EVALUACIÓN ECORREGIONAL DE LA CORDILLERA REAL ORIENTAL: COMPONENTE TERRESTRE PDF

Title EVALUACIÓN ECORREGIONAL DE LA CORDILLERA REAL ORIENTAL: COMPONENTE TERRESTRE
Author Ramón Cisneros
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EVALUACIÓN ECORREGIONAL DE LA CORDILLERA REAL ORIENTAL: COMPONENTE TERRESTRE Cuesta, F., F. Baquero, A. Ganzenmuller, B. Rivera, M. Sáenz, G. Riofrío, M. L. Larrea, R. Cisneros y K. Beltrán. 2005. Evaluación ecorregional de los páramos y bosques montanos de la Cordillera Real Oriental: componente te...


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EVALUACIÓN ECORREGIONAL DE LA CORDILLERA REAL ORIENTAL: COMPONENTE TERRESTRE Cuesta, F., F. Baquero, A. Ganzenmuller, B. Rivera, M. Sáenz, G. Riofrío, M. L. Larrea, R. Cisneros y K. Beltrán. 2005. Evaluación ecorregional de los páramos y bosques montanos de la Cordillera Real Oriental: componente terrestre. EcoCiencia, The Nature Conservancy. Quito-Ecuador

INTRODUCCIÓN La Evaluación Ecorregional como herramienta de conservación de la biodiversidad La “Evaluación Ecorregional” es parte de la propuesta conceptual “Diseño para la Conservación”, desarrollado por The Nature Conservancy (TNC) con el fin de alcanzar la misión institucional de conservación de biodiversidad. La Evaluación Ecorregional plantea un proceso de análisis espacial de biodiversidad en el ámbito ecorregional, en el que se identifica una red de sitios prioritarios (portafolio) que contenga y represente la diversidad biológica de la región (Groves 2003). Una ecorregión es definida como una unidad de clasificación ecológica que contiene un ensamblaje distintivo de comunidades naturales, las cuales comparten una mayoría de especies, dinámicas y condiciones medioambientales (Olson et al. 2001). De acuerdo a Groves (2003), la importancia de planificar a nivel de ecorregiones es que éstas representan límites biogeográficos en la distribución de plantas y animales así como en la conformación de ensamblajes superiores de comunidades y ecosistemas. Groves y colaboradores (2000), considerando los principios y estándares institucionales de TNC, sugieren que los sitios prioritarios seleccionados cumplan cuatro principios básicos: ser eficientes, representativos, irremplazables y funcionales (Pressey 1993; Margulles y Pressey 2000). Representatividad: Contar con ejemplos múltiples de todos los objetos de conservación a lo largo de la diversidad de gradientes ambientales presentes en la ecorregión. Un portafolio representativo cumple con las metas de conservación numéricas y espaciales establecidas. Eficiencia: Cubrir la mayor cantidad de metas de conservación posible al menor costo posible (el problema de la representación mínima: ver Capítulo 5). Es decir, la eficiencia busca construir un portafolio que da prioridad a la selección de sitios que contengan múltiples ejemplos de los objetos de conservación y así reducir el número de sitios del portafolio. Irremplazables: El portafolio debe cubrir ciertas áreas que contienen especies, comunidades o sistemas únicos que no se encuentran en ningún otro lugar de la ecorregión. Si estas áreas no son definidas como prioritarias entonces el portafolio está incompleto.

Funcionalidad: Los sitios que forman parte del portafolio sean funcionales o factibles de ser restaurados a una condición funcional1. Complementariamente, Shaffer (2001) sugiere conceptos adicionales que los sitios prioritarios seleccionados deben cumplir: ser resilientes y redundantes. Resiliencia se refiere a la capacidad de las unidades ecológicas (comunidades y ecosistemas) y de las poblaciones animales a responder y absorber los impactos de efectos estocásticos naturales y antrópicos. Redundantes se refiere a la necesidad de capturar en varias reservas a los objetos de conservación a fin de reducir la probabilidad de extinción a nivel regional de alguna de las especies de interés. Dinerstein (2000) considera que la planificación para la conservación a una escala ecorregional debe buscar alcanzar 5 objetivos claros. De éstos, 4 se encuentran representados en los criterios mencionados de Shaffer (2001) y Groves et al. (2000). No obstante, Dinerstein propone un criterio adicional que enriquece considerablemente la visión de conservación de la evaluación ecorregional: mantener los procesos ecológicos y evolutivos que crean y sustentan la biodiversidad. Con referencia a estas premisas y criterios, TNC (Groves et al. 2000) propone que la evaluación regional para el establecimiento de prioridades de conservación parta de un proceso ordenado compuesto por seis pasos secuenciales y dos que se desarrollan a lo largo de todo el proceso de evaluación. Para el caso de los páramos y bosques montanos de la Cordillera Real Oriental (CRO) desarrollamos los siguientes pasos2:

1

Selección objetos de conservación

Análisis viabilidad e integridad ecológica

Definición de metas de conservación

Selección y diseño red de sitios

Definición de estrategias e implementación* Medir el impacto en conservación*

socio-económica Análisis situación socio-

Recopilación y manejo de información

Pasos sugeridos en la evaluación ecorregional

Es la condición del estado actual de una especie, de una población o de un sistema ecológico, que permite inferir que tan intactos están los procesos ecológicos/evolutivos y regímenes ambientales asociados (Noss 1990, Franklin 1981) 2 * Estos pasos en el caso de CRO fueron considerados como parte de una segunda fase del Proyecto. Razón por la que en el presente reporte se incluye la información solo hasta la construcción del Portafolio de sitios prioritarios.

¿Por qué una evaluación ecorregional en la Cordillera Real Oriental? Considerando la importancia que tiene Latinoamérica en cuanto a la preservación de biodiversidad y recursos naturales, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en coordinación con el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) del Banco Mundial llevó a cabo un estudio para la definición de ecorregiones a escala mundial y la evaluación de las mismas en cuanto a potenciales de conservación (Olson et al. 2000). América Latina y el Caribe fue dividida en 53 ecorregiones, de las cuales 14 conforman el Complejo Ecorregional de los Andes del Norte (CEAN) (WWF 2002). WWF (2002) en la construcción de la visión de biodiversidad de los Andes del Norte identificó 65 áreas prioritarias producto de su estado de integridad ecosistémica, importancia biológica y procesos ecológicos asociados. 15 se encuentran parcial o totalmente incluidas en la ecorregión Bosques Montanos de la Cordillera Real Oriental. Por otra parte, el Programa TNC Andes Tropicales del Norte (antes Programa Ecuador) completó un proceso de evaluación ecorregional en la unidad de planificación Pacífico Ecuatorial (incluye tres ecorregiones terrestres y una marina) hace un año, y definió a la Cordillera Real Oriental como la segunda área donde realizar este ejercicio de planificación regional. Esta selección se baso en el hecho de durante muchos años los esfuerzos de conservación del Programa Ecuador de TNC (ahora Programa Andes Tropicales) y sus organizaciones socias estuvieron enfocados a trabajar en la cuenca alta del río Napo, en lo que denominan ahora la Biorreserva del Cóndor, y en los ecosistemas altoandinos de las provincias de Loja y Zamora-Chinchipe. Desde el punto de vista de TNC y sus socios, los resultados obtenidos en la planificación deben proveer de un marco referencial de trabajo a las iniciativas locales que mejoren sus acciones de conservación, defina una línea base sobre la cual desarrollar acciones de monitoreo y permita integrar estos esfuerzos de sitio en una visión y planificación regional. Con estos antecedentes, el objetivo de este ejercicio de evaluación ecorregional es el de Proponer una visión común de prioridades de conservación en la ecorregión “Páramos y Bosques Montanos de la cordillera real oriental” a través de: ƒ ƒ ƒ ƒ ƒ ƒ

Identificar sitios prioritarios que representen la biodiversidad de la ecorregión. Elaborar un proceso metodológico confiable e innovativo que sea un aporte para futuros ejercicios similares. Involucrar a principales actores para asegurar que resultados sean utilizados en el futuro. Apoyar a procesos de planificación a nivel nacional (p.e. Análisis de vacíos de conservación bajo el paraguas del Convención de Diversidad Biológica). Fortalecer a organizaciones involucradas en el proceso. Establecer una base para el desarrollo de estrategias dirigidas a la conservación de las áreas constitutivas del portafolio.

ƒ

Crear un sistema de información sobre CRO que unifique y ponga a disposición del público la información generada por este ejercicio de planificación.

Capítulo 1. EL ÁREA DE ESTUDIO λ β Francisco Cuesta & Francis Baquero λ β

Institute for Biodiversity and Ecosystem Dynamics (IBED). Universiteit van Amsterdam. EcoCiencia. Fco. Salazar E14-34. Casilla postal: 12-17-257. Quito-Ecuador.

1.1 Los páramos y Bosques Montanos de la Cordillera Real Oriental Los Andes representan la extensión más grande y continua de áreas temperadas en los trópicos y se encuentran distribuidos a manera de una columna vertebral del continente sudamericano a partir de los 11ºN hasta los 55ºS (14.137 km) desde las montañas Oca en Venezuela hasta la Tierra del Fuego en Argentina (Clapperton 1993). Con referencia a la complejidad tectónica y al levantamiento de la cordillera, los Andes han sido divididos en tres secciones claramente identificables: norte, centro y sur. Los Andes del centro y sur del continente (sur Perú, Bolivia, Chile, Argentina) son los más viejos, con un levantamiento originado en el Terciario temprano (aprox. 50 millones de años); por el contrario, los Andes del norte de Colombia y Ecuador son relativamente jóvenes, con un levantamiento mayor originado en el Mioceno (hace 25 millones de años aprox.) con posteriores plegamientos concentrados en el Plioceno tardío y en el Pleistoceno temprano (5 a 1,5 millones de años) (Taylor 1995). Los Andes del Norte terminan su extensión en el norte del Perú, en un área donde la cadena montañosa es fuertemente bisectada por la depresión de Huancabamba, cerca del área conocida como el Abra de Porculla a aproximadamente 6º S. Esta zona constituye una gran barrera que divide biogeográficamente a los Andes en dos regiones completamente distintas (Duellman 1979; Myers et al. 2000). Desde este punto los Andes se extienden en una deflexión hacia el noreste hacia los Andes ecuatorianos y colombianos hasta el punto en que se dividen en dos segmentos, la Serranía de Perijá a 11ºN, y la Sierra de Mérida en Venezuela a 10ºN cubriendo una extensión mayor a 2.000km (Kattan et al. 2001). Este complejo sistema montañoso es a lo que Dinnerstein y colaboradores (1995) describen como el Complejo Ecorregional de los Andes del Norte o Myers (2000) como la bioregíon Andes Tropicales. La ecorregión Bosques Montanos de la Cordillera Real Oriental (CRO) y las ecorregiones Páramo del Norte de los Andes y Páramo de la Cordillera Central son parte de este complejo ecorregional y se extiende en un área de 8,3º de latitud en un área de 9`236.067 ha, de las cuales el 68% están en Ecuador, el 21 % en Perú, y el 12% en Colombia (Tabla1). Este complejo de tres ecorregiones constituye el área de estudio donde llevamos a cabo la evaluación ecorregional. El área de estudio en su límite norte inicia en la vertiente oriental del Macizo Colombiano hasta que alcanza su límite inferior determinado por la cota de los 500 m en los departamentos de Caquetá y Putumayo. Desde este punto el área se

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dirige bordeando esta cota hasta llegar a su límite septentrional en el Abra de Porculla a 6ºS en el Perú. En su límite occidental el área de estudio está restringida por los remanentes naturales de los bosques altoandinos asociados al callejón interandino (Mapa 1.0, Figura 1.1). En términos generales, la cordillera oriental puede ser definida como un paisaje de ecosistemas de montaña, caracterizado por páramos húmedos de origen glaciar y bosques montanos siempre-verdes de las vertientes orientales de los Andes. Estos tipos de ecosistemas son reconocidos por sus altos índices de diversidad beta y su alto grado de endemismo así como por su fragilidad debido a la naturaleza de sus suelos asociados a una topografía agreste.

1.1.1 El contexto biofísico La gran diversidad beta presente en la cordillera de los Andes así como la presencia de muchos grupos de animales y plantas con distribuciones restringidas es una expresión acumulativa de los dramáticos cambios en las gradientes ambientales. Estos cambios ambientales son una demostración de las variaciones en los factores geológicos y ambientales. La geología de la Cordillera es compleja y de diferentes orígenes. De modo general, se distinguen tres regiones grandes: el ramal central norte dominado por volcanismo cuaternario, el sur con volcanes terciarios e influenciados por la depresión de la Cordillera y las cordilleras subandinas de origen sedimentario. La base del ramal central norte está formada principalmente por rocas metamórficas del Precámbrico compuestas por esquitos cristalinos y granitos (Clapperton 1993). La roca madre de la Cordillera esta cubierta por varias capas litológicas de origen Paleozoico, mientras que la base de la Cordillera Occidental está principalmente formada por rocas cretácicas de origen volcánico y piroclásticas (Jorgensen et al. 1999). La diferencia fundamental entre el norte y sur del ramal central de la Cordillera Oriental está dada por las diferencias temporales de actividad volcánica. La actividad volcánica del norte mantenida durante los últimos 2,5 millones de años ha determinado diferencias significativas en el acumulamiento de cenizas volcánicas, acidificación del suelo, acumulación de materia orgánica y mayor capacidad de retención de humedad. De acuerdo a Jorgensen y colaboradores (1999) esta actividad volcánica cuaternaria dio origen a los volcanes Reventador y Sumaco a manera de espolones divergentes del ramal central. Estudios recientes sugieren la presencia de una tercera cordillera al este de la oriental llamada cordilleras subandinas o serranías amazónicas. Estas cordilleras tienen un origen tectónico pero no forman una unidad continua, al contrario, forman una suerte de pequeñas cadenas montañosas bisectadas por los grandes ríos amazónicos como el Santiago o el Napo. Las cordilleras sub-andinas de Galera y Sumaco están constituidas por sedimentos cretácicos y terciarios. La serranía de Kutukú está constituida por las mismas estructuras de Galera pero adicionalmente contiene rocas sedimentarias más antiguas que datan del período Jurásico. El Cóndor constituye la última cordillera subandina conformada por un sustrato de conchas, sedimentos y areniscas del período Mesozoico (Jorgensen et al. 1999). Humboldt & Bonpland (1807) fueron probablemente los primeros en sugerir la importancia del clima en la configuración espacial de la distribución de especies animales y vegetales. Esta relación fue confirmada en estudios subsiguientes y analizada junto con otros factores abióticos para explicar la configuración de la

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vegetación en los grandes biomas de la Tierra (Schall & Pianka, 1978; Root, 1988; Currie, 1991; Wickham et al., 1997). Estos estudios sugieren que la precipitación en conjunto con la temperatura son los factores biofísicos más importantes en determinar los patrones de distribución de los organismos terrestres. Montañas como los Andes incrementan la precipitación y la humedad (en sus flancos exteriores) al disminuir la velocidad de desplazamiento de tormentas y por el levantamiento de masas de aire caliente (Massenerhebung effect; Bruijnzeel et al. 1993). En la Cordillera Oriental estas masas de aire caliente se concentran en los rangos inferiores del área de estudio, con especial énfasis donde los ríos como el Santiago y el Pastaza rompen los contrafuertes cordilleranos para dirigirse a la llanura amazónica. Las áreas de mayor precipitación se encuentran en la cuenca del río Pastaza (Loreto) con un máximo anual próximo a los 5.500 mm. Estos patrones se mantienen a lo largo de la Cordillera en las cotas inferiores (500 a 800 msnm) y cambian dramáticamente conforme el área se dirige al oeste. La precipitación tiene un rango promedio entre 2.500 y 3.000 mm anuales en los encañonados de los ríos entre los 1.000 y 2.000 m de altitud. Por el contrario, los flancos interandinos de la Cordillera presentan patrones opuestos por efectos de la sombra de lluvia llegando a valores extremos de 500 a 600 mm anuales donde la vegetación xerofítica es predominante. Áreas como estas se encuentran en la depresión de Huancabamba, Paute-Girón, Palmira, el valle del río Cutuchi y el valle del Chota (Figura 1.2a). La distribución de la temperatura en la Cordillera es relativamente homogénea a lo largo del año (x = 16,62 Cº; Sd = 5,55ºC) en las áreas inferiores a 2.500 metros. Picos máximos llegan a 25º C en zonas como Cóndor-Kutukú, cuencas bajas de los ríos Putumayo, Aguarico y Napo. Por el contrario, en las zonas altas las fluctuaciones diarias de temperatura son mucho más dramáticas que los contrastes anuales, sobretodo en las zonas de páramos donde se registran temperaturas promedios que oscilan entre 2 y 8 ºC (Figura 1.2b). La temperatura en la tropósfera decrece a una tasa relativa constante de 7º C en cada incremento de 1 km en altitud (Wallace & Hobbs 1977). El incremento en la gradiente altitudinal origina cambios en la radiación solar junto con la orientación (Ziska et al. 1992 en Young 1995) y la conformación de ecotonos los cuales están relacionados con la formación de microclimas muy particulares que influyen significativamente en la distribución espacial de las comunidades bióticas y la riqueza de especies (Terborgh 1985). En la Cordillera oriental estos patrones se reflejan en la gran concentración de comunidades vegetales que se remplazan en un gradiente de 5.000 metros en distancias menores a 50 km (Figura 1.2c). 1.1.2 Las ecorregiones presentes en el área de estudio El área de estudio contiene en su interior una ecorregión completa: Bosques Montanos de la Cordillera Real Oriental (ER 121) y porciones de otras dos ecorregiones: los Páramos del Norte de los Andes (ER 139) y los Páramos de la Cordillera Central (NT1004) (Dinnerstein et al 1995). Los páramos del Norte de los Andes (ER 139) Esta ecorregión se distribuye a manera de parches en las áreas sobre los 3.500 m a lo largo de la Cordillera Central colombiana hasta los páramos centrales de Ecuador en un área de 3`000.000 ha. La porción de la ecorregión presente en el área de estudio parte desde los páramos orientales del Macizo colombiano hasta la depresión de Cuenca-Paute-Girón en la sierra central del Ecuador.

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Muchas especies se encuentran restringidas a estos hábitats, con patrones locales de endemismo muy altos para una gran variedad de taxa como plantas vasculares o anfibios. De acuerdo a Luteyn (2002) estos ecosistemas son mundialmente los ejemplos más bastos y ricos en su tipo con niveles de endemismo muy altos a escalas locales y regionales Muchos páramos de esta región se encuentran localizados en las vertientes expuestas de la Cordillera por lo que reciben más de 2.000 mm de lluvia anual (los de la vertiente oriental) y otros menos de 1.000 mm debido al efecto de sombra de lluvia (los situados en la vertiente interandina de la cordillera). Los ecosistemas paramunos pueden ser definidos como ambientes húmedos a perihúmedos con una humedad relativa promedio que oscila entre 70 a 85%. A partir de la depresión de Paute-Girón los páramos se convierten en sistemas relativamente más secos debido a la influencia de la corriente de Humboldt y al decrecimiento altitudinal de la Cordillera, efecto que se mantiene hasta llegar al límite sur de la Cordillera. El origen y diversificación de la biota paramuna tiene una estrecha relación con los cambios altitudinales de los límites boscosos producto de las fluctuaciones climáticas pleistocénicas (Schummann et al. 2001; Gentry 1982; Fjeldsa 1995). Estudios filogeográficos recientes muestran que durante los períodos interglaciares muchos páramos se mantuvieron como islas de vegetación lo cual favoreció procesos de aislamiento, competencia y especiación; producto de estos fenómenos muchas de las especies de origen andino (p.e. colibríes del género Metallura) presentan distribuciones restringidas o discontinuas (Moritz et al. 2000). Bosques Montanos de la Cordillera Real Oriental (ER 121) Los bosques montanos tropicales de esta región se distribuyen en la vertiente oriental de la Cordillera desde el macizo colombiano por todo el Ecuador hasta la vertiente norte del río Marañón en el Perú ...


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