Sarlo ciudad vista - apuntes sobre el capitulo PDF

Title Sarlo ciudad vista - apuntes sobre el capitulo
Course Cultura contemporánea
Institution Universidad Nacional de Tres de Febrero
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apuntes sobre el capitulo...


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LA CIUDAD--VISTA mercancías y cultura urbana

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1. La ciudad de las mercancias

no hubiera leido a Roland Barthes, si no siguiera leyendolo. Una minima parte de la felicidad intelectual quc produce Barthes es ] a que desearia para los lectores de este librn.

AGRADECIMJENTOS

Al Departamento de Lenguas Romances de la Universidad de Chicago y ·a Agnes Lugo-Ortiz, que me permitieron pasar dos meses en una gran ciudad y una gran biblioteca. AJorge Sanchez, que, siendo director de Viva, me ofrecio una columna semanal criticada por casi todo el mundo, que me per miti.6 dar vueltas por la ciudad con la e:xcusa · de que estaba haciendo mi trabajo. , A Rafael Filippelli, que ca:mbi6 mi forma de verd cine y, por lo to, mmi irada.

I, EL SHOPPING CENTER .( i

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Tuar abajo un shcpping center es imposible, porque iria en contra de la epoca de un modo utopico y revolucionario. La ciudad no ofrece a todos lo mismo, pero a todos les ofrc1..-e algo, induso a los maiginales que recogen las sob:ras producidas por los induidos. La mayoria de los habitantes de la ciudad cncuentran en el mer cado lo que creen desear libremente cuando una altcrriati.va nose les presenta ante los ojos, o les resulta desconocida y probablc mente hostil a lo que han aprendido en la cultura mas pe asiva delas ultimas decadas: la de los consumidores.

Principi,o diabolico. "En el arte, existe siempre un p incipio diabolico que actiia en contra y trata de demolerla", csi;ribi6 Robert Bresson. En todo artefacto delicado, resistente y complejo, como la ciudad, hay tambien un potendal de desorden, encamizado en desmentir el ideal de sistema integrado que contra.dicen la intemperie, loses pacios abiertos, las calles, las vfus de tnnsporte y, sobre todo, la competencia por ocupar materialmente los edifi.cios y la tierra. Solo una tipologfa, la del shopping ante,; rcsiste al principio diab61ico del Vary. Las grnndes tiendas de Buenos Aires fueron, desde 1914, Gath y Chaves, ubicada en la esquina de Florida y Gangallo (entre sus atracciones: cuatro magnificas escaleras y una escalera med. nica), y Harrods, a pocas cuadras, entre C6rdoba y Paraguay. Trazaban·el camino d€las mercancfas que, hasta mediados del siglo pasado, tuvo su via maestra en la calle Florida. A pocos me tros de Gath y Chaves, el fabuloso pasaje Giiemes, sabre el que Roberto Arlt escribi6 en 1928:

I Con el terror de lnz elCctrica que desde la maiiana a1a noche inWlda para in eternum sus criptas, cajas fuertes y quioscos de vidrio. Con cl zumbido de sus ascensores, su biendo, mejor dicho deslizalldose perpend.icularmente. Y con ese maremagno de gente bien vestida y misteriosa que.de 1a maiiana a la noche se pasea por alli, y que no

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LA CIUDAD DE LASMERCANciAs

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se sabc si son gentiles rateros, pesquisas, empresarios de teatro o que se yo. Se respira alli una atm6sfera neoyorquina; es1a Babel de Y quilan.dia transplantada a la tierra criolla e impomendo el P.restigio de SUS bares automiticos, de sus zapa tos amariJios, de las victrolas ortof6nicas, de Ios letreros de siete colorcs y de las "girls" dirigiCndose a los teatros con m'.imeros de variedades que ocupan Ioss6tanos y las alturas... : Vestidos reglamentados, melenas de carte reglamentado, tacos de altura reglamentada. Feasy lindas. Caritas palidas todas. Amabilidad de "que se le va a haccr''. Comparten casi todas el quiosco con un mozo dependicnte. Perfumes, flores, cafC, bombones, vcnden de todo.4 Arlt observaba los escenarios que Walter Benjamin encontr6, por esa misma Cpoca, en su investigaci6n sabre el Paris del siglo XIXy; tarohiCn miraba ]as muchachas modernas que Krakauer descubria en Ber1fn. Era Buenos Aires y se vivfa la primera gran transforma ci6n mercantil del siglo pasado. Cambia en las fonnas de intenne diad6n, distribuciOn y presentaci6n de mercancfas: vendedora. j6- venesy aburriclas, objetos deseab]es por su disposici6n, su precio, su efecto estilfstico, su estar a la moda, su abundandasimb61ica, sus in sinuaciones: perfumes, flares, bombones, regalos para ]a mujer de undo oPaz:la amante, ofrecidos a las hombresporjovencitas

pa lidas que suenan no co vender csos ohjetos sino con recibirlos. La mirada descubre lujos desconocidos, tanto en las materias coma en I novedad de su puesta en escena y, sabre todo,-efflasfantasfa1n:1ue= - ---.,;,, dIBparan. Esto es coma el cine, imagina.Arlt, quc ve el futuro en los detalles aparentemente mcnores del presentc. Arll: es un escritor futurista y, por eso, pue-de ser critico sin volverse nunca nostil- gico. Sus modos de mirar (exdusi6n de la melancolfa, acidez de Ia critica, prccisi6n) son un mCtodo. llegemon£a. Las grandes tiendas, los pasajes y las galerias, de todo- modos, formaban parte de 1a ciudad, se entretejian con ella; desde las ventanas de Harrods se veian los paseantes de Florida.

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LA CIUD.AD VlST.A

IA CIUDAD DE LAS MERCANCiA.S 17

Las viejas galeria,; Pacifico enlazaban bajo techo las calles quc li

mitaban una manzana de ciudad a travCs de anchos pasillo:; latera les, decorados por las mercancfas expuestas en negocios que no invadian visualmente, desde cuyos extremos podfan verse perfec tamente los frescos de Berni o Spilimbergo que hoy estin casi ocultos por los signos del comcrcio que dicta la ley visual en las nuevas Padfico. En cambio, pocos usan un s!wppingcomo pasaje entre calles; ese trayecto, aunque posible, no est::i previsto en el programa, que busca independizarse de la ciudad y rcinar sobrc ella desde una diferencia irreductible. Algunos arquitectos se han vuelto famosos s6lo porque han cons truido shopping malls y parques tem8ticos (pertenccientes, en n sentido amplio, al mismo gl!nero que otros arquitectos consideran no-arquitecturn). Rem Koolhaas, entre el cinismo y la critica, reco noce lo qucJon Jerde, con inigualable daridad;declar6al New Yorll Ti11US'. "la adicci6n al consumo es lo quc reunini a la gente"'. Como algunos analistas cultural.cs.Jerde dcscubre que el shoppingmallpro. duce comunidad alli mismo donde pareda haberse perdido para siempre." En los origenes de esta convicci6n hay un episodio auto biografico, conv rtido en ficci6n programitica: despues de una vi sita a ltalia,Jerde cree posible aplicar la con:figuraci6n de una aldea de la 'IOScana, con su plaza, sus iglesias, sus campamuios, donde creyO obscrvar una comunidad fuertemcnte relacionada, a magnos proyectos de shopping mallsy parques tcm.iticos. Maestro ilusionista, como se lo ha llamado, en su City-walk de Hollywood Boulevard en Los Angeles.Jerde incorpor6 algiin detaUe minima que evocara la vieja calle comercial nortcarnericana, como el de simular envolto rios de caramelos incru:;tados en la ceramica de los pisos flamantcs, para que sus visitantes no se vieran obligados a ser los .simulacros humarn;,s de un paisaje 'comunitario' redl!n inaugurado: coma toda comunidad suponc una historia, es decir un tiempo pasado, esos envoltorios proporcionan los emblemas de una infancia quc allf tambien podria haher transcurrido. La limpieza al vacfo, que es unaregla del shoppingmall o del parque tem8tico, necesita de pe qucllos signos estCticos de vida, precisamcnte porque es necesario controlar cualquier desorden, en primer lugar el de la ciudad y tambil!n el quc pueda causar la imprevisible naturalcza.

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El shopping se ha convertido en la plaza pU.blica que corres ponde a la l!poca, c incluye en casi todas partes cines, restaurantes y negodos, parques de diversiones bajo techo, galerias de exposi ci6n, salas de conferencias. AI revl!s, un complejo de cines tiene que tener hoy, como mandato de una imitaci6n generalizadora, su aspecto shopping. una decena de boutiquesy quioscos, en el caso mas somero. Esto fue descubierto primero por Walt Disney, en cu yos parques la diversi6n que se paga con la entrada y los consu mos adyacentes cstin tajidos de modo inseparable. Esos parques Disney fucron las primeras grandes catedrales para la comunidad de consumidores del capitalismo tardfo: utopias degenenu:las, las Uam6 Louis Marin, en una Cpoca en que los academicos todavfa usaban palabras fuertes,6 Los shoppings tienden a parecerse (lo cual sostiene la ilusi6n de que es un artefacto que iguala a sus usuarios), aunque las grandes marcas de la alta costura no desciendan a establecerse allf don de lo gue domina es el nivel medio. Cuando un slwpping no ofrece to das Jas marcas, de alglln modo rompe su contrato de universali dad, porque priva de algunos ohjetos a sus visitantes, a quienes considera indignos par falta de dinero; drja asialdescubierto que nadie es igual en el mcrcado. Sin embargo, la igualdad no dcs c:a.nsa sob re un puiiado de marcas elitistas, sino sobre una cstrate gia para disponer las mercancias de la mayoria. La estctica del .fhoppingiguala no por el lado de los precios ni por el del acceso a los objetos, sino por el lado estCtico de su disposici6n escenogr.i fica. Es un paraiso del contacto directo con la mercancia. Por eso, el shopping es im:iginariamente indusivo, aunque los diversos nive les de consumo sean excluyentes. Por el lado de la inclusi6 ima ginaria, el shoppingcrea el espacio de esa comunidad de consumi dores cuyos recursos son desiguales pero que pueden acceder visualmente a las mercancias en expo.sici6n de un modo que las viejas cal1es comerciales socialmente estratificadas no permiten. Las mercancias del .{hoppingfingen no estar estratificadas, aun que cs obvio que se agrnpan segiin variaciones de emplaza micnto social. EI shopping no cs todo en la dudad, pero es la forrna que repre senta el punto culminante del ocio mercantil. Es cvidcnte que los

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negocios persisten en las calles, a delo abierto, pero incluso en los barrios donde e] sh&pping todavfa no ha llcgado se sabe que es la fonna mas deseada del ocio. Lo ultimo, si es exitoso, :reestructnra las reladones entre Jos edificios y los servicios anteriores: el pe queiio supennercado de barrio imita, abarrotadamente, al gran supennercado, porque ese es su modelo aunque sea espacial Y econ6micamente inalcanzable. La novedad define el tono, el es tilo y Ios h.ibitos induso en aquellos espacios que no pueden hni tarla realmente. Eso se llama "hegemonfa cultural", y se sostiene en la acumulaci6n material pero tambien en la cducad6n del gusto de los usuarios. Funciona perfectamente de acuerdo con Sus fines. Probablemente par eso ya no se critica al shopping. es de masiado eficiente y domina el circuito de las mercandas de un modo que s6lo cambiani con una transfonnaci6n tan radical de las fonnas de consumo como la que el mismo trajo. Regularidad. El shopping center asegura algunos de las requisito_s que se exigen de una ciudad: orden, claridad, limpieza, segun dad, y que no est.m garantizados en las ciudades de los pafses po bres o s6lo se obtienen parcialmente fuera de las enclaves del ca pitalismo globalizado.7 EI shoppingda la ilusi6n de indepen rse dela ciudad y del clima: la luz es inalterable y los olores son s1em pre los mismos (relentesde materia pla'.stica, vapcrizadores). Frente al relativo azar de lo que podria suceder en la calle, el shopping repite sus ritmos detras de sus super:ficies glaseadas. Los qu: e ficnden csa forma con que el mercado influy6 sobre la urbarustica de muchas ciudades se apoyan predsamente en razones de uso re gulado y nonnalizado: en el shopping las viejos y los adolcsCentes pueden pasear seguros, hay servicios al alcance de todo cl niundo, es muy dificil robar o ser robado, y lo que·se da para ver cs lo que todos quieren mirar. Pese a las variaciones de estilo, todos los shoppings son identicos, aunque en America dcl Norte la imaginaci6n papulista de los ar quitectos (miasegundagencraci6n posterior a Learning.from Las Ve gas, el manifiesto de Robert Venturi y Denise Scott Brown) y1 con centraci6n de recursos encaren multimillonarias imitaciones de aldeas al aire libre, construcciones urbanas completas, extensioncs

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tenitoriales casi inimaginables en medio de desiertos linderos con dudades pr6speras, comunicados por autopistas de dace carriles. El shoppingna es simplemente una parte de la_ciudad sinosure emplazo por un sistema nuevo, donde se atenl.la o desaparece Io iiue caracteriz6, en el pasado, lo urbano. Por eso, aunque pueda emplazarse en una dudad, esta le es indiferente, y puede caer al lado de una autopista, en un baldio yenno, sin necesitar nada de lo quc en una ciudad lo rodea. Esto no sucedi6 con las pasajes Y las galerias, quc of:recfan a la ciudad espacias techados cuya di seii.a no respondiaa una16gka opuesta a lo que sucedia en las ca lles, sino que, por el contrario, las necesitaba y las presuponia como espados contiguos. El pas je imitaba la caHe, perfecciomin dola en lugir de repudiarla; incluso lo que sucedfa en la calle sc magnificaba en el pasaje, se volvfa mas perceptible y mas atractivo o tenebroso. Los remates de los negocios imitaban las fachadas al aire libre, como uliniaturas interiorizadas, y alli vivieron prostitutas y otros irregulares de Ia ciudad del siglo XIX. El shoppingahuyenta a esos irregulares, porque instala nonnas de vigilancia que hacen posible tanto la seguridad coma la repe tici6n. El shopping es de las familias, de los pabres decentes, de las capas medias cuando pueden comprar y tambien cuando no pue den. Adifcrencia de la calle yde los llamados centros comerciales al aire Jibre, sobre los cuales no hay control de la puesta en escena ni dcl diseiio, en el shoppi.ng nada es casual. Los visitantes se des plazan en una atm6sfera artificial como los peces domesti.cos en sus recipientes oxigenados, decorados con plantas marinas. El sentido de comunidad al que se refiere cl celebratorio Jon Jerde se apoya en esta unanim.idad de dases y perfiles culturales que confluyen en el shopping. En sociedades coma las de America del Norte, esta dispasici6n de la escenografia capitalist.a responde a una historia de consumo masivo que, co.mo asombr6 a Sar miento y lo prob6 m:is tarde la inmensa fortuna de Macy's, co mienza con la venta por catalogo y la impecable distribuci6n par correo de las mercandas. A parti.r de entonces, los Estados Unidos en particular ajustaron cada una de las m.iquinas y de las tecnolo gfas de consume. En tensi6n con las clivajes sociales y las imposi bilidades econ6micas, en los paises perifericos el shopping revel

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una desigualdad mayor entrc quienes lo usan como paseo y quie nes, adem.is, compran de modo significativo. Sin embargo, el exito para unos y otros cst:a en las posibilidades de enso:fiaci6n quc ofrece: siempre es mejor desear que no desear. Walter Benjamin, que indic6 la pregnancia de las mercancias sobre la imaginaci6n en las sociedades modemas, escribi6: Pobreza de la experiencia: no hay que entenderla como si los hombres a1loraran una expericnda nucva. No; aiioran liberarse de las experiencias, afioran un mundo donde puedan hacer que su pobreza, la extema y por ultimo tambiCn Ia interna, cobre vigencla tan dara, tan limpiamcnte que salga de ella algo decoroso. No siem prc son ignorantes o inexpertos. Con frecuencia es po siblc decir todo lo contrario: lo han "devorado" todo, la "cultura" y "el hombre", y estan sobresaturados y cansa dos,.. Al cansancio le sigue el sueiio, y no es raro par tanto que el ensueno indemnice de la tristeza y del can sancio del dia y que muestre realizada esa existenCia en teramente simple, pero enteramente grandiosa para la que faltan fuerzas en la vigilia. La cxistcncia del rat6n Mickey es ese cnsueiio de los hombres actuales. Es una existcncia llena de prodigios que no s6lo superan los prodigios tecnicos, sino que se Tien de ellos. Ya que lo m.is notable de ellos es que proceden todos sin maqui naria, improvisados, del cue.po del rat6n Mickey,...


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