Stanley Milgram El Dilema de la Obediencia PDF

Title Stanley Milgram El Dilema de la Obediencia
Course Psicología Social
Institution Universidad de Belgrano
Pages 14
File Size 268.7 KB
File Type PDF
Total Downloads 39
Total Views 138

Summary

Resumen completo de la investigación experimental de Stanley Milgram sobre la Influencia Social...


Description

Psicología Social Obediencia a la autoridad

El Experimento de Stanley Milgram Biografía del autor: Stanley Milgram nació en Nueva York, 15 de agosto de 1933 y falleció en esa misma ciudad, el 20 de diciembre de 1984 de un ataque al corazón a la edad de 51 años). Fue un psicólogo graduado de la Universidad de Yale que condujo dos muy famosos experimentos: El del Mundo Pequeño (la fuente del concepto de los seis grados de separación) y el Experimento sobre la obediencia a la autoridad.

Aunque se lo considera uno de los más importantes psicólogos del siglo XX, Milgram nunca estudió psicología durante sus estudios de ciencias políticas en Queens College, Nueva York, donde se graduó en 1954. Se presentó a un postgrado en psicología social en la Universidad de Harvard y fue rechazado inicialmente a causa de falta de estudios de psicología. Fue aceptado en 1954 después de tomar seis cursos de psicología y se graduó en 1960. El Holocausto y la figura de Adolf Eichmann: Los experimentos comenzaron en julio de 1961, tres meses después de que Adolf Eichmann fuera juzgado y sentenciado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad durante el régimen nazi en Alemania. A. Eichmann nació en 1906; Con un interés y fervor frenéticos a la doctrina de Hitler, a los 28 años se enroló en las SS. Fue el encargado de la organización de la logística de transportes del Holocausto. Hombre tenaz en el cumplimiento del deber, era una persona muy dada a cumplir las estadísticas que se le exigían, y los judíos eran para él "estadísticas". Era el artífice de la creación de los Judenräte, o consejos judíos, que colaboraban en las deportaciones facilitando la identificación de los habitantes de los ghettos. Esto se hacía confeccionando la lista de personas a deportar, inventariando sus bienes, etc. Adolf Eichmann es localizado por agentes del Mossad con un nombre falso, Ricardo Klement a finales de los años 50, en el partido de San Fernando en la Zona Norte del Gran Buenos Aires, y se prepara un plan para

capturarlo y llevarlo a Israel. El 11 de mayo de 1960, lo esperan en una calle y finge que el automóvil se ha descompuesto, cuando llega el ómnibus de la Línea 203, Eichmann, no sospecha al ver el vehículo en averiado y uno de los agentes se acerca y le dice en la única frase en español que sabía -"Un momento Señor, ¿puedo preguntarle algo?," y lo secuestran en plena calle siendo subido al automóvil en marcha. Obligan a Eichmann a firmar una carta que decía: Yo, Adolf Eichmann, por medio de esta carta declaro que voy a Israel por mi propia voluntad a limpiar mi conciencia. Eichmann alegó en su defensa que las acciones que cometió eran bajo la obediencia debida a sus superiores y que estos se aprovecharon de esta característica. El jurado lo encuentra culpable de genocidio.

El juicio que finalizó el 15 de diciembre de 1961 lo condena a morir desnudo en la horca por crímenes contra la Humanidad. La sentencia se cumple la madrugada del 31 de mayo de 1962 en la prisión de Ramla. Sus últimas palabras fueron: "Larga vida a Alemania. Larga vida a Austria. Larga vida a Argentina. Estos son los países con los que más me identifico y nunca los voy a olvidar. Tuve que obedecer las reglas de la guerra y las de mi bandera. Estoy listo." Sus restos fueron incinerados y las cenizas fueron dispersadas en el mar Mediterráneo; se pretendía evitar que su tumba se convirtiera en sitio de veneración por neonazis. En este juicio Eichmann dejó algunos testimonios del por qué de su participación en el Holocausto: "No perseguí a los judíos con avidez ni con placer. Fue el gobierno quien lo hizo. La persecución, por otra parte, sólo podía decidirla un gobierno, pero en ningún caso yo. Acuso a los gobernantes de haber abusado de mi obediencia. En aquella época era exigida la obediencia, tal como lo fue más tarde de los subalternos."

LOS INICIOS DEL EXPERIMENTO Milgram ideó estos experimentos para responder a la pregunta: ¿Podría ser que Eichmann y su millón de cómplices en el Holocausto sólo estuvieran siguiendo órdenes? ¿Podríamos llamarlos a todos cómplices? Y ¿hasta dónde va a someterse el participante a las instrucciones del experimentador antes de negarse a llevar a cabo las acciones que de él se exigen? ¿Cómo se conduce un hombre cuando le dice una autoridad legítima que actúe contra una tercera persona? Ejemplos más

actuales que podrían levantar estas mismas preguntas refieren a las torturas de la prisión de Abu Ghraib o al genocidio perpetrado por la dictadura en nuestro país, que incluyó desapariciones, tortura y robo sistemático de bebés, por ejemplo.

El término Obedecer, del latín “Oboedio”, significa “Cumplir la voluntad de quien manda”, “someterse a”.

A ello le agregamos que “quien manda” debe ser

legitimado en esa posición, por lo que Milgram confiaba en la figura del experimentador enmarcado en la prestigiosa Universidad de Yale para lograr tal efecto.

La obediencia dentro del vocabulario específico de la psicología social es el mecanismo psicológico que hace de eslabón entre la acción del individuo y el fin político. Es la argamasa que vincula los hombres a los sistemas de autoridad. Para no pocas personas la obediencia puede ser una tendencia de comportamiento profundamente enraizada, más aún, un impulso poderosísimo que pasa por encima de la educación ética, de la simpatía y de la conducta moral. En nuestras sociedades actuales, se nos pide, desde chicos, la obediencia a nuestros padres, a nuestros maestros, a nuestros maridos…etc.

Milgram resumiría el experimento en su artículo "Los peligros de la obediencia" en 1974 escribiendo:

“Los aspectos legales y filosóficos de la obediencia son de enorme importancia, pero dicen muy poco sobre cómo la mayoría de la gente se comporta en situaciones concretas. Monté un simple experimento en la Universidad de Yale para probar cuánto dolor infligiría un ciudadano corriente a otra persona simplemente porque se lo pedían para un experimento científico. La extrema buena voluntad de los adultos de aceptar casi cualquier requerimiento ordenado por la autoridad constituye el principal descubrimiento del estudio”.

El experimento de Milgram se compuso de una serie de experimentos de psicología social descrita bajo el título Estudio del comportamiento de la obediencia y resumida en 1974 en su libro “Obediencia a la autoridad”. Un punto de vista experimental”. El fin de la prueba era medir la disposición de un participante para obedecer las órdenes

de una autoridad aun cuando éstas pudieran entrar en conflicto con su conciencia personal.

Otras citas: "Sólo en la acción uno puede realmente ver las fuerzas operando en el comportamiento social; ésta es la razón por la cual soy un experimentalista” (1974).

“Una proporción sustancial de personas hacen lo que les dicen, más allá del contenido del acto y sin limitaciones de la conciencia, siempre y cuando perciban que la orden proviene de una autoridad legítima." (1965).

"La psicología social de este siglo (XX) revela una lección fundamental: casi siempre lo que determina el modo en el que un sujeto actúe se relaciona con el tipo de situación en la que se encuentre, más que el tipo de persona que éste sea." (1974). El experimento: A fin de reclutar sujetos, pusimos un anuncio en los periódicos locales. Se invitaba en el mismo

a

personas

de

toda

clase

de

ocupaciones a que tomaran parte en un estudio de memoria y aprendizaje, y se les ofrecía un pago de 4 dólares y de 50 centavos para gastos de viaje, por una hora de trabajo. Respondieron un total de 296. Habida cuenta de que no era un número suficiente para el experimento, acudimos a cartas directamente dirigidas a posibles interesados, para de esta manera llegar al número que nos interesaba. El resultado fue un grupo de sujetos típicos empleados de correo, oficinistas, catedráticos de Instituto, hombres de negocios, técnicos y obreros. Desde personas que no habían terminado sus estudios secundarios hasta profesionales.

Las instrucciones dadas eran las siguientes: Los psicólogos han desarrollado diversas teorías para explicar cómo la gente aprende diversos tipos de material. Se da una teoría según la cual la agente aprende las cosas correctamente, siempre que se la castigue cuando se comete una falta, voy a pedir a uno de ustedes que desempeñe el papel de enseñante y otro que haga el de aprendiz (para ello se colocan dos tiras de papel con las palabras aprendiz y enseñante en una bolsa, y el sujeto saca primero siempre una de las tiras de papel). A continuación, se llevaba al aprendiz (que siempre era el sujeto cómplice, ya que las dos tiras de papel decían lo mismo) a una habitación contigua donde se lo sujetaba con correas a una silla. El experimentador explicaba que las correas tenían como finalidad el impedir los movimientos bruscos producidos por las descargas eléctricas. Con ello se conseguía hacerle imposible huir de la situación. A fin de hacer aún más fuerte la credibilidad, el experimentador declaraba que las descargas podían ser muy dolorosas pero que no dañaban daños permanentes en los tejidos.

El centro real del experimento lo constituye el enseñante; se le lleva a una habitación central experimental y se le hace sentarse ante un impresionante generador de descargas, que tiene una línea horizontal con conmutadores de 15 a 450 voltios, con incrementos de cada 15 voltios cada vez. Cuando el hombre de la habitación contigua da una respuesta errónea, el enseñante debe proporcionarle una descarga eléctrica. Se escogió para nuestro estudio el proporcionar una descarga eléctrica; en primer lugar, porque era fácil para el sujeto comprender la noción de que las descargas iban a ser graduadas en su intensidad.

En segundo lugar, porque su uso caía bien dentro del ambiente general científico del laboratorio. Y finalmente, porque era relativamente fácil simular la administración de descargas dentro del mismo. Antes de que comenzara su actuación como enseñante, se le daba a cada sujeto una muestra de descarga del generador de descargas, de 45 voltios. La descarga de daba en la muñeca del sujeto y la sacudida le reafirmaba al sujeto en su creencia en la autenticidad del generador. Ha de comenzar con un nivel de descarga muy bajo (15 voltios) e ir aumentando el nivel cada vez que aquella persona cometa un error.

El enseñante es un sujeto de experimentación; el sujeto de aprendizaje, la víctima, es un actor que de hecho no recibe descarga alguna. Lo importante del experimento consiste en saber hasta qué punto va a seguir una persona en una situación concreta y medible, en la que se ordena que inflija un dolor creciente a una víctima que se queja de ello. ¿En qué punto rehusará el sujeto obedecer al experimentador? El conflicto brota cuando la persona que recibe la descarga comienza a manifestar que siente un cierto malestar. Para el sujeto, por una parte, el dolor manifiesto del aprendiz le compele a abandonar el ejercicio; por otra, el experimentador, autoridad legítima respecto a la cual se siente cierto compromiso, le mueve a proseguir con el experimento. Cada vez que el sujeto duda en administrar la descarga, el experimentador le ordena que prosiga. Para desembarazarse de esta situación, se ve precisado el sujeto a hacer una clara ruptura con la autoridad. La finalidad de esta investigación consistía en hallar cuándo y cómo iban a desafiar a la autoridad las personas frente a un claro imperativo moral. Se indicaba al sujeto que administrara una descarga al aprendiz siempre que diera éste una respuesta falsa. Se enseñaba al sujeto que “moviera un nivel más alto en el generador de descargas, cada vez que el aprendiz diera una respuesta falsa”. Antes de administrar la descarga, debía anunciar el nivel del voltaje. Si el sujeto llegaba al nivel 30 de descarga (450 voltios) se le decía que prosiguiera el procedimiento empleando este voltaje máximo. Tras de dos intentos posteriores, el experimentador pedía que se interrumpiera el experimento. Feedback del experimentador En diversos momentos del experimento, el sujeto volvería donde el experimentador para preguntarle si debía continuar administrando descargas. El experimentador daría una seria de respuestas tales como: 1- Por favor, prosiga. 2- El experimento exige que Ud. Prosiga. 3- Es absolutamente esencial que Ud. Continúe. 4- No hay más remedio: Ud. Tiene que seguir.

Estas respuestas eran dadas en serie, de manera progresiva; únicamente si la 1 había dejado de tener éxito, se podía acudir a la 2; si le sujeto se negaba a continuar

después de la respuesta 4, el experimento era suspendido. El tono de voz era firme, más jamás descortés. Respuestas especiales Si el sujeto preguntaba si el aprendiz corría peligro de sufrir daño físico permanente, el experimentador decía que no ocurría daño permanente en los tejidos; si e sujeto decía que el aprendiz no quería seguir, el experimentador decía que de todas maneras había que continuar con el experimento hasta que aprenda todas las palabras. FEEDBACK DE LA VÍCTIMA En los estudios-guía no se echaba mano en un principio de un feedback vocal de la víctima. Se opinaba que los rótulos verbales y de voltaje sobre el tablero de cuadros de control crearían la necesaria presión para reducir la obediencia del sujeto; no obstante, no resultó así. Ante esta ausencia de protestas por parte del aprendiz, todos los sujetos se dirigían alegremente hasta el final de la tabla aparentemente sin que les preocuparan los rótulos verbales. Era preciso introducir una fuerza que diera mayor vigor a la resistencia del sujeto a las indicaciones del experimentador. Esta fuerza revistió la forma de protestas por parte de la víctima; de todas maneras, incluso las protestas más fuertes por parte de la víctima no impedían que no pocos sujetos siguieran administrando el castigo más severo que les había ordenado el experimentador. Mas las protestas rebajaron de alguna manera el significado de las descargas superiores y crearon cierta mayor variación en la actuación del sujeto.

Al pasar los 150 voltios el aprendiz gritaba que lo sacaran de ahí, que lo liberaran; al llegar a este punto era normal que los sujetos se volvieran al experimentador en búsqueda de guía, y éste indicaba que el experimento debía continuar. El 65% de personas que participaron del experimento llegaron a administrar el máximo voltaje (450 voltios). A todos los sujetos de experimentación se les administraba un cuidadoso tratamiento pos experimental. Al final de todo se le comunicaba a cada sujeto que la víctima no había sufrido descargas eléctricas peligrosas de ningún género. Cada sujeto tenía una amistosa reconciliación con la víctima sana y salva y una prolongada conversación con el experimentador. A los sujetos obedientes se les aseguraba que su comportamiento era totalmente normal, y que otros participantes

tenían sus mismos sentimientos de conflicto o tensión. Todos los sujetos recibían un cuestionario referente a su ulterior participación en al investigación con lo que se hacía posible que expresaran sus pensamientos y sentimientos acerca de su comportamiento. La persona normal que hacía llegar una descarga sobre la víctima, lo hacía por un sentido de obligación – por una concepción de sus deberes como sujeto de experimentación – y no por tendencia peculiarmente agresiva alguna. Las personas más corrientes pueden convertirse en agentes de un proceso terriblemente destructivo. Son relativamente pocas las personas que cuentan con recursos suficientes para oponerse a la autoridad. En ese momento entran en acción toda una serie de inhibiciones contra la desobediencia a la autoridad, y hacen que la persona permanezca en su puesto.

¿Qué es, pues, lo que mantiene a una persona sometida al experimentador? En primer lugar, se da una serie de “factores obligantes” que atraen al sujeto a una situación concreta. Incluyen factores tales como el de cortesía por su parte y lo poco dedicado de un retirarse del experimento. En segundo lugar, se dan en el pensamiento del sujeto un cierto número de adaptaciones que van minando su decisión de romper con la autoridad. Estas adaptaciones ayudan al sujeto a mantener su región con el experimentador, al mismo tiempo que reducen la tensión que es provocada por el conflicto experimental.

Otro de estos mecanismos lo constituye la tendencia del individuo a verse tan absorbido por los aspectos estrechamente técnicos de su tarea, que pierde la visión de las más amplias consecuencias de la misma. Los sujetos se ven inmersos en los procedimientos, leyendo con la más exquisita de las pronunciaciones las palabras correctas y apretando los conmutadores con e mayor de los cuidados. Quieren llevar a cabo una ejecución perfecta, y esto se ve acompañado de un estrechamiento de su preocupación moral. La adaptación del pensamiento más corriente en el sujeto obediente es, por lo que a él se refiere, el considerarse como no responsable de sus acciones . Se libera de toda responsabilidad atribuyendo toda iniciativa a una autoridad legítima. No se tiene a sí misma como una persona que actúa de una manera totalmente

responsable, sino como un agente de la autoridad externa. Incapaz de desafiar la autoridad del experimentador, le atribuyen a él toda la responsabilidad.

Otra de las operaciones psicológicas que actúan en esta situación puede ser designada como “anti-antropomorfismo”; la tendencia primitiva que se da en los hombres de atribuir a objetos o fuerza inanimadas las cualidades de la especie humana. Una tendencia diametralmente opuesta a la misma es la de atribuir una cualidad impersonal a fuerzas que son, esencialmente humanas. Se niega el elemento humano que pueda hallarse tras de determinadas instituciones y actuaciones. Ninguna acción posee por sí misma una calidad psicológica inmutable. Su significado puede ser alterado colocándolo en contextos diferentes. La mayor parte de los sujetos de nuestro experimento contemplan su comportamiento dentro de un amplio contexto que es benéfico y útil a la sociedad, la consecuencia de una verdad científica. El laboratorio psicológico tiene una gran pretensión de legitimidad y hace brotar seguridad y confianza en quienes vienen para llevar a cabo un experimento dentro del mismo. Ahora bien, el permitir que una acción se vea dominada por su contexto, sin tener en cuenta sus consecuencias humanas, puede ser algo peligroso en extremo.

Lo primero que se preguntó el desconcertado equipo de Milgram fue cómo era posible que se hubiesen obtenido estos resultados. A primera vista, la conducta de los participantes no revelaba tal grado de sadismo, ya que se mostraban preocupados por su propia conducta. Todos se mostraban nerviosos y preocupados por el cariz que estaba tomando la situación y, al enterarse de que en realidad la cobaya humana no era más que un actor y que no le habían hecho daño, suspiraban aliviados. Por otro lado eran plenamente conscientes del dolor que habían estado infligiendo, pues al preguntarles por cuánto sufrimiento había experimentado el alumno la media fue de 13 en una escala de 14. La sumisión a la autoridad constituye una condición poderosa, prepotente, en el hombre; ¿Cuál es la razón de este hecho? El valor de supervivencia en la jerarquía. Los hombres no son seres solitarios sino que funcionan dentro de estructuras jerárquicas. La formación de agrupaciones jerárquicamente organizadas otorga una ventaja enorme a los que se hallan así organizados en la resolución de los peligros

que amenazan a su entorno físico, y de la posible ruptura proveniente del grupo mismo. El comportamiento, lo mismo que las demás características del hombre, ha ido siendo modelado a través de sucesivas generaciones por las exigencias de la supervivencia. Los comportamientos que no acrecentaban las posibilidades de supervivencia, eran alejadas del organismo, toda vez que conducían a la eventual desaparición de los grupos que desplegaban dicho comportamiento. La armonía interna queda asegurada cuando todos los miembros aceptan el es...


Similar Free PDFs