Ensayo: NO NACIMOS PA SEMILLA PDF

Title Ensayo: NO NACIMOS PA SEMILLA
Author MARIA ISABEL RIVERA REYES
Course Sociologia Del Castigo, Politica Criminal Y Derechos Humanos
Institution Universidad Antonio Nariño
Pages 3
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Summary

Un ensayo del libro No nacimos pa semilla, que relata la historia de varios jóvenes involucrados en el mundo delincuencial. El ensayo pretende buscar respuesta a la pregunta ¿por que están en ese mundo?...


Description

Maria Isabel Rivera Reyes Ensayo: No nacimos pa´ semilla – Alonso Salazar LA DESIGUALDAD ES UNA MUY MALA ESCUELA La historia de Colombia ha estado enmarcada por la violencia, no solo la producida directamente por las guerrillas o el narcotráfico, también una que diariamente carcome nuestros jóvenes, la violencia común, producida por bandas delincuenciales de barrio que se dedican a hurtos, fleteos, sicariato y venta de estupefacientes. Lo más preocupante es que dichas bandas están conformadas en su mayoría por jóvenes que muchas veces ni siquiera alcanzan la mayoría de edad. Jóvenes que ven el crimen como un trabajo, incluso como un estilo de vida. Además, según estadísticas, en lugar de bajar el número de bandas ha venido aumentando, generando una guerra por zonas de dominación y orgullo entre ellas mismas. Pero ¿cabe culpar a estos jóvenes por la vida que llevan? ¿O acaso es culpa de los padres? ¿Es responsabilidad del Estado? ¿La sociedad en general tiene algo que ver? Según Salazar (1953), el mapa de las bandas en Medellín coincide con el mapa de las zonas más pobres y más populares de la ciudad, ahora bien veamos estadísticas más recientes de esta misma ciudad, según El Colombiano para el 2018 operaban 200 bandas en su mayoría en comunas o zonas cercanas a estas. Este fenómeno no solo es en Medellín, se pueden encontrar mapas criminales en varias ciudades colombianas. Ya vimos estadísticas, ahora hablemos desde nuestra experiencia, de lo que vemos día a día. Ya es muy común decir “no pasemos por ese barrio porque es peligroso” y cuando nos referimos a dicho barrio, ¿estamos hablando de uno de estrato 5,6 o incluso 4 o 3? Claro que no, nos referimos a barrios que son notablemente de bajos recursos. Cuando vamos por la calle y vemos una persona que es de apariencia no muy buena, que viste con ropa vieja y sucia, aquellos que comúnmente clasificamos como ¨ñeros o gamines¨, inmediatamente los asociamos con delincuentes aun sin saber con certeza si lo son. ¿Y por qué se ve con tanta cotidianidad esto?, quizás porque a través de los años es lo que hemos percibido, bien sea por una experiencia personal, en la que somos atracados por una persona con esas características o lo que los medios de comunicación nos muestran, de las pandillas en las comunas, de las ollas de expendio de droga, de los niños consumidores a corta edad, todos estos fenómenos relacionados con delincuencia siempre son mostrados en entornos pobres.

Esto es una realidad, lamentablemente, según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (2018), Colombia es uno de los países más desiguales del mundo, como dicen por ahí “en este país, los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres”. Y es que precisamente en las zonas vulnerables es donde más se ve la delincuencia. Pero como culpar a un niño que crece en un entorno donde diariamente golpean, asesinan, consumen droga al frente de su casa, entre otras situaciones. Ese niño se vuelve adolescente y empieza a ser un poco más consciente de lo que sucede en su barrio, se da cuenta que existen bandas delincuenciales, que manejan grandes negocios, que consiguen mucho dinero, que andan en motos, que tienen apartamentos, que casi todos los días están de fiesta, que ayudan a la gente del barrio y que muchas veces los ven como ¨héroes¨, que todo el mundo los respeta y les temen. Lo más impactante es que esas situaciones están tan cerca de ellos y un colegio o una escuela de arte o de algún deporte está tan lejos, que quizás deben durar horas caminando para llegar a uno de estos lugares, mientras que para llegar a un líder de una banda están a minutos. Quizás algunos si deciden estudiar y hacerse una vida diferente a la que ven en su entorno. Pero muchos se dejan seducir por la riqueza y el reconocimiento, ingresan a bandas, empiezan como principiantes siendo campaneros, van subiendo de posición y si aún no los han asesinado, se vuelven líderes. Estando en una banda saben a lo que se enfrentan, un incumplimiento o desobediencia y están sentenciados a la muerte, por eso saben bien como tienen que actuar. La primera vez que van a cometer un delito, sienten miedo pero con la repetición de estos, se van encasillando en una tipología del delincuente, se vuelven profesionales, es decir, hacen del delito un modo de vida. La mayoría de estos jóvenes saben cuál es su destino: la cárcel o la muerte y parecen no temerle, es más, prefieren la muerte a una cárcel. Si no los mata el propio líder de la banda o durante un trabajo, terminan muertos por enfrentamientos con otras bandas, estas se disputan las zonas donde mandan, forman las fronteras invisibles y dan una batalla por el honor y por el orgullo. Cuando terminan en la cárcel, buscan la forma de salir o por lo menos de sobrevivir a ese infierno, saben bien que tiene que ser amigos del cacique del patio, hacerle caso y no quedarle mal con nada. Sin embargo parecen no estar arrepentidos de lo que han cometido, dicen no tener otra opción, que es lo único que saben hacer, que muchas veces son quienes cuidan a su gente porque ni la policía lo hace, por el contrario la policía colabora con las bandas. Estas personas

podrían estudiarse desde una criminología clásica ya que aun sabiendo que sus acciones tienen un castigo las siguen cometiendo, no obstante debe analizarse su comportamiento desde su entorno económico, social y cultural. Muchas personas que han tenido que vivir esa violencia desde adentro se deben sentir defraudados y abandonados. Condenados a seguir en lo mismo. Destinados a ver como la mayoría de sus jóvenes se convierten en delincuentes. ¿Cuantos jóvenes no terminan el colegio? Y de los que lo terminan, cuantos quisieran ingresar a una universidad, pero no pueden porque si no alcanzan un puntaje, deben entrar a una universidad privada, donde el semestre vale lo que seguramente sus familias no hacen ni en un año. Cuantos quisieran practicar un deporte o un desarrollar un arte pero no ven las oportunidades. Seguramente muchos esperan acciones del gobierno o incluso de la oposición, de empresarios o fundaciones, donde les demuestren que no tienen que seguir el camino al que parecen estar destinados, lamentablemente muchos murieron esperando eso. Otros aún tienen esa esperanza, ya están aburridos de la drogadicción, la violencia, los robos, como dice la canción de La Toma ´´un pueblo que grita no disparen más´´. Ahora bien, han surgido líderes que buscan ayudarlos, pero que está pasando actualmente, la cifra de líderes sociales asesinados va en aumento, esos asesinatos tienen un autor, un autor que parece todos conocer pero nadie se atreve a decir. La única forma de deshacer la delincuencia es erradicándola desde la raíz, desde la desigualdad, brindando oportunidades. Llevando un proceso en las zonas de alto riesgo, es un proceso que será largo pero no por eso hay que abandonarlo, dejando atrás el ¨no se puede ayudar a quien no quiere ser ayudado´´ NO, hay que entender que estas personas ven la delincuencia como la cotidianidad, que no se les puede arrancar un pensamiento de un día para otro, porque llevan más de 50 años construyéndolo, una construcción a la fuerza, porque al fin y al cabo es lo que les tocó vivir. Es a lo que están condenados por nacer en la clase baja de uno de los países más desiguales del mundo y que parece no preocuparse por cambiar esto. También tenemos que reflexionar como sociedad. Muchas veces por las comodidades en que vivimos, no somos capaces de ponernos en los zapatos de los otros y nos volvemos indiferentes y apáticos, es otra consecuencia de la gran brecha entre clases. Definitivamente, la desigualdad es una muy mala escuela....


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