ABRIR PUERTAS A LA TIERRA, 2da Edición (2017) PDF

Title ABRIR PUERTAS A LA TIERRA, 2da Edición (2017)
Author D. Barriera
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Abrir puertas a la tierra Microanálisis de la construcción de un espacio político Santa Fe, 1573-1640 Darío G. Barriera Juan Carlos Garavaglia partió el 15 de enero, cuando este 2017 despuntaba. Su partida nos dejó tristes, fanés, descangallados, con un des- consuelo de difícil manejo. Dedico esta ...


Description

Abrir puertas a la tierra Microanálisis de la construcción de un espacio político Santa Fe, 1573-1640

Darío G. Barriera

Juan Carlos Garavaglia partió el 15 de enero, cuando este 2017 despuntaba. Su partida nos dejó tristes, fanés, descangallados, con un desconsuelo de difícil manejo. Dedico esta segunda edición a su encantadora presencia, que es indeleble y –hablo por muchos– felizmente nos habita.

Abrir puertas a la tierra Microanálisis de la construcción de un espacio político Santa Fe, 1573-1640

Darío G. Barriera

2017

Darío G. Barriera Abrir puertas a la tierra : microanálisis de la construcción de un espacio político : Santa Fe, 1573-1640 . - 2a ed. - Santa Fe : Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe, Museo Histórico Provincial Brigadier Estanislao López, 2017. 424 p. ; 22,5x15,5 cm. ISBN 978-987-46522-0-1 1. Historia de América del Sur. I. Título. CDD 980

Composición y diseño: mbdiseño Diseño de Tapa: mbdiseño Ilustración de tapa: La parte sur de Sudamérica, Petrus Plancius (c. 1592), detalle. Reproducción alojada en el Archivo Histórico de Guayas, Ecuador -archivo disponible bajo licencia CC0 1.0. TODOS LOS DERECHOS REGISTRADOS HECHO EL DEPÓSITO QUE MARCA LA LEY 11723 © Darío Gabriel Barriera © de esta edición: Museo Histórico Provincial Brigadier Estanislao López, Santa Fe Realizado con el apoyo del Programa Espacio Santafesino del Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia de Santa Fe

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, incluido su diseño tipográfico y de portada, en cualquier formato y por cualquier medio, mecánico o electrónico, sin expresa autorización del editor. Este libro se terminó de imprimir en ART Talleres Gráficos, Rosario, Argentina, en abril de 2017. Impreso en la Argentina ISBN 978-987-46522-0-1

Índice Introducción ..........................................................................................

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Agradecimientos .................................................................................... 15 Siglas y abreviaturas más utilizadas ....................................................... 17 CAPÍTULO I El Río de la Plata Construyendo los bordes de la Monarquía Hispánica ............................... 19 CAPÍTULO II Urbis et civitas La ciudad como dispositivo de conquista y colonización .......................... 49 CAPÍTULO III Un lugar para la historia .......................................................................... 75 CAPÍTULO IV Organizar la extensión Occidentalización y equipamiento político del territorio ........................... 97 CAPÍTULO V La dimensión local del gobierno y la justicia ............................................ 135 CAPÍTULO VI La rebelión de 1580 Significado y escalas de un acontecimiento .............................................. 159 CAPÍTULO VII Una organización política sensible: el cabildo santafesino entre 1573 y 1595 ................................................... 197 CAPÍTULO VIII La dimensión política de la medida de las cosas ....................................... 209

CAPÍTULO IX La encomienda y los encomenderos Constricciones y oportunidades, derecho y fuerza .................................... 239 CAPÍTULO X Clero regular ordena mundo secular Los Jesuitas en Santa Fe ......................................................................... 267 CAPÍTULO XI La política local como espacio de negociación La ley y su interpretación por el cabildo entre dos gobernaciones (1615-1625) ............................................................................................. 291 CAPÍTULO XII La familia del fundador Tejido de lealtades, espacio de confrontación ........................................... 327 CAPÍTULO XIII La Justicia como laboratorio Del mundo seguro al terreno de la incertidumbre ..................................... 359 Conclusiones.......................................................................................... 415

Introducción

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or encima de la pizarra, el redondo reloj blanco de pared daba las cinco y cuarto de la tarde. El presidente del jurado había terminado de leer el dictamen de la defensa de mi tesis doctoral y yo todavía transpiraba. La pertinaz sudoración se debía tanto a los nervios propios de la situación como al calor sin atenuantes tecnológicos que hacía a comienzos de junio en aquella sala del 105 Boulevard Raspail. Juan Carlos Garavaglia –uno de los miembros del tribunal que examinó la tesis– esperó las felicitaciones, me dejó disfrutar de largos abrazos con mis directores y cuando volví a quedar frente a él tomó con fuerza los tres tomos amarillos de lomo negro, me miró fijamente y dijo: –Ahora los ponés en el fondo de un baúl, te sentás arriba y esperás dos años. Después los sacás, agarrás una tijera así y cortás, cortás, cortás... [cuando dijo “así”, ya había apoyado de nuevo los tomos en la mesa y, levantando los brazos conformó un ángulo casi recto, sugiriendo que la tijera no era de costura sino de jardinería, de las grandes, de podar]. A pesar de mi estado, creo haber comprendido el mensaje: en su inmensa generosidad, la había leído completa,y la cosa le había parecido innecesariamente larga. Tenía razón. Mis directores también pensaban lo mismo, pero me habían permitido expresarme sin hacerme pasar por domesticaciones a las cuales no hubiera sobrevivido por falta de elementos. Viendo el consenso existente sobre el asunto, tomé el consejo por bueno inmediatamente y me lancé en esto de cortar, empezando por las cien páginas iniciales de discusiones historiográficas que, como estaban actualizadas y tenían cierta unidad interna, había enviado a evaluar como artículos.1 Pero tras los primeros cortes, los dos años de reposo se 1

De estas amputaciones sin anestesia felizmente publiqué de manera casi inmediata: “Por el camino de la Historia Política: hacia una historia política configuracional”, en Secuencia, núm. 53, México, mayo-agosto de 2002, pp. 163 a 196; “La historia del poder político sobre el período temprano colonial rioplatense. Razones de una ausencia – Propuestas para una agenda”, en Penélope. Revista de História y Ciências Sociais, Núm. 29, 2003, pp. 133-159, “Las babas de la microhistoria. Del mundo seguro al universo de lo posible”, en Prohistoria, Año III, núm. 3, Rosario, 1999 y “Después de la microhistoria. Escalas de observación y principios de análisis: de la microhistoria al microanálisis radical”, incluido en Ensayos sobre Microhistoria, Jitanjafora, México, 2002, pp. 7-38. Borradores de esos artículos constituían la primera parte de la tesis. Por último, los introitos a los análisis sobre la familia de Garay y algunas consideraciones metodológicas sobre el análisis de los pleitos de lo que era la cuarta y última parte de la tesis sirvieron de base para “La familia, la historia social y la historia del poder político”, en BARRIERA, Darío y DALLA CORTE, Gabriela –compiladores– Espacios de Familia: ¿tejidos de lealtades o campos de confrontación? España y América, siglos XVI-XX, Jitanjafora, Morelia, 2003, pp. 303-323 y “La justicia como laboratorio para la historia. Relaciones personales y recursos jurídicos en procesos judiciales (Santa Fe, Río de la Plata, siglo XVII)”, en Tierra Firme, XX, 78, Caracas, 2002, pp. 143-165.

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transformaron en diez y la tijera que utilicé para esto es ahora una modelo Macintosh, pequeña y liviana, pero tan efectiva como la sugerida por Juan Carlos. La prehistoria de este libro se ha extendido demasiado. Tengo la sensación de estar dando a la imprenta un libro ya viejo y por eso necesito ofrecer sintéticamente motivos que debo expulsar. Pasé mucho tiempo convencido de que ya no iba a editarlo. Su contenido se basa en investigaciones que hice entre 1997 y 2002 bajo la dirección de Bernard Vincent y María Inés Carzolio, mientras que su escritura se desarrolló en dos etapas. La primera (de extensión y ligada a la tesis) entre 1999 y 2002, cuando preparé las tres partes del original en español de la tesis que François Godicheau tradujo al francés para que pudiera presentarla en la EHESS. La segunda –de compresión y ligada al libro que publicaría la EHESS, entre 2003 y 2006 y que ahora publicará PUM en Toulouse– se realizó sobre el texto en francés, para acomodarlo al formato y extensión requeridos. La dilación de la edición del libro en francés me acicateó para reconsiderar la idea de publicar una versión en español del que habíamos concluido con François a finales de 2006 para la editorial francesa. Para cerrar esta operación, entonces, renuncié a introducir correcciones, modificaciones y actualizaciones que son seguramente exigibles, y solamente corregí algunos errores insoslayables. Como testimonio de ellos queda la Tesis (2002) disponible en línea completa, documentando todo para bien y para mal.2 Por otra parte, el libro estuvo primero terminado en otra lengua por motivos que no convoco como justificación, sino que la sensibilidad histórica exige: mi decisión de no publicarlo reposaba en que el texto envejecía más rápidamente de lo soportable, pero esto se debe finalmente a razones interesantes, entre las cuales se destacan la brutal aceleración del cambio tecnológico y, desde 2003, el crecimiento exponencial de la inversión del Estado argentino en investigación científica. A primera vista parece paradójico: esto debió facilitar la terminación del proceso. Sin embargo, para mí subrayaba la muy diferente dinámica de la investigación realizada frente a la que podría estar realizando en un momento en el cual, como expondré enseguida, mis proyectos de investigación ya no se enfocaban sobre Santa Fe la Vieja. Esta investigación primaria y primitiva se hizo entrando a los archivos con lápiz y cuartillas (Oscar Trujillo y Ana Díaz Serrano son testigos oculares de la segunda vez que fui al Archivo de Indias en esas condiciones); la masificación de los modos electrónicos de captura de imágenes revolucionó el 2

Versiones en microficha fueron entregadas a diversas universidades; la versión publicada por el ANRT de Lille, à l’état, sin una sola corrección, está disponible en línea desde 2007 bajo su título original: Vers une histoire politique configurationnelle. Conquérants, familles et rapports de pouvoir dans une ville aux confins de l´Empire Espagnol (Santa Fe, Río de la Plata, XVI-XVII siècles).

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rendimiento de las visitas a los archivos y además, afortunadamente, la puesta en línea de muchos documentos aquí utilizados pudo ser consultada para las correcciones sin viajar a Santa Fe.3 Esto siempre me hizo sentir que el texto envejecía rápido. Para no perderlo todo, mi estrategia fue la de hacer algunos artículos en español con base en diferentes capítulos o a partir de algunos problemas. Y eso mismo (sumado a mi trabajo en la docencia, en las nuevas investigaciones y en la edición) explica por qué nunca llegaba el tiempo para este libro que, al mismo tiempo, me decía, requería más y más correcciones. Otro motivo que parece importante explicitar está calzado con este: en junio de 2002 nuestro país ya no estaba en llamas, pero caminábamos sobre una herencia de cenizas humeantes y algunas brasas todavía ardientes. Por cierto, el 26 de junio de ese año demostró de un modo triste y palmario la fragilidad de aquel momento.4 Mi situación laboral cabalgaba entre la multiocupación y cuentas que no cerraban para lo mínimo, de modo que, ya doctorado, acepté una generosa oferta de trabajo en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, donde enseñé muchas horas –y aprendí muchas cosas– entre octubre de 2002 y abril de 2003, cuando regresé para incorporarme como miembro de la Carrera del Investigador Científico a CONICET –algo que no se concretó de manera efectiva sino hasta 2004. Mi inserción en el sistema de investigadores de CONICET tuvo un efecto decisivo en mi vida. Decisivamente benéfico. No había recibido becas para hacer el doctorado,5 por lo tanto para mí significó el ingreso a un universo completamente diferente, donde podía y debía profesionalizarme. En buen romance, fue solamente a partir de entonces –tenía ya 38 años– cuando dejé de autofinanciarme haciendo otras cosas (básicamente

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Algunos legajos de AGI (que inicialmente utilicé microfilmados) así como documentación del cabildo santafesino que puso en línea el Gobierno de la Provincia de Santa Fe desde hace algunos años. Mientras que para leer los microfilmes –que ya significaban un progreso, puesto que no había que ir físicamente a Sevilla– debía pedir turnos de una o dos horas en los lectores cuya utilización me facilitaba generosamente Carina Frid en el Parque España a finales de los años 1990s, la puesta en línea del material permite un trabajo intensivo y a destajo sobre el material. Me refiero a los sucesos tristemente conocidos como masacre de Avellaneda, donde fueron asesinados los militantes sociales Maximiliano Kostecki y Darío Santillán. Debo reconocer otros apoyos: Entre 1995 y 1997 viajé a los archivos de Santa Fe y Buenos Aires con viáticos de dos proyectos financiados por CONICET que dirigía Nidia Areces, a quien agradezco por su confianza en aquellos inicios, cuando realicé bajo su dirección mi tesis de licenciatura sobre Hernandarias de Saavedra. A fines de 1996 obtuve una plaza Intercampus en la Universidad de Almería (España); gracias a Francisco Andújar Castillo y Bernard Vincent, desde allí pude viajar a París para comenzar el doctorado en la EHESS. En 1998 obtuve una de las becas de la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe, que consistió en seis asignaciones mensuales de una suma fija que utilicé para viajar a Santa Fe y continuar con el relevamiento de expedientes en el Museo Etnográfico.

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música, lo cual no era desagradable como lavar platos pero sí muy exigente mental, emocional y físicamente) y mis investigaciones, planificadas sobre un ingreso regular, adquirieron un carácter sistemático. Quise y pude pensar proyectos nuevos, elegí una temática y me planteé un camino que –aquí está el quid– no incluía en absoluto volver a revisar este libro, cuya versión en francés avanzaba y seguía un camino que por entonces parecía fluido. Desbordando la intención explicativa, no puedo ignorar que esa inflexión en mi recorrido personal está atravesada por y vinculada con el nacimiento de cambios profundos en las políticas de Estado en la Argentina: no fue entonces el fruto de un esfuerzo basado en valores individuales como la voluntad o el mérito, sino la coincidencia entre la prepotencia del trabajo y ciertos aspectos de las políticas científicas que el Estado nacional encaró desde 2003 para generar un crecimiento de la masa crítica y de la producción científica que no tiene precedentes en la historia argentina. El libro, por último, tenía –y conserva intacto– otro grave problema: antes de publicarlo, yo pretendía cubrir el bache que completa la experiencia de Santa Fe la Vieja. Aunque a veces algunos capítulos desbordan el año 1640, por razones que expliqué al publicar la tesis, no investigué problemas clave de las dos últimas décadas de la vida de la ciudad vieja –como los intentos de expulsión de los portugueses o el traslado de la ciudad: en el momento había otras colegas trabajando estos temas y, por lo demás, la médula de lo que yo quería plantear no exigía contar toda la experiencia de la ciudad vieja. El lector interesado puede remitirse a los buenos trabajos sobre dichos tópicos que encontrará citados a lo largo del libro. Con estos argumentos –que tuve que recordarme a mí mismo una infinidad de veces– decidí no completarlo y renunciar, también, a la pertinaz e inconsciente apetencia de publicar un libro que fuera también una historia de Santa Fe la Vieja. Este libro decididamente no lo es. Conservé las inquietudes, los problemas, los enfoques y miré allí, trabajé en el laboratorio de Santa Fe la Vieja y logré deshacerme del lastre de sentirme obligado a “completar” el análisis hasta el final de su experiencia. En este sentido viejos y nuevos trabajos, que también se citan copiosamente, cumplen el objetivo con creces. Esta renuncia a la completitud se advierte incluso en términos de divulgación cuando compusimos, con otros colegas, una versión para el gran público de la historia de la provincia.6 En las ocasiones en que decidí intervenir el texto más allá de la edición gramatical, con agregados o aclaraciones –que, insisto, son una ínfima proporción de las que el libro requiere– mis notas están precedidas del año de la intervención entre corchetes (por ejemplo, [2012]). El título, si se me permite, debe ser inter6

Nueva Historia de Santa Fe, 12 vol., La Capital, Rosario, 2006.

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pretado como un homenaje a los trabajos de Agustín Zapata Gollán, y sobre todo como una invitación: si lo cortamos en “abrir puertas”, pues pasen, vean y sigan explorando.

Agradecimientos

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a tesis tenía cuatro largas hojas de agradecimientos, y siguen disponibles con ella. Aquí me ciño a gratitudes solo vinculadas con la factura de este libro. François Godicheau, traductor de mis borradores en español al francés, continuó dialogando conmigo durante años sobre el texto ya traducido y promovió, voluntaria e involuntariamente, muchos cambios que mejoraron el libro. De los otros ni él ni nadie tiene responsabilidad, sólo yo mismo. Su trabajo de traductor, pero sobre todo sus preguntas permanentes, su entusiasmo y su bondad me permitieron llegar a la versión acotada y comprensible de un borrador que era experimental y laberíntico. A mis hijos, que siempre están creciendo y que me enseñan tanto sobre la vida en general y sobre el amor en particular. A ellos les agradezco infinitamente la ternura, las críticas y el que me den tanto cariño a pesar de las dolorosas ausencias que seguramente identifican en cada fragmento de este montón de papeles. Al todo el personal de los archivos santafesinos, que me facilitó consultas para chequear datos incluso durante períodos difíciles para sus instituciones –por inundaciones, por los procesos de digitalización de materiales y de reformas edilicias, han pasado tantas cosas…– muy particularmente a Pascualina Di Biasio (directora del Archivo General de la Provincia) y el arq. Luis María Calvo (director del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe), a quien la historia colonial (y no solo la santafesina) debe tanto. A los lectores de diferentes fragmentos del mosaico, tantos que no caben en muchas hojas: el primero de todos, Bernard Vincent. Padre querido, muchísimas gracias por todo siempre. Quizás Griselda Tarragó, José Javier Ruiz Ibáñez, Jean-Frédéric Schaub, Juan Carlos Garavaglia, Rodolfo Richard-Jorba, Mauricio Minotti, Diego Roldán, Valentina Ayrolo, Michel Bertrand, Germán Soprano, Inelén Sanjurjo, Oscar Trujillo, Marta Bonaudo, María Angélica Corva, Paula Polimene, Mañe Barral, Marco Penzi, Carolina Piazzi, Raúl Fradkin, Elisa Caselli y Gaetano Sabatini no lo hayan registrado, pero de diferentes maneras me animaron a terminar esta versión. En este renglón, no obstante, tres personas fueron decisivas: Alicia Talsky (directora del Museo Histórico de la Provincia de Santa Fe) avaló esta edición que Víctor Tau Anzoátegui (director del Instituto Nacional de Historia del Derecho) estimuló insistentemente con palabras serenas después de ver el material crudo en francés. La tercera es en realidad la más importante: nadie me apoyó tanto como Miriam Moriconi, con quien compartimos todas las mañanas del mundo. Su inteligencia, su voz, su humor, sus colores y su amor no podrían tener un efecto más benéfico sobre mis deseos en general y sobre mis ganas de hacer historia en

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particular. Me siento muy afortunado de tenerla por compañera y esposa. Mi gratitud para con ella se expresa en este punto, pero sabe que lo excede. Además comprende como nadie lo que significa cerrar este tipo de trazos de longue durée.7 Por ...


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