PEC (parcial) . Resumen teatro años 50-70 - PDF

Title PEC (parcial) . Resumen teatro años 50-70 -
Course Literatura Española de los Siglos XX y XXI: desde 1939
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2. Explique el teatro de 1950 a 1970, su evolución, las características de cada período y los autores y obras fundamentales.

Durante mucho tiempo, el teatro español arrastró el impacto de la Guerra Civil, sobre todo en términos de muerte, exilio, censura y crisis económica. Habían desaparecido grandes escritores como Unamuno, Valle Inclán y Lorca, y con ellos, murieron posibilidades dramáticas que hubieran iluminado nuestro panorama teatral. Valle podría haber avanzado en sus propuestas expresionistas, Lorca en las surrealistas. El exilio es el lugar desde donde escriben Max Aub, Alejandro Casona y Rafael Alberti. El primero, que crea teatro del exilio, plasmó en su comprometido «Teatro mayor» experiencias y reflexiones propias sobre la tragedia de la guerra y el odio que asoló Europa, o la opresión política de las dictaduras en su «Teatro policíaco». El carácter profundamente crítico y testimonial de su producción limitó sin duda la difusión. Alejandro Casona, sin embargo, crea teatro en el exilio1, pero no sobre él. Su obra dramática es poética y muy personal, centrándose no en lo sociopolítico, sino sobre todo en elementos fantásticos, oníricos y presupuestos estéticos, con bastante éxito. Por su parte, Rafael Alberti aunó arte popular y la vanguardia, por ejemplo en sus elementos simbolistas; si bien la mayoría de sus obras han sido estrenadas tardíamente. En España, la brutal censura de posguerra, cercenaba la difusión de cualquier intento dramático que ideológicamente se apartara del régimen imperante. Por este elemento represor, presente en escena en diversos grados hasta la muerte de Franco en 1975, muchas de las obras escritas en esta época no se estrenaron en teatros comerciales. Posiblemente la mayor visibilidad del género retrasó su transformación, a diferencia de lo que ocurrió en novela o poesía, que podía circular por canales soterrados. El género dramático no es solo texto, es representación, y su mensaje, durante esta época, era visto principalmente por una minoría afín al régimen, la única con capacidad económica para asistir a eventos culturales. Por ese motivo, la autocensura actuó frecuentemente entre los autores, creando una línea general de teatro más comercial y convencional, (salvo excepciones como Historia de una escalera de Buero Vallejo), que continuaba con la comedia de salón heredada de Benavente, y con un teatro cómico que mantenía la línea de evasión anterior a la guerra. Sin embargo, comienza a estrenarse un teatro que busca renovar el humor. Iniciado por Jardiel Poncela y con gran éxito de público en la década anterior (Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada) sus innovaciones serán heredadas y afianzadas por autores como Edgar Neville y Miguel Mihura. Este último, con Tres sombreros de copa, escrita en 1932 pero estrenada en 1952, anticipa el teatro del absurdo mediante personajes, argumentos y un lenguaje inverosímil, que sin embargo logra enfrentar a sus personajes con el entorno social, simbolizando el enfrentamiento entre 1 MORALEDA GARCÍA, P. (1989). El teatro de Max Aub y el fantasma del papel. Anuario de estudios Filológicos, Vol. 12, págs. 215-227.

convencionalismos y libertad, restricciones e imaginación, binomio este que será constante en su obra. A partir de los 50, sin embargo, aparecen los primeros elementos rupturistas. En el comienzo de esta década, los dramaturgos se plantean la posibilidad de escribir un teatro visible sobre los temas que realmente les preocupan, temas muy diferentes de los motivos de evasión y exaltación patriótica presente en el teatro comercial. Podría entenderse que es 1949, con Historia de una escalera, de Buero Vallejo, la fecha en la que se da un giro a la situación del teatro. La obra recibe el Premio Lope de Vega, y es aclamada por público y crítica, dada «su capacidad de denuncia, la restauración de lo trágico en los escenarios, y su estructuración dramática».2 Esa fecha y esa obra, en palabras de Pilar Moraleda3 fueron: Una «presentación en sociedad»; la punta de un iceberg renovador, todavía muy minoritario, pero vivo, que se había venido gestando en años anteriores. Lo que sí es cierto es que, a lo largo de la década de los cincuenta, esa «presentación en sociedad» se muestra como un camino abierto y se verá refrendada, con la labor ininterrumpida del propio Buero y con los trabajos de madurez de Alfonso Sastre, y más tarde, con las primeras obras de unos jóvenes dramaturgos a los que la crítica suele agrupar bajo la denominación de «generación realista». Un año más tarde, Buero estrenó En la ardiente oscuridad, obra de carácter simbolista y existencial donde se plasma el enfrentamiento entre nosotros mismos como seres, y nuestras limitaciones para comprender el misterio de la existencia. Pero debemos detenernos en Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre (1953), que revolucionó el panorama teatral. En las obras de Buero y de Sastre, con diferentes enfoques, se ponían de relieve desigualdades sociales y otros problemas de un país que arrastraba una posguerra y sufría una dictadura. Se hacía de modo indirecto por Buero, de forma cruda por Sastre, lo que implicó que Escuadra hacia la muerte, fuera retirada del cartel tres días después de su estreno4, formando parte del llamado “teatro soterrado”, junto con obras que ni siquiera llegaron a escena. Buero defendía un teatro que no provocara a la censura, para que pudiera no solo escribirse, sino estrenarse. Como él mismo decía, «lo más arriesgado posible, pero no temerario»5. Sastre defendía escribir como si no hubiese censura, como ejercicio de libertad y para conocer precisamente hasta donde llegaban los límites de esa censura y luchar por reconquistar esa libertad perdida. El teatro posibilista de Buero, lógicamente, pudo tener más éxito que el de Sastre, si bien este último, (junto a los grupos de Teatro 2 Suárez Miramón, A y Millán Jiménez M.C. (2011). Introducción a la literatura española. Guía práctica para el comentario de texto. Madrid: UNED, p 412. 3 Op.cit. 4 Bravo, J. (2016, octubre 7). El CDN recupera «Escuadra hacia la muerte», de Alfonso Sastre, sesenta años después de su fugaz estreno. Recuperado el 26 de abril de 2019, de https://www.abc.es/cultura/teatros/abci-recupera-escuadrahacia-muerte-alfonso-sastre-sesenta-anos-despues-fugaz-estreno-201610070102_noticia.html

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Muñoz Cáliz, B. (2004). A vueltas con el "posibilismo" teatral. Revista de estudios teatrales Nº 20, págs. 171198.Recuperado el 26 de abril de 2019, de https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3997822

independiente) fue quien posibilitó, por ejemplo, la influencia de Brecht en nuestro panorama, sobre todo a partir de los 60. Las teorías sobre el realismo de Sastre, además, influyeron en el arraigo de esta tendencia6. Entre 1953 y 1954, Alfonso Sastre escribe La mordaza, en la que denuncia los efectos de la censura, mediante la metáfora de unos personajes a los que se les niega la libertad de expresarse. Esta vez lo hizo, según sus palabras de modo posibilista, «con una historia que tuviera la suficiente ambigüedad para que la censura no la pudiera prohibir» 7.o ni siquiera la entendiera. Pese a la clara señal del título, funcionó. Podemos concluir que pese a sus diferencias, ambos, Buero y Sastre, fueron iniciadores del realismo social que caracterizaría el teatro en los 60-70. Hay muchos nombres que podrían citarse en la nómina de este realismo crítico y social. Así, según Gutiérrez Carbajo8, Carlos Muñiz, con elementos expresionistas en Un solo de saxofón (1961) y Miserere para medio fraile (1966); Ricardo Rodríguez Buded, que incorpora técnicas esperpénticas en Un hombre duerme (1960), o José María Rodríguez Méndez con la crítica Los inocentes de la Moncloa (1960) sobre el mundo estudiantil de los 60, y la lucha por obtener un puesto a través de las oposiciones. José Martín Recuerda, algunas de cuyas obras siguen la estética de Valle Inclán, o de Lorca, presenta personajes en un mundo hostil que a veces los aplasta, pero no siempre, como las vedettes que se rebelaron en Las salvajes en Puente San Gil (1963), ataque contra nuestra hipocresía y conservadurismo español que gozó de éxito de crítica y público. Incluso Antonio Gala podría incluirse en este grupo por Los verdes campos del Edén, aquel lugar donde el amor quiere cerrar cicatrices de tantas guerras. Por otro lado, no podemos olvidar el éxito continuado hasta los 70 de las comedias de Alfonso Paso, destinadas a entretener pero comercialmente solventes. Así, Veneno para mi marido (1953), Los pobrecitos (1956), ¿Conoce usted a su mujer? (1962) y La Corbata (1963). Igualmente, en el género cómico destaca Juan José Alonso Millán, con comedias como El cianuro ¿solo o con leche? (1963), cuya producción continuó hasta 2006. En los 60 Alejandro Casona regresó del exilio, y representó en Madrid, en plena dictadura, La dama del alba (1962) y Los árboles mueren de pie (1963). Ya en el 65 reestrena La sirena varada y Prohibido suicidarse en primavera. El público le acogió con fervor, aplaudiendo un teatro de gran lirismo que para ellos, pudo suponer un respiro. Y aunque parte de la crítica le acusó de olvidar la realidad sociopolítica española, lo cierto es que logró un enfoque teatral diferente, un enfoque poético que en palabras del propio Casona, consideraba el sueño tan real como la vigilia.

6 MILLÁN JIMÉNEZ, M.C.(2011). Textos literarios contemporáneos. Literatura española de los siglos XX y XXI. Madrid: UNED, p 213.

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Muñoz Cáliz, B. (2008). La mordaza que asfixiaba a los españoles. Teatro escogido, Tomo I, Madrid. Asociación de Autores de Teatro, 2006, pp. 163-170. Rec.el 28 de abril de 2020 de http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcs75w2 8 Gutiérrez Carbajo, F. (2011).Literatura Española desde 1939 hasta la actualidad. Madrid. UNED, pp 210-212.

En torno al año 1965 los dramaturgos españoles comienzan a aplicar las tendencias vanguardistas europeas y americanas desarrolladas desde principios de siglo (teatro de la crueldad, teatro pobre, Living Theatre). Los temas no varían, se sigue denunciando la injusticia, desigualdad, falta de libertad…, pero gana importancia el empleo de recursos extraverbales, escenográficos, la simbolización de personajes, o la deformación de la realidad. En esta renovación cobran importancia autores como Fernando Arrabal, que experimento con teatro del absurdo, como el naif Picnic(1952), el teatro pánico El jardín de las delicias (1968) y el teatro de la crueldad de Artaud, centrado en aspectos rituales característicos de los orígenes del teatro, y violentamente provocador. Igualmente el dramaturgo y escenógrafo Francisco Nieva, que aunque estrenó tardíamente en España, es importante por sus escenografías barrocas, elementos esperpénticos y lenguaje moralmente transgresor, que muestran en escena lo convencionalmente prohibido como si fuera algo normal y corriente, buscando en ese contravalor una catarsis liberadora en el público. Su poética teatral bebe de las fuentes de Artaud, y de las influencias de Jarry, Ionesco, Beckett y Jean Genet.9 Pero, sobre todo, debemos agradecer la vanguardia renovadora a los jóvenes grupos independientes: TEI, Els Joglars, Els Comediants, Dagol Dagom , o La Cuadra, entre muchos otros, principalmente en el ámbito universitario. Albert Boadella, Anton Font y Carlota Soldevila formaron en 1962 en Barcelona, el grupo amateur Els Joglars. En 1967, su actuación triunfó en el festival internacional de Zúrich, y gracias a ello se profesionalizaron como una cooperativa dirigida por Boadella que desarrolló, hasta hoy, teatro de creación colectiva, investigador de nuevas fórmulas y lenguajes escénicos, crítico y subversivo pero siempre bajo el prisma del humor. Bajo un enfoque muy diferente, en los 70, el grupo teatral La Cuadra presentó Quejío, en el Pequeño Teatro del TEI, Poco después, Quejío llegaría a la Sorbona de París gracias a la mediación de Jack Lang, (quien después sería ministro de cultura Francés) director del Festival teatral internacional de Nancy. El trabajo de La Cuadra aportaba, además del compromiso social y un lenguaje teatral propio y único; una visión jamás vista del flamenco. Salvador Távora, alma del grupo, ha ido introduciendo desde entonces hasta hoy, elementos renovadores en escena, como el valor poético de los utensilios de trabajo en Herramientas (1977), o del desarraigo de los emigrantes en Andalucía amarga (1979).

9 Francisco Nieva. (s.f.). En Wikipedia. Recuperado el 29 de abril de 2020 de https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Nieva...


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