Cronología relativa 2019-2020 PDF

Title Cronología relativa 2019-2020
Author Ivan Carrasco
Course los orígenes de la humanidad
Institution Universidad de Alcalá
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ASIGNATURA:

LOS ORÍGENES DE LA HUMANIDAD Grado en Historia Universidad de Alcalá Curso Académico 2019/2020 Curso 1º – 1 Cuatrimestre

Cronología relativa Son las formas y métodos con las que podemos establecer secuencias temporales de anterioridad, coetaneidad y posterioridad, no necesariamente exactas pues para eso está la datación absoluta.

Estratigrafía La estratigrafía es el estudio de la colocación o deposición de estratos o niveles (deposito) superpuestos. Desde el punto de vista de la datación relativa, el principio fundamental es que el nivel inferior se depositó primero y, por tanto, antes que el superior. De esta forma, una sucesión de estratos proporciona una secuencia cronológica relativa, desde los más antiguos (abajo) a los más modernos (arriba). Una excavación estratigráfica de un yacimiento arqueológico está proyectada para obtener una secuencia de este tipo. Parte de este trabajo consiste en saber si ha habido alguna alteración natural o humana de los niveles desde su primera deposición. Armado de una información estratigráfica cuidadosamente recogida, el arqueólogo puede aspirar a construir una secuencia relativa fiable de la deposición de los distintos estratos. Pero lo que queremos fechar en realidad no son tantos los propios depósitos o niveles como los materiales creados por el hombre que están en ellos-y que a la larga nos revelaran actividades humanas del pasado en el yacimiento-.Aquí reside la importancia de la idea de asociación. Cuando decimos que dos objetos fueron hallados en asociación dentro del mismo deposito arqueológico, queremos decir, por lo general, que quedaron sepultados a la vez. Una serie de estratos sellados proporcionan, de este modo una secuencia-y una secuencia relativa- de la época en que quedaron enterrados los objetos asociados en esos depósitos. Esto es dable solo si la formación de las capas sedimentarias no fue afectada por procesos de intrusión o inversión en el plano estratigráfico. Hay que comprender este concepto fundamental, porque si más tarde se puede dar una fecha absoluta a alguno de estos objetos-pongamos por caso, un trozo de carbón vegetal, que puede ser datado por radiocarbono- entonces sería posible asignar esa fecha absoluta no solo al carbón sino también al depósito sellado y a los demás objetos asociados a él. Una serie de datos de este tipo, que proceden de niveles distintos, proporcionaran una cronología absoluta para toda la secuencia. Esta interconexión de las secuencias estratigráficas con los métodos de datación absoluta es la que proporciona la base más fiable para fechar los yacimientos y sus contenidos.

Método del flúor Es un método para averiguar si un conjunto de huesos encontrados en el mismo nivel estratigráfico están asociados entre sí. Un método útil para estimar si varios huesos asociados en el mismo depósito estratigráfico tienen en realidad la misma edad relativa es el análisis químico, mediante el estudio de sus contenidos de nitrógeno, flúor y uranio. Se basa en el hecho de que dos huesos enterrados en el mismo tipo de sedimento deberían tener las mismas proporciones de flúor, un elemento presente en la tierra y que se disuelve en el agua, de tal manera que puede ser incorporado al fósil con el paso del tiempo. En el depósito, los huesos pierden gradualmente su contenido en proteínas, especialmente el colágeno. El indicador más útil de esta pérdida es el nitrógeno, que en huesos modernos ronda el 4%. La velocidad de esta reacción depende de la temperatura, el contenido bacteriológico, químico y de la humedad del yacimiento arqueológico. El flúor y el uranio, al contrario, se incrementan con el paso del tiempo. La velocidad de este proceso depende de la cantidad que haya de dichos elementos en las aguas subterráneas que se filtran en el depósito. Los porcentajes de flúor y uranio dependen, como en el caso del nitrógeno, de factores locales. Así, todos estos índices de cambio son demasiado inciertos para hacer de ellos la base de un método de datación absoluta, no obstante si son útiles a la hora de distinguir huesos de edades distintas encontrados juntos en una misma unidad estratigráfica dentro de un yacimiento.

Secuencias tipológicas Este principio de ordenación tipológica se basa en que los objetos de una determinada época y lugar concreto tienen unas características, estilo y diseño determinados. Sin embargo, este tipo de secuencias, estratigráficas o tipológicas, no nos proporciona la extensión exacta en el tiempo de un yacimiento o de un objeto sino que establece unas fechas aproximadas. Lo cierto es que desde que Thomsen comenzara a utilizar el Sistema de las 3 Edades este sistema de cronología relativa se ha seguido utilizando en la arqueología de campo ya que nos permite esbozar una idea de la época del sitio. La forma de un artefacto, como por ejemplo una vasija, puede definirse por sus atributos específicos de material, forma y decoración. Varias vasijas con los mismos atributos constituyen un

Tipo y la Tipología agrupa a los artefactos en esos tipos. Hay dos conceptos nuevos que sirven de base a la idea de elaborar una datación relativa mediante la tipología. El primero es que los productos de un periodo y lugar determinado tienen un estilo reconocible: debido a su forma y decoración distintivas son, en cierto sentido, característicos de la sociedad que los creo. El arqueólogo a menudo puede reconocer y clasificar los artefactos según su etilo y basándose en este, le asignan un lugar concreto dentro de una secuencia tipológica. El segundo concepto es que el cambio estilístico (de forma y decoración) de los artefactos suelen ser bastante gradual y evolutivo (esta idea procede de la Teoría de la evolución de las especies, adoptada por los arqueólogos en el S.XIX. El gran maestro del "método tipológico" fue el estudioso sueco del siglo XIX Oscar Montelius, que formuló cronologías relativas locales para muchas de las zonas de la Europa de la Edad del Bronce, haciendo usos de series completas de formas de útiles y armas de bronce. Estas secuencias regionales en la mayoría de los casos pudieron ser confirmadas mediante excavaciones estratigráficas en las que se redescubrió que las formas más simples eran en efecto las más antiguas. Para muchos propósitos, sigue siendo cierto que el mejor modo de asignar una fecha relativa a un artefacto es compararlo con otro ya identificado dentro de un sistema tipológico estable. En Europa esto es exacto por lo que respecta a los objetos de bronce, pero a nivel mundial, se aplica de un modo mucho más general. En cuanto al Paleolítico, la primera datación (relativa) aproximada de un estrato procederá a menudo de un examen de los útiles líticos encontrado en su interior: los bifaces implican que es del Paleolítico inferior, las láminas, del Paleolítico superior. Para los periodos posteriores, las tipologías cerámicas suelen ser la piedra angular del sistema cronológico. Si las asociamos a las secuencias estratigráficas de los depósitos que pueden ser fechados por radiocarbono u otros métodos absolutos, entonces se podrán asignar fechas absolutas en años a los artefactos de las secuencias tipológicas.

Paleomagnetismo A lo largo de la historia del planeta el campo magnético terrestre ha experimentado fluctuaciones considerables y aparentemente aleatorias, habiéndose producido además inversiones de la polaridad, las cuales han provocado que durante algunas épocas el polo norte magnético se situara en el polo sur geográfico y viceversa. La utilidad que esta propiedad del campo magnético terrestre tiene para la datación de restos arqueológicos es la siguiente: algunos minerales metálicos se comportan como "pequeñas brújulas", pues su conformación magnética polar hace que se orienten hacia el polo

norte magnético cuando se encuentran en suspensión libre en un medio acuoso. Si se produce su decantación y deposición en un sustrato fijo, su orientación fija en ese momento la situación que en el momento de la deposición tenía el polo norte magnético. Como existe un registro gráfico de las coordenadas geográficas en las que se ha situado el polo norte magnético a lo largo del tiempo, obtenido a partir de series sedimentaria, podríamos en principio conocer el momento en que se produjo la deposición de la muestra a datar. Para que este tipo de datación sea factible, se necesita que la muestra sea obtenida orientada, es decir, debemos conocer exactamente la orientación geográfica del resto antes de llevarlo al laboratorio para su análisis. Además, como el polo norte magnético se ha situado varias veces en las mismas coordenadas geográficas, este tipo de datación más que una fecha única suele dar dos o tres edades posibles para el resto a datar, de las cuales la correcta se obtendrá a partir del contexto del yacimiento.

Paleotemperaturas La ciencia ha demostrado que la temperatura del planeta ha ido cambiando a lo largo de los tiempos geológicos. Esto se ha debido a varios factores relacionados con los ciclos de Milankovitch, como la proximidad o lejanía de la Tierra al Sol, la excentricidad de la órbita terrestre, o el ángulo que forma el eje de la Tierra con el plano de giro de la misma alrededor de nuestra estrella. Además, otros factores como los determinados por la tectónica de placas en relación con la cambiante posición de los continentes ha sido determinante para que la Tierra disfrutase, en general, de uno u otro clima a lo largo de su historia. Se han realizado estudios y obtenido datos fiables para gran parte de los 570 millones de años que comprende el Fanerozoico, episodio en el que han aparecido y diversificado todos los grupos de organismos que se conocen. Pero para relacionar y conocer la dimensión y origen diverso del cambio climático actual es necesario adentrarse en las condiciones climáticas reinantes durante los 2,5 millones de años últimos, es decir, durante el Cuaternario. Esas han sido muy variadas y complicadas, y por lo que se sabe ahora, distan mucho de las simples y tradicionales glaciaciones Donau, Günz, Mindel, Riss y Würm, y sus respectivos episodios interglaciales, que han servido como referencia durante la segunda mitad del siglo pasado. Además de otras técnicas aplicadas tan importantes como ésta en la obtención de paleotemperaturas, uno de los mejores controles se ha obtenido con el estudio y aplicación en geología de los isótopos del

oxígeno. Este elemento presenta tres isótopos (elementos con diferente número de neutrones que de protones en su núcleo atómico) que son el O16, O17 y O18, siendo el O16 casi el 99% del total, y el O17 casi imperceptible en cuanto a la cantidad respecto a los otros dos. Pues bien, se ha demostrado que las temperaturas del planeta en el pasado, y sus variaciones, tienen que ver con la relación que hay entre el O18 y el O16. La relación O18/O16 (en las figuras aparece como &O18) ha variado según la temperatura imperante, siendo mayor esta relación cuanto más baja sea la temperatura. Este fenómeno se ha observado realizando estudios en las conchas carbonatadas de los foraminíferos marinos planctónicos (minúsculos protozoos de vida planctónica y/o bentónica), y en las capas de hielo en los polos. El O18 es más pesado que el O16. Por esa razón, durante los períodos de mucho frío las moléculas de agua en las que el oxígeno que interviene es el O16 (H2O16) pasan más fácilmente a la atmósfera, por evaporación desde la superficie marina, que las moléculas de agua con O18 (H2O18), que queda “atrapada” en el resto de la masa marina. Esta agua (H2O18) va a ser utilizada por los foraminíferos en la fabricación de su concha carbonatada por absorción de sales, por lo que ese caparazón tendrá oxígeno 18 en mayor proporción que el que cabría esperar respecto al oxígeno 16. Por tanto, estudiando el tipo y proporción de oxígenos englobados en las conchas de los foraminíferos enterrados en el fondo marino tras su muerte, y recogidos miles de años después ya fosilizados, podremos interpretar, con un cierto margen de error, la temperatura reinante en la Tierra cuando esos organismos vivieron. Si la proporción de O18 respecto al O16 disminuyera de forma considerable, se podría deducir un aumento de temperaturas. De esta manera podemos confeccionar gráficas que reflejen alternancias de sucesivos períodos “fríos” y “cálidos” en el planeta. Por otro lado, las moléculas de agua con O16 que se evaporan desde la superficie marina, y que debido a la circulación general atmosférica pueden precipitar más tarde en forma de nieve en zonas de acumulación de hielo, incrementarán la proporción de O16 respecto al O18 de esas masas de agua helada, lo que se relacionaría entonces con períodos fríos. Con la información obtenida con el uso de los isótopos del oxígeno, tanto en las masas de hielo como con los fósiles de foraminíferos, han podido detectarse hasta 102 episodios fríos y cálidos alternantes durante los últimos 2,5 millones de años....


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