vez lo más importante fue el envío de una numerosa expedición comercial de 3000 hombres al país de Opone. Prosiguió la política constructiva de su padre en el Alto Egipto, y fortificó el Delta oriental para detener las incursiones asiáticas. Sabemos que el final del reinado de Mentuhotep II está marcado por una serie de problemas en el Alto Egipto, uno de los cuales es el hambre, lo cual demuestra que la situación económica no era aún todo lo brillante que pudiera creerse.

El nuevo faraón Mentuhotep IV (1998-1991) es indudablemente un usurpador, cuyo nombre es omitido por el Canon Real (lista de reyes). No sabemos en qué condiciones accedió al trono. El principal hecho conocido de su reinado es la expedición que dirigió su visir Amenemes, cuyo objetivo era el control efectivo de la zona del Wadi Hammamat y de la costa del mar Rojo, donde se inició la construcción de un puerto definitivo desde el que zarparían en adelante las expediciones comerciales con destino Opone. El reinado de Mentuhotep IV acabó nuevamente entre disturbios, disturbios que tal vez no habían cesado a todo lo largo del mismo.

Amenemes I y la consolidación del Imperio Medio: Es en medio de la confusa situación política que caracteriza el final de la Dinastía XI que Amenemes I, alcanzó el trono y fundó una nueva Dinastía, la XII. Sin vínculos familiares fue proclamado gracias al apoyo de algunas grandes familias aristocráticas. Se ha emitido la hipótesis de que los disturbios que señalan la caída de la Dinastía XI y el advenimiento de la nueva Dinastía XII pudieron haber sido promovidos, como mínimo en parte, por las grandes familias aristocráticas del Alto Egipto. Estas mismas familias, representadas por los poderosos monarcas hereditarios que habían apoyado a los primeros soberanos tebanos de la Dinastía XI como caudillos de una monarquía feudal. Amenemes I fue un gran estadista que no se iba a dejar manejar fácilmente, y que comprendiendo dónde estaban los auténticos intereses del Estado pronto marcó sus distancias con respecto a sus interesados protectores. Así el nuevo rey reorganizó totalmente el sistema político y administrativo, de acuerdo con este nuevo modelo de estado híbrido centralizado-feudal. Una de sus primeras medidas fue trasladar la capital de Tebas a Ittauy. Por un lado, al sustituir Tebas por Ittauy, Amenemes I se alejaba de sus poderosos pero peligrosos aliados, las familias aristocráticas del Alto Egipto. Él habría podido abandonar Tebas y trasladar su capital a alguna gran ciudad del reino heracleopolitano, incluso a la misma Menfis, prestigiosa capital del Imperio Antiguo cuto modelo de estado se pretendía restaurar. La experiencia histórica reciente había demostrado que las ciudades, con sus grandes aglomeraciones de población de población, eran peligrosas para la estabilidad de la monarquía. Finalmente, acabamos de ver que la caída de la Dinastía XI no fueron ajenos los disturbios que tuvieron lugar en la misma Tebas. Las profundas reformas administrativas emprendidas por Amenemes I empezaron por la revisión de los límites de los nomos. El rey buscó así un nuevo equilibrio territorial. Los nuevos límites provinciales así fijados quedaban garantizados por el rey, con lo que se eliminaba una posible fuente de conflictos, las disputas limítrofes entre nomarcas.

Los nomarcas hereditarios, dan la sensación de haberse mantenido leales al rey de esta época. Los funcionarios, divididos en casas o ministerios, dependían en última instancia del visir, en una estructura que se complacía en imitar el modelo del Imperio Antiguo. La prosperidad económica impulsada por el Estado en el campo de la sensación de haber alcanzado rápidamente también a las ciudades. La política exterior de época de Amenes I estuvo marcada por la necesidad de hacer frente a las amenazas exteriores. En la Baja Nubia se había hecho fuerte, al comienzo del reinado de Amenemes I, uno de los pretendientes al trono faraónico alzado a la caída de la Dinastía XI, llamado Seguerseni. Ello fue la causa de que en esta dirección se siguiesen las expediciones militares enviadas por Amenemes I desde el primer momento. Durante el reinado de Amenemes I las expediciones comerciales a Opone tenían ya carácter regular. Tomó aún otra iniciativa importante en política interior. El año 20 de su reinado asoció al trono a su hijo Sesostris I, aunque es posible que esta asociación fuese mantenida en secreto. Pero que la medida era prudente y acertada lo demuestra que sería adoptada sistemáticamente por todos los reyes de la Dinastía XII. Amenemes I fue también un gran constructor, cuyas actividades edilicias se pueden rastrear no solo en el Alto Egipto, sino también en el Delta y en Menfis. Murió asesinado, víctima de una conspiración palaciega que aprovechó la circunstancia de que Sesostris I se encontraba lejos, dirigiendo una expedición militar en el Desierto Líbico.

El apogeo de la Dinastía XII: En Nubia, Sesostris I, logró alcanzar la 3era catarata, con lo que los egipcios recuperaron el control de las minas de oro de la región. Una de las principales preocupaciones de Sesostris I en la política exterior fue la inestabilidad de la zona del desierto Líbico. Hemos visto precisamente que cuando se produjo el asesinato de su padre, Sesostris I se hallaba en el desierto Líbico combatiendo a estas tribus. Ante esta situación la táctica de Sesostris I consistió en asegurarse el control de los oasis líbicos mediante el establecimiento de guarniciones militares permanentes. Las relaciones comerciales egipcias con el mundo mediterráneo oriental siguieron ampliándose durante el reinado de Sesostris I, cuando sus contactos alcanzaron el puerto de Ugarit, al norte de la costa de Siria. Su sucesor fue su hijo Amenemes II (1929-1895), quien también había sido asociado al trono por su padre poco antes de su muerte. La actividad principal de este soberano, que regía ya un país sin problemas fronterizos, se dirigió a la potenciación de las relaciones comerciales exteriores. En esta época la influencia egipcia alcanzaba ya el interior de Siria y Palestina, así como el de Anatolia y Biblo se había convertido en un protectorado egipcio, en el que sus príncipes ostentaban títulos egipcios e incluso usaban escritura jeroglífica egipcia. A su vez, se han encontrado manufacturas minoicas en todo Egipto, y

sabemos de la presencia de elementos asiáticos que iniciaban una lenta y pacifica penetración en el país del Nilo. Amenemes II se hizo enterrar en una pirámide que se hizo construir en Dahshur, cerca ya de Menfis, donde habría trasladado su residencia, y fue sucedido por su hijo Sesostris II (1897-1878), previamente asociado al trono. Sesostris II fue sobre todo el faraón que consagró sus esfuerzos a la explotación metódica del oasis del Fayum, aprovechando para ello un descenso sustancial del nivel de las aguas del lago Moeris. Este descenso del nivel del lago tuvo la virtud de dejar al descubierto importantes extensiones de tierra en condiciones óptimas para la agricultura. Sesostris II emprendió una importante serie de trabajos hidráulicos de gran envergadura, para lo cual necesitaba abundante mano de obra que concentró en Kahun, construyó Sesostris II una ciudad de nueva planta para sus obrero, que constituye para nosotros un modelo urbanístico óptimo para conocer las ciudades del Imperio Medio. El rey empezó por construir, en Illahun mismo, una presa para regular la entrada del agua al oasis, así como una gran barrera que debía defender la depresión del peligro de inundaciones incontroladas. Entregó estas nuevas tierras agrícolas, recuperadas gracias a la solicitud del Estado, a numerosos beneficiarios, habiendo razones para creer que estas tierras les fueron cedidas por la monarquía a cambio de unas prestaciones especialmente favorables. Sesostris II fue enterrado en su pirámide, construida en el mismo Illahun, siendo sucedido por Sesostris III, con quien la Dinastía XII y el Imperio Medio alcanzaron su máximo apogeo.

Sesostris III, y el final de la Dinastía XII El reinado de Sesostris III es indudablemente uno de los más importantes del Imperio Medio, y su fama de conquistador y guerrero fue tal que su figura mitificada llegó hasta los oídos de los escritores griegos. Es además una figura polémica entre los egiptólogos e historiadores actuales. Las fuentes escritas no explican las causas ni las razones, ni el alcance de los importantes acontecimientos que tuvieron lugar durante el mismo. El acontecimiento que más parece haber contribuido a mitificar para la posteridad la figura de Sesostris III es una campaña militar que el rey emprendió, con grandes medios, en dirección a Siria y Palestina y que le condujo hasta Sekmen, en el centro de Palestina. Lo que desconocemos son las razones de esta importante intervención armada, que penetró fuertemente en Asia y que no tiene precedentes en el Imperio Medio. Tan sólo puede especularse con un posible cambio de la política exterior asiática, convertida en más agresiva por Sesostris III. Esta hipótesis viene avalada con lista de enemigos de Egipto.

El aspecto más discutido del reinado de Sesostris III es, con todo, su política interior, caracterizada por la destrucción definitiva de la aristocracia feudal del Alto Egipto. Los reyes de la Dinastía XII no podían observar con tranquilidad la supervivencia del poder de unas familias aristocráticas cuyas raíces remontaban muchas veces a finales del Imperio Antiguo. Este enfrentamiento hubo de producirse, finalmente, durante el reinado de Sesostris III. Lo que sabemos positivamente es que Sesostris III pudo atreverse a desposeer casi todos los monarcas hereditarios, sin que esta drástica medida ocasionase una reacción en contra significativa por parte de los perjudicados. Hay historiadores que niegan que Sesostris III hubiese decidido acabar de forma sistemática con los nomarcas hereditarios del Alto Egipto. Lo cierto es que, en todo caso, ningún nomarca hereditario alcanzó el final de la dinastía, y que Sesostris III pudo considerar prácticamente extinguido el cargo, puesto que emprendió inmediatamente una profunda reforma de la administración. Por un lado, Sesostris III sustituyó los nomarcas hereditarios desposeídos por gobernadores, nombrados directamente por la administración, que ya no eran vasallos sino representantes del rey. De esta manera, la monarquía había acabado por conseguir invertir el sentido del proceso iniciado con la Dinastía V y que había llevado a la supremacía de la aristocracia en Egipto durante el final del Imperio Antiguo y el Primer Periodo Intermedio. Su sucesor fue Amenemes III (1843-1797), quien con su largo reinado de cerca de medio siglo representa el momento culminante del absolutismo real del Imperio Medio. El nuevo soberano se ocupó sobre todo de continuar la explotación sistemática de los recursos agrícolas del Fayum, acabando muchos de los trabajos hidráulicos en el oasis de Sesostris II sólo había tenido tiempo de diseñar e iniciar. La actividad constructiva de Amenemes III, es ingente, en todo Egipto pero específicamente en el Fayum, así como Nubia y en el Sinaí, el rey no dudó en admitir mano de obra extranjera. En cuanto a la política exterior hay que destacar sobre todo la intensificación de las relaciones con Biblo, cuyos gobernantes parecen seguir bajo el protectorado egipcio. El misterioso final de la Dinastía XII y del Imperio Medio ha sido motivo de perplejidad durante muchos años por parte de los egiptólogos. Así contrariamente a lo que se suponía, parece claro actualmente que Amenemes IV (1798-1790), sucesor de Amenemes III después de una corta corregencia, no era sin embargo su hijo. La verdadera heredera del trono de Amenemes III debió ser Escemiofris, quien transmitió sus derechos al trono a su esposo Amenemes IV. Durante su corto reinado, el rey continuó la política constructiva de sus predecesores, y su persona siguió siendo objeto de culto en Biblo. Se hizo construir una pirámide en Masguna, al sur de Dahsbur, y falleció verosímilmente sin descendencia, puesto que su sucesor es la reina Escemiofris (1790-1786).

En su corto reinado personal, Escemiofris prosiguió la política constructiva de sus predecesores. Sin embargo, más interesante es señalar que la soberana adoptó un protocolo masculino como faraón, constituyendo de esta forma un claro precedente para el reinado de otra mujer, Hatshepsut ya en el Imperio Nuevo. Nada más sabemos de Escemiofris. Con ella desapareció de la forma más oscura y en pocos años la Dinastía XII y se acabó el Imperio Medio, dando paso al Segundo Periodo Intermedio. La razón de lo sucedido parece ser bastante obvia: simplemente, la Dinastía XII se extinguió sin dejar herederos masculinos ni femeninos. Otra cuestión, es averiguar por qué este simple hecho, que habría podido resolverse con el acceso al trono de una nueva familia real, ocasionó el final del Imperio Medio y la entrada en un nuevo periodo intermedio....


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