Resumen PABLO PINEAU PDF

Title Resumen PABLO PINEAU
Author Roderico Marquez
Course Pedagogía
Institution Universidad Autónoma de Entre Ríos
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RESUMEN DE CATEDRA, PORQUE TRIUNFO LA ESCUELA?...


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¿POR QUÉ TRIUNFÓ LA ESCUELA? O la Modernidad dijo: “Esto es educación” y la Escuela respondió: “Yo me ocupo” Pablo Pineau

El pasaje del siglo XIX al XX fue marcado por un profundo cambio pedagógico y social: la expansión de la escuela como forma educativa hegemónica. Se volvió obligatoria y la mayoría de los estados produjo la legislación que la regiría. Ser no escolarizado pasó de ser algo común y aceptado socialmente a ser un atributo degradante. La escuela pasó a ser una de las mayores construcciones de la modernidad, una metáfora del progreso; a partir de ese momento, todos los hechos sociales fueron explicados como triunfos o fracasos de la escuela. Muchas teorías se gestaron para explicar esta expansión y posicionamiento de la escuela, las cuales tienen en común al menos dos elementos: 1. Estas lecturas funden el proceso de imposición de la escuela con otros procesos sociales y culturales de la época, poniéndolos como paralelos e indisolubles entre sí. Esto no fue así; si bien están íntimamente relacionados, cada uno de estos procesos tienen una lógica propia, específica. Así también el proceso de escolarización. 2. Estas lecturas ubican el sentido escolar, el significado de la escuela en el afuera, en el contexto, como si la escuela fuera producto de las circunstancias históricas, cuando lo que ha hecho es conservar su formato, su ‘texto’ frente a los cambios contextuales, imponiendo su modelo educativo pese al cambio de modelos sociales, culturales o económicos. Esto da la pauta de que la fuerza y esencia de la escuela está en su interior. Los autores que analizan el fenómeno escolar tienen tan naturalizada la presencia de la escuela en el paisaje que no la ven como una construcción social propia de la modernidad . “… su condición de ‘naturalidad’ es una construcción históricamente determinada que debe ser desarmada y desarticulada” HIPOTESIS: la consolidación de la escuela como forma educativa hegemónica se debe a que esta fue capaz de hacerse cargo de la definición moderna de educación. “… la escuela es el punto cumbre de la condensación de la educación como fenómeno de la modernidad”. El autor afirma que con la escuela pasa lo mismo que con un escrito de Borges donde este afirma que en los escritos árabes no hay camellos, y que esta ‘ausencia’ es lo que comprueba su autenticidad, ya que los camellos están tan incorporados al paisaje, que un árabe no los ve como un elemento que haya que describir o nombrar por separado; su propuesta consiste en sacar a la institución escuela del paisaje, descubrir y analizar sus particularidades y especificidades, y luego volverla a colocar dentro del paisaje histórico de la modernidad, como una forma de poner en evidencia su existencia como construcción social histórica. QUÉ ES UNA ESCUELA o nombrando el camello que los árabes no ven Según el autor, estas serían las piezas que se fueron ensamblando para dar origen a la escuela: 

Homología entre la escolarización y otros procesos educativos. La estrategia fue tomar prácticas pedagógicas preexistentes, incorporar nuevas, y volverse













sinónimo (excluyente) de educación. Para lograrlo recurrió a la negociación con instituciones preexistentes, y/o a la imposición de sus prácticas por sobre las demás prácticas consideradas educativas, (catequesis, alfabetización familiar, capacitación laboral, etc.) La matriz eclesiástica, la cual consiste en la imposición de límites que separan el aula del resto del mundo, con el consecuente surgimiento de un espacio de preservación pura del saber, sin interferencias ni contaminación mundana. La lógica moderna le sumó a esta función la de expansión y difusión de ese saber. Sumado a esto, la escuela, al igual que el monasterio, es una totalidad en sí, todo lo que pasa en la escuela es educativo, es parte del proceso de educación. La regulación artificial. Esto implica que todas las escuelas se rigen por un mismo criterio de funcionamiento, más allá de que su realidad circundante sea muy disímil entre sí. Ejemplo: una misma distribución del tiempo para poblaciones grandes y pequeñas, rurales o urbanas, donde los tiempos de labor y de descanso se diferencian marcadamente. Esto lo logra la escuela reelaborando el dispositivo de encierro que hereda de los monasterios. Cada norma (disciplina, relaciones entre pares, relaciones maestro-alumno, uso del tiempo y los espacios, etc.) responde a criterios propios, muchas veces enfrentados incluso a los del escenario externo. El uso específico del espacio y el tiempo. La escuela marca fuertemente los espacios destinados para cada actividad y para cada actor, como así también los tiempos destinados al estudio, al descanso, a la recreación, etc. Esta marca no es casual, sino que responde al modelo pedagógico adoptado y a los resultados esperados. La pertenencia a un sistema mayor. La escuela es un nudo de una red mayor llamado sistema educativo. Tiene un ordenamiento tanto vertical como horizontal respecto a otras instituciones, sea por niveles, por jerarquías, lo cual condiciona las relaciones entre estas instituciones. Ninguna escuela se rige sólo por normas propias; las reglas, tanto internas como externas apuntan a la búsqueda de un todo armónico, aunque no exento de conflictividad. La condición de fenómeno colectivo. La construcción del poder moderno implicó la construcción de saberes que permitieran coaccionar sobre el colectivo sin anular la actuación sobre cada uno de los individuos en particular; esta estrategia es adoptada por la escuela que se presenta como una forma de enseñar a muchos a la vez, e incidir individualmente sobre cada uno de los sujetos que pasan por sus aulas. La constitución del campo pedagógico y su reducción a lo escolar. Se da a partir de la ruptura con la escolástica en la modernidad, lo que condujo a diferenciar las formas de saber de las formas de aprender. Esto a la vez implicó diferenciar los métodos. El método de enseñar se transformó en el objeto de estudio de una nueva disciplina: la pedagogía, que surge hacia el siglo XVII. Entre los siglos XVIII y XIX el campo pedagógico se redujo al campo escolar. En el siglo XX lo escolar se redujo aún más, a lo curricular. Esta lógica reduccionista implicó el triunfo de la “racionalidad técnica moderna aplicada a la problemática educativa”.















La formación de un cuerpo de especialistas dotados de tecnologías específicas. Se produjo consecuentemente la constitución de un sujeto: el docente, como encarnación de esos saberes, y con posterioridad también el técnico, con saberes más específicos. Esto otorgó identidad a los maestros, diferenciándolos de otras figuras que ejercían una función similar en épocas anteriores. Para esto, la escuela también creó, dentro del propio sistema educativo, las instituciones que moldearían a los docentes. El docente como ejemplo de conducta. El docente debe ser un modelo de conducta, su accionar es visto casi como un sacerdocio, por lo tanto su privacidad pasa a ser de dominio público y su vida privada queda expuesta a sanciones laborales. A esto se suman malas condiciones laborales, una definición de “vocación forzada” y la tendencia a feminizar la profesión docente Una especial definición de la infancia. La modernidad comenzó el proceso de diferenciación de la niñez, separándola de la adultez a partir de pares opuestos entre adultez = completud y niñez = incompletud; se construyó un sujeto pedagógico (el alumno) y se identificó a la normalidad con este sujeto escolarizado. Educar fue completar al niño para volverlo adulto; se llevó a infantilizar a todo aquel que no estuviera alfabetizado. El establecimiento de una relación inmodificablemente asimétrica entre docente y alumno. Estas son las únicas posiciones posibles en la relación pedagógica moderna, no son intercambiables, la única relación posible es la desigualdad y como consecuencia se llega a niveles cada vez más acentuados de control y degradación de las posiciones subordinadas. La generación de dispositivos específicos de disciplinamiento. Los pupitres, el ordenamiento en filas, la asistencia diaria controlada, la individualización, los espacios distribuidos según funciones y sujetos. La escuela ha establecido el mayor mecanismo de control social a través de la obligatoriedad de la asistencia a la escuela, y presentándose como la única vía de acceso a la civilización al alcance de todos. La conformación de currículos y prácticas universales y uniformes. Para el nivel elemental, este se basó en la constitución de un conjunto de saberes considerados indisolubles, neutros y previos a cualquier aprendizaje: saberes elementales, compuestos por lectura, escritura y cálculo. Estos conocimientos básicos anclaron en la escuela, que se posicionó como la única institución capaz de impartirlos masivamente, garantizando su apropiación. Esto se ve reforzado por la uniformización de prácticas escolares concretas, de objetos característicos del ámbito escolar y de la unificación de formas discursivas escolares. El ordenamiento de los contenidos. Como espacio destinado a enseñar, la escuela selecciona, recorta, ordena los saberes básicos en una selección previa al acto de enseñanza, que se materializa en el currículo prescripto. En esta selección no siempre participan docentes o estudiantes, es una lucha de poder, de negociación entre distintos intereses y grupos académicos, políticos,







institucionales, sociales, etc. Es decir, el currículo no es una resultante lógica de un proceso abstracto y ahistórico, sino todo lo contrario. La descontextualización del contenido académico y creación del contenido escolar. El currículo generado por la escuela saca a los saberes de su contexto de producción y aplicación; no crea conocimientos científicos ni es un lugar de utilización de estos conocimientos. Por el contrario, crea un nuevo saber (saber escolar), que responde a otros criterios: ser graduado, estar adaptado y ordenado por unidades; saber moldeado por la forma en que se presenta, por las condiciones en que se enseña y aprende y por los mecanismos utilizados para sancionar, o evaluar su adquisición. La creación de sistemas de acreditación, sanción y evaluación escolar. El sistema escolar establece un nuevo tipo de capital cultural: el capital institucionalizado (Bourdieu, 1987). El otorgamiento de este capital está monopolizado por el sistema escolar. La escuela acredita la tenencia de este capital a través del título o diploma; la escuela en su interior posee mecanismos específicos de clasificación y de sanciones positivas o negativas que incidirán en los sujetos poseedores de estos títulos, quienes luego ingresarán en el mercado laboral. La generación de una oferta y demanda impresa específica. Genera libros de texto, crea nuevos materiales escritos con características especiales, como su claridad, didactismo o adaptación a alumnos, currículo o fines particulares. Este material no es producido por eruditos o personas de ciencias sino muy generalmente por docentes que ejercen en las áreas sobre las cuales escriben, lo cual conlleva que su circulación se circunscriba al ámbito educativo, en los cuales surgen y se repiten tópicos característicos del ambiente escolar –los docentes, los actos escolares, el rendimiento escolar – reforzando la endogamia del sistema educativo.

LA ESCOLARIZACION COMO EMPRESA MODERNA, o en qué somos árabes mirando camellos. “Los elementos presentados en el apartado anterior permite plantear como hipótesis que la constitución de la escuela no es un fenómeno que resulta de la evolución ‘lógica’ y ‘natural’ de la educación, sino de una serie de rupturas y acomodaciones en su devenir. Pero, a su vez, la escuela puede considerarse el punto cúlmine de la educación entendida como empresa moderna en tanto proceso sobre el que se apoya su ‘naturalización’.” Edad Media: matriz eclesiástica S. XVI: aceleración del proceso de constitución de la institución escolar S. XVII: segregación de la infancia, establecimiento de ‘saberes básicos’, constitución del campo pedagógico como saber de ‘gubernamentabilidad’, avances de la alfabetización institucionalizada.

S. XVIII: Ilustración. Se elaboran teorías sobre estas cuestiones. Además de Kant, están los planteos de Locke, Condorcet, Voltaire y Rousseau Kant constituye a la educación en un fenómeno humano externo a la realidad y a Dios. La educación se ubica en el sujeto moderno autocentrado, se enuncia desde este punto, se origina allí y allí también tiene sus límites. Es el proceso por el cual el hombre sale de la naturaleza y entra en la cultura. Se establece que el hombre es capaz de conocer prescindiendo de todo criterio de autoridad y de ‘otredad’, a partir de desarrollar su capacidad natural que lo inclina al conocimiento: la razón. Este fenómeno es, para Kant, el proceso educativo. También en este siglo avanzó la construcción de la escuela como forma educativa moderna, de la educación como el fenómeno humano productor e impulsor del cambio social –superación y progreso individual y colectivo –, y de la infancia reafirmada como la edad ideal para el proceso educativo. S. XIX: Burguesía. “Laboratorio de prueba” de la escuela. A lo largo de este siglo la escuela fue avalada como la mejor forma educativa desde distintas causas y grupos sociales y la totalidad del pensamiento educativo moderno fue reorganizado desde tres discursos característicos del siglo XIX: el liberalismo, el positivismo y el aula tradicional. A estos luego se sumaron infinidad de nuevos aportes. Liberalismo: el fin de la educación liberal es la formación del ciudadano como sujeto portador de derechos y obligaciones a partir de la delegación de su soberanía en los organismos electivos. Por un lado la educación es un derecho de los individuos que la sociedad debe garantizarles y por otro, es una obligación de los ciudadanos para con la sociedad. Esto dio lugar a dos importantísimos aportes del liberalismo en el nivel educativo: el Estado docente y la obligatoriedad escolar. Otro aporte del liberalismo es el establecimiento de la escuela como vía de ascenso social, proveedora del capital cultural institucionalizado necesario para competir en el campo laboral (igualdad de oportunidades) y como legitimadora de las desigualdades (meritocracia impuesta en la práctica). Por último, el liberalismo marcó, en el siglo XIX, el camino de construcción de las naciones y el sentido de adscripción a ellas; la nacionalidad debía ordenar la totalidad de las prácticas escolares. El positivismo también hizo su aporte a la causa escolar. En primer lugar, la comprensión de la escuela como la institución evolutivamente superior de difusión de la (única) cultura válida como instancia de disciplinamiento social que permitiera el desarrollo y el progreso ordenado de la humanidad. En segundo lugar, establecer la cientificidad como el único criterio de validación pedagógica. Es decir que cada propuesta educativa debía, para ser considerada correcta, demostrar que era científica, siendo suficiente esta demostración para incorporar o dejar fuera una propuesta. Este cientificismo derivó en la adopción de diferentes formas, por ejemplo el reduccionismo

para la comprensión del hecho educativo. La pedagogía fue reducida a la psicología, y la psicología a la biología. Todo problema educativo es en definitiva el problema de un sujeto que aprende, y las posibilidades de aprender de ese sujeto están determinadas por su raza, sus genes, su anatomía o su grado de evolución. Así se podía establecer de antemano quienes triunfarían y quiénes no. Cualquier falta de adaptación transformaba a un individuo en enfermo, ubicándolo en un grado menor de la escala evolutiva y quienes se adaptaban al medio (la escuela) eran organismos sanos, superiores. La forma de evitar las enfermedades (físicas, psíquicas o sociales) es a través del control total, las clasificaciones, la corrección de los desvíos y otras prácticas. Por último, el positivismo consideraba que el proceso de construcción del saber estaba acabado, y solo quedaban pequeños detalles por resolver, por lo que la experimentación y la investigación planteadas como estrategias pedagógicas pasaron a ser una repetición mecánica de los pasos científicos para llegar a los resultados predeterminados, sin la posibilidad de construcción de nuevos saberes. El aula tradicional. Ordenó las prácticas cotidianas, sobre todo a partir del triunfo del método simultáneo, gradual o frontal sobre otras posibilidades en la segunda mitad del siglo xix. A fines del S.XIX el logro de los procesos de aprendizaje escolar quedó conformado central mente por el siguiente triángulo:   

Alumno pasivo y vacío, reductible a lo biológico, y asocial. Se debe controlar su cuerpo y formar su mente. Docente fundido en el Método, reducido a ser un “robot enseñante”. Saberes científicos acabados y nacionalizadores.

S.XX. En las primeras décadas el énfasis estuvo puesto en la generación de una validación académica y teórica del modelo. Emile Durkheim, Educación y Sociología, 1911. En esta publicación aporta una definición de educación: “La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre las que todavía no están maduras para la vida social. Tiene por objeto suscitar y desarrollar en el niño cierto número de estados físicos, intelectuales y morales, que exigen de él la sociedad política en su conjunto y el medio especial al que está particularmente destinado. (Durkheim, 1984; 70) Aquí el autor realiza las siguientes operaciones: 



 

en primer lugar, despega la educación de cualquier definición trascendental, y la limita a la esfera de lo social. De fenómeno esencialmente humano en Kant, la educación pasa a ser un fenómeno esencialmente social en Durkheim. En segundo lugar, determina el lugar del educador y del educando, la educación es un proceso de completud del infante como sujeto inacabado, Durkheim le suma su comprensión como sujeto social. En tercer lugar, refuerza la dupla represión/liberación mediante la inscripción social de la educación. En cuarto lugar, ya fuera de la definición, Durkheim “naturaliza” a la escuela al volverla heredera de la evolución pedagógica previa, negando su historicidad y la serie de rupturas que significó su conformación.



Por último, la pone bajo el control estatal; el autor plantea la necesidad de un conjunto de saberes por parte de todos los integrantes de la comunidad, y al Estado como agente legitimado para producir dicha distribución. La enunciación fundante “la educación es un proceso social” se desplazó a “la escuela debe ser estatal”.

Si bien esta definición ha tenido sus detractores durante todo el siglo XX, ha sido escasamente superada. Se han relativizado sus planteos, se han sumado cuestiones, pero la matriz de dicha definición sigue en pie. Dicha fortaleza se debe a que Durkheim fue capaz de lograr la definición moderna de educación que condensó y potenció la concepción moderna de educación. A MODO DE CIERRE, o repensando la travesía. A fines del siglo XX vivimos una crisis de la forma educativa escolar. Para algunos es una crisis terminal. El aporte de este trabajo tiene que ver con mostrar la escuela no como un fenómeno ‘natural y evolutivo’, sino ‘histórico y contradictorio’; tampoco el único posible. Si bien en el presente es necesario seguir con algunas viejas prácticas y conceptualizaciones, no es porque estas sean las únicas posibles sino porque hasta el momento resultaron ser las más eficaces para lograr los fines propuestos. “…seguimos optando por el camello porque hasta ahora es el mejor animal, y no el único, que nos permite atravesar el desierto”....


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