Dion casio mío - Comentario de texto. PDF

Title Dion casio mío - Comentario de texto.
Course Historia de la Institución Imperial
Institution Universidad Pablo de Olavide
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Comentario de texto....


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Alberto Alonso Hoyos 3º Geografía e Historia

El emperador: poderes y títulos. Las magistraturas. Dion Casio, LIII 17

Y así, todo el poder del Pueblo y del Senado pasó a manos de Augusto, y desde entonces se instauró una monarquía en sentido estricto. Pues debería considerarse que monarquía era la denominación más acertada, incluso aunque, en algunas ocasiones, dos o tres personas compartieran el poder al mismo tiempo. (2) Pues tanto odiaron los romanos el nombre de «monarquía» que no llamaron a sus emperadores ni dictadores, ni reyes ni nada semejante. Pero puesto que todo el poder de la constitución recaía sobre ellos, en cualquier caso estuvieron sometidos al gobierno de reyes. (3) Las magistraturas previstas por las leyes, incluso hoy en día, se han mantenido vigentes, excepto la censura. Pero estos magistrados actúan y administran todos los asuntos de su competencia, sencillamente, como decide quien en ese momento detente el poder. Y para dar la impresión de que tienen este poder no como consecuencia de un gobierno tiránico, sino como un poder derivado de las leyes, se apropiaron, bajo sus títulos precisos, de todas las funciones de las magistraturas que en la democracia tenían los máximos poderes según el consenso general de todos; de todas excepto de la dictadura. (4) Pues con mucha frecuencia ocupan el consulado y siempre que están fuera del pomerio se hacen llamar procónsules. Pero, en lugar del título de rey o dictador, llevan el título de emperador de por vida, no sólo aquellos que han conseguido alguna victoria sino también todos los demás, como prueba de su poder absoluto. (5) Y aunque nunca asumen aquellos títulos, que de manera radical han sido excluidos de la constitución, se han asegurado su función bajo el título de emperador. Y gracias a estos títulos han adquirido la autoridad para proceder a la leva, para recaudar dinero, para emprender guerras y acordar la paz, (6) para gobernar al extranjero y al ciudadano siempre y en cualquier lugar, sin distinción, de modo que incluso pueden condenar a muerte a caballeros y senadores dentro del pomerio, y para todas las demás cosas que en otro tiempo les estuvo permitido hacer a los cónsules y a los demás magistrados que poseían un poder independiente. (7) En virtud de su autoridad como censores examinan nuestras vidas y nuestras costumbres, realizan los censos y a unos los inscriben en el orden ecuestre o en el senatorial mientras que a otros los borran de esas listas según, les parezca. (8) Ellos tienen la máxima autoridad sobre todos los asuntos divinos y humanos por el hecho de formar parte de todos los colegios sacerdotales, por su potestad para otorgar a otras personas la condición de

miembro en la mayoría de esos colegios y porque uno de ellos, incluso cuando dos o tres personas comparten el poder, es el Pontífice Máximo. (9) Y esa potestad que llaman tribunicia, que antaño asumieron hombres de reconocido prestigio, les confiere el poder de anular, si no las aprueban, las medidas propuestas por cualquier otro, así como la inmunidad contra cualquier afrenta. E incluso si creyeran que han sufrido la más pequeña ofensa, tanto de palabra como de obra, les confiere la autoridad para aniquilar a quien la hubiese cometido sin necesidad de juicio, como si se tratara de alguien maldito. (10) Pero no creen que les sea lícito ocupar el tribunado puesto que están inscritos entre los patricios, aunque sí detentar todo el poder de aquella magistratura, tal y como fue cuando estuvo en su apogeo. Con ella se realiza el cómputo de los años de gobierno, como si la recibieran anualmente junto con aquellos otros que ocupan el tribunado. (11) Estas fueron las magistraturas, tal y como cada una de ellas era tenida en consideración, que se tomaron de la democracia, esencialmente por sus correspondientes títulos, para que no diera la impresión de que los emperadores tenían algún poder que no se les hubiera concedido.

El autor de este texto es Dion Casio, historiador de época de los Severos, entre el siglo 165 d.c y 195 d.c. Fue senador con el emperador Cómodo, su gran obra fue Historia de Roma que constaba de ochenta libros, seguramente ordenados cronológicamente. e. Cada uno de los volúmenes estaba centrado en una década en particular. En ellos se cuenta la historia de Roma desde su fundación por Eneas, héroe troyano, hasta el siglo III d.C con Severo Alejandro. El texto trata sobre la época de Augusto, justo al tomar en su persona todo el poder de Roma. Esta “monarquía” fe fruto de la victoria de Augusto en la guerra civil y tuvo extremo cuidado para satisfacer tanto a las tradiciones republicanas como a las susceptibilidades del Senado. Todo el poder recaía en la figura del emperador y esto se construyó con poderes derivados de los ejercidos por los magistrados senatoriales, como por ejemplo la tribunicia potestas (el poder para ejercer los derechos de un tribuno) que como observamos en el texto, les concede el poder de realizar sus propias propuestas y anular o aprobar las de otros “Y esa potestad que llaman tribunicia, que antaño asumieron hombres de reconocido prestigio, les confiere el poder de anular, si no las aprueban, las medidas propuestas por cualquier otro, así como la inmunidad contra cualquier afrenta. E incluso si creyeran que han sufrido la más pequeña ofensa, tanto de palabra como de obra, les confiere la autoridad para aniquilar a quien la hubiese cometido sin necesidad de juicio, como si se tratara de alguien maldito”.

el imperium proconsulare (el derecho de mando ostentad por un procónsul como gobernador de una provincia que el emperador podía ejercer en cualquier parte) o el imperium consulare (el poder de un cónsul) como podemos observar en algún que otro fragmento del texto “Pues con mucha frecuencia ocupan el consulado y siempre que están fuera del pomerio se hacen llamar procónsules. Pero, en lugar del título de rey o dictador, llevan el título de emperador de por vida, no sólo aquellos que han conseguido alguna victoria sino también todos los demás, como prueba de su poder absoluto”. También en el texto observamos más rasgos de ese poder absoluto que ostentaban los emperadores y que gracias que a estas magistraturas podían utilizar, y es que la voluntad del emperador en un principio era la del pueblo “En virtud de su autoridad como censores examinan nuestras vidas y nuestras costumbres, realizan los censos y a unos los inscriben en el orden ecuestre o en el senatorial mientras que a otros los borran de esas listas según, les parezca”, aunque poco a poco este sistema vaya entrando en crisis con los sucesores de Augusto. También se consideraba al emperador el Pontifex Maximus, el sumo sacerdote, jefe de la religión y de todas las ceremonias de Roma “Ellos tienen la máxima autoridad sobre todos los asuntos divinos y humanos por el hecho de formar parte de todos los colegios sacerdotales, por su potestad para otorgar a otras personas la condición de miembro en la mayoría de esos colegios y porque uno de ellos, incluso cuando dos o tres personas comparten el poder, es el Pontífice Máximo” Cabe destacar que en el texto podemos observar como legitiman los emperadores su poder absoluto por medio de esas magistraturas ya comentadas, ya que ese poder tenía que proceder de alguna parte “Estas fueron las magistraturas, tal y como cada una de ellas era tenida en consideración, que se tomaron de la democracia, esencialmente por sus correspondientes títulos, para que no diera la impresión de que los emperadores tenían algún poder que no se les hubiera concedido”, un poder absoluto pero con una base firme en las leyes “Pues tanto odiaron los romanos el nombre de «monarquía» que no llamaron a sus emperadores ni dictadores, ni reyes ni nada semejante. Pero puesto que todo el poder de la constitución recaía sobre ellos, en cualquier caso estuvieron sometidos al gobierno de reyes”. Finalmente cabe destacar que al recaer todo el poder en el emperador el senado perdía poder a causa de ello, y estos lo sabían, como también se podía percibir que era el ejercito el que tenía todo el poder, por ello otro de los poderes que tomó Augusto después de su coronación es el título de General para poder tomar el poder del ejército y quitarle al Senado todo el poder sobre el ejército.

Bibliografía -Millar, Fergus. Historia Universal Siglo XXI, Volumen 8. El imperio romano y sus pueblos limítrofes. El mundo mediterráneo en la edad antigua, IV. Cap. 3 Los emperadores....


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