Clasicismo - Ficción literaria- apuntes proporcionados por el profesor PDF

Title Clasicismo - Ficción literaria- apuntes proporcionados por el profesor
Author Aida Ar
Course Introducción a los estudios literarios en lengua inglesa
Institution Universidad de Oviedo
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Ficción literaria- apuntes proporcionados por el profesor...


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CLASICISMO EL RENACIMIENTO A partir del siglo XV comienzo un período en la historia de Europa denominado Renacimiento, que supone a la vez el inicio de la edad moderna. Se produjo entonces un cambio en gusto y en las convicciones que habían dominado en los siglos medievales, cambio que se manifestó en la secularización de la vida y la cultura, el abandono del mundo transcendente, así como el interés y la preocupación por los asuntos temporales. Italia, por su arte, ciencia y refinamiento en sus formas de vida, se impone al resto de naciones creando una cultura nueva, en la que se rompe con la tradición medieval y recupera la tradición antigua. Se sostiene que el Renacimiento duró dos siglos, comenzó alrededor del 1400, cuando se inició la ruptura con el Medievo, el entusiasmo por lo antiguo y terminó sobre el año 1600. Los cambios aportados por el Renacimiento, el aprecio por las lenguas nacionales y la invención de la imprenta difundieron con facilidad las nuevas ideas. Existen dos acepciones para el término “Renacimiento”: a) renovación de la humanidad, renovatio hominis, elevando al hombre a un nivel superior; b) renovación del pasado, de la cultura y el arte antiguos, renovatio antiquitatis. La primera etapa del Renacimiento abarca el siglo XIV, la segunda el principio del siglo XVI (clásica) y la tercera el resto del siglo. El filósofo antiguo en el que más se inspiraron los estéticos renacentistas fue Platón, más tarde llegará la influencia de Aristóteles; entre los poetas la fuente principal fuer Horacio, si bien su poética sólo sirvió de punto de partida; también ejercieron influencia retóricos como Quintiliano y Cicerón. Como habíamos señalado, el Renacimiento se caracteriza por la mayor preocupación de los estudiosos por centrar sus investigaciones en los problemas humanos y morales del hombre laico, frente a la orientación teológica que había desarrollado la

escolástica. La literatura y la erudición, como hechos humanos, valiosos en sí mismos, se constituyen en la preocupación central de los estudiosos, de donde derivará una aptitud, el humanismo, como centro de referencias de la nueva cultura renacentista. El humanismo considera al hombre y los estudios de las humanidades, en tanto que obras humanas, el centro de su interés, desde una filosofía moral, sin necesidad de darles un sentido transcendente que las justifique. El Renacimiento se inicia en Italia y de define en el Cinquecento, en la llamada “época de la crítica”, en la que se discuten obras, conceptos, relaciones, de los autores clásicos, y se sientan las bases de un nuevo paradigma en la investigación literaria. La lectura de los poetas antiguos permite al hombre renacentista descubrir la belleza de la naturaleza y la belleza del cuerpo humano, y le confirma la posibilidad de la visión antropológica de la vida. El sistema educativo comprendía la gramática, la retórica, la historia y la filosofía; se enseñaba mediante la lectura de los autores latinos y griegos. Además, aparecen obras literarias nuevas que, aunque coinciden en actitud con las clásicas, no tienen las mismas formas ni tratan los mismos temas y, en consecuencia, precisan una nueva poética que las explique y justifique. El Quattrocento fue todavía un siglo latino y religioso, mientras que el Cinquecento da entrada a las lenguas vernáculas y se encamina hacia una sociedad laica y naturalista. La retórica, que ocupa un lugar preminente entre 1350-1550, inicia su etapa de decadencia y es desplazada por la poética en el interés de los humanistas.

POÉTICA CLASICISTA ITALIANA. MÍMESIS El Renacimiento da un relieve inusitado a la mímesis; para denominar el concepto se adoptó el término latino imitatio, imitazione en italiano, “imitación” en español. La teoría de la imitación había reaparecido con fuerza en el siglo XV en el ámbito de las artes plásticas y en el XVI empieza a usarse con profusión en el campo literario

precisamente con los comentarios a la Poética de Aristóteles. A partir de ese momento la concepción de la literatura como imitación de la Naturaleza fue, aunque con matices, constante a lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII. La imitatio se refiere por igual a la imitación directa de la Naturaleza, pero también a la imitación de los autores: la imitación de los antiguos (retractatio), pero también la imitación de los grandes poetas italianos. El arte, la literatura tienen que imitar la naturaleza, pero no sólo en sus fenómenos (natura naturata), sino también en su fuerza creadora (natura naturans). Por otro lado, el término naturaleza tenía un significado amplio e incluía lo natural, propiamente dicho, y también lo cultural, lo humano. Entre 1516 y 1532, Ludovico Ariosto da a conocer la obra titulada Orlando furioso, continuación de Orlando innamorato de Mateo Boyardo. El poema no entra con facilidad en los cánones épicos clásicos, es una obra nueva, en cuya fábula proliferan acciones y personajes y se mezcla la historia y lo maravilloso. La interpretación de la mímesis, la diferencia entre el historiador y el poeta, el concepto de verosimilitud serán discutidos por los autores italianos más destacados del momento. La teoría de Aristóteles sobre la mímesis como imitación de las acciones humanas, que no excluía lo maravilloso, deriva hacia un concepto más restringido de imitatio naturae, que no admite lo maravilloso. Parece que este cambio tienes su origen en el comentario de Robortello a la Poética (1548), donde señala que el objeto de la imitación artística es la conducta de los hombres, como había dicho Aristóteles, pero también de las cosas. La mímesis aristotélica, que se enunciaba como principio generador del arte, pasa a ser un canon que limita el objeto de la creación a la realidad, con lo que excluye todo lo fantástico y maravilloso. De este modo, se fueron perfilando en el clasicismo cuatro modos fundamentales de imitación: a) la concepción neoplatónica, b) la concepción neoaristotélica,

c) concepción realista extremada (considera que el arte deber ser un calco directo de la realidad y d) imitación como reproducción de textos anteriores. Resulta difícil en ocasiones establecer límites precisos entre los modos de entender la imitación, ya que no debemos olvidar que la teoría literaria de este tiempo se caracteriza por su eclecticismo.

A) La concepción neoplatónica de la mímesis en el Renacimiento. La presencia de Platón en el Renacimiento italiano es muy importante desde mediados del siglo XV, con la influencia de Plotino y los Padres de la Iglesia. La imitación se entendía como representación ideal arquetípica en la que debía aparecer sólo las cualidades positivas, morales y físicas, del modelo, ya que el artista en su creación debe eliminar del modelo natural lo que lo aleje de la Idea , es decir, todo lo feo e inadecuado; éste es el fundamento del idealismo del Renacimiento que, desde la perspectiva neoplatónica, es realismo. Dos de los filósofos más próximos al neoplatonismo, Ficino y Patrizzi, rechazan la teoría de la imitación; Ficino se adhiere a la tesis del furor poético y sostiene que la poesía es fruto de la inspiración, no de la imitación; Patrizzi, quien también parte la tesis del furor, habla del poeta como un factor que crea lo que no existía y cuya misión es crear ficciones e introducir en ellas lo maravilloso. La literatura llega con la poesía bucólica y la novela pastoril hasta los límites de la artificiosidad, son muestras evidentes de esta concepción platónica de la imitación. En estas obras, sus personajes son cortesanos convertidos en pastores, que, lejos de dedicarse a las labores de su oficio, viven en una naturaleza idealizada para conseguir un amor entendido como virtud del entendimiento. A lo largo de los siglos XVI y XVII encontraremos en los distintos autores dos tesis, a veces en simultaneidad: el arte como selección que mejora la naturaleza y el artista que compone a partir de su mente (idea presente ya en Plotino).

B) La concepción neoaristotélica de la mímesis en el Renacimiento. A partir de la segunda mitad del siglo XVI, con la aparición de los comentarios a la Poética, el concepto de mímesis se aproxima a las tesis aristotélicas, no del modo exacto en que fueron formuladas, sino a través de las interpretaciones de Horacio, Averroes o los neoplatónicos. La obra no debe entenderse como un calco de la realidad empírica, pues la misión de la literatura consiste en representar no directamente la realidad, sino lo verosímil, es decir, lo ficticio con apariencia de verdad. En consecuencia, se reconocía una gran libertad al poeta, cuyo cometido propio era ocuparse de lo que podría haber ocurrido según lo probable o lo verosímil, sin que le estuviera prohibido lo real (materia específica del historiador). Lo irracional y lo maravilloso se aceptaba siempre que resultara convincente. A medida que avanza el período clasicista, los teóricos (Minturno, Tasso) se muestran más partidarios de dar cabida a lo maravilloso en la obra literaria especialmente en el género épico. La sorpresa y la admiración, ligadas con frecuencia a lo maravilloso, eran efectos que se reclamaban a las obras literarias, al menos como causa inmediata de deleite. El Concilio de Trento y la Contrarreforma despertaron la desconfianza hacia la literatura y el mundo ficcional que crea, por lo que muchos autores tuvieron que defender la literatura de las acusaciones de falsedad con el argumento de la coherencia y verosimilitud que la composición literaria necesitaba.

C) La concepción naturalista de la imitación. Concibe la obra literaria como una duplicación literal (e ilusoria) de la realidad. Esta teoría de la mímesis es la causa de que a partir del comentario de Castelvetro a la Poética, los argumentos naturalistas favorezcan la implantación de la regla de las tres unidades dramáticas (unidad de acción, de tiempo y de lugar) en su más rígida formulación. La copia de la realidad impone límites muy estrictos al arte.

D) La imitación como intertextualidad. Otro concepto de mímesis es aquel que entiende que la obra literaria debe ser reproducción de los motivos, de la estructuración y del estilo de los textos literarios considerados perfectos. Con el fin de formular unas normas sobre la tragedia, el teórico puede acudir a dos fuentes para establecerlas, la teoría expuesta en la Poética, o la práctica de creación a través del ejemplo de las obras maestras constituidas en modelos, al igual que puede hacer el poeta a la hora de crear su obra. Por tanto, bajo el concepto de mímesis tenían cabida todas las variantes del arte: desde el naturalismo estricto a la más abstracta idealización.

POÉTICA CLASICISTA ESPAÑOLA La reflexión en España en la época clasicista sobre el arte y la literatura corría a cargo de humanistas, eruditos y de los propios escritores, cuya fuente era la teoría literaria italiana, divulgadora por toda Europa de las ideas aristotélicas, si bien llega a España con décadas de retraso. La primera traducción al castellano de la Poética de Aristóteles no se publica hasta 1626, aunque la doctrina aristotélica, horaciana y platónica o neoplatónica ya eran en esta época suficientemente conocidas. Alonso López Pinciano con su obra Philosophia antigua poética el primer y más influyente propagador de las ideas literarias de Aristóteles, y quien influyó en la concepción literaria de Cervantes, especialmente en los principios de verdad y ficción literaria, así como en los conceptos de imitación y verosimilitud. En esta obra no tienen cabida los autores contemporáneos porque sólo se interesa por la antigüedad clásica, pero sus reflexiones teóricas son aplicables a la literatura del clasicismo español. Mímesis y verosimilitud. La teoría clasicista entiende que la imitación de la naturaleza es el principio fundamental del arte; ahora bien, el término naturaleza se

entendía de una manera muy amplia. López Pinciano capta adecuadamente el espíritu de la Poética de Aristóteles al interpretar la mímesis en su sentido ideal y transcendente: el artista opera por imitación, convirtiéndose en motor y alma de la creación poética; el artista crea siguiendo los pasos de la naturaleza humana y da forma a un nuevo mundo. El arte no sufre ningún tipo de limitación y cualquier aspecto de la naturaleza o tipo de conocimiento puede ser objeto de la literatura. El principio de mímesis se vincula al de verosimilitud. Como la imitación convierte en literario aquello que surge de la invención y de la imaginación, debe atenerse a la razón. La imitación creativa abre al escritor un mundo de posibilidades sólo sujetas al desarrollo racional, es decir, a la verosimilitud. A través de la imitación el artista recrea un mundo y como esa recreación se somete a la razón sirve a la finalidad didáctica conseguida por medio del deleite. La verosimilitud se vincula a la unidad formal de la obra y ambos conceptos están inseparablemente unidos a la perfección estética, idea recogida entre otros por Cervantes.

POÉTICA CLASICISTA FRANCESA La “Querella de El Cid”. La “Querella de El Cid”, enmarcada de manera general dentro de la “Querella de antiguos y modernos”, surge a propósito del estreno de El Cid del Corneille en 1636, centrada en el concepto de mímesis y de verdad frente a verosimilitud, es decir, las relaciones entre historia y literatura; en relación con este tema se planteará el del papel del público como árbitro de estos valores, principalmente, dramáticos. Los detractores de la obra sostienen que los personajes de una obra dramática deben ser verosímiles, por lo que los hechos dramatizados en El Cid aunque hubiesen sucedido realmente no deberían conformar la trama de una obra porque no resultan verosímiles. De esta forma se opone el arte verdadero (conforme a la realidad) al arte verosímil (conforme a las normas literarias y al fin que procura la tragedia: servir de

ejemplo). No obstante, el éxito alcanzado por la obra permitía justificarla por el fin lúdico que cumplía, pues nadie dudaba del placer del público en las representaciones de una historia real y verdadera, a pesar de su inverosimilitud (de acuerdo a unas reglas y a un interés político). En estas circunstancias se plantea: ¿puede considerarse inverosímil lo que ha sido real? La desviación de la norma general es precisamente lo característico de la realidad y lo que la individualiza. Los detractores y defensores se apoyaron inicialmente en las oposiciones verdad/verosimilitud, hedonismo/utilitarismo. La oposición, ya planteada por Aristóteles, entre verdad/verosimilitud y resuelta a favor de la verosimilitud y coherencia de la obra de arte, vuelva a discutirse en nombre del fin moral del teatro, que para algunos no puede quedar vulnerado en nombre de la verdad. Para Boileau la verdad en el arte resulta de una relación de la obra con la realidad, y es por tanto un criterio externo a la propia obra; la verosimilitud resulta de las relaciones internas de la obra y es criterio exclusivamente literario. Boileau rechaza los argumentos de Corneille por la razón de que, para él, lo verosímil es un concepto literario, de coherencia interna, mientras que lo verdadero es un concepto de relación con la realidad; en consecuencia, el poeta debe elegir lo verosímil literario y rechazar lo real verdadero si se presentan enfrentados en una obra. El principio mimético tendría su origen en la capacidad de observación y copia que tiene el escritor, pero éste no puede limitarse a reproducir por medio de la palabra lo real, sino que debe seleccionar en razón a la finalidad de su obra, que, en último término debe atender a lo que el público exige. Con estos principios la estética clásica (y posteriormente la neoclásica) no puede ser realista, tiende necesariamente al idealismo....


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