Simon rodriguez - Investigación histórica acerca del Maestro de América PDF

Title Simon rodriguez - Investigación histórica acerca del Maestro de América
Author Victor Castellanos Escalante
Course Historia de la Ciencia y de la Técnica
Institution Universidad Central de Venezuela
Pages 22
File Size 523.3 KB
File Type PDF
Total Downloads 74
Total Views 123

Summary

Investigación histórica acerca del Maestro de América...


Description

a historia nunca le ha correspondido a Simón Rodríguez con el reconocimiento que merece el empeño vital que siempre tuvo por la educación de las clases populares. Influenciado por los filósofos franceses de la Ilustración, promovió la formación de los ciudadanos por medio del saber para que alcanzaran la libertad a través de revoluciones del conocimiento. Sin embargo, ni la originalidad de sus pensamientos, ni la excentricidad de sus métodos lo ayudaron a ser comprendido ni entendida la trascendencia de lo que proponía: aplicar los revolucionarios métodos europeos del siglo XIX a la colonizada América para librarse de sus opresores. La educación fue lo que dio sentido a su existencia: lectura, aprendizaje de idiomas, viajes,… Se convirtió en un cosmopolita ansioso por aplicar su pedagogía educativa en cualquier lugar del mundo donde requirieran su presencia y también por este motivo se arruinó en varias ocasiones. A pesar de haber demostrado ser un gran pensador, ensayista y educador, su vida va aparejada a la de Simón Bolívar, de quien fue tutor y mentor, y también a la de Andrés Bello. La injusticia histórica define a Simón Rodríguez como “el maestro del libertador”, cuando en realidad con los años la amistad y el trabajo en común convirtieron su relación de maestroalumno en otra de reciprocidad por las ideas comunes que defendían. Simón Narciso Jesús Rodríguez nació en la capital de Venezuela, Caracas, tal día como hoy de hace 249 años, el 28 de octubre de 1769. Las imprecisiones sobre su vida comienzan con el nacimiento, ya que lleva el nombre del santo del 28 de octubre, Simón, pero también el del 29, Narciso. Su procedencia tampoco está clara. Se sabe que fue abandonado en las puertas de un monasterio y que se crio en la casa de un clérigo de nombre Alejandro Carreño, que se barrunta que pudiera haber sido su padre porque llevó durante un tiempo su apellido. Simón Rodríguez tuvo un hermano, Cayetano Carreño, que se convirtió después en un famoso músico de la capital venezolana. De apariencia fornida y buena estatura, su extravagante forma de vestir, que era motivo de burlas a su paso, no le desvió nunca de su objetivo: aprender para poner en práctica sus ideas educativas e instruir al pueblo, especialmente a las personas con menos posibilidades de acceder al conocimiento. La carrera educativa de Simón Rodríguez comienza cuando el Cabildo de Caracas le otorga el permiso para ejercer de maestro en la única escuela

pública de esa ciudad en 1791. Apenas tenía 20 años y ya había leído a Rousseau y conocía la ‘Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano’. Eran tan altos sus propósitos que en 1794 presentó al ayuntamiento de Caracas un estudio titulado ‘Reflexiones sobre los efectos que vician la escuela de primeras letras de Caracas y medios de lograr su reforma por un nuevo establecimiento’. En él argumentaba la necesidad de crear nuevas escuelas y de formar buenos profesores con mejores salarios, de incorporar más alumnos a la educación y extenderla a todas las etnias, a la vez que debía disminuirse la enseñanza particular. MÁS INFORMACIÓN

Profesores a un paso de la pobreza



En estos años de incipiente carrera educativa fue cuando tuvo entre sus alumnos al entonces inquieto Simón Bolívar. Simón Rodríguez, al que además de maestro le encargaron ser tutor del más tarde apodado como ‘El Libertador’, estuvo con él hasta que el pequeño cumplió los 14 años. En 1797 salió de Venezuela para nunca volver. Una teoría dice que fue por el fracaso de una tentativa revolucionaria en la que se vio involucrado y que fue expulsado, y otra asegura que se fue él por el descontento con el régimen español. Sea como fuere, Jamaica se convirtió en el primer destino de su exilio, en el que pasó 20 años viajando cuanto pudo con la idea de formarse continuamente. En Kingston Simón Rodríguez invirtió sus ahorros para aprender inglés en una escuela de niños, a los que también él enseñaba castellano. Dos años después viajó a Estados Unidos, concretamente a Baltimore, donde consiguió trabajo como cajista de imprenta, lo que más tarde le permitiría a él mismo componer los moldes de imprenta de sus obras. Después viajó a Francia, donde se registró bajo el nombre de Samuel Robinson de la siguiente manera: “Samuel Robinson, hombre de letras, nacido en Filadelfia, de treinta y un años”; y esta identidad la mantendría durante su estancia en el viejo continente. MÁS INFORMACIÓN



“En Venezuela ha desaparecido el Estado de derecho”



Venezuela: historia de un aislamiento internacional

En París conoció a fray Servando Teresa de Mier, un sacerdote revolucionario mexicano, y juntos abrieron una escuela en español. Simón Rodríguez estudió allí Física y Química y tradujo al castellano la novela ‘Atala’, de Chateaubriand, para acreditar sus conocimientos, pero Mier se atribuyó la traducción. Simón Bolívar, que se encontraba en París desde 1803, ya formaba parte de las amistades más cercanas de Simón Rodríguez. En 1805 emprendieron un largo viaje hasta Italia, cruzando a pie los Alpes. Fueron a Milán, luego a Verona y Venecia, Padua, Ferrara, Florencia y Perusa. En Milán ambos presenciaron la coronación de Napoleón Bonaparte como rey de Italia. La gira culminó en Roma, donde el 15 de agosto de aquel año de 1815, Bolívar, junto a Rodríguez y el amigo común Fernando Toro, juró dedicarse por completo a la causa de la independencia de Hispanoamérica. Gracias a que el texto quedó grabado en la memoria de Simón Rodríguez pasó a la posteridad de la manera siguiente: “Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español”. En 1806 Simón Rodríguez inicia un largo peregrinar de 17 años en soledad por Europa. Vivió en Italia, Alemania, Prusia, Polonia, Rusia y Londres, donde coincide con Andrés Bello, que también fue alumno suyo. En la capital británica inventó un novedoso sistema de enseñanza destinado al buen aprendizaje y uso de la escritura, de la que era un apasionado al ver en ella grandes capacidades expresivas. De hecho, solía escribir utilizando muchos signos de puntuación, admiración y exclamación, mayúsculas, subrayados, esquemas de fórmulas, símbolos, paréntesis y llaves para transmitir el espíritu y la complejidad de sus pensamientos. En 1823, animado por las esperanzadoras noticias que le llegaban del otro lado del Atlántico, Simón Rodríguez regresó a América, concretamente a Colombia después de un largo exilio en el que había madurado sus ideas sobre la educación y la política, nutriéndose, fundamentalmente, del pensamiento de Montesquieu. Cuando Bolívar se enteró del regreso de

Rodríguez le escribió una carta para invitarlo a encontrarse. En Bogotá, sus primeros pasos conjuntos se encaminaron a instalar una Casa de Industria Pública para habilitar maestros de todos los oficios. Sin embargo, el proyecto no fructificó por la falta de recursos económicos, por lo que Rodríguez seguiría intentándolo hacia el sur del continente. En Lima Simón Rodríguez le presentó a Bolívar sus planes pedagógicos para implantarlos en las escuelas que el conocido como ‘El Libertador’ ya trataba de fundar en toda América y que estarían bajo la dirección del educador. De esta forma, Rodríguez quedó incorporado a su equipo de colaboradores. En abril de 1825 inició, junto con Bolívar, un recorrido por Perú y Bolivia. Simón Rodríguez organizó una casa de estudios; después fundó un colegio para varones en Cuzco y otro para niñas, un hospicio y una casa de refugio para discapacitados. Bolívar nombró a Rodríguez director de Enseñanza Pública, Ciencias Físicas, Matemáticas y Artes, y también director general de Minas, Agricultura y Caminos Públicos de la República Boliviana. El primer día del año 1826 comenzó a funcionar la llamada Escuela Modelo, que en apenas unos meses ya tuvo 200 alumnos. El plan de enseñanza diseñado por Simón Rodríguez era muy original: se agrupaba a los alumnos y se mezclaba la técnica y el espíritu. Los niños, entregados por entero a las tareas de aprendizaje, incluso en los ratos de ocio, eran observados por personal facultativo para identificar las inclinaciones de cada alumno. Pero aquellos métodos no eran comprendidos ni aceptados al ser excesiva la inversión que se necesitaba, por lo que Rodríguez acabó renunciando a su cargo y, muy decepcionado, escribió una carta a Bolívar en la que se quejaba amargamente de la incomprensión que había padecido. Endeudado y arruinado se marcha a Arequipa (Perú) y fundó una fábrica de velas con la que pretendía conseguir vivir, pero el éxito de la empresa fue que los padres empezaron a recurrir a él de forma masiva para que educase a sus hijos. En 1828 publicó su primera obra, titulada ‘Sociedades americanas en 1828; cómo son y cómo deberían ser en los siglos venideros’. Defendía en ella el derecho de cada persona a recibir educación por su importancia para el desarrollo político y social de los nuevos estados americanos. También publicó una obra en defensa de Bolívar, muerto en 1830, titulada ‘El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social’.

De Lima se trasladó en 1834 a Concepción (Chile), invitado por el intendente de la ciudad para llevar a cabo “el mejor plan posible de educación científica” en el Instituto Libertario de Concepción. Allí publicó su libro ‘Luces y virtudes sociales’. Seguidamente editó en la misma ciudad el ‘Informe sobre Concepción después del terremoto de febrero de 1835’. Aquel terremoto acabó con todo, incluyendo la estancia de Simón Rodríguez en esa ciudad. Se marchó a Santiago de Chile y tuvo un reencuentro con Andrés Bello, del cual surgiría el impulso de la universidad fundada por el humanista. También estuvo en Valparaíso, ciudad en la que también se dedicó a la enseñanza, aunque con un método bastante original para la época en la clase de anatomía, ya que se desnudaba y caminaba por el salón para que los alumnos se hicieran una idea del cuerpo humano. Por supuesto, esta didáctica también fracasó y sufrió el rechazo de la sociedad, volviendo a terminar arruinado. Su situación personal y, sobre todo profesional, con los continuos fracasos, le hicieron temer por sus ideas y sus obras, hasta tal punto que en 1842 escribió: “La experiencia y el estudio me suministran luces, pero necesito un candelero donde colocarlas: ese candelero es la imprenta. Ando paseando mis manuscritos como los italianos sus Titirimundis. Soy viejo y, aunque robusto, temo dejar, de un día para otro, un baúl lleno de ideas para pasto de un gacetillero que no las entienda. Si muriera, yo habría perdido un poco de gloria, pero los americanos habrían perdido algo más”. A pesar de ser mayor, su aspecto y su altura daban una imagen muy saludable de él, por lo que siguió dedicando su tiempo a viajar y a enseñar. En Lima reeditó la obra ‘Sociedades americanas’ y de ahí viajó a Ecuador. Fue acogido por un sacerdote, quien se empeñó en que fuera maestro de Agricultura en el Colegio de San Vicente. Sin embargo, Simón Rodríguez terminó siendo profesor de Botánica en el centro escolar. No le bastaba con dictar clases, así que también fundó una fábrica de pólvora y publicó un folleto sobre la ‘Fabricación de pólvora y armas con otras enseñanzas generales’, en cuyo prólogo escribió que “la pólvora es aquí el pretexto para tratar de la educación del pueblo”. Más tarde partió a Quito y fundó otra fábrica de velas, antes de regresar a Colombia y, desde ahí, nuevamente a Quito en el año 1853. En Guayaquil, en un incendio, se perdió gran parte de su obra. A los 82 años ofreció una conferencia que sorprendió por sus experiencias y por sus ideas. Finalmente, en 1853, a pesar de haber manifestado su

intención de volver a Europa con la ilusión de que allí todavía se podía “hacer algo”, se trasladó a la localidad peruana de Amotape, acompañado de su hijo José y Camilo Gómez, compañero de este. Fue este último, quien lo asistió en el momento de su muerte, ocurrida el 28 de febrero de 1854, a los 83 años de edad. Setenta años después de su fallecimiento, los restos de Simón Rodríguez fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima, y desde allí, al cumplirse un siglo de su fallecimiento, devueltos a su Caracas natal, donde reposan en el Panteón Nacional desde el 28 de febrero de 1954. El legado de Simón Rodríguez va mucho allá de formar la personalidad de Simón Bolívar o el pensamiento humanista de Andrés Bello: fue el primero que quiso aplicar en América del Sur los métodos educativos que empezaban a utilizarse a comienzos del siglo XIX en Europa, e intentó imponer en las atrasadas Bolivia y Colombia las novedosas y revolucionarias teorías sobre la educación de la infancia y el acceso al conocimiento de las clases populares.

Conoce el legado de Simón Rodríguez, maestro de América Latina Fue uno de los intelectuales americanos más importantes de su tiempo e impartió ideales de libertad y educación popular. El catedrático, escritor, filósofo y mentor venezolano Simón Rodríguez ha dejado un eterno legado en América Latina de lucha por la educación popular, que sigue vigente tras 165 años de su fallecimiento.

LEA TAMBIÉN: Únete a la campaña global "Tambores de la paz" por Venezuela Rodríguez nació en Caracas el 28 de octubre de 1769, pero algunos historiadores afirman que fue en 1771. Era hijo de Rosalía Rodríguez y de un hombre desconocido, de apellido Carreño. Sin embargo, su procedencia está rodeada de impreciones. Se dice que fue abandonado en las puertas de un monasterio, se crió en la casa de un clérigo de nombre Alejandro Carreño,

quien se presume era su padre. Allí estuvo junto a su hermano Cayetano Carreño, que se convertiría en un famoso músico de la ciudad. Los restos del maestro Simón Rodríguez fueron traslados el 28 de febrero de 1954 al Panteón Nacional de Venezuela, en la capital Caracas, desde el Panteón de los Héroes de Lima, Perú.

Legado social y educativo Fue uno de los intelectuales americanos más importantes de su tiempo, por su profundo conocimiento de la sociedad hispanoamericana, que transmitió a Simón Bolívar al desempeñarse como su maestro y mentor. Por este motivo, popularmente es conocido como “El maestro de El Libertador", pero en realidad impartió por todo el mundo sus ideales de libertad y derecho a la formación de los ciudadanos por medios del sabler. En 2003, el Gobierno venezolano impulsó la misión educativa Robinsón en honor a Simón Rodriguez. Un proyecto que hizo posible que la nación fuera declarada Libre de Analfabetismo por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, Unesco.

Rendimos tributo a la obra y el pensamiento creador del Maestro Simón Rodríguez, en el marco de los 165 años de su siembra eterna. La enseñanza profunda y el espíritu humanista que cultivó, se encuentra presente en los corazones de los pueblos de nuestra América. pic.twitter.com/AkQWXSuZDu — Nicolás Maduro (@NicolasMaduro) 28 de febrero de 2019

Los viajes de Simón Rodríguez En abril de 1801, el maestro viaja a Bayona (Francia), para por París y allí traduce la Atala de Chateubriand. En esa ciudad se encontró con Simón Bolívar en 1804 y desde ese momento se convirtió en una figura decisiva en el camino del futuro Libertador de América. Rodríguez y Bolívar partieron en abril de 1805 a Lyon y Chambery para luego atravesar los Alpes y entrar a Italia. Cuando estuvieron en Milán presenciaron la coronación de Napoleón Bonaparte como rey de Italia. Su peregrinaje por Europa también lo llevó a Alemania, Prusia, Polonia, Rusia e Inglaterra, donde se encontró con Andrés Bello. En 1823 retorna a América. En 1835, tras el terremoto de Concepción, Rodríguez se marchó a Santiago de Chile, donde volvió a reunirse con Andrés Bello. De esta reunión nació el impulso de crear la Universidad de Chile.

Simón Rodríguez, a sus 82 años tenía un aspecto atlético y dictó una conferencia para la historia. El público fue deleitado con sus ideas revolucionarias y sus experiencias. El maestro quiso volver a Europa en 1853 con la ilusión de que allí todavía se podía “hacer algo”. Pero se trasladó a Amotate, ciudad peruana, en la que falleció al año siguiente a los 83 años de edad.

Simón Rodríguez | Biografía y Obras | Resumen Resumen Biografía y Obras de Simón Rodríguez. El educador, escritor, ensayista y filósofo venezolano, Simón Narciso de Jesús Carreño Rodríguez, también conocido en su exilio de la América española como Samuel Robinson, nació en Caracas el 28 de octubre de 1769. Fue bautizado el 14 de noviembre de 1769 como un niño expósito y criado en casa del sacerdote Alejandro Carreño, quien le da su apellido.

Simón Rodríguez, fue el tutor y mentor del Libertador Simón Bolívar y Andrés Bello . Fue conocedor de la sociedad hispanoamericana y escritor de obras de contenido histórico y sociológico. En mayo de 1791, con 21 años de edad, el Cabildo de Caracas le concede un puesto como profesor en la Escuela de Lectura y Escritura para Niños, donde tiene la oportunidad de ser el tutor de Simón Bolívar. En 1794, presenta un escrito crítico titulado, Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras en Caracas y medios de lograr su reforma por un nuevo establecimiento. Su participación en la conspiración de Gual y España en contra de la corona española en 1797, lo obliga a dejar el territorio venezolano. Viaja a Kingston, Jamaica, donde cambia su nombre a Samuel Robinsón y después de varios años en los Estados Unidos, viaja a Francia en 1801. En 1804, se encuentra con el Libertador Simón Bolívar y juntos realizan un largo viaje por Europa.

Simón Rodríguez y Simón Bolívar, son testigos presénciales de la coronación de Napoleón Bonaparte en Milán, como Rey de Italia y de Roma. Simón Rodríguez es testigo del juramento de Simón Bolívar sobre el Monte Sacro. Entre los años de 1806 y 1823, se hospeda en Italia, Alemania, Rusia, Prusia y Holanda. Ya para el año de 1823, regresa a América usando nuevamente el nombre de Simón Rodríguez. En 1824 en Colombia, establece la primera escuela taller. Atendiendo el llamado de Simón Bolívar desde el Perú, es nombrado Director de la Educación Pública, Ciencias, Artes Físicas y Matemáticas, y Director de Minas, Agricultura y Vías Públicas de Bolivia. En el año 1826, establece una segunda escuela taller en Bolivia, pero el Mariscal Antonio José de Sucre, quien era presidente de Bolivia, no tenía buenas relaciones con él, por lo que Simón Rodríguez renuncia el mismo año, dedicándose el resto de su vida como educador y escritor, viviendo entre Perú, Chile y Ecuador. Simón Rodríguez era muy perseguido por su originalidad y su lucha contra las oligarquías locales, a las que le decía, tanto que admiran a los europeos, por qué no copian su lado más valioso, su creatividad. En su trabajo titulado Sociedades Americanas, dividido en varias ediciones publicadas en Arequipa (1828), Concepción (1834), Valparaíso (1838) y Lima (1842), insiste en la necesidad de buscar soluciones propias para los problemas de Hispanoamérica, idea que sintetiza en su frase. "La América española es original, originales han de ser sus instituciones y su gobierno, y originales sus medios de fundar uno y

otro.

O

inventamos,

o

erramos".

Simón Rodríguez murió en Amotape, Perú, el 28 de febrero de 1854. En 1954, sus restos mortales son trasladados desde el Panteón de Perú al Panteón Nacional de Caracas.

Obras de Simón Rodríguez



Representación al Ayuntamiento (Caracas, 1793).



Reflexiones sobre los defectos que vician la escuela de primeras letras en Caracas y medio de lograr su reforma por un nuevo establecimiento (Caracas, 1794).



Sociedades americanas en 1828, cómo serán y cómo podrían ser en los siglos venideros (Arequipa, 1828).



El Libertador del Mediodía de América y sus compañeros de armas, defendidos por un amigo de la causa social ...


Similar Free PDFs