Alonso Y Botana - resumen PDF

Title Alonso Y Botana - resumen
Author gioele sanna
Course Historia Argentina II
Institution Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires
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Introducción - Alonso Julio Argentino Roca arribó a la presidencia en octubre de 1880, apoyado por una frágil coalición de alianzas provinciales que pronto se transformó en un partido hegemónico. Hasta 1916, el Partido Autonomista Nacional (PAN) ganó todas las elecciones presidenciales, la mayoría de las bancas en el Senado y en la Cámara de Diputados, y casi la totalidad de los gobernadores provinciales decían pertenecer al partido. El PAN no contó con estructura u organización interna alguna y, hasta 1891, no adoptó reglas formales o informales para designar candidatos a puestos electivos, ni siquiera para el puesto de presidente. La falta de institucionalización constituyó su primordial característica, convirtiéndolo en un escurridizo objeto de análisis. Identificar al PAN como la “Oligarquía” ha sido una opción por muchos historiadores, sobre todo provenientes de la filosofía marxista y derivados, quienes han identificado al PAN con el Estado o con la clase dominante forjada por diferentes combinaciones de intereses (estancieros, comerciales, financieros). Otros historiadores, como Natalio Botana, han utilizado el término “oligarquía” en su clásica definición de “gobierno de unos pocos”, centrando la mirada en los mecanismos institucionales del ejercicio del poder y definiendo al partido en el gobierno como la “Liga de Gobernadores”. Ezequiel Gallo, por otro lado, entrega a esta época el nombre de Roquismo, y se ha centrado en la necesidad de adentrarse en la naturaleza de un sistema clientelar para comprender la formación de coaliciones de partidos provinciales. ¿Qué entendemos por PAN y por “política nacional? El termino PAN simbolizaba a fin del siglo XIX, a quienes apoyaban públicamente a un candidato presidencial que había sido confirmado por medio de un proceso previo. Una vez finalizada la elección, el PAN se desdibujaba para hacer referencia a una borrosa constelación de hombres vinculados con los gobiernos provinciales y el gobierno nacional, hasta que, en vistas a la elección siguiente, dicha constelación y sus componentes adquirían una mayor nitidez. Hasta 1891 el partido no contó con una estructura interna ni con un grado de institucionalización para llevar a cabo la principal función de todo partido político: la selección de candidatos para disputar los puestos electivos. Durante la gobernación del PAN, el partido en el gobierno y la política nacional difícilmente podrían abordarse analíticamente en forma separada.

Además, en un sistema de partido hegemónico como el que se construyó en esos años, en el que la oposición no tenía posibilidad alguna de alcanzar la presidencia, la selección del candidato presidencial dentro del PAN, adquiría mayor relevancia que la elección presidencial misma. A la oposición no le quedó más recurso que la abstención electoral, la organización de frentes meramente simbólicos o la revolución. Los aspirantes a la presidencia hacían una campaña sigilosa y secreta en la cual, por medio del trato personal y la correspondencia privada, se iban formando pactos de adhesión mutua. Dichos pactos conformaban coaliciones conocidas como “Ligas” que a su vez competían entre ellas. Por lo que vemos que el PAN no es evidentemente un partido con una estructura jerárquica disciplinada que penetró en provincias, ciudades, pueblos y partidos, pero tampoco un mero marco donde las elites construían acuerdos en un sistema de rotación pacifica del poder. Todo lo contrario, la selección del candidato representaba la lucha más ardiente y competitiva entre las facciones del partido. Una de las principales debilidades de los análisis del período ha sido la persistente tendencia a la reducción de una compleja gama de relaciones bajo el rótulo He “oligarquía” con el que se ha pretendido ofrecer una respuesta simple a un complejo proceso de construcci ón hegemónica. Aun así, el contexto republicano exigía a sus lideres justificar y legitimar su accionar, legitimarse públicamente y a construir una imagen de un partido en el gobierno. Y en esto, la Prensa fue fundamental.

Natalio Botana – III La Oligarquía Política La república restrictiva, tal como surge de la fórmula alberdiana, no definía ningún medio practico para hacer efectiva la representación. Ante una propuesta prescriptiva había que legitimar a través de los hechos una estructura de papeles políticos dominantes y una regla de sucesión. Era necesario diseñar una fórmula operativa que permitiera a los actores construir una base de dominación efectiva. Esta formula operativa no tiene fecha de nacimiento, pero perduró hasta la ley Sáenz Peña de 1912. El control de la sucesión: En 1879, Alberdi, viejo y enfermo, regresa al Río de la Plata luego de cuatro décadas de ausencia, viene dispuesto a hacerse cargo de una banca de diputado nacional por Tucumán, para la cual había sido electo hacía ya un largo año. Adopta una actitud conciliadora entre Roca y Tejedor, permanece en Buenos Aires cuando Avellaneda traslada el Congreso a Belgrano y, por una extraña paradoja, las tribulaciones del intelectual condicionarán de tal modo la voluntad de decisión del hombre político, que Alberdi no votará esa ley de federalización de Buenos Aires que preconizaba como indispensable en 1859. Durante el verano que sigue a los sucesos del 80, escribe su última obra, La República Argentina consolidada en 1880 con la ciudad de Buenos Aires por Capital. La república distingue entre la esfera pública y la esfera privada, ambos órdenes de actividad permanecen protegidos por toda una red

de derechos y garantías que se estipulan de modo explícito. Si la república rechaza la herencia o la designación burocrática, como medios de selección de sus magistrados más importantes y opta, en su reemplazo por la elección proveniente de una realidad llamada pueblo, una segunda distinción se sumará a la primera: el soberano, o entidad donde reside el poder de designar a los gobernantes, es causa y no efecto de la elección de los magistrados. El elector, por consiguiente, tiene una naturaleza política diferente de la del representante, este último depende del elector, el cual, por una delegación que va de abajo hacia arriba, controla al gobernante que el mismo a designado. La realidad que se había gestado durante las presidencias anteriores al 80 demuestra lo contrario y convoca al observador a expresar un lenguaje inédito que mantiene las palabras tradicionales con significados opuestos. Habrá siempre electores, poder electoral, elecciones y control, pero los electores serán los gobernantes y no los gobernados, el poder electoral residirá en los recursos coercitivos o económicos de los gobiernos y no en el soberano que lo delega de abajo hacia arriba, las elecciones consistirán en la designación del sucesor por el funcionario saliente y el control lo ejercerá el gobernante sobre los gobernados antes que el ciudadano sobre el magistrado. Alberdi busca alcanzar un gobierno efectivo que centralice la capacidad electoral en toda la nación. Se trataba entonces, de acumular poder, asunto que Madison había percibido como una de las grandes dificultades que enfrentan las nuevas naciones y que aconsejaba resolver de la siguiente manera: “En primer lugar ustedes deben hacer que el gobierno controle a los gobernados; y en segundo lugar, obligarlo a que se controle a sí mismo”. La fórmula operativa del régimen del 80, adquiere un significado particular: Un sistema de hegemonía gubernamental que se mantiene gracias al control de la sucesión. Es justamente la sucesión lo que permite comprobar si las estructuras institucionales de un régimen prevalecen sobre la trayectoria personal de un gobernante. Pero la Argentina no era una monarquía, donde el carisma, tradición o religión podían darle legitimidad a dicha sucesión. Por lo que la elección, herramienta legitimadora, se convirtió en realidad en la designación del gobernante por su antecesor y la fuerza, se concentró en los titulares de los papeles dominantes, revestidos con la autoridad de grandes electores. (designación y fuerza como reglas sucesorias). La Hegemonía Gubernamental: Como es evidente, los únicos que podían participar en el gobierno eran aquellos habilitados por la riqueza, la educación y el prestigio. El

poder económico se confundía con el poder político, esta coincidencia justificó el desarrollo de una palabra que, para muchos, fue bandera de lucha y, para otros, motivo de explicación: La OLIGARQUÍA. Desde los tiempos de Platón y Aristoteles, oligarquía significa corrupción de un principio de gobierno: la DECADENCIA y no sirven a la Polis sino al interés particular de su grupo social. La oligarquía, asimismo, puede derivar su significado de la corrupción histórica de un patriciado, sea éste sinónimo de un grupo dirigente que deja de ser representativo dirante la crisis del 90. Puntos de vista sobre la oligarquía: Es una clase social determinada por su capacidad de control económico. Es un grupo político en su origen representativo, que se corrompe por motivos diversos. Es una clase gobernante con espíritu de cuerpo y con conciencia de pertenecer a un estrato político superior, integrada por un tipo de hombre político, el notable. Entre los críticos de este periodo se encontraba también Domingo Faustino Sarmiento: “Republica sin ciudadanos, sin opinión pública, educada para la tiranía….”, también Miguel Cané: “Nuestros padres eran soldados, poetas y artistas, nosotros somos tenderos, mercachifles y agiotistas”, mientras que los primeros gobiernos de la organización nacional se habían caracterizado por la vida civica vigorosa y de partidismo de buena fue. Mientras que la nueva época era silencio, clausura, corrupción. Oligarquía. A – Hay oligarquía cuando un pequeño numero de actores se apropia de los resortes fundamentales del poder. B – Que ese grupo está localizado en una posición privilegiada en la escala de la estratificación social. Puede ser entendida como un concepto que califica un sistema de hegemonía gubernamental, cuyo imperio en la Argentina observaba Alberdi antes y después de 1880. El sistema hegemónico se organizaría sobre las bases de una unificación del origen electoral de los cargos gubernamentales que, según la doctrina, deberían tener origen distinto. Este proceso unitario se manifestaría según modalidades diferentes: Primero por la intervención que le cabría al gobierno nacional para nombrar sucesores, después por el control que aquél ejerce en el nombramiento de los gobernantes de provincia. El sentido del control y su dimensión temporal merecen, entonces, especial atención. La fórmula prescriptiva que habían consagrado Alberdi y el Congreso Constituyente, pretendía traducir en

instituciones un conjunto de valores e intereses socioeconómicos que los actores dominantes estaban dispuestos a defender contra hipotéticas resistencias. Pero es preciso tomar conciencia de algunos riesgos teóricos, porque la hipotesis alberdiana del control de la sucesión presidencial, llevada hasta sus ultimas consecuencias, podría crear imágenes elementales en su diseño y riesgosas en sus consecuencias. Proponer una relación simple, según la cual todos los presidentes fueron directamente designados por su antecesor, significaría violentar la historia de un modo tan ingenuo como el espíritu que suele animar ciertas generalizaciones sociológicas de endeble factura. Por lo tanto, resulta bastante claro que los mecanismos de control intraoligarquicos poco tienen que ver con una imagen de designación burocrática, trasladada sin sentido crítico desde otros contextos históricos, según la cual el de arriba nombra al que le sucede y éste, a su vez, acata sus mandatos. Nuestra hipotesis defiende la coexistencia de dos fórmulas: La prescriptiva y la operativa, ambas constituyeron un viejo dialogo entre constitución y realidad que, quizá, permita echar alguna luz sobre una complicada historia. VII – DEL ORDEN OLIGARQUICO A LA DEMOCRATIZACIÓN Esta etapa se destacó por un control de la sucesión a propósito del poder presidencial, control del senado por los gobernadores que se insertaban en el ámbito de las decisiones nacionales, control del poder central sobre las provincias mediante la intervención federal y el predominio de Buenos Aires en el gabinete de ministros, control electoral, por fin, sobre el ciudadano a través del fraude, la manipulación del sufragio y la escala de los gobiernos electores. Estos sistemas de control mantuvieron una salud institucional que, en algunos casos, habría de trascender los limites temporales de estas reflexiones. La contradicción de una formula política: La oligarquía tenía raíces económicas y sociales y una traducción política que se expresaba mediante el control institucional. Como subraya A. Edwards, la republica Chilena o “Portaliana”, “era nueva de puro vieja, lo que hizo fue restaurar material y moralmente la monarquía, no en su principio dinástico, que ello habría sido ridículo o imposible, sino en sus fundamentos espirituales como fuerza conservadora del orden y de las instituciones”. El resultado que se buscaba era legitimar un poder fuerte, no despótico ni arbitrario.

Alberdi adoptó de esta república los medios políticos e institucionales: ORDEN, JERARQUÍA Y DISCIPLINA, RESPETO SACRAL POR LA AUTORIDAD. La republica conservadora afirmaba la necesidad de alcanzar un proyecto de sociedad, acosada por la restricción de la extensión territorial y la ausencia de comunicaciones, resolvieron inyectarle población al desierto, al espacio incomunicado, transportes. Y todo ello vendría desde fuera, con capitales e inmigración, trasplantando una cultura y cambiando de raíz una sociedad. La fórmula Alberdiana proponía que Tradición y Orden quedasen reservados a la política, el progreso y la democratización social, a los cambios que debían sobrevenir en la sociedad civil. Los hombres del régimen conservaron las instituciones de la republica restrictiva, abrieron con pasión las puertas a la inmigración, al capital y a la cultura universal. Defendieron un orden político conservador, alentaron el desarrollo de una sociedad más igualitaria, como por ejemplo con la ley de educación común, que creaba oportunidades de ascenso social. Nuevos conflictos en la clase gobernante: La sociedad crecía en complejidad y tamaño, pero el orden político permanecía para los de fuera como un sistema cristalizado y poco flexible. Reelecto en 1898 Roca retomó el control de la presidencia. El defensor público del candidato y eficaz colabora dor desde el Congreso durante los primeros años de la presidencia fue Carlos Pellegrini. La prueba de la alianza sobrevino cuando Roca solicitó el concurso de Pellegrini para gestionar en Londres un plan de unificación de la deuda pública. Pellegriñí afrontó una gestión que despertaría reacciones inesperadas y asumió su defensa en el Senado. Roca, para remediar una súbita crisis, retiró el proyecto. Pellegrini quedó aislado y troc ó su papel por el de opositor que no abandonará hasta su muerte....


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