Alexa Riley - Forced Submission 1 - Taking WHAT´S MINE PDF

Title Alexa Riley - Forced Submission 1 - Taking WHAT´S MINE
Author Kay Trejo Lopez
Course proceso de separacion
Institution Instituto Tecnológico de Pachuca
Pages 45
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Summary

Vvbnn de nada excelente día para ti y tu familia y tu familia y tu familia y tu familia y tu familia y tu familia y tu familia y tu familia y tu familia y tu familia y tu familia y tu...


Description

Serie Sumisión Forzada #1

Alexa Riley.

La presente traducción ha sido llevada a cabo sin ánimos de lucro, con el único fin de propiciar la lectura de obras cuya lengua madre es el inglés, y no son traducidos de manera oficial al español. El staff de Lucky Girls Books apoya a los escritores en su trabajo, incentivando la compra de libros originales si estos llegan a tu país. Todos los personajes y situaciones recreados pertenecen al autor.

Queda totalmente prohibida la comercialización del presente documento.

¡Disfruta de la lectura! Lucky Girls Books

Traducción y diseño a cargo de: Ivi

Para Lisa… gracias por tu amistad y por inspirar este libro. Gracias.

ola en la noche, en el medio de la nada. El sheriff del pueblo me hace

S

estacionar a un costado de la carretera. Debería estar a salvo. No lo estoy. Nada podría haberme preparado para lo que él planeó. Y mis más oscuros

deseos deberían haber permanecido en secreto. Pero parece que él lo sabe todo sobre mí. Ahora soy suya, y única.

Precaución: este libro contiene situaciones que involucran sumisión y dudoso consentimiento. El héroe está obsesionado más allá del control. Nada puede detenerlo de la única mujer que tendrá. Estos temas son disparadores para unos, y dulces caramelos para otros. Si estas dispuesta a esperar hasta la última página para juzgarlo, el final lo vale, lo prometo.

Staff Dedicatoria Sinopsis Capítulo 1 — Colton Capítulo 2 —Rose Capítulo 3 — Colton Capítulo 4 — Rose Capítulo 5 — Colton Capítulo 6 —Rose Próximo libro. Sobre Alexa Riley.

Colton.

M

i verga empuja contra la parte frontal del pantalón de mi uniforme, al saber lo que se acerca. Y no me refiero a mi pene. Hoy tomaré una probada de mi dulce pequeña Rose. He estado planeándolo por

semanas. Me rio ante el pensamiento de la palabra “planeándolo”. Planear es quedarse corto. Es más como obsesionando e invadiendo cada uno de mis pensamientos. Ser el sheriff de Kirksville, Nebraska, solo hace que sea mucho más sencillo de hacer. No me importa cuánto Rose luche contra esto; sé que lo quiere. Espero que luche; eso solo hace que mi verga se endurezca y su sumisión sea mucho más dulce. Para el final de esta semana, ella sabrá a quien le pertenece. Su vida comenzará y terminará conmigo, y no tomaré menos que eso. Levantando la vista, miro las fotos que le tomé desnuda. Es sencillo deslizar la pequeña cámara en su baño y habitación sin que lo sepa. Por supuesto, siempre tengo mis ojos en ella; es mía después de todo. Ha sido mía desde el primer día en que la vi. Un rostro fresco, maestra de segundo grado de la escuela primaria. Tan inocente y pura. Me necesita tanto como yo a ella. Puedo protegerla, porque si cualquier persona siente una décima parte de lo que yo siento por ella… Aprieto las imágenes en mi mano de sólo pensar en cualquier otra persona deseándola. Rechino los dientes de rabia. Nadie más puede tenerla. Las fotos oscilan desde ella en la ducha, algunas cambiándose la ropa y una masturbándose. En esa foto me está tentando con su coño, haciéndome desearlo. Mi sangre hierve al pensar que no fui yo quien la hizo correrse, incluso si ese alguien fue ella misma. Es una locura estar celoso de ella, pero no importa

llegado a este punto, porque estoy más allá de la locura cuando se trata de ella. No hay vuelta atrás. Al menos sé en qué estaba pensando cuando se tocaba a sí misma. La pura e inocente pequeña Rose tiene fantasías sucias. Las he leído todas en su diario que cree que ha escondido muy bien. Le daré lo que quiere, incluso si me ruega para que me detenga, y créeme, habrá un montón de ruegos. Ya puedo oír sus suplicas en mi mente, haciéndome derramar un poco de líquido pre seminal de mi verga. Besando una de las fotos, las coloco todas juntas y las pongo en mi guantera con su diario. Desciendo de mi camioneta cerrando la puerta detrás de mío, con una sonrisa en el rostro. Ella caminó directamente hacia mi trampa. Cada día cuando deja la escuela, toma el mismo camino hacia su casa. En la región muchas casas se encuentran distanciadas y una de ellas es la suya. Toma un atajo, pero el camino que utiliza es rural y no posee pavimento. Solo suena la grava suelta debajo de mis botas mientras achico la distancia hacia ella. El verano recién comienza y hoy fue su último día de clases hasta que comience el nuevo año escolar. Supe que estaría trabajando hasta tarde y usé eso como ventaja. He esperado el tiempo suficiente para este día, y ella lo completará para mí con su coño, su boca, su culo y su completa sumisión. He estado en la cuerda floja con ella y ya la siento cortarse. Necesito tocarla, enterrarme en ella y enfriar algunos de los intensos deseos que me provoca. Ella me hizo esto. Nunca en mi vida sentí esta necesidad por nadie. Despertó esta bestia dentro de mí y se encargará de ella. Solo ella. Desde el primer día en que la vi, la idea de cualquier otra mujer me molestó. Forjó su camino dentro de mi sistema y ahora está a punto de quedarse allí y darme lo que necesito. Lo que ambos necesitamos. Pronto envolverá su dulce boca a mí alrededor y chupará toda esta lujuria de mi cuerpo. Llenaré cada uno de sus agujeros hasta que gotee con mi semen, y entonces tal vez me calme.

Cuando llego a la puerta de su choche, le doy dos fuertes golpes a su ventana, forzándola a bajar el vidrio. Sus ojos verdes tan grandes como el mar me observan, su labio inferior hace pucheros y eso me vuelve loco. Toda su apariencia dice ‘inocencia’ y no puedo esperar para convertirla en mi pequeña puta. Las cosas que me hará, para mí – y nadie más lo sabrá— será una parte de ella que solo yo poseeré. —¿Señor? – La sola palabra parece golpear mi cuerpo por entero. —Señora, necesito que salga del auto. – Sin esperar por su respuesta, estiro la mano por dentro de la ventana abierta para abrir desde adentro, haciendo saltar el seguro y abriendo la puerta. Desabrocha tentativamente su cinturón de seguridad y sale del vehículo. Duda, pero obedece. Su dulce aroma a vainilla llena mis pulmones mientras sale y eso es todo lo que puedo hacer para no inclinarme. No le doy mucho espacio para que así tenga que pasar cerca mío junto al auto así puedo errar la puerta. El azul y rojo de las luces de mi auto iluminan la cálida y oscura noche de verano, dándome una buena vista de ella. Está usando un vestido veraniego rosado que hace lucir su piel lechosa como seda. Me pregunto si mi semen se vería en su piel o si armonizaría como si perteneciera allí. Ella es toda una mujer, suave y curvilínea con un busto generoso que quiero saborear, y caderas redondeadas por las que estoy muriendo por sentir contra mi cuerpo. Su cabello negro medianoche cae en grandes ondas que me hacen querer envolverlo en mi puño. Quiero usarlo para empujarla hacia mí y reclamar su boca. Amo y odio el maldito vestido en ella. Amo que puedo deslizar mi mano entre sus piernas y su coño estará allí para mí, pero odio que alguien más pueda tener el mismo pensamiento. No me gusta la forma en que es tan sencillo llegar a su coño. Solo un rasgón a su ropa interior y podrías estar profundamente dentro de su cálida concha, y nadie más que yo lo hará.

—Señor – comienza de nuevo—. No estoy segura de que cosa hice para que me haga salir del auto, pero cualquiera sea el motivo, me disculpo. ¿Qué es exactamente lo que hice? —Nada – digo, viendo la confusión en su rostro—. Date la vuelta, las manos en el vehículo – digo, indicándole que la voy a cachear. —Pero… —Mejor sigue las ordenes, mi Rose, eso hará las cosas más sencillas para ti.— Sus ojos vuelan ante el uso de ‘mi Rose’, pero poco a poco se da la vuelta, haciendo lo que le ordeno. Arrodillándome, comienzo con sus tobillos, moviendo lentamente mis manos hacia arriba mientras avanzo. Cuando llego a sus muslos, la escucho respirar entrecortadamente y saliendo en pequeños suspiros. Ese pánico es la cosa más sexy que es escuchado en mi vida. Cuando llego a medio muslo, siento su cuerpo volverse completamente quieto. —Por favor, no – dice son un susurro tembloroso. Puede que no sepa lo que se acerca, pero sabe que algo se aleja. Inclinándome, apoyo mi boca en su exuberante culo, dándole una suave mordida a través del material de su vestido, y escucho como deja salir un chillido. Intenta alejarse de mí, pero mis manos se traban alrededor de la parte interior de sus muslos, manteniéndola en el lugar para mí. —No te muevas de nuevo. Solo te lastimarás a ti misma y no quiero que eso suceda. No puedes luchar contra mí, así que no lo intentes. Ahora, se una niña buena y quédate quieta hasta que termine. Levantándome, empujo su cuerpo con el mío contra el auto. Froto mi erección contra su culo intentando enfriar mi lujuria, pero mis bolas se sienten más pesadas, muriendo por liberarse dentro de ella. Alcanzo su parte delantera y alzo su vestido. Bajo la mano y ahueco su coño, sintiendo cuan cálida es.

Es pequeña comparada conmigo, al menos un metro menos que mi metro noventa. Inclinándome, entierro mi rostro en su cabello, esperando que entre sostener su vagina y sentir su aroma, pueda calmarme. Pero cuando siento una ligera mancha de humedad en su ropa interior, pierdo todo el control.

Rose.

S

iento completo terror corriendo por mi cuerpo. Estoy presionada contra mi auto, y el policía tiene su mano en mi vagina. —Oh, Dios, detente – suspiro.

No debería desear esto. No debería estar caliente por esto. ¿Qué está mal conmigo? Siento su rostro alejarse y de repente soy dada vuelta. Estamos frente a frente de nuevo. Miro su identificación y veo el nombre Colton. —Oficial Colton – comienzo, pero me interrumpe. —Sheriff Colton. Pero puedes omitir el título. —Por favor, debe

haber algún tipo de malentendido. Regresaré a mi auto y

podemos fingir que esto nunca ha sucedido. Se mueve hacia abajo y toma mi muñeca tan rápido que no lo veo venir, hasta que soy empujada hasta la parte trasera de mi auto. Veo que quiere llevarme hasta el otro lado donde está más oscuro, y entro en pánico. Es un tipo grande, un buen metro noventa. Es todos músculos solidos también, así que no solo es grande, sino que también es fuerte. Su cabello y ojos oscuros fueron tan sexys al principio. Por un segundo pensé que podría coquetear con él un poco, pero cuando me pidió que saliera del auto, supe que algo era diferente.

Mi instinto de luchar-o-luchar me patea mientras me hace rodear el auto, y empujo todo cuanto puedo. Pero él es mucho más grande que yo, y no puedo hacer nada para detenerlo. Nunca tuve clases de defensa personal y jamás participé en una pelea. Empiezo a gritar pero él lo siente y me arrastra más cerca contra su cuerpo. Me toma del rostro e intento empujar de nuevo. —Puedes gritar todo lo que quieras aquí fuera, dulce pequeña Rose. Nadie te oirá – dice y me toma de la muñeca. —¡No! ¡Ayuda! – grito, pero él tiene razón. No hay nadie en kilómetros y kilómetros, y nadie pasará por este camino hasta mañana. Intento aferrarme a un costado de mi auto, pero me empuja hacia el suelo y se sube encima de mí. Oh Dios. Realmente lo hará. Siento su caliente respiración en mi cuelo y su lengua comienza a lamer mi clavícula y hasta mi oreja. Huele a colonia y me avergüenza lo mucho que me gusta esa esencia oscura. Sé que sintió la humedad en mis bragas y quiero negar que es por él. Pero no puedo. —Medición, sabes tan bien, dulce Rose. —No lo hagas – ruego y agito mis brazos y piernas. No sé que estoy haciendo, pero tengo que intentar y luchar. Estoy pateando y golpeando su pecho, y se eleva y me sonríe. Es una sonrisa retorcida y maldita que me envía un escalofrío por la columna. —Siempre esperé que lucharas. Me pone duro. Una de sus manos toma mi muñeca y la clava en el suelo. Mi otra mano permanece libre y golpeo, haciendo contacto con su labio. Me arrepiento instantáneamente cuando veo la gota de sangre. —Lo siento. No enloquezcas. No quise hacerlo. Solo déjame ir y te juro que no se lo diré a nadie.

Furia cruza por su rostro y toma mi otra muñeca, sosteniéndolas ambas con una mano. —Solo por eso serás follada en la cuneta como la puta provocadora que eres. Quería ser amable al principio, pero tú lo has hecho. Me estás haciendo follarte en la mugre como un animal. ¿Estás feliz, Rose? ¿Era esto lo que querías? Pateo e intento liberarme. No puedo hacérselo fácil. Debo luchar. Con sus rodillas separa mis piernas y baja con su mano para desabrochar su cinturón. Observo cuando saca su pene y es tan grande y duro. Es una furiosa sombra de rojo y trago con miedo y asombro. Mis ojos se agrandan ante el pensamiento de él follándome con eso. —Por favor— comienzo a suplicar, pero se mueve y tapa mi boca con su mano. —Shhh. Tú malditamente yaces aquí y dejas que yo me encargue. Siento su dura verga empujar contra mis bragas y grito contra su mano. Mis piernas están ampliamente separadas por sus caderas y continua frotándose contra mí, mi delgada ropa interior es la única barrera. —Oh, eso es, Rose, hazme luchar por mi camino hacia adentro. Puedo sentir cuan húmeda estás, y cuanto lo deseas. Continua empujando contra mí, y yo estoy llevando a cabo la lucha. No soy una chica fuerte, así que cualquier cosa física durante más de unos pocos minutos y estoy frita. De repente su mano se fue y se encuentra entre mis piernas, moviendo mis bragas hacia un costado así su verga puede entrar. —No. Por favor – intento una vez más, pero luego siento su caliente verga entrando. Su rápida entrada en mi coño es mi vergüenza. No debería estar húmeda por esto, pero lo estoy.

—Oh Rose – gime y traba sus ojos con los míos—. Lo has sentido, ¿verdad? Sientes cuan mojada estas por mi gorda verga. Mi sucia puta perra. Te tengo clavada en una cuneta y acabo de violar tu coño, y aún así estás mojada. Vuelvo la cabeza hacia un costado así no puede ver mi humillación. —Puedes luchar todo lo que quieres, pero cada centímetro de tu dulce carne es mía ahora. Mia. Soy el único que hace acabar este coño. Toma mi rostro y me hace mirarlo mientras comienza a empujar dentro y fuera de mí. —No, no nena. Mírame. ¿Sabes qué cosa es mejor que yo follándote y tú amándolo? – pregunta y continua deslizándose fuera y dentro de mi mojado coño—. Cuando acabas en mi verga. Tu orgasmo será el verdadero regalo para mí – dice, y la sonrisa perversa en su rostro es su promesa. Siento el agarre en mis muñecas apretarse, mientras su otra mano baja para jugar con mi clítoris. —¡No! – grito pero eso no hace nada para detenerlo. Rasguea en mi clítoris y antes de que me dé cuenta, estoy en el borde del orgasmo. La vergüenza me quema. —¿Tu conmigo, Rose? Quiero que nos corramos juntos. Así es como siempre me lo imaginé. Estoy tan avergonzada cuando fluye crema de mi vagina, y siento mi orgasmo con el suyo. Siento su semen caliente desparramarse dentro de mi mientras otro orgasmo me sacude y me hace rechinar los dientes. Me niego a dejarle escuchar mi grito de placer. Una vez que deja de correrse dentro de mí, se inclina e intenta besarme en los labios. Trato de morderlo cuando se acerca, pero simplemente aferra mi barbilla. —Me besarás apropiadamente después de hacerte el amor, o pagaras el precio.

Sin querer saber cuál es el precio, cierro mis ojos y él presiona sus labios contra los míos. Debería odiar la sensación de él en mí luego de esto, pero no. Sus labios llenos son suaves, casi tiernos, mientras me besa. Luego de unos segundos, se aleja y me observa amablemente. Entonces, como si un interruptor fuera movido, se aleja y se pone de pie. Encierra su aun dura verga en sus pantalones y se arregla el uniforme. Sus rodillas y manos tienen un poco de suciedad, pero más allá de eso, luce como si nada hubiera sucedido. Se inclina para ayudarme a erguirme y una vez que estoy sobre mis pies, me acerca a él. —Ahora comienza la diversión – dice y el terror me aferra una vez más.

Colton.

A

zoto la puerta detrás de mí, el sonido hace eco en la habitación. Rose salta ante el ruido, luego mira alrededor, observando la sencilla cabaña. Una pequeña cocina con una pared donde he colocado todas las

recetas de sus platos favoritos. Cocinaré uno de ellos para ella, luego la sentaré en mi regazo mientras nos alimentaremos entre sí. Tal vez mi verga se encuentre enterrada profundamente en su interior mientras comemos. La habitación es bastante sencilla; solo un escritorio, una mesa con un par de sillas, y por supuesto una cama. Me asegure de que la cama fuera sea pequeña, pero tiene posteas así puedo atarla. Rose deberá dormir encima mío, o bien juntos. Su redondo culo apretará mi verga. Puedo frotarlo entre sus nalgas. Puedo rodar encima de ella en medio de la noche directo dentro de su cuerpo y no puede detenerme de hacerlo. Cada vez que mi pene se endurezca, puedo separar sus piernas y tomar lo que es mío. Porque Rose es mía. Ahora solo es cuestión de que ella se dé cuenta de la realidad. —¿Durante cuánto tiempo me tendrás aquí? – su respiración es entrecortada mientras dice las palabras. Su mirada brilla, intensos ojos verdes sosteniendo fuertemente los míos ahora, y no en la habitación. —¿Mucho? — pregunto. Porque no podemos quedarnos en la cabaña para siempre. Esto solo es para obtener su sumisión. Enterrarme bajo su piel como ella lo ha hecho en la mía. Pronto la podré llevar de regreso a casa conmigo. —¿Cuándo me dejarás ir? – pregunta. —¿Crees que alguna vez te dejaré ir?

Su respiración se acelera ante mis palabras. Hablé un poco más duro de lo que tenía intención. La idea de dejarla ir no hace nada para enfriar a la furiosa bestia dentro de mí. —La única manera de que te deje ir es persiguiéndote por el bosque. Luego, cuando te atrape, te arrancaré el vestido, y golpearé mi pene dentro de ti. Estoy empezando a pensar que te gusta ser follada en el sucio suelo. ¿Es eso lo que te gusta, Rose? Porque si lo pides te lo daré. Veo sus pezones endurecerse a través de la tela mientras hablo, probándome una vez más, cuanto le gusta esto. Se muerde el labio inferior y sacude la cabeza negando. Su negación está bien, por ahora. Eso es por qué estamos aquí, después de todo, pero no me tomará mucho hacer que me suplique. Luce malditamente desarmada. Barro esparcido por todo su vestido rosa, su cabello salvaje con esa apariencia de recién follada, y líneas de mugre en sus mejillas. Saber que yo le hice eso hace endurecer mi verga justo como cuando estuve dentro de su húmedo coño. Quiero lavarla y arruinarla una y otra vez. La abordo como un vikingo a punto de reclamar sus nuevas tierras. —Quítate el vestido, quiero verlo – grazno, queriendo verla a ella. No hace ni un movimiento para cumplir—. No me hagas hacerlo yo mismo, Rose. Solo estás haciendo las cosas más difíciles de lo que deben ser. No quiero lastimarte, y si haces que lo haga, solo me enfadaré. Con manos temblorosas, toma el dobladillo del vestido y lo levanta lentamente, mostrando más trazos de tierra en sus muslos. —Más arriba – digo, necesitando ver su coño. Cuando sus bragas de algodón aparecen a la vista, caigo sobre mis rodillas frente a ella para obtener una mejor vista. —Por favor, no lo hagas – suplica, y eso solo me endurece.

Mi semen esta por todas partes. Marcándola como mía. Chorrea sobre sus muslos y hay una mancha de humedad en su ropa interior por ello. Sé que todo eso no puede ser solo mío. Es suyo también. No puedo detenerme de inclinarme y enterar mi rostro allí. Aspiro profundamente, oliendo a mi Rose y a mi juntos. —Dios, olemos perfectos juntos. Justo como supe que lo haríamos. Te amo tanto, mi Rose – digo antes de enterrar una vez más mi rostro contra ella. Alzando una mano, tomo sus bragas y las bajo por sus piernas—. Da un paso, nena – digo, y hace como digo, esta vez sin luchar. Está aprendiendo. —Por favor – dice con voz temblorosa, pero la ignoro. Me levanto y voy hasta la puerta. Junto a ella hay un clavo que sobresale de la pared y cuelgo sus bragas allí. Me las quedaré y serán un recordatorio de esa noche. Espero que el olor jamás se les quite, pero siempre puedo hacérselas usar de nuevo, y hacerlo todo una vez más. Cuando me doy la vuelta hacia ella, l...


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