Teologia natural - Resumen Ética y sus Fundamentos PDF

Title Teologia natural - Resumen Ética y sus Fundamentos
Author Facundo Angel Ziverra
Course Ética y sus Fundamentos
Institution Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires
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2da parte de "etica y sus fundamentos"....


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TEOLOGIA FILOSOFICA ! TEOLOGIA NATURAL! o TEODICEA Significado etmológico de teología: Del griego Theos (Dios) y logos (palabra, discurso, razón). Significa “palabra o discurso de Dios”, sin especificar si se trata del conocimiento que Dios tiene de sí mismo (ciencia divina) o el conocimiento humano que versa sobre Dios (ciencia humana de Dios).

Teología natural y sobrenatural: Hay una Teología que es parte de la filosofía, y hay una Teología que está por encima de toda humana filosofía, y que suele llamarse Sobrenatural o Sagrada. La teología natural o filosófica es la ciencia que estudia a Dios como Ser Absoluto y Causa Primera de los entes en cuanto es accesible a la razón natural. Se distingue de la teología sobrenatural, que parte de la revelación divina sobrenatural y supone la fe. El camino ascendente de la teología natural La teología natural es un camino ascendente: a partir de las criaturas la razón humana puede llegar al conocimiento de la existencia de Dios, de algunos de sus atributos y algunas de sus relaciones con el mundo y el hombre. La teología sobrenatural o ciencia sagrada es un camino descendente: su objeto es Dios bajo la razón de deidad, es decir, “secundum quod in se est” (lo que es Dios en su esencia), y las criaturas en cuanto dicen orden a Dios como a su principio o a su fin.

Temas de la teología natural: •

Existencia de Dios.



Naturaleza de Dios.



Relación de Dios y las criaturas.

Existencia de Dios: Posturas acerca de la existencia de Dios y su conocimiento: 1. Teismo 2. Ateísmo: • Teórico • Práctico

3. Agnosticismo. 4. Fideismo 5. Ontologismo Ateísmo: negación de la existencia de Dios: Ateísmo Teórico: consiste en negar la existencia de Dios como conclusión equivocada de un proceso racional. Esta postura no puede ser originaria ya que supone una elaboración o proceso intelectual y establece una relación de subordinación y dependencia respecto de aquello que niega. Ateísmo práctico: es aquel que sin elaboraciones teóricas previas se comporta como si Dios no existiera. Agnosticismo: El "agnosticismo“ es la postura que niega la posibilidad de demostrar la existencia o inexistencia de Dios. Immanuel Kant (1724-1804) afirmaba que el principio de causalidad es una categoría de la razón que está destinada a unificar la experiencia posible y no puede ser aplicada legítimamente fuera de esta experiencia. Por lo tanto este principio no nos permitiría llegar a Dios. Otro representante importante es el positivismo que profesa un cientificismo que niega a la razón humana toda capacidad metafísica. Fideismo: Se oponen a la posibilidad de demostrar la existencia de Dios mediante nuestra razón. Por diversas razones sostienen que sólo podemos conocer a Dios por la fe: “Lo que pensemos respecto a Él es un desvarío, y cuanto digamos de Él una insignificancia. Que esta sentencia que en modo alguno puede quebrantarse permanezca en nosotros firme y cierta: ya que el entendimiento humano es tan completamente ajeno a la justicia de Dios, que nada puede imaginar, concebir, ni comprender, salvo la maldad, la iniquidad y la corrupción” (Calvino, Institutio religionis christianae). Ontologismo: El ontologismo afirma que la existencia de Dios es evidente y que no necesita ser demostrada. Según Malebranche (1638-1715), la inteligencia del hombre ve a Dios mismo y ve en Él todas las ideas de las cosas finitas que conoce. Dios es lo primero conocido (es la intuición a-priori de nuestro conocimiento) y fuente de todos los demás conocimientos (vemos todas las cosas en Dios). “Todas nuestras ideas claras están en Dios en cuanto a su realidad inteligible. No es sino en El donde nosotros las vemos… Si nuestras ideas son eternas, inmutables, necesarias, se comprenderá que no pueden encontrarse más que en una naturaleza inmutable” ( Entretetiens sur la Métaphysique, I, 10)

No es evidente que Dios exista: Pero, ¿no es evidente que Dios existe –se pregunta Tomás– tanto para la naturaleza de la mente como para nuestro deseo de felicidad? En efecto, se encuentra en nosotros el anhelo de felicidad; ahora bien, lo naturalmente deseado es naturalmente conocido.

Sí, «pero eso no es conocer simplemente a Dios –se contesta–; igual que conocer que viene alguien no es conocer a Pedro, aunque efectivamente sea Pedro quien viene». Se explica así que algunos puedan poner su máxima aspiración en las riquezas, los placeres, etc., y no en Dios. La evidencia de Dios sólo es clara para Dios. Eso no obstante, de manera confusa, tenemos idea de él y la capacidad para descubrirlo en las criaturas.

Necesidad de demostrar la existencia de Dios: «Hay que decir que la evidencia de algo puede ser de dos modos: de una manera, en sí mismo, pero no para nosotros; de otra manera, en sí mismo y también para nosotros. En efecto, una proposición es evidente por sí por el hecho de que el predicado está incluido en el concepto del sujeto, como: “el hombre es un animal”, ya que “animal” pertenece al concepto del hombre. Por tanto, si del predicado y del sujeto todos conocen lo que son, aquella proposición será evidente por sí para todos, (...). Pero si por parte de algunos no es conocido lo que son el predicado y el sujeto, tal posición será, ciertamente, por lo que respecta a ella misma, evidente por sí; pero no para aquellos que ignoren el predicado y el sujeto de la proposición. (...) «Por tanto, digo que esta proposición “Dios existe”, en cuanto a lo que es en sí misma, es evidente por sí, ya que el predicado es idéntico al sujeto. Dios, en efecto, es su ser, como se verá más adelante. Pero como nosotros no conocemos qué es Dios, no es evidente por sí para nosotros, sino que necesita ser demostrada mediante aquellas cosas que son más conocidas para nosotros y menos conocidas en cuanto a su naturaleza, es decir, mediante los efectos» (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, I, q. 2, a. 1, c.)

Distintos tipos de argumentaciones: –Las pruebas a priori, válidas en lógica y en matemáticas, no lo suelen ser en metafísica; suponen que la causa es conocida con prioridad al efecto. De ahí el rechazo de Sto. Tomás al «argumento ontológico» o argumento de Anselmo. –La pruebas a posteriori, del efecto a la causa, gozan del rigor del principio de causalidad. Se subdividen en metafísicas y morales: Las pruebas “metafísicas” de Sto. Tomás que parten del ser cósmico, del mundo. Las pruebas “morales” parten de una disposición humana. No tienen el rigor metafísico, es decir, engendran certeza moral, no certeza metafísica; sin embargo determinan una convicción y proporcionan certeza subjetiva.

El argumento ontológico: Es el caso más notorio de prueba a priori; deduce la existencia de Dios a partir de la idea que el hombre tiene de Él. Pretende deducir a partir del análisis de la esencia divina la existencia de Dios como un predicable necesario de dicha esencia. De la idea de Dios se deduce su existencia. Formulado por san Anselmo de Canterbury (1033-1109) en su libro Proslogion, ha tenido muchos partidarios, entre ellos San Buenaventura, Escoto, Descartes, Leibniz y Hegel. Entre sus críticos podemos mencionar a Tomás de Aquino y Kant. El argumento anselmiano se conoce con el nombre de ontológico desde Kant: en la “Crítica de la Razón Pura” expone que es ontológica toda aquella prueba que prescinde de toda experiencia e infiere, completamente a priori, partiendo de simples conceptos, la existencia de Dios.

Esquema de la formulación de San Anselmo: 1. Todos los hombres tienen la idea de Dios, aún el ateo. 2. Todo el mundo concibe a Dios como el ser mayor que el cual nada puede ser concebido (es decir como el ser perfectísimo), aún el ateo ya que precisamente niega la existencia de un tal ser perfecto. 3. Existir en el pensamiento y en la realidad es más perfecto que existir sólo en el pensamiento. 4. Luego; la sola existencia de la idea de Dios en nuestra mente lleva consigo admitir su existencia real.

“El insensato tiene que conceder que tiene en el entendimiento algo por encima de lo cual no se puede pensar nada mayor, porque cuando oye esto, lo entiende, y todo lo que se entiende existe en el entendimiento; y ciertamente aquello mayor que lo cual nada puede ser pensado, no puede existir solo en el entendimiento. Pues si existe, aunque sea sólo en el entendimiento, puede pensarse que exista también en la realidad, lo que es mayor. Por consiguiente, si aquello mayor que lo cual nada puede pensarse existiese sólo en el entendimiento, se podría pensar algo mayor que aquello que es tal que no puede pensarse nada mayor. Luego existe sin duda, en el entendimiento y en la realidad, algo mayor que lo cual nada puede ser pensado” (Proslogion, cap. 2 ) Críticas al argumento ontológico: El argumento de Anselmo fue criticado por el monje Gaunilón y Tomás de Aquino, porque comete un tránsito indebido del ser pensado al ser real. Kant lo critica porque «la existencia no es un predicado de la esencia». Anselmo había respondido a Gaunilón que, si bien la existencia no se puede deducir de la esencia de un ser pensado, en general, en el caso de Dios, dado que su esencia es existir (Ser por esencia), la deducción sería correcta. Tomás de Aquino respondió que la identidad de esencia y existencia, que es Dios mismo, es evidente para Él, no para nosotros. La existencia proporcionada a la mente humana es finita. Es preciso partir de la existencia de los entes finitos, para demostrar que existe el Ser infinito. De manera que el argumento debe ser a posteriori, esto es, de las criaturas al creador, no a la inversa.

Posibilidad de demostrar la existencia de Dios: El conocimiento que puede obtener la razón acerca de cualquier cosa susceptible de ser conocida debe pasar necesariamente por la sensibilidad, por lo que la única forma de poder demostrar la existencia de Dios ha de partir de los datos que podemos captar por medio de los sentidos, es decir, ha de ser "a posteriori". «Cuando un efecto nos es más manifiesto que su causa, procedemos al conocimiento de la causa a través del efecto. Ahora bien, a partir de cualquier efecto se puede demostrar que existe su causa si efectivamente los efectos de esta causa son más conocidos para nosotros; porque, al depender los efectos de la causa, dado el efecto, es necesario que la causa preexista. De manera que la existencia de Dios, en cuanto no es evidente por sí misma para nosotros, es demostrable a través de los efectos conocidos por nosotros» (Summa Theol., I, q. 2. A. 2, c.) Estructura de las vías tomistas:



Punto de partida: un hecho de observación formulado en términos metafísicos (por ejemplo, el cambio: acto del ente en potencia en tanto que está en potencia, etc.)



Principio de causalidad trascendental o del ser (esse) no del hacerse (fieri). La causa del ser es actual, simultánea con el efecto (como el sol y la luz del día). Se aplica el principio de causalidad porque el punto de partida ha mostrado una señal de dependencia en el ser (por ejemplo, todo lo que se mueve potencia- es movido por otro –en acto-).



Imposibilidad de proceso al infinito en la serie de las causas actual y esencialmente subordinadas: una serie de causas infinita solo puede darse en una serie de causas que se subordinan accidentalmente, esto es, la causa influye en el hacerse, pero no en el ser actual del efecto, como el padre es causa del hijo, el constructor de la casa, etc. Pero los efectos analizados son “ahora”, su causa del ser debe ser “actual”, su dependencia esencial. Es decir, si no hay una primera causa, tampoco podrá haber una intermedia ni una última.



Conclusión: Este Primero es aquel al que todos llaman “Dios”

Resumen argumental de las vías: 1. Vía del movimiento o cambio: que consta por los sentidos. El movimiento es la actualización de un ser en potencia. Pero lo que se mueve (móvil) exige otro ser en acto, el motor o moviente, porque nada puede ser en potencia y en acto a la vez, bajo el mismo punto de vista; y no cabe una cadena infinita de movidos-movientes. Luego hay un Primero que mueve sin ser movido por otro. El Dios de la primera vía es el el Primer motor inmóvil (acto puro). 2. Vía de la causalidad: es un hecho que las cosas de las que tenemos experiencia causan y son causadas. Pero nada puede ser causa de sí mismo (porque debería ser y no ser al mismo tiempo). Debe existir una primera causa, no causada. El Dios de la segunda vía es el Ser Incausado. 3. Vía del ser contingente: parte de la observación de que todo lo que comienza acaba; estos seres pueden no ser (contingencia). Mas no todos son contingentes, tiene que haber uno necesario, de lo contrario alguna vez nada existió y hoy nada debería existir (porque lo que llega a ser tiene que tener una causa y para causar, primero hay que ser). Pero como hoy vemos que existen muchas cosas debemos concluir que no todo lo que existe es contingente. Debe existir un ser necesario que no puede no existir: su esencia es ser. El Dios de la tercera vía es el Ser necesario (Necesse esse), y el argumento proviene del filósofo musulmán Avicena. 4. Vía de la participación: de inspiración platónica. Parte de las llamadas perfecciones absolutas, que se dan en grados de menor o mayor intensidad en la cosas. Las cosas «tienen» un grado de perfección limitado en el ser, la bondad, etc., pero lo que es más o menos perfecto depende de un máximo. Dios es el ser perfecto en máximo grado; por tanto es Aquel cuya esencia es ser; el Dios de la cuarta vía es el Ser por esencia. 5. Vía del orden del Universo: parte del hecho observado del orden dinámico existente en el cosmos. Hay cosas carentes de conocimiento que obran en orden a un fin, porque “siempre, o casi siempre, obran de la misma manera, para conseguir lo óptimo. De manera que es manifiesto que no por azar, sino por una intención llegan al fin”. Deben estar dirigidas a él por un cognoscente, como la flecha es dirigida al blanco por el arquero. Concluye que es Dios quien gobierna el Universo ordenando a todos los seres a su fin. La creación, participación del ser:

En cada una de las cinco vías advertimos que las cosas son por participación, de donde inferimos que son causadas, esto es, creadas. Ser por participación es lo mismo que tener el ser recibido. La creación es, así, el punto de llegada del pensamiento metafísico; y la tesis filosófica más importante. Santo Tomás no dice que las cosas son por participación porque son creadas. Al contrario: sabemos que son creadas –dice Tomás– porque su ser no es idéntico a su esencia, sino una perfección limitadamente poseída en esa esencia (su ser es participado). Entender al ser creado como una participación del ser increado, o ser por esencia, es el platonismo de San Agustín, que Tomás de Aquino hace suyo.

Pruebas morales Kant llama "pruebas ético-teológicas" a las pruebas de la existencia de Dios fundadas en el orden moral. Después muchos filósofos han pasado a conceder más importancia a esta clase de argumentos que a las pruebas cosmológicas. Se denominan “morales” por el tipo de certeza que engendran. La certeza metafísica y la física, se fundan en la necesidad metafísica (su contrario no es posible en absoluto) o en la física (cuyo contrario no es posible naturalmente); la certeza moral se funda en la necesidad moral (cuyo contrario es posible, aunque raro e inhabitual). Consideradas pruebas imperfectas, desde el punto de vista metafísico; demuestran que la existencia de Dios es probable, o lo más probable. El punto de partida y el “medio” de este tipo de pruebas es la conciencia; la experiencia interna es el testimonio.

Argumentos morales: •

Argumento de las “verdades eternas”. La verdad es eterna, ¿en qué se funda esa eternidad? Si el mundo es mudable, y yo soy también mudable; la verdad sólo se puede fundar en el Ser inmutable, que trasciende al universo, y puedo conocerlo. Este ser es Dios. Prueba característica de San Agustín.



Prueba por la conciencia de la ley moral. El orden moral no es inventado. El hombre se siente obligado de una manera absoluta a hacer el bien y evitar el mal. Esta tendencia no proviene de la libertad sino de una necesidad natural. Ahora bien, dicha necesidad natural proviene del Creador de nuestra naturaleza.



Prueba por el deseo natural de felicidad. El deseo natural no puede ser vano, si el hombre anhela un bien infinito, éste bien infinito debe existir.



Prueba por la remuneración. La virtud merece la felicidad; pero en este mundo frecuentemente triunfa el injusto. No podemos aceptar que nuestro destino esté finalmente entregado a las contingencias naturales o a una voluntad exterior arbitraria. La existencia de Dios es la única garantía posible de la sanción moral justa.



Prueba por el consentimiento universal. Argumento histórico. El hombre de todas las épocas y civilizaciones reconoce a la divinidad y le rinde culto.



El «argumento de la apuesta», de Blas Pascal

Pascal se dirige al hombre mundano para hacerle ver la «miseria del hombre sin Dios». Pascal había desarrollado, junto con Fermat, el cálculo de probabilidades, para contestar a la consulta de un jugador: “¿Qué jugada tiene la mayor probabilidad de ganar?” El éxito es más probable cuando la proporción de casos favorables y casos posibles (o “tiradas”) se acerca más a la unidad.Ahora bien, hay que jugarse la vida, apostando por la eternidad o por el tiempo. Abstenerse de jugar sería apostar por la finitud temporal. Estudiemos qué es lo que nos jugamos, ¿qué podemos perder?, ¿qué podemos ganar? (…) «en el extremo de esta distancia infinita se está jugando un juego en el que saldrá cara o cruz. (…) ¿Por cuál os decidiréis, pues? Veamos. Puesto que es preciso elegir, veamos qué nos interesa menos (...) Pesemos la ganancia y la pérdida, tomando como cruz que Dios existe. Valoremos estos dos casos: si ganáis, lo ganáis todo; si perdéis, no perdéis nada. Optad, pues, por que existe sin vacilar».

La esencia (o naturaleza) de Dios: Inefabilidad de Dios: El Ser divino es propiamente innombrable e inexpresable (sin embargo puede ser significado por diversos nombres). No hay ningún nombre humano que por sí mismo exprese suficientemente la esencia divina. Dios, en sentido estricto, no es definible, ya que definir es acotar o delimitar un modo de ser por género próximo y diferencia específica. La Cognoscibilidad de la esencia divina: El hombre puede tener un conocimiento verdadero de Dios, aunque indirecto y por analogía, a partir de lo que las criaturas sensibles nos manifiestan. Los nombres que atribuimos a Dios significan lo que es la substancia divina, sin embargo no la significan perfectamente según lo que es, sino según lo que por nosotros es concebido (I, q. 13, a.3) . Condiciones de nuestro conocimiento analógico de Dios: Nada puede predicarse de Dios y de las criaturas de modo unívoco (el ser divino, ser por esencia es distinto del ser de la criatura, ser por participación). Tampoco se cae en la equivocidad por la semejanza entre los efectos y sus causas (en ambos casos estamos hablando del “ser”). Entre Dios y las criaturas hay mayor desemejanza que semejanza (la distancia entre Dios y las criaturas es infinita). El triple modo analógico del conocimiento de Dios: •

Vía de Afirmación: aplicamos a Dios todas las perfecciones que encontramos en las criaturas.



Vía de Negación: negamos todo lo que signifique limitación en las perfeccciones que hemos aplicado a Dios.



Vía de Eminencia: se atribuye a Dios en grado infinito todas las perfección puras.

Atributos divinos: Atributos divinos son los diversos aspectos de la infinita perfección de Dios que la inteligencia limitada del hombre tiene que considerar sucesivamente. Son los distintos modos de manifestar la misma esencia de Dios. Se dividen en: 1. Atributos entitativos: son aquellos que describen la esencia divina tal como es en sí misma. 2. Atributos operativos: son aquellos que describen la esencia divina en cuanto princip...


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