TFG EDU EMO - Trabajo Fin de Grado de Educación Infantil sobre la educación emocional. PDF

Title TFG EDU EMO - Trabajo Fin de Grado de Educación Infantil sobre la educación emocional.
Course Trabajo Fin de Grado
Institution Universidad Católica San Antonio de Murcia
Pages 38
File Size 889.8 KB
File Type PDF
Total Downloads 17
Total Views 146

Summary

Trabajo Fin de Grado de Educación Infantil sobre la educación emocional....


Description

ÍNDICE 1. Justificación desde la práctica ……………………………………………………3 2. Marco teórico ……………………………………………………………………….6 2.1. Legislación educativa…………………………………………………….6 2.2. Las emociones …………………………………………………………...7 2.3. La inteligencia emocional ……………………………………………….9 2.4. La educación emocional ……………………………………………….10 2.4.1. La autoestima …………………………………………………13 2.5. La literatura infantil ……………………………………………………..14 3. Objetivos …………………………………………………………………………..16 3.1. Objetivo general ………………………………………………………...16 3.2. Objetivos específicos …………………………………………………..16 4. Metodología ……………………………………………………………………….17 4.1. Contenidos ………………………………………………………………18 4.1. Actividades ………………………………………………………………19 4.2. Temporalización ………………………………………………………..27 5. Evaluación del proyecto ………………………………………………………….28 6. Reflexión y valoración personal …………………………………………………30 7. Referencias bibliográficas ……………………………………………………….32 8. Anexos ……………………………………………………………………………..35

1. Justificación desde la práctica Las emociones están presentes a lo largo de la vida de las personas y son fundamentales en la construcción de nuestra personalidad e interacción social (López, 2005), siendo la emoción fundamental para el desarrollo cognitivo de los niños. Las emociones reflejan el mundo interno de cada persona y favorecen la adaptación de los individuos al medio ambiente. La educación emocional, por su parte, es un proceso continuo y permanente que contribuye a que la persona reconozca y gestione las propias emociones, favoreciendo un adecuado desarrollo de la autoestima y el autoconcepto. La autoestima y el autoconcepto son elementos decisivos en el ámbito personal y social de las personas, por lo que es importante que los seres humanos tengan una alta autoestima y un autoconcepto positivo, pues este último influye en el rendimiento, en la salud y en el equilibrio psíquico, además de facilitar la construcción de la propia identidad, y ayudar a interpretar la realidad (Roa, 2013). La etapa de educación contribuye al desarrollo integral de la persona mediante la incorporación de las emociones y los sentimientos en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Como se recoge en el artículo 13 de la Ley Orgánica / 2006, de 3 de mayo, de Educación (BOE, núm. 106, jueves 4 de mayo 2006) la educación infantil contribuirá a d) desarrollar sus capacidades afectivas, y e) relacionarse con los demás y adquirir progresivamente pautas elementales de convivencia y relación social, así como ejercitarse en la resolución pacífica de conflictos. Además, los contenidos de la educación infantil relacionados con la educación emocional aparecen en las tres áreas que se establecen en el Real Decreto 1630/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas del segundo ciclo de Educación infantil (BOE, núm. 4, miércoles 4 de enero 2006) y aboga por lograr un desarrollo armónico e integral del alumnado a través de la combinación de los ámbitos físico, motor y cognitivo, con el emocional-afectivo y social. Si nos parasemos a pensar, las materias troncales como lengua castellana, matemáticas, ciencias sociales, entre otras; no son un factor de prevención ante trastornos de ansiedad, estrés o depresión. De ahí que sea fundamental adquirir competencias emocionales. De este modo, es importante que los alumnos tengan un buen rendimiento en las materias troncales pues 3

necesitarán los distintos conocimientos para la vida en general, pero además es esencial que desarrollen habilidades sociales como la inteligencia emocional o la comprensión de los sentimientos propios y de los otros. Diversas investigaciones han llegado a la conclusión de que la inteligencia emocional es un valioso pronosticador del bienestar psicológico general, pues la evidencia empírica prueba los grandes beneficios, tanto personales como sociales, de ésta. Goleman (1996), en uno de sus estudios, llegó a la conclusión de que la inteligencia emocional era la que iba a determinar en mayor medida (80%) el éxito en la vida de las personas, frente a un menor porcentaje del cociente intelectual (20%). De este modo, dos personas que han estudiado lo mismo y con acceso al mercado laboral bajo las mismas condiciones, pueden tener un resultado distinto, es decir, que una triunfe y la otra no. Esto se debe a las diferencias que poseen en cuanto a inteligencia emocional y no sólo a capacidad intelectual, pues la amígdala es la encargada de que se produzcan las emociones, y el equilibrio entre las inteligencias racional y emocional asegura mayores posibilidades de éxito. Es importante que los docentes sean conocedores de sus emociones, pues enseñar no se basa solamente en una acción cognitiva, sino que también está relacionado con los actos sociales y afectivos (Gendron, 2009). Esto le va a permitir al docente desarrollar la resiliencia, que es la capacidad de enfrentarse a los diferentes reverses que se presentan en la vida de una persona. Como apuntan Orejudo y Planas (2016) son cada vez más los docentes que apoyan la idea de que la educación emocional es uno de los principales factores para actuar sobre en el fracaso escolar, favoreciendo la motivación, las relaciones sociales e interpersonales y la salud física y mental, y gestionando los conflictos. Sin embargo, la educación emocional no sólo es una tarea de los docentes, sino de toda la comunidad educativa, que incluye a otros agentes educativos y a la familia. Debido a ello, es necesario que exista una correcta interrelación personal entre los distintos miembros que componen la familia del alumno. En el entorno familiar es donde el niño descubre inicialmente sus sentimientos y las reacciones de los demás ante estos, por lo que esto le permitirá darse cuenta de las emociones que no son aceptadas por las personas de su alrededor, limitando su registro emocional. De ahí que sea 4

fundamental que los padres aprendan a manejar sus emociones para convertirse en un ejemplo, lo que determinará las futuras competencias emocionales de sus hijos (Bach, 2001). Autores como Gottman y DeClaire (2000) aconsejan a los padres una serie de pautas para ayudar a sus hijos en el desarrollo emocional que se resumen en ayudar a identificar las emociones relacionándolas con acontecimientos vividos, verbalizar las emociones y validar cada una de las emociones que expresen, apoyar a sus hijos para que resuelvan

sus

propios

conflictos

emocionales

proporcionándole

las

herramientas necesarias. Existe, por tanto, una gran necesidad de educación emocional por la importancia que ésta tiene en la vida de las personas. Entre los argumentos que destaca Campillo (2015) para demostrar la consideración de la educación emocional cabe señalar que el principal objetivo de la educación es el desarrollo integral del alumnado, distinguiendo el desarrollo cognitivo y el desarrollo emocional. Al primero de ellos se le ha otorgado un gran valor, a diferencia que, al segundo, el cual ha quedado olvidado en la práctica educativa. En este sentido, el Informe Delors (UNESCO 1996) apunta que la educación emocional es imprescindible en el desarrollo cognitivo del niño y que ambos se complementan, además de actuar como un factor protector frente a comportamientos de riesgo. Por otra parte, esta misma autora (Campillo, 2015) indica que la alta prevalencia de fracaso escolar, unido al estrés en trabajos y exámenes, produce estados emocionales negativos que pueden desencadenar en intentos de suicidio en los casos más externos. Ambas situaciones se podrían evitar trabajando desde el sistema educativo la educación emocional a través de programas didácticos. De este modo, podemos concluir que, durante los primeros años de vida, los niños aprenden multitud de conocimientos y de forma muy rápida, que perdurarán a lo largo de su vida. Por ello, es importante que los niños más pequeños adquieran herramientas a través de modelos de referencia que les proporcionan la familia y los docentes que les permitan reconocer y gestionar las emociones de uno mismo y de los demás.

5

2. Marco teórico 2.1. Legislación educativa En Educación Infantil, al igual que en todas las demás etapas educativas, hay una legislación vigente a nivel nacional y autonómico que establece las enseñanzas mínimas. Por consiguiente, en este apartado, hablaremos de la legislación educativa vigente relacionada con la educación emocional en el segundo ciclo de la Educación Infantil. Así pues, el Real Decreto 1630/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las enseñanzas mínimas del segundo ciclo de la Educación Infantil (BOE núm. 4, miércoles 4 enero 2006) divide los contenidos educativos en tres áreas: conocimiento de sí mismo y autonomía personal, conocimiento del entorno, y lenguajes: comunicación y representación. Las tres áreas deben trabajarse de manera conjunta e integrada, ya que en un aprendizaje intervienen distintos contenidos. El primera área, Conocimiento de sí mismo y autonomía personal, hace referencia a la construcción de la propia identidad y de su madurez emocional, donde es fundamental tanto las interacciones con los demás como el desarrollo de la conciencia emocional, entre otras. Además, las experiencias de los niños al interaccionar en los distintos ámbitos de su vida deben promover la autoestima, la autonomía y una imagen positiva de sí mismo. También en esta etapa

se

atenderá

al

desarrollo

de

la

afectividad,

potenciando

el

reconocimiento, la expresión y el control progresivo de emociones y sentimientos. El segundo área, Conocimiento del entorno, pretende que niños y niñas descubran su pertenencia al medio social. Muchos de ellos se adentrarán por primera vez en la vida escolar, lo que les llevará a acercarse a las relaciones interpersonales. En el desarrollo de estas relaciones afectivas, se tendrán en cuenta la expresión y comunicación de las propias vivencias, de sus emociones y sentimientos. El tercer área, Lenguajes: Comunicación y representación, otorga importancia al lenguaje oral como medio de expresión para la regulación de la 6

conducta y la manifestación de sentimientos, emociones, ideas y vivencias en esta etapa. A través del lenguaje expresan sus emociones y construyen su propia identidad. De este modo, podemos concluir resaltando la importancia la educación emocional en la etapa de Educación Infantil, ya que aparece en las tres áreas del currículo, destacando como fundamental trabajar la expresión y el reconocimiento de las emociones propias y de los demás con el fin de la construcción de su propia identidad. 2.2. Las emociones No existe un único concepto con respecto a las emociones, pues son fenómenos de origen multicausal (García, 2012). De esta forma, es necesario revisar las definiciones de diferentes autores. Si echamos la vista atrás, los primeros autores en dar una definición de este constructo fueron Salovey y Mayer (1990) en su artículo Emotional Intelligence. Estos autores consideraban las emociones como respuestas en las que participaban diferentes componentes fisiológicos, conductuales, psicológicos, cognitivos, motivacionales y experienciales, que permitían adaptarse a las situaciones personales y sociales convirtiéndolas en experiencias enriquecedoras. Más adelante, los psicólogos Vallés y Vallés (2000) determinaron que la emoción era un breve acto repentino del organismo como resultado de una situación interna o externa. Sin embargo, uno de los autores que cabe destacar por su larga trayectoria en la educación emocional es Bisquerra quien define las emociones como reacciones al conocimiento que recibimos del exterior. Dichas reacciones pueden ser de diferente intensidad dependiendo de la propia valoración acerca de cómo ese conocimiento va a alterar al bienestar de uno mismo (Bisquerra, 2000). Cruz (2012) afirma que las emociones tienen un carácter intencional ya que un individuo puede desencadenar la aparición de una emoción en otro, y apoya la idea de Bisquerra, asegurando que el valor concedido a una acción determinada procede de la carga emocional de quien la realice.

7

De este modo, podemos deducir que las emociones son respuestas a eventos internos o externos que dependen de la información recibida, que están basadas en las experiencias y en los intereses de cada persona, permitiendo la adaptación a los diferentes acontecimientos que surgen. Existen distintos tipos de emociones y así lo constata Casassus (2007) quien, por una parte, diferencia entre las emociones primarias, es decir, que son más fáciles de identificar y comunicar como la tristeza, y las emociones mixtas, que son más complejas puesto que hay una mezcla de emociones, como la envidia. Por otra parte, distingue las reacciones emocionales y bruscas como el miedo, frente a otras que duran más en el tiempo como la ansiedad. Haciendo referencia a las emociones primarias, éstas se caracterizan porque se manifiestan a los pocos meses de nacer o porque ocurren sin necesidad de que haya una causa u objeto aparente que la desencadene. Aunque hay discrepancias acerca de cuáles son las emociones primarias, pues hay autores que añaden otras, como el disgusto, la sorpresa y la vergüenza, como es en el caso de Goleman (1996); sí que se ha llegado a un consenso de cuatro de ellas: la alegría, la tristeza, el miedo y la rabia. Sin embargo, a partir de las emociones primarias, se originan las emociones secundarias, bien por la combinación de las emociones primarias o porque se derivan de las primarias. A continuación, en la tabla 1, se incluyen tanto las emociones primarias como las emociones secundarias: Tabla 1 Emociones primarias y secundarias Emociones primarias Emociones secundarias Alegría Risa, felicidad, contento, entusiasmo, de buen Tristeza

humor, chispeante, placer, dicha, diversión. Pena, pesar, melancolía, pesimismo, abatimiento, desesperación, depresión, desánimo, importancia,

Miedo

descontento. Angustia, alarma, horror, espanto, temor, terror,

Rabia

ansiedad, aprensión, pánico. Agresión, enojo, ira, furia, odio, cólera, irritación, disgusto, exasperación.

Nota. Adaptado de La educación del ser emocional, de J. Casassus, 2007.

8

Otra clasificación muy conocida es diferenciar emociones positivas y negativas. Las emociones positivas se relacionan con sentimientos agradables, cuando se logra una meta o una situación es beneficiosa. Por el contrario, las emociones negativas son aquellas que se entienden como desagradables, y se desencadenan al considerar la situación como una amenaza, siendo necesario movilizar los recursos de afrontamiento de los que dispone el individuo. De esta forma, en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, define la emoción como una “alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de cierta conmoción somática” (RAE, 2021), donde se atribuye penosa a emociones negativas. No obstante, clasificar las emociones como negativas nos lleva al error de reprimir ese tipo de emociones, siendo perjudicial pues todas las emociones, sin excepciones, son vitales y necesarias. Dicha afirmación “son vitales y necesarias” queda reforzada por las funciones que cumplen las emociones (Mora, 2008): sirven para defendernos de posibles peligros o acercarnos hacia estímulos que garantizan la supervivencia, nos permiten dar distintas respuestas ante un único estímulo seleccionando aquella que más se adecue a la situación, alertan al individuo activando muchos sistemas y aparatos del organismo, ayudan a mantener la motivación y el interés por descubrir cosas nuevas, sirve para comunicarse con los demás y recordar acontecimientos. 2.3. Inteligencia emocional El concepto de inteligencia emocional llegó a poner en duda el concepto de éxito. Gardner (1995), conocido por su teoría de las inteligencias múltiples, distingue siete tipos de inteligencia, entre las que se encuentran la inteligencia intrapersonal y la interpersonal, relacionadas con la inteligencia emocional. La primera de ellas es la capacidad para percibir y entender los sentimientos, las intenciones y los intereses de otras personas, mientras que la segunda es la capacidad de comprender lo que uno siente a partir de los intereses, los sentimientos y los miedos de uno mismo (Sebastián y Garrido, 2016). Goleman (1996), afirma que inteligencia y emoción se relacionan de forma simétrica. Así pues, hace referencia a la inteligencia emocional, definiéndola como la capacidad de reconocer los sentimientos propios y de los demás, de motivarse 9

a uno mismo y de desenvolverse de forma apropiada en las relaciones humanas. Sin duda alguna, la inteligencia emocional es la capacidad para aceptar y gestionar las emociones propias de forma consciente, como apunta Arrabal (2018), y saber regularlas en función de las situaciones, ya que son importantes a la hora de tomar decisiones a lo largo de la vida de las personas. Son numerosos los beneficios de la inteligencia emocional, entre los que se encuentran la disminución de la ansiedad, el estrés y los conflictos; y un aumento de la tolerancia a la frustración y la resiliencia. Además, se relaciona con la salud, por lo que las emociones positivas actúan como prevención de problemas de salud puesto que contribuyen a incrementar las defensas del organismo (Bisquerra, 2012). Goleman

(1996)

estructura

la

inteligencia

emocional

en

cinco

componentes: - Autoconciencia: capacidad para identificar y entender las propias emociones y el efecto que éstas tienen sobre el estado de ánimo. - Autorregulación: habilidad para controlar las emociones de manera asertiva evitando que nos guiemos por los impulsos, de forma que pensemos antes de actuar. - Motivación: habilidad de dirigir los estados emocionales hacia las metas propuestas comprometiéndose con uno mismo y sin perder el optimismo. - Empatía: capacidad de ponerse en el lugar del otro teniendo en cuenta sus sentimientos a partir de sus expresiones y gestos, favoreciendo las relaciones interpersonales. - Habilidad social: capacidad para relacionarnos con los demás de forma respetuosa. 2.4. Educación emocional La educación emocional es una innovación educativa que busca acercar la inteligencia emocional a la educación como respuesta a los cambios y necesidades sociales, cuyo fin es fomentar las competencias emocionales para un mejor bienestar. Así, se entiende la educación emocional como un “proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo emocional

como

complemento

indispensable 10

del

desarrollo

cognitivo,

constituyendo ambos los

elementos esenciales

del desarrollo de la

personalidad integral” (Bisquerra, 2000, p. 243). La educación emocional, según Bisquerra (2012) actúa como un factor de prevención primario, que contribuye a disminuir la vulnerabilidad de las personas ante determinadas situaciones a través de competencias que se pueden emplear a multitud de eventos. De este modo, la educación emocional contribuye a desarrollar y favorecer las competencias emocionales como parte fundamental de desarrollo integral del niño. Así pues, se entienden como competencias emocionales al conjunto de habilidades, capacidades y actitudes que posibilitan la comprensión y expresión de manera adecuada las propias emociones. Desde el GROP (Grup de Recerca en Orientació Psicopedagògica), orientado a la investigación de la educación emocional, han agrupado las competencias emocionales en cincos grandes bloques: conciencia emocional, regulación emocional, autonomía emocional, competencia social, habilidades de vida y bienestar (Bisquerra, 2003); y el desarrollo de estas competencias lleva a las personas a ser inteligente emocionalmente. A continuación, en la figura 1 se exponen las cinco competencias emocionales que Bisquerra y Pérez (2007) apuntan para un correcto desarrollo emocional: Figura 1 Las competencias emocionales

11

Nota. Adaptado de...


Similar Free PDFs