PIA LA VIDA EN MEXICO PDF

Title PIA LA VIDA EN MEXICO
Author Abigail Alvarado
Course La Vida En México: Política, Economía E Historia
Institution Universidad Autónoma de Nuevo León
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Summary

PIA DE LA VIDA EN MEXICO. REVISTA ELECTRONICA SOBRE LA MATANZA DEL 68 EN MEXICO...


Description

NOMBRE DE LOS ALUMNOS: GUADALUPE ABIGAIL MUÑIZ ALVARADO ITZEL KARYME ACOSTA BARRAGN JOSE JESUS DIMAS PEREZ ANAHI GAMEZ GERARDO MARIANA MEJIA OCHOA

La historia que derivó en una masacre empezó con una pelea de estudiantes en el centro de Ciudad de México. El grupo antimotines de la policía capitalina, conocido como Cuerpo de Granaderos, intervino para calmar la riña. Pero lo hizo de manera brutal. Golpeó a decenas de estudiantes y testigos de la pelea. Persiguió a los jóvenes hasta las escuelas donde buscaron refugio y también allí agredió a alumnos y profesores que impartían clase. Era el 23 de julio de 1968. En esa época la policía mexicana tenía fama de cometer abusos, pero la agresión a los estudiantes fue excesiva.

Cuatro días después, estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN) organizaron una marcha contra la violencia policial. Pero la caminata, a la que se sumaron miembros del Partido Comunista Mexicano, fue reprimida por los granaderos. A partir de ese momento empezó un movimiento estudiantil que en pocas semanas creció rápidamente. La UNAM, el IPN y otras universidades del país se declararon en huelga. "Hay muchas cosas que no se saben todavía" de la matanza de Tlatelolco: Elena Poniatowska, cronista del movimiento estudiantil y la masacre del 68 Las autoridades reportaron autobuses quemados y el estallido de artefactos explosivos. Decenas de jóvenes fueron detenidos y en el Zócalo, la plaza central del país, se desplegaron tanquetas y decenas de militares.

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En 1942 un primer movimiento estudiantil que buscó detener las reformas que vulneraban y ponían en riesgo de supresión el Instituto Politécnico Nacional (IPN) terminó en una fuerte represión y desprestigio. Sin embargo, en los años 1949, 1952 y 1956, se registraron nuevos movimientos de continuidad a la protección de los derechos estudiantiles. En el último año, el gobierno decidió encarcelar a los líderes estudiantiles bajo acusaciones de agitación y disolución social. Para 1958, las protestas se extendieron a los sindicatos obreros, electricistas, de maestros, petroleros, campesinos, etcétera. Durante el sexenio del presidente Adolfo López Mateos (1958-1964) el estallido social alcanzó las zonas agrícolas del país. Ante ello, el estado no dudó en implementar la represión policial como medio de canalizar las fuerzas políticas opositaras al gobierno que provenían, principalmente, de sectores de la izquierda.

El movimiento estudiantil tuvo su origen aparente el 22 de julio por un pleito entre estudiantes de escuelas vecinas, las Vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN), y la Preparatoria Isaac Ochoterena, incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El escenario: la plaza de la Ciudadela. Pandillas de la zona armaban escaramuzas desde hacía tiempo, sin que la policía actuara para detenerlas. En esta ocasión la autoridad llamó a los granaderos que no se limitaron a detener el enfrentamiento, sino que agredieron a los estudiantes con saña, invadiendo incluso los edificios escolares. Para protestar por la violencia policiaca, los estudiantes del IPN hicieron una manifestación el 26 de julio, misma fecha en la que otros estudiantes, mayoritariamente de la UNAM y organizaciones de izquierda, realizaban una marcha de apoyo a la revolución cubana. La primera debía terminar en el Casco de Santo Tomás, pero al calor de la protesta se desvió hacia el Zócalo. En la calle de Palma, la esperaban los granaderos que la reprimieron violentamente. El 6 de octubre de aquel año, en el periódico El Día, el Consejo Nacional de Huelga difundió que “el saldo de la masacre de Tlatelolco aún no acaba. Hasta el momento han muerto cerca de 100 personas de las cuales sólo se sabe de las recogidas en el momento; los heridos cuentan por miles…”.

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El capitán Gutiérrez Barrios reportó 26 personas muertas, entre ellas 4 mujeres y un soldado; 100 heridos, 73 hombres y 27 mujeres; y 1043 detenidos La masacre fue cometida por el Ejército Mexicano y el grupo paramilitar Batallón Olimpia en contra de una manifestación pacífica. Minutos antes de las 6 de la tarde de ese día, el mitin estaba casi por finalizar cuando un helicóptero comenzó a sobrevolar la plaza. Desde él se dispararon bengalas, siendo ésta la señal para que los francotiradores del Batallón Olimpia comenzaran a abrir fuego sobre la gente reunida; estudiantes, madres, hijos, profesores, obreros. En medio del caos, toda la población civil ahí reunida corrió por la Plaza de las Tres Culturas y las inmediaciones del edificio Chihuahua, tratando de protegerse. Manifestantes que lograron escapar del tiroteo se refugiaron en los departamentos de los edificios cercanos, pero esto no los salvó del ejército; sin orden judicial, los soldados irrumpieron en cada uno de los departamentos para capturar a los jóvenes que se habían ocultado en ellos

Gustavo Díaz Ordaz, Marcelino García Barragán, Luis Gutiérrez Oropeza, fueron señalados. Luis Echeverría, que posteriormente se convirtió en presidente de México, vive bajo la sombra de la masacre. No hay duda de que la masacre estudiantil de Tlatelolco se urdió desde los sótanos de la esfera política, pero tuvieron que pasar más de 50 años para encontrar otros culpables con igual o mayor responsabilidad que Gustavo Díaz Ordaz, Marcelino García Barragán y Luis Gutiérrez Oropeza. Aquella trágica tarde del 2 de octubre de 1968 en la Plaza de las Tres Culturas se convirtió en pieza clave de la historia moderna. Allí llegó el ejército, la policía y un grupo paramilitar conocido como el Batallón Olimpia. A las 6.10 de la tarde, luces de bengala verdes y rojas inflamaron el cielo y comenzaron los disparos contra los estudiantes, cercados por los militares. Durante media hora sonaron las armas. Nadie sabe con precisión cuántos jóvenes murieron aquella noche en Tlatelolco. El gobierno de México dio a conocer una cifra oficial de 26 muertos, 1.043 detenidos y 100 heridos. En su libro Posdata, el escritor mexicano Octavio Paz citó al diario inglés The Guardian que estimó 325 muertos, mientras que documentos desclasificados del gobierno de Estados Unidos cifran en un máximo de 200 el número de personas que perecieron en la matanza, que tuvo lugar 10 días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de México 68. Varios fueron los personajes -políticos, militares e intelectuales- que tuvieron responsabilidad en ese crudo episodio de la historia de México.

Javier Zúñiga, asesor especial de Amnistía Internacional Empezaba a anochecer mientras contemplaba la multitud desde una avenida que daba a la plaza. “¡El ejército! ¡El ejército!”, empezó a gritar la gente desde los edificios cercanos. Entonces vimos que entraban en la plaza pequeños vehículos blindados y soldados con rifles. Saqué a mi hijita y a mi esposa de allí y nos refugiamos en un edificio próximo. Cuando nos íbamos, un helicóptero sobrevoló la zona y lanzó una bengala. Y ahí comenzaron los disparos. A primera hora de la mañana siguiente regresamos a la Plaza de las Tres Culturas, en la zona de Tlatelolco de Ciudad de México, y vimos los montones de cinturones y zapatos apilados. En el suelo continuaban los charcos de sangre, y en las columnas de cemento que había en torno a la plaza había agujeros de balas a la altura de los ojos. En aquella época yo era profesor universitario y había ido allí a ver a mis alumnos, que estaban en huelga, siguiendo la estela de las protestas de 1968. Pero las repercusiones de la protesta y la brutal represión se convertirían en una lección de impunidad para todos nosotros. Ésa es mi experiencia de lo que dio en llamarse “matanza de Tlatelolco”. Aunque han pasado 45 años, ese 2 de octubre es un día que nunca olvidaré.

Elena Poniatowska es una de las voces de referencia sobre el movimiento estudiantil de 1968 en México. Su libro, "La Noche de Tlatelolco", recoge los testimonios de la matanza de estudiantes que marcó la historia del país y que este 2 de octubre cumple 50 años. La escritora y periodista llegó a la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, en la Ciudad de México, la mañana siguiente de la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968

Más allá de la creciente inconformidad, ¿por qué ocurrió la masacre en Tlatelolco? Hubo varios elementos, coinciden algunos historiadores. Ese 1968 México era sede de los Juegos de la XIX Olimpiada, programada para empezar el 12 de octubre de ese año. Semanas antes del evento llegaron periodistas enviados por medios internacionales. Además sería la primera vez que los Juegos Olímpicos se transmitirían por satélite a todo el mundo. Para ese momento, las protestas estudiantiles eran más intensas. Muchos periodistas empezaron a cubrir las movilizaciones. No era la imagen de país que pretendía enviar el gobierno de Díaz Ordaz. Además, el presidente estaba convencido que los estudiantes formaban parte de una especie de conjura comunista en contra de los juegos. La decisión fue enviar un mensaje contundente para terminar con la rebeldía de varios años, señala Guevara Niebla. “Después de 1968, Díaz Ordaz declaró que al enfrentar el conflicto se habían agotado los recursos políticos y se tuvo que acudir a la fuerza”, recuerda. “Lo que se quería era destruir de un solo golpe el movimiento estudiantil para dar paso a las Olimpiadas. La represión tuvo lugar diez días antes de que empezaran, estaban obligados a sofocar las protestas, pero lo hicieron de una manera brutal”.

La Marcha del silencio fue una manifestación de desobediencia civil y protesta política por la paz realizada por integrantes del movimiento de 1968 en la Ciudad de México [1][2][3] el viernes 13 de septiembre de ese año. Se realizó en protesta por el desalojo violento de la Plaza de la Constitución (Zócalo), en el que ocurrieron detenciones arbitrarias, brutalidad policial y diversos enfrentamientos entre simpatizantes del movimiento y fuerzas como el Cuerpo de Granaderos y el Ejército Mexicano. Fue convocada por el Consejo Nacional de Huelga (CNH) como una manifestación silenciosa pacifista, ya que era más elocuente que las palabras que acallaron las bayonetas [4], y por el silencio que hizo el entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz en su Cuarto informe de gobierno el 1 de septiembre de 1968 sobre el movimiento. Por tanto, se marchó no con las banderas rojinegras del CNH sino con banderas de México y retratos de héroes de la Independencia y la Revolución.[3]

El trayecto fue desde el Museo de Antropología hacia el Zócalo, unos 6.1 kilómetros, aproximadamente.

‘Aquí no pasó nada’; mensaje de México después de la matanza de Tlatelolco Desde la Secretaría de Relaciones Exteriores se giró un telegrama a todas las embajadas mexicanas con imprecisiones y omisiones de lo ocurrido el 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco. El mensaje que el gobierno de México envió al mundo desde la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), horas después de la matanza de Tlatelolco, fue lo más parecido a que “aquí no pasó nada”. Con los Juegos Olímpicos en puerta —estaban programados para comenzar el 12 de octubre de 1968—, el 4 de ese mes, a menos de 24 horas de los hechos en la Plaza de las Tres Culturas, donde al menos murieron 34 personas, la Cancillería mexicana intentó contener los daños, con imprecisiones y omisiones. En primer término, está un telegrama enviado desde la Cancillería a todas las embajadas de México en el mundo, firmado por el entonces subsecretario Gabino Fraga Magaña. En este documento, que fue hecho público a través del proyecto Archivos del Autoritarismo Mexicano, presentado por El Colegio de México, Relaciones Exteriores da esta explicación a sus representantes sobre los acontecimientos del 2 de octubre de 1968: …Localizados exclusivamente en área Tlatelolco (,) fueron provocados por francotiradores apostados en azoteas (de) edificios (que) circundan (la) Plaza (de las) Tres Culturas(,) quienes abrieron fuego contra tropas Ejército”. De acuerdo con el documento identificado como B-10049, firmado por Fraga Magaña, la “situación (está) controlada e instigadores detenidos y sujetos (a) proceso judicial. Toda la ciudad se encuentra tranquila”. Ese telegrama, con inscripciones manuscritas, como la circular a todas las embajadas, no habla de muertos, heridos o detenidos. La preocupación que el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz tuvo desde que el conflicto estalló, el 21 de julio de 1968, que era la realización de los Juegos Olímpicos, quedó de manifiesto, una vez más en ese telegrama:

(El ) Comité Olímpico Internacional(,) cuyos miembros se encuentran(,) está y en consecuencia tienen pleno conocimiento (de la) situación (y) han declarado no, repito no, existe motivo para pensar en alteración alguna (del) programa (de la) Olimpiada. Sabemos que (los) jefes (de las) delegaciones deportivas que ya se encuentran aquí están informando a miembros de sus propias delegaciones que aún no han llegado que no, repito no, hay razón alguna para que aplacen o suspendan (su) viaje (a México)”.

Ese mismo 4 de octubre de 1968, Gabino Fraga, quien quedó en ese momento como encargado de la Cancillería, pues su titular Antonio Carrillo Flores estaba en Nueva York, se reunió con el embajador de Italia, Enrico Guastone Belcredi, debido a que la periodista de ese país, Oriana Fallaci, había resultado herida en Tlatelolco. En la edición del 4 de octubre de 1968, en la primera plana de Excélsior se publicó la información de ese encuentro, donde Fraga Magaña dijo que el gobierno de México “ha tomado todas las medidas necesarias para brindar protección a los visitantes y participantes en los Juegos Olímpicos”. Aunque también omitió decir por qué hacía esa declaración. 10 días faltaban para el inicio de la Olimpiadas, luego del hecho en Tlatelolco Otro hecho donde el gobierno de Díaz Ordaz optó por omitir cualquier mención de lo ocurrido horas atrás en Tlatelolco, sucedió en Nueva York, precisamente con el canciller Carrillo Flores, el 4 de octubre. En la publicación del 5 de octubre de 1968, Excélsior dio a conocer, como noticia principal, la participación de Carrillo Flores en la Asamblea de la Organización de Naciones Unidas (ONU). El compromiso olímpico se cumplirá, dijo Carrillo en la ONU”. Es el encabezado principal de Excélsior. Luis de Cervantes, enviado de este diario a la ONU, escribió que en el máximo foro mundial y ante el interés de la Asamblea General, el canciller Antonio Carrillo Flores aseguró que México hará honor al compromiso de celebrar la XIX Olimpiada, y que está seguro “de que participantes y espectadores saldrán con el testimonio de haber convivido en una comunidad” que, sin estar al margen de los problemas y de las tensiones propias de nuestra época, “finca su orgullo en buscar la amistad de los pueblos, de todas las razas y de todas los rumbos de la tierra, con sólo que amen la paz y estén dispuestos a procurar convertir en realidad cotidiana la igualdad entre todos los hombres”. El canciller mexicano habló en la asamblea de la ONU de amenazas de guerra en el mundo, pero nada dijo de lo que ocurrió en la Plaza de las Tres Culturas. Y abundó sobre la preocupación fundamental del gobierno mexicano en los Juegos Olímpicos. La próxima semana, en la capital de mi patria, va a iniciarse la XIX Olimpiada, en donde jóvenes de más de cien países, sin distinción de razas, credos o ideología, lo cual adquiere un valor simbólico en este año internacional de los derechos humanos, que compitan limpiamente por alcanzar el de regresar a sus lugares, los unos, con galardones, los más, con la satisfacción haber puesto lo mejor de su esfuerzo para dar a la juventud de todo el planeta y estímulo que haga posible que las futuras generaciones sean mejores, física y espiritualmente que la actuales”....


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