Title | Entre tonos de gris - Excelente libro para etica y politica |
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Author | Anonymous User |
Course | Diseño de Mecanismos |
Institution | Universidad de Ibagué |
Pages | 238 |
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Excelente libro para etica y politica...
Junio de 1941, Kaunas, Lituania. Lina tiene quince años y está preparando suingresoenunaescueladearte.Tienepordelantetodoloqueelveranole puede ofrecer a una chica de su edad. Pero de repente una noche, su plácida vida y la de su familia se hace añicos cuando la policía secreta soviéticairrumpeensucasallevándoselaencamisónjuntoconsumadrey suhermano.Supadre,unprofesoruniversitario,desapareceapartirdeese día. Atravésdeunavoznarrativasobriaypoderosa,Linarelataellargoyarduo viajequeemprenden,juntoaotrosdeportadoslituanos,hastaloscamposde trabajodeSiberia.Suúnicavíade escapeesuncuadernode dibujodonde plasma su experiencia, con la determinación de hacer llegar a su padre mensajesparaquesepaquesiguenvivos.TambiénsuamorporAndrius,un chicoalqueapenasconoceperoaquien,comomuyprontosedarácuenta, no quiere perder, le infunde esperanzas para seguir adelante. Este es tan solo el inicio de un largo viaje que Lina y su familia tendrán que superar valiéndosedesuincreíblefuerzayvoluntadpormantenersudignidad.¿Pero essuficientelaesperanzaparamantenerlosvivos?
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RutaSepetys
Entretonosdegris ePubr1.0 orhi08.01.14
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Títulooriginal:Betweenshadesofgray RutaSepetys,2011 Traducción:IsabelGonzálezGallarza Editordigital:orhi ePubbaser1.0
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Reseña «¿Sehanpreguntadoalgunavezcuántovaleunavidahumana?Aquellamañana elpreciodelavidademihermanofueunrelojdebolsillo».
Juniode1941,Kaunas,Lituania.Linatienequinceañosytodounveranopo delanteantesdematricularseenunaescueladearte.Pero,derepente,unanoche,l policíasecretasoviéticairrumpeensucasayselallevaencamisónjuntoconsu madreysuhermano.Supadre,profesoruniversitario,hadesaparecidoesemism día.Linarelataellargoviajequeemprenden,juntoconotrosdeportadoslituanos hastaloscamposdetrebajodeSiberia.Suúnicavíadeescapeesuncuadernod dibujoenelqueplasmasuexperiencia,conlaesperanzadehacerllegarasupadr noticiasparaquesepaquesiguenvivos
«Unlibromemorablequemereceelmayornúmerodelectoresposible». —Booklist
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Reseñas «Una impactante y apasionante lectura —más aún al estar basada en hecho reales— que ilumina la persecución que sufrieron las víctimas de Stalin (veinte millonesdemuertos)ynospresentaunosinolvidablespersonajesquemantuvieronsu decisióndesobrevivirapesardeestarmásdeunadécadaenelexilio.» —PublishersWeekly «La prosa de Sepetys es de una claridad milagrosa… Una novela espléndida y durísima.» —TheWallStreetJournal «Entre tonos de gris es una “ficción” desgarradora de una historia muy rea escritaconeleganciaycorazón.» —LosAngelesTimes «LaescrituradeSepetysempujaconsuavidadallectoratravésdelaabrumadora tragediadeestahistoria,quenecesitasercontada.» —KirkusReviews «La valiente Lina es una joven heroína que atrapará a los lectores de todas la edades.» —EntertainmentWeekly «Unanoveladuradeleer,aunquemásduroaúnestenerquehacerunapausaen sulectura.Nohaydudadequeestamosanteunaformidableprimeranovela.» —TheGuardian «Unahistoriaapasionanteyconmovedorasobrelafortalezadelespírituhumano duranteunoscuroepisodiodelahistorialituana.» —AssociatedPress
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EnmemoriadeJonasSepetys
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Mapas
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Ladronesyprostitutas
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M esacarondecasaencamisón. Si echo la vista atrás, me doy cuenta de que todas las señales de lo que iba ocurrirestabanahí:lasfotosdefamiliaardiendoenlachimenea,mimadrecosiendo por lasnoches la plata y susmejores joyas en elforro de su abrigo, ypapá que no volvió del trabajo. Mi hermano pequeño, Jonas, hacía preguntas. Yo también, pero quizánoquiseatarcabossobreloquesignificabantodasesasseñales.Solomástarde comprendíquemimadreymipadrequeríanqueescapáramos.Peronolohicimos. Vinieronpornosotrosynossacarondecasa. 14dejuniode1941.Mehabíapuestoelcamisónymehabíasentadoamimesa para escribirle una carta a mi prima Joana. Abrí un nuevo bloc de papel de carta colormarfilyunplumierconlápicesyplumas,regalodemitíapormidecimoquinto cumpleaños.Labrisadelatardesecolabaporlaventanaabierta,sobremiescritorio haciendoondearlascortinas.Hastamíllegabaelaromadelaslilasquemimadrey yohabíamosplantadodosañosantes.QueridaJoana. Nofueronunossuavesgolpecitosenlapuertaloqueoí,sinounestruendoqueme sobresaltó. Alguien aporreaba la puerta principal. En la casa nadie se movió. Me levantédelamesayfuialpasilloaespiarloqueocurría.Mimadreestabadepie,con la espalda apoyada en la pared de la que colgaba enmarcado nuestro mapa de Lituania,conlosojoscerradosylosrasgostensos.Ensurostroseleíaunaangustia quenuncalehabíavistoantes.Estabarezando. —Madre—dijoJonas.Mirabadesdeunarendijadelapuertadesucuarto,porlo quesoloseleveíaunojo—,¿novasaabrir?Suenacomosifueranaecharlapuerta abajo. Mi madre volvió la cabeza y nos vio a Jonas y a mí espiando desde nuestra habitaciones.Seesforzóporsonreír. —Sí, cariño, claro que voy a abrir. No voy a dejar que nadie derribe nuestra puerta. Los tacones de sus zapatos repiquetearon sobre el entarimado del pasillo, y su falda larga y fina ondeó entre sus tobillos. Mi madre era elegante y bonita, bueno despampananteincluso,conunagransonrisaquelelevantabaelánimoacualquiera Yoteníalasuertedehaberheredadosucabellocolormielysusbrillantesojosazules YJonasteníasusonrisa. Retumbaronunasvocesenelvestíbulo. —¡El NKVD!—murmuróJonas,palideciendo—.Tadasmedijoquesellevarona susvecinosenuncamión.Estándeteniendoagente. —No. Aquí no —le contesté yo. La policía secreta soviética no tenía nada que ebookelo.com-Página14
hacerennuestracasa.Meacerquéporelpasilloparaescucharmejoryespiédesdela esquina. Jonas tenía razón. Tres agentes del NKVD habían rodeado a nuestra madre Llevabangorrasazulesconunribeterojoyunaestrelladoradaencima.Unagentede granenvergadurasosteníanuestrospasaportesenlamano. —Necesitamosmástiempo.Estaremoslistosporlamañana—dijomimadre. —Veinteminutosonoviviréishastamañana—replicóelagente. —Porfavor,bajelavoz.Tengohijos—susurrómimadre. —Veinteminutos—ladróelagente.Arrojólacolillaencendidaallimpiosuelode nuestrosalónylaaplastóconlabota. Estábamosapuntodeconvertirnosencolillasnosotrostambién.
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N os habían detenido? ¿Dónde estaba papá? Corrí a mi habitación. De repente
habíaaparecidosobreelalféizarunabarradepany,debajo,ungruesofajoderublos Mimadreseasomóporlapuerta,conJonaspisándolelostalones. —Peromamá,¿adóndevamos?¿Quéhemoshecho?—preguntómihermano. —Esunmalentendido.Lina,¿meestásescuchando?Tenemosquedarnosprisay preparar,parallevarnos,todoloquepuedasernosútil,aunquenoseancosasalasque tengamos mucho aprecio. ¿Entiendes? ¡Lina! Ropa y zapatos, esa tiene que se nuestraprioridad.Intentametertodoloquepuedasenunamaleta.—Mimadremiró haciala ventana y, rápidamente,cogió elpan y eldinero, losdejó sobremi mesa y cerró las cortinas—. Prometedme que si alguien intenta ayudaros, no haréis caso Resolveremosestonosotrossolos.Nodebemosmeterenestelíonialafamiliania losamigos,¿meentendéis?Aunqueosllamen,nodebéisresponder. —¿Noshandetenido?—preguntóJonas. —¡Prometédmelo! —Teloprometo—dijoJonasbajito—.Pero¿dóndeestápapá? Mimadrecalló,parpadeandodeprisa. —Se reunirá con nosotros. Tenemos veinte minutos. Preparad vuestras cosas ¡Ahora! Toda mi habitación empezó a dar vueltas. La voz de mi madre resonaba en m cabeza. «¡Ahora! ¡Ahora!». ¿Qué estaba pasando? Me despabilé cuando oí a m hermano Jonas, que tenía diez años, revolviéndolo todo en su habitación. Saqué la maletadelarmarioylaabrísobrelacama. Hacía un año exactamente, los soviéticos habían empezado a desplazar tropa desde las fronteras hacia el interior. Después, en agosto, Lituania había sido anexionadademaneraoficialalaUniónSoviética.Unanochequeprotestédurantela cena por la nueva situación, papá me gritó y me advirtió que nunca dijera nada negativosobrelossoviéticos.Memandócastigadaamihabitación.Desdeentonces novolvíadecirnadaenvozalta,perolopensabaamenudo. —¡Zapatos, Jonas,varios paresde calcetines, unabrigo! —oí gritara mimadre porelpasillo.Cogílafotografíadefamiliadelaestantería,consumarcodeoro,yla coloquéenelfondode lamaletavacía.Losrostros memiraban,felices,ajenos alo queestabaocurriendo.EraunafotodePascuadehacíadosaños.Laabuelaaúnvivía Si de verdad íbamos a ir a la cárcel, quería llevármela conmigo. Pero no podía ser ciertoquenosfueranameterenlacárcel.Nohabíamoshechonadamalo. Portodalacasaseoíanruidosdepuertasycajonesabriéndoseycerrándose. —Lina—dijomimadreentrandoenmicuartocomounvendaval,conlosbrazos ebookelo.com-Página16
llenosdecosas—.¡Dateprisa!—Abriódeparenparmiarmarioytodosloscajones ysepusoametercosasymáscosasenmimaleta,comosisehubieravueltoloca. —Mamá, no encuentro mi cuaderno de dibujo. ¿Dónde está? —pregunté muy nerviosa. —Nolosé.Yacompraremosotro.Guardaturopa.¡Dateprisa! Jonasentrócorriendo enmi habitación.Llevaba eluniforme delcolegio,con su corbatita,yaferrabasucarteraescolar.Sehabíapeinadoytodo,conrayaaunlado. —Estoylisto,mamá—dijo.Letemblabalavoz. —¡N-no!—tartamudeómi madreal veraJonas vestidopara iral colegio.Dejó escapar un suspiro y bajó la voz—. No, tesoro, lo que tienes que preparar es tu maleta. Ven conmigo. —Lo cogió del brazo y corrió con él hasta su habitación— Lina, metezapatos ycalcetines. ¡Date prisa!—Me lanzó migabardina deverano y melapuse. Tambiénmecalcélassandaliasyelegíunpardelibros,unoscuantoslazospara elpeloymicepillo.¿Dóndeestabamicuadernodedibujo?Cogídemimesaelpape decartas,elplumierconlasplumasyloslapicerosyelfajoderublosyloscoloqué sobre el montón de cosas que habíamos metido en mi maleta. Cerré las correas de cueroy salícorriendode lahabitación.Las cortinasondeaban,acariciando latierna barradepanqueseguíaaúnsobremimesa. Vimi reflejo enlapuerta acristaladade lapanadería yme detuveunmomento Teníaunamanchitadepinturaverdeenlabarbilla.Melaquitéconlauñayabríla puerta. Al hacerlo, se oyó una campanilla. Hacía calor en la tienda, y olía a levadura. —Lina, cuánto me alegro de verte. —La dependienta se precipitó al mostrador paraatenderme—.¿Enquépuedoayudarte? ¿Acasonosconocíamos? —Losiento,no… —Mimaridodaclaseenlauniversidad.Trabajaparatupadre—medijo—.Tehe vistoporlaciudadcontuspadres. Yoasentí. —Memandamimadreacomprarunabarradepan—ledije. —Claro—indicólamujer,agachándosedetrásdelmostrador.Envolvióunagran barradepanenpapeldeestrazaymelatendió.Cuandoledieldinero,negóconla cabeza. —Por favor —susurró—, nunca podremos devolveros lo que habéis hecho po nosotros. —Nola entiendo.—Volvía tenderlelas monedas,pero ellahizocomo sino las viera. ebookelo.com-Página17
Seoyódenuevolacampanilladelapuerta,yalguienentróenlatienda. —Darecuerdosatuspadresdenuestraparte—dijolamujer,yfueaatendera otrocliente. Esamismanochelepreguntéapapáporelpan. —Hasidoungestomuyamableporsuparte,peroinnecesario—meexplicó. —Pero¿quéhashecho?—lepregunté. —Nada,Lina.¿Hasterminadolosdeberes? —Perotienesquehaberhechoalgoparamerecerpangratis—insistí. —No merezco nada. Lina, hay que hacer lo correcto, sin esperar gratitud n recompensaalguna.Yahoraveteahacerlosdeberes.
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M i madre preparó una maleta igual de grande para Jonas. Le hacía parecer aún máspequeñoydelgadoencomparación,ynecesitabalasdosmanosparacargarcon ella.Paralevantarladelsuelotuvoquearquearlaespaldahaciaatrás.Nosequejóde pesoninospidióayudaaningunadelasdos. Por toda la casa retumbaba, de vez en cuando, el sonido de porcelana y crista haciéndose añicos. Encontramos a nuestra madre en el salón, estrellando contra e suelo sus mejores vajillas y cristalerías. Tenía la cara brillante de sudor, y le caían mechonesdecabellodoradosobrelosojos. —¡Mamá,no!—exclamóJonas,corriendohaciaelmontóndeañicosquecubría elsuelo.Loretuveatiempoantesdequetocaraloscristalesrotos. —Mamá¿porquéestásrompiendotodasesascosastanbonitas?—lepregunté. Sedetuvoysequedómirandolatacitadeporcelanaqueteníaenlamano. —Porquelestengomuchocariño.—Arrojólatazaalsueloynoesperósiquieraa verlaromperseantesdearrojarlasiguiente. Jonassepusoallorar. —Nollores,mivida.Compraremosotrasmuchomásbonitas. La puerta se abrió de golpe y entraron tres agentes del NKVD con fusiles rematadosporbayonetas. —¿Qué ha pasado aquí? —quiso saber un agente alto, mirando el desastre a su alrededor. —Hasidounaccidente—contestómimadremuytranquila. —Handestruidopropiedadsoviética—bramóelagente. Jonasseacercólamaletaunpocomás,temerosodequepudieraconvertirseesta tambiénenpropiedadsoviéticadeunmomentoaotro. Mimadrese miróenelespejo delvestíbuloparaarreglarse elpelo ysepuso e sombrero. El agente del NKVD la golpeó en el hombro con la culata de su fusil empujándoladebrucescontraelespejo. —Cerdos burgueses, siempre perdiendo el tiempo. No vas a necesitar es sombrero—seburló. Mi madre se incorporó y se puso muy tiesa, y luego se alisó los pliegues de la faldayseajustóelsombrerosobrelacabeza. —Discúlpeme—ledijoconvozrotunda,antesdeponerseenelpelosupasado deperlasydecolocarselosrizosdebajodelsombrero. ¿Discúlpeme? ¿De verdad fue eso lo que dijo? Esos hombres irrumpieron de noche en nuestra casa, la empujaron contra el espejo ¿y ella les pidió que la disculparan? Luego cogió su largo abrigo gris, y de pronto comprendí. Se estaba ebookelo.com-Página19
comportando con los agentes soviéticos con mucho tiento porque no sabía lo que podríaocurriracontinuación.Entonceslavolvíaverenmicabeza,ocultandojoyas documentos,platayotrosobjetosdevalordentrodelforrodelabrigo. —Tengoqueiralcuartodebaño—anuncié,enunintentopordesviarlaatención delosagentesdemimadreydesuabrigo. —Tienestreintasegundos. Cerrélapuertadelcuartodebañoysorprendíelreflejodemirostroenelespejo Entoncesno tenía niidea delo deprisaque iba acambiar, delo pocoque tardarían misrasgosendesdibujarse.Dehaberlosabido,mehabríaquedadomirandofijamente mi reflejo, para aprendérmelo de memoria. Era la última vez que me miraría a un espejodeverdaddurantemásdeunadécada.
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L a luz de las farolas estaba apagada. La oscuridad era casi total. Los agente marchabandetrásdenosotros,obligándonosaacompasarnuestropasoalsuyo.Via laseñoraRaskunasmirarporlaventana,ocultándosedetrásdelascortinas.Encuanto se diocuenta de quela había visto,desapareció. Mi madreme pellizcóel brazo, lo quesignificabaquenodebíalevantarlavistadelsuelo.AJonaslecostabacargarcon sumaleta,pesabatantoquelegolpeabalaspiernas. —Davai!—ordenóunodelospolicías.Deprisa,siempredeprisa. Seguimosandandohastalaesquina,haciaunagranmasaoscura.Erauncamión rodeadodemásagentesdel NKVD. Alacercarnos ala traseradel vehículovique ya habíagentedentro,sentadasobresuequipaje. —Aúpame tú antes de que lo hagan ellos —me susurró mi madre rápidamente pues no quería que ningún agente le tocara el abrigo. Hice lo que me pedía. Lo agenteslevantaronaJonasenvolandasparameterloenelcamión.Cayódebrucesy sobreéltiraronsumaleta.Yoconseguísubirsincaerme,perocuandomeincorporé unamujermemiróysellevóunamanoalaboca. —Lina, cariño, abróchate el abrigo —me ordenó mi madre. Bajé la vista y descubrímicamisóndeflores.Conlasprisasymiempeñoporencontrarmicuaderno de dibujo se me había olvidado cambiarme de ropa. También vi a una mujer alta y delgada, con la nariz puntiaguda, que miraba a Jonas. La señorita Grybas. Era una profesora del colegio, solterona, una de las más severas. También reconocí a otra personasmás:labibliotecaria,eldueñodeunhotelcercanoyvarioshombresconlos quehabíavistoapapáhablarenlacalle. Todosestábamosenlalista.Noséquélistaeraesa,soloqueestábamosenella.Y aparentemente, también lo estaban las otras quince personas reunidas en el camión con nosotros. La puerta trasera se cerró. Un hombre calvo, sentado delante de mí empezóagemirbajito. —Vamosamorirtodos—dijo—.Moriremostodos,seguro. —¡Tonterías!—seapresuróareplicarmimadre. —No,nosontonterías.Moriremostodos—insistió—.Estoeselfin. Elcamiónsepusoenmarcha,tandeprisaquelasacudidatiróalagentealsuelo Depronto,elcalvosepusodepie,seencaramóalapuertatraseradelvehículoysaltó a la calle. Se estrelló contra el suelo, dejando escapar un rugido de dolor como un animal atrapado en una trampa. En el camión, algunos gritaron. Los neumáticos rechinaron cuando el motor se paró, y unos agentes saltaron a tierra. Abrieron la traseradelcamión,yvialhombre,queseretorcíadedolorenelsuelo.Lolevantaron y arrojaron su cuerpo maltrecho al camión. Tenía una pierna destrozada. Jonas ebookelo.com-Página21
escondiólacaraenlamangadelabrigodemimadre.Lecogílamano,mihermano estaba temblando. Yo veía borroso. Cerré los párpados con fuerza y luego volví a abrirlos.Elcamióndiootrasacudidahaciadelantealponerseenmarcha. —¡NO!—gritóelhombre,sujetándoselapierna. El vehículo se detuvo delante del hospital. Todo el mundo pareció aliviado a pensarquelosagentesatenderíanalcalvoylecuraríansusheridas.Peronofueasí Estabanesperando.Unamujerquetambiénfigurabaenlalistaestabadandoaluz.En cuanto cortaran el cordón umbilical, arrojarían a la madre y al bebé dentro de camión.
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P asaroncasicuatrohoras.Estábamossentadosaoscuras,delantedelhospital,yno nosdejabanbajardelvehículo.Pasaronotroscamiones,algunoscongentetapadapo un...