Recensión Arqueología y los Sentidos. Yannis Hamilakis PDF

Title Recensión Arqueología y los Sentidos. Yannis Hamilakis
Author juan vila rodriguez
Course Metodos Y Tecnicas De Investigacion Historica
Institution UNED
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Summary

Recensión sobre el libro: Arqueología y Sentidos. Experiencia, Memoria y Afectos, de Yannis Hamilakis, Ed. Jas Arqueología. Madrid. 2015.
Una de las visiones más vanguardistas, con propuestas innovadoras para una nueva arqueología...


Description

RECENSIÓN: ARQUEOLOGÍA Y LOS SENTIDOS. EXPERIENCIA, MEMORIA Y AFECTO

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RECENSIÓN: ARQUEOLOGÍA Y LOS SENTIDOS. EXPERIENCIA, MEMORIA Y AFECTO YANNIS HAMILAKIS. Arqueología y los sentidos. Experiencia, memoria y afecto. JAS Arqueología Editorial. Madrid. Primera edición española de julio de 2015, traducida por Nekbet Corpas Cívicos desde la obra original publicada en inglés en 2013 por Cambridge University Press. Consta de 322 páginas. Se trata de una obra aislada, independiente y ajena a colección. Formado en la Universidad de Creta y en la de Sheffield, Yannis Hamilakis (1966) es en la actualidad profesor de Arqueología en la Universidad de Southampton. Con un currículum labrado en prestigiosas universidades de ambos lados del Atlántico, su trayectoria se revela comprometida con una visión crítica y renovadora de la disciplina de la arqueología. Si sus principales intereses consisten en la investigación y la docencia, sus disciplinas más cercanas se desarrollan en torno a la etnografía arqueológica, la sociopolítica, la pedagogía crítica y la arqueología de los sentidos corporales y sus derivadas. Con once libros publicados, y conocido por sus estudios sobre la política e identidad griega (The Nation and its ruins: antiquity, archaeology and national imagination in Greece. 2007), el libro objeto de recensión, su última obra, se orienta, sin embargo, hacia una faceta innovadora: la consideración de la arqueología sensorial como principio rector de la investigación, de tal suerte que la memoria sensorial se incorpore como perspectiva principal de análisis más allá de la obsesión por la simple evidencia arqueológica. Esta nueva mirada permitiría un reconocimiento más humano de los aspectos socioculturales y unas conclusiones más reveladoras. El título de la obra, “Arqueología y los sentidos. Experiencia, memoria y afecto.” es suficientemente esclarecedor de la temática tratada, cuestión, no obstante, escasamente considerada en la bibliografía arqueológica y que apenas cuenta con obras sólidas que permitan contrastar la perspectiva de análisis que propone Hamilakis. Basta la lectura del prefacio de la obra para comprender, pues es bastante explícito, que su gestación se ha realizado a lo largo de muchos años y que las ideas manejadas se asientan en unas pretéritas que se sujetaron a la opinión y crítica de amigos, colaboradores y estudiantes cercanos. No se trata, pues, de un alumbramiento súbito, bien al contrario, nace de unas fuentes primigenias (existen citas de hasta 1998) cuyos caudales han venido aumentando conforme las ideas se contrastaban y extendían, y ha de entenderse que este flujo ha redundado en beneficio de la obra final impresa. El conjunto del libro se vertebra, a partir de un breve prefacio de cuatro páginas, con un total de siete capítulos de desigual extensión (desde las 19 páginas del capítulo número 1 hasta las 66 del número 3) y cuyos contenidos serán objeto de comentario más adelante. A estos le sucede un apartado de Notas —colección de apostillas, ordenadas por capítulos y llamadas del texto cuya finalidad consiste, bien en explicar con más profusión un determinado concepto, bien en proporcionar información complementaria (mediante la expresión de opiniones de terceros o sugiriendo la consulta de enlaces web)—, de 7 páginas 2! / 6!

RECENSIÓN: ARQUEOLOGÍA Y LOS SENTIDOS. EXPERIENCIA, MEMORIA Y AFECTO de longitud. Este apartado está seguido de otro destinado a la Bibliografía, respecto de la que no cabe otro comentario que no muestre admiración: 44 páginas comprensivas, grosso modo, de unas 530 referencias. Tan profusa nómina ya aventa el calado de la obra sujeta a crítica, y no se hace difícil prever en ella un solvente discurso intelectual. Por último, el libro se acompaña de un Índice de Términos, también notablemente nutrido, que a lo largo de las 20 páginas que ocupa, incluye multitud de conceptos (señalando la/s página/s en que se cita/n) susceptibles de interés para su búsqueda certera. No debe pasarse por alto la existencia dispersa a lo largo de los capítulos de un conjunto de 26 imágenes, principalmente fotografías y planos (bien en planta o sección) con los que el autor pretende ilustrar o enfatizar sus exposiciones y razonamientos. El primer capítulo, intitulado Demoliendo el museo de los sentidos sin sentido, tiene un carácter netamente introductorio. Sentadas las bases sobre la existencia de criterios sensoriales característicos conforme a clase social, género, etnia y, por supuesto, adscripción cultural, viene a concretar cómo en Occidente, cuna de las corrientes teóricofilosóficas de la arqueología y mediatizado por su modernidad capitalista (condición económico-social predominante) se percibe una cierta “anestesia” cultural. Arraigada en esa modernidad, la arqueología se fundamenta en la “evidencia”, presencia material de la que se infieren sus formas, cualidades y temporalidad, juicio que desprecia los efectos sensoriales y, consecuentemente, su significado afectivo y su memoria corporal. Si la «Nueva Arqueología» de los 60-70 abrió sus discursos hacia aspectos como el medio ambiente, la alimentación y otros, un nuevo esfuerzo (o una nueva corriente) orientado hacia la arqueología del cuerpo y la interacción sensorial y experiencial pretende abrirse paso reorientando el entendimiento arqueológico hacia un marco que incorpore nuevas preguntas en la investigación y se abra a otros procesos metodológicos. Se trata, pues, de una arqueología inspirada en la sensorialidad que se concilie con los esquemas tradicionales u oficialistas. Es en este marco en el que se desarrollan el resto de los capítulos. El capítulo segundo, redactado bajo el título Modernidad occidental, arqueología y los sentidos, se introduce reflexionando sobre la sobrevenida aparición social de ciertos códigos de conducta que se tenían por adecuados en pleno proceso civilizador y que, sin embargo, necesariamente se anudan con pérdidas sensoriales. Vertebrado en diferentes apartados, y entre ellos una interesante exposición sobre los sentidos trazada en un recorrido sobre el sucesivo pensamiento filosófico (Grecia antigua, pensamiento cristiano, modernidad, Marx, …) para concluir en las visiones colonialistas y el racismo sensorial de los autores anglosajones del XIX. Por otro lado, la consideración de la imagen fotográfica como icono distribuidor de una monumentalidad atemporal fue una de las herramientas utilizadas para promover una arqueología visual basada en iconos materiales que se utilizaron para justificar una nación y su antigüedad. Sin embargo, el trabajo arqueológico, empobrecido por la carencia de toda afectividad (separado de experiencias multisensoriales) y cimentado en la materialidad, ha revelado nuevas corrientes con visiones alternativas. Una de ellas es la apuesta esbozada en el libro. Su capítulo tercero, Recapturando la experiencia sensorial y 3! / 6!

RECENSIÓN: ARQUEOLOGÍA Y LOS SENTIDOS. EXPERIENCIA, MEMORIA Y AFECTO afectiva, iniciado con una exposición ejemplarizada en el cine y en un museo (Jorvik Viking Centre) como muestra de la multisensorialidad habilitada por las nuevas tecnologías (y auspiciada por la mercantilización), prosigue con un somero recorrido de las filosofías de la sensorialidad, particularmente con las ideas defendidas por Merleau-Ponty y su división entre la experiencia sensorial y la mecánica de los órganos corporales. Tachado este autor por su exceso anticartesiano, se recurre a Henri Bergson con su cita “no hay percepción que no esté llena de recuerdos” para incorporar a la discusión el concepto de aquello que resulta ‘nemónico’. Cuestionada la consideración ancestral sobre la existencia de los cinco sentidos, se traslada a la visualidad corporal, y en particular a la teología bizantina, para, mediante el concepto de extramisión argüir la importancia de las imágenes (‘tocadas’ por la vista) y la complementariedad enriquecedora que proporcionan aromas o inciensos, o incluso el murmullo de los rezos, trazando una percepción multisensorial que se termina por fijar como experiencia nemónica. De igual forma, pero traídas de diferentes planos nemónicos, resultan las experiencias relativas a la comida o a la bebida, que además es capaz de reconstruir relaciones humanas pasadas o pasajeras. Frente a este panorama trazado por el autor en que lo multisensorial y nemónico adquieren un papel primordial, la cuestión siguiente consiste en evaluar hasta dónde la arqueología se ha posicionado, hasta dónde considera lo sensorial como vínculo esencial en la investigación. La superación del concepto modernista de arqueología asentado en la exclusiva interpretación del artefacto arqueológico ha alcanzado a la consideración de la visión, el sonido e incluso el tacto, quedando, no obstante, relegados el gusto y el olfato. De otra parte, y al albur del crecimiento del estudio del paisaje, la aproximación a este campo se ha realizado ajena a otra consideración que no sea la visual. En definitiva, el sesgo que adquiere hoy la arqueología oficial es la de aproximarse a una percepción más sensorial de las huellas materiales, si bien este acercamiento se realiza desde la rigidez de la analítica que considera paradigma los cinco sentidos tradicionales. En el capítulo cuarto, (Sentidos, materialidad, tiempo. Una nueva ontología.) se revisa, en definitiva, todo el postulado anterior a partir de la consideración de la infinidad sensorial, introduciendo una importante tesis: “(…) los arqueólogos (…) pueden desenterrar y explorar las modalidades sensoriales que han sido ignoradas y eliminadas por la arqueología moderna occidental (…)”(pág. 143). Este aserto, sin embargo, ha de tenerse hecho bajo la condición de conocer las peculiaridades de los flujos sensoriales (imprevisibilidad, historicidad, multitemporalidad, e incluso afectividad) y sujetos a las experiencias nemónicas previas. Es por tanto imprescindible considerar un ‘conjunto sensorial’ a modo de nuevo medio de investigación que permita superar la convencionalidad de la arqueología tradicional y reconocer los componentes diferentes que permitan interacciones sensoriales con los hallazgos arqueológicos. Necropolíticas sensoriales. Los mnemopaisajes mortuorios de la Edad de Bronce cretense es el título del quinto capítulo, centrado en la consideración del contexto mortuorio, las escenografías asociadas al rito de la deposición del cadáver, las experiencias en el interior del tholos y la sensorialidad derivada del consumo de alimentos, bebidas y psicotrópicos [sic]. El uso de larnakes o pithoi como sistema de enterramiento individual se trae como pretexto para abrir la discusión 4! / 6!

RECENSIÓN: ARQUEOLOGÍA Y LOS SENTIDOS. EXPERIENCIA, MEMORIA Y AFECTO sobre la prevalencia entre la individualidad frente a la multiplicidad colectiva (tholos) y la definición del modelo de personalidad, es decir, hasta dónde y desde cuándo se distingue el yo respecto de otros, para concluir (el autor) en la primacía de la interrelaciones y los flujos sensoriales en la construcción de las formas de identidad individual. Admitido, no obstante, el dualismo entre lo individual y lo colectivo establecido en un marco de tensión que se traduce en una ‘individualización colectiva’, el autor lo analiza, en el escenario del paisaje mortuorio, como un proceso de trascorporalidad (fluidez corporal que interactúa con la memoria sensorial). El uso temporalmente tan dilatado en que estuvieron en uso los tholoi sostiene una carga nemónica que transforma estos espacios en multitemporales, evocando recuerdos y valores ancestrales con desigual intensidad regional, provocando, en distintos grupos sociales, diferentes intensidades en el ejercicio de las costumbres (asimetrías), que terminarían por derivar en tensiones. El sexto capítulo, ¿Por qué palacios? Sentidos, memoria y el fenómeno palacial en la Edad de Bronce en Creta, discute sobre la jerarquía de los asentamientos y su desarrollo temporal para terminar por destacar cómo estas estructuras se justifican más como centros de eventos sensoriales y representaciones celebrados en comunidad multitudinaria que núcleos de autoridad política, administrativa o de redistribución alimentaria. Con ello, el sentido del lugar, el de comensalidad encarnada y el del linaje y continuidad ancestral sustanciarían la evocación, celebración y glorificación de tiempos pasados, ancestrales (historias nemónicas) mediante toda una panoplia sensorial. Por otra parte, las afamadas representaciones murales palaciales cretenses son reinterpretadas como elementos fundamentales en el conjunto sensorial consustancial con aquellas celebraciones, de tal suerte que la visión táctil, la comida y bebida y su aspecto cinestésico le confiere un carácter multisensorial. El último capítulo, redactado bajo el título De la corporalidad a la sensorialidad, de los objetos a los flujos, traza un somero resumen de sus precedentes, sintetizando los principales conceptos discutidos: los principios de arqueología moderna y su basamento en la percepción sensorial occidental, basada en los cinco sentidos vs la teoría de la sensorialidad descrita y propuesta por el autor, centrada en los flujos sensoriales como principal herramienta que permitiría recuperar una multisensorialidad (hoy desconocida) y evocar un pasado y sus experiencias nemónicas Hamilakis ha conseguido un libro para la reflexión. Mediante una cuidada redacción,

culta y no siempre fácil, se acuñan reflexiones y propuestas forjadas en pensamientos de raíces netamente antropológicas, cuyas conclusiones pretende exportar a la ciencia arqueológica. Con una elevada talla intelectual y un discurso repleto de citas a otros autores, se trata de un libro orientado a ‘agitar’ los convencionalismos en que el autor entiende asentados los principios de la actual arqueología y generar una nueva disciplina indisciplinada [sic] en la que la percepción arqueológica se construya multitemporal, sensorial y afectiva. No se trata, evidentemente, de una obra de divulgación, sino dedicada a los pensadores teóricos de la arqueología y sus estudiosos, a quienes ofrece una mirada nueva y diferente en la prospección con la que se recupere, desde el valor nemónico hasta las percepciones multisensoriales (entendidas, además, con la consideración de una 5! / 6!

RECENSIÓN: ARQUEOLOGÍA Y LOS SENTIDOS. EXPERIENCIA, MEMORIA Y AFECTO reflexividad sensorial previa) y evaluada en multitemporalidad. Objetivo ambicioso y, en mi opinión, radical en exceso. La consideración de una nueva mirada sobre la arqueología no tiene que conllevar una abolición de sus principios y métodos, sino ser complementaria de esta, enriquecer su visión sin abatir sus conclusiones. Y esto ha de hacerse por cuanto la consideración de la sensorialidad como percepción arqueológica queda sujeta a factores aún indeterminados. Más allá de la propuesta de considerar a los arqueólogos como ‘académicos sensuales’ (pág. 248) están, en mi opinión, por resolver, determinadas cuestiones sensoriales, como, entre otras: ¿es nuestra percepción hoy igual que la de hace milenios?, ¿nuestro registro nemónico está basado en qué percepciones sensoriales? Si la percepción sensorial hoy es diferente en cada individuo, ¿cómo podemos rescatar las sensibilidades multisensoriales antiguas con antigua certeza? ¿y lo anterior, considerado en un marco de multitemporalidad? Hamilakis viene, en mi opinión, a proponer un punto de partida para una discusión que se prevé abierta sobre la filosofía de la arqueología, y entiendo que han de sucederse aún muchas experiencias y postulados (inclusive en la propia filosofía social y en la antropología) para poder traspasar esa puerta con alguna seguridad. El primer esfuerzo está hecho.

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