Folleto sobre la Adoración a la Cruz de SD PDF

Title Folleto sobre la Adoración a la Cruz de SD
Author Lucas Porte
Course Teologia
Institution Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires
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La oración de San Francisco de Asís ante el crucifijo de San Damián Leemos de las Biografías de San Francisco de Asís, Leyenda de los tres compañeros n° 13. Un día en que invocaba con más fervor la misericordia de Dios, le manifestó el Señor que en breve se le diría lo que había de hacer. Con esto se lleno de tal gozo, que, no pudiendo contener la alegría, aun sin querer decía al oído de los hombres algo de estos secretos. Pero hablaba con cautela y enigmáticamente, diciendo que no quería ir a la Pulla y que en su patria llevaría a cabo cosas grandes y nobles. Sus compañeros que lo veían tan cambiado y tan alejado de ellos en sus pensamientos, aunque a veces los acompañara corporalmente, de nuevo le preguntaron, como burlándose: “Pero, ¿es que piensas en casarte, Francisco?” A lo que contestó con palabras enigmáticas, como arriba queda dicho. A los pocos días, cuando se paseaba junto a la Iglesia de San Damián, percibió en espíritu que le decían que entrara a orar en ella. Luego que entró se puso a orar fervorosamente ante una imagen del Crucificado, que piadosa y benignamente le habló así: “Francisco, ¿no ves que mi casa se derrumba? Anda, pues y repárala”. Y él, con gran temblor y estupor, contestó: “De muy buena gana lo haré, Señor”. Entendió que se le hablaba de aquella iglesia de San Damián, que por su aparente antigüedad, amenazaba inminente ruina. Con estas palabras fue lleno de tan gran gozo e iluminado de tanta claridad, que sintió realmente en su alma que había sido Cristo crucificado el que le había hablado. Saliendo de la iglesia, encontró a un sacerdote sentado junto a ella, y, metiendo la mano en su bolsa, le ofreció cierta cantidad de dinero, diciéndole: “Te ruego, señor, que compres aceite y cuides de que luzca continuamente una lámpara ante este crucifijo. Y, cuando se acabe este dinero, yo te daré de nuevo lo que fuere necesario para lo mismo”.

Ubicación en el tiempo  



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Esta oración está situada al comienzo de sus escritos, por ser el exponente más directo de su experiencia espiritual. Representa las efusiones más frescas en sus intimidades con el Padre. Francisco ya está de regreso de Espoleto, en búsqueda, con preguntas y dudas. Se nota en la forma de componer la oración, comparándola con sus demás oraciones, nos sitúa al comienzo de su búsqueda, sus primeros pasos… año 1026, Francisco tiene 24 años. Francisco ya había pasado por la prisión en Perusa, de regreso se encuentra con un leproso, comienza con una actitud de servicio frente a ellos, parece ser que Jesús mismo se le había manifestado allí, tenía prolongados espacios de oración en las cavernas donde le gustaba orar a solas… Francisco es una persona con mucha expresividad y afectividad, lo demuestra en sus escritos, y nos lo cuentan sus biógrafos en infinidades de hechos y actitudes. No es una persona chata y apocada, es inquieto e insistente. Cuando Francisco se vio ante el crucificado de San Damián, ya había pasado, entonces, por la experiencia de los sueños con la voz de Dios, del servicio con misericordia a los leprosos, y de la oración solitaria en las cavernas. Ya deseaba ardientemente saber lo que Dios quería de él y debía rezar esta oración con frecuencia en varias oportunidades. Ahora percibía que un “mandato” se estaba concretizando.

La oración 

Descubrir la voluntad de Dios, será para Francisco su primera preocupación, a lo largo de toda su vida, y para los demás será una amonestación constante.

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Recordemos solamente la escena con Clara y el hermano Silvestre, les pide oración para que el Señor le revele que forma de vida debe llevar, si una vida dedicada a la contemplación o una vida de apostolado, anunciando la penitencia, por ejemplo. Reconoce su pobreza y vileza, pide luz…para las tinieblas de su corazón. Será una lucha insistente, luego descubrirá que Cristo es la luz, y como nuestro corazón se inclina hacia sus propias tinieblas. Objeto central de la oración, son las virtudes teologales, (fe, esperanza y caridad), Francisco sabe que éstas, dan a Dios, entregándonos a Él, porque son Él mismo, además pide, sentido y conocimiento. Siempre le importó acertar en lo que hacía, y lo pidió más de una vez en su vida. La oración está dirigida al alto y glorioso Dios y Señor, palabras que van a estar siempre en sus labios y en sus oraciones. En las demás oraciones de su vida, encontraremos sólo alabanzas, ya no hará peticiones de esta manera, como lo hace en esta oración.

Motivación: Francisco encuentra aquí su vocación, Jesús le pide restaurar las heridas y grietas que la Iglesia estaba sufriendo: “Francisco, ve y repara mi Iglesia” . Estas palabras encierran una riqueza inagotable, los franciscanos/as descubrimos en esta frase nuestro ser-en-el-mundo, nuestro ser-en-la-Iglesia. Desde esta cruz y desde esta respuesta, todos somos llamados a la misma misión. Encontramos aquí un momento fundacional, y elemental para la vida de los franciscanos/as.

Dinámica: 1. LA ORACIÓN  Trata de ubicarte frente a Jesús, como lo hizo Francisco en la ermita de San Damián…, mirá a Jesús crucificado, él te está hablando, te pide que lo sigas, te da ánimo en el camino, te pide que no te desanimes, dejá que sus palabras resuenen en tu oído y en tu corazón: “… ve y repara mi Iglesia”. Tu respuesta será: “aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad”. Repetí varias veces este ejercicio en el silencio de tu corazón, dejá que el Espíritu te guíe mar adentro, sentí el amor del Padre que te rodea, experimentá la cercanía de tus hermanos…  Las palabras que Jesús dirige a Francisco, ¿qué significan para vos, en lo concreto de tu vida cotidiana?  El mandato misionero que encontramos en estas palabras de Jesús, va dirigido a toda la familia franciscana; nosotros, que somos parte de ella, ¿qué respuesta damos como fraternidad? ¿Cuál es el aporte personal que hago a mi fraternidad?  Colocamos una música suave de fondo, para ambientar el momento. Colocados frente a la Cruz de San Damián y con estos mismos sentimientos, mirándonos en el espejo de la eternidad, Jesús, nuestro único maestro, recemos juntos la oración que el mismo Francisco rezó ante el crucificado de San Damián. Tratemos de experimentar la misma sensación que él sintió en aquel momento:

¡ Oh alto y glorioso Dios!, ilumina las tinieblas de mi corazón, dame fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta sentido y conocimiento, Señor, para que cumpla tu santo y verdadero mandamiento.

Así nos animan Francisco y Clara: (Entre cada texto recomendamos hacer un momento de silencio para la meditación, y podemos ambientar con música. A medida que se van leyendo los textos, se coloca a los pies de la cruz o en un lugar visible, las frases que de alguna manera nos resumen la idea del texto).

“…A continuación oró al Padre, diciendo: Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz. Y sudó como gruesas gotas de sangre que corrían hasta la tierra (LC 22,44). Puso, sin embargo, su voluntad en la voluntad del Padre, diciendo: Padre, hágase tu voluntad (Mt 26,42); no se haga como yo quiero, sino como quieres tú (Mt 26,39). Y la voluntad de su Padre fue que su bendito y glorioso Hijo, a quien nos dio para nosotros y que nació por nuestro bien, se ofreciese a sí mismo como sacrificio y hostia, por medio de su propia sangre, en el altar de la cruz; no para sí mismo, por quien todo fue hecho (cf. Jn 1,3), sino por nuestros pecados, dejándonos ejemplo para que sigamos sus huellas (cf. lPe 2,21)…” 2CtaF 1 NADIE SE ENORGULLEZCA, SINO GLORÍESE EN LA CRUZ DEL SEÑOR “Repara, ¡oh hombre!, en cuán grande excelencia te ha constituido el Señor Dios, pues te creó y formó a imagen de su querido Hijo según el cuerpo y a su semejanza según el espíritu (cf. Gén 1,26). Y todas las criaturas que están bajo el cielo sirven, conocen y obedecen, a su modo, a su Creador mejor que tú. Y aún los mismos demonios no fueron los que le crucificaron, sino fuiste tú el que con ellos le crucificaste, y todavía le crucificas al deleitarte en vicios y pecados. ¿De qué, pues, puedes gloriarte?”. Adm 5 SOMOS IMAGEN Y SEMEJANZA DEL CREADOR “…Mira dentro de ese espejo todos los días, oh reina, esposa de Jesucristo, observa de continuo en él tu rostro; así podrás revestirte toda, interior y exteriormente, de variedad de galas (cf. Sal 44,10) e ir adornándote de las flores y ropas de todas las virtudes, oh hija y esposa carísima del sumo rey…”. Cl4C MIRA A JESÚS, OBSERVA EN ÉL TU ROSTRO “…No permitas que nuble tu corazón alguna sombra tristeza, ¡oh señora amadísima en Cristo, gozo de los ángeles y corona de tus hermanas! (Fil 4,1) Aplica tu mente en el espejo de la eternidad, deja que tu alma se sumerja en el esplendor de la gloria, endereza tu corazón a aquel que es la figura de la divina sustancia (cf. Hbr 1,3), y transfórmate totalmente por la contemplación, en la imagen de su divinidad (cf. 2Cor 3,18). Así probarás tú lo que experimentan los amigos cuando saborean la dulzura escondida (Sal 30,20), que el mismo Dios tiene reservada desde el principio para sus amadores (cf. 1Cor 2,9)…”. Cl3C AMA TOTALMENTE A QUIEN TOTALMENTE SE ENTRGÓ POR AMOR ¡VE Y REPARA MI IGLESIA! Animados con estas palabras meditemos ahora en unos momentos de silencio la grandeza de tener delante de nuestros ojos al Señor Dios Vivo y Verdadero, Jesucristo crucificado y resucitado, nuestro Salvador.



SILENCIO de meditación (Podemos ambientar con una música apropiada o con cantos)

2. RECONOZCAMOS Y CONFESEMOS delante del Señor del Universo lo más importante, todo lo bueno que día a día vivimos, todo el amor que derrama en nuestra existencia, con admiración y gratitud... 

SILENCIO de meditación Alabanzas que se han de decir en todas las horas (Compuestas por San Francisco de Asís)

Recemos ahora las alabanzas al Dios Altísimo compuestas por San Francisco y respondamos con fuerza a cada invocación diciendo juntos: “Te alabamos por siempre Señor” Santo, santo, santo Señor Dios omnipotente, el que es, y el que era, y el que ha de venir: Te alabamos por siempre Señor. Digno eres, Señor Dios nuestro, de recibir la alabanza, la gloria, el honor y la bendición: Te alabamos por siempre Señor. Digno es el cordero que ha sido degollado de recibir el poderío, y la divinidad, y la sabiduría, y la fuerza, y el honor, y la gloria, y la bendición: Te alabamos por siempre Señor. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo: Te alabamos por siempre Señor. Bendigamos al Señor todas las obras del Señor: Te alabamos por siempre Señor. Alaben a nuestro Dios todos sus siervos y los que temen a Dios, pequeños y grandes: Te alabamos por siempre Señor. Alaben al que es glorioso, los cielos y la tierra. Te alabamos por siempre Señor. Y todas las criaturas del cielo y de la tierra, y las que están bajo la tierra y el mar, y todo lo que hay en él: Te alabamos por siempre Señor. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo: Te alabamos por siempre Señor. Cómo era en el principio y ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. Te alabamos por siempre Señor.

Oremos TODOS JUNTOS: Omnipotente, eterno, justo y misericordioso Dios, concédenos a nosotros, miserables, hacer, por Ti mismo, lo que sabemos que quieres, y querer siempre lo que te agrada, para que, interiormente purificados, iluminados y encendidos en el fuego del Santo Espíritu, podamos seguir las huellas de tu amado Hijo, nuestro Señor Jesucristo, y llegar solo por tu gracia, a Ti, Altísimo, que en la Trinidad perfecta y en la simple Unidad vives y reinas y eres glorificado, Dios omnipotente por todos los siglos de los siglos. Amén.

Hagamos una nueva pausa de silencio para dialogar sencilla y personalmente con Jesús. SILENCIO de meditación (Se puede ambientar con una música suave) 3. PRESENTEMOS TODAS NUESTRAS NECESIDADES, todo deseo y toda profunda petición con un acto de fe y confianza delante del Señor: (Silencio) Respondemos: ¡Señor mío y Dios mío!          

Para que al mirarte seamos transformados. Para que al bendecirte seamos portadores de la bendición para nuestro prójimo, para nuestras familias. Para que al pedir de tu misericordia podamos ser misericordiosos con los demás. Para que al descubrirte presente en la Eucaristía, te descubramos también presente en el mundo, en las personas, y sobre todo en las más pobres y sufrientes. Para que suscites muchas vocaciones en nuestras comunidades. Por las vocaciones religiosas, especialmente las franciscanas. Por matrimonios verdaderamente evangélicos. Por los jóvenes que te conocen y por los que no te conocen. Por los que trabajan por la justicia, la paz y la salvaguarda de la creación. Para que renueves en nosotros nuestra propia vocación.

4. ADORACIÓN DE LA CRUZ: Nos acercamos a tocar al Señor, animándonos así, a cargar con nuestra propia cruz, siendo solidarios con Cristo, presentándole lo que nos inquieta en lo profundo de nuestro corazón, le presentamos personas concretas, que conocemos, que sufren, que necesitan de nuestra oración, si nos animamos decimos sus nombres. Pero sobre todo observemos a Jesús mirémoslo a él, dejémonos mirar por él. “Quien se acerca a Jesús con un corazón libre de prejuicios puede llegar más fácilmente a la fe, pues ha sido Jesús mismo quien te ha visto y amado antes. El aspecto más sublime

de la dignidad del hombre está precisamente en su vocación de comunicarse con Dios en este profundo intercambio de miradas que transforma la vida. ¡Para ver a Jesús, es necesario ante todo dejarse guiar por él!". 

Podemos cantar algún canto apropiado, o utilizar una música para ambientar, que nos invite a la contemplación. Recomendamos los cantos de Taizé.

5. ORACIÓN DE ENTREGA CONFIADA (tomada de textos de San Francisco y Santa Clara). Respondemos: Jesús, en vos confío.        

"Mira diariamente el espejo que es Jesús y observa en él tu rostro." "Transfórmate totalmente por la contemplación en imagen de su divinidad." “¡Oh grandísima humildad!; ¡Oh humilde grandeza!” “Miren, hermanos, la humildad de Dios.” “Derramen ante Él sus corazones.” “Nada de ustedes retengan para ustedes mismos.” “Que enteros nos reciba el que todo entero se nos entrega.” "Ama totalmente a quien totalmente se entregó por tu amor."

6. BENDICIÓN Y ENVÍO Pidamos todos juntos ser bendecidos por nuestro Dios, Altísimo y Bondadoso, rezando la Bendición de San Francisco, para ser instrumentos de paz allí donde el Señor quiera enviarnos; sintámonos enviados a anunciar esto que hemos vivido y oído. El Señor nos bendiga y nos guarde; nos muestre su rostro y tenga misericordia de nosotros. Nos mire lleno de bondad y nos conceda la paz. Que el Señor nos bendiga, En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén....


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