Vanguardias Practico - EL LLANO EN LLAMAS PDF

Title Vanguardias Practico - EL LLANO EN LLAMAS
Course Lengua y literatura
Institution Universidad Nacional de Santiago del Estero
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EL LLANO EN LLAMAS...


Description

UNIVERSIDAD DE SANTIAGO DEL ESTERO

Tengo paciencia y tú no la tienes, así que esa es mi ventaja. Tengo mi corazón que resbala y da vueltas en su propia sangre, y el tuyo esta desbaratado, revenido, y lleno de pudrición. Esa también es mi ventaja. "El llano en llamas" (1953)

Año : 2018 CONSIGNAS 1. Seleccionen tres cuentos de EL LLANO EN LLAMAS y elaboren un análisis siempre siguiendo un aspecto (personajes - lugar - tiempo - tema, etc) 2. Buscar otro relato, de otro autor, que siga esa misma línea o parecida. Conectarlos. 3. Piensen en consignas que podrían darles a sus alumnos utilizando esos relatos. RESPUESTAS 1. Para comenzar a desarrollar el análisis y comparación de la obra literaria EL LLANO EN LLAMA DE JUAN RULFO y sus respectivos cuentos, realice una descripción y caracterización de la misma, como así también la biografía del autor. Juan Rulfo fue un novelista mexicano, cuentista y también fotógrafo. Él es reconocido principalmente por dos libros. Uno de los cuales es El llano en llamas (1953), una colección de cuentos, 15 de estas historias han sido traducidas al inglés y han aparecido en The Burning Plain y Other Stories, que también incluye su famosa historia, ¡Diles que no me maten!; muy distinta al género de intriga que sucede en El Nombre de la Rosa de Humberto Eco. Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, conocido profesionalmente como Juan Rulfo, nació el 16 de mayo de 1917 en la ciudad de Sayula, en el estado de Jalisco, ubicado en la parte occidental del centro de México. Jalisco es una palabra náhuatl que significa “planicie arenosa” y este es precisamente el terreno cálido, árido e imponente en el que se establecen casi todas las narrativas de Rulfo. Rulfo pasó gran parte de su infancia en la casa de sus abuelos paternos en San Gabriel. Durante este tiempo, se le concedió acceso a la biblioteca de un sacerdote que guardaba sus libros en la casa de sus abuelos. Para comprender la novela y las historias cortas de Rulfo, es importante conocer dos eventos definitorios ocurridos durante la infancia de Rulfo: las secuelas de la Revolución Mexicana (19101920), sin duda el evento más influyente en la cultura y la historia mexicanas en el siglo 20; y la Guerra Cristera (1926-1929), una lucha entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y las milicias católicas sobre los derechos restringidos de la Iglesia. Este último evento fue particularmente notable para Rulfo porque durante este tiempo varios miembros de su familia murieron, dejándolo huérfano. Así como la Segunda guerra mundial lo fue para una niña en el Diario de Anna Frank. (paralelismo)

En particular, la muerte de su padre en 1923 (aparentemente asesinado por un joven con el que tuvo un conflicto) y su madre en 1927, poco después de que Rulfo había sido enviado a un internado, tendría un efecto duradero en él y su trabajo. La Revolución Mexicana alteró en gran medida el hogar de la infancia de Rulfo, San Gabriel, que había sido una ciudad próspera desde el período colonial. Después de la Revolución, la ciudad estaba empobrecida. San Gabriel se parece mucho a los “pueblos fantasmas” sobre los que el autor escribe en muchas de sus historias cortas, un lugar donde las prometidas reformas de la Revolución nunca se materializaron , Esto en nada se parece a la historia de Las Mil y Una Noche La producción literaria de Rulfo es relativamente limitada. En su vida, él solo publicó dos obras narrativas, aunque cada una de ellas era de una inmensa importancia. La novela Pedro Páramo es reconocida como una de las mejores obras de la literatura latinoamericana, y El Llano en Llamas es una notable colección de cuentos. A pesar de su corta duración, tuvieron una profunda influencia en las siguientes generaciones de escritores mexicanos y latinoamericanos como Gabriel García Márquez Aunque técnicamente escrito en la década de 1950, las obras de Rulfo (especialmente Pedro Páramo ) a menudo se clasifican como pertenecientes al período del “boom” literario latinoamericano en los años 60 y 70, como Julio Cortázar ( Rayuela) durante el cual las novelas de esta parte del mundo obtuvieron reconocimiento internacional, permitiendo a novelistas prominentes comenzar a ganarse la vida con su oficio. Después de la publicación de Pedro Páramo. Rulfo también fue un fotógrafo aficionado consumado. En 1980 presentó una importante exposición de su obra en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. Murió el 7 de enero de 1986 en la Ciudad de México.

Los cuentos seleccionados para trabajar las consignas son tres:   

“DILES QUE NO ME MATEN” “EL HOMBRE” “LUVINA” “DILES QUE NO ME MATEN”

Dividido en tres partes: I. Un hombre es amarrado a un horcón para ser fusilado. Éste implora a Justino (su hijo) para que interceda y le salve la vida.

II. Ese hombre es Juvencio Nava, y en la soledad de la noche anterior al fusilamiento recuerda un episodio central, en su vida pasada: el asesinato de Don Lupe Terreros, su compadre. III. El coronel que ha mandado a los cuatro soldados es hijo de Don Lupe y vengador ahora de la muerte de su padre. La historia del asesino de su compadre y la del hijo vengador se cierran con el cadáver que el otro hijo (Justino) lleva encima de un burro para el velorio en Palo de Venado. LA IDENTIDAD DEL PROTAGONISTA La identidad y el nombre del protagonista se revelan a través de su propia memoria y del pasado que no ha redimido al asesino después de cuarenta años de huir de la muerte. Su conciencia es la que ha provocado la desazón y el movimiento del que huye inútilmente de la fatalidad. Amarrado al horcón no se puede estar quieto. Después del fusilamiento encuentra su paz y la quietud: Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón, esperando. No se podía estar quieto. Ahora, por fin, se había apaciguado. Estaba allí arrinconado al pie del horcón. El narrador testigo ocupa el mismo lugar que el protagonista y esta dualidad ofrece una perspectiva doble, en cuanto el lector no logra dilucidar si el relato está contado desde adentro del personaje o simplemente desde afuera de él. Ambos, testigo y protagonista, parecen ser la misma persona que narra. UNIDADES DE TIEMPO Y SU AMBIGÜEDAD En la economía expresiva sobre la base de la cual se estructura el cuento, el narrador nos ofrece tres cuadros patéticos que se desarrollan entre las escasas horas de la noche en que es apresado Juvencio, la madrugada y el día de su fusilamiento. En la primera escena, el diálogo dramático entre padre e hijo se enriquece con la aparición del narrador testigo que se confunde con el narrador protagonista. Mediante esta interposición el relato borra las fronteras entre la realidad objetiva y la realidad interior: Realidad objetiva. Justino se levantó de la pila de piedras en que estaba sentado y caminó hasta la puerta del corral. Luego se dio vuelta para decir: ... Realidad subjetiva. No nada más por nomás, como quisieron hacerle ver los de Alima, sino porque tuvo sus razones. Él se acordaba... En esa sucesión entre el relato de afuera y el relato desde adentro de la conciencia del personaje, el narrador alcanza en su última acción narrativa el terreno del relato enmarcado. Las comillas nos indican que el relato en primera

persona ("Y me mató un novillo") toma el punto de vista del protagonista a través del recuerdo. Mediante esta técnica de interpolar, a) el diálogo entre Justino y su padre; b) narrador testigo; c) narrador protagonista que recuerda su pasado, se une sutilmente el tiempo real (presente) y el tiempo evocado (pasado). En la segunda escena vuelve al tiempo presente cronológico. Ahora el punto de vista del narrador se sitúa en el mismo lugar (afuera) en donde están el condenado y los soldados. Desde adentro del local el coronel musita la historia de su padre asesinado y el castigo para el culpable. El narrador nos dice: "Desde acá, desde afuera, se oyó bien claro cuánto dijo". Otra vez ha habido un desplazamiento de la perspectiva del narrador. En la última escena, Justino se aleja con el cadáver de su padre y habla con él. No obstante, por tercera vez, el narrador se confunde en su punto de vista impreciso para relatar. ¿Es

un

narrador

omnisciente,

un

narrador

testigo

o

el

narrador

protagonista (ya muerto) el que nos dice esta frase clave en el cuento: "Ahora, por fin, se había apaciguado"? Esa ambigüedad o indecisión en el cuento es la que crea ante el lector un clima de realidad y de irrealidad. Dicha ambigüedad se complementa con el uso de un lenguaje

coloquial,

teñido

de

mexicanismos,

que

utilizan los

distintos

narradores.

“¡Diles que no me maten!” parece a primera vista una manifestación rezagada del criollismo. El protagonista es el mismo campesino trágico de Jorge Ferretis y de tantos otros autores de la Revolución Mexicana. Abunda el diálogo con un sabor muy mexicano pero sin la transcripción de las formas dialectales tan típica de los criollistas. A diferencia de éstos, se evita la especificidad cronotópica, y el protagonista y su víctima no son los personajes muy pobres de “Hombres en tempestad” sino los dueños de los ranchos. Además de distinguirse del criollismo, el cuento de Rulfo representa también una excepción al exotismo de los cosmopolitas sin dejar de pertenecer a este grupo a causa del sentido cósmico del protagonista más individualizado y su técnica experimental. Los cuatro diálogos desempeñan un papel fundamental marcando el principio (Juvencio y su hijo Justino), el fin (Justino y el cadáver de su padre) y los motivos tanto por el crimen (Juvencio y don Lupe) como por el castigo (el coronel, el soldado y Juvencio). La intervención del autor como narrador se hace sutilmente con un estilo seudopopular a la manera de Hemingway para no romper el tono. Las oraciones son breves y contundentes, el vocabulario es sencillo y predominan los verbos. Los

recuerdos de Juvencio y del coronel, presentados a través del autor lo mismo que directamente, sirven para aclarar la trama sin entrar en el mundo surrealista del subconsciente. El propósito de la técnica experimental en este cuento no es tanto el desafiar al lector a que resuelva un rompecabezas como hacer resaltar la vida trágica del hombre rural mexicano. Juvencio y los otros personajes son individuos y a la vez podrían reunirse para formar el retrato eterno del hombre universal sufrido. Juvencio tiene sesenta años de estar identificado con la tierra. Por una cuestión de pasto, mató a su vecino y se ha sentido perseguido por treinta y cinco años. Cuando su mujer lo abandonó, ni quiso buscarla. A pesar de todo, su obsesión ha sido continuar viviendo. De ahí proviene la emoción de la súplica titular, “¡Diles que no me maten!”, dirigida primero al hijo y después al coronel. El hijo Justino acompaña a su padre en el momento supremo, pero no se atreve a intervenir. Teme por su propia vida y piensa en su esposa y en los ocho hijos. Su casi indiferencia ante la muerte de su padre hace contraste con la actitud del coronel que sintió más la muerte del suyo porque ocurrió cuando él era más joven: “Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar está muerta.” El afán de venganza del coronel no le permite perdonar a Juvencio, pero no puede reprimir del todo su compasión humana: “—Amárrenlo y denle algo de beber hasta que se emborrache para que no le duelan los tiros.” La aplicación de una técnica experimental a un tema nacional demuestra la madurez del cosmopolitismo. Igual que el modernismo, el cosmopolitismo ha enriquecido la temática, la técnica y el estilo del género. Las innovaciones de los modernistas fueron aplicadas a temas nacionales por los primeros criollistas. Las innovaciones de los cosmopolitas ya se están aplicando a temas nacionales también. Juan Rulfo, que publicó en 1953 su colección de cuentos, El llano en llamas, dos años después publicó la novela Pedro Páramo que fundió a la perfección temas, personajes y espacios nacionales con arquetipos universales mediante una técnica experimental bastante novedosa y genial. Este artículo argumenta que el cuento "¡Diles que no me maten " de Juan Rulfo, tiene una conexión tanto con las técnicas dramáticas de la tragedia clásica, como con los temas de la tragedia moderna. El ensayo expone cómo el hábil empleo del diálogo y la acción contribuyen a la eficacia del cuento. Por un lado, al retratar el grado extremo de sufrimiento e impotencia de sus personajes, Rulfo expone en unas pocas páginas una situación trágica de validez trascendental. Por otro lado, el escritor mexicano retrata sintéticamente la violencia y el desorden en el México post-revolucionario. "¡Diles que no me maten ", Juan Rulfo aparece como un autor clásico y moderno, cabalmente mexicano y plenamente occidental al articular un texto en el que se pueden leer ya facetas importantes de la

condición humana, ya aspectos claves de la realidad nacional mexicana. (WilliamFaulkner)

EL Hombre de Rulfo La muerte, el amor, el odio, el miedo, la justicia y la injusticia son los elementos constitutivos de este cuento de Juan Rulfo. Todos se entremezclan y confunden entre sí, conformando una mentalidad diferente en cada personaje. En el fondo es una misma manera de ver la realidad. Pero ante todo, es una historia de honor. Es la maestría que caracteriza al autor lo que hace que, sin que sepamos cómo, los encontremos en el complejo mundo mental de dos campesinos. Narrado éste con una no menos compleja estructura cuentística. La historia cuenta el recorrido que hacen dos hombres desde su propio pueblo hasta otro -aparentemente no lejano. Los personajes no logran concluir el periplo pues en el trayecto se resuelve el conflicto que provoca dicha excursión. Uno persigue al otro por asesino. Ambos lo son. Antes que la venganza, es el sentido del honor y el deber lo que desencadena esta serie de asesinatos. El perseguidor mató también por honor y deber. Cuando hacemos un estudio cuidadoso de la estructura del cuento, encontramos hasta cuatro narradores diferentes.  El primero que interviene es un narrador omnisciente. Esto es, se ubica desde fuera de la historia y nos va dando el ambiente que rodea los acontecimientos, incluso, este narrador conoce todo lo que ha sucedido, lo que piensan los personajes protagonistas.  El segundo narrador es el perseguidor, deduce la conducta del asesino, su miedo; lo va siguiendo pacientemente, seguro de que lo encontrará y podrá matarlo; todas sus intervenciones están escritas entre comillas.  El tercer narrador en intervenir es el perseguido, sus expresiones son de miedo, está descalzo y frecuentemente alude a esta circunstancia; Rulfo deja también una marca gráfica, las intervenciones de este personaje se anotan con cursivas.  El cuarto narrador es el pastor que descubre el cadáver del perseguido y que termina de contar la historia. Esta cuarta voz se establece, también, como la primera, desde una perspectiva distanciada de los hechos, como si fuera la voz de un narrador heterodiegético. Su intervención es un monólogo dicho ante el "licenciado", para informarlo de su descubrimiento. No presenciamos el asesinato sino que el cuento se interrumpe y se ubica en un tiempo futuro respecto de la acción principal. No se especifica cuánto tiempo transcurrió entre el asesinato y el monólogo del pastor. Pareciera que el autor comparte el pudor que tiene José Alcancía, el perseguido, ante la muerte. Una vez más en Rulfo la muerte se nos presenta mitificada al quedar velado el momento del

asesinato. No podemos tener acceso al motivo que prometía revelarnos la historia. La muerte no sólo queda triunfante, sino que además se diviniza, ya que como a Moisés, nos está prohibido contemplar su rostro. “Luvina” Un cuento debe de alguna manera rebasar los límites de la localización, aunque su tema parezca reducido a un cierto espacio geográfico muy específico. “Luvina” de Juan Rulfo no es buen cuento porque plantee la situación particular de un pueblo mexicano abatido por la soledad, sino porque a partir de allí el lector es motivado a intuir una situación similar para cualquier pueblo del mundo en cualquier época.” Luis Barrera Linares

Parece ser que “Luvina” -escrito entre diciembre de 1952 y enero de 1953- fue el último cuento que Rulfo escribió antes de Pedro Páramo y, desde luego, el autor resaltó insistentemente la estrecha relación que existía entre ese cuento y su famosa novela: «Luvina» creo que es el vínculo, el nexo con Pedro Páramo. La atmósfera creada en el cuento me dio, poco a poco, casi con exactitud, el ambiente en que se iba a desarrollar la novela. El hecho de «Luvina» es casi general en todo el país; hay pueblos miserables y regiones donde no hay esperanza de esperanza. De manera que en «Luvina» tenía ya ciertos antecedentes para fijar los inicios de Pedro Páramo. Es el cuento que más se identifica o tiene parentesco con Pedro Páramo, puesto que los hombres no tienen rostro, la gente no tiene cara, las figuras humanas no se definen. Hay una ambigüedad; yo estaba trabajando con cosas realistas, aparentemente, pero en realidad eran producto de sueños, de fantasías. «Luvina» fue más bien un ejercicio para entrar en un mundo un poco así, sombrío, siniestro más bien, con la atmósfera rara de Pedro Páramo. «Luvina» para mí era importante, porque «Luvina», que se escribe Loobina, significa la raíz de la miseria. Empecé por El llano en llamas: un cuento, “Luvina”, me dio la clave. Tenía los personajes completos de Pedro Páramo, sabía que iba a ubicarlos en un pueblo abandonado, desértico; tenía totalmente elaborada la novela, lo que me faltaban eran ciertas formas para poder decirlo. Y para eso escribí los cuentos: ejercicios sobre diversos temas, a veces poco desarrollados, buscando soltar la mano, encontrar la forma de la novela. Yo andaba con Pedro Páramo en mi cabeza, buscando darle forma, escribiendo mis cuentos, hasta que aquel profesor se va a un pueblo desértico, abandonado, y le cuenta a otro profesor, que va a sustituirlo, lo que es aquello, y toma cerveza -el otro no toma nada- hasta caerse borracho. Aquella era la atmósfera. “Luvina” me dio la clave de Pedro Páramo.

Luvina y Comala son sencillamente el frente y el revés de la misma realidad. Si en la primera encontramos a sus pobladores vivos, a pesar de sobrevivir agarrados apenas con las uñas a la desesperanza, en Comala todos sus habitantes están muertos. San Juan Luvina es el purgatorio, Comala es el infierno. El ambiente de "Luvina", su mundo fantasmagórico, proporciona a Rulfo y anticipa el de Pedro Páramo, porque la desolación y la muerte, el aire, el viento, las sombras, los murmullos y susurros misteriosos de seres que vagan como fantasmas o ánimas en pena, así como el fatalismo, el ensimismamiento y laconismo de los personajes, e incluso la objetividad narrativa son comunes a “Luvina” y a Pedro Páramo. En "Luvina" desaparecen las fronteras entre lo real y lo irreal como un preámbulo de lo que va a suceder en la novela posterior y, en fin, como se ha dicho, después de "Luvina", un lugar moribundo en donde se han muerto hasta los perros y en donde la muerte es incluso una esperanza, sólo puede venir Pedro Páramo, el gran diálogo de los muertos. Cada cuento de Rulfo, lo sabemos, es distinto a los demás, tiene su ambiente y su ritmo peculiares. Cada uno de ellos es como una habitación -peculiar, inconfundible- de una casa. Pero esta casa tiene dos puertas, y por ambas salimos hacia esta otra mansión -subterránea- que es Pedro Páramo. La puerta principal es, probablemente el cuento “Luvina”, que describe “un lugar moribundo donde se han muerto hasta los perros...Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza, donde no se conoce la sonrisa, como si a toda la gente le hubiera entablado la cara”. Esta puerta se abre directamente hacia el reino oscuro de Comala de Pedro Páramo. Julio Ortega recordaba la siguiente historia que le contó Rulfo, una especie de sueño o pesadilla del propio autor en la que se encontraba perdido en el mundo mágico-onírico de un pue...


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