Filosofía medieval - 1. Introducción: contexto histórico, cultural y filosófico. 2. La patrística: PDF

Title Filosofía medieval - 1. Introducción: contexto histórico, cultural y filosófico. 2. La patrística:
Course Historia de la Filosofía
Institution Bachillerato (España)
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1. Introducción: contexto histórico, cultural y filosófico.
2. La patrística: los padres de la Iglesia.
3. San Agustín.
3.1. El problema de las relaciones fe-razón.
3.2. El conocimiento.
3.3. El Dios de San Agustín.
3.4. El mundo creado.
3.5. El ser humano (...


Description

1. Introducción. Contexto histórico, cultural y filosófico Durante los cinco primeros siglos de nuestra era, se desarrolla y adquiere una fuerza cada vez mayor el cristianismo. Dios había hablado al hombre, le había revelado su Verdad, y esto era, en principio, suficiente para despreciar todos los demás saberes. El cristianismo es una religión que, poco a poco, va impregnándose de todas aquellas ideas filosóficas que le sirven, al principio, para defender su fe en un contexto cultural adverso y, más tarde, afianzarla creando una serie de sistemas filosóficos propiamente cristianos; es decir, la Filosofía Cristiana. Contenidos de la doctrina cristiana: -

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Teoría de la Verdad: para el cristianismo, no solo existe la verdad absoluta y universal, sino que además ha sido revelada por Dios a los hombres, quienes precisan de la fe para conocerla. Concepto de Dios: el cristianismo cree en la existencia de un Dios único, personal y espiritual, principio y fin de todas las cosas, creador y providente. El alma humana es un principio de naturaleza espiritual, creada directamente por Dios, e inmortal. Por razón de su origen, el alma humana es imagen de la divinidad, estando dotada de inteligencia y voluntad. El hombre está destinado a gozar de una vida inmortal.

Es evidente que el cristianismo presentaba varias ideas opuestas a la filosofía griega: -

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Monoteísmo: el cristianismo trae un Dios único, creador y omnipotente. Linealidad del tiempo: mientras los griegos, desde Parménides, sostienen que desde la nada no se crea nada y, por tanto, el mundo es eterno, para el cristianismo, la creación es el inicio absoluto del tiempo y de la historia, que terminará con la segunda llegada de Cristo. Dios crea el mundo de la nada, lo que implica que éste es contingente. El único ser necesario es Dios. Verdad: para los griegos, el mundo tiene una razón de ser (logos) que debe ser descubierta por el entendimiento (visión intelectualista), y las opiniones humanas son aproximaciones a la verdad total (como dice la ciencia moderna). Para el cristianismo, sin embargo, el mundo depende de la voluntad de Dios (visión voluntarista). La verdad absoluta solo la sabemos por la revelación. Por tanto, toda investigación es inútil y no tiene razón de ser. La razón humana debe limitarse a interpretar la palabra de Dios, e incluso debe, simplemente, aceptarse. El ser humano ha sido creado a semejanza de Dios, es libre y responsable de su actuación, por lo que puede caer en el pecado.

2. La patrística: los padres de la Filosofía Es el periodo inicial del pensamiento cristiano (siglos I al V), el de los llamados Padres de la Iglesia.

La Patrística es un intento por conciliar los planteamientos de la filosofía con los dogmas cristianos. Sus objetivos  son: cristianizar el pensamiento griego y hacer racionales los dogmas cristianos. No constituye un bloque filosófico unitario, sino que de forma sucesiva van a ir elaborándose concepciones teóricas diversas: -

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La primera es la de los llamados Apologistas (=defensores): son pensadores que defienden la fe cristiana en la época de las grandes persecuciones. Afirman la preeminencia de la Fe sobre la Razón y subraya la trascendencia absoluta de Dios. Destacaremos a Tertuliano (150-225), cuya frase "Credo quia absurdum" ("Creo porque es absurdo") resume a la perfección la postura de los apologistas: la revelación evangélica de Jesucristo supera toda filosofía racional creada por el hombre. Para los apologistas, la Fe sola le basta al cristiano, y la Razón nada puede aportar al conocimiento de Dios. Desdeñan, pues, la Filosofía por innecesaria para la Fe. La última concepción es la de los Padres Latinos: destaca con luz propia por encima de todos, San Agustín de Hipona (354-430), quien desarrolló la primera síntesis completa del pensamiento cristiano justo en el momento en que el Imperio Romano se desintegra.

En el tema de las relaciones entre la Razón y la Fe, San Agustín sostiene que la Fe debe guiar a la Razón en el conocimiento de Dios y servirse de ella para afianzarse en el alma del creyente. “La Filosofía es sierva de la Teología”, dice San Agustín. Así pues, la fe no está reñida ni es incompatible con la razón, sino que guía a ésta hacia el entendimiento de las verdades reveladas. "Credo ut intelligam" (“Creo para entender"). Por tanto, la fe es superior a cualquier saber racional, pues gracias a ella el hombre tiene noticia de verdades que con su sola razón jamás alcanzaría a conocer. 3. San Agustín Nació en el año 354 (s. IV) en Tagaste (en la actual Argelia) hijo de un pagano y de madre cristiana. Se formó en Cartago en la cultura clásica romana. A los diecinueve años, leyó una obra de Cicerón que le impulsó hacia en Cartago en la cultura clásica romana. Su vida alegre y disoluta no le impidió continuar una formación rigurosa, que le llevó a adherirse al maniqueísmo, nombre que recibe la religión universalista fundada por el sabio persa Mani: creían que había una eterna lucha entre dos principios opuestos e irreductibles, el Bien y el Mal, que eran asociados a la Luz y las Tinieblas y, por tanto, consideraban que el espíritu del hombre es de Dios pero el cuerpo del hombre es del demonio. Desde su juventud le preocupó el problema del mal, considerando en un principio que la explicación cristiana respecto a la creación del mundo por un "Dios bueno" no resulta convincente: no se puede comprender que alguien bueno pueda crear el mal. Por ello, le parece más aceptable la explicación del maniqueísmo. Pero San Ambrosio le convence de que la verdadera fe es el

cristianismo. Por ello despreciaban el cuerpo y practicaban el ascetismo con el fin de liberar el alma. En el año 386 se convirtió al Cristianismo. En el año 393, fue nombrado obispo de Hipona, en Argelia. Murió en esta ciudad en el 430, cuando ya la situación del Imperio estaba muy debilitada; veinte años antes, los visigodos habían saqueado Roma y, en esas fechas, los vándalos arrasaban el África romana. Entre las obras más importantes de San Agustín se encuentran: Confesiones, Soliloquios, Del libre albedrío (texto EVAU), La Ciudad de Dios. -

El problema de las relaciones fe-razón. Para San Agustín, la verdad más alta es el conocimiento de Dios, al que puede conducirnos tanto la fe como la filosofía. Por tanto, fe y razón están unidas de forma indisoluble, lo que significa que son complementarias y debe haber colaboración entre ambas. -

La fe es la guía que indica las verdades que deben aceptarse. La razón puede ayudarnos a comprender el sentido de estas creencias (contra Tertuliano).

Al convertirse, comprende que no hay que entender para creer, sino creer para entender, pues, a pesar de que ambas colaboran, finalmente la fe tiene prioridad ante la razón, a la que debe orientar y conducir. De acuerdo con este planteamiento, para San Agustín la existencia de Dios es una verdad suprema de la que no se puede dudar. Por eso, en su obra no hay una exposición sistemática de pruebas para demostrar que Dios existe, aunque sí podemos encontrar algunos argumentos (que veremos más adelante). -

El conocimiento. Vemos, por tanto, que San Agustín lo que se plantea es el problema de llegar a la verdad. La búsqueda de la verdad es necesaria, ya que el ser humano tiene una tendencia innata hacia la sabiduría. De ahí que el conocimiento busque alcanzar la verdad, porque solo la auténtica verdad proporciona plena felicidad. Pero no basta con buscar la verdad, hay que encontrarla: solo el verdadero sabio es realmente feliz. Conocer es posible, pues hasta los escépticos (como San Agustín en su juventud) están seguros de algo. Quien duda está seguro al menos de que duda; por lo tanto, no duda de todo. Tampoco es posible dudar de las verdades de las matemáticas. San Agustín, anticipándose a Descartes,

afirma “si me equivoco soy”, “si fallor, sum”. Estamos seguros de que existimos, de que entendemos y de que amamos, pero... ¿Es posible alcanzar un conocimiento verdadero? La filosofía agustiniana distingue tres niveles diferentes de conocimiento que se corresponden con tres tipos de fuentes para obtener la verdad: -

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Conocimiento sensible: lo comparten animales y hombres. Es el conocimiento que se obtiene a partir de los sentidos, pero esta información es muy insegura, ya que el mundo sensible está sometido a cambio constante. Conocimiento racional: es el propio del ser humano. El hombre es capaz de establecer juicios sobre las realidades concretas. El conocimiento racional surge cuando nuestros sentidos captan un objeto sensible y nuestra mente lo identifica con una idea. Esta operación se lleva a cabo a través de la memoria: la memoria reposa sobre las sensaciones, comparándolas y relacionándolas con las pasadas, que ella recuerda. Este reconocimiento será verdadero si hay correspondencia entre el objeto concreto y la idea que se toma como modelo. Es el entendimiento el que elabora las ideas de las cosas y las elabora como realidades intelectuales con validez universal. En nuestra vida ordinaria nos desenvolvemos manejando siempre ideas. Incluso cuando tratamos de las cosas más usuales y cotidianas, lo hacemos de acuerdo a las ideas y conceptos que tenemos de ellas. Mediante estas ideas se elabora el conocimiento científico. San Agustín lo denomina razón inferior porque, a pesar de su carácter racional, no colma las aspiraciones del alma a la verdad absoluta. La contemplación de las ideas: es el nivel más elevado de conocimiento o razón superior y consiste en contemplar las ideas eternas, las cuales constituyen la esencia misma del alma. Solo la iluminación divina puede hacer comprensibles las verdades eternas. Las ideas, por tanto, viven en la mente de Dios. Esta contemplación conduce a la sabiduría y solo es posible por la iluminación divina, como el sol del exterior de la caverna platónica hace posible la visión de los cuerpos sensibles. Con esta teoría, San Agustín sustituye la reminiscencia platónica, pues el cristianismo no acepta que el alma preexista al cuerpo. Es Dios, por tanto, quien ilumina la mente humana y la hace ver aquello que es eterno e intemporal.

El Dios de San Agustín En la Biblia, Dios dice a Moisés: “yo soy el que soy”. San Agustín interpreta que estas palabras significan que Dios es el “Ser”, la existencia misma, algo

absolutamente inmutable. Siguiendo a Platón, afirma que el verdadero ser es el que no cambia. Para demostrar la existencia de Dios, San Agustín presenta diferentes argumentos: -

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Las mismas criaturas son la prueba más evidente de que Dios existe. Dios se hace visible a través de sus efectos: “el mismo orden, disposición, belleza, cambio y movimiento del mundo y de todas las cosas visibles, proclaman silenciosamente que solo pueden haber sido hechos por Dios”. La prueba del consentimiento universal: la humanidad entera coincide en considerar que hay un ser superior a todas las cosas. Las ideas que están impresas en nuestra alma existen y solo pueden provenir de un ser inmutable y eterno. Las ideas son los contenidos de la mente divina. Este argumento le sirve también para: a) Explicar la existencia del mundo: ha sido creado de la nada por Dios, según las ideas de su mente en un acto voluntario y libre. b) Explicar la relación entre el mundo y Dios: las cosas del mundo son contingentes, proceden y dependen de Dios. Por el contrario, Dios es necesario. c) Explicar la naturaleza del mundo: Dios podría no haber creado el mundo pero, al crearlo, debía hacerlo tal como es y no de otro modo, pues lo hizo siguiendo el modelo de sus ideas. ¿Cómo es Dios? La naturaleza de Dios está, para San Agustín, más allá de lo que podemos comprender y expresar con palabras. Esto es lo que más tarde se denominará teología negativa: solo podemos decir de Dios lo que no es, porque está más allá de lo que el alma humana puede comprender: “si lo comprendes, no es Dios”.

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El mundo creado Dios crea el mundo a partir de la nada (creacionismo). El mundo no es eterno, como pensaban los griegos. El mundo ha sido creado y tiene un principio y un final. Solo Dios es eterno: se distingue por completo de la Creación y está fuera del mundo. Dios crea el mundo por su libre voluntad, por amor, para hacer participar a las criaturas de su perfección. En la Biblia, se dice que Dios ha creado todas las cosas por medio del Verbo, de la Palabra. San Agustín interpreta ese verbo como el Logos o Hijo de Dios - es decir, la segunda persona de la Trinidad -, que contiene en su mente las

ideas ejemplares, eternas, los modelos de todos los seres. De acuerdo con estos modelos, se han creado todas las cosas. Sin embargo, San Agustín tiene que resolver la cuestión de cómo se actualiza la Creación, puesto que Dios, por ser inmutable, no puede estar continuamente completándola. Para explicar la generación de nuevas criaturas a lo largo del tiempo, San Agustín recurre a la noción de razones seminales, una especie de semillas invisibles de todas las cosas que han sido, son y serán a lo largo del tiempo, y que Dios habría creado al principio y de una sola vez. Estas razones seminales se desplegarán cada una a su tiempo, de modo que no es necesario que Dios intervenga después de la Creación para que el mundo marche por sí mismo. -

El ser humano (antropología: alma y cuerpo) El hombre es la obra maestra de la Creación. Está compuesto de alma inmortal y cuerpo mortal (dualismo antropológico). Unicamente el ser humano posee un alma racional capaz de conocer. Esto le diferencia de los animales que tienen sólo un alma sensible. El alma humana se caracteriza por los siguientes rasgos: -

Está constituida por una razón inferior - que únicamente puede conocer las cosas sensibles -, y una razón superior - que puede llegar a contemplar las Ideas o verdades eternas gracias a la iluminación divina.

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Es inmortal.

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Ha sido creada por Dios y, por tanto, es temporal (ha comenzado a existir alguna vez). En consecuencia, San Agustín niega la eternidad del alma (a diferencia de Platón). El alma es, como para Platón, una sustancia espiritual y el principio que da vida al cuerpo, pero es superior a él y por tanto no puede verse afectada por el cuerpo, que no es más que un instrumento para ella. No obstante, San Agustín, a diferencia de Platón, está obligado por el Cristianismo a mantener la unión de cuerpo y alma en el hombre: ambos han sido creados por Dios y es el compuesto de ambos lo que constituye el hombre. Además, niega la teoría platónica de que el alma ha sido colocada en el cuerpo como un castigo. Eso supone negar que el alma haya tenido una existencia anterior, como afirmaba Platón. Sin embargo, para San Agustín, el cuerpo ha llegado a ser prisión del alma a causa del pecado original, del que habrá de liberarse. Cada alma individual es producto de la acción creadora de Dios, que la ha hecho a su imagen y semejanza y puesto que Dios es uno y trino, del mismo modo en el alma humana, que es una, se manifiesta la trinidad. El alma:

a) Recuerda (memoria): con lo que tiene conciencia de su propia identidad. b) Entiende (inteligencia): lo que es y recuerda. c) Quiere (voluntad): ama aquello que es y entiende. -

La ética agustiniana San Agustín propone una ética de la felicidad, una ética eudaimonista: el fin de la conducta humana es la felicidad, la vida buena o beatitud. Esta beatitud solo puede encontrarse en Dios con ayuda de la gracia divina. Como Platón, San Agustín afirma que la voluntad impulsa al alma mediante el amor - entendido como caridad - hacia Dios, pero también hacia el prójimo. No obstante, la voluntad es libre de inclinarse hacia el bien o hacia el mal. Es evidente que el mal existe. ¿Cómo Dios permite su existencia?. Para San Agustín el mal es una privación: el mal es ausencia de un bien. El mal nace de un uso inadecuado que el hombre hace de su libre albedrío, es decir, de su capacidad para elegir libremente. Así, es el hombre el responsable del mal, y no Dios. Nadie ha creado la oscuridad, porque en el fondo no es nada. La luz tiene entidad, la oscuridad no. Es simple ausencia provocada por un obstáculo. El Cristianismo sostiene que Dios pedirá cuentas al hombre de sus actos. Esta doctrina conlleva la defensa de la libertad humana. Dios sólo puede pedirnos cuentas si somos libres de decidir entre el bien el mal. El hombre, por tanto, ha sido creado libre, con capacidad para volverse hacia Dios o apartarse de Él. San Agustín distingue entre los conceptos de libre albedrío y libertad: -

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El libre albedrío es la capacidad que tiene el ser humano de obrar voluntariamente y que, a partir del pecado original, está orientada hacia el mal. La libertad es la capacidad para hacer únicamente buen uso del libre albedrío. En eso consiste la auténtica libertad, que necesita de la gracia divina.

Así, a pesar de que el hombre haya sido creado libre, desde el momento en que comete el pecado original conserva únicamente un libre albedrío frágil para elegir lo que debe: amar a Dios, porque la voluntad humana tiende a la felicidad, y sólo en Dios puede hallarla. Como consecuencia del pecado original el alma humana tiende hacia la materia y acaba tiranizada por el cuerpo, es decir, no puede evitar pecar. San Agustín defiende que el alma caída no puede salvarse por sí misma si Dios no le concede la gracia de poder levantarse. Sólo la gracia divina hará libre a

la voluntad, porque la auténtica libertad consiste en hacer buen uso del libre albedrío, es decir, en hacer el bien y no el mal. Por ello, la  auténtica libertad es la de hacer lo que es mejor, es decir, la de obedecer a Dios. Cuando el libre albedrío que Dios nos da lo utilizamos para alejarnos de Él, no estamos haciéndonos más libres, sino esclavos de bienes inferiores. Elegir el mal puede ser una muestra de libre albedrío, pero nunca de libertad La insistencia en el libre albedrío plantea otro problema. Si Dios es Omnisciente, es decir, que goza de un conocimiento absoluto, ¿qué sentido tiene hablar de libertad de elección si Dios sabe qué decidirá el ser humano? San Agustín no cree que la omnisciencia divina sea incompatible con nuestra capacidad de elegir. Al fin y al cabo, el hecho de que Dios conozca lo que elegiremos no quiere decir que no lo elijamos nosotros. -

Política y sociedad: la historia y la ciudad de Dios Basándose en la doctrina cristiana, San Agustín es el primer filósofo en ofrecer una interpretación del sentido de la historia en su totalidad. El pensamiento griego había desarrollado una concepción circular del tiempo, según la cual la historia no es más que el conjunto de las acciones de los hombres, sin ninguna meta o finalidad última. Un griego no tiene nada que esperar de la historia, pues el mundo es eterno, sin principio ni final en el tiempo. El transcurso del tiempo no trae consigo ningún suceso novedoso. La cultura judeocristiana, en cambio, propone por primera vez una concepción lineal de la historia que la dota de un sentido, provista de un comienzo y un fin. La historia comienza con la creación divina (génesis), que inaugura el tiempo, y terminará con el día del Juicio Final (apocalipsis), momento en el que Dios separará a los justos de los pecadores y tendrá lugar la resurrección de los cuerpos. Para los cristianos, el gran suceso de la historia se sitúa en su final, en la segunda venida del Mesías, de modo que es precisa la fe y la esperanza en el futuro. Encontramos así 3 momentos clave en la historia de la Humanidad: -

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Creación del hombre y la realidad. Génesis. Llegada del Mesías. Dios se hace hombre para difundir un nuevo mensaje de Amor. Se  instituye la Iglesia como institución representante de Dios en la Tierra. Segunda llegada del Mesías o día del Juicio Final (apocalipsis).

La concepción agustiniana de la historia se construye pues por referencia al futuro, desde la esperanza en la salvación. Lo cual se opone a la conc...


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