RESUMEN 1989, el año que cambio el mundo de Ricardo Martín de la Guardia (Parte I) PDF

Title RESUMEN 1989, el año que cambio el mundo de Ricardo Martín de la Guardia (Parte I)
Course Mundo Actual, Sociedades, Economías y Culturas
Institution Universidad de Castilla La Mancha
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Resumen del capítulo 5 de la lectura 1989, el año que cambio el mundo. Los orígenes del orden internacional después de la Guerra Fría de Ricardo Martín de la Guardia

Capítulo V. El fracaso de la seguridad colectiva. El nuevo orden mundial surgió bajo la garantía del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y del poder norteamericano para velar por el establecimiento de la paz en todos los rincones de la Tierra. Sin embargo, en los primeros años de la década de los 90, nuevos conflictos se extendieron por gran parte del planeta y vinieron a demostrar que ni la ONU ni las potencias mundiales eran capaces de garantizar sus promesas de paz. TENSIONES EN EL MOSAICO ISLÁMICO La permanente cuestión palestina y la situación en Oriente Próximo Desde la creación del Estado de Israel en 1948, la evolución de Oriente Próximo ha estado marcada por la disputa entre árabes y judíos a propósito de Palestina. El 11 de abril de 1987, Israel y Jordania firmaron el Acuerdo de Londres. Éste, de gran trascendencia, rompía con la tradicional posición asumida por los países árabes de que fuera la ONU la que dictase la solución del conflicto, reduciendo el papel de las otras partes interesadas. Pero la negativa del Likud (partido de centroderecha [conservadores] de Israel fundado en 1973), a apoyar a su socio Shimon Peres (en esos momentos Primer Ministro israelí) limitó la efectividad del acuerdo y obligó a Jordania a cambiar de actitud para recomponer sus deterioradas relaciones con el resto de los países árabes. Este complicado escenario se agravó en los años finales de la década de los 80 con el desarrollo de una forma de protesta masiva contra la presencia israelí en tierra palestina. Desde diciembre de 1987 estas manifestaciones empezaron a ser casi diarias, estos levantamientos amenazaron la seguridad de toda Jordania. El 28 de julio de 1988, la situación llegó a tal extremo que el propio rey Husein anunció la supresión del programa de desarrollo para Cisjordania , para tres días más tarde, el 31 de julio, declarar oficialmente el fin de los vínculos político-administrativos que unían Jordania y Cisjordania. Las elecciones celebradas en Jordania en 1989 mostraron la ruptura de la unidad política después de 3 décadas, los apoyos a los distintos grupos islamistas y de izquierdas aumentaron, quedándose a tan solo 2,5 puntos de distancia del partido líder hasta la

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fecha. Además, el gobierno jordano ese mismo año se vio obligado a pedir ayuda al FMI para solucionar el deterioro de sus finanzas. También perdió muchos apoyos el Partido Laborista Israelí de Shimon Peres en beneficio del Likud, que se radicalizó aún más en sus posiciones a favor de controlar militarmente los Territorios Ocupados y continuar la lucha contra la OLP (Organización para la Liberación Palestina)1. Tras las elecciones en Israel de noviembre de 1988, el Likud tuvo la oportunidad de formar Gobierno, presidido por Isaac Shamir (Primer Ministro de Israel, 1986-1992). En este mismo mes de noviembre, el día 15, Yaser Arafat (líder nacionalista palestino y presidente de la OLP) admitió desde Argel el derecho a la existencia del Estado de Israel. Este hecho animó a la Administración Reagan a seguir aunando esfuerzos para potenciar las conversaciones que ayudasen a alcanzar la paz. En el mes de diciembre, la Casa Blanca decidió entablar un diálogo con la OLP, esta trascendental iniciativa quedó pronto oscurecida por la reacción del gobierno de Tel Aviv. A finales de aquel año de 1988, 104 países habían reconocido a Palestina como Estado y la ONU había elevado el rango de la representación de la OLP, dejando su calidad de mero observador. En febrero de 1989 se celebró una reunión con representantes de la OLP en Jerusalén. Más tarde, en el mes de mayo, Shamir propuso su propio plan: negociar por separado con cada uno de los países árabes. La inutilidad de esta propuesta no pasó desapercibida para la Casa Blanca. El 22 de mayo de 1989, siendo la política exterior norteamericana más favorable al entendimiento con los países árabes gracias a la llegada del nuevo presidente Bush, el secretario de Estado Baker pronunció un duro discurso contra la obstinación israelí respecto a Palestina. Ese mismo día, la Liga Árabe readmitía a Egipto en el seno de su organización. Pocos días después, esta misma Liga reconocía el derecho a existir del Estado de Israel. Baker, el 10 de octubre de 1989 presentó su propio plan, el cual consistía en incluir a la OLP en las negociaciones. Esto hizo que el Likud desbaratase dicho pl1an al negarse a que miembros de la OLP estuviesen presentes en las reuniones. El final de la Guerra del Golfo impulsó la recuperación del diálogo para resolver el conflicto de Oriente Próximo. El cambio en el contexto internacional fue una vez más determinante, la URSS se había convertido ahora en un aliado de EE.UU. Los países más reticentes, entre ellos Siria, atravesaban un momento de debilidad, también la propia OLP, la perspectiva de dialogar parecía la mejor. También, en estos momentos, empiezan a detectarse síntomas preocupantes: a lo largo de 1990 el grupo islamista Hamás fue ganando influencia entre los distintos sectores sociales palestinos, más aún que la OLP.

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En febrero de 1986, las autoridades jordanas decretaron la expulsión de los dirigentes de la OLP, éstas pretendían ganar la voluntad de la población para favorecer su lealtad a la Corona hachemita y rebajar la influencia de la OLP, para así allanar el camino y facilitar las negociaciones con Israel.

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Siria se vio sacudida por las consecuencias de la Revolución Islámica de Irán. Ésta desencadenó en un aumento considerable de huelgas, manifestaciones y asesinatos. Los tradicionales vínculos de Siria con la URSS explicaban el debilitamiento de su posición con Oriente Próximo y Medio al producirse el desplome soviético. Las ayudas militares a Damasco (capital de Siria) se vieron reducidas considerablemente mientras que se producía un acercamiento por parte de la URSS al resto de los países árabes. El Nuevo Pensamiento (de Gorbachov) sirvió para que Hafez Al-Asad (presidente de Siria) buscase nuevos horizontes para salir de su aislamiento y tendiera puentes a sus vecinos: en febrero de 1986 restableció relaciones con Jordania, etc. La llegada de Bush al poder, en el contexto de la desintegración del mundo soviético, favoreció una primera aproximación entre EE.UU. y Siria. Este giro en la política de Siria culminó en marzo de 1990 cuando las autoridades sirias hicieron saber su interés por comenzar a dialogar con Israel con el fin de avanzar hacia el fin del conflicto árabe-israelí. El final de la Guerra Fría aparecía en Oriente Próximo y Medio bajo la tutela de EE.UU. con los objetivos de dejar a Sadam Husein fuera del juego de fuerzas regionales y dotar de estabilidad a la zona, logrando el control sobre la proliferación de armas. El nuevo contexto internacional favorecía la ruptura del tradicional asilamiento del Estado sionista, impulsándolo al diálogo. La década de los 90 comenzó con buenos augurios para resolver el conflicto de Oriente Próximo, aunque no estuvo exenta de sobresaltos. Uno de los hechos fundamentales al respecto fue la celebración en Madrid de la Conferencia de la Paz para Oriente Próximo, inaugurada el 30 de octubre de 1991, y a la que acudieron Bush y Gorbachov. El hecho de que hubiese conversaciones entre Israel y los países árabes ya resultaba trascendental. Una de las principales dificultades difíciles de solventar fue el de las relaciones sirio-israelíes, poco se avanzó en éstas hasta la primavera de 1992, aunque sobre todo la mejora vendría en junio de ese mismo año tras el triunfo de los laboristas (en Israel) con Isaac Rabin al frente. Éste fijo el proceso de paz como rel principal reto de su política, de la cual salió un compromiso de bastante calado: Israel estaba dispuesto a retirarse del Golán. Esta actitud tuvo enormes repercusiones internas. También hubo costes importantes para la política Siria. Estas conversaciones no terminaron de progresar. El 17 de agosto de 1993 se acordó en Oslo firmar la denominada “Declaración de Principios sobre Acuerdos Interinos de Autonomía”, en la que la OLP reconocía el derecho del Estado de Israel a su existencia pacífica y a su seguridad, mientras que el Estado judío aceptaba a la OLP como representante legítimo del pueblo palestino. Ésta se firmó formalmente en la Casa Blanca el 13 de septiembre de 1993. Esta Declaración abría las puertas a una futura devolución de territorios. Un día después, el 14 de septiembre, Jordania e Israel firmaron un auténtico proyecto de paz: la Agenda Común. Los contactos se mantuvieron activo hasta el 25 de julio de 1994 con el encuentro entre el rey Husein y el primer ministro Rabin, en el que aceptan poner fin a la beligerancia., firmándose 3 meses después un tratado de paz, el 26 de octubre de 1994. 3

Esta política contó con muchos detractores en Israel, desencadenando la agresividad de importantes sectores de población judía. Las relaciones de Israel con Siria, muy reticente a los acuerdos con palestinos y los jordanos, por temor a verse apartada del juego de Oriente Próximo, facilitaron a lo largo de 1995 la continuidad de las conversaciones. El 24 de mayo de 1995, los representantes sirios aceptan un documento poco definido que intentaba evitar cualquier fricción que pudiese desencadenar en un conflicto. Éste tuvo un fuerte rechazo por parte de la mayor parte de los colonos israelíes que no estaban dispuestos a ceder un ápice de terreno ocupado. El 4 de noviembre de 1995, uno de estos colonos, Yigal Amir, acaba con la vida de Isaac Rabin (líder del Partido Laborista de Israel). Su sucesor volverá a ser Shimon Peres, el cual, respecto a las relaciones con Siria, fue progresivamente desactivándolas, hasta que en marzo de 1996 paralizó las conversaciones. Mientras tanto, el Likud ganaba popularidad en Israel reafirmando la tradicional línea de confrontación con los palestinos. La retirada de Afganistán, síntoma de enfermedad soviética. Brzezinski (consejero de Seguridad Nacional del gobierno del presidente de EE.UU. Jimmy Carter, 1977-1981) en 1980 pronosticó que el enfrentamiento entre EE.UU. y la URSS dirimiría en Afganistán. Según éste, la Casa Blanca debía centrar sus esfuerzos en debilitar la presencia soviética en esta zona. En septiembre de 1979, la URSS había invadido Afganistán en socorro del régimen comunista de aquel país. Gracias al apoyo diplomático recibido, entre otros de EE.UU., los muyahidines declararon la guerra a los comunistas afganos y a sus aliados soviéticos. Ante los desastres sufridos por el Ejército Rojo y en virtud del Nuevo Pensamiento (de Gorbachov) en política exterior, soviéticos y estadounidenses empezaron a pactar una solución para el conflicto. El 14 de abril de 1988 llegaron a un acuerdo sobre el fin de la intervención soviética en Afganistán y se inició la evacuación de las tropas soviéticas de dicho territorio. Con la salida de los soviéticos no llegó la paz. Los muyahidines siguieron combatiendo hasta lograr en abril de 1992 la caída del último gobierno comunista. Poco después, la Gran Asamblea proclamó a Burhanudin Rabani presidente de la república. Después de 14 años del conflicto, Afganistán era un Estado absolutamente destruido. El nuevo dirigente no consiguió granjearse ni el respeto ni el apoyo de las distintas tribus. El grupo muyahidín más integrista se hizo paulatinamente con la situación y produjo un éxodo de casi 5 millones de afganos, especialmente hacia Irán y Pakistán. A la altura de otoño de 1994, los talibanes se habían hecho con el control de la mitad del territorio afgano. Dos años más tarde tomaron la capital, Kabul. Rápidamente los talibanes procedieron a someter a sus rivales étnicos, políticos y religiosos y a imponer a continuación la Sharía. Dos años más tarde, en 1998, los talibanes ya controlaban dos terceras partes del país. La guerra de Afganistán sirvió también para demostrar al resto del mundo la peligrosa potencialidad de la llamada de los talibanes a las armas. Los movimientos integristas armados irrumpieron en el escenario internacional con 4

inusitada virulencia, convirtiéndose en uno de los más peligrosos factores de desestabilización en el orden de la Posguerra Fría.

Irán a la muerte del ayalotá Jomeini A finales de los años 70, la situación de Irán no parecía muy propicia para el triunfo de una revolución como la protagonizada por los ayatolás. El país había estado sometido a un drástico proceso de modernización económica y de occidentalización de las costumbres, aunque las diferencias sociales seguían siendo extremas. En este momento, con el régimen de Reza Pahlevi, las estructuras político-administrativas parecían sólidas, aunque una parte importante de la población rural había quedado inmune de los ensayos modernizadores. Con la bajada del precio del petróleo aumentó la conflictividad social, las autoridades respondieron endureciendo el sistema represivo contra quienes alzaban sus protestas contra el régimen vigente. La relativa tranquilidad vivida hasta entonces se truncó en abril de 1978, cuando los comunistas asumieron el poder en Afganistán, su convulso vecino. El sah (Reza Pahlevi) tenía los días contados puesto que tenía cáncer y su eminente desaparición hizo que la Casa Blanca comenzase a barajar el apoyo a dirigentes religiosos, que podían sucederles en el poder. La política de la Casa Blanco consistió en neutralizar en la medida de lo posible a los grupos izquierdistas en favor de los líderes islámicos. En el verano de 1978, la conflictividad social aumentó exponencialmente y el sah reaccionó democratizando las instituciones de poder, para sí incorporar la oposición dentro del sistema. Estos intentos resultaron tardíos, las masas seguían pidiendo el final del régimen. El 8 de noviembre de 1978 tuvo lugar el conocido como “viernes negro”, cuando el gobernador militar de Teherán ordenó disolver una manifestación, la cual acabaría con una matanza. Ante la gravedad de los acontecimientos, la Casa Blanca insistió al sah a que abandonase el país, suceso que ocurrió el 16 de enero de 1989 en el que viajó a EE.UU. Poco después, el 1 de febrero de 1979, Jomeini, cuyas alocuciones desde Francia habían resultado determinantes para la marcha del proceso revolucionario, aterrizaba en Teherán. Durante este primer mes, surtieron efecto las llamadas de ayatolá (Jomeini) a los soldados y a la policía para que sumaran sus fuerzas a la revuelta popular y acabaran con los residuos del poder militar del sah (Reza Pahlevi), cualquier atisbo “occidentalizador” se convirtió en objeto de persecución. Una dictadura teocrática se cernía sobre la antigua Persia. Las masivas manifestaciones contra el poder de EE.UU. culminaron el 4 de noviembre de aquel mismo año (1979) con la toma de la embajada norteamericana. Ante las exigencias de Teherán, centradas

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en la extradición del sah, y la negativa norteamericana a satisfacerlas, el Gobierno de Washington puso en marcha varios planes, los cuales ninguno prosperó. El 22 de septiembre de 1980 Irak atacó a su vecino iraní, dando comienzo a un largo conflicto armado de 8 años de duración. En enero de 1801, Reagan, llegó a la Casa Blanca decidido a recuperar el prestigio internacional de EE.UU. como gran potencia. El 20 de enero de 1981, Reagan consiguió acabar con el cautiverio de los rehenes norteamericanos. Por otro lado, el presidente iraquí había infravalorado el furor bélico encarnado en decenas de miles de jóvenes que no dudaron en sumarse a esta guerra tras la llamada del ayatolá. Las presiones internacionales y el peso creciente de la asistencia norteamericana a Sadam hicieron mella en el régimen iraní. Las consecuencias inmediatas de esta guerra fueron más de 1 millón de muertos y heridos y 2 millones y medio de refugiados, además de desorbitadas pérdidas económicas y en infraestructuras. Agotados los combatientes por el esfuerzo, el 22 de septiembre de 1988 acordaron la paz. Los 8 años de guerra habían resultado inútiles, puesto que las fronteras no se modificaron. En este contexto, el 3 de junio de 1989 murió Jomeini. Se nombró sucesor a Hashemí Rafsanyaní como jefe de Gobierno. Las esperanzas de paz y estabilidad se confirmaron cuando en agosto de 1990 Sadam Husein aceptó los Acuerdos de Argel de 1975 respecto a los límites fronterizos entre ambos países. Hasta las autoridades religiosas fueron conscientes de la necesidad de recapitalizar la industria y romper el aislamiento internacional para mejorar la deteriorada economía del país Rafsanyaní se lanzó a la puesta en marcha de un ambicioso plan de privatizaciones que generó un alto grado de corrupción. En definitiva, la desaparición de Jomeini no supuso alteración alguna en el sistema de dominación. El nuevo régimen estaba fundamentado exclusivamente en la Ley Islámica, como canon ético y legislativo ordenador de la sociedad, por lo cual todo atisbo de democratización quedaba reducido a espejismo. Desde 1990 aparecerían manifestaciones de descontento en distintos sectores sociales (jóvenes universitarios, mujeres, trabajadores,…). La toma del poder por los chiitas en Irán también preocupó seriamente a los regímenes musulmanes del golfo Pérsico. A partir de este momento Irán y Arabia Saudita, convertidos en referencia del mundo islámico, rivalizaron por el predominio de la región. La guerra de Afganistán (19791989), el conflicto iranoiraquí (1981-1988) y la guerra de Kuwait pospusieron las posibilidades de expansión de estas revoluciones, pero no las eliminaron. Guerra en el golfo Pérsico El 2 de agosto de 1990, unidades de vanguardia del ejército iraquí invadieron Kuwait, llevando de nuevo la inestabilidad a Oriente Medio. La ocupación del territorio se hizo efectiva en 24 horas. Pocos días después, Sadam anunció la incorporación de Kuwait como decimonovena provincia de Irak. Los saudíes, temerosos ante el posible avance de las tropas de Sadam hacia su territorio, solicitaron el día 7 de agosto ayuda al Gobierno norteamericano. Esta violación del derecho internacional pareció a los ojos de los países occidentales especialmente grave. 6

El 29 de noviembre de 1990, a instancias de EE.UU. y sus aliados, el Consejo de Seguridad de la ONU exigió a Sadam que antes del 15 de enero de 1991 retirase todas sus tropas del territorio invadido, y asimismo autorizó el uso de la fuerza en el caso de que no lo hiciera. A esto se sumó la Liga Árabe, la cual declaró un embargo económico completo sobre Irak. El 17 de enero de 1991, visto que no habían acobardado a Sadam Husein, el Consejo de Seguridad de la ONU permitió a la coalición internacional, formada contra Irak por EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Arabia Saudita y los restantes países del Golfo (Egipto, Siria y Marruecos), que iniciase la guerra para terminar con la invasión. El ejército iraquí mostró su debilidad ante el bombardeo aéreo de los aliados que se prolongó durante varias semanas con el fin de despejar el terreno a las fuerzas de infantería. Esta operación por tierra y aire cumplió en poco tiempo todos sus objetivos y en la madrugada del 28 de febrero de 1991 se suspendieron las hostilidades al liberarse Kuwait tras la retirada iraquí. El 3 de marzo se decretaba oficialmente el alto el fuego al aceptar Irak la llamada “Resolución de Rendición” de la ONU. Al mismo tiempo hubo revoluciones internas dentro del territorio iraquí, todas ellas fracasaron. La represión resultante hizo reaccionar a Naciones Unidas. Se habla de 50 mil chiitas iraquíes que se refugiaron en Arabia Saudita y de varios miles que huyeron a Irán. Para terminar con esta brutal reacción de Sadam, la ONU impuso al régimen iraquí un embargo comercial y la obligación de destruir , bajo su supervisión, el armamento químico, biológico y nuclear que tuviese. El temor del presidente Bush a que la fragmentación de Irak hiciera aún más complicada la vuelta a una cierta estabilidad en Oriente Medio permitió que Sadam se mantuviese al frente del Estado. Las duras sanciones de la ONU y las deudas de guerra impedían al régimen iraquí exportar petróleo para obtener divisas, además quedaron muy restringidas las importaciones. Las consecuencias recayeron en una población fatigada por toda clase de penurias. Finalmente, el 4 de abril de 19...


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