2. Variedades Geográficas DEL Español 2020-21 PDF

Title 2. Variedades Geográficas DEL Español 2020-21
Author Andrea Ortega Mecinas
Course Lengua Española
Institution Universidad de Castilla La Mancha
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Este documento presenta contenido de la asignatura de Lengua y Literatura, concretamente de Lengua. Se trata del segundo tema para la preparación de la EVAU....


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Lengua castellana y Literatura. 2º de Bachillerato. IES Andrés de Vandelvira. Departamento de Lengua C. y literatura.

TEMA 2. VARIEDADES GEOGRÁFICAS DEL ESPAÑOL. 2.0. INTRODUCCIÓN. El español no es una lengua totalmente uniforme, presenta una serie de variedades geográficas o dialectales que dan al español rasgos diferentes en función del sustrato (las lenguas que se hablaban antes en ese territorio), el adstrato (las lenguas con las que ha convivido) y el superestrato (las lenguas que sobre ella se han instalado). El español o castellanose originó en el condado medieval de Castilla (sur de Cantabria y norte de Burgos). Desde ahí, se fue extendiendo hacia el sur en forma de abanico invertido, ganando terreno en su expansión al leonés por Occidente y al navarroaragonés por Oriente, lenguas ambas que vieron frenada su evolución y que se denominan “dialectos históricos”. A partir de los siglos XVI y XVII, una vez impuesta la norma castellana en su zona de dominio, se van creando dentro de la lengua variedades que se van independizando relativamente entre sí. Esto es, se van creando dialectos o variedades diatópicas. Esas variedades del español difieren entre sí en algunos rasgos fonéticos, en usos gramaticales y en el léxico, pero estas diferencias no se reflejan en la escritura ni cuentan con una tradición literaria propia, como sí ocurre con las lenguas. Esos rasgos nos permiten distinguir dos grandes zonas dialectales dentro del dominio español: la septentrional, más conservadora, y la meridional más innovadora. https://es.slideshare.net/mpg030/lenguas-de-espaa-15857277

2.1. VARIEDADES GEOGRÁFICAS DESL ESPAÑOL SEPTENTRIONAL. Las variedades septentrionales corresponden a la zona de origen y a la primera expansión del castellano (hasta el siglo XII), pero también, hecho que suele olvidarse, las zonas por donde se extendió horizontalmente, es decir, los antiguos reinos de León y Aragón, así como Galicia, País Vasco y Cataluña. En general se caracteriza por su tendencia conservadora y su mayor estabilidad en el plano fonético. Se suele decir que el castellano hablado en Castilla-León es el que se ajusta más a la norma pero también presenta rasgos dialectales. El castellano norteño no es, ni mucho menos una variedad homogénea, sino que presenta múltiples peculiaridades según las zonas: -Variedad norteña central. Se extiende desde Cantabria hacia el Sur, por la Alcarria y Madrid, hasta la Mancha. De todas formas, el límite es bastante impreciso, sobre todo al Sur, pues en las tierras manchegas son observables también algunos rasgos meridionales, en especial la aspiración de la –s ante consonante (la palabra escapar se pronuncia como [ehcapar]). Son rasgos peculiares del castellano en esta zona (aunque con una distribución geográfica irregular) los siguientes: - Leísmo, laísmo y loísmo. El leísmo –uso de le para complemento directo masculino- es el más extendido, sobre todo el de persona, que es habitual en la mayor parte del territorio

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(Juan le ha visto por Juan lo ha visto). El leísmo de cosa y el laísmo –uso de la para complemento indirecto femenino- es usual entre hablantes madrileños, y no es difícil tampoco encontrarlo más al norte ( La dije que viniera por le dije que viniera). El loísmo es, en cambio, mucho menos frecuente. - Cada vez es más habitual la relajación y pérdida de la -d- intervocálica, sobre todo en el sufijo -ado. - Es normal en Castilla (y no solo en Madrid) la pronunciación fuerte de la –d final de palabra, que se articula como si fuera –z [madríθ], [berdáθ] –Madrid, verdad-. - Es frecuente en el uso descuidado la adición de una –s analógica en la segunda persona del singular del pretérito perfecto simple (comistes) o el infinitivo con valor de imperativo (Salir todos de aquí en lugar de salid). -Variedad oriental o aragonesa. El castellano hablado en la actualidad en lo que fue el reino de Aragón presenta particularidades que proceden, en parte, del antiguo contacto con la lengua navarroaragonesa y, en parte, de una cierta evolución autónoma. Entre sus rasgos característicos pueden destacarse la entonación ascendente y el alargamiento de la vocal final; la tendencia a pronunciar como graves las palabras castellanas esdrújulas (medico, cantara); el empleo de pues a final de enunciado como apoyo idiomático; el uso de los pronombres de sujeto como término de preposición (Te has olvidado de yo), y el uso del diminutivo –ico, -a (bonico, mocica). -Variedad occidental o leonesa. Igual que en Aragón, en la zona de mayor pervivencia del asturleonés el castellano se habla con ciertas características que revelan el contacto con la variedad autóctona. Estos rasgos son más abundantes en Asturias, donde la vitalidad de los bables ha sido mayor, pero es posible también encontrar algunos de ellos más al Sur, en otros territorios de influencia leonesa como, por ejemplo, algunas zonas rurales de Salamanca y Cáceres. Los más significativos son la tendencia a cerrar las vocales finales -e, -o (mediu, nochi, les cases); la posición arcaizante de los pronombres átonos (Acuérdome ahora de...); la utilización de verbos intransitivos como transitivos (Te has quedado el paraguas en casa; Has caído el jarrón); la apócope de la vocal final –e en las formas verbales (Ya sal la luna –ya sale-); el uso de la negación non y la formación del diminutivo con el sufijo -ín (-ino), -ina. Pero no son los únicos: en realidad, la presencia de un mayor o menor número de leonesismos (o asturianismos) está determinada por el grado de contacto entre las dos lenguas, que puede ser muy intensa en los hablantes de las zonas rurales. - El castellano en las zonas bilingües. En las comunidades autónomas bilingües, el español ha adoptado realizaciones peculiares, en las que destacan las interferencias (la transferencia de elementos fonéticos, morfosintácticos y léxicos) y los préstamos léxicos. ● Así, Son característicos en el castellano hablado en Cataluña el timbre impreciso que adquieren las vocales atónas, la pronunciación de la –d final como sorda (amistat), articulación velarizada de –l final, apertura de vocales tónicas, sonorización de –s, seseo; interferencias en el uso de la las preposiciones ( Estoy aquí, a Barajas); empleo del artículo con nombres propios ( la Montse, el Joan); dequeísmo ( Considero de que no se ha solucionado) o dificultad para diferenciar el uso de llevar y traer, de ir y venir. ● La entonación es la característica más marcada del español hablado en Galicia. Rasgos fonéticos son el cierre de las vocales –e,-o finales (que suenan a menudo como –i,-u: nochi, tengu), la reducción de grupos consonánticos cultos ( repunante por repugnante),

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preferencia por el perfecto simple que ha absorbido los valores del compuesto, como en asturiano (Ahora lo vi, por Ahora lo he visto) y el empleo de tener como auxiliar con el valor de haber (Lo tenía visto, por Lo había visto). ● En cuanto al español hablado en el País Vasco y Navarra, las interferencias con el euskera son menores, al no ser esta última una lengua románica. Además de la entonación, muy característica, encontramos alteraciones en el orden sintáctico (Fresas compro para comer), sustitución del imperfecto de subjuntivo por el condicional (Ojalá llovería), leísmo -incluso para referentes femeninos -( Le llamé a Lola) y confusiones en el género de los sustantivos, sobre todo en hablantes rurales porque el euskera carece de la distinción de género.

2.2. VARIEDADES GEOGRÁFICAS DEL ESPAÑOL MERIDIONAL. Las variedades meridionales proceden de los cambios producidos en el castellano desde que comenzó a expandirse por Al-Ándalus, en el siglo XIII, hasta la actualidad. Ya en el siglo XVI existía una norma sevillana, diferente de la norma toledana: la primera de ellas será la que se afiance en Andalucía y se extienda por Canarias y América; la segunda, dominante en el resto de la Península, fue la que sirvió para fijar el modelo común de la lengua escrita. Los rasgos que se aceptan normalmente como propios del castellano meridional tienen diferente extensión geográfica, las líneas que delimitan el territorio en el que cada uno se produce no coinciden, por lo que no resulta nada fácil fijar las fronteras entre el castellano del norte y las variedades meridionales. Se integran en el área meridional, el andaluz, el extremeño, el murciano y el canario. Se caracterizan por su carácter innovador y presentan rasgos muy marcados, sobre todo en lo fonético. Las características comunes a todas estas variedades meridionales son: ● Seseo (pronunciación de z/c como s): rosar por rozar.

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● Aspiración de -s final de sílaba: con diferentes resultados en la pronunciación, según las zonas; hay simple aspiración (ahco por asco), asimilación a la consonante siguiente ( mimmo por mismo), pérdida de -s (eperanza por esperanza), etc. ● Yeísmo (pronunciación de ll como y): beyo por bello, también con diferentes posibilidades en la pronunciación en las diversas áreas. ● Pérdida de la -d- intervocálica o delante de -r-: cuadrao por cuadrado, mare por madre. ● En general, se emplean correctamente los pronombres la, lo para complemento directo y le para indirecto, uso etimológico que se ha perdido en gran parte del centro y norte peninsulares. El andaluz Se trata del dialecto más extendido y con rasgos más distintivos entre todos los meridionales. Como característica general, presenta un mayor número de arabismos (alhucema ‘espliego’; alboroque ‘regalo’, ‘convite’, etc.) que el resto de áreas, junto a algunos arcaísmos propios ( cerraja, ‘cerradura’; panocha, ‘mazorca de maíz’; percochón, ‘desaliñado’, ‘sucio’, entre otros), aunque lo más destacable y representativo son sus rasgos fonéticos. Por la propia extensión del dialecto, encontramos algunas diferencias entre unas zonas y otras: por ejemplo, el seseo se da en toda la zona intermedia desde Huelva hasta Granada; el ceceo (pronunciación de z en vez de s), en la parte costera, excepto Almería, y en zonas del interior de Granada y Sevilla; en el resto (norte y extremo oriental de la región), se mantiene la distinción s/z. Como características fundamentales, además de las propias de los dialectos meridionales que hemos señalado anteriormente, podemos destacar las siguientes: ● Confusión de r y l en final de sílaba: arma por alma, sartao por saltado, aunque los hablantes cultos conservan generalmente la diferencia. ● Aspiración de h- inicial: jarto por harto. ● Aspiración más o menos acusada de j/g: mehó por mejor, hente por gente. ● Pronunciación fricativa de la ch en algunas zonas (parecido a una sh del inglés): mushasho por muchacho. ● En la zona occidental, empleo del pronombre ustedes en lugar de vosotros para el tratamiento de confianza, combinado con formas verbales de segunda persona: ¿ustedes venís a cenar? El canario El habla de las islas Canarias recibe grandes influencias del andaluz, pues los primeros pobladores de las islas, tras su conquista por el reino de Castilla en el siglo XV, procedían de Sevilla: seseo, aspiración de -s y j, yeísmo, pérdida de -d-, confusión de -r y -l finales, etc., así como el empleo de ustedes en lugar de vosotros (en el caso del Canario, con verbos en tercera persona: ¿Ustedes vienen mañana?). Además, refleja en algunos rasgos la presencia de pobladores portugueses, y también su profunda relación con Hispanoamérica a lo largo de la historia. El léxico canario refleja todas estas influencias, con andalucismos: sardinel (‘escalón’) o barina (‘haz de paja’); portuguesismos: millo (‘maíz’) o jeito (‘maña, esmero’ y ‘red de pesca’); o americanismos: guagua (‘autobús’) o papa (‘patata’). También podemos encontrar algunos términos procedentes del guanche, lengua indígena prehispánica, sobre todo en la toponimia: Tacoronte, gofio (‘harina de maíz’).

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Variedades de transición: el extremeño y el murciano En una ancha franja del centro de la Península, aparecen algunas variedades dialectales que constituyen una zona de transición entre el castellano norteño y el andaluz, por tener rasgos característicos de uno y otro. El extremeño. Este dialecto posee, junto a los rasgos generales de los meridionales, una notable influencia del leonés, sobre todo en el norte de la comunidad, consecuencia del proceso histórico de reconquista y repoblación de la región, que se refleja en características fónicas, como el cierre de las vocales finales ( abaju por abajo, lechi por leche); morfológicas, como el empleo habitual del sufijo diminutivo -ino/-inu/-ina ( gatinu, casina); o léxicas, como el uso de caer y quedar con el significado de ‘tirar’ y ‘dejar’, respectivamente: He caído la cuchara; Quedé el paraguas en casa. Cuanto más hacia el sur, mayores son las similitudes con el andaluz, como la aspiración generalizada de j/g: hamón, roho, por ejemplo, o la confusión r/l en final de sílaba: artu por alto. En el léxico destaca la presencia de leonesismos como millu (‘maíz’), o achiperres (‘conjunto de instrumentos de labranza’), y de arcaísmos como hiniesta (‘retama’) o viciu (‘estiércol’). El murciano. Denominado también panocho, se habla en Murcia, en el sur de Alicante, sudeste de Albacete, en el nordeste de Granada y Jaén y norte de Almería. . Presenta una clara influencia del aragonés y del valenciano/catalán, ya que durante el siglo XIII, recién incorporado el reino de Murcia a la corona de Castilla, se instaló allí un buen número de pobladores aragoneses y catalanes y después cayó bajo el dominio del reino de Valencia, que lo ocupó y lo mantuvo hasta el siguiente siglo. Esta influencia se refleja en características fónicas, como la palatalización de la l- inicial (lletra por letra) o el mantenimiento arcaizante de las consonantes -t-, -c- intervocálicas (pescatero o acachar por pescadero o agachar); y también morfológicas, como el empleo del sufijo diminutivo típico aragonés -ico (que se convierte en -iquio en algunas zonas): pajarico, temporaíca, Juaniquio. La influencia andaluza se refleja en algunas comarcas en la aspiración o pérdida de la –s final, con apertura de vocal final, como ocurre en la zona oriental del andaluz, con la que está en contacto (lah manzanah por las manzanas) y la confusión de r y l final de sílaba ( gorpe por golpe). Otros rasgos fónicos destacables son la articulación relajada de las consonantes, hasta el punto de hacerse imperceptibles muchas veces en posición intervocálica (caeza por cabeza) . En el léxico, encontramos aragonesismos como mojete (‘salsa’), pinatar (‘pinar’), apañar (‘arreglar lo que está roto’), catalanismos como llampo (‘relámpago’), gallete (‘garganta’), traspol (‘capa de yeso’) o regomello (‘malestar’) y palabras propias del léxico murciano como churretoso (grasiento, sucio), alcanciles (alcachofas), cascaruja (frutos secos) o estufío (mala contestación).

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2.3. EL ESPAÑOL EN EL MUNDO COMO LENGUA MATERNA, OFICIAL, APRENDIDA…EL SEFARDÍ. El español es la lengua oficial de 21 países: España, 19 países hispanoamericanos y 1 país africano, Guinea Ecuatorial. Como consecuencia de su expansión en diferentes periodos históricos, el español es una de las lenguas con mayor número de hablantes en el mundo. Según el informe del Instituto Cervantes de 2019, se calcula que hoy más de 480 millones de personas tienen el español como lengua materna, lo cual hace que sea la segunda lengua materna más hablada del mundo tras el chino mandarín. Esta cifra alcanza los 577 millones de hablantes si al número de hablantes nativos se le suma el de los hablantes con competencia limitada y el de los que la estudian como lengua extranjera. Nuestro idioma es la tercera lengua extranjera más estudiada (más de 21 millones de alumnos, 6%) por detrás del inglés (69%) y francés (7%), la tercera lengua más utilizada en la red, por detrás del inglés y del chino mandarín (el 7´9% de los internautas se comunica en español), la segunda lengua más utilizada en las dos principales redes sociales del mundo, detrás del inglés, Facebook y Twitter, y la segunda lengua más importante de Wikipedia por número de visitas. Además, es lengua oficial en organismos internacionales como la ONU, UNESCO, Unión Europea… Con todo, hay otros hechos que no conviene olvidar. Ciertamente, el español es una lengua internacional, pero, en realidad, es poco usada como lengua vehicular o lingua franca, es decir, lengua que permite la intercomunicación entre hablantes de lenguas maternas diferentes. La lingua franca del mundo en la actualidad es el inglés: la comunidad científica lo emplea de manera preferente para la difusión internacional de investigaciones y estudios, es la lengua habitual en las relaciones políticas y económicas internacionales, es la más utilizada en Internet, la más estudiada como segunda lengua… Así pues, el futuro de nuestra lengua depende, en gran medida, de que el mundo hispánico, en España y en América, consiga mejorar su nivel de producción cultural, científica y técnica. Además de en España y en Hispanoamérica, el castellano se habla también en otros lugares del mundo: en Filipinas, en las antiguas colonias africanas, en muchas ciudades de Estados Unidos y además ha pervivido entre las comunidades judías de origen español (los judíos sefarditas). En Filipinas el español fue durante la época colonial una lengua minoritaria que utilizaban los comerciantes, militares, funcionarios, administradores… Ante el empuje del inglés, que es actualmente idioma cooficial junto al tagalo, la principal de las lenguas indígenas, el español tiende a desaparecer. A partir de la pérdida de la colonia en 1898, empezó el retroceso de nuestra lengua, que dejó de ser oficial en 1973. No obstante, quedan todavía alrededor de dos millones y medio de hablantes de español, fundamentalmente en Manila, la capital. En 2009 las autoridades filipinas propusieron la iniciativa educativa de introducir la lengua española en los planes de estudio del país y en 2010 se alcanzó el acuerdo por el que todos los alumnos de Secundaria de Filipinas estudiaran castellano en 2012. En África, el castellano se habla en Guinea Ecuatorial, en Marruecos y en el Sáhara Occidental. Guinea Ecuatorial perteneció a España desde el siglo XVIII hasta su independencia en 1968. El español es aún hoy uno de los idiomas oficiales del país (junto al francés y al

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portugués), y la mayoría de sus habitantes (medio millón, aproximadamente) lo hablan, aunque no como lengua nativa. En Marruecos también hay numerosos hablantes de español, sobre todo en la zona que fue protectorado español entre 1912 y 1956 (Tánger, Larache o Tetuán). En el Sáhara unas 200.000 personas tienen el español como lengua cooficial y de enseñanza junto al árabe (el pueblo saharaui). En Estados Unidos el español es la segunda lengua en importancia: unos 43 millones de hispanoparlantes. Su vitalidad se debe a que sigue siendo la lengua utilizada por los hispanos que residen tradicionalmente en estados como Nuevo Méjico y California y también, por supuesto, por los millones de emigrantes de habla hispana, que forman comunidades muy importantes en las grandes ciudades del suroeste (Los Ángeles, San Diego, San Francisco), del sur (Houston, Dallas, San Antonio) y del este (Chicago, Nueva York, Miami). Desde hace años, el español en EE. UU. es una lengua en crecimiento: es con mucha diferencia el idioma que se estudia con mayor frecuencia en todos los niveles de enseñanza y según el Instituto Cervantes en su informe de 2019 se espera que para 2060 EE. UU sea el segundo país hispanohablante del mundo, después de México: c...


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