La escuela de la señorita olga PDF

Title La escuela de la señorita olga
Course Fundamentos de la Educación
Institution Universidad Nacional de Lomas de Zamora
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UNIVERSIDAD/FACULTAD/CENTRO: Universidad Nacional de Rosario - Facultad de Humanidades y Artes. -Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. NÚCLEO DISCIPLINAR/COMITÉ ACADÉMICO: Educación para la integración TÍTULO: CINE Y PEDAGOGÍA: LAS HERENCIAS EN IMÁGENES AUTOR: Marcela Victoria Rosales E MAIL: [email protected] RESUMEN: Esta investigación pretende dar cuenta de una perspectiva del trabajo desarrollado en la Escuela Serena, experiencia pedagógica forjada por las hermanas Cossettini en Rosario, entre 1935 y 1950, que radica en una particular articulación entre imagen y enseñanza que en ella se evidencia y, a la vez, en la singularidad de la transmisión a través de los relatos audiovisuales (La escuela de la Señorita Olga, Querida Leticia) que, en la década del 90, habilitaron otro acceso a ella, a través de otros formatos, de indudable valor pedagógico y de mayor potenciación para atravesar límites tanto geográficos como culturales. El lenguaje presente en estas producciones posee cualidades propias que dan lugar a modos originales de transmisión y formación donde las diferencias se construyen desde la recreación que el texto audiovisual logra (voces que se eligen, tomas, encuadres, etc.) hasta los “efectos” que se producen en la recepción. Palabras Clave: pedagogía – imagen- audiovisual – transmisión Palavras teclam: pedagogia- imagem- audiovisual- transmissao.

Nadie imaginaba un día de 1935 que la Escuela Gabriel Carrasco de Rosario que pronto se transformaría en la Escuela de la Señorita Olga, como empezaron a llamarla todos. Es que su directora. Olga Cossetini transformaría a la escuela en un lugar de libertad y formación artística único en su tiempo, a tal punto que muchas personalidades extranjeras que visitaban el país querían conocer la escuela de la "Señorita Olga"que se había hecho famosa en todo el mundo. Allí los chicos formaban coros de pájaros, hacían títeres, obras de teatro, escribían cuentos, bailaban, aprendían oficios y, por supuesto las materias comunes de todas las escuelas. Los chicos iban con ganas a la escuela que funcionó entre 1935 y 1950 cuando fue cerrada por considerar las autoridades del ministerio que no respondía a los planes educativos oficiales. Miles de alumnos pasaron por sus aulas. Algunos de ellos fueron artistas, otros maestros, otros no siguieron estudiando, pero ninguno se olvida de la Señorita Olga. Com. 3 - Prof. Sánchez Com. 3 - Prof. Sánchez Com. 4 - Lic. Margarit Com. 4 - Lic. Margarit Com. 5 - Lic. Reviglio Com. 5 - Lic. Reviglio Com. 6 - Lic. Rosales Com. 6 - Lic. Rosales Com. 7 y 12 - Lic. Arrabal

Com. 7 y 12 - Lic. Arrabal Com. 8 - Mg. Mayol Com. 8 - Mg. Mayol Com. 9 - Mg. Irigaray Com. 9 - Mg. Irigaray Com. 10 y 11 - Lic. Liberatore Com. 10 y 11 - Lic. Liberatore Com. 13 y 14 - Lic. Matamala Com. 13 y 14 - Lic. Matamala Com. Semipres. - Prof. Sánchez Com. Semipres. - Prof. Sánchez

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CATEGORIAS:---> COMUNICACIONES | INVESTIGACIONES | LECTURAS | Rosario, Pcia. de Santa Fe (Argentina), 17 Junio de 2003

ENTREVISTA A MARIO PIAZZA

"Creo en el documental como un medio expresivo" Por Tamara Smerling El cineasta Mario Piazza participó en la mesa reflexiones sobre la producción cinematográfica y de video en la Argentina actual, junto a Gustavo Postiglione y Raúl Bertone, durante las III Jornadas de La Trama. Con el fin de "contar historias", el cine documental dio como resultado la creación de una nueva escuela cinematográfica que contrastaría con los viejos cánones del cine de ficción. Basándose en ese concepto –el de retratar la realidad, en forma expresiva–, el realizador local Mario Piazza, trabaja desde hace más de treinta años en busca de esa identidad. El documental, que nació veinte años después de la proyección de los hermanos Lumière en un sótano de la Ciudad Luz –en la segunda década del siglo XX–, cuando un explorador y cineasta norteamericano llamado Robert Flaherty se aventuró en las desoladas regiones del Polo Norte para filmar en forma directa y sin artificios la vida y las costumbres de los pueblos esquimales, fue quizás lo que motivó a Piazza, uno de los pocos cineastas rosarinos que se ha abocado al género, a rodar diversas producciones. Así, en ese afán de "contar historias", el realizador filmó "La escuela de la señorita Olga" (1991) –con relación a la singular experiencia educativa de la hermanas Olga y Leticia Cossettini– y "Cachilo, el poeta de los muros" –basado en la vida del popular linyera de la ciudad–, además de una serie de películas en Super 8 y algunos cortometrajes. Actualmente trabaja en el Centro de Documentación de la Escuela Provincial de Cine y Televisión de Rosario, y se desempeñó además como docente en la prestigiosa Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños (Cuba). Por otra parte, Piazza, quien edita el boletín electrónico "Cineastas Rosarinos". —¿Cómo fue la génesis de su carrera? —Comencé haciendo películas en Super 8 hace casi treinta años. Pero mi primera película, la hice a los 17 años, en el 74, y comenzó como un modo de diversión, un juego con un grupo de amigos que hacían de actores. Era una comedia de espías, muy poco lograda desde el punto de vista técnico, en particular porque tenía graves problemas con el sonido, que debía ser sincrónico y no lo era. Después hice algunas películas pequeñas: la siguiente, por ejemplo, fue muda, como una forma de resolver el tema del sonido. En 1978 hice el cortometraje de ficción "Sueño para un oficinista", una experiencia interesante porque la proyectamos por primera vez en un recital, con música en vivo del grupo de rock Irreal, en La Comedia. —¿Cómo llegó a la "La escuela de la señorita Olga"? —A partir de los años 80 me fui volcando hacia el género documental, porque creo que es un medio expresivo, retornando a un background de tomar la cámara de cine merced a mi pasión por la fotografía. Volcarme al documental era como volver a ese vicio, creyendo en

las posibilidades de expresión de ese registro, un modo de ir directamente a la esencia del cine. El director Dziga Vertov, por ejemplo, criticaba las películas de ficción porque decía que eran como "betún cinematográfico sobre zapatos literarios" y eso es lo que yo pensaba en aquel momento. Así hice, a pulmón, durante casi veinte años, "A bordo de un carrito", "Papá gringo", "La escuela de la señorita Olga" y "Cachilo". —¿Estas producciones han recibido apoyo con relación a la producción o la distribución? —La que tuvo más difusión fue "La escuela de la señorita Olga" y sin embargo no ha llegado a un circuito comercial. Sólo se pasó en la televisión rosarina. Pero, fuera de circuito comercial, ha tenido unas 200 proyecciones especiales que las hacía yo mismo con un proyector, viajando con una furgoneta, hasta Santa Rosa, Misiones o Chubut. —¿Cuál es su visión de la producción cinematográfica actual? —Creo que son radicalmente diferentes, entre la producción que hacíamos en los 70 y la que podemos hacer ahora. Hubo un cambio tecnológico que posibilitó una mayor apertura y amplitud del movimiento, y que dio la posibilidad de que mucha más gente accediera a la producción audiovisual. Pero, entre dictadura y democracia, no noté la diferencia en cuanto al apoyo en las producciones. Hubo una diferencia pero no en el grado en el que yo esperaba encontrarla, en cuanto al apoyo de las instituciones de la democracia a la cultura. Prefieren la propaganda a la cultura. —¿Qué cree que sucedió, en ese sentido, en Rosario? —Ese cambio tecnológico, más algunas cuestiones institucionales, fueron ampliando el espectro en cuanto a la cantidad de gente que pudiera acceder a la producción en medios audiovisuales. La creación de la Escuela Provincial de Cine en 1984 –una escuela que nos vino con la democracia–, más allá de los cuestionamientos pedagógicos que se le puedan hacer, su existencia obró de una manera catalizadora, legitimando una actividad que antes era improbable. Otra institución importante fue el Centro Audiovisual Rosario, que tuvo sus antecedentes en la Videoteca Municipal y en el Festival Latinoamericano de Video. —¿Qué opina acerca de la producción local actual? —La veo muy bien, con perspectivas, principalmente por esta ordenanza municipal que crea el fondo de promoción audiovisual rosarina. Además porque hay un gran potencial. —¿Cómo surgió rosarinos"?

la

posibilidad

de

editar

el

boletín

electrónico

"Cineastas

—A inicios de los 80 editábamos la revista "El Superochista". El boletín comenzó como una forma de celebrar la posibilidad que brinda Internet. A través del correo electrónico solía reenviar toda la información que me llegaba y que pudiera ser de interés para los realizadores audiovisuales. Luego resumí los temas en un envío. "Cineastas rosarinos", es

un homenaje a los primeros cineastas locales, así titulábamos las proyecciones en Super 8 que hacíamos a fines de la década del 70. —El boletín cuenta con gran circulación... —Fue creciendo, la idea es que sirva de estimulador de la actividad local, mostrar las posibilidades que se generan a partir de concursos, muestras y festivales, y que se utilice también para revalorizar las producciones locales. —¿Cuáles son sus proyectos para 2003? —Mi nuevo proyecto es "Madres con ruedas". Es una producción sobre un grupo de mujeres que, padeciendo de discapacidad física, asumen el desafío de ser madres. La idea es retratar ese instinto de maternidad, esa fuerza que impulsa a mujeres con o sin discapacidad a querer ser madres. En el caso de enfocar a las madres con discapacidad es como si pusiera más de relieve este instinto, este afán, esta voluntad. Es un proyecto en el que estoy involucrado de un modo muy personal, tengo una hija de una mamá discapacitada, que es mi esposa. Es un tema que venimos documentando desde hace más de veinte años.

NUESTRO HOMENAJE A OLGA COSSETTINI El 18 de agosto Olga Cossettini habría cumplido 100 años. La escuela activa-o viva-, como ella prefería llamarla- que condujo con la colaboración de Leticia, su hermana, quedó en la historia educacional argentina como el emprendimiento más trascendente de una renovación profunda basada en la libre personalidad del niño. Para celebrar la fecha, el Nucleamiento de Supervisores Jubilados invitó a la Asociación del Magisterio de Santa Fe y, juntos, organizamos un acto el día 25 en cuyo transcurso disertaron Salvador García y Rubén Naranjo y se proyectó el filme de Mario Piazza "La Escuela de la Señorita Olga". Nuestro colega proporcionó una información detallada del hogar familiar, deteniéndose en la docencia ejercida por el padre, su influencia sobre las hijas, y las actividades vanguardistas de éstas en relación con las costumbres imperantes. García analizó las experiencias pedagógicas que a principios de siglo tuvieron lugar en América del Norte y en Europa, puntualizando la Escuela Serena de Gentile y Radice cuyos principios identificó en la Normal de Rafaela regenteada por Olga, quien incorporó muchos caracteres de su iniciativa. El disertante matizó el análisis filosófico y técnico pedagógico, con recuerdos de su participación como alumno en la experiencia. Además, reconoció la influencia en su propia formación docente. Por su, parte, Rubén Naranjo habló de Olga como una personalidad acendradamente democrática, de resolución antifascista, demostrada en su quehacer de toda la vida. Recordó, de manera especial, su visión profética sobre el eventual renacer de una pedagogía de la perversidad, por lo que reclamó hace 50 años -al ejemplificar con el sacrificio de Janusz Korczak- la necesidad de luchar para que no se repita el dolor y la vergüenza sufridos, resistiendo a la esclavitud, el terror y la masacre.

Naranjo señaló que Olga Cossettini no sólo fue una maestra sin parangón, sino mucho más: una trabajadora intelectual comprometida con el pueblo. Frente al silencio de las autoridades escolares, la recordación que llevamos a cabo, completada con la participación de los colegas Salvador García , Luciano Alonso y la Sra. Alicia Aragón, el día 18 en un programa televisivo, fue un acto de insoslayable justicia.

De la "Hoja Informativa" Nº 69 del mes de agosto de 1998

La historia de la Escuela Serena contada por chicos de 7º año La Escuela Nº 69 Doctor Gabriel Carrasco prepara el cumpleaños de Leticia. Lo hace de muchas maneras. Una es con actividades abiertas a la comunidad y otra con clases y trabajos especiales en los que los alumnos son protagonistas. Entre ellos, el grupo que cursa el 7º año de la EGB en el turno tarde se metió de lleno a investigar por qué esta maestra y su hermana Olga son tan recordadas. La sorpresa fue enorme. A tal punto que ahora reclaman a su maestra algunas de las conquistas de los alumnos de las hermanas Cossettini. "Leímos parte de la historia de la Escuela Serena, conocimos su experiencia educativa, miramos fotos de cómo era el barrio por ese entonces y luego los invité a repetir algo de las prácticas de las Cossettini", resume Ileana López, la maestra del 7º año. Claro que esto demandó tiempo, sobre todo para que sus alumnos pudieran entender que compartirían una forma de trabajo vivida hace más de 50 años, en el mismo lugar aunque ya bastante cambiado, donde el campo ya no se ve tan cerca y la vida urbana atraviesa lo cotidiano. También que la experiencia de las Cossettini, por ese entonces, era algo sumamente innovador. Luego de indagar en la historia educativa, Ileana los llevó al trabajo específico de su materia: lengua. Les leyó una descripción tomada de un texto escolar de la década del 40 y los invitó a recrearla con sus propias palabras. Y le agregó música a sus clases. Al principio -recuerda Ileana- todo fue sorpresa y hubo un poco de risas nerviosas. Sin embargo, los chicos -que no pasan los 12 años- se tomaron todo muy seriamente. A tal punto fue así que ahora cuentan, describen, analizan la historia de las experiencias de Leticia y Olga y hasta exigen cambios para sus futuras clases. Sentados en ronda, cada uno con su texto en mano, empiezan a recordar qué llamó su atención de la educación que en esa misma escuela recibían otros chicos, entre 1935 y 1950. El primero en pedir la palabra es Axel: "Me encantó saber que los alumnos también eran maestros, que

acompañaban

las

clases

y

podían

ayudar

a

la

señorita

a

enseñar".

La práctica compartida era una de las claves de las Cossettini. Pero más lo eran el respeto y confianza que tenían en los chicos. Los consideraban seres inteligentes. No es casual que, por ejemplo, Olga Cossettini, cuando era directora de la Carrasco, haya interrogado en voz alta en cierta oportunidad: "¿Se enseña el lenguaje? No. Se ayuda a crearlo". Los comentarios sobre lo llamativo de las clases de la escuela siguieron: "Compartían los materiales de estudio, los traían directamente de la naturaleza" (Ariel); "No había porteros, todos limpiaban y cuidaban la escuela" (Joel); "Los sábados estaba abierta la escuela" (Lucas), "Leticia creó un Coro de Pájaros", eligió para recordar Virginia, en referencia al coro de niños que imitaba el sonido de los pájaros que en ese entonces eran comunes en el barrio de Alberdi.

Más comentarios Florencia es una de las más inquietas del grupo. No se pierde detalle de los comentarios de sus compañeros y siempre tiene algo para agregar. No es casual que a ella le haya sorprendido que en las clases de Leticia "se aprendía de todo, desde agricultura hasta pintura". Danisa, Rocío y Danilo coinciden en señalar como algo novedoso los tiempos en que transcurrían las clases: "En los recreos se pasaba música y las clases duraban el tiempo de trabajo de los chicos. Ellos decidían cuándo descansar. No era como ahora que uno ya sabe cuándo viene el recreo". Son muchos los que rescatan la diversidad de clases sociales que convivían en la Escuela de la Señorita Olga. "Las clases eran para todos por igual", dicen los chicos casi ignorando que esa frase es ahora motivo de grandes discusiones pedagógicas en nombre de la calidad educativa. Pero también había otros temas que convocan la atención de los chicos de séptimo. Anahí y Facundo valoran que, mientras por esos años las escuelas mixtas todavía eran motivo de fuertes discusiones, Olga y Leticia "integraran en sus clases a las chicas y chicos por igual. Lo hacían -comentan- porque aseguraban que los preparaban para la vida, y en la vida estamos todos juntos, hombres y mujeres". Además, "hacían trabajos de integración entre niños y niñas. Por ejemplo -añaden-, los chicos fabricaban un teatro de títeres y las chicas lo decoraban". Hay más. Lucas explica con precisión que la violencia no tenía lugar en las clases de Leticia: "Les enseñaba que había dos tipos de violencia: la simbólica, cuando se avergüenza a alguien, y la física, cuando se le pega. Y en esos días era común pegarle a los alumnos. Pero en esta escuela eso no ocurría". Los relatos son ininterrumpidos. Cada uno tiene algo para aportar. Rocío se detiene en otro rasgo distintivo de la Escuela Serena: "Nada se repetía. Ellas enseñaban a pensar y permitían que sus alumnos opinaran". Los chicos tienen reservadas sus conclusiones. Valoran que ahora puedan opinar y conversar

con su maestra, pero quieren "una escuela con libertad, menos atada a un programa, donde se escuche música, que dar clases tenga valor y se enseñe lo que nos gusta"....


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