Alemania e Italia en la Segunda Guerra Mundial PDF

Title Alemania e Italia en la Segunda Guerra Mundial
Course Matemáticas
Institution Universidad de Santiago de Chile
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Recopilación de las acciones bélicas de Alemania e Italia y la reacción mundial que causaron....


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ALEMANIA E ITALIA EN LA SEGUNDA GUERRAMUNDIAL

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INFLUENCIA DE ITALIA EN EL NAZISMO ALEMÁN Las civilizaciones que han destacado más durante la expansión alemana han sido Alemania e Italia, Italia empezó con una forma de vida la cual era el fascismo, Alemania al darse cuenta de que este estilo de vida tenía mucho sentido y podría ser útil fue adoptándolo, pero cambiando el nombre de la forma de vida y también unos ideales de esta misma, el nuevo régimen que nació de la mezcla del fascismo y la mentalidad alemana fue otorgado con el nombre de nazismo. PACTOS ENTRE ALEMANIA Y LAS DEMÁS CIVILIZACIONES Las posiciones de Mussolini en política exterior, durante los primeros años, estuvieron orientadas por el pragmatismo y la prudencia, que le aconsejaban no dar pasos en falso en Europa en tanto que no se consolidara el régimen fascista en Italia. La primera orientación de cómo debía proceder la percibió en la protesta emitida por la Sociedad de Naciones, tras la ocupación de la isla de Corfú en 1923. Al año siguiente, firmó un acuerdo amistoso con Yugoslavia, por el que Italia renunciaba a sus reclamaciones sobre la costa dálmata, a cambio de la anexión de Fiume. Y en los años siguientes se ocupó Somalia, y Albania se convirtió en protectorado italiano, hasta que fue invadida por tropas italianas en 1939. a) Las relaciones con Gran Bretaña y Francia. Las relaciones entre Italia e Inglaterra se pueden calificar como amistosas hasta que el acercamiento entre Hitler y Mussolini se estrechó y las hizo cambiar de tono, en beneficio de los intereses nazis. Y en cuanto a Francia, si no resulta adecuado hablar de relaciones amistosas, al menos habrá que calificar la convivencia de estos dos países como de no beligerantes, en estos primeros años. En el año 1934 Mussolini había abortado un intento de Hitler de anexionarse Austria, Mussolini desplazó divisiones a la frontera con este país y Hitler desistió del intento. En el 1935 tres naciones -Francia, Inglaterra e Italiacondenan la actitud expansionista nazi en la Conferencia de Stressa. En esta ocasión, más que las afinidades de los distintos regímenes políticos, habrá que analizar las peculiares posiciones internacionales de cada uno de ellos para entender el desarrollo de estos acontecimientos. En efecto, no se puede entender la actitud condenatoria del régimen fascista, dada la similitud de planteamientos que tiene con la política nazi, si no se tiene en cuenta que dicha condena se refiere al expansionismo nazi,

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en cuanto que se proyecta en zonas donde los intereses italianos habían fijado su atención, como es el caso de Austria y los Balcanes. b) La política expansionista y la aproximación a Alemania. Pero en el otoño de 1935, tras pacificar los territorios de Libia, el fascismo decidió ampliar su Imperio colonial en África oriental a costa de Abisinia, actual Etiopía, que fue invadida, sin previa declaración de guerra. Lo que sobre el papel se juzgaba como una «fácil» acción militar, en su puesta en práctica no lo fue tanto, y la catástrofe de Adua de 1896 estuvo a punto de repetirse. Sin embargo, en mayo de 1936 las tropas italianas consiguieron entrar en Addis Abeba y derrotar a Haile Selassi, emperador de Etiopía, cuyo título fue adjudicado a Víctor Manuel III. Gran Bretaña y Francia protestaron por la invasión ante la Sociedad de Naciones, que puso de manifiesto su ineficacia represiva con los países invasores. Tras largos debates se propuso un boicot internacional, por el que no se venderían a Italia armas ni carburantes, además de negarle los créditos que solicitara. La medida fue generalmente secundada, por lo que Hitler se apresuró a atemperar la soledad del Duce con su apoyo incondicional. Italia había caído definitivamente en la órbita alemana. La participación de ambos en la guerra civil española del lado del bando franquista, les unió aún más. El 1 de noviembre de 1936, Mussolini proclamó que «el eje de Europa pasa por Roma y Berlín». Las pocas dudas que pudiera encerrar esa frase quedaron totalmente despejadas el 22 de mayo de 1939, fecha en la que se firma un tratado de amistad y alianza entre Italia y Alemania, conocido bajo el nombre de «Pacto de Acero». CONFLICTOS ENTRE ALEMANIA CON LAS DEMÁS CIVILIZACIONES Para junio de 1941 los alemanes habían conquistado la mayor parte de Europa. Aunque la política antijudía era diferente en Europa occidental y oriental, la meta final era idéntica: expulsar a los judíos de los territorios bajo dominio alemán o la muerte como consecuencia de las condiciones imperantes. En un lapso de menos de dos años, desde la conquista de Polonia en septiembre de 1939 hasta la invasión de la Unión Soviética en junio de 1941, Alemania consiguió apoderarse de la mayor parte de Europa: Dinamarca, Noruega, Bélgica, Holanda, Francia, Yugoslavia y Grecia fueron ocupadas después de breves campañas. Al término de la exitosa campaña militar se amplió más aún el control alemán sobre los judíos europeos.

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Países del sureste -Eslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria- aceptaron de buen grado las imposiciones de Alemania y fueron incluidos en la esfera de influencia de ese país. En el amplio territorio del continente europeo, considerado el ámbito del nuevo orden, los nazis se veían amos y señores del destino de los judíos. Si bien había diferencias en los métodos y la intensidad en el trato impartido a los judíos -dado que en occidente los ocupantes alemanes debieron tomar en cuenta la posición de la población local y concedieron a las administraciones de esos países una mayor autonomía- la ideología nazi no hizo distinciones entre los judíos, ir respectivo de sus orígenes. Los nazis eran conscientes de que el antisemitismo en Europa occidental no tenía la misma intensidad y popularidad que en los países del Este y de que los judíos de occidente eran considerados por muchos de sus habitantes como miembros de la nación. Por ello los nazis no erigieron guetos en esos países como lo hicieron en el Este del continente, donde encerraron a los judíos en condiciones terribles de hacinamiento, detrás de vallas y muros, con la ayuda activa de muchos de los pobladores locales, aislándolos del mundo exterior, privándolos de sus fuentes de trabajo y condenándolos a una vida de humillación, pobreza, decadencia y muerte. Aun así, en Europa occidental los nazis implementaron una política de "arianización" (venta forzada de bienes) y discriminación, que fue ejecutada paulatinamente. A pesar de las diferencias la meta central de los nazis era idéntica: eliminar la presencia judía por medio de la expulsión o la muerte causada por las pavorosas condiciones de vida. EL EXPOLIO DE LAS POSESIONES DE LOS JUDÍOS La expoliación de los bienes pertenecientes a los judíos era una parte integral de la política nazi. Propiedades y riquezas acumuladas con trabajo y creatividad y que constituyeron por muchos siglos una parte integral de la actividad económica y cultural de Europa fueron usurpadas en forma sistemática. Inmediatamente después de su asunción al poder los nazis se dedicaron a expulsar a los judíos de la vida económica. A partir de 1938 el proceso recibió validez legal. Al comenzar la guerra este método fue trasladado a los países ocupados. Inmuebles, fábricas, tiendas y talleres artesanales, riquezas culturales, obras de arte fueron confiscadas por orden de las autoridades nazis.

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En Europa oriental el robo continuó dentro de los guetos. Después de las deportaciones a los campos de exterminio la población local se apoderó de las casas y parte de los bienes judíos. De los campos de muerte partían constantemente trenes con los efectos personales de las víctimas. LA POLÍTICA EXTERIOR FASCISTA Los primeros años de la política exterior fascista se caracterizaron por un constante compromiso junto a las potencias de la Entente Francia y Gran Bretaña. Sin embargo, la seguridad colectiva era el cuadro al interno del cual el duce tenía intención de obrar con un objetivo final, el de convertir a Italia en una potencia de primer nivel, como los vencedores del primer conflicto mundial. Con el nombramiento en el ministerio de Relaciones Exteriores de Dino Grandi en 1929, las condiciones internacionales cambiaron de manera de permitir a Mussolini la posibilidad de una política exterior italiana más audaz, se esbozó el proyecto del duce, consistente en la línea del peso decisivo. A tal efecto Mussolini, después de haber despedido a Grandi en el 1932 y haber asumido de nuevo la posición en el ministerio de Asuntos Exteriores (cargo que mantiene hasta el 9 de junio del 1936), se convirtió en el promotor del Pacto de los Cuatro, dirigido a la colaboración entre las cuatro potencias europeas (Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania). De este modo el duce pretende lograr su política exterior mediante la asignación a la Italia fascista de un papel de gran potencia responsable, al igual que las otras, del orden en Europa. Ya en octubre de 1932, durante un discurso en Turín, el duce propuso un acuerdo de colaboración entre las grandes potencias occidentales para encaminar una solución a la crisis económica y política de Europa, teniendo en cuenta las dificultades en las cuales se encontró la conferencia del desarme, la tensión franco-italiana y la ascensión de Hitler en Alemania. La situación internacional y especialmente la europea en los años treinta ofrecía, según el duce, óptimas ocasiones para poner en relieve el papel de Italia. En Alemania, el fin de la República de Weimar en la primera posguerra estaba ya señalada por la ascensión del nacional-socialismo. De aquí que a causa de la crisis con Francia se temiera una nueva agresión alemana y la tensión entre los dos Estados constituía un gran punto de interés

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para el duce, ya que justo con París Italia tenía un cierto roce en el campo colonial. Las directrices de la expansión francesa, de hecho, estuvieron directamente contrastadas con la consolidación de la presencia italiana en Eritrea. Mussolini esperaba, por tanto, aprovechar la tensión franco-alemana colocando a Italia en una posición equidistante para lograr los propios objetivos. Otro elemento de la crisis estaba constituido por el problema del desarme. Las numerosas iniciativas emprendidas por las potencias vencedoras (incluidos los Estados Unidos) para proceder a la reducción de los armamentos navales y terrestres sufrieron un abrupto fin con la llegada del nazismo a Alemania y con la falta de acuerdo entre los proyectos británicos y franceses con respecto a las dotaciones militares. Por último, la crisis de Wall Street que envuelve a Europa arrasando con la difícil recuperación de las economías europeas que se habían encaminado a partir de los años veinte y que constituían un ulterior elemento de tensión, ya que otro tema no encontraba solución definitiva: el de las reparaciones y las deudas de los países derrotados, el primero entre todos Alemania, que tenía que pagar a los vencedores. Aun cuando el Plan Dawes hubiera permitido una tregua momentánea, el deterioro del mercado internacional como consecuencia de la crisis del 29 no permitía al principal deudor, es decir Alemania, poder hacer frente a sus propias deudas. El marco europeo estaba entonces caracterizado por la revelación de nuevos fenómenos cuyas consecuencias, imprevisibles en la época, quiso explotar Mussolini para alcanzar su proprio fin: obtener el prestigio internacional de la Italia fascista. La propuesta del Pacto de los Cuatro formó parte de la táctica dirigida hacia la realización de la línea estratégica del peso decisivo. Se trataba de un acuerdo que habría constituido un directorio de cuatro Países en los que Italia, junto a Gran Bretaña, habrían revestido la función equilibradora suprema y moderadora respecto al nudo constituido por Francia y Alemania.

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IMPACTO DEL NACIONALISMO NAZI EN LA IDEOLOGÍA EXPANSIONISTA El término nazi es la apócope de Nacionalsocialismo en alemán. Esta ideología fue institucionalizada en el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (PNSAT), en alemán Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei (NSDAP), también conocido como Partido Nazi. El Tercer Reich es el período y se utiliza como sinónimo para la Alemania nazi. El término fue introducido por la propaganda nazi, que contaba al Sacro Imperio Romano Germánico como el primer Reich o imperio, al Imperio alemán de 1871 como el segundo y a su propio régimen como el tercero. Esto se hizo para sugerir una vuelta gloriosa de la Alemania anterior tras la República de Weimar instaurada en 1919 y que, sin embargo, nunca fue disuelta oficialmente por el nuevo régimen. Desde 1939, sin embargo, los propios nazis evitaron utilizar la expresión «el Tercer Reich» y prefirieron llamarlo «Gran Reich alemán» (Grossdeutsches Reich), con el objeto de aludir a la considerable expansión de sus fronteras que se produjo en 1939 y 1940. El Partido Nazi procuró combinar símbolos tradicionales de Alemania con símbolos del partido Nazi, siendo un símbolo único, la esvástica, el más representativo del régimen, en un esfuerzo por afianzar la idea de unidad entre sus ideales y Alemania. El ascenso al poder de los Nazis provocó el fin de la República de Weimar, una democracia parlamentaria establecida en Alemania después de la Primera Guerra Mundial. Después de su derrota en las elecciones de 1932, el NSDAP promovió una ola de revueltas y violencia callejera que llevó al débil e inestable gobierno al colapso. El jefe de Estado, Paul von Hindenburg, fue presionado a pactar con Adolf Hitler, quien fue nombrado canciller alemán el 30 de enero de 1933. Una vez en el cargo, Hitler decretó nuevas elecciones en medio de una intensa propaganda nazi. El 28 de febrero, poco tiempo antes del inicio de los comicios, el edificio del Reichstag (el Parlamento alemán) fue incendiado. Entonces Hitler culpó a los comunistas, sugiriendo que el incendio era el comienzo de una revolución y sembró el pánico con el objetivo de obtener un mayor caudal electoral, de esta manera el gobierno promulgó un decreto que suspendió los derechos civiles constitucionales y creó un estado de emergencia en el cual decretos oficiales podían ser promulgados sin confirmación parlamentaria. Finalmente, las elecciones le otorgaron el control del Parlamento, el que poco después aprobaba una ley que establecía una dictadura a través de medios democráticos.

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En los primeros meses de la cancillería de Hitler, los Nazis instituyeron una política de coordinación -el alineamiento de individuos y instituciones con los mismos objetivos de los nazis-. La cultura, la economía, la educación y la ley, todos vinieron bajo control de los nazis. El gobierno nazi también intentó coordinar las iglesias alemanas y, aunque no fue enteramente logrado, ganó apoyo de una mayoría de clérigos católicos y protestantes. Una propaganda extensiva fue usada para difundir los objetivos y ideales del gobierno. Con la muerte del presidente alemán Paul von Hindenburg en agosto de 1934, Hitler asumió los poderes de la presidencia. El ejército prestó juramento de lealtad personal a Hitler. Hitler impuso desde entonces un gobierno centrado alrededor de su figura, basado en el principio del líder o Führerprinzip. Según este principio político, el Führer quedaba identificado con el pueblo («era» el pueblo), y sólo él conocía y representaba el interés nacional. Esta representación del pueblo por el líder era esencial: no suponía ningún procedimiento de consulta y delegación del poder. El Führerprinzip, sostenían sus ideólogos, reemplazaba a un gobierno irresponsable e impotente (el parlamentario), por otro poderoso y en el que la responsabilidad recaía en una sola figura. Así, la voluntad del Führer se transformaba en la ley. La aplicación de este principio resultó en formas totalitarias de control y represión, ya que cualquier oposición a los designios del Führer era, por definición, antinacional. Tras la derrota en la I Guerra Mundial, Alemania tuvo que enfrentarse con un nuevo problema: la protección y defensa de los intereses de las minorías alemanas en Europa Centrooriental, perjudicadas por la nueva situación geopolítica creada en el área. A la actividad diplomática oficial, desarrollada sobre todo a través de la Sociedad de Naciones, se unió la fuerte presión que sobre el Gobierno alemán ejercieron una multitud de organizaciones dedicadas a la defensa y protección de las minorías alemanas en el extranjero, que en parte se remontaban a organizaciones anteriores a 1914, pero que ahora reforzarán sus vínculos con el nacionalismo radical de orientación vólkisch. El nacionalismo alemán elaborará así una teoría acerca de la reordenación nacional del continente europeo, la defensa de los derechos de las minorías nacionales y la exaltación de las minorías como expresión más «pura» del carácter nacional alemán, acentuando sus características conservadoras y antiliberales. Entre los teóricos de esta corriente destacará sobre todo MaxHildebert Boehm. Tras 1933, muchos de sus contenidos y propuestas serán transformados y reorientados por el nacionalsocialismo. El problema de las minorías nacionales en el área centroeuropea constituyó uno de los temas más candentes de la escena política europea durante el período de entreguerras. No

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menos importante fue el papel e intervención de Alemania en su desarrollo y desenlace, tanto durante la República de Weimar como, posteriormente, durante el nacionalsocialismo, especialmente a través de su actuación en la Sociedad de Naciones, al abrigo del sistema de protección de minorías articulado al amparo de Ginebra, y que se tradujo en un activo apoyo a las reivindicaciones de las minorías nacionales europeas en general y alemanas en particular desde 1925, con un período álgido durante el mandato del canciller Stresemann (1925-1930)2 . Buena parte de las minorías nacionales europeas eran germanas: en algunos casos, poblaciones alemanas se habían visto reducidas* a la condición de minorías tras los cambios territoriales de 1918/19, pasando a formar parte de nuevos Estados (sobre todo, Polonia); en otros casos, las minorías germanas tenían ya una larga historia de entendimiento y conflicto con los Estados de Europa oriental, como las minorías balto alemanas, los alemanes de Rumania (Transilvania), de Hungría o de los Sudetes3 . Pero la situación se agravó considerablemente, en todos los casos, para las minorías nacionales durante el período de entreguerras, y los alemanes no fueron una excepción. Ahora bien, sobre las minorías alemanas recayó tras 1945, de un modo en ocasiones bastante injusto, una especie de leyenda negra que juzgaba todas sus actividades e iniciativas en defensa de su cultura e intereses meramente en términos de quinta comunismo al servicio del revisionismo fronterizo del Estado alemán, cuya culminación sería sin más la política expansionista del III Reich.

IMPACTO DE LAS CUESTIONES ECONÓMICAS NACIONALES EN LA POLÍTICA EXTERIOR DE ALEMANIA E ITALIA. Durante los años de 1922 y 1945, los países centroeuropeos de Alemania e Italia experimentaron gobiernos de tinte ultranacionalista que modificaron las políticas exteriores de sus respectivas naciones, hasta el grado de que pasaron de ser territorios devastados por los estragos de la Primera Guerra Mundial a transformarse en Potencias económicas y armamentísticas en menos de dos décadas. Los principales protagonistas de estos acontecimientos fueron el Canciller Alemán, Adolf Hitler, y el líder italiano Benito Mussolini. Estos personajes instauraron los regímenes nazis y fascistas en su territorio, y modificaron las políticas exteriores de estos países, las cuestiones económicas nacionales fueron un motivo para este cambio, por lo tanto, en este ensayo se analizará el impacto de estos factores mercantiles en la reforma de las relaciones diplomáticas del III Reich y la Italia fascista.

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Además, se analizarán las reacciones ante las agresiones germano-italianas durante los años 1933 y 1940. En los años siguientes del Tratado de Versalles, la República de Weimar atravesó problemas económicos demasiados graves. Su moneda nacional, el marco, sufrió los efectos de una hiperinflación demasiado elevada. Las clases medias alemanas sufri...


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