COMENTARIO \"\"EL MATADERO\"\" ESTEBEN ECHEVARRÍA PDF

Title COMENTARIO \"\"EL MATADERO\"\" ESTEBEN ECHEVARRÍA
Course Introducción a la Literatura Hispanoamericana
Institution Universitat de Barcelona
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EN ESTE TRABAJO HABLO SOBRE LOS ASPECTOS MÁS IMPORTANTES DE ESTE CUENTO HISPANOAMERICANO...


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Introducción a la literatura hispanoamericana (G1)

Ainoa Anido López

Comentario de texto: EL MATADERO El Matadero. ¿Qué tipo de obra puede esconderse tras ese título? ¿Qué pretende suscitar el autor en el lector? Desde el principio nos sumerge en un ambiente lúgubre, espeso y que transmite miseria y tristeza , descrito mediante una ironía que acompaña al lector a lo largo de toda la obra dando lugar a continuas interpretaciones. Una ironía que como la propia sangre que corre y mancha el espacio detallado, inunda la obra. Una vez situamos la obra en su contexto histórico, logramos comprender ese matiz de sarcasmo, ese encubrimiento de los hechos mediante la palabra que deja entrever el momento en el que vivió el autor. Parece que las realidades más crudas se ocultan bajo títulos que sobrecogen nada más leerlos, tales como: “El Matadero”. “El Matadero” fue escrito por Esteban Echevarría entre los años 1838 y 1840, pero no fue publicado hasta el 1871, tras la muerte del autor. Solamente esta mención, ya nos da la pauta de que se trataba de una obra que comprometía al autor. Echevarría vivió en un momento histórico caracterizado por una profunda tensión política y social. La sociedad estaba dividida en dos. Por un lado, estaban los federales que apoyaban al dictador Juan Manuel de Rosas, de la mano del cual también estaba la Iglesia. Por otro lado, estaban los unitarios. Éstos eran considerados como las causas, tal y como refleja Echevarría en “El Matadero”, de que se produjeran todo tipo de infortunios. Los laicos y revolucionarios, en contra del régimen dictatorial vigente: “Alarmóse un tanto el gobierno, tan paternal como previsor, el Restaurador, creyendo aquellos tumultos de origen revolucionario y atribuyéndolos a los mismos salvajes unitarios, cuyas impiedades, según los predicadores federales, habían traído sobre el país inundación de la cólera divina”.

Esteban Echevarría fue un hombre adelantado a su tiempo. Era un i ntelectual. Podríamos añadir que su atrevimiento a la hora de escribir no solamente procedía de su propia condición de ciudadano argentino, sino también de su estancia en Francia, donde estudió y residió durante aproximadamente 5 años. Sin duda, esta experiencia podría haber ayudado al autor a abrir sus parámetros de concepción de la realidad hacia lo externo. Fue entonces, tras su vuelta de Francia, cuando se convirtió en el ejemplo del romanticismo rioplatense. Así como su obra, “El Matadero”.

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Ainoa Anido López

El contenido de la obra refleja la cruda realidad de la sociedad latinoamericana, la cual se desarrolla a partir de la narración en la que se describe una inundación que provoca una gran crisis económica en Buenos Aires. Esta crisis se refleja en la falta de vacas. El gobierno proporciona cincuenta novillos para ayudar (o contentar) a los ciudadanos. A partir de estas circunstancias, Echeverría relata todo lo que sucede el día en el que sacrifican a las vacas en el matadero. El tema principal de la obra es la confrontación existente entre la cultura y la barbarie. La desesperación de la gente que ante la necesidad abandona su condición de ser humano y con ella la razón y se rebaja a la condición propia de un animal que lucha por su supervivencia. Los que seguirían esta línea de lo salvaje serían los federales, los cuales trabajan en el matadero y los que anteriormente representaban el verdadero espíritu e identidad de Argentina. Los unitarios son presentados como personas cultas. Otro de los temas sería la hipocresía de la Iglesia, la cual prohíbe que los ciudadanos coman carne durante el periodo de cuaresma y en cambio, sí permite que los gobernantes y los propios religiosos puedan catarla. Echeverría alude a esa falsa moral diciendo: “¡Cosa extraña que haya estómagos privilegiados y estómagos sujetos a leyes inviolables y que la iglesia tenga la llave de los estómagos!” o bien, “(…) Es de creer que el Restaurador tuviese permiso especial de su Ilustrísima para no abstenerse de carne, porque siendo tan buen observador de las leyes, tan buen católico y tan acérrimo protector de la religión, no hubiera dado mal ejemplo aceptando semejante regalo en día santo”.

El estilo de la obra casa perfectamente con los ideales que caracterizan al Romanticismo. De entrada, el inicio que nos presenta Echevarría es del todo irónico y deja clara su postura subjetiva y en contra de los federales y asimismo, la reivindicación del “yo”. Por lo tanto, por un lado, nos anticipa el tema venidero advirtiéndonos acerca de su ideología respecto al contexto social, haciendo una construcción personal marcada por la crítica y marcando quién narra desde el momento en el que dice “la mía es historia”. Y por el otro, el “yo” hace prevalecer lo sentimental por encima de lo racional. Siguiendo con los parámetros románticos nos describe un paisaje solitario, desolador y una población que destaca por su profunda angustia. Uno de los rasgos que puede llamar la atención es el carácter coloquial de la obra que se debe a que

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Echeverría imita la oralidad y por ello, en ciertos momentos parece que esté hablando de forma natural con el lector, en lugar de estar escribiendo. Durante toda la obra emplea una gran variedad de elementos descriptivos que realzan el carácter de brutalidad predominante, tal y como se refleja en los actos y palabras de los personajes: “Por un lado, dos muchachos se adiestraban en el manejo del cuchillo tirándose horrendos tajos y reveses; por otro, cuatro, ya adolescentes, ventilaban a cuchilladas el derecho a una tripa gorda y un mondongo que habían robado a un carnicero (…)”.

Asimismo, el lenguaje popular de la obra se refleja mediante

americanismos y voseos: “¡Ché!, negra bruja, salí de aquí antes que te pegue un tajo”. El matadero físico es una forma de explicar cómo funciona el sistema federal. El matadero es su vivo reflejo. Todo es una gran metáfora que ya nos es anunciado en su título: “(…) los animales apeñuscados se hunden hasta el encuentro y quedan como pegados y casi sin movimiento. (…) se hace la recaudación del impuesto de corrales, se cobran las multas por violación de reglamentos y se sienta el juez del matadero”.

El matadero no es más que la imagen de una población desesperada convertida en una población de salvajes que se lanzan miradas airadas entre sí. El matadero es defendido por estos personajes brutos que llevan a cabo acciones sangrientas y desalmadas, y que, en definitiva, se vuelven cómplices del régimen, a pesar de ser el motivo por el que se encuentran en esta situación de desamparo. Tal y como dice Esteban Echeverría, esa matanza entre la población sería un: “Simulacro en pequeño era éste del modo bárbaro con que se ventilan en nuestro país las cuestiones y los derechos individuales y sociales”. El matadero

encarna el ambiente político, esa situación de caudillismo y de adoración. Me ha parecido un relato maravilloso, no por el placer de complacer a nadie sino porque relata una realidad profunda, viva y pasional. El autor ha conseguido cautivarme y hacerme sentir como un personaje más, asqueada por el barro, la sangre y la pestilencia del ambiente. Ante mis ojos ha desfilado una sociedad absorbida por la falsa moral y que ha perdido toda identidad propia. Como también he percibido la carencia de rebeldía y de valentía de ser ese “uno entre un millón” que se opone ante la jerarquía social imperante. A pesar de ello, la bravura y firmeza que encarnan el toro entre todos los novillos inmóviles que, sin duda, representan a esa sociedad atada y, el unitario que aparece al final de la obra una vez muerto el toro, me han transmitido un atisbo

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de esperanza. Ambos encarnan el ansia de libertad, de conocimiento y se nos presenta de nuevo, esa visión de los unitarios como personas civilizadas y cultas, que prefieren enfrentarse antes que ser inmovilizados: “La librea es para vosotros, esclavos, no para los hombres libres”, exclama el unitario. El final del texto de

“El Matadero” me parece excepcional e imprescindible para comprender el verdadero propósito de la obra, ya que recoge el verdadero sentido de la misma: “Llamaban ellos salvaje unitario, (…), a todo el que no era degollador, carnicero, ni salvaje, ni ladrón: a todo hombre decente y de corazón bien puesto, a todo patriota ilustrado amigo de las luces y de la libertad; y por el suceso anterior puede verse a las claras que el foco de la federación estaba en el matadero”. Por ello creo que la obra es considerada

como un reflejo de la realidad social, pero sin olvidar que se trata de una obra romántica y que por tanto tiene un doble objetivo: evidenciar la realidad del momento y reivindicar la independencia y la libertad. Por todas estas circunstancias, me atrevo a decir que “El Matadero” puede definirse como la viva ilustración del Romanticismo....


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