Debate historiográfico sobre la Revolución francesa PDF

Title Debate historiográfico sobre la Revolución francesa
Author Franco David Lopez Vale
Course Historia de la Historiografía
Institution Universidad Nacional de Tucumán
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debate historiografico sobre la revolución francesa....


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Debate historiográfico sobre la Revolución francesa La Revolución francesa ha sido estudiada por multitud de autores desde el mismo momento en el que se produjo. La discusión sobre su comienzo, duración, etapas y hechos, ha estado en el centro de la polémica historiográfica desde un principio. La Revolución francesa ha sido siempre un asunto complicado de interpretar por la Historiografía. Fue considerada como modelo de revolución política, en el que la burguesía desplazaba a la aristocracia en el poder. Sin embargo, no fue una mera transferencia de poder, sino un cambio en el concepto del ejercicio poder y de administración del país. También se discute si hubo una revolución o varias. Existen problemas políticos, económicos e institucionales que dificultan el análisis. Uno de los primeros autores que trató la Revolución francesa fue Adolphe Thiers, que en 1827 destacaba el aspecto catastrófico de la revolución, apoyado por una enorme cantidad de datos, obtenidos de fuentes directas. Pero la visión más extendida en el siglo XIX era la romántica, que sostenían Lamartine, Michelet y otros, los cuales reivindicaban el papel del pueblo como protagonista de la historia. Tocqueville fue uno de los más célebres, y en 1856 su interpretación se fundamenta en la recopilación de datos de archivo. Taine fue otro de los autores decimonónicos y mantiene que la revolución fue obra de una minoría, contra la monarquía. Tiene una especial aversión al periodo jacobino, y lo que representa. También en Estados Unidos e Inglaterra hubo autores que se preocuparon por analizar la Revolución francesa, como Charles Fox, Thomas Paine y Thomas Jefferson. Ellos tienen su propia revolución y su constitución, por lo que ven con simpatía los comienzos de la revolución, el período de la monarquía constitucional, la Declaración de los Derechos del Ciudadano e incluso la etapa de la Convención, pero rechazan el período del Terror. En el siglo XX cambia, en buena medida, la interpretación de la Revolución francesa. Autores como Mathiez se dedican al estudio de las fuerzas económicas que se encuentran en el proceso revolucionario. Lefebvre destaca la importante labor del campesinado en los acontecimientos. Ernest Labrousse proporciona datos históricos y estadísticos, principalmente económicos, y destaca la evolución, al alza, del precio del pan, como desencadenante de la revolución. Autores como Soboul y Godechot hacen una integración de los aspectos políticos, económicos y sociales. Las últimas interpretaciones se han hecho con motivo del bicentenario de la revolución. Autores como Furet defienden una interpretación política de la revolución, divulgada con este motivo.

Delimitación y fases de la Revolución francesa Con la revolución se produjo un cambio fundamental en la estructura de las relaciones políticas, sociales, económicas y culturales de Francia. La burguesía accede al poder, y a partir de ahora el dinero y el patrimonio será quien marque las diferencias de clase, quedando anticuada la estructura estamental. Para Furet, la Revolución francesa comienza con las Reformas de Turgot en 1774, y no concluye hasta 1880, año en que se reafirma el sistema republicano. Se caracteriza por consolidar una legislación secularizada, en la que destacan cuestiones como la del divorcio, la escuela laica, la enseñanza obligatoria o la libertad de prensa. Sin embargo, los contemporáneos de la revolución tomarán la fecha del 14 de julio de 1789 (fecha de la toma de la Bastilla) cómo comienzo de la Revolución. Este día, a instancia de Víctor Hugo en 1880, se convierte en la fiesta nacional francesa. En los años treinta del siglo XX, el Partido Comunista Francés hace una interpretación de la historia en la que funde la Revolución francesa con la Revolución rusa, como parte de un mismo proceso y una única matriz ideológica. Para defender esto, Jaurès escribe «Historia socialista de la Revolución francesa». Según esta interpretación, Robespierre y la época del Terror son los hechos culminantes de la revolución, y se comparan con el bolchevismo. Para autores como Mathiez el bolchevismo y el jacobinismo son dos dictaduras de clase. Con motivo del bicentenario de la Revolución se pretende resaltar su herencia moral: la proclamación de los Derechos Universales del Hombre y el Ciudadano, la Constitución de 1791, los valores democráticos, etc., y se pretende olvidar la lucha social y el Terror. En realidad hay una cierta mitificación oficial de la Revolución francesa. Actualmente se consideran como antecedentes de la revolución la bancarrota en la que se encontraba el Estado en 1788 y la negativa a convocar a los Estados Generales por parte de Luis XVI, para aumentar los impuestos. Se toma como comienzo de la revolución la convocatoria de los Estados Generales el 5 de mayo de 1789, que se erigen en Cortes Constituyentes. Se considera que la Revolución francesa tuvo dos fases fundamentales: una, primera, de Monarquía Constitucional, entre 1789 y 1792; y otra, segunda, de Gobierno de la Convención, entre 1792 y 1794, en la cual que se distingue el periodo del Terror, de 1793 a 1794, en la que se imponen las reivindicaciones sociales de los sansculottes.

Algunos autores consideran que también pertenece al ciclo de la revolución la Restauración burguesa, de 1794 a 1799, en la que se incluye la época del Directorio, desde

1795 hasta el golpe de Estado de Napoleón el 18 de brumario de 1799. También hay autores que consideran la época napoleónica, de 1799 a 1815, como parte de la Revolución francesa.

Rasgos fundamentales del debate El estudio de la Revolución francesa está marcado por las principales ideologías contemporáneas. En numerosas ocasiones se identifica, de una manera simplista, la revolución con el periodo del Terror. Muchas de las interpretaciones toman el período de la República como paradigma de la Revolución. La interpretación de Adolphe Thiers, en 1823, durante la Restauración borbónica en Francia, hace una exposición coherente desde la visión de la gran burguesía liberal. Utiliza en sus estudios los testimonios de los testigos presenciales. Esta interpretación es completada por François-Auguste Mignet, en 1824, que se dedica al estudio del mundo ideológico que actúa en la revolución. Thomas Carlyle, en 1837, inicia la visión romántica de la revolución, que ayuda a su mitificación. Los románticos mitificarán, sobre todo, la oposición a la monarquía y la experiencia republicana. Alexis de Tocqueville afirmará, hacia 1850, que la mayor parte de los cambios que se produjeron durante la Revolución francesa se habían gestado durante el Antiguo Régimen, y que la auténtica revolución se dio en 1848. En realidad afirma que la revolución no sirvió para nada, ya que el Antiguo Régimen tenía flexibilidad suficiente como para asumir los cambios. Hippolyte Taine también condenó, en 1876, la Revolución francesa, por estar en el origen de todos los conflictos presentes en las sociedades contemporáneas. Alphonse Aulard mitificará el período republicano, sobre todo la figura de «el Buen Dantón» opositor de Robespierre y máximo representante de la fase laica de la revolución, pero con un sentido más democrático. Ésta no es más que una referencia de los numerosos estudios que sobre la Revolución francesa se han hecho.

De Maistre partía de una concepción providencialista de la historia. Los hombres se encontraban ligados a Dios, pero a los que no sojuzgaba. Los hombres podían actuar

libremente, aunque bajo la mano divina. Serían “libremente esclavos”, es decir, que actúan de forma voluntaria, pero sin poder perturbar los planes generales establecidos por Dios. Así pues, la Revolución Francesa sería un designio de la Providencia. No eran los hombres los que dirigían la Revolución, sino que ésta los dirigía y utilizaba por voluntad divina. El fin de la Providencia era castigar a Francia. Los franceses eran un pueblo elegido que tenía una misión que cumplir y al desviarse de ese camino había recaído la ira divina sobre él. Esa desviación tenía un precedente en la historia en la Reforma protestante al haber alejado a sus seguidores de la verdad original. Pero sería la Ilustración la causa inmediata que había desencadenado la Revolución, ya que era, siempre según el autor, una filosofía subversiva, que había alejado al pueblo de la religión y contra las que el autor consideraba las “leyes fundamentales del Estado”. Pues bien, como hemos señalado, el castigo por el camino emprendido por los franceses era la Revolución. Dios empleaba, según De Maistre, “los instrumentos más viles”, pero obraba así porque castigaba para regenerar. De esta forma Francia regresaría al orden con el retorno a la senda correcta de la religión y con la restauración de los Borbones.

Para la escuela de Annales Furet y Richet, el factor decisivo del proceso revolucionario fue la puesta en marcha de la estructura constitucional del Estado por medio de la Asamblea Nacional, creadora de la Constitución. No acepta la idea de la lucha de clases, sino el enfrentamiento entre las élites ilustradas de los tres estamentos y, especialmente, de la burguesía, contra los representantes del antiguo orden político y social. Tampoco admiten la idea de una alianza entre la burguesía y las masas populares. Según ellos, la burguesía se vio sorprendida por los levantamientos de las capas medias y bajas de la ciudad y del campo en el verano de 1789, si bien hicieron luego todo lo posible para utilizar estas intensas agitaciones como apoyo para su propia lucha y, a la vez, para mantenerla bajo control. Sin embargo, no pudieron impedir la radicalización del proceso en los años 179294. Furet y Richte no ven en las luchas políticas de estos años el punto culminante de la revolución burguesa, sino una interrupción de la misma, un intermedio innecesario y sin consecuencias para el siglo XIX burgués. Será a partir de 1795, con el Directorio, cuando la revolución burguesa avance según las reglas de su propia lógica, alcanzando su punto culminante en el período 1795-1798, en el que Francia volvió a ser una potencia hegemónica en Europa. Los representantes de la escuela de Annales consideran que la revolución burguesa alcanza su meta tras la revolución de julio de 1830, con la instauración de la monarquía constitucional de Luis Felipe de Orleáns. Uno de los temas que han centrado el debate historiográfico ha sido el establecimiento de las causas. Se han aducido tantas causas de la Revolución Francesa como interpretaciones historiográficas. Los factores o causas que lo desencadenaron fueron complejos; se trata de una

combinación de elementos económicos, políticos, sociales e ideológicos que en un momento determinado condujeron a la explosión revolucionaria. Podemos en líneas generales establecer tres grupos de causas: Causas económicas: han sido estudiadas por Labrousse, quien habla del malestar prerrevolucionario, en el que se combinan la economía y los conflictos sociales. Según este autor, el período comprendido entre 1733 y 1817 es un largo período de prosperidad, pero dentro de él hay una fase recesiva, la de 1778-1789, que se vincula con la deuda contraída por el Estado francés durante la guerra de independencia americana y que condujo a la convocatoria de los Estados Generales. En esta corta fase aumentan los precios, disminuye la producción y descienden los salarios y los beneficios. Todo esto produce la crisis social, que provoca, a su vez, otra política. Causas derivadas de la estructura político-social: su consideración ha llevado a debatir la consideración del Antiguo Régimen: ¿era feudal la sociedad francesa del siglo XVIII? Para algunos historiadores tal calificación produce confusión, pues conlleva aplicar el mismo concepto para una situación del siglo XII que para otra del siglo XVIII, invalidando las transformaciones acaecidas entre ambos siglos. Los estudios de Taylor han estado enfocados a demostrar que, efectivamente, aunque existen cargas típicamente feudales que pesan sobre los campesinos, las circunstancia que rodean cada región de Francia son muy variadas. También los estudios de Lefebvre resaltan que en el campo la revolución transcurrió de forma autóctona respecto a la ciudad. Causas ideológicas: han sido aceptadas y valoradas en mayor o menor medida por todos los historiadores, puesto que es evidente la influencia de las ideas ilustradas en la conformación del pensamiento liberal que presidirá todo tipo de relaciones durante los siglos XIX y XX.

Interpretación marxista-leninista La interpretación marxista-leninista estuvo, hasta los años sesenta del siglo XX, restringida a la Unión Soviética y su entorno, pero desde esa época se extendió por todo el mundo. Es un análisis que se fundamenta en el materialismo histórico. Concibe a la Revolución francesa como una, la primera, revolución burguesa, a la que temporalmente se unieron el campesinado y el proletariado, así como los pequeños burgueses, para derrotar al sistema feudal absolutista. La revolución fue, así, resultado de la lucha de clases. Karl Marx ve en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano la concreción de las aspiraciones de la revolución. Una revolución que se caracteriza por promover el individualismo extremo del ciudadano privado y la consagración de la propiedad privada absoluta, con lo que no se ha aportado nada a la superación de la alienación humana. Fue una revolución dirigida en nombre de las ideas, aunque lo que venció fueron los intereses de la burguesía, ya que el pueblo no tenía ideología política. Cuando en 1830 la burguesía

apoya la restauración borbónica, abandona sus ideales universales y afianza sus intereses de clase. Para entonces, la revolución ha calado en todos los estratos de la sociedad, que está dispuesta a defenderla. Lenin se interesó más por el activismo revolucionario de la etapa de la Convención, y por la dinámica de la participación popular. También estudio las causas profundas de la revolución, y las circunstancias en las que se encontraba el sistema feudal absolutista. Sugiere que, durante la revolución, se produce una transformación simultánea de la base socioeconómica y la superestructura. En este proceso estallan las tensiones de clase, aunque en un principio la burguesía recibe el apoyo del campesinado y de las clases bajas urbanas. Para Lenin, uno de los hechos más significativos de la revolución es la toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789, a la cual considera como el comienzo de la revolución, por la participación de las masas en el proceso. Durante la revolución se produce la liquidación del feudalismo para fortalecer el capitalismo. La burguesía se hace contrarrevolucionaria cuando no es capaz de controlar la revolución. En 1792 el pueblo continúa con la revolución, con el ataque a las Tullerías para capturar al rey, dando comienzo al periodo de la Convención. El rey sería decapitado en 1793, dando paso a la fase del Terror. Pero esta etapa también fue dominada por la burguesía, con hombres como Robespierre, que en realidad era un revolucionario burgués. En 1794 se hizo una alianza de la burguesía con el campesinado, tras la desaparición del peligro contrarrevolucionario, y se entró en el periodo del Directorio. Para Lenin también la época napoleónica pertenece a la revolución, ya que es la fase en la que la burguesía se asienta en el poder. Las revoluciones de 1830 suponen que la gran burguesía se instale en el poder definitivamente. En la interpretación marxista-leninista no se identifica la Revolución francesa con la rusa ya que una es una revolución burguesa y la otra una revolución socialista. La opinión sobre la Revolución Francesa de Louis Blanc (1811-1882) representa una postura claramente progresista sobre dicho fenómeno histórico. Destacado político socialista en la Revolución de 1848, padre de los talleres nacionales, publicó una Historia de la Revolución Francesa (1844-1862) en diez tomos, y la Historia de los Diez Años . La originalidad de Blanc reside no tanto en su defensa de la Revolución, sino, sobre todo en que fue el primer autor que valoró positivamente la labor de los jacobinos, criticados tanto por la historiografía tradicionalista como por la liberal. No defendió el Terror pero lo comprendía o situaba en su contexto, ante los vicios del Antiguo Régimen, y por la reacción y presión de los enemigos de la Revolución.

Blanc dividía la Revolución en dos fases. La primera estallaría en 1789, destruiría el Antiguo Régimen y supondría la victoria de la burguesía. La segunda, en 1793, sería la del triunfo temporal del pueblo sobre la burguesía. El problema de la obra de Blanc reside en que, aunque el autor era socialista, su historia es eminentemente política y no concede mucha importancia a las cuestiones económicas. Pero no debemos olvidar que Blanc era un socialista pre marxista.

Controversias y objetivos de la investigación actual A pesar del tiempo y los estudios sobre la Revolución francesa, aún están por aclarar numerosas cuestiones, como si se dio una revolución, o al menos una reacción, de la aristocracia contra el rey, al ver que podían perder sus privilegios. O si hubo una o tres revoluciones como indican Furet y Richet. También está en discusión de si la dictadura jacobina fue el punto culminante de la revolución; o si fue una revolución burguesa; o incluso si hubo durante la revolución una ruptura con el Antiguo Régimen o más bien se dio una continuidad. Estas y otras cuestiones son motivo de estudio hoy en día, ya que la discusión sobre lo que fue y las consecuencias que tuvo la Revolución francesa aún están vigentes; no en vano es el hecho que, tradicionalmente, inaugura la Edad Contemporánea. Lo que actualmente se estudia de la Revolución francesa se centra sobre la estructura organizativa y administrativa del Antiguo Régimen, que es la parte más desconocida. Así como su estructura social y económica. También se estudian el origen social, las motivaciones y los objetivos de los protagonistas de la revolución, así como los grupos sociales que actuaron durante las distintas fases del periodo revolucionario. Otro de los objetos de estudio es la mentalidad de los grupos, y la dinámica revolucionaria de éstos en las distintas fases de la revolución. También se estudia la herencia que nos ha dejado la Revolución francesa. Según René Rémond la revolución está en el origen de la sociedad moderna en la que hoy vivimos día a día....


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