Alexander La centralidad de los Clasicos PDF

Title Alexander La centralidad de los Clasicos
Author Moon Jewel
Course Teoría Sociológica
Institution Universidad Nacional de Rosario
Pages 8
File Size 182.7 KB
File Type PDF
Total Downloads 60
Total Views 121

Summary

La relación entre la ciencia social y los clásicos es una cuestión que plantea los problemas más profundos, no solo en la teoría social, sino en los estudios culturales en general. En el ensayo que sigue sostengo que los clásicos ocupan un lugar central en la ciencia social contemporánea. Esta posic...


Description

La centralidad de los clásicos Jeffrey Alexander La relación entre la ciencia social y los clásicos es una cuestión que plantea los problemas más profundos, no sólo en la teoría social, sino en los estudios culturales en general. En el ensayo que sigue sostengo que los clásicos ocupan un lugar central en la ciencia social contemporánea. Esta posición es discutida desde lo que, a primera vista, parecen dos campos enteramente diferentes. entre los científicos sociales, por supuesto, siempre ha existido escepticismo hacia los clásicos. En efecto, para los partidarios del positivismo la cuestión misma de la relación entre ciencia social y los clásicos lleva de inmediato a otra, la de si debe existir alguna relación en absoluto. ¿por qué habrían de recurrir a textos de autores muertos hace tiempo disciplinas que afirman estar orientadas hacia el mundo empírico y hacia la acumulación de conocimiento objetivo acerca del mundo empírico? Según los cánones del empirismo, cualquier aspecto científicamente relevante de dichos textos debería estar verificado e incorporado a la teoría contemporánea o falseado y arrojado al cubo de basura de la historia. Sin embargo, no son sólo los positivistas duros quienes argumentan en contra de la interrelación entre la interpretación de los clásicos y la ciencia social contemporáneas; también se oponen a ella los humanistas. Se ha planteado un argumento en el que han de considerarse los clásicos desde un punto de vista enteramente histórico. Esta posición historicista respecto a los clásicos converge con la empirista en la medida en que ambas se oponen a que los problemas de la ciencia social contemporánea se mezclen con la discusión de los textos históricos. Quiero proponer una definición clara de lo que es un clásico. Los clásicos son productos de la investigación a los que se les concede un rango privilegiado frente a las investigaciones contemporáneas del mismo campo. El concepto de rango privilegiado significa que los científicos contemporáneos dedicados a esa disciplina creen que entendiendo dichas obras anteriores pueden aprender de su campo de investigación tanto cómo puedan aprender de la obra de sus propios contemporáneos. Esta atribución implica que se lo concede sin demostración previa; se da por supuesto que, en calidad de clásica, tal obra establece criterios fundamentales en ese campo particular. Es por razón de esta posición privilegiada por lo que la exégesis y reinterpretación de los clásicos llega a constituir corrientes destacadas en varias disciplinas, pues lo que se considera el “verdadero significado” de una obra clásica tiene una amplia influencia.

La crítica empirista a la centralidad de los clásicos Tal cómo he definido el término clásico, en las ciencias naturales no existen en la actualidad clásicos. Whitehead escribió que “una ciencia que vacila en olvidar a sus fundadores está perdida”. Además que un historiador observó que cualquier estudiante universitario sabe más física que Galileo y más que Newton, a quienes le corresponde el mayor grado de honor por haber fundado la ciencia moderna. Este hecho para los partidarios de la tendencia positivista, significa que, a largo plazo, también la ciencia social deberá prescindir de los clásicos; a corto plazo, tendrá que limitar muy estrictamente la atención que se les preste. Sólo habrá de recurrirse a ellos en busca de información empírica. La exégesis y el comentario no tienen lugar en las ciencias sociales. Estas conclusiones se basan en dos supuestos. El primero es que la ausencia de textos clásicos en la ciencia natural indica el status puramente empírico de estas; el segundo es que la ciencia natural y la ciencia social son básicamente idénticas. Más adelante sostendré que ninguno de estos supuestos es cierto. Pero antes de hacerlo examinar de forma más sistemática el argumento empirista inspirado en ellos. Merton, en un influyente ensayo criticaba lo que llamaba la mezcla de historia y sistemática de la teoría sociológica. Su modelo de teoría sistemática de la teoría sistemàtica eran las ciencias naturales, y consiste en codificar el conocimiento empírico y construir leyes de subsunción. La teoría

científica es sistemática porque contrasta leyes de subsunción mediante procedimientos experimentales , acumulando continuamente de esta forma conocimiento verdadero. En la medida en que se de esta acumulacion no hay necesidad de textos clasicos. La investigación sobre figuras anteriores es una actividad que nada tiene que ver con el trabajo científico. Tal investigación es tarea de historiadores, no de científicos sociales. Merton contrasta vivamente esta distinción entre ciencia e historia con la situación que reina en las humanidades donde “toda obra clásica suele seguir formando parte de la experiencia de generaciones”. Aunque Merton reconoce que los sociólogos están en una situación intermedia entre los físicos, biólogos y humanistas recomienda un mayor acercamiento a las ciencias naturales. “los intentos de mantener una posición intermedia entre orientaciones humanistas y científicas suelen tener cómo resultado la fusión de la sistemática de la teoría sociológica con su historia” una mezcla que, para Merton, equivale a hacer imposible la acumulacion de conocimiento empirico. Desde el punto de vista de Merton , el problema es que los sociólogos están sometidos a presiones opuestas, una posición estructural que suele producir una desviación de las líneas de conducta legítimas. La mayoría de los sociólogos sucumben a estas presiones y desarrollan líneas de conducta desviadas. Oscilan entre la ciencia social y las humanidades. Es esta desviación de la línea de conducta científica lo que produce lo que Merton denomina “tendencias intelectualmente degenerativas” tendencias que mezclan la vertiente sistemática con la histórica. El intento de elaborar lo que podría llamarse “sistemática Histórica” es degenerativo porque privilegia las obras anteriores. Se da preferencia a la erudición frente a la originalidad, ya que aquella es importante para comprender el significado de obras anteriores, con frecuencia difíciles. Merton no caracteriza cómo interpretación la investigación erudita de los textos clásicos. La interpretación y la creatividad que aplica contradiría la epistemología mecanicista en la que se basan sus argumentos. Para Merton, lo único que hace la sistemática histórica es ofrecer a los contemporáneos espejos en los que se reflejan los textos anteriores. Merton insiste en que los textos anteriores no deberían ser considerados de esta forma tan deplorablemente inutil. Ofrece dos alternativas, una desde la perspectiva sistemática, otras desde el punto de vista de la historia. Afirma que, desde la perspectiva de la ciencia social, los textos anteriores no deben tratarse cómo clásicos, sino atendiendo a su utilidad. Convertir los nuevos textos clásicos en fuentes de datos y/o teorìas no contrastadas, es decir, hacer de ellos vehículos de ulterior acumulaciòn. Debemos tratarlos cómo fuentes de información todavía no recuperada que puede ser provechosamente empleada cómo nuevo punto de partida. De este modo se puede lograr que los clásicos apunten hacia el futuro científico y no hacia el pasado humanístico; es así cómo se puede convertir en científico el estudio de los textos anteriores. Desde el punto de vista de la historia, la alternativa a la mezcla no es, de hecho, muy diferente. En lugar de utilizar los textos anteriores cómo fuentes de información no recuperada, estos pueden ser estudiados cómo documentos históricos en sí mismos. Una vez más , la cuestión es evitar la exégesis textual. Es el entorno de las ideas y no las propias ideas lo que debe estudiar un buen historiador de la ciencia social. Se supone que los objetivos del historiador son tan plenamente empíricos cómo los del sociólogo, quien estudia los mismos textos con el fin de obtener conocimiento acumulativo. Por consiguiente, el hecho de que Merton rechace la fusión de ciencia e historia no se debe únicamente a su exigencia de una sociología empírica, sino también a su exigencia de una historia científica. De los dos supuestos de los que depende la crítica empirista a la centralidad de los clásicos. En el trabajo de Merton la concepción empirista de la ciencia natural es un supuesto innato que se acepta tácitamente. Su idea de la ciencia natural es puramente progresiva. En vez de aplicar un tratamiento relativista e histórico a los textos científicos anteriores, Merton considera esas obras cómo una serie de anticipaciones, prefiguraciones de los conocimientos actuales. El otro supuesto fundamental sobre el que descansa el argumento de Merton es que la ciencia social se asemeja a la ciencia natural en su referente empírico. Merton no considera que la ciencia social dependa de paradigmas tal cómo los entiende Kuhn. Debido a que se orienta en función de problemas y no en función de paradigmas, la ciencia social se organiza por especialidades empíricas

más que por escuelas o tradiciones. Aunque Merton admite estos hechos innegables, insiste en que son anomalías, subraya que la sociología adopta la orientación y la praxis de las ciencias físicas, y afirma que la investigación de la ciencia social avanza a partir de las fronteras alcanzadas por el trabajo acumulativo de generaciones anteriores. En efecto, a pesar de la tendencia degenerativa a incurrir en lo que he llamado sistemática histórica ¡Merton cree que nuestro conocimiento acerca de cómo estudiar la historia del pensamiento científico es èl mismo científico y acumulativo! . Estos son los supuestos básicos del argumento (ahora clásico) de Merton en contra de la centralidad de los clásicos. Pero parece que existe un tercer supuesto auxiliar, un supuesto que no tiene entidad propia pero que viene implicado por los dos supuestos centrales: la idea de que el significado de los textos anteriores relevantes es obvio. He mostrado cómo al condenar la sistemática histórica Merton afirma que sus únicos resultados eran la producción de sinopsis meramente recapitulativas. He demostrado también que la historia sociológica que Merton defiende se centraría en el entorno de las teorías científicas más que en la naturaleza de las propias ideas.

La visión post-positivista de la ciencia La tesis contraria a la centralidad de los clásicos da por supuesto que una crisis es acumulativa en tanto que es empírica, y que en tanto es acumulativa no creará clásicos. Sostendré, por el contrario, que el hecho de que una disciplina posea clásicos no depende de su empirismo sino del consenso que exista dentro de esa disciplina acerca de cuestiones no empíricas. Mientras que los postulados de la corriente positivista reducen la teoría a los hechos, los de la corriente post-positivista rehabilitaron los aspectos teóricos. 1. Los datos empíricos de la ciencia están inspirados por la teoría. 2. Los compromisos científicos no se basan únicamente en la evidencia empírica. 3. La elaboración general, teórica, es normalmente horizontal y dogmática y no escéptica y progresiva. 4. Sólo se dan cambios fundamentales en las creencias científicas cuando los cambios empíricos van acompañados de la disponibilidad de alternativas teóricas convincentes. El primer supuesto de Merton es insostenible si las consideraciones no empíricas generales desempeñan un papel tan decisivo. Tampoco creo que se sostenga el segundo, pues en ciertos aspectos cruciales la praxis de la ciencia natural y la de la ciencia social no parecen gran cosa. Una vez establecida la dimensión no empírica de la ciencia natural, podría parecer que el estatus de las obras clásicas quedarían a salvo. Hemos de admitir que la ciencia natural no recurre a los clásicos.

Porque no hay clásicos en la ciencia natural una visión postpositivista La actividad científica se aplica a lo que quienes se dedican a la ciencia consideran científicamente problemático. Cómo en la modernidad suele existir un acuerdo entre los científicos naturales sobre los problemas generales propios de su gremio, su atención explícita se ha centrado normalmente en cuestiones de tipo empírico. Lo que le permite a la ciencia normal, en palabras de Kuhn , dedicarse a la resolución de problemas específicos. Utilizando la ciencia normal cómo referencia para caracterizar la ciencia natural cómo tal, Habermas ha señalado que el consenso es aquello que diferencia la actividad “científica” de la “no científica”. Denominamos científica a una información si y sólo si puede obtenerse un consenso espontáneo y permanente respecto a su validez. El verdadero logro de la ciencia moderna no consiste, fundamentalmente, en la producción de verdad, es decir, de proposiciones correctas y convincentes acerca de lo que llamamos realidad. La ciencia moderna se distingue de las categorías tradicionales de conocimiento por un método para llegar a un consenso espontáneo y permanente acerca de nuestros puntos de vista. (Habermas: 1972, p. 91). Sólo si existe desacuerdo acerca de los supuestos de fondo de una ciencia se discutirán de forma explícita estas cuestiones no empíricas. Kuhn llama a esto crisis del paradigma, reafirma que es en tales crisis cuando se «recurre a la filosofía ya debate de fundamentos" (Kuhn: 1970). En la ciencia natural no hay clásicos porque la atención, normalmente, se centra en sus dimensiones empíricas. Las dimensiones no empíricas están enmascaradas, y parece que las hipótesis

especulativas pueden decidirse por referencia a datos sensibles relativamente accesibles o por referencia a teorías cuya especificidad evidencia de modo inmediato su relevancia con respecto a tales datos. Pero la existencia de clásicos implica qué teorías anteriores disfrutan de una posición privilegiada. En tal caso se considera que tienen rango explicativo teorías anteriores, no solo las contemporáneas; además, es frecuente creer que los textos clásicos también pueden ofrecer datos relevantes. Lo que yo sostengo que la ciencia natural no es menos apriorística que la ciencia social. Una postura no apriorística, puramente empírica, no explica la «ausencia de clásicos" en la ciencia natural. La explicación hay que buscarla en la forma que adquiere la fusión de conocimiento apriorístico y contingente. Así, en vez de clásicos, la ciencia natural tiene lo que Kuhn llamaba modelos ejemplares. Con este término, Kuhn (1970, p. 182) se refiere a ejemplos concretos de trabajo empírico exitoso: ejemplos de la capacidad para resolver problemas que define los campos paradigmáticos. Si bien los modelos ejemplares incorporan compromisos metafísicos y no empíricos de varios tipos, son en sí mismos una pauta para la explicación específica del universo. Incluyen necesariamente definiciones y conceptos, pero orientan hacia cuestiones de operacionalización y técnica a quienes los estudian. Sin embargo, a pesar de su especificidad, los mismos modelos ejemplares funcionan apriorísticamente. Se aprenden en los libros de textos y en los laboratorios antes de que los neófitos sean capaces de examinar por sí mismos si son o no realmente verdaderos. En otras palabras, son interiorizados por razón de su posición de privilegio en el proceso de socialización más que en virtud de su validez científica. Los procesos de aprendizaje son idénticos en la ciencia social; la diferencia estriba en que los científicos sociales interiorizan clásicos además de modelos ejemplares.

La defensa postpositivista de los clásicos La proporción entre modelos y clásicos es tan diferente en la ciencia social porque la aplicación de la ciencia a la sociedad engendra un desacuerdo mucho mayor. A causa de la existencia de un desacuerdo persistente y extendido, los supuestos de fondo más generales que quedan implícitos y relativamente invisibles en la ciencia natural entran activamente en juego en la ciencia social. Las condiciones en que, de acuerdo con Kuhn, se produce la crisis de paradigmas en las ciencias naturales son habituales en las ciencias sociales. No estoy sugiriendo que no exista el conocimiento «objetivo» en las ciencias sociales, ni que no haya posibilidad de formular con éxito predicciones o leyes de subsunción. Según creo, es posible obtener auténtico conocimiento acumulativo acerca del mundo desde el interior de puntos de vista diferentes y rivales, e incluso sostener leyes de subsunción relativamente predictivas desde el interior de orientaciones generales que difieren en aspectos sustanciales. Lo que estoy sugiriendo, sin embargo, es que las condiciones de la ciencia social hacen altamente improbable el acuerdo consistente acerca de la naturaleza exacta del conocimiento, y, con mayor motivo, el acuerdo sobre leyes subsuntivas explicativas. En la ciencia social, por consiguiente, los debates sobre la verdad científica no se refieren únicamente al nivel empírico. Estos debates están presentes en toda la gama de compromisos no empíricos que mantienen puntos de vista rivales. 1. En la medida en que los objetos de una ciencia se encuentran situados en un mundo físico externo a la mente humana, sus referentes empíricos pueden, en principio, ser verificados con mayor facilidad mediante la comunicación interpersonal.En la ciencia social, donde los objetos son estados mentales o condiciones en las que se incluyen estados mentales, la posibilidad de confundir los estados mentales del observador científico con los estados mentales de los sujetos observados es endémica. 2. Las dificultades para alcanzar un simple acuerdo respecto a los referentes empíricos también se deben a la naturaleza valorativa característica de la ciencia social. Existe una relación simbiótica entre descripción y valoración. Las implicaciones ideológicas de la ciencia social redundan en las mismas descripciones de los propios objetos de investigación. 3. No hace falta decir que cuanto más difícil sea, por razones cognoscitivas y valorativas, obtener un consenso acerca de los meros referentes empíricos de la ciencia social, tanto más difícil será alcanzar ese consenso respecto a las abstracciones que se basan en tales

referentes empíricos y que constituyen la esencia de la teoría social. 4. Mientras que no se produzca un acuerdo ni sobre los referentes empíricos ni sobre las leyes subsuntivas, todos los elementos no empíricos añadidos a la percepción empírica serán objeto de debate. Además, la ciencia social se encontrará invariablemente dividida en tradiciones (Shils: 1970) y escuelas (Tiryakian : 1979) a causa de este desacuerdo endémico. Para la mayoría de los miembros de la comunidad de científicos sociales es evidente que tales fenómenos culturales e institucionales «extra-científicos. no, son meras manifestaciones de desacuerdo, sino las bases desde las que se promueven y sostienen los desacuerdos científicos. La comprensión de este hecho, además, sensibiliza a los científicos sociales respecto a las dimensiones no empíricas de su campo. Por todas estas razones, el discurso -y no la mera explicación/ se convierte en una característica esencial de la ciencia social. Por discurso entiendo formas de debate que son más especulativas y están más consistentemente generalizadas que las discusiones científicas ordinarias. Estas últimas se centran, más disciplinadamente, en evidencias empíricas específicas, en la lógica inductiva y deductiva, en la explicación mediante leyes subsuntivas y en los métodos que permiten verificar o falsear estas leyes. El discurso, por el contrario, es argumentativo. Se centra en el proceso de razonamiento más que en los resultados de la experiencia inmediata, y se hace relevante cuando no existe una verdad manifiesta y evidente. El discurso trata de persuadir mediante argumentos y no mediante predicciones. La capacidad de persuasión del discurso se basa en cualidades tales cómo su coherencia lógica, amplitud de visión, perspicacia interpretativa, relevancia valorativa, fuerza retórica, belleza y consistencia argumentativa. El ámbito discursivo de la ciencia social actual se encuentra en una difícil posición: entre el discurso racionalizante de Habermas y el discurso arbitrario de Foucault. Foucault (1973) define las praxis intelectuales, científicas y políticas cómo «discursos» a fin de negar su estatus meramente empírico, inductivo. De este modo, insiste en que las actividades prácticas se han constituido históricamente y están configuradas por ideas m...


Similar Free PDFs