Resúmen Psicología Clínica de Niños y Adolescentes PDF

Title Resúmen Psicología Clínica de Niños y Adolescentes
Author Jose Ignacio Fuentes
Course Psicología
Institution Universidad de Buenos Aires
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TRABAJO PRÁCTICO N°1: Relación de interdependencia teoría-clínica

Aulagnier. Capítulo VI “Historia de una demanda e imprevisibilidad de su futuro” En El sentido perdido Un paradigma procura a la comunidad científica un criterio para seleccionar problemas de los que está segura que tienen solución. Tales serán los únicos problemas que la comunidad reconocerá como científicos y los únicos que invitará a sus adeptos a resolver. La relación del analista con su teoría y en especial con ese conjunto conceptual que le permite fundar una praxis, muestra que todo cambio en el modelo teórico supone una modificación de la relación entre este y el analista. La teoría de Freud nunca pretendió ser una simple oferta de conceptos. Reivindicaba una intención práctica, definida por los efectos que el lícito esperar de su aplicación en la práctica analítica. Si en la evolución de una teoría que no puede quedar separada de su proyecto concedemos una importancia privilegiada al factor tiempo, es porque el uso “cultural” de nuestros conceptos acarrea la consecuencia de que hoy en día ed del exterior que vuelve al campo de la experiencia analítica un proyecto elaborado por el campo social y sus ideologías. Podrán hallar acceso al campo psicoanalítico proyectos y demandas que vienen de otra parte y que le hacen correr el riesgo de ser “colonizado” poco a poco por un podersaber extraños. Existen tres anomalías que dan testimonio de las contradicciones surgidas entre nuestra teoría y ciertos efectos de su aplicación: 1- Cierto abuso de la interpretación aplicada 2- La trivialización de los conceptos freudianos 3- El a priori de la certeza Hay una trivialización y deterioro de conceptos teóricos que en rigor conservan su valor, pero cuyos efectos se ven desbaratados. Hay una trivialización de su significación: reducidos a una simple función explicativa, privados de toda acción innovadora y perturbante, se intentará volverlos conformes con el conjunto de los enunciados del discurso cotidiano del sujeto. El paradójico resultado es culminar en la ideologización de la nueva ciencia por el campo cultural, con un derecho de préstamo ejercido sobre sus enunciados. Lo que sorprende cada vez más en los modelos teóricos que se utilizan en nuestra disciplina es su reducción a una serie mínima de enunciados de alcance universal, en provecho de una difusión del modelo pero a costa de lo que constituía su armazón específica y su mira singular. El mayor riesgo que amenaza al discurso analítico es el de deslizarse del registro del saber al de la certeza. Implica caer en la trampa de una idealización del paradigma, transformando sus enunciados en una serie de fórmulas mágicas que actúan por la sola fuerza de su enunciación, sin tener que atender al lugar, al tiempo y al lento trabajo necesario para ofrecerles un suelo sobre el cual pueden actuar. La falta de cuestionabilidad sobre el psicoanálisis y sus efectos provoca que el paradigma se transforme en dogma. No puede haber statu quo teórico. A falta de nuevos aportes, toda teoría se momifica. Teoría y práctica analíticas deben anhelar que aparezcan innovaciones probatoria de que ella siguen vivas.

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Bleichmar. Capítulo XV “Sostener los paradigmas desprendiéndose del lastre. Una propuesta respecto al futuro del psicoanálisis” Lo que está en riesgo no es sólo la supervivencia de un modo de práctica llamada clínica, sino la racionalidad de los enunciados mismos que la sostienen y el riesgo de que caiga como una ideología más. El psicoanálisis corre el riesgo de sucumbir ante la imposibilidad de abandonar los elementos obsoletos y realizar un ejercicio de recomposición. Resulta urgente separar aquellos enunciados de permanencia, que trascienden las mutaciones en la subjetividad que las modificaciones históricas y políticas ponen en marcha, de los elementos permanentes del funcionamiento psíquico que no sólo se sostienen sino que cobran mayor vigencia en razón de que devienen el único horizonte explicativo posible para estos nuevos modos de emergencia de la subjetividad. Para ello es necesario tomar los paradigmas de base del psicoanálisis y en muchos casos darlos vuelta. Es necesario diferenciar los descubrimientos de carácter universal de la impregnación histórica en la cual inevitablemente se ven inmersos, trabajar sobre sus contradicciones y acumulación de hipótesis adventicias. Propongo tres puntos al debate: 1. Posicionamiento respecto a la obra de Freud 2. Sexualidad infantil 3. Lugar del inconsciente Posicionamiento respecto a la obra freudiana Los textos de Freud se inscriben como punto de partida. El respeto por los mismos presupone someterlos a un trabajo que sostenga sin mistificación las contradicciones que inevitablemente los atraviesan. EL rigor de lectura no confundiéndose con obediencia, pero tampoco reemplazando lo que en ellos fue dicho para hacerlos coincidir con lo que a cada escuela le gustaría que digan. Un modelo de lectura que permita al otro ir más allá de la posición que uno mismo haya asumido, permitiendo realizar tanto con el discurso freudiano como con el propio un movimiento de metabolización, apropiación y ruptura en las coagulaciones e impasses que arrastre. Sexualidad infantil La sexualidad infantil, anárquica en los comienzos, no subordinable al amor de objeto, opera a lo largo de la vida como un plus irreductible tanto a la autoconservación como a su articulación con el fin biológicamente determinado: la procreación . La sexualidad adulta imprime una impronta sobre la cría humana, en razón de la disparidad de saber y de poder con la cual se establece la parasitación simbólica y sexual que sobre ella se ejerce, y cuyo retorno del lado del lacanismo no ha pasado de ser “deseo narcisista”, subsumiendo esta cuestión central en cierto espiritualismo deseante del lado del discurso y anulando el carácter profundamente “carnal” de las relaciones entre el niño y quienes lo tienen a su cargo. Es en aquellos planteos impregnados por una visión teleológica de la sexualidad, sometida a un fin sexual reproductivo, donde se manifiesta más claramente la necesidad de revisión y eso no solo por la caducidad histórica de los planteos, sino porque entran en contradicción con enunciados centrales de la teoría y de la práctica psicoanalítica, enunciados que han hecho estallar la relación existente entre sexualidad y procreación. 2

Parece necesario volver a definir el aporte fundamental de Tres Ensayos: el hecho de que la sexualidad humana no sólo comienza en la infancia, sino que se caracteriza por ser no reductible a los modos genitales, articulados por la diferencia de los sexos, con los cuales la humanidad ha establecido, desde lo manifiesto, su carácter. Los dos tiempos de la sexualidad humana no corresponden a dos fases de una misma sexualidad, sino a dos sexualidades diferentes: una desgranada de los cuidados precoces, implantada por el adulto, con formas parciales y otra con primacía genital, establecida en la pubertad y ubicada en el camino madurativo que posibilita el ensamble genital y la existencia de una primacía de carácter genital. La maduración puberal encuentra todo el campo ya ocupado por la sexualidad para-genital: los primeros tiempos han marcado fantasmática y erógenamente un camino que si no encuentra vías de articulación establece que el recorrido se oriente bajo formas fijadas, las cuales determinan, orientan u obstaculizan, los pasajes de un modo de goce a otro. El psicoanálisis ha introducido la sexualidad en sus dos formas: pulsional y de objeto, que no se reducen ni a la biología ni a los modos dominantes de representación social. La sexualidad no se reduce entonces a los modos de ordenamiento masculino-femenino. La identidad sexual tiene un estatuto tópico, como toda identidad, que se posiciona del lado del yo. Es en este punto en donde se hace más clara la diferencia entre producción de subjetividad, históricamente determinada y premisas universales de la constitución psíquica. Es indudable la necesidad de redefinir el llamado complejo de Edipo. En primer lugar, porque nace y se ha conservado impregnado de los modos con los cuales la forma histórica que impone la estructura familiar acuñó el mito como modo universal del psiquismo. Tanto los nuevos modos de acoplamiento como las nuevas formas de engendramiento y procreación dan cuenta tanto de sus aspectos obsoletos como de aquellos más vigentes que nunca. Es insostenible la conservación del Edipo entendido como una novela familiar, como argumento que se repite de modo más o menos idéntico a lo largo de la historia y para siempre. Se diluye así el gran aporte del psicoanálisis: el descubrimiento del acceso del sujeto a la cultura a partir de la prohibición del goce sexual intergeneracional . El Edipo debe ser entendido como la prohibición con la cual cada cultura pauta y restringe, a partir de la preeminencia de la sexualidad del adulto sobre el niño, la apropiación gozosa del cuerpo del niño por parte del adulto. La dependencia del niño respecto del adulto sexuado, y el modo metabólico e invertido con el cual se manifiesta y toma carácter fundacional respecto al psiquismo. Estatuto del inconsciente y consecuencias respecto al método El inconsciente es un existente cuya materialidad debe ser separada de su conocimiento; existió antes de que este conocimiento fuera posible y el descubrimiento freudiano implica su conceptualización, no su invención. El icc existe en algún lado más allá del proceso de la cura analítica que posibilita su conocimiento. Los orígenes del icc están atravesados por inscripciones provenientes de las primeras vivencias sexuales que acompañan a los cuidados con los cuáles el adulto toma a cargo a la cría. Carácter posible de la inscripción de la sexualidad, a partir de un plus que se instala en el marco de los cuidados precoces. Si es el hecho de que un exceso de la sexualidad del otro determina el surgimiento de la representación psíquica, en virtud del carácter no descargable de esta implantación, debemos decir que el icc no surge de la ausencia del objeto sino de su exceso, del plus de 3

placer. Es una acción realizada, efectivamente cumplida, la vivencia de satisfacción, aquello que genera el origen de toda representación. Estas primeras inscripciones, que anteceden a toda instalación del sujeto en sentido estricto, cuyo emplazamiento yoico discursivo se verá concretado mucho más tarde, dan cuenta de los orígenes para-subjetivos del icc y por ende de toda realidad psíquica. El descubrimiento fundamental del psicoanálisis es la afirmación de que la representación antecede al sujeto pensante, vale decir, que en los orígenes existe, por así decir, “un pensamiento sin sujeto”. El icc permanecerá para siempre en el orden de lo para-subjetivo y como tal, no es reductible a una segunda conciencia, ni a las leyes con las cuales funciona el sujeto. La diversidad simbólica del psiquismo se observa en la coexistencia de representaciones secundariamente reprimidas con elementos que nunca tuvieron el estatuto de representación palabra (lo originariamente reprimido) así como signos de percepción que no logran articularse, sea por su origen arcaico e intranscriptible, sea por haber irrumpido en procesos traumáticos no metabolizables. Estos elementos pueden hacerse manifiestos sin por ello ser conscientes, pueden activarse a partir del movimiento mismo del dispositivo analítico o de vicisitudes de la vida y dejar al sujeto librado a la repetición compulsiva. Se torna necesario precisar el estatuto metapsicológico de la materialidad psíquica a abordar, sabiendo que nuestras intervenciones tienen que lograr el máximo de simbolización posible con el mínimo de intromisión necesaria. En la posibilidad de implementación del método analítico en el trabajo con niños, constituyen condiciones para poder poner en marcha el dispositivo clásico de la cura: el emplazamiento de la represión, que pone en marcha el sufrimiento intra-subjetivo, la existencia de un discurso articulado bajo los modos que conocemos a partir de la lingüística estructural, el funcionamiento del preconsciente en lo que hace a la temporalidad, la lógica del tercero excluido y la negación. En los casos en los cuales esto no sea posible, es necesario crear las posibilidades previas para que ello ocurra, mediante lo que hemos llamado “intervenciones analíticas”. Esto ocurre en virtud de la no homogeneidad de la simbolización psíquica, en la cual coexisten representaciones de diverso orden y sobre las cuales nos vemos obligados en muchos casos a ejercer movimientos de re-simbolización, no sólo de des-represión. Ante los fenómenos que emergen como no secundariamente reprimidos, no plausibles de interpretación y cuyo estatuto puede ser del orden de lo manifiesto sin por ello ser conscientes, consideramos necesaria la introducción de un modo de intervención que llamaremos “simbolizaciones de transición”, cuya característica fundamental es la de servir como puente simbólico en aquellas zonas del psiquismo en las cuales el vacío de ligazones psíquicas deja al sujeto librado a la angustia intensa o a la compulsión. Si se trata de recuperar lo fundamental del psicoanálisis para ponerlo en marcha hacia los tiempos futuros, este trabajo no puede realizarse sin una depuración al máximo de los enunciados de base y un ejercicio de tolerancia al dolor de desprenderse de nociones que nos han acompañado tal vez más de lo necesario. El futuro del psicoanálisis depende de embarcarnos en un proceso de revisión del modo mismo con el cual quedamos adheridos no sólo a las viejas respuestas, sino a las antiguas preguntas que hoy devienen un lastre que paraliza nuestra marcha.

TRABAJO PRÁCTICO N°2: Origen de la clínica de niños y adolescentes 4

Freud, Anna “Psicoanálisis del niño. (Caso clínico La niña del demonio) No es posible abrir juicio sobre la técnica del psicoanálisis con niños, sin haber establecido antes en qué casos conviene emprenderlo. Melanie Klein sostiene que toda perturbación del desarrollo anímico o mental de un niño podría ser eliminada o, al menos, mejorada por el análisis. Opina que también tiene grandes ventajas para el desarrollo del niño normal. La mayoría de los analistas vieneses opinan que el análisis del niño sólo se justifica frente a una verdadera neurosis infantil. El análisis con niños es un recurso a veces costoso y complicado, con el cual en algunos casos no puede hacerse demasiado. Es posible que el análisis genuino necesite ciertos cambios y modificaciones para esta aplicación. El adulto es un ser maduro e independiente, mientras que el niño por su parte es inmaduro y dependiente. Es natural que ante objetos tan dispares el método tampoco pueda ser el mismo. Anna Freud trabajó en al análisis de unos diez casos infantiles. Una característica de la consulta con niños es que la decisión de analizarse nunca parte del pequeño paciente. En muchos casos ni siquiera es el niño quien padece, con frecuencia el mismo no percibe ningún trastorno; sólo quienes le rodean sufren por sus síntomas. Así, en la situación del niño falta todo lo que consideramos indispensable en la el adulto: la consciencia de enfermedad, la resolución espontánea y la voluntad de curarse. Considero que vale la pena tratar de alcanzar en el niño aquellas disposiciones y aptitudes favorables para el análisis, logrando hacer “analizables” en el sentido del adulto a los pequeños pacientes. Para ello introduce un período de introducción que no es necesario en el tratamiento con adultos. Ese período no tiene nada que ver con la verdadera labor analítica, en esa fase no se puede pensar en hacer consciente lo inconsciente, ni en ejercer influencia analítica. Caso de la Niña del demonio: niña de seis años que sufría una neurosis obsesiva extraordinariamente grave y definida para su edad, conservando sin embargo una gran inteligencia. En este caso tuve que establecer una condición ya existente de antemano en la pequeña neurótica: la escisión de la personalidad infantil. Toda mi manera de proceder presenta demasiados puntos de contradicción con las reglas técnicas del psicoanálisis que hasta ahora venimos aplicando. Imaginemos que gracias a todas las medidas tomadas el niño llega a tener confianza en el analista, a adquirir consciencia de su enfermedad, anhelando así un cambio en su estado. Con ello llegamos a nuestro segundo tema: el examen de los medios a nuestro alcance para realizar el análisis infantil propiamente dicho. La técnica del análisis con adultos nos ofrece cuatro medios auxiliares: los recuerdos conscientes del enfermo, la interpretación de los sueños, las ocurrencias, las asociaciones y las reacciones transferenciales. El niño, en cambio, poco puede decirnos sobre la historia de su enfermedad. Él mismo no sabe cuándo comenzaron sus anomalías. Así, el analista de niños recurre a los padres de los pacientes para completar la historia. La interpretación de los sueños, en cambio, es un terreno en el cual nada nuevo tenemos que aprender. Los sueños infantiles son más fáciles de interpretar, el niño sigue con el mayor placer la reducción de las imágenes o palabras del sueño a situaciones de su vida real. Junto con este, es muy frecuente el análisis de los ensueños diurnos, así como la narración de las fantasías, que nos permiten reconstruir la correspondiente situación interior en que se encuentra el niño. 5

El dibujo es otro recurso técnico auxiliar que ocupa un sitio muy preeminente en muchos de los análisis infantiles. En algunos casos puede suplantar a las demás fuentes de información. El niño anula todas las ventajas mencionadas por su negativa a asociar, es decir, pone en apuros al analista por la casi absoluta imposibilidad de utilizar precisamente aquel recurso sobre el cual se funda la técnica analítica: excluir con su voluntad consciente toda crítica de las asociaciones que surgen y no dejar de comunicar nada de lo que se le ocurra. Esta falta de disposición asociativa en el niño conduce a buscar recursos para suplirla. Hug Hellmuth recurrió a los juegos con el niño. Melanie Klein sustituye la técnica asociativa del adulto por una técnica lúdica en el niño, basándose en las hipótesis de que al niño pequeño le es más afín la acción que el lenguaje y equiparando las acciones dentro del juego con las asociaciones verbales, complementándolas con interpretaciones. En los recursos con el análisis infantil, advertimos la necesidad de integrar la historia clínica mediante las informaciones que nos suministran los familiares, en lugar de fundarnos exclusivamente sobre los datos que nos ofrece el paciente. No tiene duda que la técnica del juego elaborada por Klein tiene sumo valor para la observación del niño. Tenemos así la posibilidad de reconocer sus distintas reacciones, la intensidad de sus inclinaciones agresivas, de sus sentimientos compasivos y de su actitud ante los diferentes objetos y personas representados por los juguetes. Puede realizar con él todos los actos que en el mundo real habrían de quedar restringidos. Todas estas ventajas hacen del método lúdico de Klein un recurso poco menos que indispensable para conocer al niño pequeño que todavía no domina la expresión verbal. Klein da un importante paso más. Pretende que todas estas asociaciones lúdicas del niño equivalen exactamente a las asociaciones libres del adulto y, en consecuencia, traslada continuamente cada uno de estos actos infantiles a la idea que le corresponde, procurando averiguar la significación simbólica oculta tras cada acto del juego. Su intervención consiste en traducir e interpretar los actos del niño a medida que se producen. Anna Freud considera que aquellos niños para los cuales Klein elaboró la técnica lúdica, sobre todo aquellos que se encuentran en el primer período de madurez sexual, son aún demasiado pequeños para presentarse a la influencia analítica. Así mismo, tampoco considera pertinente equiparar las asociaciones lúdicas del niño con las del adulto, al no estar regidas por las mismas representaciones. Considera como un exceso el atribuir sentido simbólico a todos los actos y ocurrencias del paciente, así se trate de un niño o de un adulto. Cabe preguntarse si el niño se encuentra en la misma situación de transferencia que el adulto, de qué manera y bajo qué forma se manifiestan sus tendencias transferenciales y en qué medida se prestan para la i...


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